sábado, 30 de julio de 2016

Letra 479, 31 de julio de 2016

LA VOZ CONTRADICTORIA: LA ORACIÓN (II)
Rubem Alves


¿
Por qué se ora? Cada creyente ora, si y sólo si, él cree que, de alguna forma misteriosa, sus deseos son capaces de mover a una voluntad suprema, que permanecería impasible si la voz de la oración no fuese articulada. Él ora porque cree que su oración tiene el poder para poner en acción una eficacia extra que no existiría si permaneciese en silencio.
La oración, por lo tanto, revela algo sorprendente: un creyente que no cree en la Providencia como causalidad de hierro, y un Dios diferente que acoge los deseos humanos y altera el curso de las cosas. En un universo rigurosamente determinista, en que las acciones son impotentes frente a lo real, la oración es una imposibilidad. ¿Se puede orar realmente cuando se confía totalmente en la Providencia divina? ¿No será el silencio tranquilo, comprensivo y confiado, la única actitud adecuada para la creencia de que todo sucede en virtud de los designios misteriosos y bondadosos de Dios?
Estamos delante de una contradicción. Dice la Providencia: “Todo lo que ocurre es efecto de una causalidad trascendente inflexible”. La Providencia y la oración no pueden armonizarse lógicamente. ¿Cómo explicar tal contradicción? Es necesario echar mano de recursos ajenos a la racionalidad protestante. […]
Ahora, en el universo protestante, ¿qué es lo que define al “principio de la realidad”? Es la doctrina de la Providencia. La oración, por el contrario, es una mansa y murmurante protesta contra este orden cerrado, contra una providencia obcecada por la “gloria de Dios”, de tal forma que no hay lugar para la felicidad humana. Veo a la oración como un lapsus freudiano: un lenguaje reprimido y prohibido que, a pesar de la prohibición, se hace expresar incluso dentro del mismo lenguaje que lo prohíbe. La oración nos informa que el rebelde aún no muere. La conciencia aún no se inclinó, totalmente, hacia la Providencia. El alma todavía es capaz de expresar sus deseos, en oposición a la fatalidad.

__________________________________

BIBLIA Y SECULARIZACIÓN
Luis González-Carvajal

________________________________

DIOS, EL QUE ES
Honorio Cadarso
Ecupres, 25 de julio de 2016

Cadarso“No tomarás el nombre de Dios en vano”, proclama el segundo mandamiento. A tono con ese mandamiento, la religión judía da a Dios el nombre de “El que es”, prohíbe su representación en imágenes. Algo parecido hace el islamismo, la otra religión del libro.
    La cultura medieval abandona esos hábitos respetuosos y prodiga el nombre de Dios por activa y por pasiva. Pero a raíz de la Ilustración francesa y el desarrollo autónomo de la ciencia y la tecnología, Dios va desapareciendo cada vez más del panorama cultural de Occidente. Del silencio con que se rodea su palabra, Dios, se pasa a la negación o la desaparición de Dios en las actividades culturales y en la vida entera de la persona y de la sociedad, y a un debate durísimo sobre su existencia, o al menos sobre su presencia en el mundo y en nuestras vidas.
El debate de la cultura europea es asumido por la teología, la pastoral y catequesis cristiana. Uno de los exponentes de ese debate y apertura a las nuevas corrientes de la cultura occidental es Dietrich Bonhoeffer, el pastor luterano alemán que, empujado por su compromiso religioso que le lleva a implantar en este mundo, sin esperar al más allá, el Reino de Dios, conspira con otros compatriotas para derrocar al Führer Hitler, y termina ahorcado por el dictador.
En el exterior de la cultura europea, occidental y musulmana, la filosofía china se construye desde sus orígenes, milenios atrás, hasta nuestros días en que ha pasado por el marxismo, sobre la más absoluta indiferencia ante el problema de Dios y el misterio del más allá de la muerte.
Sorprende un tanto llegar a descubrir en la mística cristiana tal como la expresa uno de sus más excelsos representantes, San Juan de la Cruz, en la Noche oscura de la Subida al Monte Carmelo, la búsqueda de Dios en la más oscura oscuridad de una Noche oscura, tal como lo expresa el santo en estos versos: “En una noche oscura/ Con ansias, en amores inflamada/ Oh dichosa ventura!/ Salí sin ser notada/ estando ya mi casa sosegada”. Repite estos mismos conceptos en el comienzo del Cántico espiritual.
El santo carmelita se explana en describir la oscuridad que envuelve al creyente ante Dios, con acentos que de alguna manera le acercan a los no creyentes, por cuanto el Supremo Ser al que busca desaparece de sus ojos y le deja hundido en la más absoluta indigencia, angustia, silencio y oscuridad.
“Digo que el alma, por haberse de guiar bien por la fe a este estado, no solo se ha de quedar a oscuras según aquella parte que tiene respecto a las criaturas y a lo temporal, que es la sensitiva e inferior, sino que también se ha de cegar y oscurecer según la parte que tiene respecto a Dios y a lo espiritual, que es lo racional y superior. […]
Y así el hombre, si estriba en algún saber suyo o gustar o sentir de Dios, comoquiera que ello, aunque más sea, sea muy poco y disímil de lo que es Dios para ir por este camino, fácilmente yerra o se detiene, por no se querer quedar bien ciega en fe, que es su verdadera guía. Noche activa del espíritu, Libro II. capítulo IV.
Más cerca de nosotros, Dietrich Bonhoeffer proclama que esa condición de orfandad y ausencia de Dios que siente el santo de Ávila le es común e inseparable en la vida de todo creyente:
Al igual que en el campo científico, también en la vida diaria de los hombres retroceder a Dios cada vez más lejos y más fuera de la existencia, también aquí Dios está perdiendo terreno…
Nosotros no podemos ser honrados sin reconocer que hemos de vivir en este mundo etsi Deus non daretur (como si Dios no existiese). Y esto es precisamente lo que reconocemos ante Dios. Es el mismo Dios el que nos obliga a este reconocimiento. Nuestro ser, que se ha hecho adulto, nos lleva a reconocer realmente nuestra situación ante Dios. Él nos hace saber que hemos de vivir como seres que logran vivir sin Dios. ¡El Dios que está con nosotros es el Dios que nos abandona! El Dios que nos hace vivir en el mundo sin la hipótesis de trabajo de Dios es el mismo Dios ante el cual nos hallamos permanentemente. Ante Dios y con Dios vivimos sin Dios. Dios, clavado en la cruz, permite que lo expulsen del mundo, Dios es impotente y débil en el mundo y precisamente así y solo así está con nosotros y nos ayuda.
Esta es la diferencia decisiva con respecto a todas las demás religiones.
Del libro Resistencia y sumisión.




Actividades

EN EL TALLER BÍBLICO DE HOY SE REVISARÁN CONCEPTOS COMO LAICIDAD, SECULARIZACIÓN Y MODERNIDAD: 17.30 HRS.

***

CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes 2 de agosto, 19 hrs.
Modera: A.I. Lauro Adame B.

Llamamiento: Salmo 25.1-10
Oración de ofrecimiento
Himnos: “Oh, cuán dulce es fiar en Cristo” (323)
              “En los días de prueba” (382)
Momentos de oración
Lectura bíblica: Jeremías 5.1-18
Tema: Impiedad de los dos reinos
Himno: “Oh, amor de Dios” (251)
Ofertorio
Bendición pastoral

MOTIVOS DE LA INVASIÓN
José María Ábrego de Lacy

E
l segundo panel (Jr 5,1-31) se abre con una investigación, promovida por el Señor, juez justo que no se deja llevar de apariencias. El resultado de la misma será negativo y la sentencia inapelable.
En Jr 5.1-17 asistimos a los siguientes pasos: a) la investigación comienza convocando a los testigos de la defensa y ordenando que se busquen personas justas (Jr 5.1. Véase Gn 18.16-33); b) la investigación da resultado negativo. Impresiona comprobar que hasta los sencillos son colaboradores del mal (Jr .,2-6); c) el Señor debe sentenciar la situación (Jr 5.7-9); d) debe ordenar que se cumpla el castigo de la traición (Jr 5.10-14); e) interpela al acusado y explica la sentencia (Jr 5.15-17): la destrucción alcanza a todo lo que puede inspirar vana confianza.
Sigue una explicación en Jr 5.18-19 (véase Jr 16.10). Probablemente estos versículos han sido añadidos posteriormente. En el texto actual, el poeta busca un momento de reflexión para comprender. La justicia no busca destruir sin más; el castigo no es mera aniquilación y las generaciones futuras deben comprender lo ocurrido. La palabra viene en ayuda de la escasa memoria generacional.
Finalmente, en J r 5,20-31, Dios se encara con el pueblo. La escena es impresionante. El pueblo pensaba que a través de los dioses cananeos de la fertilidad podría someter la naturaleza. El Señor se presenta como único autor de la creación, pero interesado sobre todo en la justicia. Esta es la gran diferencia entre el Dios de Judá y otros dioses. Un repaso al decálogo, leído en clave profética (Jr 5,26-28), descubre el pecado del pueblo (crímenes, rapiñas, fraudes, robos) y desenmascara a los responsables: profetas y sacerdotes.
______________________________________

PRÓXIMAS ACTIVIDADES

AGOSTO
LA FIDELIDAD A LA PALABRA DE DIOS (I JN 2.14): EXIGENCIA RADICAL PARA LA FE EVANGÉLICA

7 – Santa Cena / Día internacional de los pueblos indígenas/ Reunión de Consistorio

20 – Capacitación de maestros


21 – IX Aniversario del Coro Laudate Dominum

28 – Día de la Biblia

La fidelidad y el testimonio se prueban en la historia, L. Cervantes-O.

31 de julio, 2016

Y se cumplió lo que dice la Escritura: Abraham se fio de Dios y se le apuntó en su haber y se le llamó amigo de Dios. Veis que el hombre hace méritos con las obras y no sólo con la fe.
Santiago 2.23-24, Biblia de Nuestro Pueblo

El supuesto conflicto entre la fe y las obras
La clásica discusión sobre la fe y las obras iniciada por el apóstol Santiago en el siglo primero y que se avivó durante las reformas del siglo XVI, y que permitió clarificar el papel de una y otras en el orden de salvación, bien puede servir para acercarse al tema de la necesidad de que la fidelidad y el testimonio se prueban en la historia, es decir, en medio de los avatares de la realidad contradictoria y compleja. Ciertamente, el enorme dilema planteado por la forma en que la epístola afirma la justificación por las obras a contracorriente de lo expresado por el apóstol Pablo en otros lugares del Nuevo Testamento obliga, no a tomar partido por una u otra postura, sino a aceptar las dos de manera dialéctica, precisamente como parte del desafío que las propias Escrituras ofrecen a los creyentes para situarse ante ellas. Lutero mismo no pudo comprender cómo es que la Biblia afirmaba ambas cosas y calificó esta carta como “epístola de paja”, puesto que, para él, no enseñaba a Cristo (“Evangelio quiere decir nada más que un anuncio y grito de la gracia y misericordia de Dios, merecida y ganada por el Señor Jesucristo con su muerte”.[1]). Sus palabras son difíciles de asimilar incluso en nuestra época: “Aquí en Wittenberg vamos a arrojar de la Biblia esa carta de Santiago, pues no habla nada de Cristo, ni siquiera una sílaba en el comienzo o en el preludio. Parece que contradice a Pablo y no habla rectamente del evangelio ni de la ley”.[2] Otorgó primacía absoluta a la carta a los Romanos, en el contexto que le tocó vivir, dominado por la afirmación católico-romana del primado de las obras, y eso lo llevó a semejante determinación.

En lo que sí estaría de acuerdo Lutero fue en la necesidad de hacer presente en el mundo, históricamente, los frutos de la fe, es decir, las obras como muestra de la acción salvífica de Dios en la vida de cada ser humano redimido. La teología de la Reforma profundizaría en ese problema y llegaría a conclusiones más incluyentes, que permitieron no necesariamente armonizar a ultranza ambas afirmaciones sino colocarlas en su justa dimensión dentro del proyecto divino de salvación. Calvino y su tradición tomaron muy en serio la manera en que la carta expone la situación. De ella y del resto del Nuevo Testamento extrajeron, simultáneamente, la obligación cristiana de dar un ben testimonio en la historia, y que ese testimonio sea fiel en el mundo, es decir, que las obras fruto de la fe permitan superar la falsa oposición entre ellas. De la fe reformada surgiría un nuevo trato con la fe, a diferencia de la doctrina católico-romana, como instrumento único Y con las obras, ya no como recurso para la salvación, pues más bien representan el fruto de la misma. De hecho, hubo una inversión de valores, tal como señala el reformador francés, pues lo que se espera de los creyentes, precisamente, es que caminen en las buenas obras preparadas para ellos de antemano (Efesios 2.10):

Movidas por la gracia, nuestras obras no son en modo alguno meritorias. […] Sin embargo, el Señor llama a las buenas obras que nos lleva a hacer “nuestras”; y no solamente declara que le son agradables, sino que además las remunerará. […] Así que las buenas obras agradan a Dios, que se alegra de ellas, y no son inútiles a los que las hacen; antes bien, reciben muy grandes beneficios del Señor como salario y recompensa; no porque ellas merezcan esto, sino porque el Señor, movido por su liberalidad, les atribuye y señala ese precio. (IRC, III, 15, 3).[3]

Las obras, verificación histórica de la fe cristiana
La pregunta que hace el apóstol resuena aún en nuestros oídos con la misma intensidad con que fue pronunciada originalmente: “¿De qué le sirve a uno alegar que tiene fe si no tiene obras? ¿Podrá salvarlo la fe?” (2.14) pues exige como respuesta una “verificación histórica” inapelable ante el ejemplo inmediato que propone: la necesidad humana como exigencia de carácter absoluto (2.15-17). El alegato continúa al poner en la balanza ambas realidades y acceder a una conclusión determinante: “…la fe que no va acompañada de obras, está muerta del todo” (17), esto es, que la fe alcanza su eficacia histórica al producir obras efectivas, resultados tangibles. La contrarréplica hipotética que sugiere no hace sino evidenciar el falso problema: “Uno dirá: tú tienes fe, yo tengo obras: muéstrame tu fe sin obras, y yo te mostraré por las obras mi fe” (18). Porque tener fe, creer, no es la dificultad, dado que hasta los demonios son “buenos creyentes” (19). La verdadera dificultad es extraer obras históricas palpables de una fe “bien puesta”. De ahí que el apóstol insista en que es una necedad afirmar el primado de la fe y convertirla, paradójicamente, en una obra estéril (20). Por ello es que la fe reformada, surgida en el siglo XVI y consolidada en los siglos siguientes con todos sus problemas dogmáticos, marcó muy bien la distancia espiritual que deben establecer los creyentes al momento de situarse ante ellas.

El par de ejemplos históricos de Santiago es abrumador: en medio de sus circunstancias tan específicas, Abraham, por un lado, y Rahab, por el otro, en diferentes momentos de la historia de salvación, produjeron obras como resultado de la fe. El primero, en un ejercicio de obediencia absoluta, sin extrañarse por la orden de sacrificar a su hijo (práctica que debía superarse en la nueva fe a la que fue llamado, v. 21). El análisis teológico inmediato no debería dejar lugar a dudas: “…la fe operaba con las obras, y por las obras la fe llegó a su perfección” (22). Al fiarse de Dios alcanzó a la amistad suya (23). La conclusión no suena muy “protestante” que digamos, pero tampoco ése es un problema (“…el hombre hace méritos con las obras y no sólo con la fe”, v. 24) porque la percepción divina va más allá de las contradicciones ideológicas humanas.

Giacomo Cassese lo explica bien: “La fe y la práctica de vida no existen independientes de la palabra, y la fe y la acción no existen sino entrelazadas. […] Santiago acaba con el dualismo y con la espiritualización que pueda paralizar a la fe. La fe no puede separarse de la esfera de las cosas concretas, ni puede emerger ajena a la actividad del Espíritu Santo”.[4] Rahab, por su parte, también “hizo méritos con las obras” (25) al actuar de forma inopinada y romper con la tradición para encontrarse cara a cara con el Dios vivo y verdadero. El aforismo final zanja la discusión y afirma que la fe sin resultados históricos no existe: “Como el cuerpo sin el aliento está muerto, así está muerta la fe sin obras” (26).



[1] M. Lutero, WA, 12, 259, 5, cit. por Olegario González de Cardedal, La entraña del cristianismo. 3ª ed. Salamanca, Secretariado Trinitario, 2001, nota 118, p. 241.
[2] M. Lutero, Discursos de sobremesa, cit. por Ídem.
[3] Juan A. Ortega y Medina profundiza en este tema en Reforma y modernidad. México, UNAM/IIH, 1999, pp. 93-94, 103-106.
[4] G. Cassese, Epístolas universales. Minneapolis, Augsburg-Fortress, 2007, pp. 20-21.

Santiago 2.14-26, La Biblia de Nuestro Pueblo

14 Hermanos míos, ¿de qué le sirve a uno alegar que tiene fe si no tiene obras? ¿Podrá salvarlo la fe? 15 Suponed que un hermano o hermana andan medio desnudos, faltos del sustento cotidiano, 16  y uno de vosotros le dice: “Id en paz, calientes y saciados”; pero no le da para las necesidades corporales, ¿de qué sirve? 17 Lo mismo la fe que no va acompañada de obras, está muerta del todo. 18 Uno dirá: tú tienes fe, yo tengo obras: muéstrame tu fe sin obras, y yo te mostraré por las obras mi fe. 19 ¿Tú crees que existe Dios? ¡Muy bien! También los demonios creen y tiemblan de miedo.

20 ¿Quieres comprender, hombre necio, que la fe sin obras está inerte? 21 Nuestro padre Abraham, ¿no hizo méritos con las obras, ofreciendo sobre el altar a su hijo Isaac? 22 Estás viendo que la fe operaba con las obras, y por las obras la fe llegó a su perfección. 23 Y se cumplió lo que dice la Escritura: Abraham se fio de Dios y se le apuntó en su haber y se le llamó amigo de Dios. 24 Veis que el hombre hace méritos con las obras y no sólo con la fe. 25 Lo mismo Rahab, la prostituta, ¿no hizo méritos con las obras, acogiendo a los mensajeros y despidiéndolos por otro camino? 26 Como el cuerpo sin el aliento está muerto, así está muerta la fe sin obras.

sábado, 23 de julio de 2016

Letra 478, 24 de julio de 2016

LA VOZ CONTRADICTORIA: LA ORACIÓN (I)
Rubem Alves


 
  
¿
Qué es la oración? La oración es un lenguaje que expresa un deseo. En ella, el ser humano coloca delante de Dios sus angustias y sus aspiraciones más profundas. Y ella estaría totalmente desprovista de sentido si la persona que ora no creyese que su deseo es capaz de modificar el curso de los acontecimientos. En la oración, el hombre intenta abolir el poder del así es por la magia del así debe ser. ¿Cómo explicar que aquél que hacía uso del lenguaje indicativo de la Providencia eche mano, ahora, de otro lenguaje, expresivo del deseo, el lenguaje de la oración?
El creyente podrá explicarlo diciendo que en la oración su deseo está siempre subordinado al deseo de Dios. “Hágase tu voluntad y no la mía”. Si es así, cabría preguntar por la función de la expresión de nuestro deseo. ¿No sería más consistente afirmar simplemente: “Hágase tu voluntad”, sin ninguna referencia a lo que deseamos? Parece que tal explicación realmente no explica, porque hace a la oración superflua e innecesaria. El creyente podrá aún decir que la oración es esencialmente comunión con Dios y no un esfuerzo por conmoverlo, mágicamente. En muchos casos, en verdad, la oración es casi un silencio agradecido que no pide nada, y que dice apenas: “Gracias te doy, oh Dios”.
Estas explicaciones no agotan lo que es la oración. La oración es súplica, petición, lucha con Dios. Y en ella el hombre revela su protesta contra las cosas, tal como son, y la esperanza de que su deseo sea capaz de operar una nueva causalidad que habrá de cambiar el curso de los eventos. Un médico creyente hace uso de todos los recursos de la ciencia en su diagnóstico y tratamiento. Pero ora para que Dios lo ilumine y bendiga los medicamentos. Una madre ve que su hijo abandona la iglesia y entra en los caminos del mundo. Y ora, para que Dios haga alguna cosa para salvarlo. Una esposa, a pesar de la doctrina de la doble predestinación, ora para que Dios convierta a su marido incrédulo. Se ora por todas las cosas: por la salud de los enfermos, por el fin de las guerras, por el crecimiento de las iglesias, por la reconciliación de los enemigos, por la lluvia (para que caiga o se detenga), por el éxito de los negocios. […]
___________________________________


LECCIÓN 1: ¿QUÉ TIPO DE IGLESIA QUEREMOS SER (II)

1. Cuando hablamos de un modelo urbano de iglesia, nos referimos a una iglesia que comprenda las promesas del Reino de Dios. Una Iglesia que transforme la ciudad. La Biblia nos dice que el propósito último de la redención es una creación completamente restaurada. En Apocalipsis se nos muestra que la meta final de la obra redentora de Cristo es la ciudad de Dios (Ap. 21:2), que es el jardín del Edén restablecido, ahora en una forma urbana, teniendo el Árbol de la Vida, y sanando a las naciones (Ap. 22:2).

2. La maldición en el Edén que trajera la alienación y el sufrimiento físico, mental, social, y cultural (Gn. 3:7-19) es ahora removida en la nueva ciudad que Dios está preparando (Ap. 22:3). Esto es lo que la redención en Cristo tenía por sentido, no simplemente el perdón individual por los pecados.

3. Debemos aplicar el pensamiento teológico que se encuentra detrás del modelo de transformación de la ciudad y constituir una comunidad de fe que pueda re-tejer las fibras de la sociedad donde se encuentra por medio de la palabra y los hechos concretos de misericordia.

Iglesia misional
1. Por otro lado, cuando hablamos de un modelo de iglesia misional, hablamos de una iglesia que toma en cuenta todo lo que es y hace en relación con “la misión de Dios” en el mundo. Aquel Dios que nos ama tanto (Jn 3:16), que nos amó primero (1 Jn. 4) y envió a Su Hijo para que tengamos vida en abundancia (Jn. 10:10).

2. Esa afirmación es el punto de partida de toda reflexión y propuesta misionera hoy, algo profundamente teocéntrico. Es una misión articulada o inspirada desde Dios mismo. La misión ante todo es la misión de Dios, la missio dei. Por esto, la Iglesia existe por su participación en la misión reconciliadora de Dios.

3. La “misión” no es una actividad aislada llevada a cabo por un grupo de personas en lugares lejanos. La Misión es el carácter de la Iglesia en cualquier contexto donde exista. Una iglesia misional es una iglesia que está impulsada en participar en la misión de Dios, esto es sanar y redimir todo lo que está quebrantado en el mundo dominado por el pecado y restaurarlo en función del propósito que Dios tuvo para con el mundo.

4. Las iglesias misionales no se enfocan en enviar sino en asumir que han sido enviadas. Una comunidad de fe misional permite que Dios penetre en todo lo que en ella se hace –desde la adoración hasta el servicio, desde la capacitación de su membresía hasta el discipulado. Sirve de puente entre el alcanzar a otros y la vida congregacional, ya que el papel de la Iglesia es encarnar la misión de Dios.

5. La iglesia participa de esto de dos maneras. Primero, la Iglesia como institución realiza su vocación divina al estar donde Cristo está y al hacer lo que Él manda. Todo lo que hace la Iglesia como institución está determinado por la Palabra divina. Segundo, la Iglesia como organismo realiza su vocación divina a través de los dones de los creyentes miembros del cuerpo de Cristo, los cuales representan a Cristo en toda actividad de su vida, sea dentro de la Iglesia institucional, afuera (en el mundo laboral) o en la esfera de la familia.
___________________________________________________________

UN PROTESTANTE DIRIGIRÁ LA EDICIÓN ARGENTINA DEL PERIÓDICO VATICANO
Gian Mario Gillio, Riforma, 21 de julio de 2016
http://riforma.it/it/articolo/2016/07/21/un-protestante-marcelo-figueroa-guidera-losservatore-romano-argentino

El Papa sigue impresionando: un evangélico, Marcelo Figueroa, dirigirá la nueva edición argentina de L’Osservatore Romano, que agregará la edición semanal de contenido en español y traerá la “voz” de Francisco a su país de origen. Un nuevo impulso al carácter ecuménico del pontificado de Bergoglio en la víspera de su viaje a Suecia (31 de octubre-1 de noviembre de 2016) y a pocos meses del quinto centenario de la Reforma luterana (1517-2017).
La más llamativa novedad, que causó cierta consternación entre los católicos conservadores, según lo revelado por las agencias de prensa del Vaticano, fue precisamente el nombramiento de Marcelo Figueroa, periodista de radio, erudito, biblista y teólogo, y durante 25 años al frente de la Sociedad Bíblica Argentina, por lo tanto, un colega de largo plazo de Valdo Bertalot, director general para Italia de la Sociedad Bíblica Británica y secretario general de la Sociedad Bíblica Italiana.
“Estoy muy satisfecho con este hermoso nombramiento”, señaló a riforma.it Valdo Bertalot, “una noticia que sin duda ha sorprendido a muchos evangélicos y católicos a nivel internacional y nacional. Sin embargo, no me sorprende, pues recuerdo la larga amistad, de más de una década, entre Bergoglio y Figueroa”. “Juntos”, continúa, “Bergoglio, entonces cardenal y Figueroa, pastor de la Iglesia Presbiteriana San Andrés y director de la Sociedad Bíblica Argentina, trabajaron mucho para promover la difusión del texto bíblico y lo hicieron a través de un programa de televisión: ‘La Biblia es una palabra poderosa’, para el Canal 21. Aunque la edición argentina de L’Osservatore Romano es nueva, sin embargo, no es una sorpresa: Francisco y Figueroa, juntos, recorrieron un camino ecuménico alrededor de la Palabra de Dios”.

La edición argentina del órgano oficial de la Santa Sede iniciará en septiembre y contará con 4 a 8 páginas totalmente dirigidas a los lectores del país latinoamericano, con articulistas escogidos y autorizados por el Papa. […]

_________________________

ANUNCIAN DIPLOMADO SOBRE LA REFORMA PROTESTANTE
ALC Noticias, 21 de julio de 2016


C
on un total de 16 sesiones de cuatro horas cada una, dos días a la semana, la Comunidad Teológica de México está anunciando el diplomado “Historia y Teologías del Protestantismo en el siglo XVI”, el cual tiene como objetivo general “hacer un recuento histórico y teológico de los procesos denominados como Reforma Protestante para conocimiento y ubicación de sus principales postulados en el contexto religioso mexicano”. El diplomado dará inicio el 15 de agosto y se prolongará hasta el 7 de diciembre de 2016, y es coordinado por el rector de la institución, el Rev. Dan González Ortega.
Está dirigido a cualquier persona interesada en profundizar en los orígenes de los movimientos religiosos identificados con las iglesias evangélicas de la actualidad y forma parte de un amplio proyecto de divulgación hacia la conmemoración de 500 años de la Reforma Protestante en Europa. Además, se busca que quien participe adquiera las herramientas necesarias para distinguir los principios teológicos de los protestantismos más influyentes en Europa y su influencia en México. Se anuncia también que, con base en las presentaciones de los docentes se publique un libro en el transcurso de 2017.
Los seis módulos en que se divide son los siguientes: Movimientos de pre-reforma; Lutero y la primera Reforma Radical; Francia, Suiza y España; Otras reformas y movimientos de iglesia alternativos; Movimientos posteriores a la Reforma; Movimientos pietistas y movimientos puritanos; y Protestantismos en México.
Las y los expositores invitados pertenecen a diversas confesiones, denominaciones e instituciones, y entre ellos se encuentran: Arturo Carrasco Gómez, (anglicano); Rubí Barocio (bautista); María Luisa Aspe, Gonzalo Balderas Vega y Marilú Rojas, profesores de la Universidad Iberoamericana; David Brondos, Karina García Carmona, Moisés Pérez Espino y Ángela Trejo Haager (luteranos); Carlos Martínez García (periodista y escritor menonita); Héctor Laporta (metodista); René González (pentecostal) y L. Cervantes-Ortiz (presbiteriano).
Los temas abarcan desde los movimientos anteriores a Lutero y las religiones en Europa a principios del siglo XVI, el papel de las mujeres en la Reforma luterana, Lutero y la reforma en Alemania, Zuinglio y la Reforma en Zúrich, Calvino en Francia y Ginebra, hasta la Contrarreforma en España y la Iglesia de Inglaterra, pasando por las mujeres reformadas de la segunda generación, los movimientos pietistas y puritanos, y el surgimiento del metodismo y otros avivamientos, para culminar con los despertares pentecostales y los movimientos exógenos y endógenos en la aparición de los protestantismos en México.
Para mayor información, dirigirse al correo electrónico de la Comunidad Teológica de México: info@comunidadteologica.org.mx, llamar al 5616 5161, o acudir a San Jerónimo 137, San Ángel, delegación Álvaro Obregón, Ciudad de México.

Actividades

OREMOS POR TODAS LAS PERSONAS IMPLICADAS EN LA ESCUELA BÍBLICA DE VACACIONES. ¡QUE EL SEÑOR HAGA SU OBRA!

***

CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes 26 de julio, 19 hrs.
Modera: D.I. Laura Cabrera B.

Llamamiento: Salmo 18.1-7
Oración de ofrecimiento
Himnos: “A cada instante te necesito” (360)
               “Día en día” (317)
Momentos de oración
Lectura bíblica: Jeremías 4.1-18
Tema: Los peligros históricos
Himno: “Oh, Cristo mío” (320)
Ofertorio
Bendición pastoral

ALARMA Y AMENAZA
José María Ábrego de Lacy

Ya no es Israel, sino Judá y más en concreto Jerusalén que se menciona varias veces (Jr 4.5, 6, 10-11, 16). Judá va a ser atacada por un genérico enemigo del Norte, que el Señor enviará contra ella. Si no hay conversión, el pecado del pueblo merecerá la destrucción total. Pero todavía es posible la salvación. 4.5-31. constituye este pasaje el primero de los tres paneles señalados más arriba. La descripción es tan viva que reproduce el sonido de la amenaza; la sonoridad y la concisión acompañan al mensaje. El Señor manda dar la alarma; el toque de trompeta anuncia la llegada del enemigo; su devastación horroriza y angustia; aunque los falsos profetas pretenden evitar el caos, éste es inevitable y la angustia se apodera de la población; la capital, Sión, entra en agonía.
En Jr 4.5-18 Jerusalén escucha el sonido de la trompeta, porque no ha escuchado la voz del Señor. El iza el estandarte que convoca al enemigo. El estandarte es un término guerrero ya utilizado por Isaías (Jr 5.26; 11.12). En la guerra sufren primero los responsables de la maldad: rey, sacerdotes y profetas.
La mayoría de éstos anuncian paz, engañando al pueblo. De ahí la acusación de engaño lanzada contra el Señor (Jr 4.10). El viento ardiente, que todo lo seca, y el viento impetuoso, inútil para el campesino, constituyen los elementos del juicio divino.
Llegan las tropas enemigas en Jr 4.19-21. Se recoge el lamento del pueblo. El dolor tiene signos externos (tierra devastada, tiendas destruidas, pabellones derribados), pero penetra hasta lo más profundo del corazón. Frases lapidarias describen el resultado (Jr 4.22-31): la naturaleza vuelve al caos inicial (Jr 4.23-28), las ciudades quedan vacías (Jr 4.29), no hay salvación (Jr 4.30-31). Siempre queda flotando la pregunta ¿por qué? El Señor explica la causa: el pueblo es insensato al no reconocer al Señor. Si no ha querido conocer al Señor de la bendición, tendrá que reconocer al Señor del juicio.
______________________________________

PRÓXIMAS ACTIVIDADES


31 – Taller bíblico: Mensaje bíblico y coyunturas sociales

Un testimonio cristiano consistente para un mundo en crisis, L. Cervantes-O.

24 de julio, 2016

Tú, en cambio, me has seguido asiduamente en mis enseñanzas, conducta, planes, fe, paciencia, caridad, constancia, […] Tú, en cambio, persevera en lo que aprendiste y en lo que creíste, teniendo presente de quiénes lo aprendiste.
II Timoteo 3.10, 14, Biblia de Jerusalén

1. La preocupación eclesial
La preocupación por el estado general del mundo ha sido una constante en el ámbito cristiano durante la historia de la iglesia. Todos los días se hacen alusiones directas a los conflictos, excesos y urgencias que se detectan por todas partes: se habla de depravación, de señales del fin del mundo, de condenas por la impactante presencia del pecado, individual y colectivo. Y así, la mirada cristiana sobre el “mundo caído” oscila entre la decepción total y la ansiedad por que las cosas cambien. Lo mismo aconteció durante el primer siglo de la llamada era cristiana: los representantes de la nueva fe observaban a su alrededor y advertían que el juicio de Dios vendría sobre quienes practicaban la iniquidad de manera desaforada. Muestra de ello es la segunda carta Timoteo, escrita en el espectro de los seguidores de Pablo, quienes sin caer en la desesperación constataron que, en efecto, el mundo se encontraba, ya desde entonces, en un estado de decadencia preocupante.
El horizonte de fe colocaba, en primer término, la certeza de que las cosas serían así, a las puertas de la manifestación de “los últimos tiempos”: “Debes saber también que en los últimos días, antes de que llegue el fin del mundo, la gente enfrentará muchas dificultades” (3.1). No se trataba, evidentemente, de acostumbrarse a esa situación sino. más bien, de estar advertidos acerca del grado de exigencia que se demandaría a los seguidores de Jesús de Nazaret en un mundo sumido en una crisis permanente. El perfil ético de los integrantes de la iglesia no permitía que ellos se “acostumbrasen” a ese ambiente, pues la esperanza que habitaba en sus corazones les hacía anhelar un mundo radicalmente nuevo, justo, lleno de paz y armónico. En otras palabras, su horizonte escatológico estaba dominado por la exigencia ética, no por una serie de mandamientos moralistas que, en ocasiones, resultan inaplicables, como vemos en la actualidad. “Levantar el grito al cielo” no era su actitud dominante sino una conciencia ética sólida que les permitiría resistir, en medio de ese mundo complejo, para advertir las “señales del fin” y actuar en consecuencia, que a fin de cuentas es lo más importante.

2. El estado de las cosas
La descripción de ese mundo vano y decadente no se limita al momento de mostrar sus aspectos generales. Un primer apunte abarca algunas actitudes de las personas:

a) “gente egoísta, interesada solamente en ganar más y más dinero” (3.2a): la avaricia y el lucro sin miramientos;
b) “gente orgullosa, que se creerá más importante que los demás”. (3.2b): la soberbia y la altivez de algunos grupos sociales;
c) “No respetarán a Dios ni obedecerán a sus padres, sino que serán malagradecidos y ofenderán a todos” (3.2c): ausencia de espiritualidad y de valores filiales.

En un segundo abordaje se describen otras actitudes individuales y sociales negativas:

d) Serán crueles y violentos” (3.3a): la presencia indudable de la violencia;
e) “no podrán dominar sus malos deseos, se llenarán de odio” (3.3b): una actitud negativa de fondo hacia los demás;
f) “dirán mentiras acerca de los demás, y odiarán todo lo que es bueno” (3.3b): la ausencia de la verdad y el rechazo de la justicia.

El panorama dominante es el de un orgullo desmedido y una desobediencia radical a la voluntad de Dios (3.4). Y los que digan que aman a Dios, serán incongruentes e inconsistentes, pues sus palabras y sus acciones corren por caminos separados y hasta contradictorios (3.5). Ante todo ese ámbito tan sobrecargado de negatividad, la instrucción es muy clara: “No te hagas amigo de esa clase de gente” (3.5b): es decir, no se deberían compartir ni sus valores ni sus expectativas, pues las prácticas derivadas de ellos, enumeradas en los versículos siguientes son una demostración de su invalidez ética y moral (3.6). El afán pernicioso por las novedades, por las modas pasajeras, también es aludido en este recuento de anti-valores (3.7), para dejar bien claro cómo la frivolidad es una mala consejera para la existencia. El riesgo más importante es señalado a continuación: el predominio de estas actitudes pone en riesgo “que se dé a conocer el verdadero mensaje de Dios” (8a). La corrupción de la “mente” (nous) impide a las personas confiar en Dios (8b). Esta situación, insiste el texto, no se podrá mantener durante mucho tiempo, pues todos habrán de darse cuenta de la insensatez de esta conducta (9).


3. La alternativa cristiana
La alternativa a todo esto es una orientación sana y clara a mantener clara la postura cristiana aprendida, a sostener firme y consistentemente la “manera de vivir y de pensar” (10). El ejemplo apostólico (10-11) debía ser la base para resistir y actuar congruentemente ante semejante crisis moral, pues el rechazo y la persecución sufrida por Pablo y sus acompañantes fue testimonio de la solidez del compromiso para promover el Evangelio en medio de las peores condiciones en diversos lugares. La advertencia también es firme, pero no debía prestarse al martirologio, puesto que más bien representa la claridad y la certeza con que se debe asumir el testimonio y la praxis del mensaje de Cristo en el mundo: “Bien sabemos que todo el que desee vivir obedeciendo a Jesucristo será maltratado” (12).
Dado que la crisis irá en aumento y la espiral de injusticia enredará a los implicados en ella (13), la iglesia debe mantenerse fiel a su mensaje original y al apego a la verdad de Dios (14), pero eso mismo implica que, a medida que avanzan los tiempos, las comunidades deberán realizar su tarea con pasión indeclinable, creatividad fecunda y fervor profético ante un mundo omiso y adverso a su trabajo y misión.

Apocalipsis 1.9, L. Cervantes-O.

29 de agosto, 2021   Yo, Juan, soy su hermano en Cristo, pues ustedes y yo confiamos en él. Y por confiar en él, pertenezco al reino de Di...