domingo, 25 de febrero de 2018

Letra 559, 25 de febrero de 2018

LOS HOMBRES DEL MAESTRO (IV)
ANDRÉS
Joseph Macrory

Artus Wolffort - St Andrew - WGA25857.jpgEl nombre "Andrés" (del griego andreia, hombría o valor), como otros nombres griegos, parece haber sido común entre los judíos del segundo o tercer siglo antes de Cristo. San Andrés, el Apóstol, hijo de Jonas, o Juan (Mateo 16.17; Juan 1.42), nació en Bethsaida de Galilea (Juan 1.44). Fue el hermano de Simón Pedro (Mateo 10.2; Juan 1.40). Ambos fueron pescadores (Mateo 4.18; Marcos 1.16), y al comienzo de la vida pública de Nuestro Señor ocuparon la misma casa de Capernaum (Marcos 1.21, 29). Por el cuarto Evangelio aprendemos que Andrés fue discípulo del Bautista, cuyo testimonio condujo a Andrés y a Juan el Evangelista a Jesús (Juan 1.35-40). Andrés inmediatamente reconoció a Jesús como el Mesías, y se apresuró a presentárselo a su hermano Pedro (Juan 1.41). Desde entonces los dos hermanos fueron discípulos de Cristo. En otra ocasión, antes del llamado final al apostolado, fueron llamados a una compañía más cercana, y luego dejaron todo para seguir a Jesús (Lucas 5.11; Mateo 4.19-20; Marcos 1.17-18).
Finalmente, Andrés fue elegido para ser uno de los Doce; y en las varias listas de Apóstoles dadas en el Nuevo Testamento (Mateo 10.2-4; Marcos 3.16-19; Lucas 6.14-16; Hechos 1.13) siempre aparece entre los primeros cuatro. La única otra referencia explícita a él en los sinópticos aparece en Marcos 13.3, donde se nos dice que se unió con Pedro, Santiago y Juan para proponer la cuestión que condujo a Nuestro Señor a dar su gran discurso escatológico. Además de esta exigua información, aprendemos del cuarto Evangelio que en ocasión de la milagrosa alimentación de los cinco mil, fue Andrés quien dijo: "Hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados: pero ¿qué son estas cosas para tanta gente?" (Juan 6.8-9); y cuando, unos pocos días antes de la muerte de Nuestro Señor, algunos griegos le preguntaron a Felipe si ellos podrían ver a Jesús, Felipe refirió el tema a Andrés como a quien tiene gran autoridad, y luego ambos se lo anunciaron a Cristo (Juan 12.20-22). Como sucede con la mayoría de los Doce, Andrés no es nombrado en el libro de los Hechos, a excepción de las listas de los Apóstoles, donde el orden de los cuatro primeros es Pedro, Juan, Santiago y Andrés; tampoco hay mención alguna de   Andrés en las epístolas ni en el Apocalipsis.
Por lo que conocemos de los Apóstoles en general podemos, claro está, completar un poco estos escasos detalles. Como uno de los Doce, Andrés fue admitido en cercana familiaridad con Nuestro Señor durante su vida pública; estuvo presente en la Ultima Cena; vio al Señor resucitado; presenció la Ascensión del Señor; compartió las gracias y dones del primer Pentecostés, y ayudo, entre amenazas y persecuciones, a establecer la Fe en Palestina.
Cuando los Apóstoles salieron a predicar a las naciones, parece que Andrés tomó en este asunto una parte importante, pero desafortunadamente no tenemos certeza de la extensión o del lugar de sus trabajos. Eusebio (H.E. III:1), basándose, aparentemente, en Orígenes, señala a Scythia como su campo de misión: Andras de (eilechen) ten Skythian; mientras San Gregorio de Nazianzo (Or.33) menciona Epiro; San Jerónimo (Ep. ad Marcell.) indica a Acaya; y Teodoro (on Ps. cxvi) Hellas. Probablemente estas historias sean correctas, ya que Nicéforo (H.E. II:39), basado en antiguos escritores, afirma que Andrés predicó en Capadocia, Galacia y Bitinia, luego en la tierra de los antropófagos y de los desiertos de Scythia, acto seguido en el mismo Bizancio, donde designó a San Stachys como su primer obispo; finalmente predicó en Thrace, Macedonia, Thessaly y Acaya. Generalmente se sostiene que fue crucificado por orden del gobernador romano, Aegeas o Aegeates, en Patrae de Acaya, y que fue atado y no clavado a la cruz para prolongar sus sufrimientos. Se dice también que la cruz en la cual sufrió fue una cruz decussata (en forma de X), que ahora se conoce como cruz de San Andrés, aunque la evidencia para esta opinión parece no ser más antigua que el siglo catorce. Su martirio tuvo lugar durante el reino de Nerón, el 30 de noviembre del año 60 de la Era Cristiana; y ambas iglesias, la griega y la latina, mantienen el 30 de Noviembre como su fiesta.
Las reliquias de San Andrés fueron trasladadas desde Patrae a Constantinopla, y depositadas allí en la Iglesia de los Apóstoles, alrededor del año 357. Cuando Constantinopla fue tomada por los franceses en el comienzo del siglo trece, el Cardenal Pedro de Capua trajo las reliquias a Italia y las colocó en la Catedral de Amalfi, donde la mayoría de ellas permanecen. San Andrés es honrado como principal patrono en Rusia y en Escocia.
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EL CAMINAR DEL DISCÍPULO
DISCIPULADO Y SEGUIMIENTO DE JESÚS

LA LLAMADA AL SEGUIMIENTO (IV)
Dietrich Bonhoeffer

Según nuestro modo de comprender las cosas, podría haber sucedido de otra forma. Jesús podría haber ayudado al publicano a adquirir un conocimiento nuevo de Dios y dejarlo en su antigua situación. Si Jesús no hubiese sido el Hijo de Dios, esto habría sido posible. Pero como Jesús es el Cristo, hacía falta que quedase bien claro desde el principio que su palabra no es una doctrina, sino una nueva creación de la existencia. Se trataba de ir realmente con Jesús.
Cuando él llama, esto significa para el que recibe la llamada que sólo hay una posibilidad de creer en Jesús: abandonarlo todo y acompañar al Hijo de Dios hecho hombre. Con este primer paso, el que sigue es puesto en una situación que le permite creer. Si no sigue, si se queda atrás, no aprende a creer.
El que ha recibido la llamada debe salir de su situación, en la que no puede creer, para introducirse en la situación que le permite creer. En sí mismo, este paso no tiene ninguna clase de valor programático; sólo se justifica por la comunión que se adquiere con Jesús.
Mientras Leví permanezca en su oficina de contribuciones y Pedro junto a sus redes es posible que cumplan su oficio honrada y fielmente, es posible que tengan un conocimiento nuevo o antiguo de Dios; pero si quieren aprender a creer en Dios, es necesario que obedezcan al Hijo de Dios encamado, que marchen con él. Antes era de otra forma. Podían vivir pacíficamente, desconocidos, realizando su trabajo, observando la ley y esperando al Mesías. Pero ahora éste ha llegado, su llamada resuena.
Ahora, creer no significa permanecer tranquilos y esperar, sino ir con él siguiéndole. Su llamada al seguimiento ha abolido ahora todos los vínculos en beneficio del único lazo que une a Jesucristo. Hubo que cortar todos los puentes, hay que dar el paso hacia la inseguridad infinita, a fin de reconocer lo que Jesús exige y lo que da. Leví, en su oficina, habría podido encontrar en Jesús una ayuda en todas sus necesidades, pero no le habría reconocido como el único Señor, en cuyas manos debía poner toda su vida, no habría aprendido a creer.
Hay que crear la situación en que se puede creer en Jesús, Hijo de Dios encamado, esta situación imposible en la que se hace depender todo de una sola cosa, de la palabra de Jesús. Es preciso que Pedro salga del bote y marche sobre el agua insegura para que experimente su debilidad y la omnipotencia de su Señor.
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TALLER DE LITURGIA Y ADORACIÓN

CARACTERÍSTICAS Y DIRECCIÓN DE LOS CULTOS

Introducción
·      Quien conduce o guía el culto no es un “maestro de ceremonias”.
·      Dirigir el culto consiste en contribuir a crear la mejor atmósfera litúrgica.
·      Por ello, debe haber equilibrio entre la iniciativa de quien preside y el espíritu (o propósito) del culto en cuestión.

1. Culto de comunión y apertura
·      Por ser inicio de mes, debe anunciarse y subrayarse la nueva temática a desarrollarse.
·      El culto se encamina hacia la celebración eucarística: todo deberá estar subordinado a ello.
·      El director/a deberá canalizar la “energía litúrgica” hacia la relación entre alabanza, Palabra y el sacramento.
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2. Culto de reflexión y animación
·      Dada la centralidad de este año en la evangelización, este culto deberá preparar el ánimo para el siguiente.
·      Para tal fin, deberán estimularse los aspectos prácticos (invitación de personas, especialmente) y de fondo, sobre todo, el carácter de esta tarea central para la misión de la iglesia.
·      La conducción puede expresar, sin sobrecargar el uso del tiempo, la necesidad de compartir el mensaje cristiano.

3. Culto de evangelización
·      Dado su énfasis, este culto deberá abreviar muchos aspectos “rutinarios”.
·      Quien presida deberá considerar todo el tiempo la eventual presencia de personas no tan familiarizadas con el culto, a fin de dar algunas explicaciones.
·      La dirección del culto debe valorar adecuadamente la necesidad de subrayar el propósito del culto mediante algunas observaciones oportunas.
·      “Aligerar” el culto no quiere decir que se reducirá el peso de los diferentes aspectos litúrgicos (alabanza, confesión, ofrenda, etcétera).
·      La persona que presida deberá valorar la manera en que canalizará el enfoque elegido por el predicador/a para plantear una eventual invitación a las personas que hayan escuchado el mensaje evangelizador.

4. Culto de avance y consolidación
·      Este culto deberá mirar hacia “atrás” (el culto del domingo anterior) y hacia “adelante” (en el sentido de la “proyección evangelizadora”).
·      Al retomar los elementos de un “culto normal”, el director/a puede recapitular lo acontecido en los tres cultos anteriores.

·    Es muy importante que este culto promueva la consolidación de los expuesto en los anteriores a fin de que la retroalimentación sirva para los propósitos del plan anual.

Actividades y avisos

TODOS/AS ESTÁN INVITADOS AL TALLER DE LITURGIA DE HOY A LAS 17.30 HRS.

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CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes 27 de febrero, 19 hrs.
Modera: Hna. Nohemí Hernández

Llamamiento: Salmo 115.1-9
Oración de ofrecimiento
Himno: “Sé exaltado” (71)
Círculo de oración (familias) y testimonios
Lectura bíblica: Ezequiel 21.1-22
Tema: El juicio de Jerusalén
Himno: “Eres mi protector” (322)
Ofertorio
Bendición pastoral 

LA ESPADA CONTRA JERUSALÉN
Julio Lamelas Míguez

C
on este pasaje inicia el profeta un bloque literario (Ez 21,1-37) en el que presenta una serie de cuatro oráculos de condenación en torno a la imagen de la espada, uno de los instrumentos tradicionales del juicio divino (véase Ez 14,21; Is 34,5; Jr 47,6; 50,35ss; Ap 6,8); estos cuatro oráculos están enmarcados por el tema del "fuego" (Ez 21,1-4 y Ez 21,36-37). Tres van dirigidos contra Israel (Ez 21,1-12.13-22.23-32) y uno contra Amón (Ez 21,33-37); se distinguen por la fórmula característica de los oráculos ezequelianos: recibí esta palabra del Señor (Ez 21,1.6.13. 23). El tema central de estos cuatro oráculos es el de la espada que, sin embargo, no aparece ni al principio (Ez 21,1-4) ni al final (Ez 21,36-37) de este bloque literario.

Como se ha dicho más arriba el tema de los versículos iniciales y finales es el del "fuego", elemento no menos destructor que la espada. En cuanto al tema del día del Señor contra Israel, que parece estar claramente presente en Ez 21,30ss, nos remite a otros dos capítulos de Ezequiel (Ez 4 y 7) donde se habla también del mismo. Ez 21,1-12 comienza con el vaticinio contra el bosque del Négueb, que el profeta sitúa al sur, y al que se dirige con la amenaza de que será quemado con fuego.

Ante este gesto los oyentes reaccionan de manera negativa considerándolo "charlatán" (Ez 21,5), por lo que se ve obligado a dar una explicación del mismo (Ez 21,6-12): el bosque del Négueb no es sino una representación de Jerusalén, víctima de una espada (el elemento fuego se convierte ahora en espada), de la cual nadie se librará, ni siquiera los justos (Ez 21,8-9), arrastrados por los malvados a la catástrofe (véase Ez 18). La matanza servirá de lección para todos los hombres (Ez 21,10). El fuego que abrasa todo árbol tanto seco como verde en el bosque del Négueb, ahora se convierte en espada. El bosque sigue siendo la ciudad de Jerusalén y los árboles verdes y secos representan a todo el pueblo, justos y pecadores, contra quien se dirige esa espada.
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES

4 – Santa Cena / Reunión de Consistorio

Evangelio, necesidades y servicio, L. Cervantes-O.



25 de febrero, 2018

Jesús le dijo: —Levántate, alza tu camilla y camina. En ese momento el hombre quedó sano, alzó su camilla y comenzó a caminar.
Juan 5.8-9, TLA

El relato de Marcos 5.21-43 muestra un momento muy sensible de la labor de Jesús de Nazaret en medio de las necesidades del pueblo: dos mujeres enfrentan situaciones extremas, una muy joven que falleció y otra con una larga enfermedad. El contraste no podía ser más fuerte, pues a partir de allí es que ambas historias se entrelazan y se proyectan como una unidad de sentido para exponer la actuación de Jesús como una persona preocupada por responder a las urgencias de la gente. En el primer caso, ante una solicitud muy demandante, y en el segundo, incluso sin darse cuenta inicialmente. En los dos casos desconocemos sus nombres, pero el énfasis del relato está precisamente en la forma en que la vida cotidiana puede contener tanta necesidad al mismo tiempo. Jesús atendería ambas situaciones como parte de la acumulación de exigencias por parte del pueblo sufriente.

Mientras los gerasenos echan a Jesús de su territorio, Jairo, el jefe de la sinagoga le suplica que vaya a su casa (22-23). Jairo reconoce que su institución religiosa ha perdido el horizonte de la vida y va a buscarla en Jesús, quien la da en abundancia. Llama la atención el giro que da un dirigente religioso como él al percibir la manera en que Dios se estaba manifestando en Jesús. No duda en embarcarse en una aparente “desviación” de la fe tradicional a fin de obtener el beneficio que requería, tan exigente en un momento crítico.

En trazos muy ágiles Marcos presenta la historia de la otra mujer (25-26): durante 12 años había gastado mucho dinero para tratar de curarse sin ningún resultado. El final del v. 26 subraya el estado psicológico y espiritual al que había llegado: depresión, angustia y desesperación por no recuperar su salud, además de que, sin decirlo, el relato plantea la marginación a la que había estado sujeta, una marginación en la que se sumaban aspectos negativos en su vida, con escasísimos horizontes de esperanza. La única posibilidad que le quedaba era que ese profeta que comenzaba a ser conocido hiciera el favor de sanarla y ella arriesgó todo para intentarlo.

La Ley sin el horizonte de la vida pierde su sentido; por eso, ni Jairo ni la mujer enferma dudaron en violarla; el primero cuando se acerca al hombre que sus colegas consideran hereje, y la mujer, cuando toca a Jesús, algo prohibido por la Ley (Lv 15.19-31). Si las leyes religiosas o sociales no consideraban con suficiente profundidad la situación de las personas (algo que sigue presente en la actualidad), la decisión de transgredir determinados preceptos para colocar lo humano como criterio central se impuso por la fuerza de los hechos. La mujer trató de ocultar el milagro ante el gentío, porque sabía que podrían maltratarla si se enteraban de que estando impura había permanecido entre ellos. Jesús, sin embargo, la hizo visible y la felicitó porque había comprendido la fe como una fuerza de vida que libera (32-34).


La hija de Jairo había muerto a los 12 años, el mismo periodo de sufrimiento de la otra mujer. La fe del jefe de la sinagoga contrastó con la de quienes se reían de Jesús (38-40). Esa fe unida a la opción de Jesús por la vida, liberó a la niña de la muerte (41), con las famosas palabras en arameo: ¡Talitá cum! La confianza en Dios que demostró Jesús y que transmitió óptimamente a la familia de la niña fue un auténtico bálsamo curativo para el conjunto de personas que acompañaron ese momento crucial para todos ellos. Eran testigos del triunfo de la vida de Dios sobre la muerte, y sobre la muerte en vida. En palabras de Musa Dube, teóloga de Botswana: “Jesus rechaza sucumbir a la sombra de muerte, al insistir en la vida y la esperanza. […] Como judío, sabía que un cuerpo muerto lo contaminaría. Pero él luchó por la vida de esa niña”.

Marcos 5.21-34, TLA

21 Jesús llegó en la barca al otro lado del lago, y se quedó en la orilla porque mucha gente se juntó a su alrededor. 22 En ese momento llegó un hombre llamado Jairo, que era uno de los jefes de la sinagoga. Cuando Jairo vio a Jesús, se inclinó hasta el suelo 23 y le rogó: —Mi hijita está a punto de morir. ¡Por favor, venga usted a mi casa y ponga sus manos sobre ella, para que se sane y pueda vivir!
24 Jesús se fue con Jairo. Mucha gente se juntó alrededor de Jesús y lo acompañó. 25 Entre la gente, iba una mujer que había estado enferma durante doce años. Perdía mucha sangre, 26 y había gastado en médicos todo el dinero que tenía, pero ellos no habían podido sanarla. Al contrario, le habían hecho sufrir mucho, y cada día se ponía más enferma.
27-28 La mujer había oído hablar de Jesús, y pensaba: "Si tan sólo pudiera tocar su ropa, quedaría sana.» Por eso, cuando la mujer vio a Jesús, se abrió paso entre la gente, se le acercó por detrás y le tocó la ropa. 29 Inmediatamente la mujer dejó de sangrar, y supo que ya estaba sana.
30 Jesús se dio cuenta de que había salido poder de él. Entonces miró a la gente y preguntó: —¿Quién me tocó la ropa? 31 Sus discípulos le respondieron: —¡Mira cómo se amontona la gente sobre ti! ¿Y todavía preguntas quién te tocó la ropa?
32 Pero Jesús miraba y miraba a la gente para descubrir quién lo había tocado. 33 La mujer, sabiendo lo que le había pasado, fue y se arrodilló delante de él, y temblando de miedo le dijo toda la verdad. 34 Jesús le dijo: —Hija, has sido sanada porque confiaste en Dios. Vete tranquila.

domingo, 18 de febrero de 2018

Letra 558, 18 de febrero de 2018

LOS HOMBRES DEL MAESTRO (III)
PEDRO
Rinaldo Fabris

Resultado de imagen para apostle peter paintingc) La crisis. El papel preeminente de Pedro respecto al grupo de los discípulos históricos aparece con toda claridad en el contexto de la pasión. Después de la cena final, los tres evangelios sinópticos recogen unas palabras proféticas de Jesús relativas a la crisis que habrá de abatirse sobre el grupo de los discípulos: “Todos tendréis en mí ocasión de caída, porque está escrito: ‘Heriré al pastor y las ovejas se dispersarán’. Pero después resucitaré e iré delante de vosotros a Galilea” (Mr 14.27-28). En este momento Pedro, como en otras ocasiones, toma la palabra para disociarse del grupo de los discípulos escandalizados. “Pedro le dijo: ‘Aunque fueras para todos ocasión de caída, para mí no’” (Mc 14.19). Entonces Jesús se dirige expresamente a Pedro y le anuncia la crisis que se consumará con una negación total de su Maestro aquella misma noche: “Jesús le dijo: `Te aseguro que esta misma noche, antes de que el gallo cante dos veces, me negarás tres'. Pedro insistió: ‘¡Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré!’” (Mr 14.30-31). La negación de Pedro es preparada por la escena intermedia de Getsemaní. Pedro forma parte del grupo de los que fueron elegidos por Jesús para que estuvieran a su lado durante aquella noche.
Pero mientras que Jesús encuentra en la oración insistente y perseverante la fuerza necesaria para cumplir la voluntad del Padre, Pedro y los otros discípulos se muestran incapaces de velar junto a Jesús. Entonces Jesús se dirige una vez más a Pedro para decirle: “¡Simón!, ¿duermes? ¿No has podido velar una hora? Velad y orad, para que no caigáis en tentación. El espíritu está dispuesto, pero la carne es débil” (Mr 14.37-38 par). La debilidad de la condición humana no robustecida por la fuerza de Dios la experimentó Pedro primero en el momento del arresto de Jesús y luego en la noche del proceso y de la condenación. Según la tradición sinóptica, uno de los que estaban con Jesús en el momento del prendimiento tomó la espada con la intención de defender por la fuerza al maestro y mesías (Mr 14.47 par); Juan dice que se trataba de Pedro, el cual recibió de Jesús la orden de devolver la espada a su vaina (Jn 18.10-11). En la tercera escena se pone de manifiesto la completa crisis de Pedro, el cual, por tres veces, ante las insistentes preguntas de los que se estaban calentando a la lumbre en el patio del palacio del sumo sacerdote, reniegade su maestro. La triple negativa corresponde a la triple instrucción de Jesús sobre la pasión del Hijo del hombre y a su triple oración. Pero Pedro, que recorre hasta el fondo el camino de la crisis que le había anunciado Jesús, encuentra también la fuerza de la conversión y del arrepentimiento. Es el recuerdo de las palabras de Jesús lo que le permite reconocer su fracaso y llorar amargamente su pecado (Mc 14,66-72 par). Así pues, Pedro, en la reconstrucción que hacen los evangelios sinópticos, es la figura paradigmática de todos los que siguen a Jesús, tanto en la adhesión espontánea como en la experiencia de la crisis provocada por la duda y por el miedo en el seguimiento de un mesías humillado y doliente.

d) La rehabilitación. Los tres evangelios sinópticos refieren de manera especial con diversos acentos el cumplimiento de la promesa de Jesús a Pedro: después de su resurrección él estará de nuevo al frente del grupo en Galilea (Mc 14,28; cf 16,7; Lc 24, 34). Pero son las tradiciones de Lucas y de Mateo las que conceden un relieve particular a esta nueva función de Pedro gracias a la palabra eficaz de Jesús. Lucas, dentro del contexto del discurso que siguió a la cena pascual, en el que se define el estatuto de la comunidad fiel y perseverante, refiere estas palabras de Jesús: "Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido poder cribaros como el trigo, pero yo he rogado por ti para que no desfallezca tu fe. Y tú, cuando te arrepientas, confirma a tus hermanos" (Lc 22,31-32). En virtud de la plegaria eficaz de Jesús, Pedro podrá superar la crisis y la tentación que provienen del adversario, de Satanás. Y, también gracias a la palabra de Jesús, Pedro es restablecido en su función de guía de la comunidad.
Este mismo motivo se encuentra en la tradición de Mateo, el cual dramatizó la crisis de Pedro en la escena nocturna del encuentro en el lago. Jesús salva a Pedro de hundirse en las aguas respondiendo a su invocación: "¡Señor, sálvame!" (Mt 14,28-31). Pero es en el diálogo posterior a la confesión mesiánica de Cesarea cuando Jesús revela y promete a Pedro su función eclesial. En primer lugar, en respuesta a la confesión de fe cristológica de Pedro: "Tú eres el mesías, el Hijo del Dios vivo", Jesús responde: “Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque eso no te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos" (Mt 16,17). La declaración de fe de Pedro se remonta a la iniciativa gratuita del Padre, que revela su plan salvífico a los "pequeños". Sobre la base de esta fe Pedro es constituido fundamento, "roca", de la comunidad mesiánica de Jesús —"mi Iglesia"— y se le confía la misión de guía autorizado de la misma: "Yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del reino de Dios; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos" (Mt 16,18-19).
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EL CAMINAR DEL DISCÍPULO
DISCIPULADO Y SEGUIMIENTO DE JESÚS

LA LLAMADA AL SEGUIMIENTO (III)
Dietrich Bonhoeffer

Resultado de imagen para bonhoefferEl tercero, como el primero, entiende el seguimiento como un ofrecimiento suyo personal, como un propio programa de vida que se ha escogido. Pero, al contrario que el primero, se juzga con derecho a poner condiciones. De este modo, se contradice plenamente. Quiere acompañar a Jesús, pero al mismo tiempo coloca algo entre él y Jesús: “Permíteme primero”. Quiere seguir, pero creándose sus propias condiciones de seguimiento. Para él, el seguimiento es una posibilidad cuya realización supone el cumplimiento de determinadas condiciones y presupuestos. Con esto, el seguimiento se convierte en algo humanamente comprensible e inteligible. Primero se hace una cosa, después otra. Todo tiene su derecho y su tiempo. El discípulo se pone a disposición de Jesús, pero conservando el derecho a poner condiciones. Es evidente que, desde este instante, el seguimiento deja de ser seguimiento. Se convierte en un programa humano que yo me establezco según mi propio juicio, que puedo justificar racional y éticamente.
Este tercer discípulo desea seguir a Cristo, pero desde el mismo momento en que expresa tal intención, no quiere ya seguirle. Con su misma oferta suprime el seguimiento; porque el seguimiento no admite condiciones susceptibles de intervenir entre Jesús y el que obedece. Este tercer discípulo cae, pues, en contradicción no sólo con Jesús, sino consigo mismo. No quiere lo que Jesús quiere, ni siquiera quiere lo que quiere. Se condena a sí mismo, se encuentra en conflicto consigo mismo, y sólo por el “permíteme primero”. La respuesta de Jesús, mediante una imagen, le confirma este conflicto interno que excluye el seguimiento: “Nadie que pone la mano en el arado y mira atrás es apto para el reino de Dios”.
Seguir a Cristo significa dar unos pasos determinados. El primero, el que sigue inmediatamente a la llamada, separa al que sigue de la existencia que ha llevado hasta ahora. La llamada al seguimiento crea, al punto, una situación nueva. En la situación antigua son incompatibles el “quedarse” y el “seguir”. Esto fue completamente claro desde el principio. El publicano debió abandonar la oficina de contribuciones, Pedro debió dejar sus redes y marchar detrás de Jesús.
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ENTREVISTA SOBRE LA ALIANZA ENTRE MORENA Y EL PARTIDO ENCUENTRO SOCIAL (III)
Patricia Gutiérrez-Otero
Protestante Digital, 2 de febrero

En tu opinión, ¿qué llevó al PES a aliarse con Morena y el PT? ¿Exclusivamente conseguir los votos para conservar su registro o hay otras razones?
Si el análisis sigue la línea mencionada, es muy claro que sí, pues las prerrogativas de las que ha estado disfrutando Flores, sobre todo, además de su abrumadora presencia mediática (algo a lo que antes se resistió), le han hecho creer que su actuación política es impecable hasta el momento, aun cuando los observadores no dudan en calificar al PES de “partido-secta”. Ello, debido, sobre todo, a las abiertas posturas conservadoras y hasta integristas que ha exhibido en sus participaciones en la Cámara de Diputados. En la primera de ellas, en septiembre de 2015, afirmó con bombo y platillo que había que “devolver a Dios a México” a fin de recuperar los valores morales, un discurso muy similar al de Girolamo Prigione, antiguo representante papal en México.
Según él, “ha sido un error histórico de nuestros líderes sacar a Dios de la vida pública de México”, lo cual muestra su muy peculiar comprensión de la laicidad que debe prevalecer en el país. De ahí que llame más la atención que este pragmatismo empate con la postura de Morena en el camino a conseguir, quizá, la simpatía de sectores más tradicionales, con todo y el rechazo de que ha sido objeto desde sectores más abiertos y que no han dudado en expresarse.

¿Te parece que López Obrador pretende “cuidar las almas” en el sentido religioso uniéndose con el PES y, así, resquebrajar al Estado laico o habla sólo de manera metafórica refiriéndose a restaurar el tejido social y los valores civiles?
Esa frase ha sido más bien incidental y forma parte del discurso de corte religioso que reiteradamente utiliza López Obrador, con escasa fortuna. No tiene nada que ver con esta alianza y lo que sí hace es generar muchas dudas sobre la forma en que entiende, a su vez, la laicidad establecida constitucionalmente. Como metáfora fallida que es, representa más bien la continuación con esa otra idea curiosa de la “república amorosa” de hace seis años. Lo cual demuestra, una vez más, el dudoso gusto por el uso de la terminología religiosa en las campañas políticas.

Los tres precandidatos actuales tienen una postura personal católica muy conservadora, aunque la filiación cristiana de AMLO no es evidente. Según tú, ¿a quién apoyará la Iglesia Católica y a quién apoyarán los protestantes, en sentido amplio, en estas elecciones?

López Obrador, ciertamente, ha manejado su fe personal de manera ambigua. Así lo ha hecho en las dos ocasiones anteriores en que fue candidato a la Presidencia (2006 y 1012). Con el ascenso reciente de Carlos Aguiar Acevedo como arzobispo primado de México (en sustitución del cardenal Norberto Rivera Carrera), es bien claro por dónde se orientará el voto de las cúpulas católicas (hacia el oficialismo), pues las bases realmente son otra cosa.

Actividades y avisos

OREMOS POR QUIENES ESCUCHARÁN EL MENSAJE EN ESTE DÍA

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CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes 20 de febrero, 19 hrs.
Modera: Hno. Alberto Chávez

Llamamiento: Salmo 116.1-10
Oración de ofrecimiento
Himno: “Quiero levantar mis manos” (420)
Círculo de oración (familias) y testimonios
Lectura bíblica: Ezequiel 20.1-16
Tema: Historia de un pueblo infiel
Himno: “Hay quien vele mis pisadas” (354)
Ofertorio
Bendición pastoral

HISTORIA DE ISRAEL Y REBELIÓN
Julio Lamelas Míguez

E
z 20.1-44 presenta una estructura bastante orgánica y unitaria, basada en una narración de la historia de Israel en cuatro etapas: Israel en Egipto (Ez 20.5-8), Israel en el desierto (Ez 20.9-16), Israel en la tierra (Ez 20.17-21) e Israel en la última fase histórica (Ez 20.22-26). Se trata de un esquema similar al utilizado por el Deuteronomista, especialmente en el libro de los Jueces y paralelo a Lv 26.14-46. Es probable que formase parte de la liturgia penitencial en forma de sermón en el que se evocaba la historia pasada, resaltando sobre todo la historia del pecado y rebeldía del pueblo. Estas características de rito penitencial, el estilo sacerdotal, así como determinadas expresiones, como yo soy el Señor vuestro Dios (Ez 20,5.7.19. 20), el tema de la rebelión (Ez 20,8.13.16.21.24), del sábado (Ez 20.12, 13, 16, 20, 21, 24) y el de la posteridad de Jacob (Ez 20.5) nos muestran un fuerte influjo de la fuente sacerdotal en este texto (véase Nm 14.27-35; Lv 26).

La fecha en la que el profeta pronunció este oráculo, según Ez 20.1, es la de 14 de agosto del año 591 a. C, dos años después de su vocación. En él Ezequiel hace un diagnóstico bastante pesimista de la perpetua rebeldía de Israel contra Dios, indefectiblemente obligado a "juzgar" y a castigar. Una historia de pecado y de juicio como también lo afirmarán no menos negativamente Am 4.6; Is 5.25; 9.7-20; 10.1-4.

En tres periodos de esa historia, Israel se enfrenta con los designios de Dios y se rebela contra él no cumpliendo sus leyes y mandamientos, no guardando el sábado. Los dos príncipes a los que se aplica esta primera imagen: Joacaz y Sedecías, víctimas del juego político de Egipto y Babilonia, adquieren en este texto un occidente y el otro a oriente. Joacaz paga la rebelión de su padre y Sedecías, que no es más que un lamentable trasplante (véase Ez 17.5; Jue 9.12), añade su propio delito.
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES

25 – Taller de liturgia y adoración

Apocalipsis 1.9, L. Cervantes-O.

29 de agosto, 2021   Yo, Juan, soy su hermano en Cristo, pues ustedes y yo confiamos en él. Y por confiar en él, pertenezco al reino de Di...