sábado, 25 de agosto de 2018

Letra 583, 26 de agosto de 2018


LAS DISCÍPULAS DE JESÚS (XI)
Ana María Tepedino

En memoria de ella
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Según Elisabeth Schüssler Fiorenza, Marcos presenta tres grandes figuras en su evangelio: Pedro, Judas y la mujer anónima que ungió a Jesús. Causa asombro que el nombre de quien traicionó a Jesús sea conocido mientras que el nombre de la fiel discípula se haya olvidado. Es probable que la razón estribe en que era mujer.
Lo que ella hizo debió ser importante para que la comunidad de Jesús haya conservado esa frase. Y esta afirmación atestigua la importancia concedida a la mujer y a su acción en la proclamación primitiva.
Los especialistas consideran histórico el relato de la unción. En realidad, no es posible que tal tradición relativa a una mujer pudiera surgir en la comunidad cristiana sin una firme base histórica.
En su comentario, Taylor afirma que es peculiar de Marcos la unción en la cabeza como señal de dignidad real. El autor comprueba que Jesús alaba la buena obra de la mujer, censura a los que la critican y declara que la unción tiene relación con la muerte. Continúa diciendo que el texto encierra también una profecía: "En cualquier parte del mundo donde se pregone la buena noticia se recordará también en su honor lo que ha hecho ella" (Mr 14.9). Parece raro que una afirmación tan especial no le suscite más que esta información: “Encuentro discutible que se vea aquí algo más que el esbozo de una predicación de que la obra de la mujer se recordaría continuamente”, y termina diciendo: “No hay nada más que decir, pues el relato ya ha alcanzado su cumbre natural”. Nos parece una clara reducción de la importancia del texto pues, como veremos a continuación, esta frase es bastante reveladora.
Los profetas ungían en la cabeza cuando entronizaban a los reyes. Por tanto, el acto efectuado por la discípula anónima es una acción-señal profética, reconociendo a Jesús como Mesías. Al seguir a Jesús, al convivir con él, al observar su forma de actuar y al escuchar sus palabras, las mujeres van descubriendo su identidad y lo reconocen como el Mesías esperado.
Con su sensibilidad e intuición, son las primeras en reconocerlo y, tímida, simbólicamente, lo proclama ungiéndolo en la cabeza, como se les hacía a los reyes. El reconocimiento de Jesús y su proclamación como Mesías convierten a esta mujer anónima en paradigma del auténtico discípulo que sabe quién es aquél a quien sigue.
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DIOS SE HA REVELADO A SÍ MISMO EN LA BIBLIA
Taller congregacional

1 Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, 2 en estos últimos días nos ha hablado por el Hijo, a quien estableció como heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; 3 el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, 4 hecho muy superior a los ángeles, porque heredó más grande nombre que ellos.
Hebreos 1.1-14, RVR 1960 modificada

¿Quién es Dios en cada libro de la Biblia?
Pentateuco
Génesis _____________________
Éxodo _____________________         
Levítico _____________________
Números _____________________
Deuteronomio _____________________

Libros históricos
Josué _____________________ 
Jueces _____________________
Ruth _____________________             
I-II Samuel _____________________
I-II Reyes _____________________ 
I-II Crónicas _____________________
Esdras _____________________ 
Nehemías _____________________
Ester _____________________

Libros poéticos y sapienciales
Job  ___________________
Salmos __________________
Proverbios _____________________
Eclesiastés _____________________
Cantares _____________________
Lamentaciones _____________________

Libros proféticos
Isaías _____________________
Jeremías _____________________
Ezequiel _____________________
Daniel _____________________
Oseas ____________________
Joel _____________________
Amós _____________________             
Abdías _____________________
Jonás _____________________              
Miqueas _____________________
Nahum _____________________          
Habacuc _____________________
Sofonías _____________________       
Hageo _____________________
Zacarías _____________________       
Malaquías _____________________

Evangelios
Mateo _____________________
Marcos _____________________
Lucas _____________________           
Juan _____________________

Hechos de los Apóstoles _____________________

Cartas de Pablo
Romanos _____________________
I-II Corintios _____________________
Gálatas _____________________         
Efesios _____________________
Filipenses _____________________   
Colosenses _____________________
I-II Tesalonicenses ___________________ 
I-II Timoteo _____________________
Tito _____________________                
Filemón _____________________

Cartas apostólicas
Hebreos ___________________
Santiago ___________________
I-II Pedro _____________________ 
I-III Juan _____________________
Judas _____________________

Apocalipsis _____________________

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EL CAMINAR DEL DISCÍPULO
DISCIPULADO Y SEGUIMIENTO DE JESÚS
Dietrich Bonhoeffer

Donde la obediencia sencilla es eliminada fundamentalmente, se introduce un principio no evangélico de la Escritura. Entonces el presupuesto para comprender la Escritura consiste en disponer de una llave que sirva para esta comprensión. Pero esta llave no es ya el mismo Cristo vivo, que juzga y da la gracia, ni su uso depende sólo del Espíritu santo vivificador, sino que la llave de la Escritura resulta ser una doctrina general de la gracia, de la que nosotros mismos podemos disponer.
El problema del seguimiento también aparece aquí como un problema hermenéutico (interpretativo). Toda hermenéutica evangélica debe saber claramente que no podemos identificarnos inmediatamente, sin más ni más, con los que han sido llamados por Jesús; más bien, los que han sido llamados en la Escritura toman parte en la palabra de Dios y, con ello, en la predicación del Evangelio. En la predicación no oímos solamente la respuesta de Jesús a la pregunta de un discípulo, pregunta que podría ser la nuestra, sino que pregunta y respuesta, ambas juntas, son objeto de la predicación en cuanto palabra de la Escritura.
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UN PREFACIO A LA BIBLIA HEBREA (II)
George Steiner

Resultado de imagen para steiner prefacioEl corpus bíblico, cuya densidad y fuerza de gravedad son, en nuestra civilización, casi inconmensurables, se halla en el centro de una galaxia de comentarios e interpretaciones en la cual cada momento de traducción es en sí mismo un movimiento interpretativo. Este material secundario tiene un gran peso, literalmente, sobre cada palabra, frase, versículo, capítulo y libro.
En ciertas tradiciones del judaísmo, tiene peso sobre cada letra concreta. Hay hombres y, más recientemente, mujeres que han dedicado toda una vida de estudio a un único extracto bíblico: a los primeros capítulos del Génesis, a las prescripciones rituales del Levítico, a los denominados Salmos davídicos, a la inabarcable vastedad de Isaías o Job, a Romanos 9-13, o a los enigmas del Apocalipsis.
Durante siglos ha habido encarnizadas discusiones, cuyas consecuencias han incidido en la historia social y política de Occidente, como en el caso de la Reforma, sobre la verdadera interpretación de esta o aquella máxima paulina, de tal o cual giro idiomático en Isaías. Se han llevado a cabo matanzas y se han asolado ciudades a partir de disputas acerca de la enunciación del sacramento del bautismo o de admoniciones sobre la posesión de propiedades privadas por parte de la iglesia en los Evangelios o en los Hechos de los Apóstoles. […]
Ningún exegeta ni estudioso, ningún grupo de filólogos o teólogos filósofos puede preciarse de dominar la literatura secundaria relevante. Una estimación reciente establece en más de trescientos el número de revistas, boletines o actas de estudios bíblicos publicados de manera regular en unas cuarenta lenguas. “La confección de libros no tiene fin”. Infinidad de volúmenes de comentarios, glosarios y marginalia sobre la Torá (los cinco Libros de Moisés) componen la herencia orgánica del judaísmo. Los comentarios a los comentarios de comentarios se entretejen en una madeja viva e ininterrumpida que se remonta, muy posiblemente, al siglo II o III a.C. El cristianismo es heredero directo de este diálogo múltiple con el texto bíblico. Una gran parte de los escritos de Pablo son, por decirlo así, una glosa hermenéutica, interpretativa, sobre lo que se ha transmitido de los dichos y gestos de Jesús. […]

Actividades y avisos


OREMOS POR LAS PRÓXIMAS ACTIVIDADES DE LA IGLESIA

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CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes 28 de agosto, 19 hrs.
Modera: A.I. Lauro Adame B.

Llamamiento: Salmo 119.169-176
Oración de ofrecimiento
Himno: “Fija tus ojos en Cristo” (588)
Círculo de oración y testimonios
Lectura bíblica: Daniel 2.14-33
Tema: El arte interpretativo de Daniel
Himno: “Eres mi protector” (322)
Ofertorio
Bendición pastoral


INTERVENCIÓN Y VISIÓN DE DANIEL
José Héctor Lüdy

L
a sección anterior se cerraba con la constatación de la impotencia del rey para conseguir la interpretación verdadera de su sueño, el reconocimiento hecho por los astrólogos de la incapacidad de la sabiduría humana para dar a conocer la cuestión planteada por el rey y el reconocimiento de que solamente una intervención divina podría resolver dicha cuestión.

En la perspectiva del libro de Daniel, la voluntad misericordiosa de Dios lo revelará a sus fieles y, a través de ellos, al rey. Dn 2.14-16: Daniel consigue que el rey retarde la ejecución de su orden. A partir de Dn 2.14 y hasta Dn 2.24 se destaca la actuación de Daniel, su iniciativa y su fe en medio de una situación que ya parece irreversible. De nuevo Daniel convence a un funcionario real y logra hacerse escuchar aún cuando todo ya parece determinado y resuelto.

La determinación de Daniel de dar al rey la interpretación no significa tentar a Dios como lo prueba el recurso posterior a la súplica. Busca ganar tiempo. Se supone que daría también una exposición del sueño. Daniel se asombra de la severidad de la orden del rey. Quizás la enseñanza del libro de Daniel es que frente a las determinaciones severas y tajantes de los poderosos de este mundo se debe implorar la misericordia del Dios del cielo (Dn 2.18). No es la voluntad del rey ni su determinación la que resolverá el problema.

Sorprendentemente Daniel obtiene un tiempo para dar respuesta a la cuestión planteada por el rey, cosa que no habían obtenido los magos. Estos buscaban hacer tiempo para seguir sustentando su discurso mentiroso.

Daniel busca tiempo para dar lugar a que Dios hable. Sin decirlo expresamente, se manifiesta en esto una providencia del Dios de Israel respecto de sus fieles que no desesperan o se resignan ante una orden despiadada y consiguen de este modo ser escuchados por sus dominadores.

Para Daniel la cuestión planteada por el rey no es difícil ni insoluble como lo era para los astrólogos; percibe claramente que el asunto le debe ser revelado por la misericordia de Dios pues se trata de un misterio. El libro de Daniel enseña así que Dios revela este misterio a quienes se lo piden con fe, confiando sus vidas en sus manos.
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES

3 – Santa Cena / Consistorio

Una Palabra eterna, consoladora y eficaz, L. Cervantes-O.

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26 de agosto, 2018

Grita que la hierba se seca,
y las flores se marchitan,
cuando Dios lanza sobre ellas
el viento del desierto.
En cambio, la palabra de Dios
permanece para siempre.
Isaías 40.7-8, Traducción en Lenguaje Actual

Un pueblo se encuentra exiliado después de múltiples experiencias dolorosas. Una voz clama en medio del desierto para anunciar esperanza, a pesar de los signos en contra. Predicar en el desierto es una labor poco halagüeña y escasamente esperanzadora, pero, al mismo tiempo, el contraste sirve para mostrar la insistencia divina para transformar las situaciones críticas. La misma frase utilizará el Nuevo Testamento para referirse a la actividad precursora de Juan Bautista (Mr 1.3). “La esperanza del retorno ha ido tomando forma, va cobrando intensidad. ¿Qué voz es ésa? ¿De quién se trata? Podría ser la del […] profeta; sin embargo, ha quedado así, imprecisa” (Biblia de Nuestro Pueblo). El texto bíblico va a hacer un profundo contraste entre la fugacidad de la vida humana (y la de una nación) y la eternidad de la palabra divina. La segunda parte del libro de Isaías rompe radicalmente con el pesimismo de la primera (caps. 1-39) y lanza un mensaje desafiante basado en una palabra crucial para el momento que se vivía: “¡Consuelen a mi pueblo! ¡Denle ánimo!” (v. 1). El consuelo eran la gran urgencia colectiva, por encima de todas las demás. “La alegría más grande para los desterrados es saber que Dios mismo está preparando el regreso, que Él mismo allana el camino”. En otras palabras, la liberación era posible, a pesar de todo.

Es muy importante tener en cuenta que todo esto es promovido por la predicación profética, pero más importante es considerar que “esa actividad profética está siempre sujeta a la Palabra, es Dios quien inspira la Palabra y la respalda (9s), de lo contrario se hablará de ‘palabras de un profeta’ que se marchitan y se secan. Sólo la Palabra de Dios subsiste por siempre” (énfasis agregado). Hoy que estamos inundados de palabras, ¿cuál de todas es la Palabra de Dios?”. Ésta es una pregunta fundamental para acceder a un auténtico discernimiento bíblico y profético. Ni todo lo que se anuncia es bíblico, ni todo es profético: bíblico puede serlo todo en apariencia, hasta el apoyo a gobiernos criminales (como el del actual Israel, que pretende justificar su actuación con referencias a la Biblia Hebrea). Menos aún es profético, cuando se contradicen abiertamente los grandes principios libertarios que han dado lugar, por ejemplo, a la defensa de los derechos humanos (la gran tradición al respecto arranca desde el mismísimo Génesis, con Agar, Ismael y Tamar).

La permanencia de la Palabra divina es una realidad dinámica que está más allá de la perspectiva dogmática que tiende a colocarla en un horizonte casi mágico, propio de otras prácticas religiosas. Cuando se insiste tanto en la llamada inerrancia y en la supuesta intocabilidad del texto sagrado, se corre el riesgo de alejarse de la forma tan intensa en que el mensaje divino se entretejió con los acontecimientos contradictorios que vivió el pueblo de Dios. En ese sentido se aplican las palabras de José S. Croatto: “La lectura […] que corresponde mejor al texto y su contexto de producción considera a este profeta como un reconstructor utópico ‘de Israel’, sacándolo de en medio de las naciones, donde vive desmembrado y sin identidad”.[1] El mismo autor afirma que este profeta escribió “desde la nada, desde el sufrimiento”, no desde la superioridad de una fe separada de la historia. Es en medio de los conflictos de la historia humana que la permanencia de la Palabra divina alcanza su dimensión más grande.

La afirmación persistente de las metáforas carne = hierba, flores que se marchitan (v. 7) acentúa el abismo existente entre la vida humana efímera y la eternidad de la Palabra divina: “Dios se presenta en su aliento y en su palabra: aliento que vivifica y también abrasa, palabra que permanece y se cumple”.[2] Esa Palabra será la base para la reconstrucción espiritual del pueblo, ya libre de las estructuras políticas e ideológicas que ocasionaron la desaparición de la nación debido a la opresión, la desobediencia de los gobernantes y la indiferencia del pueblo. Isaías 40.11 utiliza la imagen pastoril —típica de las tierras bíblicas— y la aplica al mismo Dios, que no simplemente promete el retorno por medio del profeta, sino que Él mismo lo realiza y acompaña. La imagen del pastor y su rebaño ha sido fuente de inspiración para otros profetas (cf. Jr 23.1-6; Ez 34), y en el Nuevo Testamento Jesús mismo la utiliza (Mt 18.12-14 par.) y se la aplica a sí mismo (Jn 10.11-18).

La Palabra de Dios es eterna, está llena de palabras de consuelo sumamente eficaces para ayudarnos a plantear la problemática humana y abrir posibilidades para su resolución. Tal como lo ha resumido el exegeta anglicano C.H. Dodd (1884-1973):

La Iglesia nos la presenta como revelación de Dios; no, ciertamente como una especie de enciclopedia donde basta echar mano de un capítulo y versículo para zanjar inmediatamente los problemas. Por el contrario, la Biblia nos hace tomar conciencia de la profundidad y alcance de nuestro problema, enraizada como está en el pasado remoto, pero todavía viviente. Nos sumerge en la corriente de la historia, en una parte de su curso particularmente significativa. Nos hace presentes una serie de acontecimientos cruciales a través de los cuales la corriente se abrió al canal por el que nos sigue arrastrando: acontecimientos como la vocación de Abraham, el éxodo y la donación de la Ley, el destierro y el retorno de los judíos, y el punto culminante de todo el drama consignado en los evangelios, que […] lo domina e interpreta totalmente. Es historia del mismo material que nuestra historia contemporánea, del mismo material que nuestra experiencia personal de los acontecimientos diarios. Pero se nos presenta de tal manera que aparece llena de significado, a diferencia de nuestras vidas y de nuestra historia contemporánea, al menos tal como las vemos. La historia bíblica está llena de significado porque se refiere en cada punto a la realidad fundamental que se halla detrás de toda historia y de toda experiencia humana, esto es, el Dios vivo en su reino, y porque avanza hacia un punto culminante en el que el reino de Dios vino a los hombres con un efecto definitivo.[3]




[1] José Severino Croatto, “El Déutero-Isaías, profeta de la utopía”, en RIBLA, núm. 24, 1997, p. 35, http://claiweb.org/index.php/miembros-2/revistas-2/17-ribla.
[2] Luis Alonso Schökel y José Luis Sicre Díaz, Profetas. I. Madrid, Cristiandad, 1980, p. 279.
[3] C.H. Dodd, La Biblia y el hombre de hoy. Madrid, Cristiandad, 1973, p. 27. Énfasis agregado.

Isaías 40.1-8 / Hebreos 1.1-4

40 Dios dijo:
"¡Consuelen a mi pueblo!
¡Denle ánimo!
Hablen con mucho cariño
a los habitantes de Jerusalén,
y anúncienles de mi parte
que ya han dejado de ser esclavos.
Ya les hice pagar por sus pecados,
y el castigo que han recibido
es más que suficiente".

3 Isaías anunció:
"Preparen para Dios
un camino en el desierto.
Rellenen todos los valles
y conviertan en llanura
la región montañosa.
Entonces Dios mostrará su poder
y lo verá la humanidad entera.
Dios así lo ha dicho.

6 Alguien me ordenó que gritara,

y yo pregunté: “¿Qué debo gritar?”.
Entonces escuché:
“Grita que todo ser humano
es como la hierba
y como las flores del campo.
Grita que la hierba se seca,
y las flores se marchitan,
cuando Dios lanza sobre ellas
el viento del desierto.
En cambio, la palabra de Dios
permanece para siempre”.

***

 Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;
el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,
hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos.

domingo, 19 de agosto de 2018

Letra 582, 19 de agosto de 2018


LAS DISCÍPULAS DE JESÚS (X)
Ana María Tepedino

María Magdalena: testigo de primera hora
Imagen relacionadaMaría Magdalena parece haber desempeñado un papel prominente entre los discípulos de Jesús: Es la única mujer citada por los cuatro evangelistas en primer lugar, acompaña a Jesús desde el inicio de su misión (cf. Lc 8.3), es la primera que reconoce la visión del Señor resucitado (cf. Jn 20.11-18).
Brown, al comentar la aparición a María Magdalena, argumenta a favor de la antigüedad del relato, diciendo que la primacía que todos los evangelistas le otorgan entre las mujeres seguidoras de Jesús siempre que las relacionan, se debe a que ella fue la primera que vio a Jesús resucitado. Continúa diciendo que Juan y el apéndice de Marcos son más correctos que Mateo, al ponerla como única testigo de la cristofanía.
En Marcos, aparece acompañada por María, madre de Santiago, y por Salomé. En Mateo, aparece acompañada por la otra María. En Lucas, por una cierta María, además de Juana y otras mujeres. En Juan y en la conclusión posterior de Marcos aparece sola.
También los evangelios apócrifos de los siglos III y IV, los evangelios de Tomás, Pistis Sofia, el evangelio de Felipe, el diálogo del Salvador, el evangelio de Pedro, el evangelio de María Magdalena (textos encontrados en Nag Hammadi, en Egipto, en 1945) se refieren a ella como a quien ejerce un papel de liderazgo en la comunidad primitiva.
“El apócrifo evangelio de Pedro, en el número 51, recuerda que María Magdalena llevó a mujeres amigas al sepulcro. Siempre se la menciona en primer lugar. En el número 50, se le llama discípula (mathetes). En el evangelio de Felipe y en el diálogo del Salvador se la presenta como "portadora de la Revelación y encarnación de la Sabiduría, como a la mujer que conoce el universo”.
Aunque de forma distinta, todos los evangelistas la presentan en la misión: mientras en Lucas y en la conclusión posterior de Marcos (cf. 16.1-8) anuncia a los discípulos estrictamente lo que presenció, en Marcos y en Mateo recibe del ángel con otras mujeres el encargo de anunciar la Resurrección a los discípulos y en Juan recibe el mandato del mismo Cristo resucitado.
No obstante, ¿cómo presentan a María Magdalena? Lucas 8.2 la presenta entre las mujeres que acompañaban a Jesús desde Galilea: “María, de la ciudad de Magdala (en la parte nordeste del lago de Galilea, aproximadamente a siete millas al sudeste de Cafarnaúm)”, mujer de la que Jesús había expulsado siete demonios.
Cuando el evangelio habla de la posesión diabólica, normalmente se refiere a una enfermedad mental, probablemente epilepsia. Por tanto, se nos dice que sufría una enfermedad mental. No se la caracteriza como pecadora, sino como alguien que experimentó en su propia vida el poder liberador sin límites del Reino.
El número “siete” significa simbólicamente plenitud. En este caso, la mención de los siete demonios expulsados quiere decir que quedó curada por completo, convirtiéndose en una persona sana e integrada, que podía participar en la sociedad. La enfermedad significaba la muerte, pues impedía a la persona participar activamente en la sociedad, de la que se la excluía y marginaba. Si esto era cierto en relación con la ceguera, la mudez, sordera, mucho más con la epilepsia, considerada como posesión diabólica. Se la marginaba por partida doble, por ser mujer y por estar enferma. Jesús la cura, dándole, por tanto, la salvación. Ella comenzó a seguirlo, como muchas otras mujeres curadas.
Elisabeth Moltmann llama la atención sobre el hecho de que no se conoce ningún caso de curación de un discípulo varón precedente a su vocación. Eran llamados para que dejasen su servicio y comenzaran una vida itinerante como discípulos de Jesús. Se ha dicho siempre que el evangelio no relata ninguna vocación de mujer y que, por eso, no puede tenérselas como “apóstoles”, como “discípulas”. Como ya señalamos en la primera parte de este capítulo, parece que no necesitaban una vocación explícita, sino que seguían espontáneamente a Jesús (llevando consigo incluso sus bienes, como dice Lucas a propósito de María Magdalena, Juana y Susana), ya que encontraban en él la fuerza que les devolvía la dignidad de seres humanos, porque las trataba igual que a los hombres y porque, a través de la extraordinaria experiencia de la igualdad, se convertían realmente en personas humanas. La relación de subordinación, de dependencia, de pasividad adormece a las personas deshumanizándolas, mientras que las relaciones igualitarias, personalizadoras, las curan y hacen eclosionar las potencialidades ocultas de todos los seres humanos.
E. Schüssler Fiorenza comenta que el evangelio dice que María Magdalena servía a Jesús igual que “él vino a dar la vida y a servir” (cf. Hch 3.13, 26; 4.27-30). Su ser está penetrado por este estado del discípulo; nunca se dice de los discípulos varones que sirvieran a Jesús como Jesús les había servido.
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EL CAMINAR DEL DISCÍPULO
DISCIPULADO Y SEGUIMIENTO DE JESÚS
Dietrich Bonhoeffer

La comprensión paradójica de los mandamientos está justificada desde un punto de vista cristiano, pero nunca puede conducir a la supresión de una interpretación sencilla de los mandamientos. Al contrario, sólo está justificada y es posible para el que, en un punto cualquiera de su vida, ha intentado ya seriamente la experiencia de comprender las cosas con sencillez y, así, se halla en comunión con Jesús, le sigue y espera el fin.
Comprender la llamada de Jesús paradójicamente es la posibilidad más dificil de todas, una posibilidad realmente imposible en el plano humano. Por eso corre el peligro continuo de transformarse en lo contrario, de convertirse en una escapatoria fácil, en una huida de la obediencia concreta. Quien no sabe que le sería infinitamente más fácil comprender de forma sencilla el mandamiento de Jesús, obedecerlo a la letra -por ejemplo, abandonando realmente todos sus bienes en lugar de conservarlos- no tiene derecho a interpretar paradójicamente la palabra de Jesús. Por tanto, esta interpretación paradójica del mandamiento de Jesús siempre debe incluir la comprensión literal.
La llamada concreta de Jesús y la obediencia sencilla tienen un sentido irrevocable. Jesús llama con ellas a una situación concreta en la que es posible creer en él; si llama tan concretamente y desea que se le comprenda de este modo es porque sabe que el hombre sólo se vuelve libre para la fe en la obediencia concreta.
Donde la obediencia sencilla es eliminada fundamentalmente, la gracia cara del llamamiento de Jesús se transforma de nuevo en gracia barata de la autojustificación. Con esto se proclama también una ley falsa, que cierra los oídos a la llamada concreta de Cristo. Esta falsa leyes la ley del mundo, a la que corresponde y se opone la ley de la gracia. El mundo no es el que ha sido superado en Cristo y al que hay que vencer de nuevo cada día en comunión con él, sino que se ha convertido en una ley rigurosa e intangible.
La gracia, por su parte, no es ya el don de Dios por el que somos arrancados del pecado y situados en la obediencia a Cristo, sino una ley divina general, un principio divino cuya aplicación sólo depende del caso particular. El combate sistemático contra «el legalismo» de la obediencia sencilla resulta ser la más peligrosa de las leyes: la ley del mundo y la ley de la gracia. El combate sistemático contra el legalismo es el mayor legalismo de todos. No se puede triunfar del legalismo más que obedeciendo realmente a la llamada de Jesús al seguimiento, en el que Jesús mismo cumple y abroga la ley.
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UN PREFACIO A LA BIBLIA HEBREA (Fragmento)
George Steiner

Resultado de imagen para george steinerLo que tienen ustedes en la mano no es un libro. Es el libro. Esto es, desde luego, lo que significa “Biblia”. Es el libro que define, y no sólo en el ámbito occidental, la noción misma de texto.
Todos nuestros demás libros, por diferentes que sean en materia o método, guardan relación, aunque sea indirectamente, con este libro de libros. Guardan relación con los hechos de un discurso articulado, de un texto dirigido al lector, con la confianza en unos medios léxicos, gramaticales y semánticos, que la Biblia origina y despliega en un nivel y con una prodigalidad no superados desde entonces.
Todos los demás libros, ya sean historias, narraciones imaginarias, códigos legales, tratados morales, poemas líricos, diálogos dramáticos, meditaciones teológico-filosóficas, son como chispas, muchas veces desde luego lejanas, que un soplo incesante levanta de un fuego central.
En Occidente, pero también en otras partes del planeta donde el “Buen Libro” ha sido introducido, la Biblia determina, en buena medida, nuestra identidad histórica y social. Proporciona a la conciencia los instrumentos, a menudo implícitos, para la remembranza y la cita. Hasta la época moderna, estos instrumentos estaban tan profundamente grabados en nuestra mentalidad, incluso –tal vez especialmente– entre gentes no alfabetizadas o pre-alfabetizadas, que la referencia bíblica hacía las veces de autorreferencia, de pasaporte en el viaje hacia el ser interior de la persona.
Las Escrituras eran (para muchos lo son todavía) una presencia en acción, tanto universal como singular, compartida por todos y de la mayor intimidad. No hay otro libro como éste; todos los demás están habitados por el murmullo de ese manantial lejano (hoy en día, los astrofísicos hablan del “ruido de fondo” de la creación). Según los cálculos más recientes, el Antiguo y el Nuevo Testamento han sido traducidos, completos o en sustanciales selecciones, a dos mil diez lenguas distintas. El proceso de traducción y retraducción ha sido continuo durante más de dos milenios.
Los textos bíblicos han sido transmitidos por todos los medios y notaciones concebibles: de los rollos de papiro a los discos compactos, de los infolios monumentales a la miniaturización de salmos u oraciones en cabezas de alfiler. La crónica de la imprenta, del diseño de caracteres, gira en torno a las ediciones de la Biblia, de Gutenberg en adelante.
Pero la Sagrada Escritura está también disponible en braille y en el lenguaje de signos para sordos. No hay biblioteca, por extensa que sea, que comprenda la totalidad de las Biblias y Evangelios hablados, escritos, impresos.
Parece evidente que la Santa Biblia –pero ¿qué significa ese epíteto?– es el acto lingüístico más publicado y difundido sobre la faz de la tierra.

Apocalipsis 1.9, L. Cervantes-O.

29 de agosto, 2021   Yo, Juan, soy su hermano en Cristo, pues ustedes y yo confiamos en él. Y por confiar en él, pertenezco al reino de Di...