viernes, 26 de marzo de 2021

"¡Cuidado! No se dejen engañar", Pbra. M.D. Amparo Lerín Cruz


31 de marzo de 2021 

El evangelio de Mateo se escribió en medio de la preocupación por el momento delicado que vivía la comunidad nacida en el seno del judaísmo que deseaba conservar sus raíces, pero con una actitud de apertura decidida hacia los gentiles, posiblemente podemos ubicar a esta comunidad en Antioquía de Siria, con dificultades para creer y para perseverar en la espera. El Templo (24.1) es el motivo inicial del discurso. De ahí parten las dos profecías: la primera sobre el lugar sagrado (24.2) y la segunda, sobre los falsos mesías. 

I. “No quedará piedra sobre piedra”

 

¿Ven ustedes todo esto? Pues les aseguro que aquí no va a quedar ni una piedra sobre otra. Todo será destruido. (Mt 24.2, DHH) 

El libro VI de la Guerra Judaica escrita por F. Josefo describe con detalles la destrucción de Jerusalén, en el año 70 d.C.

 

Así pues, los acontecimientos de Jerusalén iban de mal en peor cada vez, los sediciosos se encolerizaban más y más en medio de las calamidades, y ya el hambre los devoraba también a ellos después del pueblo. La multitud de cadáveres amontonados por toda la ciudad era espantosa a la vista y despedía un hedor pestilencial, además de ser un obstáculo para las salidas de los combatientes; porque estos, como gente habituada a la inmensa carnicería del campo de batalla, se veían precisados a marchar, pisando los cadáveres (VI,1,1-2).

 

Tito se retiró entonces a la Antonia, resuelto a dar el asalto con todas sus fuerzas al día siguiente, al amanecer, embistiendo el santuario por todos lados. Este estaba realmente condenado al fuego de Dios desde hacía mucho; pero en la sucesión de los tiempos había llegado el día fatal,… en el que también en el pasado había sido incendiado el templo por el rey de los babilonios... En esto, uno de los soldados, sin esperar orden alguna ni abrigar temor por semejante empresa, sino más bien movido por un cierto impulso sobrenatural, toma un poco de leña encendida y arroja fuego dentro de una ventana dorada... Al levantarse las llamas, los judíos lanzaron un grito digno del acontecimiento y, todos a una, corrieron en su defensa, sin mirar ya por su vida ni ahorrar sus fuerzas, puesto que iba a desaparecer lo que anteriormente había sido el objeto de su máxima vigilancia... (VI,4,5). 

Todo indica que cuando se redactó el evangelio de Mateo (alrededor del año 80 d.C.) muchos de los acontecimientos descritos en realidad ya habían sucedido, pero son considerados desde una perspectiva teológico-escatológica. Con este discurso los lectores cristianos se sienten motivados en su esperanza. La destrucción del templo es parte de los dolores correspondientes al período anterior a la parusía, que puede ocurrir en cualquier momento.

No todo representa dolor en la destrucción del templo ya que con ella desaparece el centro principal de la élite religiosa, el poder religioso, político y económico que esa minoría ejercía sobre la vida de las personas.

Las profecías puestas en labios del Mesías adquieren un significado distinto, ya no se trata sólo de los acontecimientos particulares que desembocaron en la destrucción de Jerusalén y del templo , sino que son signos (que hay que saber leer) que presagian el desenlace de la historia humana, vista desde una perspectiva teológica, cuya clave de lectura es la fe. 

II. ¡Que no les engañe nadie! (24.3-13)

 

Queremos que nos digas cuándo va a ocurrir esto. ¿Cuál será la señal de tu regreso y del fin del mundo? (Mt 24.3, DHH) 

Los discípulos un tanto ansiosos desean saber:  1. ¿Cuándo tendrá lugar la ruina de Jerusalén? 2. ¿Qué signos anunciarán la venida gloriosa del hijo del hombre? y 3. ¿Qué signos anunciarán el fin del mundo? Nosotros sabemos muy bien, como lo sabía Mateo cuando escribió estas páginas, que la ruina de Jerusalén tuvo lugar en el año 70 y que el final de los tiempos todavía está por venir.

Para los discípulos existe una gran necesidad de saber el tiempo de llegada de Jesús, παρουσία, la parusía es un término que quiere decir; presencia, llegada, venida pero que tiene significado militar, político-religioso, ya que denota la llegada de un emperador, rey gobernador, comandante militar u otro funcionario importante a una ciudad o pueblo. La llegada iba muchas veces precedida por el cobro de un impuesto especial, en dinero o en especie para cubrir los gastos de esa ceremonia, que no era más que un acto de sumisión al poder de la persona recibida. En las tradiciones religiosas, el término hace referencia a la aparición de un dios. Empleando la palabra παρουσία, el evangelio presenta la futura venida de Jesús como un acontecimiento que afirma la autoridad suprema de Dios y que trae vida y dicha para quienes reciben a Jesús, pero condena y muerte para quienes lo rechazan. Una vez más el evangelio emplea imágenes imperiales al referirse al establecimiento final del imperio divino.

 

Jesús les contestó: Tengan cuidado de que nadie los engañe. Porque vendrán muchos haciéndose pasar por mí. Dirán: “Yo soy el Mesías”, y engañarán a mucha gente. (Mt 24.4-5, DHH) 

Jesús no responde a la pregunta planteada por sus discípulos acerca del cuándo sucederán las cosas a las que se está refiriendo (24.3b) y que dio pie para el desarrollo del discurso. Él aprovecha el cuestionamiento para advertirles acerca de la importancia de reconocer la magnitud de la situación, por lo cual los invita a la prudencia, los llama a la vigilancia y al testimonio en los tiempos difíciles de la historia humana que va a llegar a su fin, de lo cual hablaremos más adelante.

Muchos vendrán como falsos reyes -ungidos, mucho indica un fenómeno repetido, continuo; por tanto, durante un período considerable. El aviso contra falsos mesías y profetas recuerda advertencias respecto a otros grupos y la élite religiosa, capaces de extraviar a la comunidad. Los supuestos mesías son falsos porque no saben leer los signos de los tiempos.

Las penurias van a tener inicio en Jerusalén y hay una advertencia para no dejarse engañar por los falsos cristos y falsos profetas. Mateo comienza a presentar algunos aspectos futuros, pero que deben mantener alerta a los discípulos para que no incurran en juicios equivocados que los lleven al error.

 

III. Algunos signos, pero todavía no es el fin

 

Ustedes tendrán noticias de que hay guerras aquí y allá; pero no se asusten, pues así tiene que ocurrir; sin embargo, aún no será el fin.  Porque una nación peleará contra otra y un país hará guerra contra otro; y habrá hambres y terremotos en muchos lugares.  Pero todo eso apenas será el comienzo de los dolores. Entonces los entregarán a ustedes para que los maltraten; y los matarán, y todo el mundo los odiará por causa mía. En aquel tiempo muchos renegarán de su fe, y se odiarán y se traicionarán unos a otros. Aparecerán muchos falsos profetas, y engañarán a mucha gente. Habrá tanta maldad, que la mayoría dejará de tener amor hacia los demás. 

Se mencionan temas clásicos de la apocalíptica judía: persecuciones, calamidades, etc.  Sin embargo, también tiene lugar una serie de elementos que son de inspiración específicamente cristiana, tales como las persecuciones por causa de Cristo (24.9-13), la proclamación de la Buena Nueva del Reino (24.14), el juicio sobre las naciones (25.31-46), etcétera.

Muy seguramente en estos tiempos de Mateo había guerras civiles, guerras exteriores, y a veces ambas al mismo tiempo. ¡Cuidado, no os alarméis! Porque eso tiene que suceder, pero todavía no es el fin (del mundo). Jesús previene contra una mala interpretación de las guerras pues ellas no suponen una amenaza para los planes o la soberanía de Dios ni significan el fin, son angustias y dolores escatológicos, pero no marcan la venida de Jesús.

Otra característica concierne a desastres: y habrá hambres y terremotos en diversos lugares. El hambre puede derivar de fenómenos naturales malas condiciones climáticas, enfermedades, pandemias, plagas, codicia de los comerciantes, competencia desleal, etc. Pero todavía no es el final, aunque por supuesto apunta hacia él.

Otra señal de que el final está cerca pero aún no ha llegado es la acentuada hostilidad hacia los discípulos y discípulas, el tema de la persecución está presente en las señales antes del fin.  Todas las naciones los odiarán por causa de mi nombre. Así La hostilidad es la reacción normal de los poseedores del status quo contra la misión de los discípulos de anunciar y plasmar en obras el perturbador y transformador imperio de Dios. La persecución puede causar apostasía y división entre los discípulos. Muchos tropezarán entonces, es decir, abandonarán el seguimiento de Jesús, cometiendo una falta grave, se traicionarán y odiarán unos a otros, ¿Puede la comunidad resistir tales presiones y evitar derrumbarse?

Entre estos signos propios de un estilo apocalíptico lleno de imágenes se encuentran los terremotos, los sismos o temblores aparece varias veces en Mateo como símbolo de la llegada efectiva de los últimos tiempos; por ejemplo, cuando Jesús muere, un sismo abre las tumbas (27.51) y, al ver ese sismo, los guardias se llenan de miedo (27.54); otro sismo abre la tumba de Jesús (28.2), etcétera. Y por el aumento de la iniquidad se enfriará el amor de la mayoría, el amor que se enfriará es el amor a Dios y a los demás el que persevere hasta el fin, ése se salvará. Una vez se invita a permanecer fiel a través de los sufrimientos.

En general todas estas imágenes, recogidas de la apocalíptica del Antiguo Testamento, tienen que asegurarnos que la venida de Cristo es cierta y que hay que esperarla en la fe. En varios capítulos Mateo explica las difíciles circunstancias de sufrimiento a que se enfrenta la comunidad de discípulos con respecto a otras comunidades judías y al Imperio romano.  Sus luchas y adversidades son presentadas en un contexto cósmico, y no se las ve como algo inesperado ni como un fracaso, sino como un tiempo antes del triunfo seguro de los planes de Dios.

La advertencia de una espera vigilante tiene como objetivo no dejarse seducir por pretendidos y engañosos mesías al igual que no tomar como signos del fin de los tiempos los hechos negativos que con frecuencia afectan y desgarran a la humanidad, tales como guerras, terremotos, hambrunas y con ellos toda clase de desgracias.

Éstos, aunque constituyen una realidad trágica, no son definitivos para determinar el fin último. En ese contexto, los mismos discípulos quedarán involucrados en una situación alarmante: sufrirán diversas persecuciones y violencias por dar testimonio; aun así, la buena noticia del reino será predicada a todas las naciones, antes de que llegue el fin. Esta motivación es un aliciente para quienes habrán de anunciar la Buena Nueva.

Los siguientes versículos narran las parábolas donde el tema central es “la vigilancia”. La vigilancia es mostrar fidelidad y responsabilidad a una misión confiada por el señor.  ¿Por qué insiste Mateo en la vigilancia y la fidelidad? Es muy probable que la comunidad de Mateo hubiera sufrido la experiencia dolorosa de la infidelidad de algunos de sus integrantes o líderes, y por ende Mateo desea recordarles la seriedad de su ministerio. Recordemos que estamos en la relación de siervos ante el amo; éste puede exigir más de lo que exige la justicia humana; uno no es verdadero servidor si no está dispuesto a cumplir las exigencias del amo y señor sea cuales fueran. 

IV. La responsabilidad

La gran tribulación es marcada por la aparición de falsos mesías, guerras, persecuciones contra los seguidores de Jesús, pero también por la proclamación del evangelio del reino de Dios. “Y esta buena noticia del reino será anunciada en todo el mundo, para que todas las naciones la conozcan; entonces vendrá el fin” (Mt 24.14, DHH).

De igual forma el Evangelio de Mateo nos muestra a un Jesús que en su muerte y su resurrección, ha inaugurado el reino de Dios e incluso lo ha establecido definitivamente. Los acontecimientos finales de la historia del mundo van a ser precedidos por la predicación del evangelio del reino “a todas las naciones”. Se puede considerar como cosa cierta que, en la forma que él lo vio y lo predijo, la proclamación global del evangelio no iba a ser un asunto de unas pocas semanas, meses o años, sino que abarcaría un período mucho más extenso de tiempo, muchos siglos. Es definidamente el evangelio “del reino”, esto es, del reinado de Dios en la vida, por gracia y por medio de la fe.

Desde su nacimiento la Iglesia está hecha para el anuncio, la responsabilidad es anunciar la buena noticia del Reino, noticias de esperanza, de salvación, de bienestar. Ahora en estos tiempos de desolación y muerte la iglesia debería asumir su responsabilidad de anunciar las buenas noticias del reino. En adelante, será misión de la iglesia lograr que los frutos de la victoria alcancen a toda la humanidad. 

Conclusión

Dios se nos muestra como el soberano de este mundo, él decide los tiempos y las sazones, él es que decide el destino del cosmos. ¿Qué le espera a quienes no reconocen su soberanía? Jesús dirige este discurso escatológico a sus discípulos. Presenta algunos aspectos que invitan a la vigilancia y exhortan a que ellos se mantengan firmes en su esperanza y en el testimonio de su fe, en medio de las pruebas y dificultades que enfrentarán.

Entretanto llega el tiempo de la parusía nos queda vivir como la comunidad mateana, mostrando un cristianismo alternativo, contracultural y subversivo, de resistencia activa, en la esperanza cierta del futuro. ¿Qué aflige más a la iglesia? ¿El final de los tiempos o el encuentro con el Salvador?

El presente, que se extiende desde el ministerio de Jesús hasta su venida, es un tiempo de angustia o dolores, que llegará a su fin con la parusía y estar preparados para ella debe ocupar nuestra atención, fidelidad, esperanza y fe. El grito de los evangelios es: ¡Estén preparados! ¡Velad! Y ese grito tiene que resonar en el corazón de todo creyente que anhela el gran encuentro, como una exigencia de fidelidad a la misión confiada por el maestro.

Estamos pasando por tiempos de muerte, enfermedad y dolor; como comunidades de fe tenemos luchas y adversidades; el evangelio de Mateo nos trae esperanza y aliento, recordemos que el presente tiene carácter transitorio; todo pasará. Se nos requiere fidelidad y vigilancia en la convicción de que el glorioso futuro de Dios es inevitable.

El texto ofrece consolación, Pero yo salvaré a todos mis seguidores que confíen en mí hasta el final.  24,13. La angustia y los sufrimientos presentes merecen ser soportados a cualquier precio ya que la fiel supervivencia en medio de las grandes dificultades y la confianza en el Salvador traerán la recompensa.

Se requiere del discípulo(a) que actúen obedientemente, no tropezando, cuidando de que el propio amor no se enfríe. El fin es la parusía es participar en la concreción de los planes de Dios, que vencen toda resistencia a sus designios salvíficos y establecen su imperio sobre todas las cosas, incluso sobre Roma.

Que en medio de las circunstancias difíciles de muerte y desolación que nos rodean podamos ser alentados por el evangelio de Mateo, que nuestra espera se activa proclamando el evangelio del reino a la humanidad, proclamando la esperanza en un Dios vivo y verdadero, que nuestra espera sea vigilante para no caer en tentación y que podamos guardar nuestro ministerio con temor y temblor. Amén. 

Bibliografía

Mateos, Juan y Fernando Camacho, El evangelio de Mateo. Lectura comentada. Madrid, Cristiandad, 1981.

Carter, Warren, Mateo y los márgenes, una lectura sociopolítica y religiosa. Estella, Verbo Divino, 2007.

Castaño Fonseca, Adolfo M. Evangelio de Marcos. Evangelio de Mateo. Estella, Verbo Divino, 2010 (Biblioteca bíblica básica, 15).

Poittevin y Charpentier, El evangelio según San Mateo. Estella, Verbo Divino, 1987 (Cuadernos bíblicos, 2).

"¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas!", Pbro. Héctor Mendoza Núñez

30 de marzo de 2021

Jesús nos ama. “Cristo me ama, bien lo sé, pues la Biblia dice así”, dice un himno (569).  Esta es una verdad sublime que no sólo conocemos a la luz de la Palabra, sino también a la luz de la experiencia de nuestra propia vida. Dios amó al mundo, y en razón de ese amor envió a su único Hijo para ofrendar su vida con el propósito de que no hubiese pérdidas humanas; con el propósito de que nadie se perdiera. El amor de Dios es entrega; es sacrificio, y es desprendimiento generoso de sí mismo.

Pero, es un amor que se encontró con una humanidad incapaz de recibir tan sublime don. Deseoso de dar y compartir a lo largo de toda la historia de Israel, Dios sólo recibió rechazo e indiferencia. Y en su insensatez, Israel se volvió contra los enviados de Dios, desoyendo las quejas, lamentos y advertencias que había contra la nación, y su invitación a volverse a Dios.

Jesús habría de encontrar la misma actitud, su generación era fiel heredera de sus antepasados, asesinos de sabios y profetas. Jesús se encontró con una ciudad indiferente, y más aún, de reacciones violentas. Por eso Jesús exclamó: “¡Jerusalén, Jerusalén!” v. 1. Es el lamento de un amante despreciado, y más tarde, violentado cruelmente.

 I. La crítica de Jesús a una religión de simulación, vv. 1-7.

A.  Encontramos aquí una de las grandes observaciones que Jesús hiciera a una religión de simulación, que cargaba a las personas de pesadas cargas que sus líderes no querían mover.

B.  “No hagan como los fariseos”. Jesús, estando en el templo, se dirige a las multitudes y a sus discípulos. Cada una de las declaraciones que aparecen en el capítulo 23 nos sorprenden. En los capítulos 21 y 22 Jesús entra en un rudo conflicto con los escribas y fariseos, y Jesús quiere que sus discípulos aprovechen ese tesoro para ellos mismos.

C.  Así que los discípulos de Jesús debían honrar el cargo que estos hombres ocupaban y hacer lo que enseñaban, siempre y cuando estuviera de acuerdo con la Torá.

D.  “Mas no hagáis conforme a sus obras” (v. 3b).

La enseñanza de los escribas y fariseos era buena cuando no llevaba adornos excesivos. Pero su ejemplo personal era abominable. Habían sido llamados a una posición especial para proveer consejo experto en materia de vida y fe a gente que no tenía oportunidad de estudiar la Torá día y noche, que frecuentemente eran analfabetas y que incluso no tenían acceso a los rollos aun si pudieran leerlos.

E. Y como resultado de haber malentendido su labor, cometieron por lo menos tres grandes errores:

1.  “Decían, y no hacían”, v 3c. Porque cuando de enseñanza se trata, nada es tan efectivo como un buen ejemplo, pero también, nada es tan destructivo como un mal ejemplo. Su conducta debía proveer una lección visible. Debían mostrar en la comunidad cómo era una vida acorde con la Torá. Habían fallado en la práctica aunque el sustento teológico era bueno. La falta de integridad socavó su obra y su autoridad.

Jesús estaba diciéndole a sus discípulos: no permitan que la Palabra del Señor pierda su autoridad en ustedes debido a estos personajes (representan un papel).

2.  “Ataban cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponían en los hombros de los hombres; mas ni aun con su dedo las querían mover” v. 4. Los escribas y fariseos eran malísimos ejemplos porque esperaban más de otros que de ellos mismos. Eran duros con otros, pero muy indulgentes consigo mismos. Se creían responsables ante Dios de obligar a la gente a mantener altos estándares de conducta.

Miraban al pueblo desde una posición de superioridad. Lo cual habla más de un desprecio que de una compasión. La distancia que mediaba entre la gente y Dios, a los ojos de escribas y fariseos, era insuperable y por lo tanto, sin esperanza alguna.

3.  “Todas sus obras (las) hacían para ser mirados de los hombres”, vv. 5-7. “Hacían cosas buenas sólo para figurar como más importantes que los demás.

 II. Las quejas o lamentos de Jesús hacia los escribas y fariseos, vv.13-36.

Es evidente que el Señor se expresó con palabras ásperas en esta sección.

Jesús habló con dureza aquí, sin embargo, este no es un el lenguaje de irritación personal, sino de advertencia y desaprobación. “Esta serie de ‘ayes’ le es familiar a los profetas del Antiguo Testamento (por ejemplo, Isaías 5:8-23; Habacuc 2:6-19), donde el tono es de reprobación, y ese es el énfasis aquí también”.

Casi puede sentirse la fuerza fulminante de estas palabras, sin embargo, detrás de todo está el corazón de Jesús, y los “ayes” se funden en un lamento de agonía. Era como el dolor  y el llanto de una madre por un hijo(a) extraviado.

III. El lamento de Jesús por Jerusalén, vv. 37-39.

A.   “Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas…”

B. Con cierta frecuencia la repetición de un nombre expresa, en el pensamiento bíblico, tristeza, dolor o frustración: “¡Hijo mío Absalón, hijo mío, hijo mío Absalón! ¡Quién me diera que muriera yo en lugar de ti, Absalón, hijo mío, hijo mío!” (2º Samuel 18:33).

”Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas coas” (Lc. 10:41) y “Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo” (Lc. 10:31).

C.  Se trata de un llanto de lamento de un corazón roto que quiere salvar a un ser querido. Es el lamento de Jesús, pero también es el lamento de Dios, como resultado de una larga y frustrada historia con Jerusalén. Lucas nos dice que antes de entrar Jesús a Jerusalén, lloró.

D.  Jesús no olvida que Jerusalén fue la antigua Salem del sacerdote Melquisedec, ciudad de ofrenda generosa a Abraham. Tampoco olvida que es la ciudad de David, estrado de los pies de Dios, pueblo escogido para edificar templo al Señor y asentamiento del sacerdocio de Aarón.

E. ¡Cómo olvidar la historia de una ciudad señalada continuamente por las mismas Escrituras de la permanente acción de Dios!

F.   Pero también ¡cómo pasar por alto la gran descomposición social, gemela de la dureza de corazón y de la corrupción de su fe! El Señor hoy vuelve a lamentar porque la historia de Israel rechazando a Dios no es nueva.

       El texto refleja de forma específica el corazón de Jesús hacia Jerusalén y de forma general hacia la humanidad. En su brevedad nos muestra aspectos importantes de cómo piensa y cómo siente el Señor hacia los seres humanos. Nos habla de su amor incondicional que le llevó a entregar su vida. Nos habla de su paciencia continua hacia una humanidad que, a pesar de caminar hacia la autodestrucción, rechaza vez tras vez la invitación de Dios para llevar a cabo una reconciliación. Nos habla, finalmente, de una posible actitud nuestra de dureza hacia el amor y la paciencia de Dios.


G.  Ellos profesaban venerar a los profetas muertos, pero rechazaban a los profetas vivos. Al hacerlo, mostraron que realmente eran hijos de los que asesinaron a los profetas en los días de antaño

H.  “Jerusalén, Jerusalén” Observemos la ironía: Jerusalén es la Ciudad del gran rey, la Ciudad Sagrada, es la “Ciudad de David”; Jerusalén el prototipo de la Ciudad de Dios. Jerusalén es donde se alaba en el templo; Jerusalén es la anfitriona del peregrino, y sin embargo, Jesús dice: “que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados”. 

Conclusión

En este capítulo, Jesús hizo una de las acusaciones más severas contra escribas y fariseos Estas advertencias sirven también para nosotros hoy en día.

 

Predicaban, pero no practicaban lo que anunciaban.

Actuaban sólo para ser admirados por los demás. No para agradar a Dios.

Rechazaron el llamado al servicio a los demás y buscaron ser prominentes y enaltecidos.

En su simulación, no buscaban a Dios ni permitían que otros lo hicieran.

En su simulación, alardeaban a la hora de dar el diezmo hasta de las mínimas cosas:
eneldo, comino, canela, pimienta, pero descuidaban lo más importante: la justicia y la
misericordia.

En su simulación, enfatizaban la apariencia externa, mientras que por dentro estaban
llenos de codicia y orgullo.

Eran exactamente iguales a sus antepasados, que abusando de su autoridad y poder,
mataron a sabios y profetas enviados a Israel. 

Pero lo extraordinario es que, a pesar de las duras acusaciones, Jesús demuestra amor y compasión por los escribas y fariseos y por las demás personas, como queda claro en los versículos 37 y 38. El amor de Dios se muestra cabalmente cuando teniendo razones más que suficientes para ser rechazados, él nos acepta y es capaz de perdonarnos. Alabemos su nombre por este grande amor.

"Porque muchos son llamados y pocos escogidos", A.I. Rubén D. Núñez Castro

29 de marzo de 2021

Hay que considerar el contexto histórico en el que el Maestro enseña esta parábola. Aquí hace referencia al banquete de bodas, el cual es una imagen bíblica, y sirve para exaltar el carácter bondadoso y maravilloso del amor de Dios por sus hijos.

Conviene detenernos aquí para observar algunos puntos de comparación. A menudo se compara el Reino de los cielos como la alegría de un banquete. Esta misma parábola está en el Evangelio de Lucas motivada por la exclamación de uno de los que comían con Jesús: “¡Dichoso el que pueda comer en el Reino de Dios!” (Lc 14.15). En el caso de la parábola se trata del banquete más excelente, las bodas del hijo. Imposible no identificar este hijo con Jesús, que en diversas ocasiones asume el rol del esposo. Cuando explica por qué, mientras está él en el mundo, no pueden sus discípulos ayunar, dice: “¿Pueden acaso los invitados a la boda ponerse tristes mientras el esposo está con ellos? Días vendrán en que les será arrebatado el esposo; entonces ayunarán” (Mt 9.15). El esposo nos ha sido arrebatado; pero volverá, de manera que todos estamos como las vírgenes que lo esperan vigilantes, hasta que resuene el grito: “¡Ya está aquí el esposo! ¡Salid a su encuentro!” (Mt 25.6).

En esta celebración se verá quién fue solo llamado y quien ha sido escogido a participar de esperada celebración, y todo dependerá de la vestimenta que tengamos en ese momento. Así que debemos estar listos para ese momento y evitar ser rechazados por nuestro Padre.

Los primeros invitados despreciaron la invitación; pero también la desprecian los que no se esfuerzan por vivir de manera digna de ella, es decir, los que no hacen nada por proveerse del vestido adecuado. “El vestido de lino son las buenas obras de los santos” (Apoc 19.8). El que no lleve este vestido será arrojado fuera del banquete, según la orden que el rey dio a los sirvientes: “Atadle de pies y manos y echadle a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes”. La llamada de Dios es enteramente gratuita, pero exige de los que han sido llamados una conducta coherente con su condición de escogidos.

El banquete estaba a punto de iniciar. Entonces van a ser invitados los otros pueblos: “Dice el rey a sus siervos: La boda está preparada, pero los invitados no eran dignos. Id, pues, a los cruces de los caminos y, a cuanto encuentren, invitarlo a la boda. Los siervos salen a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y el salón de bodas se llenó de comensales”. Estos son los dichosos que han sido invitados al banquete de bodas del Cordero. Ha sido una invitación enteramente gratuita, sin mérito alguno de su parte. Pero ella exige un cambio radical de vida, que sea acorde con esta nueva dignidad. Así como dice San Pablo a los Efesios: “Os exhorto... a que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados, con toda humildad, mansedumbre y paciencia, soportándoos unos a otros por amor, poniendo empeño en conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz” (Ef 4.1-3).

Aquí vemos el misterio de la llamada de Dios. Y aquí está insinuada la Iglesia. En efecto, la Iglesia es la comunidad de los llamados, de los invitados a la boda. En griego (leguaje original del Nuevo Testamento, la palabra traducida como “llamado” es kletos. Kletos a su vez está relacionada con el sustantivo klesis, que significa “un llamado” y se refiere “especialmente a la invitación de Dios para el hombre a aceptar los beneficios de la salvación, “Llamar, los llamados, llamado”. Esta palabra también es similar al equivalente griego de “iglesia”, ekklesia, que significa “llamado a salir”. En otras palabras, la Iglesia es el grupo de los llamados (invitados) por Dios a comprender su plan, arrepentirse de sus pecados y recibir el Espíritu Santo.

El llamamiento proviene de Dios, y Él es el único que puede llamar (invitar) a alguien. Cristo mismo lo confirma en Juan 6.44 diciendo que “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero”. Dios llama a los que quiere y ellos forman parte de la comunidad de los convocados (esto quiere decir Iglesia) y la Iglesia es objeto del amor de Cristo.

Sin embargo, ser llamado no es suficiente para ser santo. El siguiente paso es responder al llamamiento (invitación) de Dios. Para ser escogidos, no sólo debemos aceptar el llamado y estar agradecidos con él, también debemos poder hacer algo para servir a Dios y su Hijo.

Los nuevos invitados tampoco atendieron al llamado y se negaron con excusas y justificaciones para no asistir a la celebración. Por lo cual el rey se indignó y envió a más siervos para que invitara a todos, buenos y malos. Pero debían asistir con una vestimenta apropiada, tal como lo dicta su palabra: “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos” (Col 3.12-15).

Todos fueron llamados: los negligentes, los rebeldes, los vagabundos, "malos y buenos", y el mismo que no se presentó con el traje nupcial. Sin embargo, no todos son elegidos, evidentemente debido a una falta que no les permitió participar correctamente en el banquete de bodas. Por grande que sea el número de los llamados, por lo tanto, no hay que hacerse ilusiones, no es suficiente ser así, ni considerarse ya escogidos.

La palabra griega traducida como “escogido” es eklektos, que significa “seleccionado, selecto” y también puede traducirse como “elegido” “Elección, escoger, escogido”. Aunque es Dios quien llama y escoge a las personas, ser “escogido” requiere de una decisión personal; depende de cada uno aceptar el llamado de Dios y actuar en consecuencia de él. En II Tesalonicenses 2.13-15, Pablo admite “dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe”.

Lunes 29-miércoles 31 de marzo, 19 horas (vía Zoom)

 Lunes 29 de marzo, 19 hrs.

Preside: Ministerio de Educación Cristiana

Introito

¡Canten al Señor con alegría,
habitantes de toda la tierra!
Con alegría adoren al Señor;
¡con gritos de alegría vengan a su presencia!
Reconozcan que el Señor es Dios;
él nos hizo y somos suyos;
¡somos pueblo suyo y ovejas de su prado!

Salmo 100.1-3


Oración de ofrecimiento

Himno: “A Dios sea la gloria” (2)

Saludo a la iglesia

 

Oración por los cultos de esta semana

Lectura bíblica: Mateo 22.1-14

 

Reflexión bíblica

 

“PORQUE MUCHOS SON LLAMADOS Y POCOS ESCOGIDOS”

A.I. Rubén D. Núñez Castro

 

Himno “Cristo es la peña de Horeb” (143)

 

Ofertorio

Bendición pastoral

 

Que la bendición de Dios, el Padre,

la compañía de su Hijo, el Señor Jesucristo,

y la dirección de su Santo Espíritu

nos rodeen permanentemente,

tal como lo ha prometido. Amén.

Bendición congregacional

Himno “Dios te bendiga” (450)

 

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Martes 30 de marzo, 19 hrs.

Preside: Ministerio de Crecimiento Espiritual

Introito

Den gracias e invoquen al Señor,
cuenten a las naciones las cosas que ha hecho,
recuérdenles que él está por encima de todo.
Canten al Señor, porque ha hecho algo grandioso
que debe conocerse en toda la tierra.
Den gritos de alegría, habitantes de Sión,
porque el Dios Santo de Israel está en medio de ustedes
con toda su grandeza.                                           

Isaías 12.4-6

 

Oración de ofrecimiento

Himno: “Cantemos al Señor” (78)

Salutaciones

 

Momento de oración

Lectura bíblica: Mateo 23.29-39

 

Reflexión

 

“¡JERUSALÉN, JERUSALÉN, QUE MATAS A LOS PROFETAS!”

Pbro. Héctor Mendoza Núñez

 

Himno “Tierra de Palestina” (149)

Ofertorio

 

Bendición pastoral

 

Finalmente, hermanos, piensen en todo lo que es verdadero, en todo lo que merece respeto, en todo lo que es justo y bueno; piensen en todo lo que se reconoce como una virtud, y en todo lo que es agradable y merece ser alabado.

Filipenses 4.9


Bendición congregacional

Himno “Sagrado es el amor” (452)

 

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ACOMPAÑAMIENTO BÍBLICO

·    Única vez que usa Mt la forma “Jerusalén”, que corresponde al nombre hebreo; en todos los otros pasajes la designa como “Jerosolima”, nombre neutro, geográfico, sin carácter sacral.

·    La ciudad santa se ha convertido en asesina (cf. Isaías 1.21-23). La imagen del ave que protege a sus pollos con sus alas se encuentra en Deuteronomio 32.10ss; Isaías 31.5; Salmo 36.8.

·    EI amor de Jesús por Israel ha fracasado ante la mala voluntad de este.

Juan Mateos y Fernando Camacho 

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Miércoles 31 de marzo, 19 hrs.

Preside: Ministerio Pastoral

Introito

¡Aleluya! ¡Alaben a Dios en su santuario!
¡Alábenlo en su majestuosa bóveda celeste!
¡Alábenlo por sus hechos poderosos!
¡Alábenlo por su grandeza infinita!
¡Alábenlo con toques de trompeta!
¡Alábenlo con arpa y salterio!
¡Alábenlo danzando al son de panderos!
¡Alábenlo con flautas e instrumentos de cuerda!
¡Alábenlo con platillos sonoros!
¡Alábenlo con platillos vibrantes!
¡Que todo lo que respira alabe al Señor!

¡Aleluya!                                                         

Salmo 150

 

Oración de ofrecimiento

Himno: “¡Oh, qué amigo nos es Cristo!” (520)

 

Salutaciones

Lectura bíblica: Mateo 24.1-14

 

Reflexión

 

“¡CUIDADO! NO SE DEJEN ENGAÑAR”

Pbra. Amparo Lerín Cruz

 

Himno “De tal manera me amó” (160)

Ofertorio

 

Bendición pastoral

Que el Señor tenga compasión y nos bendiga,
que nos mire con buenos ojos,
para que todas las naciones de la tierra
conozcan su voluntad y salvación.

Oh Dios,
que te alaben los pueblos;
¡que todos los pueblos te alaben!      

Salmo 67.1-3


Bendición congregacional

Himno “En el seno de mi alma” (321, 1ª-3ª estrofas)

 

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ACOMPAÑAMIENTO BÍBLICO

·  En esos versículos (4-8) deshace Jesús el equívoco latente en la pregunta: la destrucción del templo no significa la llegada del reino mesiánico como lo esperan los discípulos. Por eso han de estar precavidos contra la aparición de numerosos falsos mesías, que pretenderán usurpar su puesto y tendrán muchos seguidores.

·  Las noticias de guerras no deberán provocar su entusiasmo, como si el momento del cambio para Israel estuviera cerca. “Todavía no es el fin”, es decir, no es el momento de la instauración gloriosa del reinado de Dios. Las guerras y los desastres (imágenes tradicionales) no indican el fin, sino, por el contrario, un principio de dolores; inauguran la época (dolores de parto) que va a desembocar en el nacimiento de la humanidad nueva. J. Mateos y F. Camacho

Apocalipsis 1.9, L. Cervantes-O.

29 de agosto, 2021   Yo, Juan, soy su hermano en Cristo, pues ustedes y yo confiamos en él. Y por confiar en él, pertenezco al reino de Di...