
auxilio inmediato en tiempos difíciles.
Por eso, no nos ganará el miedo aun si la tierra cambia de lugar,
ni si las montañas son llevadas al mar;
y ni siquiera si sus aguas hagan estruendo y se alteren.
¡Aunque haya un terrible terremoto en las montañas!
La “ciudad de Dios” recibe su alegría del río y sus corrientes,
igual que el templo, casa del Señor Altísimo.
Dios vive en medio de ella: ¡no recibirá sobresaltos!
Pues Él la apoyará todas las mañanas.
Se levantaron los pueblos, los gobiernos dudaron,
pero Él alzó su voz tronante y la tierra se derritió.
El Señor de los ejércitos nos acompaña;
¡el Dios en quien creyó Jacob nos protege!
Vengan a ver las acciones del Señor
y cómo ha dejado la tierra trastornada:
detiene las guerras por todas partes,
destruye las armas de los combatientes
e incendia sus vehículos militares.
“Estén tranquilos y sepan que soy el verdadero Dios:
recibiré alabanza entre todas las naciones”.
El Señor universal nos acompaña;
¡el Dios de Jacob es nuestra defensa!
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