domingo, 5 de julio de 2009

Calvino, el jovencito de Noyon

5 de julio de 2009

Hace 100 años, para celebrar el 400º aniversario del natalicio de Calvino, el Colegio fundado por él, que cumplía 350 años, encargó una serie de grabados sobre la vida del reformador a Henri van Muyden (1860-1936), la cual consta de 12 piezas que muestran a Calvino en diversas etapas, desde su infancia hasta sus últimos días. El primer grabado corresponde a su paso por las aulas del Colegio Montaigu, de París, luego de una infancia aciaga, marcada por la muerte de su madre en 1515. A los 14 años (1523) asistió al Colegio de la Marche, dirigido por el latinista Maturin Cordier, quien lo acompañaría más tarde en Ginebra, ya en plena labor reformadora, desempeñando tareas educativas.
Calvino estudió después en el Colegio de Montaigu (adonde también lo hizo Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús). Allí recibió una sólida formación en gramática, filosofía y teología, y tuvo como profesor a John Major, comentarista de los Evangelios y defensor de la doctrina católica en contra de Wyclif, Hus y Lutero. Calvino inició sus estudios de derecho en 1528, en Orléans, el sitio más famoso de la época. Aprendió velozmente el griego y al año siguiente se trasladó a Bourges para estudiar con el notable jurista Alciati. En 1531 acudió a Noyon para acompañar a su padre en sus últimos momentos (había sido excomulgado por el obispo de la ciudad).
En el segundo grabado aparece junto a su primo Pierre Robert, Olivetán (futuro traductor de la Biblia), quien muy probablemente lo introdujo a las ideas heterodoxas del momento, luteranas para heterodoxas del momento, luteranas para mayores señas, aunque ya con el sello del humanismo francés, representado por Jacques Lefèvre d’Etaples (1450-1537) y otros pensadores. Calvino ingresaría a estos círculos y formaría parte de la variante “devota”, como observa Bernard Cottret, uno de sus biógrafos más acuciosos.
La imagen presenta a un joven de unos 16 años, quizá en su cuarto de estudiante, con sus libros de cabecera, recibiendo la visita de su pariente, quien parece hablarle de sus convicciones. Teodoro de Beza sugirió que Olivetán convenció a Calvino para abrazar la causa protestante. La fecha de la conversión de Calvino ha sido muy difícil de establecer, pero se relaciona con la muerte de su padre, cuando ya tenía 22 años. Ya liberado, regresa a París, para dedicarse en cuerpo y alma a la literatura, sin abandonar el derecho: un año después, publica un comentario a la obra De Clementia, del filósofo latino Séneca, consejero de Nerón, mientras continúa su amistad con los humanistas.En el ámbito humanista, Calvino perteneció al ala “devota”, como observa Cottret. Un episodio que marcó profundamente la juventud de Calvino sucedió en noviembre de 1533, cuando colaboró en el discurso académico de apertura de Nicolás Cop en París, tras del cual tuvo que abandonar Francia casi definitivamente, pues luego del incidente salió rumbo al exilio, debido a la persecución que desató el rey Francisco I contra los hugonotes, no sin antes renunciar a las prebendas eclesiásticas que había obtenido su padre para él. El siguiente paso fue la redacción de la Institución de la Religión Cristiana, lo que le permitiría ser conocido en espacios religiosos más amplios. (LCO)

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