domingo, 28 de febrero de 2010

El amor de Dios y la respuesta humana: salvación, espiritualidad y práctica, L. Cervantes-O.

21 de febrero, 2009

1. Otros “rostros” del amor en el Nuevo Testamento
La comprensión del amor de Dios en el Nuevo Testamento no consta de una sola visión, pues el horizonte paulino expuesto en I Cor 13 se complementa, por decirlo así, con otras percepciones quizá menos exaltadas, pero no por ello menos intensas para acercar las vertientes divina y humana. Lo que unifica a estas diversas maneras de apreciar e interpretar la acción amorosa de Dios es, en primer lugar, la afirmación constante de que su principal consecuencia es la posibilidad efectiva de conseguir la salvación para todos/as quienes acepten participar en la dinámica divina de entrega incondicional llevada a su clímax por Jesús en la cruz. Este acto de amor y sacrificio fue la manifestación fehaciente de que el amor divino que en ocasiones aparecía tan velado en el Antiguo Testamento y a veces tan restringido a ciertos eventos de la historia de Israel, ahora alcanzaba talñ plenitud en la entrega de Jesús, que se esperaba preodujera un impacto notable no sólo en la vida de las personas por separado, sino en las comunidades que iban surgiendo e incluso en la sociedad como un todo.
Por ello, el estudio del desarrollo del concepto de amor divino en los evangelios, los Hechos de los Apóstoles y, posteriormente, en las cartas apostólicas, muestra que hay un movimiento de la práctica a la teoría, y no a la inversa, como estamos tan acostumbrados. Al esfuerzo amoroso redentor de Dios en Jesús, le sigue la construcción y consolidación de comunidades en donde el amor encarnó, no sin conflicto, mediante la formación de lazos fraternos que se enfrentaron a las formas sociales, culturales y políticas de practicar el afecto y las relaciones humanas. De ahí que las derivaciones efectivas de la comprensión del amor que ya podría caracterizarse como cristiano tuvo que desenvolverse en medio de las prácticas que la época imponía, pues los modelos de afectividad, convivencia y solidaridad estaban mediados por los criterios ideológicos del momento. Por eso el intento cristiano de forjar agrupaciones alternativas fue la forma que los discípulos y apóstoles consideraron necesaria para encarnar verdaderamente el amor de Dios en el mundo.
Si un adjetivo puede acompañar este concepto eminentemente práctico del amor de Dios vivido y realizado en el mundo es la eficacia. Un amor eficaz, creían los escritores del Nuevo Testamento es aquel capaz de enfrentarse a las peores circunstancias para hacer presente a un Dios dispuesto a interactuar permanentemente con los seres humanos a través del modelo de vida y fe representado por Jesucristo y asumido por los discípulos/as que reivindicaban su nombre. Esta práctica intentaba ir más allá de las tendencias idealizantes con que a veces asumimos el concepto del amor de Dios y rebasa con mucho la forma en que se asume lamanera en que entendemos la apertura hacia la otredad, la diferencia y la igualdad que brotan, de manera revolucionaria, de tantas páginas del Nuevo Testamento. Los autores de éste, cada uno a su manera, intentaron dar fe de su comprensión y práctica de una de las exigencias más auténticas del espíritu evangélico, es decir, aquella que desarrolla el tema de la imagen de Dios en cada persona, hombre y mujer, candidato permanente a verse a sí mismo/a como hijo e hija de Dios. Esta fraternidad potencial se expresaba en la existencia misma de las comunidades cristianas, las cuales, con sus diferentes características, demostraban que era posible ser, nuevamente, “pueblo de Dios” en amor, más allá de los estrechos límites de una nacionalidad, una raza o una religión. Porque el amor de Dios se enfrenta todo el tiempo a las diferencias humanas generadas por la injusticia y el pecado, para de ahí reconstruir la existencia y dotarla no solamente de un nuevo sentido, sino también de una orientación antropológica y cósmica transformadora más allá de las modas y las frases hechas.

2. El amor de Dios y las respuestas humanas según I Juan
En las comunidades que seguían la tradición del llamado “Discípulo amado”, la eficacia del amor de Dios se mostraba en el hecho de que ese amor era la razón de ser de su surgiomiento en medio de un mundo hostil y reacio a asimilar la luz, el conocimiento y el amor divinos. A la recepción, valoración y práctica de ese amor en la comunidad debía seguir un compromiso auténtico por permanecer dentro de ella y experimentar una vida siempre en conflicto con el mundo. Por ello, las comunidades juaninas, quizá más que otras en el Nuevo Testamento, se veían a sí mismas como comunidades de contraste, es decir, que en ellas se estaba llevando a cabo un proceso eminentemente escatológico de inserción de la nueva vida (“vida eterna”) en el mundo. Por ello, el aparente cambio de proyecto expresado en el lenguaje que sustituye al concepto de Reino de Dios en estos documentos expresa la posibilidad real de que la existencia acorde con ese Reino suceda al interior de las comunidades, lado a lado con un tejido social alterado por las imposiciones ideológicas, religiosas y culturales de un imperio dedicado a someter la voluntad de las personas. De ahí que el aparente desdén por el mundo que se palpa en estas cartas debe ser leído como el esfuerzo positivo por reorganizar el mundo desde sus bases humanas mismas, afrontando los riesgos del sectarismo, el perfeccionismo y el aislacionismo como formas de resistencia ante los embates del mundo real.
Y es precisamente este lenguaje el que se conoce de sobra como característico de las comunidades ligadas a la memoria del “Discípulo amado”. La primera carta introduce una visión de la comunidad como “abanderada de la luz en el mundo” y como espacio de conocimiento práctico del amor de Dios porque allí se amaba de verdad a los hermanos, pero con la exigencia de creer nprofundamente en la humanidad de Jesús, con lo que vemos a una comunidad enemiga de las apariencias en relación con una fe desencarnada y ajena a la realidad contundente de la vida humana. En 2.22 se establece el límite innegociable para todo aquél/lla que desee integrarse a la comunidad: un anti-Cristo será quien niegue al Padre y al Hijo. Porque los “adversarios” de estas comunidades están bien identificados:

En nuestro caso no son los ritos los que tratan de sustituir la observancia de la alianza —como en el Primer Testamento—, sino que la tentación es aún más sutil: se trata de oponer dos tipos de conocimiento de Dios: aquel que se basa en una ciencia intelectual o en un espiritualismo desencarnado (como si lo que nos hiciera conocer a Dios fueran las verdades que aprendemos o los éxtasis que sentimos), contra aquel conocimiento que, sin despreciar la importancia del conocimiento y de la sensación, pone como mediación indispensable de un verdadero conocimiento de Dios el amor fraterno. Se trata entonces, para el autor de la carta, no de un error más entre muchos, sino de un atentado contra el corazón mismo de la revelación de Dios en Jesucristo. De ahí la virulencia de su contra-ataque en la carta (2,18-29).
[1]

Como se ve, el mensaje sobre el amor en I Jn se mueve “al filo de la navaja”, pues como expresa a partir de 3.1, y luego de una exclamación sobre las dimensiones del amor de Dios, el contraste con el mundo es tal, que éste no es capaz de entenderlo y, por lo tanto, no puede conocer a Dios, porque a Él sólo se le conoce a través del amor y no de una falsa ciencia o conocimiento dominados por la vanidad. Porque los enemigos de este contraste no están sólo afuera, sino también dentro de la comunidad. Esto quiere decir que se han interiorizado acríticamente los criterios y valores del mundo para vivir. Por eso el lenguaje del resto del capítulo está en las fronteras del sectarismo en su insistencia por el uso de la primera persona del plural. “Nosotros seremos semejantes a Jesús” (v. 2): esta afirmación deslinda cualitativamente la presencia cristiana en el mundo para subrfayar no la supremacía de clase social o de espiritualidad, sino la forma en que Dios se hace presente en el mundo a través de sus redimidos en Cristo.
Distinguir entre hijos de Dios e hijos del diablo mediante un lenguaje que hoy suena extremoso y difícil de aceptar fue la forma que estas comunidades eligueron para marcar un contraste que los puso incluso en conflicto con otros grupos cristianos. Pero eso les sirvió para señalar el contraste con un mundo que los rechazaba incluso violentamente (v. 13). Hoy tal vez podríamos comparar estos énfasis con los de algunos grupos sectarios, porque tal insistencia es capaz de lastimar y golpear las mentalidades actuales. Acaso el v. 16 funcione como un contrapeso ante estas tendencias al comparar el amor de Dios realizado por estos grupos con el de Jesús,quien dio su vida por los demás. El v. 17 es una distriba contra las clases acomodadas y así suma la preocupación social, a la moral y la religiosa como tal. Si Dios es esencialmente amor, la presencia humana en nombre de Cristo también deberá serlo, “de hecho y en verdad” (v. 18).

[1] Raúl H. Lugo Rodríguez, “El amor eficaz, único criterio. (El amor al prójimo en la primera carta de Juan)”, en RIBLA, núm. 17, www.claiweb.org/ribla/ribla17/9%20RODRIQUEZ.htm.

I Juan 3.1-20

Biblia en Lenguaje Sencillo
21 de febrero de 2010
¡Miren! Dios el Padre nos ama tanto que la gente nos llama hijos de Dios, y la verdad es que lo somos. Por eso los pecadores de este mundo no nos conocen, porque tampoco han conocido a Dios. […]
Desde el principio se les ha enseñado a ustedes que nosotros debemos amarnos los unos a otros. No debemos ser como Caín, que era como un hijo del diablo y mató a su hermano. ¿Y por qué lo mató? Porque lo que Caín hacía era malo, y lo que hacía su hermano era bueno.
Mis queridos amigos, no s e extrañen si los pecadores de este mundo los odian. El amor que nos tenemos demuestra que ya no estamos muertos, sino que ahora vivimos. Pero si ustedes no se aman los unos a los otros, eso quiere decir que todavía están bajo el poder de la muerte. Si ustedes se odian unos a otros, son asesinos, y ya saben que ningún asesino puede tener la vida eterna.
Pero nosotros sabemos lo que es el amor, porque Jesucristo dio su vida por nosotros. Así también nosotros, debemos dar nuestra vida por nuestros hermanos en Cristo. Si un rico ve que alguno de su propia iglesia tiene alguna necesidad, y no lo ayuda, ese rico no ama como Dios ama.
Hijos míos, no solamente debemos decir que amamos, sino que debemos demostrarlo por medio de lo que hacemos.
Sabemos que pertenecemos a Dios porque amamos a los demás. […]

Letra 160, 14 de febrero de 2010

EL CONCEPTO DEL AMOR
Victoria A.Ferrer yotras autoras
www.infocop.es, 11 de febrero de 2009
El amor es una construcción cultural. En cada periodo histórico ha primado una concepción diferente en torno a él y a los vínculos entre matrimonio, amor y sexo, y, desde principios del siglo XIX y hasta nuestros días se establece una conexión entre amor romántico, matrimonio y sexualidad.
En nuestro entorno esta relación se ha ido estrechando cada vez más, llegando a considerarse que el amor romántico es la razón fundamental para mantener relaciones matrimoniales y que "estar enamorado/a" es la base fundamental para formar una pareja y para permanecer en ella.
En el ámbito de la psicología, el amor puede entenderse como una actitud, como una emoción o como una conducta y ha sido analizado a partir de diferentes tipologías, incluyendo la propuesta por Lee, que hemos tomado como eje de nuestro trabajo, o la quizás más conocida de Sternberg. En la clasificación de Lee se describen los estilos de amor siguientes:
 Eros o amor pasional o romántico: caracterizado por una pasión irresistible, con sentimientos intensos, intimidad, fuerte atracción física y actividad sexual.
 Ludus o amor lúdico: caracterizado por interacciones casuales, con poca implicación emocional, ausencia de expectativas futuras y evitación de la intimidad y la intensidad.
 Storge o amor amistoso: caracterizado por un compromiso duradero que se desarrolla lenta y prudentemente y por compartir actitudes y valores; se basa en intimidad, amistad, compañerismo y cariño y busca más un compromiso a largo plazo que un apasionamiento a corto plazo.
 Pragma o amor pragmático: compuesto de ludus y storge, se basa en la búsqueda racional de la pareja ideal.
 Manía o amor obsesivo o posesivo: compuesto de eros y ludus, se caracteriza por la intensidad y la intimidad, pero también por los celos, la incomunicación, y los "síntomas" físicos y psicológicos.
 Ágape o amor altruista: compuesto de Eros y Storge, se caracteriza por dar antes que recibir y por el autosacrificio por el bienestar de la pareja.
En nuestros días el estudio del amor cobra particular importancia por su posible relación con un problema social de máxima relevancia como es la violencia contra las mujeres en el marco de la pareja. Así, el modelo de amor (y, específicamente, el de amor romántico) imperante en nuestra sociedad y los mitos asociados a él han sido considerados como uno de los posibles factores favorecedores y/o mantenedores de esta violencia.
En este marco, y desde nuestro interés último por profundizar en el análisis de dicha violencia y de los factores que la generan y mantienen, planteamos una investigación, que forma parte de un proyecto más amplio, y cuyo objetivo era realizar un estudio descriptivo del concepto de amor imperante en nuestro entorno. Para realizar este estudio seleccionamos de entre la población general una muestra estratificada por género y edad, compuesta por 1.351 personas a las que se administró telefónicamente un cuestionario diseñado ad hoc para recoger datos socio-demográficos y la versión de 18 puntos de la "Escala de actitudes sobre el amor".
Los resultados obtenidos muestran que los estilos de amor que despertaron más aceptación en nuestro entorno son, por este orden, eros, ágape, pragma y storge. En cambio, el estilo ludus generó desacuerdo y el estilo manía, indiferencia. Estos resultados se diferencian de los descritos en algunos trabajos, pero coinciden con aquellos realizados en entornos latinos.
En cuanto a la influencia del género, estos resultados indican que si bien varones y mujeres aceptaban mayoritariamente los mismos estilos de amor, se modificaba ligeramente el orden en un y otro caso (Eros, Ágape, Storge y Pragma en el caso de los varones, eros, pragma, ágape y storge en el caso de las mujeres). Relacionado con ello, los varones en general presentaban mayores niveles de aceptación del estilo eros (también el más aceptado entre aquellos de más edad) y ágape (el más aceptado para todos y cada uno de los grupos de edad). Las mujeres, por su parte, mostraban una mayor aceptación del estilo de amor pragma en todos los grupos de edad y rechazaban en mayor medida el estilo ludus (particularmente las más jóvenes y las de edad intermedia).
Por lo que se refiere a la edad, los resultados sugieren que la aceptación de estilos de amor como pragma o ágape aumentaría con la edad, mientras que la del estilo Ludus disminuiría. Esto apoyaría la hipótesis de que la madurez influye sobre los estilos de amor, de modo que Eros sería el estilo preferente entre los/as adultos/as jóvenes, mientras que con la edad se incrementaría la preferencia por estilos como storge o pragma.
En definitiva, los resultados obtenidos indican que el estilo Eros o amor romántico es el que genera mayores niveles de aceptación entre las personas entrevistadas (por encima del 80%) y tanto entre varones como entre mujeres de todas las edades, mostrando claramente la vigencia del modelo de amor romántico entre la población española en su conjunto.
Una vez determinado este primer aspecto, se hace necesario seguir profundizando en este tema para comprender más y mejor las relaciones entre los estilos de amor y la edad, y otras variables tanto personales como relativas a la relación de pareja, así como para poder delimitar las posibles relaciones entre el concepto de amor y la génesis y/o mantenimiento de la violencia de género.
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HAITÍ SE VUELVE A DIOS UN MES DESPUÉS DE LA TRAGEDIA
Protestante Digital, 9 de febrero de 2010
A un mes de producirse el terremoto en Haití aún reina la devastación, y eso incluye a las iglesias evangélicas. Entre los fallecidos en la tragedia se encuentran algunos de los principales pastores de la nación. Pero los líderes cristianos que sobrevivieron aseguran que tras tanta muerte y desolación, una especie de resurrección espiritual está ocurriendo.
Chavannes Jeune, de la iglesia Bautista Misión explica: "Tenemos una oportunidad aquí y ahora de reunirnos y servir a la gente". Y es cierto, porque una multitud se reúne en esta iglesia para escuchar al líder evangélico más famoso de Haití. El mensaje de este pastor es volverse a Dios.
"Es hora de arrepentirse, es hora de confesar, es hora del avivamiento. Dios llama a la iglesia a apartar sus diferencias y a unirse en solidaridad para hablar al país con una sola voz", dice Jeune. Jeune se lanzó a la presidencia de Haití en las pasadas elecciones y planeaba hacerlo de nuevo. Pero por ahora sólo piensa en reconstruir su ciudad. "Muchas iglesias fueron destruidas, muchos pastores murieron, líderes políticos y empresarios cristianos también fallecieron. El impacto ha sido devastador, pero vemos surgir señales de esperanza".
Y parte de ese resurgir es que en las calles y en las ciudades refugio los haitianos están buscando a Dios de manera masiva. Los líderes cristianos afirman que esto antes del terremoto nunca pasó. "La gente se siente vulnerable. Han visto y experimentado muchas cosas. Más de 200 mil muertos, decenas de miles heridos. Los que sobrevivieron dan gracias a Dios y saben que deben tomar su fe más en serio". Herode Guilomettre, un prominente empresario cristiano haitiano, ve cambios drásticos en cómo los líderes de diferentes denominaciones se relacionan unos con otros desde el terremoto. "Tenemos una nueva solidaridad como nunca antes. También con líderes de otros países. Por ejemplo, antes había tensiones entre líderes protestantes de Haití y República Dominicana, ahora trabajamos juntos para ayudar a aquellos que están sufriendo", dice Guilomettre.

El cambio más profundo está ocurriendo en los refugios temporales. "Hay una especie de transformación espiritual. En los campamentos y refugios la gente está alabando a Dios espontáneamente. Parece ser parte de un avivamiento espiritual", confirma Guilomettre.
El es sólo uno de los muchos empresarios cristianos que han abierto su casa y su cartera para cuidar a los afectados por la tragedia. Con la ayuda de varios amigos está dirigiendo una clínica en las afueras de Puerto Príncipe, y transmite esperanza en sus reflexiones: "El mensaje de la iglesia para nuestra nación es que Dios es capaz de cuidarnos y el está reconstruyendo un nuevo Haití".
Y esta labor se manifiesta también por lo material, proveyendo a los que perdieron sus casas de un lugar temporal donde quedarse. Así que Jeune junto con los pastores de 20 iglesias haitianas reunieron sus recursos para levantar 100 refugios en las afueras de la ciudad, en los que albergan a 10.000 familias.
"Los refugios proveen a las familias comida, cuidados médicos y consejería espiritual. En tres meses comenzaremos la nueva fase, que será la reconstrucción. Trabajamos con organizaciones cristianas y amigos de todo el mundo para reconstruir las casas", expresa Jeune. Un pequeño paso para volver a levantar a esta pequeña nación que se ha hecho grande ante la adversidad.
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LECTURAS BÍBLICAS 2010 (6)
JUAN 4.43-54 (BLS)

43-44 Algunos no trataban bien a Jesús cuando él les hablaba. Por eso Jesús dijo una vez: "A ningún profeta lo reciben bien en su propio pueblo".
Después de estar dos días en aquel pueblo de Samaria, Jesús y sus discípulos salieron45 hacia la región de Galilea. La gente de Galilea lo recibió muy bien, porque habían estado en la ciudad de Jerusalén para la fiesta de la Pascua y habían visto todo lo que Jesús hizo en aquella ocasión.
46 Más tarde, Jesús regresó al pueblo de Caná, en Galilea, donde había convertido el agua en vino. En ese pueblo había un oficial importante del rey Herodes Antipas. Ese oficial tenía un hijo enfermo en el pueblo de Cafarnaúm.47 Cuando el oficial supo que Jesús había viajado desde la región de Judea a Galilea, fue y le pidió que lo acompañara a su casa y sanara a su hijo, pues el muchacho estaba a punto de morir.
48 Jesús le contestó: ―Ustedes sólo creen en Dios si ven señales y milagros.
49 Pero el oficial insistió: ―Señor, venga usted pronto a mi casa, antes de que muera mi hijo.
50 Jesús le dijo: ―Regresa a tu casa. Tu hijo vive. El hombre creyó lo que Jesús dijo, y se fue.51 Mientras regresaba a su casa, sus criados salieron a su encuentro y le dijeron: "¡Su hijo vive!"
52 El oficial les preguntó a qué hora el muchacho había empezado a sentirse mejor, y ellos respondieron: "La fiebre se le quitó ayer a la una de la tarde".
53 El padre del muchacho recordó que a esa misma hora Jesús le dijo: "Regresa a tu casa. Tu hijo vive". Por eso, el oficial del rey y toda su familia creyeron en Jesús.
54 Esta fue la segunda señal que Jesús hizo en Galilea al volver de Judea.

jueves, 18 de febrero de 2010

La preeminencia bíblica del amor, L. Cervantes-O.

14 de febrero de 2010
1. Los contextos de Pablo: trasfondo del himno
El llamado “himno al amor” de I Corintios 13 constituye uno de las cumbres escriturales del apóstol Pablo. Su decisión de plasmar de manera poética algunas de las afirmaciones más contundentes en relación con el gran don divino del ágape, manifiesta el grado de madurez con que consideró debía ser expuesta la centralidad del amor en el mensaje cristiano. En esta carta, luego de exponer algunos de los problemas que enfrentaba la comunidad, y especialmente después de referirse a los dones (carismas) del Espíritu, en medio de las diversas tendencias religiosas que asediaban a los creyentes de esa ciudad, Pablo concluye aquella sección anunciando que mostrará un camino más excelente para la experiencia cristiana. Él demostrará que hay algo más grande y mejor que los carismas, pues la diversidad de dones se enfrenta, inevitablemente, al juego y el riesgo de las comparaciones para definir cuál o cuáles son los más llamativos o que otorgan mayor popularidad. La respuesta paulina no es un discurso teológico sesudo, aunque no por ello dejará de ser profundo, ni de una serie de exhortaciones para el comportamiento moral o comunitario.
Ahora Pablo se ve en la necesidad de utilizar una forma de expresión sintetice su comprensión del amor en medio de una cultura cuya universalidad no es suficiente para satisfacer a la humanidad, pues le falta el elemento más importante, el amor. Pablo entendía perfectamente que la ley, como él entendió la judía y la romana, no alcanzaría a establecer el amor como un estado permanente en la vida humana, pues como comenta Xabier Pikaza:
Los renacidos en el Cristo ya no se vinculan por la Ley (judíos), ni la sabiduría (griegos), ni el Imperio (Roma), sino por el mismo poder amoroso de Dios que les hace capaces de vivir en libertad y filiación (cf. Gál 4, Ro 13). Por eso, el amor no es para ellos una especie de propiedad sentimental, ni una emoción que se añada a la existencia ya constituida, privada, propia de algunos iniciados, sino el mismo sentido y valor de la vida. El amor es la realidad en sí, la verdad del ser humano, que se vincula a Cristo y de esa forma, desde Cristo, puede vincularse de un modo gratuito y ya pacificado a todos los humanos.[1]
De ahí que Pablo responde, casi literalmente, al discurso sobre otras formas de amor, como el erótico, expresado en Platón mismo, pues casi podría decirse que lo contradice línea por línea, aunque sin la personificación mitológica del amor que en el ámbito greco-latino resultaba fundamental:
En primer lugar, es siempre pobre, y lejos de ser delicado y bello, como cree la mayoría, es, más bien, duro y seco, descalzo y sin casa, duerme siempre en el suelo y descubierto, se acuesta a la intemperie en las puertas y al borde de los caminos, compañero siempre inseparable de la indigencia por tener la naturaleza de su madre. Pero, por otra parte, de acuerdo con la naturaleza de su padre, está al acecho de lo bello y de lo bueno; es valiente, audaz y activo, hábil cazador, siempre urdiendo alguna trama, ávido de sabiduría y rico en recursos, un amante del conocimiento a lo largo de toda su vida, un formidable mago, hechicero y sofista.
No es por naturaleza ni inmortal ni mortal, sino que en el mismo día unas veces florece y vive, cuando está en la abundancia, y otras muere, pero recobra la vida de nuevo gracias a la naturaleza de su padre. Mas lo que consigue siempre se le escapa, de suerte que Eros nunca ni está falto de recursos ni es rico, y está, además, en el medio de la sabiduría y la ignorancia.[2]
2. El amor, resumen y consigna de la praxis cristiana
El filósofo reformado francés Paul Ricœur ha resumido muy bien las estrategias retóricas de este capítulo: en la primera estrofa (vv. 1-3), “exalta la altura del amor por una especie de hipérbole negativa, pronunciando la nadificación de todo lo que no es el amor”, mediante una fórmula que se repite cinco o seis veces (Aunque haga cosas extraordinarias, sin amor, nada soy). La segunda estrofa (vv. 4-7) “desarrolla la visión de la altura en el modo indicativo, como si todo ya estuviera consumado”:[3] el amor es paciente, servicial, no envidioso, no jactancioso, no engreído, no interesado.
Y es que a veces se nos olvida que la realidad total del amor, la experiencia plena del ágape cristiano, propio del Reino de Dios, es un valor escatológico, entregado por Dios como un don del futuro. De ahí que, en ocasiones, la experiencia tan humana de la amistad verdadera, cuando se vive de manera auténtica, es una manifestación de esa forma de amor. En eso, los griegos no estuvieron lejos de una comprensión muy profunda, pues destacaron, por su rechazo al cuerpo como realidad última, la posibilidad de que los seres humanos alcanzaran formas sólidas de comunión y afectividad.
De ahí que los calificativos paulinos para el amor verdadero no describen una realidad imposible y encuentran una conexión ética susceptible de tener un efecto social y político importante, especialmente cuando se refiere a su desvinculación con la injusticia.
Creer, esperar, soportar… Parecen verbos pasivos y ligados a la resignación, pero lo cierto es que Pablo está proponiendo algo así como un amor militante, comprometido con la verdad, la paz y la dignidad. A la tercera estrofa (vv. 8-13), continúa Ricoeur, “la arrastra un movimiento de trascendencia más allá de todo límite”:[4]
El amor no acaba, no deja de ser… Hay un recuerdo del clamor apasionado de Cantares, pero ahora la proyección es total, en sentido de vincular ya no solamente a una pareja en una relación privada, íntima, sino que tal como corresponde al ágape, manifestar el anticipo de la plenitud del Reino en todas las esferas de la vida humana. Sólo así es posible salir de la privacidad del amor en donde éste aparentemente es más fácil de realizarse (con todas sus salvedades).
Por ello la crítica juanina es tan incisiva hacia el amor de tendencias místicas: si no se ama al prójimo visible, será imposible el amor a Dios. Finalmente, el carácter absoluto del amor se manifiesta precisamente en el ámbito escatológico, pues la superioridad de éste, incluso sobre la fe y la esperanza es el espaldarazo definitivo para señalar las posibilidades transformadoras, revolucionarias, del impacto de la acción de Dios en un mundo reacio a vivir las consecuencias radicales de la práctica del amor verdadero, aquél que se intuye, se sabe, se adivina, pero que a veces está tan lejos de nuestra conciencia y acción. Porque, lo sabemos bien, se necesita traducir a la acción la fuerza ética y humana de este pasaje paulino, así como fue llevada a la música por Zbigniew Preisner en una maravillosa adaptación del texto griego para la película Tres colores: Azul, parte de la trilogía del director polaco K. Kieslowski.[5]
Notas
[1] X. Pikaza, “I Cor 13: Iglesia, institución de amor” (I), en Corintios XIII. Revista de teología y pastoral de la caridad, núm. 100, octubre-diciembre de 2001, p. 27. Énfasis agregado.
[2] Platón, “El banquete”, en Diálogos. III. Madrid, Gredos, 1992. Trad. y notas de M. Martínez Hernández. p. 247.
[3] P. Ricœur, en Amor y justicia. Trad. de T.D. Moratalla. Madrid, Caparrós, 2000 (Esprit, 5), p. 16.
[4] Ibid, p. 17.
[5] Cf. Fernando González, “Zbigniew Preisner: un compositor atípico”, en Rosebud. Banda Sonora, núm. 18-19, www.arrakis.es/~saimel/preisner.htm.

I Corintios 13.1-9, 13

14 de febrero de 2010

Biblia en Lenguaje Sencillo


Si no tengo amor, de nada me sirve hablar todos los idiomas del mundo, y hasta el idioma de los ángeles. Si no tengo amor, soy como un pedazo de metal ruidoso; ¡soy como una campana desafinada!

Si no tengo amor, de nada me sirve hablar de parte de Dios y conocer sus planes secretos. De nada me sirve que mi confianza en Dios sea capaz de mover montañas.

Si no tengo amor, de nada me sirve darles a los pobres todo lo que tengo. De nada me sirve dedicarme en cuerpo y alma a ayudar a los demás.

El que ama tiene paciencia en todo, y siempre es amable. El que ama no es envidioso, ni se cree más que nadie.

No es orgulloso.

No es grosero ni egoísta.

No se enoja por cualquier cosa.

No se pasa la vida recordando lo malo que otros le han hecho.

No aplaude a los malvados, sino a los que hablan con la verdad.

El que ama es capaz de aguantarlo todo, de creerlo todo, de esperarlo todo, de soportarlo todo.

Sólo el amor vive para siempre. […]

Hay tres cosas que son permanentes: la confianza en Dios, la seguridad de que él cumplirá sus promesas, y el amor. De estas tres cosas, la más importante es el amor. […]

Letra 159, 7 de febrero de 2010

GRANADA (ESPAÑA): ORDENACIÓN AL MINISTERIO PASTORAL DE EVA DOMÍNGUEZ SOSA
Israel Flores Olmos

Iglesia Evangélica Española, 4 de febrero de 2010

El próximo 27 de febrero, en nuestra comunidad en Granada (Iglesia de san Pablo), la Iglesia Evangélica Española ordenará como pastora a Eva Domínguez Sosa.
Eva es originaria de Tabasco, en el sureste de México. Creció en el seno de una familia evangélica de tradición Presbiteriana, con todo lo que esto significa para un contexto social tan marcadamente católico, de modo que desde niña enfrentó las dificultades de una convivencia social poco plural (de hecho por motivos de la fe y testimonio de sus padres le obligaron a repetir un curso en la primaria). Sin embargo esto fue un motivo para sobresalir en la escuela y abrirse a un horizonte más amplio, que llegado el momento le conducirán a la Ciudad de México a la edad de 15 años, para formarse en la Escuela Bíblica Central para Misioneras de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México, institución que está bajo de administración de la Unión Nacional de Sociedades Femeniles de la INPM. Al terminar sus estudios en dicha institución regresó a Tabasco y mientras enseñaba en la Escuela Bíblica de Comalcalco, Tabasco, cursó el bachillerato, al tiempo que dirigía grupos juveniles de las iglesias locales.
Optando por la formación musical, nuevamente se dirigió a la Ciudad de México para estudiar música sacra en el Seminario Teológico Presbiteriano de México, pero al cabo de dos años, atraída por los estudios bíblicos y teológicos y una pasión por la práctica pastoral y la predicación, cambió su matrícula a la licenciatura en teología en la misma institución, la cual concluyó en 1994. En ese tiempo, la facultad del Seminario vivió sus mejores momentos, pues contaban entre sus profesores doctores egresados de seminarios y universidades de mucho prestigio internacional como Dr. Salatiel Palomino López (Princeton), Dr. Mariano Ávila Arteaga (Westminster, Temple y John Calvin, Michigan), Dr. Eliseo Pérez Álvarez (Escuela Luterana de Teología de Chicago), Mtro. José Luis Velazco (Bossey), Dr. Abel Clemente Vázquez (Escocia y Princeton), Dr. Jean-Pierre Bastian, Dr. Frank M. Alton, Dr. Lindy Scott, Mtro. Leopoldo Cervantes-Ortiz (Costa Rica), Mtra. Laura Taylor además de que en esa época en la ciudad de México se realizaban grandes encuentros de teólogos y teólogas latinoamericanas que a menudo visitaban el Seminario Presbiteriano, entre ellos la Dra. Elsa Tamez, Dr. Richard Shaull, etc. Una época irrecuperable, pero que marcó a toda una generación de estudiantes para abrirse a una profunda visión teológica y pastoral.
Al concluir sus estudios teológicos, se encontró con la falta del reconocimiento institucional, ya que aunque pastoreaba una iglesia en la Ciudad de México, la iglesia Presbiteriana de México no reconoce el ministerio pastoral de las mujeres, situación que compartían y aun comparten todas las mujeres egresadas de los seminarios de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México.
Pronto surgió, como no podía ser de otra manera, un movimiento en el seno de la iglesia y teniendo su epicentro el Seminario Presbiteriano para promover el reconocimiento pastoral de las mujeres y su ordenación al ministerio, sin embargo, hubo tal reacción que llevó al “exilio” a la mayoría de los miembros de la facultad y a un cambio de rector. Aunque algunos Presbiterios reaccionaron positivamente, como el Presbiterio de la Ciudad de México, el cual fue el primero en conceder la licencia para la predicación (paso previo para la ordenación en el contexto de la INPM) a dos mujeres, bajo los mismos exámenes que se realizaban a los varones. Estas dos mujeres egresadas del Seminario Teológico Presbiteriano de México fueron Amparo Lerín Cruz y Eva Domínguez Sosa. Lamentablemente, esto duró poco en dicho Presbiterio y se cerraron las opciones ministeriales para ambas hermanas.
Nuestra hermana Eva, continuó su preparación académica estudiando Hebreo en la UNAM y la licenciatura en Pedagogía en la Universidad Pedagógica Nacional. Carrera que se truncó casi al final, ya que junto con su esposo se cambiaron de ciudad de residencia. Ha sido profesora de teología pastoral, de estudios de género y Biblia (A.T.) en el Seminario Teológico Presbiteriano de México, la Comunidad Teológica de México, Escuelas Biblicas e Institutos de Ciudad de Mexico y Tabasco. Ha colaborado con el CLAI-Mexico en el area de: Teología y Género. Ha sido junto con su esposo pastora de dos iglesias en México. La última en la ciudad de Toluca, con una asistencia regular media de 200 personas, en donde estaba al frente del ministerio educativo, los grupos de matrimonios y grupos de mujeres.
En el año 2006, vino a España junto con su familia y colabora en la pastoración con su esposo en la IEE en Granada y con el presbiterio de Andalucía. Actualmente está por concluir sus estudios de Pedagogía en la Universidad de Granada. Está casada con Israel Flores Olmos, sus hijos son Milca Xitlalli e Isaí Tonahtiú, es secretaria de Presbiterio de Andalucía (IEE) y el 27 de febrero, como ya hemos dicho, será ordenada como pastora de la Iglesia Evangélica Española.
Ad Maiorem Dei gloriam.
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LECTURAS BÍBLICAS 2010 (5)
JUAN 3.22-35 (Biblia en Lenguaje Sencillo)
22 Después de esto, Jesús fue con sus discípulos a la región de Judea, y estuvo allí algún tiempo con ellos bautizando a la gente.23-24 En ese tiempo Juan el Bautista todavía no había sido encarcelado, y también estaba bautizando en el pueblo de Enón, cerca de un lugar llamado Salim. En Enón había mucha agua, y la gente buscaba a Juan para que él los bautizara.
25 Entonces algunos discípulos de Juan comenzaron a discutir con un judío acerca de una ceremonia de purificación.26 Fueron a ver a Juan y le dijeron:
--Maestro, ¿recuerdas a aquel de quien nos hablaste, el que estaba contigo al otro lado del río Jordán? Pues bien, ahora él está bautizando y todos lo siguen.
27 Juan les contestó:
--Nadie puede hacer algo si Dios no se lo permite.28 Ustedes mismos me escucharon decir claramente que yo no soy el Mesías, sino que fui enviado antes que él para prepararlo todo.
29 "En una boda, el que se casa es el novio, y el mejor amigo del novio se llena de alegría con sólo escuchar su voz. Así de alegre estoy ahora, porque el Mesías está aquí.30 Él debe tener cada vez más importancia, y yo tenerla menos.
31 "El Hijo de Dios viene del cielo, y es más importante que todos nosotros, los que vivimos aquí en la tierra y hablamos de las cosas que aquí suceden. Pero el que viene del cielo es más importante,32 y habla de lo que ha visto y oído en el cielo. Sin embargo, muchos no quieren creer en lo que él dice.33 Pero si alguien le cree, reconoce que Dios dice la verdad,34 ya que cuando el Hijo habla, el que habla es Dios mismo, porque Dios le ha dado todo el poder de su Espíritu.
35 "Dios, el Padre, ama al Hijo, y le ha dado poder sobre todo el universo.36 El que cree en el Hijo tiene vida eterna, pero el que no obedece al Hijo no la tiene, sino que ya sido condenado por Dios.
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EL AMOR DE DIOS
Dietrich Bonhoeffer
Entre mi prójimo y yo está Cristo. Por esono me está permitido desear unacomunión directa con mi prójimo. Únicamente Cristo puede ayudarle, como únicamente Cristo ha podido ayudarme a mí. Esto significa que debo renunciar a mis intentos apasionados de manipular, forzar o dominar a mi prójimo. Mi prójimo quiere ser amado tal y como es, independientemente de mí, es decir, como a que por quien Cristo se hizo hombre, murió y resucitó; a quien Cristo perdonó y destinó a la vida eterna. En vista de que, antes de toda intervención por mi parte, Cristo ha actuado decisivamente en él, debo dejar libre a mi prójimo para Cristo, a quien pertenece, y cuya voluntad es que yo lo reconozca así.
Esto es lo que queremos decir cuando afirmamos que no podemos encontrar al prójimo sino a través de Cristo. El amor psíquico crea su propia imagen del prójimo, de lo que es y de lo que debe ser; quiere manipular su vida. El amor espiritual, en cambio, parte de Cristo para conocer la verdadera imagen de hombre; la imagen que Cristo ha acuñado y quiere acuñar. Por eso el amor espiritual se caracteriza, en todo lo que dice y hace, por su preocupación de situar al prójimo delante de Cristo. No busca actuar sobre la emotividad del otro a través de acciones demasiado personales y directas; renunciará a introducirse indiscretamente en la vida del otro, y no se complacerá en manifestaciones sentimentales y exalta-ciones piadosas. Se contentará con dirigirse al prójimo con la palabra transparente de Dios, dispuesto a dejarle a solas con ella para que Cristo pueda actuar sobre él con entera libertad. Respetará la frontera interpuesta por Cristo entre nosotros, y encontrará la plena comunión con él en Cristo, el único que nos relaciona y une. Así hablará más con Cristo del hermano, que con el hermano de Cristo. […]
El amor psíquico esclaviza, encadena y paraliza al hombre; el amor espiritual le hace libre bajo la autoridad de la palabra. El uno cultiva flores de invernadero; el otro produce frutos saludables que crecen, por voluntad de Dios, en libertad bajo el cielo, expuestos a la lluvia, al sol y al viento.
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EL PROGRESO DEL PEREGRINO, DE JOHN BUNYAN (1628-1688)
Grande fue la sorpresa que estas palabras produjeron en todos sus parientes, no porque las creyesen verdaderas, sino porque las miraban como resultado de algún delirio. Y como la noche estaba ya muy próxima, se apresuraron a llevarle a su cama, en la esperanza de que el sueño y el reposo calmarían su cerebro. Pero la noche le era tan molesta como el día; sus párpados no se cerraron para el descanso, y la pasó en lágrimas y suspiros.
Interrogado por la mañana de cómo se encontraba, —Me siento peor—contestó— y mi mal crece a cada instante. — Y como principiase de nuevo a repetir las lamentaciones de la tarde anterior, se endurecieron contra él, en lugar de compadecerle. Intentaron entonces recabar con aspereza lo que los medios de la dulzura no habían conseguido; se burlaban unas veces, le reñían otras, y otras le dejaban completamente abandonado. No le quedaba, pues, otro recurso que encerrarse en su cuarto para orar y llorar, tanto, por ellos como por su propia desventura, o salirse al campo y desahogar en su espaciosa soledad la pena de su corazón.
En una de estas salidas le vi muy decaído de ánimo y sobremanera desconsolado, leyendo en su libro, según su costumbre; y según leía le oí de nuevo exclamar: — ¿Qué he de hacer para ser salvo? — Sus miradas inquietas se dirigían a una y otra parte, como buscando un camino por donde huir; mas permanecía inmóvil, porque no le hallaba, a tiempo que vi venir hacia él un hombre llamado Evangelista, y oí el siguiente diálogo:

Amor divino, amor humano: ¿hay diferencias?, L. Cervantes-O,

7 de febrero de 2010
1. “Con amor eterno te he amado”: voces sobre el amor pot todas partes
Parecería un auténtico exabrupto tratar de hablar del amor que Dios revela en su palabra y no decir que ése es precisamente el tema de toda la Biblia, en todo lugar y en cualquier momento de la historia de la salvación. Y es que, entre buena parte de los/as lectores actuales lamentablemente predomina más una visión influida por las ideas ampliamente extendidas acerca del amor fruto de ciertas ideas y creencias que la cultura popular se ha encargado de extender. De ese modo, queda la impresión de que la vertiente romántica de los sentimientos, impuesta y reproducida por las letras de las canciones de moda, pesa más que una mentalidad y una práctica presididas por los énfasis que las Escrituras le dan al movimiento constante del amor de Dios hacia su creación, hacia todas las formas de vida y hacia los sers humanos. Si ya el acto mismo de la creación y sustentación del cosmos es una manifestación plena del amor divino, cada episodio, situación y enseñanza bíblica tiene que ser vista a la luz de ese prisma multicolor que es el amor manifestado por Dios en todo momento.
Las afirmaciones bíblicas al respecto, hay que decirlo, están filtradas para los lectores/as creyentes (y para cualquiera, en general, no hay que olvidarlo) por el peso de las traducciones, pues las raíces y los matices lingüísticos, ideológicos y culturales que son su telón de fondo, no nos llegan con toda la claridad necesaria para advertir, como deseaba san Pablo, “la altura y la profundidad” de los misterios de Dios. De ahí que al acudir a los autores que explican dichas raíces, uno tiene la posibilidad de encontrarse con los elementos que le otorgan sustancia y fundamento a una genuina comprensión del amor, tal como aparece desarrollado en los textos. Así, dice por ejemplo Edmond Jacob, antiguo profesor protestante de la Universidad de Estrasburgo: “La alianza por la cual Dios se liga a su pueblo y por éste a la humanidad entera, tiene raíces profundas que no pueden ser definidas más que por el misterio de la elección […] En el origen de la elección se halla el amor, es decir, el movimiento espontáneo que lleva un ser hacia otro ser, con el deseo de poseerlo y encontrar alguna satisfacción en dicha posesión”.
[1] Y el primer texto al que recurre es precisamente el de Jer 31.3, citado con su correspondiente asidero teológico y cultural: “Te he amado con amor eterno, por lo cual te solicito con chesed”. Es decir, el amor y la fidelidad divina son inseparables.
El idioma semítico, con su riqueza y profundidad de matices, y hasta con sus juegos de palabras esconde, literalmente, la pluralidad de significados y alcances de la realidad del amor: “La raíz hebrea que sirve para expresar la realidad del amor bajo la doble forma de eros y ágape es ahab […] La raíz abah, “querer”, es en sí misma una variante del mismo sentido fundamenmtal, por lo cual el amor puede ser definido como un deseo a la vez violento y voluntario” (Idem.) Pero es necesario preguntarse, entonces, ¿quién ama a quién y por qué? ¿Dios a la humanidad solamente? ¿Y cómo los seres humanos son capaces de experimentar el amor hacia Dios? ¿De dónde viene este sentimiento? ¿Quién es el sujeto y quién el objeto del amor? “Como sujeto del amor, Dios puede tener varios objetos, pero en la mayor parte de los casos el objeto es el pueblo en su conjunto”. (Idem.) Así, podemos ver que el sentido de elección, deseo y fidelidad se mezclan a la hora de aplicarlos al amor humano, pero muchas veces se cree que estos elementos no necesariamente podrían aplicarse a Dios, algo acerca de lo cual el Antiguo Testamento da fe con mucha frecuencia.

2. “Lo amamos porque Él nos amó primero”: el amor en busca de práctica y comprensión
En estos tiempos en que se habla tanto de inclusividad, debe llamarse la atención hacia el hecho de que en la Biblia se subraya la exclusividad del amor que Dios espera por parte de sus criaturas. Porque Él ha amado de una manera tan apasionada y fiel, demanda de los creyentes una dedicación auténtica hacia su persona. Amar a Dios no es una simple abstracción que debe promoverse acríticamente y de manera triunfalista o pseudo-romántica. Por la diseminación de este tipo de ideas, Dietrich Bonhoeffer se vio en la necesidad de escribir cosas como la siguiente:

Entre mi prójimo y yo está Cristo. Por eso no me está permitido desear una comunión directa con mi prójimo. Únicamente Cristo puede ayudarle, como únicamente Cristo ha podido ayudarme a mí. Esto significa que debo renunciar a mis intentos apasionados de manipular, forzar o dominar a mi prójimo. Mi prójimo quiere ser amado tal y como es, independientemente de mí, es decir, como aquel por quien Cristo se hizo hombre, murió y resucitó; a quien Cristo perdonó y destinó a la vida eterna. En vista de que, antes de toda intervención por mi parte, Cristo ha actuado decisivamente en él, debo dejar libre a mi prójimo para Cristo, a quien pertenece, y cuya voluntad es que yo lo reconozca así. Esto es lo que queremos decir cuando afirmamos que no podemos encontrar al prójimo sino a través de Cristo. El amor psíquico crea su propia imagen del prójimo, de lo que es y de lo que debe ser; quiere manipular su vida. El amor espiritual, en cambio, parte de Cristo para conocer la verdadera imagen del hombre; la imagen que Cristo ha acuñado y quiere acuñar.
Por eso el amor espiritual se caracteriza, en todo lo que dice y hace, por su preocupación de situar al prójimo delante de Cristo. No busca actuar sobre la emotividad del otro a través de acciones demasiado personales y directas; renunciará a introducirse indiscretamente en la vida del otro, y no se complacerá en manifestaciones sentimentales y exaltaciones piadosas. Se contentará con dirigirse al prójimo con la palabra transparente de Dios, dispuesto a dejarle a solas con ella para que Cristo pueda actuar sobre él con entera libertad. Respetará la frontera interpuesta por Cristo entre nosotros, y encontrará la plena comunión con él en Cristo, el único que nos relaciona y une. Así hablará más con Cristo del hermano, que con el hermano de Cristo. […]
El amor psíquico esclaviza, encadena y paraliza al hombre; el amor espiritual le hace libre bajo la autoridad de la palabra. El uno cultiva flores de invernadero; el otro produce frutos saludables que crecen, por voluntad de Dios, en libertad bajo el cielo, expuestos a la lluvia, al sol y al viento.
[2]

Como se puede apreciar, nos quedamos a veces muy lejos de los diversos matices y niveles del amor, humano y divino, al que somos llamados, como seres humanos convocados a participar de esa emanación profunda de la naturaleza divina que es el amor. Por ello, hay que insistir en la forma en que la Biblia desarrolla, en acto, las manifestaciones del amor de un Dios comprometido con su creación.
Notas
[1] E. Jacob, “El amor de Dios”, en Teología del Antiguo Testamento. Trad. de Daniel Vidal. Madrid, Marova, 1969, p. 106. Énfasis agregado.
[2] D. Bonhoeffer, Vida en comunidad. 3ª ed. Salamanca, Sígueme, 1985, pp. 24-25.

Una visión integral del amor. Jeremías 31.2-4, 10

7 de febrero de 2010

Biblia en Lenguaje Sencillo, SBU

Cuando andaban por el desierto,
yo les demostré mi gran amor.
A los que murieron en la guerra
los hice descansar.
Hace mucho, mucho tiempo
me aparecí ante ellos y les dije:
“Pueblo de Israel, siempre te he amado,
siempre te he sido fiel.
Por eso nunca dejaré de tratarte con bondad.
Volveré a reconstruirte,
y volverás a danzar alegremente,
a ritmo de panderetas”. […]
“Escuchen mi mensaje.
Digan a las islas lejanas
que yo dispersé a Israel
pero que volveré a reunirlo.
Ahora voy a cuidarlos,
como cuida el pastor a sus ovejas”. […]

Apocalipsis 1.9, L. Cervantes-O.

29 de agosto, 2021   Yo, Juan, soy su hermano en Cristo, pues ustedes y yo confiamos en él. Y por confiar en él, pertenezco al reino de Di...