sábado, 28 de abril de 2018

Letra 566, 29 de abril de 2018


LOS HOMBRES DEL MAESTRO (X)
LEVÍ O MATEO
F. Spadafora

Resultado de imagen para san mateo apostol paintingEn el elenco nominal del Colegio apostólico, repetido cuatro veces en el N. T., aparece siempre M., ya en el séptimo (Mr 3.18; Lc 6.15), ya en el octavo (Mt 10.3; Hch 1.13) lugar. Su condición de Apóstol, en el sentido más estricto de la palabra, connota implícitamente un gran número de datos biográficos. En efecto, “los Doce” fueron elegidos por Jesús con un doble programa: “para que estuvieran con él»; y «para enviarlos a proclamar el Evangelio” (Mr 3.14). La fase preliminar, formativa, les tenía que constituir autoptas (Lc 1.2) o testigos oculares. En consecuencia, gran parte de las escenas de la vida pública del Maestro son, al mismo tiempo, escenas de la vida de cada uno de sus discípulos y Apóstoles, y entre ellos de S. Mateo. En la segunda fase, los Apóstoles tuvieron como oficio (Hch 6.2-4) el de ser “servidores de la Palabra” (Lc 1.2), con todas las actividades que ello implica. Ello, además de incluir a M. en los acontecimientos más destacados de la Iglesia recién instituida, define y resume su posterior actividad. El nombre Matthaeos (del que deriva Matthaeus, Mateo) es adaptación griega de Mattai, contracción familiar del hebreo Mattan-yah o Mattan-yahu, que quiere decir “don de Dios”. Según algunos, M. significaría fiel, procediendo del hebreo 'emet.

El catálogo apostólico del primer Evangelio yuxtapone al nombre propio M. la indicación de oficio: el Publicano (Mt 10,3). De esta manera subraya la identidad del Apóstol con el recaudador de impuestos que siguió a Jesús cuando éste le dirigió su característico imperativo “¡Sígueme!” mientras ejercía la profesión en el telonio de Cafarnaum (Mt 9.9). S. Marcos (2,14) y S. Lucas (5.27) dan a este recaudador el nombre de Leví; Marcos añade: "hijo de Alfeo". Los tres Sinópticos se refieren a la misma persona, que llevaría dos nombres hebraicos; lo cual es verosímil, aunque era más usual yuxtaponer al nombre hebreo otro griego o latino

Por consiguiente, tenemos en la conocida escena del telonio de Cafarnaum un rasgo autobiográfico de M., encuadrado en la forma literaria de las “narraciones de vocación”. Dando por conocido el texto evangélico (Mt 9,913 par.) y su comentario literal, anotamos las siguientes reflexiones: a) La vocación de Leví-Mateo se presenta en la catequesis sinóptica como arquetipo ejemplar (junto con Mt 4.18-22 par.) de aquella radical consagración que se cifra en las palabras "seguir a Jesús"; la iniciación al seguimiento suponía tres fases: gracia del llamamiento por parte del Señor, renuncia a toda previa posesión y pertenencia, dedicación, personal y absoluta a Jesús. b) En la perspectiva del primer Evangelio, incorporar un publicano al equipo de los inmediatos cooperadores del Mesías en la instauración del Reino de Dios constituye un intencionado gesto antifarisaico de sublime audacia, verdadero “escándalo” para la mentalidad farisea, dada la identidad conceptual y afectiva, en el clima palestinense contemporáneo, entre “publicano” y pecador. La misericordia salvífica (Mt 9,13) que presenta a M. agraciado con el carisma del apostolado es un monumento levantado por el evangelista a esta misericordia (v.). c) La aceptación por parte de Jesús y sus discípulos del banquete ofrecido por M. en su casa, rodeado de colegas publicanos y de pecadores, expresa, a través de uno de los actos y signos de comunión de la pedagogía mesiánica, la del Convivium, la presencia de contacto medicinal de Cristo y la Iglesia en el auténtico mundo de los “enfermos” (Mt 9.12 par.), es decir, en el pueblo de los conscientemente no-justos abiertos en humilde disponibilidad de conversión (Lc 5.32).
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EL CAMINAR DEL DISCÍPULO
DISCIPULADO Y SEGUIMIENTO DE JESÚS

EL SEGUIMIENTO Y LA CRUZ (IV)
Dietrich Bonhoeffer

Imagen relacionadaDe este modo, el cristiano se convierte en portador del pecado y de la culpa en favor de otros hombres. Quedaría aplastado bajo este peso si él mismo no fuese sostenido por el que ha llevado todos los pecados. Pero en la fuerza del sufrimiento de Cristo le es posible triunfar de los pecados que recaen sobre él, en la medida en que los perdona. El cristiano se transforma en portador de cargas: “Llevad los unos las cargas de los otros y así cumpliréis la ley de Cristo” (Gal 6, 2).
Igual que Cristo lleva nuestra carga, nosotros debemos llevar las de nuestros hermanos; la ley de Cristo que debemos cumplir consiste en llevar la cruz. El peso de mi hermano, que debo llevar, no es solamente su suerte externa, su forma de ser y sus cualidades, sino, en el más estricto sentido, su pecado. Y no puedo cargar con él más que perdonándole en la fuerza de la cruz de Cristo, de la que he sido hecho partícipe. De este modo, la llamada de Jesús a llevar la cruz sitúa a todo el que le sigue en la comunión del perdón de los pecados. El perdón de los pecados es el sufrimiento de Cristo ordenado a los discípulos. Es impuesto a todos los cristianos.
Pero ¿cómo sabrá el discípulo cuál es su cruz? La recibirá cuando siga a su Señor sufriente, reconocerá su cruz en la comunión con Jesús. El sufrimiento se convierte así en signo distintivo de los seguidores de Cristo. El discípulo no es mayor que su maestro. El seguimiento es una passio passiva, una obligación de sufrir. Por eso pudo Lutero contar el sufrimiento entre los signos de la verdadera Iglesia. También por eso, un trabajo preliminar a la Confesión de Augsburgo definió a la Iglesia como la comunidad de los que “son perseguidos y martirizados a causa del Evangelio”.
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MARÍA, MAGDALENA: DE APÓSTOL A PROSTITUTA ARREPENTIDA
Carmen Bernabé Ubieta

Resultado de imagen para carmen bernabéMaría Magdalena fue una figura descollante del cristianismo primitivo. Señal de ello es la transformación que sufrió en los distintos escritos, tanto canónicos como apócrifos. Bien que muchas de las referencias que se encuentran son parcas, sin embargo, revelan las tensiones internas entre distintos grupos del movimiento reunido en torno a Jesús. De acuerdo con datos de los evangelios, ella fue discípula de Jesús, testigo cualificada de la resurrección, receptora de la primera aparición del Resucitado y enviada por el mismo Resucitado con un encargo apostólico. No obstante, su nombre fue invisibilizado en algunas fuentes, su liderazgo negado y su importancia relegada. Finalmente, hacia el s. VII, fue presentada como una prostituta arrepentida. Las causas de esta transformación de su memoria no son siempre evidentes, pero las fuentes brindan datos que ayudan a deducir muchas de ellas.

1. Su origen
Vivió en la primera mitad del siglo I. Se llamaba Miriam o Mariamme, un nombre bastante común en aquel momento. Su apelativo era de Magdala, una ciudad situada en la orilla oeste del Lago de Galilea, entre Tiberiades (sede de la corte del rey Herodes Antipas) y Capernaum, base de operaciones de Jesús de Nazaret. Magdala era más grande que Capernaum y más pequeña que Tiberiades. Contaba con una gran flota pesquera y una industria de la salazón.

2. Los rasgos de la tradición
La leyenda suscitada en torno a su figura no ha hecho más que ocultar la persona histórica. Prostituta arrepentida, llorona inconsolable por causa de su pecado, han sido los rasgos que han llegado hasta nosotros. Sin embargo, un examen de las fuentes más antiguas demuestra que no hay base para sostener esa imagen, mientras deja adivinar la función social de semejante distorsión.

3. Fuentes
Los textos antiguos que la mencionan son los evangelios (Mr, Mt, Lc, Jn), algunos escritos extracanónicos, sobvre todo los de Nag-Hammadi, y ciertos escritos disciplinarios eclesiásticos. Todos ellos entre el siglo I-IV d.C. De esa época es también el testimonio de Celso, un autor que polemiza con el cristianismo naciente.

4. Discípula
Ser discípula implicaba compartir con los discípulos varones, enseñanza, tarea y estigma, debido a las características del grupo. María Magdalena se convirtió así para las siguientes generaciones en testigo cualificada de la enseñanza y la actuación del Maestro.

5. Testigo
Éste es otro de los rasgos de su presentación (Mr 15.40-47; Mt 27.55-61; Lc 23.49-56; Jn 19.25). Ella aparece como testigo cualificada no sólo de la vida y enseñanzas de Jesús sino también de sus últimas horas, de su muerte y del destino de su cuerpo.
En los relatos de la pasión, una vez muerto Jesús, y subrayando que no había allí ningún discípulo, los textos cuentan cómo las mujeres se fijaban qué pasaba con el cuerpo de Jesús y dónde era puesto. Todos, excepto Juan quien, debido a su plan literario-teológico, no menciona a las mujeres y sí a dos varones que actúan como los amigos del novio.
De nuevo, María Magdalena es presentada como testigo cualificada ante la comunidad posterior, en una cultura donde las mujeres no podían serlo.

6. Receptora de la aparición del resucitado (Apóstol)
El resucitado se le aparece y la envía a dar la noticia de que la muerte no ha podido con él y ha pasado al ámbito de Dios (Mt 28.9-10; Jn 20.14-18; Mr 16.9).
La recepción de una aparición del resucitado es importante porque está muy relacionada con la autoridad, como se hace evidente en otros escritos neo-testamentarios y en los apócrifos.
Es tan importante este motivo que ya en los propios textos evangélicos se observa una tendencia a desdibujar u oscurecer este rasgo y a introducir la figura de Pedro, como elemento de autoridad ante la comunidad.
En Lucas, escrito posteriormente, no hay aparición del resucitado a las mujeres, pero sí un viaje de Pedro al sepulcro para comprobar lo que habían dicho éstas (Lc 24.12), y es la de él, la primera aparición que narrativamente se reconoce y se proclama (Lc 24.33-35). Esta cierta rivalidad entre las figuras de Pedro y de ella se encuentra desarrollada en los escritos extracanónicos.
En los relatos de la aparición del Resucitado, éste envía a María Magdalena con una misión: “Vete y di…” (Mt 28.10; Jn 20.18). Y es que la aparición del Resucitado se considera el origen de la autoridad que tiene el apóstol en su misión de enviado a otras comunidades. Así justifica Pablo el origen de su misión y autoridad (Gál 1.15-16).

7. Relevancia en la comunidad
En el caso de las listas de mujeres que aparecen en los evangelios (Mr 15.40, 47; 16.1; Mt 27.55, 62; 28.1; Lc 8.1-3; 28.10), María Magdalena es citada siempre en primer lugar, excepto en Jn 19.25 donde aparece en último lugar por razones literarias. Este dato indica, con toda probabilidad, su importancia en las comunidades y su preeminencia entre el grupo de mujeres discípulas y testigas de primera hora.
Ella sería un símbolo de la comunidad, como se aprecia claramente en Jn 20.1, 2, 11, 18. Es un rasgo central.

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OREMOS POR TODAS LAS ACTIVIDADES DE ESTE MES

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CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes 1 de mayo, 19 hrs.
Modera: A.I. Ricardo Ruiz Ocampo

Llamamiento: Salmo 119.57-64
Oración de ofrecimiento
Himno: “Cantemos al Señor” (79)
Círculo de oración (elecciones) y testimonios
Lectura bíblica: Ezequiel 29.1-16
Tema: Contra Egipto
Himno: “Guarda el contacto con el Salvador” (637)
Ofertorio
Bendición pastoral

ORÁCULO CONTRA EGIPTO
Julio Lamelas Míguez

E
z 29,1- 21 consta de dos partes: Ez 29,1-16 y Ez 29,17-21. En la primera (Ez 29,1-16) se desarrollan tres oráculos de juicio o condenación contra el faraón con sus respectivas conclusiones en forma de fórmulas de reconocimiento: Y sabrán que yo soy el Señor (Ez 29,6a.9a. 16), así como los otros dos elementos típicos de esta clase de oráculos: acusación y condena (Ez 29,3-6a.6b-9a.9b-16). Van dirigidos directamente contra los faraones, pero el castigo se extiende a toda la población y a toda la tierra de manera progresiva. Se condena el pecado de soberbia del faraón, semejante al pecado del rey de Tiro (Ez 29,3b), su pecado de falta de apoyo a Israel (Ez 29,6b-7) y de nuevo, en el tercer oráculo de condena, su actitud orgullosa (Ez 29,9b).

En el primer oráculo (Ez 29,3-6a) hay elementos mitológicos como en Ez 28. El faraón es comparado a un cocodrilo gigante echado en medio de ríos, un dragón mítico que gobierna las aguas del caos y que dice "míos son los ríos, yo los he hecho", y, por lo tanto que se sitúa al nivel de Dios, el único creador y señor del Nilo y de todo el universo. Como el rey de Tiro, el faraón ha cometido un gran pecado, el del orgullo y la soberbia al considerarse como un Dios. El Señor castigará este orgullo reduciendo al dragón de un mítico y misterioso monstruo a una absurda y horrorosa bestia fluvial arrancada del agua y arrojada a la tierra desértica. El orgullo será reducido a ignominia. Egipto es la única gran potencia que intenta oponerse a los planes de Babilonia permitidos por Dios para hacer surgir luego "los cielos nuevos y la tierra nueva". En última instancia pretende obstaculizar los planes divinos que se orientan a una restauración en la que el mismo poder de Babilonia será aniquilado sólo por Dios. Por eso también el segundo oráculo (Ez 29,6b-9a) se dirige contra Egipto.

En el tercer oráculo (Ez 29,9b-16) se abre una esperanza de salvación. Después de cuarenta años de desierto, de desolación y dispersión, tendrá lugar una cierta restauración que se reduce a poca cosa: Egipto volverá a su tierra de origen, Patrós, y se convertirá en un humilde y pequeño reino meridional. No será fastidio para ninguna nación, ni Israel buscará en él la esperanza de la salvación.

Ez 29,17-21, oráculo tardío, probablemente del año 571 a. C, unos 16 años después de que los otros fueran pronunciados, nos da la clave de lectura de los anteriores contra Egipto y contra Tiro. Dios ha alterado sus planes. La suerte para Tiro ha sido transferida a Egipto. A esto se añade una promesa (Ez 29,21). Cuando el poder de Egipto se quebrante, el pueblo de Israel será fortalecido (literalmente: "recibirá un cuerno", símbolo de poder y de fuerza) en medio de las naciones, y reconocerán que yo soy el Señor (véase Sal 132,17).
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES

– Santa Cena
13 – Reunión de Consistorio
20 – Culto de Evangelización

Evangelización y testimonio de servicio, L. Cervantes-O.

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Ilya Repin, Jesús levanta a la hija de Jairo (1871)

29 de abril de 2018


Jesús contestó: —Ustedes están confundidos y no confían en Dios. ¿Acaso no pueden hacer nada sin mí? ¿Cuándo van a aprender? ¡Tráiganme aquí al muchacho!
Mateo 17.17, TLA

No puedes dirigir a la gente si no la amas. No puedes salvarla, si no le sirves.
Cornel West

Con la revisión anterior de algunos episodios contenidos en los evangelios parece que no queda ninguna duda del perfil de servicio que caracterizó la actuación de Jesús de Nazaret durante su ministerio terrenal. A la proclamación apasionada del Evangelio del Reino de Dios agregó una práctica de servicio que siempre fue más allá de lo esperado en su época. Él encarnó visiblemente lo anunciado por el profeta Isaías acerca de la labor del siervo sufriente, especialmente en sus capítulos 61 (que leyó él mismo en la sinagoga de Nazaret) y 53, cuya aplicación en su pasión y muerte impactó tanto a los autores de los evangelios. Posteriormente, sus discípulos, hombres y mujeres, luego de un periodo de incertidumbre posterior a la resurrección, buscaron la manera de ser fieles al legado de testimonio mediante el servicio desinteresado a las comunidades en medio de las cuales el seguimiento de Jesús trataba de ser una realidad transformadora. De ello dan fe los primeros capítulos del libro de los Hechos de los Apóstoles.

Gracias al apóstol Pablo la fe cristiana se extendió en otros territorios ocupados por el Imperio Romano, lo que obligó a formularla y experimentarla de un modo que, sin perder su potencial transformador, pudiera ser comprendida y vivida en las diversas culturas de ese tiempo, dominadas por una comprensión helenística de la realidad, es decir, por un desprecio de la corporalidad, considerada como algo malo y poco importante. Insertar en ese medio la realidad de la resurrección y sus consecuencias fue un gran desafío para las comunidades cristianas. Pablo afirmó la unidad de la persona humana y, por lo tanto, que el cuerpo puede y debe estar a disposición de Dios como instrumento del bien (13).

He aquí una concepción realista de la unidad del hombre y de su responsabilidad. De ahí que su exhortación a los creyentes de Roma era la consigna para dedicarse por entero al servicio de Dios y de los demás como testimonio de la nueva vida en Cristo: “Así que no dejen que el pecado los gobierne, ni que los obligue a obedecer los malos deseos de su cuerpo. Ustedes ya han muerto al pecado, pero ahora han vuelto a vivir. Así que no dejen que el pecado los use para hacer lo malo. Más bien, entréguense a Dios, y hagan lo que a él le agrada” (6.12-13). La RVR 1960 habla de no presentar los “miembros (méle) al pecado como instrumentos de iniquidad”, sino más bien presentarse a sí mismos “como vivos de entre los muertos” y los miembros “como instrumentos de justicia” (vv. 13, 19).

Al estar dominados ya no por la ley, sino más bien por la gracia, cambia la percepción y el uso del cuerpo, que será el instrumento del servicio; los miembros son las partes del cuerpo que ahora deben canalizar todas sus energías al servicio de la justicia, palabra tan relevante para esta carta paulina. Pablo expresa la tensión de la opción cristiana “con la imagen más fuerte que tiene a mano y que sabe que va a impactar a sus lectores: la imagen de la esclavitud” (Biblia de Nuestro Pueblo), pues era muy probable que algunos cristianos de Roma fueran realmente esclavos. “Dos esclavitudes se presentan al cristiano como opción de vida: la esclavitud al pecado o la esclavitud a Cristo. El pecado conduce a sus esclavos a la muerte. Por el contrario, la ‘obediencia’ a Cristo –ya no habla de esclavitud– conduce a la salvación y por ella a la vida”.

La gracia ya había hecho de esos creyentes “servidores de la justicia”: “¿No sabéis que, si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?” (v. 16). Los seguidores de Jesús, subraya Pablo, ahora serían “siervos (doula) de la justicia” (v. 18). Ésa es la base para el testimonio cristiano, es decir, la evangelización continua mediante el servicio, siempre desinteresado, a los demás, pues el amor de Dios en Cristo debe compartirse permanentemente de esa manera, sirviendo.

Romanos 6.15-23, TLA

15 Alguien podría decir que, como ya no somos esclavos de la ley, sino que estamos al servicio del amor de Dios, podemos seguir pecando. Pero eso no es posible. 16 Ustedes saben que quien siempre obedece a una persona, llega a ser su esclavo. Nosotros podemos servir al pecado y morir, o bien obedecer a Dios y recibir su perdón. 17 Antes, ustedes eran esclavos del pecado. Pero gracias a Dios que obedecieron de todo corazón la enseñanza que se les dio. 18 Ahora ustedes se han librado del pecado, y están al servicio de Dios para hacer el bien.
19 Como a ustedes todavía les cuesta entender esto, se lo explico con palabras sencillas y bien conocidas. Antes ustedes eran esclavos del mal, y cometían pecados sexuales y toda clase de maldades. Pero ahora tienen que dedicarse completamente al servicio de Dios.
20 Cuando ustedes eran esclavos del pecado, no tenían que vivir como a Dios le agrada. 21 ¿Pero qué provecho sacaron? Tan sólo la vergüenza de vivir separados de Dios para siempre. 22 Sin embargo, ustedes ya no son esclavos del pecado. Ahora son servidores de Dios. Y esto sí que es bueno, pues el vivir sólo para Dios les asegura que tendrán la vida eterna. 23 Quien sólo vive para pecar, recibirá como castigo la muerte. Pero Dios nos regala la vida eterna por medio de Cristo Jesús, nuestro Señor.

domingo, 22 de abril de 2018

La iglesia, sierva de Dios y servidora de la humanidad, Pbro. Caleb Díaz López

22 de abril de 2018
Mateo 20.20-28

Introducción

Nuestro texto es por demás interesante. Una cosa importantísima a tomar en cuenta, es que este incidente extraño y triste, se presenta cuando Jesús va camino a Jerusalén, justo para enfrentar su muerte y resurrección. Sin más preámbulos vamos al desglose del pasaje. 



I. Petición de la madre de Santiago y de Juan. vv. 20, 21.
El relato no puede iniciar de forma más interesante, el acercamiento de Salomé a Jesús. Seguramente se habían puesto de acuerdo como familia para hacer esta petición a Jesús. Era una familia que amaba a Jesús, sin duda alguna. Salomé se acerca de manera reverente, postrándose ante Jesús. Entendiendo Jesús que quieren solicitarle algo, le pregunta: “¿Qué quieres? Ella le dijo: ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda”, ¡casi nada pidió la señora de Zebedeo! Al fin madre. ¡Qué no hace una madre por los hijos/as, hasta lo que no se debe hacer! “Ya la tentación había asediado antes a Jacobo y Juan. Juan Había prohibido a uno que echaba demonios, porque no iba con ellos, Mr. 9: 38. Y ambos querían solicitar que cayera fuego del cielo para que consumiera a unos samaritanos que se habían negado a recibir a Jesús, Lc. 9: 54” 



II. Respuesta de Jesús y reacción de los diez. vv. 22, 23.
Aun a pesar de la terrible lucha que tenía delante, sobrelleva con paciencia la debilidad de Salomé y sus hijos. Aún con todo y eso su respuesta fue la de un Rey grande, no reaccionó reprendiéndoles, sino con mesura les afirma: “No sabéis lo que pedís”, y en verdad no sabían lo que pedían. Para corregirlos los lleva a considerar sus sufrimientos a través de una pregunta: “Podéis beber del vaso que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado?”. La respuesta de ellos fue: “Podemos”. Jesús sólo confirma que pasarán por sufrimientos similares a los de él. Pocos años después Jacobo fue encarcelado por Herodes y matado a espada, Hch. 12: 1, 2. Pero desmiente su petición: “Pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado por mi Padre”. Cuando los otros diez supieron las pretensiones de Jacobo y de Juan, “se enojaron”, no había ni a cual irle, todos tenían las mismas pretensiones humanas.



III. El servicio: Característica del reino de Dios. v. 25-28.
Entonces Jesús tuvo que llamarles y explicarles los valores de su reino: “Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad”. “Las sentencias de Jesús son claras, incisivas, contundentes. En primer lugar, se destaca la crítica descarnada de Jesús hacia el poder, en este caso, el poder político de Roma” . “Los jefes políticos oprimen a las naciones, abusan de su autoridad. Se tornan autoritarios. Se corrompen con un uso indebido del poder” . Jesús maraca el contraste total de su reino, con una contundente afirmación, “Más entre vosotros no será así”. Destacan en v. 26 y 27, las palabras últimas “servidor” y “siervo”. Todo aquel que quiera ser grande en el reino de Dios debe iniciar por servir, en una labor de diaconía, y mayor aún debe estar dispuesto a ser esclavo de los demás. En el reino de Dios debemos aprender a pasar de ser dominadores, a ser diáconos, y mayor aún a ser esclavos. Jesús no puede cerrar de otra manera su enseñanza a Salomé e hijos, sino poniéndose como modelo de servicio, “como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”. El modelo de Jesús es a la inversa de los “grandes” y “poderosos” de su tiempo, Jesús va poner su vida en rescate por muchos. “Va a sacrificarse por amor y para la salvación de la humanidad. La vida del Siervo de Yavé es una vida de servicio total, integral, sacrificial. Es un servicio que llega a poner la vida por los demás” . 


Conclusión
Las iglesias de hoy debemos retomar en serio la pregunta de Jesús a María Salomé, “¿Qué quieres?”. ¿Qué queremos? ¿El poder por el poder? O ¿la grandeza mediante el servicio? O ¿La grandeza en el servicio? Debe ser esto último. Jesús en esa ocasión enseñó el significado más profundo de su vida, su misión y muerte: “para dar su vida en rescate por muchos”. Jesús en la parábola del buen samaritano, Lc. 10: 25, nos enseña que el servicio debe iniciar por los más cercanos, es decir, el prójimo, pueden ser los hijos/as, padre, madre, hermano/a. Niños/as, jóvenes, adultos y adultos mayores, debemos llevar una vida de servicio integral. Felicidades a todos/as en su XXXIII Aniversario. Amén.

sábado, 21 de abril de 2018

Letra 565, 22 de abril de 2018


LOS HOMBRES DEL MAESTRO (IX)
TOMÁS
Luis Arnaldich

Resultado de imagen para tomás, apóstolSu nombre figura por vez primera en la lista que dan los evangelios sinópticos de los doce apóstoles. Pero en el orden de su colocación se percibe una variante dictada por la modestia y humildad que caracterizan a San Mateo. Mientras Marcos y Lucas (Mc 3.18; Lc. 6.15) hablan de Mateo y Tomás, el primer evangelista invierte los términos, escribiendo: Tomás y Mateo, y para que el recuerdo de su pasada profesión le sirviera de ocasión para humillarse, añade a su nombre el epíteto del publicano (Mt 10.3).
El hecho de que un hombre se llamara Tomás debía extrañar a los lectores griegos del Evangelio, y de ahí que San Juan Evangelista, al mencionarle, añade: Llamado Dídimo, como si dijera: nombre que en griego corresponde a la palabra "Dídimo" (Jn 11.16; 21.2). Antes de los escritos del Nuevo Testamento no encontramos ningún individuo que lleve el nombre de Tomás, mientras que la palabra "Dídimo" como nombre propio figura en algunos papiros del siglo lll a. de Cristo originarios de Egipto. Se sabe que el término "Tomás" proviene de una raíz hebraica que significa duplicar, cuyo sentido aparece en el libro del Cantar de los Cantares (4.2; 6.6), en donde se habla de "crías mellizas o duplicadas". Esta aclaración hecha por el evangelista dio pie a que se formularan multitud de hipótesis encaminadas a identificar el otro mellizo.
Antiguas crónicas le asignan un hermano gemelo, llamado Eleazar o Eliezer; una hermana, con el nombre de Lydia o Lypsia. En las Actas apócrifas que llevan su nombre y en la Doctrina Apostolorum los mellizos son llamados Judas y Tomás, nombres que se repiten juntos en la historia del rey Abgaro, de Edesa (Eusebio, H. Eccl. 16).
Debía encontrarse Tomás atareado en su trabajo junto a las redes cuando oyó la invitación de Cristo, que le inducía a que le siguiera para transformarle en pescador de almas. Es de creer que, al oír la llamada de Jesús, lo abandonara todo y le siguiera, porque es muy probable que perteneciera él a aquel numeroso grupo de auténticos israelitas que sentían llamear en su corazón los ideales religiosos y mesiánicos, avivados por la esperanza de la llegada inminente del Mesías, que debía restablecer el reino de Israel. Por lo que nos deja adivinar el evangelio de San Juan, en las contadas ocasiones en que señala algún hecho o refiere algún diálogo en que interviene Santo Tomás, deducimos que nuestro apóstol era de modales poco refinados y amigo de soluciones tajantes, rápidas y expeditivas. Pero junto a esta brusquedad y rudeza tenía un corazón impresionable y sensible, demostrando repetidamente un amor extraordinario y una lealtad sin límites hacia su divino Maestro, que exteriorizaba con brutal franqueza. De ahí que, en justa correspondencia, profesara Jesús hacia él un afecto especial, como se lo demostró al aparecerse por segunda vez a sus apóstoles reunidos en el Cenáculo con el fin de quitar de los ojos de Tomás la venda de la incredulidad, que amenazaba cegarle, diciéndole en tono amistoso: "No hagas el incrédulo, que no te conviene".
De este amor y lealtad de Tomás hacia Cristo tenemos un fiel testimonio en su primera intervención que recuerda el Evangelio (Jn 11.1-16). Crecía la animosidad del judaísmo oficial contra Jesús, y se buscaba una ocasión propicia para quitarle silenciosamente de en medio. Todas estas maquinaciones conocíalas Jesús, y por ello, con el fin de ponerse al abrigo de toda asechanza, se retiró a la región de Perea. Conocían su paradero las hermanas de Lázaro, que le mandaron un recado con la noticia de que Lázaro, su hermano, estaba enfermo. A pesar de esta alarmante noticia permaneció Jesús dos días más en el lugar en que se hallaba: pasados los cuales dijo a sus discípulos: Vamos otra vez a Judea. La noticia desconcertó a los apóstoles, que recordaban el atentado que pocos días antes tuvo Jesús. Rabí —le dicen—, los judíos te buscan para apedrearte, y de nuevo vas allá? Cristo les responde que nada adverso sucederá en tanto que no llegue la hora decretada por el Padre, añadiendo: "Lázaro, nuestro amigo, está dormido, pero yo voy a despertarle". A estas palabras se acogen los discípulos con el fin de disuadirle del viaje a Judea. Sabían cuánta era la amistad que mediaba entre Jesús y la familia de Lázaro, y no dudaban de que, en caso de grave enfermedad, acudiría Jesús junto al lecho de su amigo. Pero, al anunciarles sin tapujos que Lázaro había muerto, callaron todos, consternados por la muerte de un amigo entrañable y por conjeturar que aquel triste desenlace empujaría a su Maestro a ir a Betania, situada junto a los muros de la ciudad de Jerusalén, donde, pocos días antes, los judíos juntaron piedras para apedrearles. Sólo Tomás rompió el silencio para increpar a sus compañeros de apostolado, reprochándoles implícitamente su cobardía y falta de fidelidad a su Maestro. "Vamos también nosotros a morir con Él", dijo Tomás. […]
Sus compañeros de apostolado, entusiasmados, contaron a Tomás que habían visto a Cristo, que le habían tocado y comido con Él. Tomás, en el fondo, quiere dar fe a su testimonio, pero responde con una negación fría a su narración entusiasta. No merece ni quiere sufrir la humillación de ser él el único del Colegio apostólico que no vea al Maestro resucitado, y de ahí sus protestas de que no creerá en lo que le dicen hasta que lo vea y toque él personalmente. Es curioso ver cómo cada vez sus exigencias van en aumento: quiere ver con sus propios ojos la señal o marca dejada por los golpes y tocar la herida. Si no veo en sus manos la señal de los clavos y meto mi dedo en el lugar de los clavos y mi mano en su costado, no creeré (Jn 20,25).
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EL CAMINAR DEL DISCÍPULO
DISCIPULADO Y SEGUIMIENTO DE JESÚS

EL SEGUIMIENTO Y LA CRUZ (III)
Dietrich Bonhoeffer

Resultado de imagen para bonhoeffer bustoEs impuesta a todo cristiano. El primer sufrimiento de Cristo que todos debemos experimentar es la llamada que nos invita a liberarnos de las ataduras de este mundo. Es la muerte del hombre viejo en su encuentro con Jesucristo. Quien entra en el camino del seguimiento se sitúa en la muerte de Jesús, transforma su vida en muerte; así sucede desde el principio. La cruz no es la meta terrible de una vida piadosa y feliz, sino que se encuentra al comienzo de la comunión con Jesús.
Toda llamada de Cristo conduce a la muerte. Bien sea porque debamos, como los primeros discípulos, dejar nuestra casa y nuestra profesión para seguirle, bien sea porque, como Lutero, debamos abandonar el claustro para volver al mundo, en ambos casos nos espera la misma muerte, la muerte en Jesucristo, la muerte de nuestro hombre viejo a la llamada de Jesucristo. Puesto que la llamada que Jesús dirige al joven rico le trae la muerte, puesto que no le es posible seguir más que en la medida en que ha muerto a su propia voluntad, puesto que todo mandamiento de Jesús nos ordena morir a todos nuestros deseos y apetitos, y puesto que no podemos querer nuestra propia muerte, es preciso que Jesús, en su palabra, sea nuestra vida y nuestra muerte.
La llamada al seguimiento de Jesús, el bautismo en nombre de Jesucristo, son muerte y vida. La llamada de Cristo, el bautismo, sitúan al cristiano en el combate diario contra el pecado y el demonio. Cada día, con sus tentaciones de la carne y del mundo, vuelca sobre el cristiano nuevos sufrimientos de Jesucristo. Las heridas que nos son infligidas en esta lucha, las cicatrices que el cristiano conserva de ella, son signos vivos de la comunidad con Cristo en la cruz. Pero hay otro sufrimiento, otra deshonra, que no es ahorrada a ningún cristiano. Es verdad que sólo el sufrimiento de Cristo es un sufrimiento reconciliador; pero como Cristo ha sufrido por causa del pecado del mundo, como todo el peso de la culpa ha caído sobre él, y como Jesús ha imputado el fruto de su sufrimiento a los que le siguen, la tentación y el pecado recaen también sobre el discípulo, le recubren de oprobio y le expulsan, igual que al macho cabrío expiatorio, fuera de las puertas de la ciudad.
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AARÓN SÁENZ GARZA: EL PROTESTANTE QUE PUDO SER PRESIDENTE DE MÉXICO

Comenzaremos con una afirmación abiertamente polémica: buena parte (sino es que la mayoría) de las iglesias evangélicas mexicanas de la actualidad desconoce la manera en que se ha relacionado su presencia con los acontecimientos históricos del pasado ya no tan reciente.
Ahora que, en tiempos electorales, se discute apasionadamente a qué confesión se adscribe el candidato que lleva la delantera en las preferencias, al parecer ha quedado en el olvido el episodio de Aarón Sáenz Garza (1891-1983), abogado, militar y diplomático de formación presbiteriana, quien en 1929 pudo haber sido el primer candidato presidencial por el naciente Partido Nacional Revolucionario (PNR), antecedente del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Luego de sus años iniciales, en 1911 “continuó sus estudios en la Escuela Nacional de Jurisprudencia y en 1913, inmediatamente después de los asesinatos de Madero y Pino Suárez, salió de México en busca de Carranza, ya convertido en el jefe de la Revolución Constitucionalista, quien lo envió a incorporarse a las fuerzas revolucionarias de Sonora, que pronto habrían de constituir el pie veterano del Cuerpo de Ejército del Noroeste”.
Con una larga carrera política posterior (embajador en Brasil, regente de la capital, ministro de Educación, Industria y Comercio, y de Relaciones Exteriores), siempre fiel a los principios emanados de la Revolución Mexicana, y en estrecha cercanía con los presidentes Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles (con quien incluso emparentó), fue derrotado en la histórica convención llevada a cabo en Querétaro entre  febrero y marzo 1929, por Pascual Ortiz Rubio, quien finalmente sería presidente (1930-1932), aunque sin terminar su periodo.
Así resume Raymundo Riva Palacio lo acontecido en aquella ocasión, trazando puentes con la situación presente: “La fortaleza de López Obrador en las preferencias electorales desafía la historia política de México. Desde 1929 no se había tenido un aspirante protestante a la presidencia, cuando el general Aarón Sáenz desafió a Pascual Ortiz Rubio —el “delfín” de Plutarco Elías Calles, quien ordenó la Guerra Cristera—, pero fue relegado por el propio Partido Nacional Revolucionario, precursor del PRI, por su inclinación religiosa”.
Y es que, efectivamente, una de las causas por las que Sáenz Garza no resultó electo candidato a la presidencia fue precisamente su adscripción religiosa: “Mientras estaba reunido el cónclave saencista, Gonzalo N. Santos [operador político de Plutarco Elías Calles] pronunció un atronador discurso en el que, quitándose por fin la careta, acusó a Sáenz de reaccionario y de ser obispo protestante”.
Otra reconstrucción de lo sucedido, que coincide en lo esencial, puede leerse en el libro El partido de la revolución institucionalizada. La formación del nuevo Estado en México (1928-1945), de Luis Javier Garrido (México, Siglo XXI, 1982). Miguel Ángel Granados Chapa se refiere a la enorme animadversión que le causaba esta filiación a José Vasconcelos (candidato católico de la oposición en 1929), quien lo calificaba despectivamente como “pocho”, “pastor” o “agringado”. (LC-O)

XXIII Aniversario, orden del culto


Boletín del XXIII Aniversario

XXIII Aniversario


sábado, 14 de abril de 2018

Letra 564, 15 de abril de 2018

LOS HOMBRES DEL MAESTRO (VIII)
BARTOLOMÉ
J. Prado González

Resultado de imagen para bartolome apostol mercabaNatanael era nativo de Caná de Galilea, próximo a Nazaret. Su nombre es evidentemente un patronímico, pues hace referencia explícita al nombre del padre. Se trata de un nombre de características probablemente arameas, "bar-Tôlmay", que significa "hijo de Talmay", "hijo del portador de agua".
No tenemos noticias importantes de Bartolomé. De hecho, su nombre aparece siempre y sólo dentro de las listas de los Doce y, por tanto, no es el protagonista de ninguna narración. Tradicionalmente es identificado con Natanael: un nombre que significa "Dios ha dado". Este Natanael era originario de Caná (cf Juan 21.2) y, por tanto, es posible que haya sido testigo de algún gran «signo» realizado por Jesús en aquel lugar (cf Juan 2.1-11).
La identificación de los dos personajes se debe probablemente al hecho de que Natanael, en la escena de la vocación narrada por el Evangelio de Juan, es colocado junto a Felipe, es decir, en el puesto que tiene Bartolomé en las listas de los apóstoles referidas por los demás Evangelios. A este Natanael, Felipe le había dicho que había encontrado a “ese del que escribió Moisés en la Ley, y también los profetas: Jesús el hijo de José, el de Nazaret” (Juan 1.45).
Como sabemos, Natanel le planteó un prejuicio de mucho peso: “¿De Nazaret puede haber cosa buena?” (Juan 1.46a). Esta expresión es importante para nosotros. Nos permite ver que, según las expectativas judías, el Mesías no podía proceder de un pueblo tan oscuro, como era el caso de Nazaret (cf. también Juan 7,42). Al mismo tiempo, sin embargo, muestra la libertad de Dios, que sorprende nuestras expectativas, manifestándose precisamente allí donde no nos lo esperamos. Por otra parte, sabemos que, en realidad, Jesús no era exclusivamente “de Nazaret”, sino que había nacido en Belén (cf. Mateo 2.1; Lucas 2.4). La objeción de Natanael, por tanto, no tenía valor, pues se fundamentaba, como sucede con frecuencia, en una información incompleta.
El caso de Natanael nos sugiere otra reflexión: en nuestra relación con Jesús, no tenemos que contentarnos sólo con las palabras. Felipe, en su respuesta, presenta a Natanael una invitación significativa: “Ven y lo verás” (Juan 1.46b). Nuestro conocimiento de Jesús tiene necesidad sobre todo de una experiencia viva: el testimonio de otra persona es ciertamente importante, pues normalmente toda nuestra vida cristiana comienza con el anuncio que nos llega por obra de uno o de varios testigos. Pero nosotros mismos tenemos que quedar involucrados personalmente en una relación íntima y profunda con Jesús.
Cuando Jesús ve que Natanael se acerca, exclama: “Ahí tienen a un israelita de verdad, en quien no hay engaño” (Juan 1.47). Se trata de un elogio que recuerda al texto de un Salmo: “Dichoso el hombre […] en cuyo espíritu no hay fraude” (Salmo 32,2), pero que suscita la curiosidad de Natanael, quien replica sorprendido: ”¿De dónde me conoces?” (Juan 1.48a). La respuesta de Jesús no se entiende en un primer momento. Le dice: “Antes de que Felipe te llamara, te vi cuando estabas debajo de la higuera” (Juan 1.48b).
Hoy es difícil darse cuenta con precisión del sentido de estas últimas palabras. Según dicen los especialistas, es posible que, dado que a veces se menciona a la higuera como el árbol bajo el que se sentaban los doctores de la Ley para leer la Biblia y enseñarla, está aludiendo a este tipo de ocupación desempeñada por Natanael en el momento de su llamada.
De todos modos, lo que más cuenta en la narración de Juan es la confesión de fe que al final profesa Natanael de manera límpida: “Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel” (Juan 1.49). Si bien no alcanza la intensidad de la confesión de Tomás con la que concluye el Evangelio de Juan: “¡Señor mío y Dios mío!” (Juan 20.28), la confesión de Natanael tiene la función de abrir el terreno al cuarto Evangelio. En ésta se ofrece un primer e importante paso en el camino de adhesión a Cristo. Las palabras de Natanael presentan un doble y complementario aspecto de la identidad de Jesús: es reconocido tanto por su relación especial con Dios Padre, del que es Hijo unigénito, como por su relación con el pueblo de Israel, de quien es llamado rey, atribución propia del Mesías esperado.
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EL CAMINAR DEL DISCÍPULO
DISCIPULADO Y SEGUIMIENTO DE JESÚS

EL SEGUIMIENTO Y LA CRUZ (II)
Dietrich Bonhoeffer

Resultado de imagen para bonhoeffer y la cruz“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo”. Lo que Pedro dijo al negar a Cristo —“No conozco a ese hombre”— es lo que debe decir de sí mismo el que le sigue. La negación de sí mismo no consiste en una multitud, por grande que sea, de actos aislados de mortificación o de ejercicios ascéticos; tampoco significa el suicidio, porque también en él puede imponerse la propia voluntad del hombre. Negarse a sí mismo es conocer sólo a Cristo, no a uno mismo; significa fijamos sólo en aquel que nos precede, no en el camino que nos resulta tan difícil. De nuevo la negación de sí mismo se expresa con las palabras: él va delante, mantente firmemente unido a él.
“Tome su cruz”. Jesús, por su gracia, ha preparado a los discípulos a escuchar estas palabras hablándoles primero de la negación de sí mismo. Si nos hemos olvidado realmente de nosotros mismos, si no nos conocemos ya, podemos estar dispuestos a llevar la cruz por amor a él. Si sólo le conocemos a él, no conocemos ya los dolores de nuestra cruz, sólo le vemos a él. Si Jesús no nos hubiese preparado con tanta amabilidad para escuchar esta palabra, no podríamos soportarla. Pero nos ha puesto en situación de percibir como una gracia incluso estas duras palabras, que llegan a nosotros en la alegría del seguimiento y nos consolidan en él.
La cruz no es el mal y el destino penoso, sino el sufrimiento que resulta para nosotros únicamente del hecho de estar vinculados a Jesús. La cruz no es un sufrimiento fortuito, sino necesario. La cruz es un sufrimiento vinculado no a la existencia natural, sino al hecho de ser cristianos. La cruz no es sólo y esencialmente sufrimiento, sino sufrir y ser rechazado; y estrictamente se trata de ser rechazado por amor a Jesucristo, y no a causa de cualquier otra conducta o de cualquier otra confesión de fe. Un cristianismo que no toma en serio el seguimiento, que ha hecho del Evangelio sólo un consuelo barato de la fe, y para el que la existencia natural y la cristiana se entremezclan indistintamente, entiende la cruz como un mal cotidiano, como la miseria y el miedo de nuestra vida natural.
Se olvidaba que la cruz siempre significa, simultáneamente, ser rechazado, que el oprobio del sufrimiento forma parte de la cruz. Ser rechazado, despreciado, abandonado por los hombres en el sufrimiento, como dice la queja incesante del salmista, es un signo esencial del sufrimiento de la cruz, imposible de comprender para un cristianismo que no sabe distinguir entre la existencia civil y la existencia cristiana. La cruz es con-sufrir con Cristo, es el sufrimiento de Cristo. Sólo la vinculación a Cristo, tal como se da en el seguimiento, se encuentra seriamente bajo la cruz.
“Tome su cruz”; está preparada desde el principio, sólo falta llevarla. Pero nadie piense que debe buscarse una cruz cualquiera, que debe buscar voluntariamente un sufrimiento, dice Jesús; cada uno tiene preparada su cruz, que Dios le destina y prepara a su medida. Debe llevar la parte de sufrimiento y de repulsa que le ha sido prescrita. La medida es diferente para cada uno. Dios honra a este con un gran sufrimiento, le concede la gracia del martirio, a otro no le permite que sea tentado por encima de sus fuerzas. Sin embargo, es la misma cruz.
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MARÍA MAGDALENA QUIERE SER INTENSA, PERO SE QUEDA EN UNA FLOJA REVISIÓN DEL MITO BÍBLICO (II)
Mikel Zorrilla

Resultado de imagen para maria magdalena peliculaMaría Magdalena desaprovecha todo su potencial
Lo que sí ayuda es a fortalecer la sensación de que ‘María Magdalena’ es una película que busca la intensidad en la que todos los recursos técnicos están al servicio de transmitir al espectador la importancia de lo que se nos está contando. Te creas o no que eso sucediera así realmente, es cierto que esta visión de la historia tiene mucho más fondo que la que se había difundido ampliamente hasta ahora, pero aquí eso se limita a contarlo de tal forma que nunca logra engancharte.
Tampoco ayuda que el resto del reparto pase desapercibido en líneas generales y que no tarde en dar la sensación de que Joaquin Phoenix queda demasiado en segundo plano, Su actuación es sobria y encaja bien con el enfoque buscado por la película, pero somos tan conscientes de que puede dar mucho más de sí que su Jesucristo nos sabe a demasiado poco.
Por lo demás, Davis opta por un tono buscando el realismo emocional en el que su trabajo visual se queda sensiblemente por debajo de los juegos que planteaba en Lion. Por desgracia, aquí se necesitaba un mayor empuje para que la película despegase más allá de por la aparente importancia de lo que nos está contando. Sí, hacía falta una película que diera una imagen más certera de María Magdalena, pero la intensidad mal entendida de la que nos ocupa dista mucho de ser memorable.
En definitiva, María Magdalena hace justicia ofreciendo una visión más apropiada de su protagonista, pero nunca llega a plantear nada interesante más allá del hecho de estar contando una historia “inédita” hasta ahora en el cine. Ni su director sabe cómo sacar partido al enfoque planteado ni Rooney Mara logra exprimir la intensidad que caracteriza a la película. No llega a ser mala, pero estoy convencido de que en un par de semanas apenas recordaré cosas concretas de ella.
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Apocalipsis 1.9, L. Cervantes-O.

29 de agosto, 2021   Yo, Juan, soy su hermano en Cristo, pues ustedes y yo confiamos en él. Y por confiar en él, pertenezco al reino de Di...