domingo, 27 de mayo de 2012

Programa de junio


IGLESIA PRESBITERIANA AMMI-SHADDAY
PLAN DE PREDICACIONES Y TEMAS PARA JUNIO DE 2012

Tema: La responsabilidad cristiana en el mundo

1. Domingos, 10.30 hrs.

3: Dios y los poderes del mundo
Lectura bíblica: Juan 18.33-37; 19.5-12
Expositor: LCO
Dirige: Hno. Oswaldo Aguilar Arroyo

10: Teorías y doctrinas políticas a la luz de la Palabra divina
Lectura bíblica: I Reyes 2.10-35
Expositor: LCO
Dirige: Hna. María Félix Olea

17: Libertad cristiana y libertad ciudadana
Lectura bíblica: Gálatas 5.1-15
Expositor: Lic. Raúl Méndez Yáñez
Dirige: A.I. David Palomino L.

24: Ejercer la ciudadanía como un deber cristiano
Lectura bíblica: Romanos 13.1-7/ I Pedro 2.11-20
Expositor: LCO
Dirige: Hna. Paola Díaz Cruz

2. Domingos, 17.30 hrs.

3: Reunión de Consistorio/ Evaluación cuatrimestral pendiente
24: Clase unida: Ciudadanos del Reino y ciudadanos del mundo

3. Martes, 19.00 hrs.
Tema general (Mayo-septiembre): Fe e historia: el presbiterianismo en México
(1857-2012) (II)

5: Pioneros(as) del presbiterianismo en México (I) (Salmo 44-20-26)
Moderadora: D.I. Laura Cabrera Berrocal

12: Pioneros(as) del presbiterianismo en México (II) (Salmo 78.1-8)
Moderador: A.I. Pablo Gil

19: Pioneros(as) del presbiterianismo en México (III)  (Salmo 78.9-19)
Moderadora: Lidia Martínez M.

26: Pioneros(as) del presbiterianismo en México (IV) (Salmo 78.20-26)
Moderador: A.I. Germán Fernández

Letra 271, 27 de mayo de 2012


“EN ESTE ACTO DEL ESPÍRITU SANTO SE ENSALZA LA DIVERSIDAD DEL PUEBLO DE DIOS”
MENSAJE DEL CONSEJO MUNDIAL DE IGLESIAS



Todos ellos estaban atónitos y perplejos, y se decían unos a otros: “¿Y esto qué significa?”. 
Hechos 2:12

Los días posteriores a la resurrección deben de haber sido estremecedores y difíciles de comprender para los seguidores de Jesús. De hecho, algunos de ellos habían visto al Cristo resucitado, en el aposento alto, en el camino a Emaús, e incluso habían tocado sus heridas y compartido una parte de pescado. Ahora se encontraban todos juntos en una habitación, esperando. No debió ser fácil para ellos, apretados en un espacio pequeño, preguntándose qué estaban esperando y qué se esperaba de ellos, cuando de repente vino el viento, las lenguas de fuego y empezaron a hablar en otras lenguas.
Mirándolos desde fuera, la multitud de la calle preguntaba “¿Y esto qué significa?”. Pero es muy posible que incluso algunos de los seguidores de Jesús, que habían visto muchos milagros y escuchado de primera mano al Hijo de Dios, se hicieran esa misma pregunta: “¿Y esto qué significa?”.
Al leer el relato del primer Pentecostés nosotros también nos preguntamos: “¿Y esto qué significa?”. Aquellos que se encuentran en medio de una crisis política o financiera, de la violencia, la ocupación, la guerra o el conflicto se preguntan: “¿Y esto qué significa?”. Aquellos que son perseguidos a causa de sus convicciones y su fe se preguntan: “¿Y esto qué significa?”. Aquellos que se han convertido en refugiados o que han sufrido desastres naturales, como inundaciones y sequías, terremotos y tsunamis, se preguntan: “¿Y esto qué significa?”. Aquellos que padecen VIH/sida o que luchan para poder dar alimentos, agua potable, alojamiento y educación a sus familias se preguntan “¿Y esto qué significa?”. Aquellos que sufren el dolor de la pérdida prematura de un ser querido se preguntan: “¿Y esto qué significa?”. Aquellos cuyos países que están en peligro de desaparecer debido al cambio climático se preguntan “¿Y esto qué significa?”. Al reflexionar acerca del día de Pentecostés, nos damos cuenta de que en este acto del Espíritu Santo se ensalza la diversidad del pueblo de Dios. Los seguidores no provienen de las mismas naciones ni hablan el mismo idioma. No están de acuerdo en la forma de interpretar lo que han vivido o visto. Pero todos reconocen las maravillas de Dios y su poder de transformarlos tanto a ellos como a su mundo.
Del mismo modo que el poder del Espíritu Santo se posó entonces sobre los creyentes, viene hoy a nosotros. La presencia viva de Jesucristo prosigue la obra salvadora de curación de nuestro mundo roto y viene a infundirnos aliento, esperanza y el poder transformador del amor.
Que el mismo Espíritu Santo de ese primer Pentecostés nos llene una vez más para que, como aquellos que se encontraban en esa habitación aquel día, nos llenemos del amor de Dios y de una nueva comprensión mutua. ¡Y que seamos transformados para poder proclamar las maravillas de Dios al mundo de hoy!

Presidentes del Consejo Mundial de Iglesias
Arzobispo Dr.Anastasios de Tirana y de Toda Albania, Iglesia Ortodoxa Autocéfala de Albania
Sr. John Taroanui Doom, Iglesia Protestante Maohi (Polinesia Francesa)
Rev. Dr. Simon Dossou, Iglesia Metodista en Benín
Rev. Dr. Soritua Nababan, Iglesia Cristiana Protestante Batak (Indonesia)
Revda. Dra. Ofelia Ortega, Iglesia Presbiteriana-Reformada en Cuba
Patriarca Abune Paulos, Iglesia Ortodoxa Tewahedo de Etiopía
Revda. Dr.Bernice Powell Jackson, Iglesia Unida de Cristo (EE.UU.)
Dra. Mary Tanner, Iglesia de Inglaterra
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AYUDA MUTUA Y FAMILIA (II)
Emilio Monjo Bellido
Protestante Digital, 13 de mayo de 2012

La protección es algo integral. Interviene la sexualidad, las emociones, la educación, la salud, incluso la defensa con el uso de la fuerza contra enemigos externos. Eso requiere que se asuman unos límites; cada uno tiene su familia. En el matrimonio: un hombre y una mujer, así mostrado desde el principio, se tienen que proteger; por supuesto con inclusión del orden sexual, lo contrario sería destruir la familia, se acabaría la base de la protección mutua. De ahí el radical rechazo en la ley bíblica al adulterio.
Los hijos están protegidos en la casa, en la familia. Desde la concepción: aborto, nunca. En la casa tienen alimento y cobijo, ahí crecen y se fortalecen, hasta que, con el acuerdo y “bendición” de la familia, forman otra con un miembro de otra familia. Y así sigue el buen orden social que proporciona una familia como esfera de protección. No existe lugar en este planteamiento que hacemos para la “emancipación”. El que está fuera de la casa, si no es para formar otra, se ha quedado aislado, sin cobijo. Es curioso que no pocos de los que pregonan el bien de la familia tradicional, acepten como si tal cosa la emancipación de los jóvenes, incluso, en la práctica, se les “obliga” a abandonar la casa a una edad determinada. Por supuesto, eso es pervertir el camino de la fe, es desobediencia clarísima a la Biblia, y no es algo que sirva para apoyar la protección familiar que aquí proponemos, pues todos los miembros de la familia tenemos la responsabilidad de colaborar.
Para la protección y ayuda mutua en la familia, se requiere que ésta tenga medios materiales para vivir. En la ley bíblica se dispone un trozo de tierra para cada familia: ése era su sustento. Además, no se podían acumular posesiones de unas familias por otras: si hubo que “venderlas” por necesidad económica, cada 50 años, con el Jubileo, siempre volvían las tierras a sus antiguos dueños. Vale que no podemos ahora plantear algo semejante, pero como principio sí podemos usarlo (En Israel, antes y después de la división del reino, los poderosos acapararon todas un trozo de tierra para cada familia, para que puedan vivir de su trabajo en libertad. las tierras que pudieron, y esta ley no se cumplió.) Donde la economía sea rural: Donde la situación sea un contexto industrial o mixto, que cada familia tenga la propiedad de su trabajo. Es decir, que tengamos nuestro trabajo como propiedad donde nuestra familia encuentra su sustento. Esto es propio de la ley bíblica, y lo proponemos para toda la sociedad, aunque no crean. Esto son Derechos Humanos aplicados. Esto es “política” de libertad contra todo tipo de tiranos.
Y recogiendo ideas planteadas en artículos anteriores, la protección y ayuda mutua de las familias cuando se trate de asuntos de mucha dimensión, requiere que varias, o todas, las de un territorio colaboren en la ayuda mutua, en este caso de unas familias con otras. Educación: que la responsabilidad propia de cada familia particular se aplique con la colaboración de todas las demás. Resultado: escuela pública. Sanidad: pues lo mismo. El cuidado y la salud de cada miembro de una familia, primero en su seno, siempre. Cuando (gracias a Dios, decimos los creyentes) los actos médicos requieren medios materiales extensos: todos a colaborar. Resultado: salud pública. Así en otros ámbitos. La familia que es soporte y ayuda, la familia fuerte ella misma, no es la que se aísla en un santuario, sino la que está con las demás, la que forma la res publica.
No me olvido de que esto se alargó. No me olvido de nuestra corrupción natural humana. Por ejemplo, esas propiedades que sustentan la comida de las familias, a veces han dividido a las mismas familias por la codicia. Reconocer lo uno no quita lo otro. El trabajo como propiedad, un sueño con tantos parados. Vale, pero es necesario proponerlo; así vemos con más claridad la tiranía de los que roban el trabajo de las familias. Que todo está en ruinas, bien, pero arreglemos lo que podamos. Ánimo, poco a poco, apoyándonos unos a otros, que estamos muy heridos. El Padre de nuestro Señor nos bendecirá.

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SE REALIZÓ LA PRIMERA JORNADA PRESBITERIANA
Ariel Corpus

El pasado 18 de mayo, dentro de las Jornadas Presbiterianas 1857-2012: Historia, teología y antropología, se realizó el primer foro alusivo bajo la temática “Historia e historiografía del presbiterianismo” con la participación de Eliseo Vílchez, Penélope Ortega y Hugo Daniel Sánchez Espinosa.
Estos historiadores recordaron algunas fechas, nombres y lugares importantes para la presencia presbiteriana, principalmente en la región norte del país. Sin afán de polemizar con los festejos paralelos que la Asamblea General de la Iglesia Nacional Presbiteriana realiza, los ponentes dejaron de lado el quehacer oficial para hacer historia al margen de la institución.
En primer lugar, Sánchez Espinosa, con la ponencia “Los primeros presbiterianos en el centro y norte de México (1872-1888)”, señaló la importancia que tuvo la consolidación del Presbiterio de Zacatecas, fundado en 1883, para la conformación de un grupo fuerte de protestantes. […]
Con “La presencia presbiteriana durante el Porfiriato: historia e historiografía”, Penélope Ortega hizo una excelente división de fuentes para dar cuenta de los rubros historiográficos presentes en los estudios sobre presbiterianismo. […]
Eliseo Vílchez, […] recordó cómo las primeras interpretaciones sobre la incursión de estas sociedades disidentes del catolicismo romano fueron de tipo sectario, pero puso mucha atención al proyecto educativo que, en nuevas investigaciones, era sostenido por la propia localidad donde se encontraba la escuela, lo que en argumentos del ponente, permite reflexionar más sobre la endogénesis del protestantismo más allá del protestantismo misionero. Finalmente, marcó aspectos necesarios para la investigación, tales como la espiritualidad, la educación teológica, el papel de la mujer y la llegada del fundamentalismo a la iglesia presbiteriana.
Esta primera jornada, realizada en la Iglesia Ammi-Shadday, ubicada al norte de la Ciudad de México, convocó unas 50 personas, quienes con sus preguntas y comentarios alimentaron la discusión y el debate. […]              (ALC Noticias, 22 de mayo)

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BIBLIA CON HIMNARIO
17 Mayo 2012

Con gran beneplácito la R. Asamblea General de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México, presenta al pueblo presbiteriano en general, la nueva edición de la Biblia con Himnario. Primicias de la celebración de los 140 años de presencia Presbiteriana en México, y 65 Aniversario de la R. Asamblea General.
Ahora usted podrá tener dos maravillosos volúmenes en uno solo: La Palabra de Dios, versión 1960 (La Biblia) y el himnario presbiteriano Sólo a Dios la gloria en un solo ejemplar, empastado en imitación piel y canto dorado. Esta nueva edición estará a la venta de manera promocional exclusivamente en cada uno de los cinco cultos regionales de celebración: México, Tabasco, Cancún, Chiapas y Monterrey, con un precio promocional único al público en general de $320.00.
Posteriormente usted podrá adquirir este excelente ejemplar en Publicaciones El Faro y en las librerías cristianas al precio regular de $400.00 pesos, o más dependiendo de la región.

Actividades


LOS ESPERAMOS HOY, A LAS 17.30 HRS. EN EL TALLER DE ACCIÓN SOCIAL: MODELOS DE SERVICIO

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CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes 29 de mayo, 19 hrs.
Pioneros/as del presbiterianismo en México (I) (Salmo 44.20-26)
Modera: Mauricio Magallanes

DR. JULIO MALLET PREVOST (1823-1896)


Este sincero cristiano de filiación presbiteriana vino al país como uno de los numerosos médicos adscritos al ejército de ocupación norteamericana en 1847. Al quedar terminada la guerra prefirió quedarse en el país para ejercer su profesión y es así como nuestra historia lo encuentra radicado en Zacatecas en 1856, desempeñando al mismo tiempo el cargo de cónsul de su país.
En el ejercicio de su profesión médica, se rodea pronto de amistades, entre las cuales principia su labor de evangelización personal con muy buenos resultados, siendo su primer converso el señor José Llaguno, en cuya compañía a mediados de 1859 tomó la Santa Cena en el culto privado familiar, administrándola él mismo. Continúa el Dr. Prevost haciendo su labor de evangelismo personal, pero llega el momento en que no puede continuar su trabajo en esta forma, por el ejemplo de otro hombre que bien puede ser considerado como precursor, de nombre Guillermo G. Allen. Talabartero de oficio, estableció su taller en una de las calles de Zacatecas y con suma frecuencia sentado a la puerta de su establecimiento repartía literatura cristiana y sostenía animadísimas pláticas con las personas que aceptaban oírle, algunas de las cuales aceptaron a Cristo, entre ellas un sacerdote romanista. Este bendito ejemplo estimuló al Dr. Prevost que principió a celebrar cultos formales en la casa del señor Severo Cosío, un hombre distinguido en la sociedad zacatecana que se había convertido, teniéndolos hasta que en el año de 1869 le fue necesario dejar el país.
Al retornar a su país ejerció su influencia hasta conseguir que una de las Juntas Misioneras en los Estados Unidos enviara sus primeros misioneros a México en 1872. Volvemos a encontrar a este distinguido siervo de Dios, por última vez, el memorable día 16 de julio de 1882, pronunciando el sermón de dedicación del templo presbiteriano en la ciudad de Zacatecas, en el mismo local que un siglo antes, el día 2 de junio de 1782, había sido consagrado a San Agustín. En mayo de 1896, el Dr. Julio Mallet Prevost fue trasladado a las mansiones eternas en la ciudad de Philadelphia, E.U.
Libro histórico de las Bodas de Oro del Sínodo General de la Iglesia Presbiteriana en México. México, 1956, p. 12.
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES: JUNIO
TEMA: LA RESPONSABILIDAD CRISTIANA EN EL MUNDO
3 – Santa Cena/ Reunión de Consistorio
16 – Conferencia de evangelización

Fe, familias y testimonio cristiano, L. Cervantes-O.


26 de mayo, 2012

“Cuídate de no olvidar al Señor tu Dios dejando de guardar sus mandamientos, sus ordenanzas y Sus estatutos que yo te ordeno hoy; no sea que cuando hayas comido y te hayas saciado, y hayas construido buenas casas y habitado en ellas, y cuando tus vacas y tus ovejas se multipliquen, y tu plata y oro se multipliquen, y todo lo que tengas se multiplique, entonces tu corazón se enorgullezca, y te olvides del Señor tu Dios que te sacó de la tierra de Egipto de la casa de esclavos”.
Deuteronomio 8.11-14

El Deuteronomio practicó una lucha sistemática contra el olvido, porque desde su época se sabía que aquello que no es significativo se arrumba en el desván de la desmemoria, de la indiferencia. En estos tiempos, cuando la memoria tiene tantas ayudas tecnológicas (pensemos, por ejemplo, en las fotos que en un instante le dan la vuelta al planeta), parecería que el ejercicio de la anamnesis, lo contrario de la amnesia, el olvido instalado en la vida, a veces sin remedio, es preciso recuperar la orientación de esta tradición bíblica, pues su esfuerzo por devolver a las familias el legado antiguo y actualizar los motivos de fe que le dieron razón de ser en el mundo, es una garantía de preservar y alimentar la relación con el Dios vivo y verdadero. Las acciones liberadoras del Dios que brotó explosivamente en los episodios sobrecogedores del Éxodo debían impulsar a las nuevas generaciones de Israel para que sus creencias y la comunión con Dios no fuera solamente una cosa del pasado. Porque si hay algo cierto en cuestiones de espiritualidad es que la práctica de otros, y más de quienes están tan lejanos en el tiempo, no se pueden aplicar, sin más, a la experiencia actual.
Luego de una complicada exhortación sobre la necesidad de exterminar a los vecinos cananeos, de preservar la peculiaridad del pueblo y subrayar el apoyo divino, lo que obligaba a eliminar cualquier forma de idolatría en el cap. 7 (la santidad como una “contracultura”, señala Edesio Sánchez C.), Dt 8 insiste varias veces en recordar lo sucedido durante los años pasados en el desierto (v. 2), donde Yahvé probó el corazón de las comunidad para saber si habría de guardar o no los mandamientos. Se afirma también que hubo sufrimiento, hambre y sostén y que el cuidado de lo alto no se detuvo nunca (v. 4). La entrada a la tierra es vista, además, como una gran bendición (vv. 7-10). Con todo ello, el llamado a derrotar al olvido reaparece con una gran fuerza para advertir que, en efecto, la saciedad, comodidad y prosperidad tan añoradas podían producir amnesia y orgullo (vv. 11-17). En nuestro caso se vale decir, a diferencia de aquella actitud contra la que previene el pasaje: "Todo lo puedo, sí, aunque no soy un súper hombre o una súper mujer..., pero en Cristo que me fortalece" (Fil 4.13). Porque nunca las fuerzas profundas que nos sostienen son nuestras.
La dinámica recuerdo-olvido domina toda la exhortación y evidencia la forma en que la tradición deuteronomista procesó lo sucedido cuando Israel estaba a un paso de desaparecer como país, lo cual fue interpretado como fruto de la desobediencia. “De acuerdo con los versículos 19-20, la desobediencia e infidelidad traerá como resultado la pérdida de los privilegios de la alianza, la expulsión de ella y, finalmente, la misma situación de destrucción que correspondió a las naciones paganas”.[1] Semejante panorama que se veía venir no ponía en entredicho las bases de la alianza, pues la fidelidad de Dios no era lo que estaba en juego sino más bien obligó a repensar, igual que hoy, los alcances de la responsabilidad de las familias en este proceso.
Cuando se combina adecuadamente la solidez de las creencias y valores con la forma en que la fe puede configurar la vida de una comunidad familiar, y cuando ésta encuentra nuevos y efectivos cauces de renovación, la acción del Espíritu de facilita más, por decirlo así, porque la madurez alcanzada es capaz de revisar continuamente los fundamentos de sus criterios de vida. El texto subraya la necesidad de establecer una escala de valores y prioridades que no invierta o ponga de cabeza los elementos principales, ni dilapide los recursos espirituales que Dios ha puesto a su disposición, pues como agrega Sánchez Cetina:

Aunque Yavé sostiene providencialmente la vida de su pueblo, de éste último depende el curso de su historia. El capítulo 28 discurre sobre este asunto. En su proceder ético, el pueblo berítico escribe su historia. La historia de Israel, de acuerdo. […]
La puerta a la idolatría se abre por el olvido y abandono de Yavé y la autoconfianza del pueblo (vv. 14,17, 19). Previo a la búsqueda de otros «señores» se encuentra el olvido, la amnesia histórica: el pueblo se ha olvidado de que Yavé fue el Dios que lo sacó de Egipto. La secuencia es clara: el olvido lleva a la pérdida de confianza, luego al desalojo de Yavé como único ocupante del corazón del pueblo, de allí a la autoconfianza y, finalmente, a la entrega a los dioses ajenos.[2]

De modo que hoy, igual que ayer, la mediación familiar para que el testimonio cristiano se afiance es una obligación irrenunciable cuando se dice que se tiene fe. Por el contrario, si los criterios dominantes de la vida familiar son otros, no se puede esperar la bendición divina como resultado de una auténtica sintonía con los mandamientos u ordenanzas. Las formas éticas o morales que no se presentan a sí mismas como religiosas tiene un grado de autonomía y eficacia, pero siempre habrá que sospechar de ellas por sus sesgos, intereses y propósitos. Al confiar en los mandatos divinos se tiene la certeza de que ellos contribuirán verdaderamente a edificar vidas que testifiquen de la obra redentora de Jesucristo en medio de situaciones que siempre ponen a prueba la calidad de la fe y de los valores emanados de ella.


[1] E. Sánchez, Deuteronomio. Introducción y comentario, p. 223.
[2] Ibid., pp. 223, 225.

Desafíos del Espíritu Santo para las familias de hoy

Clase Unida


Iglesia Presbiteriana Ammi-Shadday
27 de junio de 2012

Pero si alguna viuda tiene hijos, o nietos, aprendan éstos primero a ser piadosos para con su propia familia, y a recompensar a sus padres; porque esto es lo bueno y agradable delante de Dios.
I Timoteo 5.4

1. El Espíritu Santo desciende sobre familias completas
       Los tres Pentecostés del libro de los Hechos: judíos (cap. 2), samaritanos (8.17) y no judíos (cap. 10.44)

2. El Espíritu desea forjar familias unidas y saludables
       El ejemplo del libro de los Hechos: familias que se bautizan completas (16.33)

3. El Espíritu acompaña a las familias sin importar sus características
       I Timoteo 5.1-16: ancianos/as, jóvenes, viudas de diversas edades, etcétera

4. El Espíritu incluye a todos los creyentes en la «familia de Dios»
       Gálatas 6.10: hacer bien a todos, mayormente a los de la familia de la fe
       Efesios 2.19: la Iglesia es la familia de quienes no la tienen o la experimentan conflictivamente

Deuteronomio 8.11-20



Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy

Cuídate de no olvidar al Señor tu Dios dejando de guardar Sus mandamientos, Sus ordenanzas y Sus estatutos que yo te ordeno hoy; no sea que cuando hayas comido y te hayas saciado, y hayas construido buenas casas y habitado en ellas, y cuando tus vacas y tus ovejas se multipliquen, y tu plata y oro se multipliquen, y todo lo que tengas se multiplique, entonces tu corazón se enorgullezca, y te olvides del Señor tu Dios que te sacó de la tierra de Egipto de la casa de esclavos. Él te condujo a través del inmenso y terrible desierto, con sus serpientes abrasadoras y escorpiones, tierra sedienta donde no había agua; El sacó para ti agua de la roca de pedernal. En el desierto te alimentó con el maná que tus padres no habían conocido, para humillarte y probarte, y para finalmente hacerte bien. No sea que digas en tu corazón: ‘Mi poder y la fuerza de mi mano me han producido esta riqueza.’ Pero acuérdate del Señor tu Dios, porque Él es el que te da poder para hacer riquezas, a fin de confirmar Su pacto, el cual juró a tus padres como en este día.
Pero sucederá que si alguna vez te olvidas del Señor tu Dios, y vas en pos de otros dioses, y los sirves y los adoras, yo testifico contra ustedes hoy, que ciertamente perecerán. Como las naciones que el Señor destruye delante de ustedes, así perecerán ustedes, porque no oyeron la voz del Señor su Dios”.

sábado, 19 de mayo de 2012

Letra 270, 20 de mayo de 2012


¿TENDRÁN FE NUESTROS HIJOS?
Edesio Sánchez Cetina

Uno de los resultados de nuestra cultura moderna es la distancia enorme que se ha creado entre individuos de distintas generaciones. En el hogar, cada miembro, sean padres o hijos, encuentra una cantidad de razones para mantener sus intereses distanciados de los del otro. La interacción entre generaciones diferentes es casi nula. La televisión y otras fuentes de información han tomado el tiempo que debería tener la familia para asegurar que los miembros de cada generación conozcan bien las necesidades, características y aportes de la otra. Son muy pocos los nietos que conocen bien a sus abuelos; ya no conviven con ellos y no saben casi nada de su infancia y juventud. Muy pocos individuos en nuestra moderna sociedad latinoamericana serían capaces de trazar su árbol genealógico más allá del nivel de sus abuelos.
Corremos el peligro de crear generaciones sin raíces propias. Con ese peligro viene también otro: el permitir que fuerzas extrañas a la tradición hogareña y nacional construyan nuestra identidad e idiosincrasia. Esto es crucial en el contexto de nuestra fe cristiana. En realidad se hace acuciante, casi desesperante, la pregunta con la que titula su libro John H. Westerhoff: ¿Tendrán fe nuestros hijos? ¿Qué tradiciones son las que los padres transmiten a sus hijos? ¿En qué se basa la exhortación dada a los hijos no sólo de hacerse cristianos, sino también de hacer la voluntad de Dios?
Por convicción doctrinal y teológica, y por experiencia familiar y personal, creo firmemente que la fe de los hijos es primeramente responsabilidad de los padres creyentes. Los niños que nacen en un hogar cristiano necesitan, por una simple disposición bíblica, ser evangelizados en el hogar y tener a los padres como sujetos de esa acción. Algunas veces he escuchado a padres cristianos que festejan que por fin sus hijos han recibido a Cristo como salvador en la universidad o en una experiencia de campamento, etcétera. ¿Por qué esto tiene que suceder así? ¿Por qué tiene una familia que esperar que los hijos vayan al templo o a la universidad o a un campamento para que se conviertan?
Mi convicción bíblico-teológica respecto a la participación de los niños en la vida cristiana total, tanto en el hogar como en la iglesia, es que los niños no son cristianos “de segunda”, ni miembros futuros del cuerpo de Cristo o el pueblo de Dios. Los hijos de hogares cristianos tienen el privilegio y la responsabilidad de participar en las actividades que demuestran que un grupo humano es iglesia, sea el bautismo o la Cena del Señor, el culto o la evangelización. En nuestra iglesia local, la experiencia nos ha enseñado que la participación de los niños en la Santa Cena les ha hecho más responsables en su fe y más dispuestos a usar sus conocimientos y dones para beneficio de los miembros jóvenes y adultos de la iglesia.
Deuteronomio. Introducción y comentario. Buenos Aires, Kairós, 2002, pp. 211-212.
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AYUDA MUTUA Y FAMILIA (I)
Emilio Monjo Bellido
Protestante Digital, 13 de mayo de 2012

Este escrito es continuación del anterior. Las referencias que hice a Roma, como iglesia perfecta, la que tiene el privilegio de no conocer el error, el peligro de que la familia se convierta en una institución humana, que se rija y administre por el derecho civil de las naciones, etcétera, al citar de memoria no entrecomillé, pero corresponden a encíclicas de León XIII, no eran frases irónicas de mi ocurrencia.
También en lo tocante a la familia, con la luz de toda la Escritura, reconociendo todo el consejo de Dios, desde Génesis a Apocalipsis, como palabra inspirada, infalible, sabiendo que en Cristo estamos completos, reconocemos que nuestras propuestas siempre tendrán carencias, limitaciones y pobreza. La palabra que anuncia el Evangelio de Cristo es una autoridad con la que uno ata y desata aquí para el cielo, es la salvación; sin embargo, para lo que proponemos para toda la sociedad, aquí en el presente, debemos atarnos a nuestra condición dependiente, pobre, de camino, histórica, circunstancial, para que no se desate nuestra soberbia, insensatez, “sabia” opinión, y se nos ocurra ofrecer nuestra propuesta como si fuese parte del Evangelio . Como Jeremías ya avisara contra los falsos profetas, el que tenga el Evangelio, que lo anuncie; el que tenga una “propuesta”, que la ofrezca, pero no la mezcle: una cosa no es la otra.
Si se anuncia una actividad bajo el lema “Matrimonio y Familia, el Futuro de la Sociedad”, pues muy bien, el título lo podrían usar perfectamente en un antiguo congreso o reunión fascista, por sí mismo no significa mucho. Si unido a ese lema se afirma que las políticas sobre la familia en las democracias occidentales están destruyendo la familia tal como la hemos conocido a lo largo de 20 siglos; pues, por simple curiosidad, habrá que investigar quiénes son esos y cuál la familia que han conocido a lo largo de 20 siglos, y convendrá preguntarles por qué han quitado los siglos anteriores, donde precisamente tenemos las leyes bíblicas.
Pero si, además, se anuncia que un cardenal hablará en dicha actividad sobre “la revolución contra la familia”, entonces suenan las alarmas, aquí hay “evangelio” encerrado. Ahora resulta que tantos rodeos eran para no mostrar que de lo que se trataba era de proponer la familia que el Vaticano reconoce.
Pues ante eso, ya no estamos con unas propuestas que tengan que ver con la institución familiar como algo civil, regida por las leyes civiles; ya no estamos en la mentada relatividad de nuestras propuestas para toda la sociedad en estas áreas temporales, ahora nos encontramos con el Testimonio del Redentor, y se acabó el relativismo: vida o muerte. Hay que poner de manifiesto las obras que edifican sin el Cristo.
Unas notas, pues, sobre esa “familia que conocemos a lo largo de 20 siglos”. La familia la conocemos desde el inicio de la Historia en Génesis, antes y después de la caída. La vemos en nuestro espacio actual, después de la caída. La familia “natural” más natural que uno pueda pensar está compuesta por Adán, Eva, Caín, Abel y los otros que no se nombran. Ahí tenemos no la columna de la sociedad, sino la “sociedad” toda . Y en esa familia, en medio, además, de un culto “familiar”, un hermano mata al otro. Luego toma a una hermana y construye una ciudad fuera de Dios. Mal empieza la columna: se ha desmoronado. Es la gracia de Dios la que posibilita la continuidad de la Humanidad, no una columna humana, aunque la construyeran en la unidad a favor de la familia humana natural: Babel.
Las promesas de Dios, en las que únicamente podemos ver si hay futuro, están dadas en su condición personal como el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, cuyas “familias y matrimonios” no sé si pertenecen a esa que “conocemos” . Como parece que lo siguiente, las leyes dadas a través de Moisés para la familia en la República de Israel, son incómodas, dejemos el asunto en esos 20 siglos. Nos quedamos en el Nuevo Testamento que, aunque no se diga, se supone que es el inicio para empezar a contar. Los cristianos judíos tenían la familia judía; los cristianos gentiles, tenían la familia gentil. En el caso del ámbito geográfico del nuevo modelo y desarrollo del Cristianismo, la familia es la que se inscribía bajo la jurisdicción de la ley romana.
En Roma, además del matrimonio de altura, donde el padre de familia tenía potestad incluso sobre la vida de sus miembros, existe la modalidad común de familia, el concubinato, que era una especie de pareja de hecho. Estaba regulada por ley, solo se permitía una mujer, pero era un estado de menor categoría que el matrimonio. (No podían acceder a este estado superior, por ejemplo, las mujeres que ejercían trabajos manuales.) El concubinato era el modelo de familia, legal, para una buena parte de la población. Muchos cristianos no tenían otro “matrimonio y familia”. ¿Pertenece ese modelo a la “familia que conocemos” y que ahora quieren destruir? Otra buena parte de la población cristiana pertenecía a una esfera donde el único matrimonio y familia que se conocía era el de los amos, ellos, como esclavos, la única casa y mesa que tenían era la de sus amos. ¿Están esos fieles cristianos fuera de la columna honorable de la familia natural? Avanzando unos siglos; el gran porcentaje de siervos de la tierra, esa gran cantidad de campesinos que formaban parte del terreno donde vivían (las tierras se adquirían por conquista o concesión entre los nobles con los campesinos siempre incluidos). Dependían de los amos de la tierra, que por eso lo eran también de los campesinos (aunque no fuese un régimen jurídico de esclavitud).
La “cristiandad” que justificaba esa situación, la que casaba santamente a los hijos de los amos, la que no se ensuciaba las manos con los siervos, ¿qué modelo de familia nos ha dejado?, ¿es esa familia la que “conocemos”? Los que proponen como el gran bien para la sociedad actual el que se conserve la familia “como la conocemos”, deberían decirnos qué familia tenemos que conservar, por ejemplo, en el siglo V. Unos pasos más, también el siglo X, o en el XV. Mejor no comprometerlos con el XVI, porque ahí está la Reforma Protestante, que pone al descubierto al “estado” que más ha destruido a la familia, el estado monacal.
Proponemos perspectivas sobre la familia. Vamos a arreglarnos todos lo mejor que podamos. Esto es como el cuerpo, podemos indicar mejoras en nutrición, salud, ejercicio físico, etc., pero sabiendo que el fracaso es seguro : al final nos morimos, el cuerpo se derrumba. Saber que el final es el derrumbe no quita la responsabilidad de sostenernos lo mejor posible, así ocurre con la Historia, al final sabemos que todo será removido, pero cada día tenemos el deber de cultivar, sembrar, trabajar.
Aquí estamos todos, esto sí que es un congreso sobre las familias: las rotas, las que están para romperse, los separados, los abuelos con nietos de hijos divorciados, las compuestas por gente de una confesión religiosa u otra, o sin religión, los hijos que no saben con quien les toca el fin de semana, los perdidos; también los que tienen una familia feliz, bien arreglada; por supuesto, también los que tenemos una familia en el temor de Dios. Conviene, eso sí, que cada uno tenga la mirada abajada, para vernos mejor. Los que miran muy alto, al final sus ojos solo se encuentran con los que también miran desde el pedestal de la soberbia; eso es lo que más destruye a la familia, a la sociedad.
Una cuestión es, en mi opinión, clave en lo tocante a la familia: la idea de protección, de ayuda, de cuidado mutuo. Así está señalado antes de la caída (esto nos vale para los que creemos en la Revelación, pero es un elemento válido también en el argumento general, pues si la ayuda mutua es algo propio incluso en un estadio óptimo para la sociedad, cuanto más en medio de las dificultades propias que cada uno puede ahora ver), y continúa hasta el final. La familia la vemos, pues, como esfera o lugar de protección y ayuda mutua. El ser humano existe en la debilidad, tanto en su nacimiento como en su muerte: la protección la encuentra en la familia.
Es bueno para la familia, pues, todo lo que favorezca su condición protectora, y es malo todo lo que le quite esa condición. No hay familia donde no se proporcione protección, si la familia es donde se mata o pervierte al ser humano, en ese caso ha perdido su naturaleza, se ha convertido en otra cosa. Los Derechos y Deberes Humanos, que aquí hemos señalado como el marco de colaboración y participación con toda la sociedad, se viven, ejercitan, fortalecen y transmiten en la familia.

Actividades


LOS ESPERAMOS DE LUNES A MIÉRCOLES PARA REFLEXIONAR SOBRE LA PROBLEMÁTICA FAMILIAR.

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CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes 22 de mayo, 19 hrs.
Pioneros/as del presbiterianismo en México (I) (Salmo 44.20-26)
Modera: A.I. Angelita Martínez

D. JUAN AMADOR (1817-1876)
José Martí [?]

Hay vidas humildes y modestas, cuya historia tiene derecho al respeto de la generación en que han hecho sentir su influencia saludable, y en cuyo sepulcro deben verterse —no lágrimas, que un hombre muerto, si ha sido honrado, no debe llorarse como perdido—, sino bendiciones y siemprevivas, muestra cariñosa del afecto que han merecido sus virtudes de sus contemporáneos.
Estas líneas nos inspira la muerte del señor Juan Amador, últimamente acaecida en la villa de Cos, en Zacatecas. Él peleó durante la Guerra de Reforma, él fue soldado en la guerra, y hombre trabajador y útil en la paz. No hubo idea generosa que no acogiera, ni pensamiento liberal que no pusiera en práctica. Se le revelaba lo justo, y sentía, mejor aún que entendía, las necesidades y los impulsos del progreso. Noble corazón, fue ayudado y bien servido en todas sus obras por un cerebro enérgico y activo. Hombre modesto, fiel, sincero, honrado, hizo mucho bien, propagó mucho la idea de libertad, ayudó mucho a la consolidación de la democracia en los lugares que habitaba comúnmente; y, como coronamiento de su obra, cúpole en suerte la propagación del protestantismo en aquellos lugares en que este hombre notable acaba de morir, como si Amador hubiese entendido que el protestantismo no es ahora entre nosotros una secta, sino una época, un adelanto, un progreso estimable y valioso, la ruptura de serviles cadenas, y el comienzo de una era de positiva y pensadora libertad.
Ese fue el hombre y él mismo es su elogio. Imitemos su vida, y merezcamos el día de nuestra muerte celebraciones semejantes. No es hombre digno de serlo, el que no merece al morir elogios del pueblo en que nació.
Revista Universal, México, 8 de junio de 1876, p. 2, Hemeroteca Nacional Digital de México, www.hndm.unam.mx.

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PRÓXIMAS ACTIVIDADES

21-23 – Temas sobre familia, 19 hrs.
26 – Culto unido, Iglesia Presbiteriana de Texcoco, 16 hrs.
27 – Domingo de Pentecostés/ Clase unida: "Vivir en el Espíritu en la familia"

La fe de las familias en el Deuteronomio, P. María Deniz Ramírez

20 de mayo de 2012

Deuteronomio 6.20-25, Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy




“Cuando en el futuro tu hijo te pregunte: ‘¿Qué significan los testimonios y los estatutos y los decretos que el Señor nuestro Dios les ha mandado?’, entonces dirás a tu hijo: ‘Nosotros éramos esclavos de Faraón en Egipto, y el Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte. Además, el Señor hizo grandes y temibles señales y maravillas delante de nuestros ojos contra Egipto, contra Faraón y contra toda su casa; y nos sacó de allí para traernos y darnos la tierra que Él había jurado dar a nuestros antepasados’. Así que el Señor nos mandó que observáramos todos estos estatutos, y que temiéramos siempre al Señor nuestro Dios para nuestro bien y para preservarnos la vida, como hasta hoy. Y habrá justicia para nosotros si cuidamos de observar todos estos mandamientos delante del Señor nuestro Dios, tal como Él nos ha mandado”.

Apocalipsis 1.9, L. Cervantes-O.

29 de agosto, 2021   Yo, Juan, soy su hermano en Cristo, pues ustedes y yo confiamos en él. Y por confiar en él, pertenezco al reino de Di...