miércoles, 19 de diciembre de 2007

Letra 55, 23 de diciembre de 2007

CÁNTICO DE SIMEÓN
T.S. Eliot
Versión de José Luis Rivas

Oh Señor, los jacintos romanos florean en los tiestos
Y el sol de invierno asoma por los nevados montes;
La estación obstinada ceja en su porfía
Mi vida vana espera el viento de la muerte
Como pluma en el dorso de la mano.
En soleados rincones, la memoria del polvo
Espera el viento helado que sopla hacia el desierto.

Concédenos tu paz.
He caminado mucho entre estos muros,
He observado el ayuno y la fe, he velado por los pobres,
He dado y recibido honores, bienestar...
Nadie fue nunca echado de mi puerta.
¿Quién va a acordarse de mi casa? ¿Dónde vivirán
Los hijos de mis hijos cuando llegue la hora del dolor?
Tomarán el sendero de la cabra, la cueva de la zorra,
Para ponerse a salvo de extraños rostros y de extrañas armas.

Antes del día de la soga, del azote y el gemido,
Concédenos tu paz.
Antes de la hora del monte desolado,
Antes de la hora del materno dolor,
En esta hora del nacimiento y de la muerte,
Deja que sea el Niño, el Verbo no dicho aunque sobrentendido,
Quien dé el consuelo de Israel
A éste que tiene ochenta años y ningún mañana.

Conforme a tu promesa,
Ha de penar quien te honre en cada generación,
Con gloria y con escarnio, luz tras luz,
Ascendiendo la escala de los santos.
No para mí el martirio, el éxtasis de la meditación y la plegaria,
Ni la postrer visión.
Concédeme tu paz.
(Y una espada ha de herir tu corazón,
También el tuyo.)

Estoy cansado de mi propia vida y de la de quienes han de vivir.
Yo muero de mi propia muerte y de la de quienes han de morir.
Haz que al partir tu siervo
Vea tu salvación.
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LA IGLESIA PRESBITERIANA DE MÉXICO DOBLEGA LAS INUNDACIONES CON APOYO DEL EXTERIOR
Evan Silverstein, Presbyterian News Service, www.pcusa.org/pcnews/2007/07823.htm

Louisville, Kentucky. Más de un mes después de la inundación en Tabasco que causó el peor desastre en los últimos 50 años en México, al grado de que 805 del estado rico en petróleo quedó bajo las aguas, la Iglesia Nacional Presbiteriana de México (INPM) está respondiendo con un esfuerzo de apoyo masivo.
Con fondos provenientes de la Iglesia Presbiteriana de Estados Unidos (PCUSA) y otros organismos internacionales, la INPM y su Comité de Emergencias está derrotando a su primer desastre natural ante el cual se han organizado múltiples esfuerzos orquestados.
A principios de diciembre, la iglesia mexicana había atendido a más de 13 mil familias y cerca de 65 765 personas en sus 6 presbiterios tabasqueños, localizados en la costa del Golfo de México.
La INPM continúa sus acciones de emergencia en refugios, distribución de alimentos, agua y ropa, además de asistir a algunos habitantes que permanecieron en sus casas, como parte de la respuesta inmediata y de largo plazo a las necesidades de miles de sobrevivientes de las inundaciones.
“Como resultado de esta tragedia ellos han visto una nueva forma de responder como pueblo de Dios y mostrar el amor de Cristo de una manera que no conocieron antes”, dijo Dave Thomas, representante de la PCUSA en México, quien visitó Tabasco a principios de mes para acompañar los trabajos de la INPM. l desastre le ha dado a la iglesia mexicana “una oportunidad para moverse más allá y avanzar hacia una nueva área de servicio cristiano”, dijo Thomas, un misionero que vive en Cuernavaca, Morelos, cerca de la capital del país, adonde vive con su esposa Susan, misionera también.
De las 24 iglesias presbiterianas que han servido como refugios, 6 hospedan familias todavía, según informó Thomas a la agencia Presbyterian News Service. Mientras los habitantes regresan a sus casas dañadas, la INPM está proveyendo materiales de limpieza y enseres domésticos, como camas. La INPM está coordinando los esfuerzos para sustituirlas y proporcionar gas para las cocinas, así como otros recursos para preparar comida en sus hogares y cobijarse.
De los 473 573 hogares registrados en Villahermosa, capital del estado, 373 300 han sufrido daños severos, según Thomas. Muchos pastores presbiterianos y miembros de iglesias han perdido sus casas. Entre ellos se cuenta al Rev. Saúl Feria, presidente de la Asamblea General presbiteriana. Thomas dijo que el gobierno ha visitado muchas casas para fumigarlas y evitar epidemias. Sin embargo, agregó que todos los niveles del gobierno mexicano han respondido bien al desastre.
“Una de las cosas que hemos notado es lo bien que ha funcionado el gobierno”, añadió. “El ejército en masa está operando en los albergues y está limpiando las calles. El gobierno municipal, estatal y federal han sido verdaderamente muy efectivos en todo lo que están haciendo ante el problema”.
Funcionarios del gobierno han provisto alimentación y distribuido cupones y tarjetas para que la gente reciba los apoyos. Además, convocaron a una reunión de organizaciones religiosas y de apoyo. Mientras tanto, se ha detectado un buen número de iglesias inundadas. Todo ello se debió a las fuertes lluvias que desbordaron los ríos e inundaron el estado, habitado por 2.4 millones de personas, 90 mil de ellas presbiterianas, según la INPM. Las inundaciones y deslaves han matado a más de 20 personas, según dijeron.
Cerca de 1.3 millones de habitantes han sido afectados directamente por el desastre, con daños mayores a la infraestructura sanitaria y de aguas, y se cree que alrededor de 54 mil presbiterianos han sido afectados, informó también la INPM. La mayor parte de la capital del estado se asemeja a Nueva Orleáns después del huracán “Katrina”, porque el agua alcanzó los segundos niveles de las casas y la gente estaba en las azoteas a la espera de ayuda, dijeron algunos medios.

La ayuda está llegando de toda la República y está siendo canalizada por la Asamblea General y el Sínodo Tabasqueño. El Comité de Emergencias distribuye la ayuda a los seis presbiterios. Thomas observó que los presbiterios de todo el país han enviado ayuda, y señaló que una escuela presbiteriana de Villahermosa se transformó en un gran centro de acopio y distribución frecuentado por los presbiterios.
Se calcula que la iglesia mexicana ha recibido y distribuido 118 toneladas de alimentos, más de 200 toneladas de agua embotellada, 100 toneladas de ropa y 1.25 toneladas de materiales de limpieza. Se han provisto por lo menos 5 mil cajas de medicinas para más de 2 632 personas en varias localidades.
La INPM canceló su reunión programada para realizarse en Orizaba, Veracruz, con el fin de que recaudar más fondos para Tabasco. Thomas dijo que algunas congregaciones presbiterianas estadounidenses han indagado sobre la posibilidad de enviar equipos de trabajo a la zona de desastre para colaborar en la limpieza y reparaciones. Algunas iglesias planean cubrir el salario de pastores que han quedado sin ingresos debido a la afectación de sus congregaciones.
La Oficina de Desastres de la PCUSA (PDA) ha entregado a la INPM 50 mil dólares de los fondos asignados para ayuda general con el fin de adquirir alimentos y materiales de limpieza para las familias que están regresando a sus casas, de acuerdo con Susan Ryan, coordinadora de dicha oficina, la cual ha estado trabajando con la comisión presbiteriana mexicana muy de cerca durante los pasados 3 años para mejorar su capacidad de respuesta. El comité mexicano está recibiendo ayuda de sus socios de la PDA en Centroamérica en cuanto a la planeación y respuesta, dijo Ryan.
Carlos Cárdenas, representante de la PDA en Latinoamérica, estuvo en Tabasco junto con Xenia Marroquín y Carlos Rauda, provenientes de la Federación Luterana Mundial (FLM). Ellos viven en El Salvador. La PDA y Kathastrophe, una organización suiza, están apoyando al equipo. “Este es otro testimonio de la clase de relación internacional que se debe construir en momentos de desastre”, señaló Ryan.
La PDA ha enviado también a Tabasco un equipo psicosocial para asistir a quienes sufren traumas ante la tragedia. Cárdenas y los dos representantes de la FLM, acordaron pedir una ayuda de 500 mil dólares a la Actino by Churches Together International (ACT), una alianza de iglesias y agencias de apoyo establecida en Ginebra, Suiza, y de la cual la PDA es miembro.
El dinero servirá para financiar planes de reconstrucción a largo plazo en el área, algo que Ryan describió como “un programa expansivo” que incluiría un componente rural y otro urbano. “En el campo hace falta reactivar la agricultura y reponer el ambiente doméstico”, agregó, y dijo que “en el ambiente urbano hay que reconstruir el entorno para lograr un mínimo de dignidad y alimentación”. La PDA ha abierto una cuenta especial para recibir donativos.

(Versión: LC-O)

Encarnación de Dios y cotidianidad humana: el cántico de Siméon y el anuncio de Ana, L. Iván Jiménez J.

23 de diciembre de 2007

Vivir para mirar la salvación de Dios: el cántico de Simeón, Felipe Santos

23 de diciembre de 2007

Simeón significa "Dios me ha escuchado". El Espíritu Santo: por eso escucha y observa la Palabra. Sólo los hombres iluminados por el Espíritu saben explicar exactamente la Escritura y juzgar los eventos de la salvación.
Los brazos del anciano Simeón representan los brazos bimilenarios de Israel que reciben la flor de la vida nueva, la promesa de Dios.
El cántico de Simeón se pone en la línea de la gran tradición del Siervo de Yahvé: "Te haré luz de las naciones para que lleves mi salvación hasta la extremidad de la tierra" (Is 49.6). Ahora se cumple cuanto se había anunciado: "Levantaos, revestíos de luz, la gloria del Señor brilla sobre ti. Porque, he aquí, las tinieblas recubren la tierra, y las mismas naciones; pero sobre ti resplandece el Señor, su gloria aparece en ti. Caminarán los pueblos a tu luz, los reyes al esplendor de tu fuente" (Is 60.1-3).
Sólo quien ve a Jesús como salvador puede vivir y morir en paz. Sólo el encuentro con Dios puede sanar la vida del veneno del miedo de la muerte y curar al hombre de la falsa imagen de Dios. Detrás de la puerta de la muerte no nos aguarda un abismo de tinieblas, sino una sala luminosa del banquete de la vida eterna.
A la salvación y a la paz, ya presentes en el cántico de Zacarías, al que se une la luz con una clara connotación de universalidad: la salvación es para todos los pueblos. Simeón, movido por el Espíritu, reconoció a Jesús; ahora predice a María el destino del hijo. La persona de Jesús se explica aún ahora desde el Antiguo Testamento. Jesús será al mismo tiempo causa de caída y de resurrección para las multitudes de Israel, porque lleva una salvación "escandalosa" que ninguno está en grado de aceptar. Jesús contradice todo pensamiento del hombre. Es escándalo y locura. Por eso todos los contradicen, se escandalizan de él y caen.
Se vislumbra aquí el misterio de la muerte y la resurrección del Señor que como espada atravesará el corazón de cada discípulo y de toda la Iglesia. A la palabra dura de condena, contradicción y de espada, nace la palabra de felicitación, consuelo y ayuda. El nombre de la profetisa y la de sus advertencias significan salvación y bendición. Ana quiere decir: Dios da la gracia: Fanuel: Dios es luz; Aser: felicidad.
Los nombres no están privados de significado. Y aquí su significado ilumina y sumerge todo en el esplendor de la alegría, de la gracia y de la clemencia de Dios. El tiempo mesiánica es tiempo de luz plena.
Ana es considerada como ejemplo luminoso. "La que es realmente viuda y permanece sola, ha puesto la esperanza en Dios y se consagra a la oración día y noche" (1Tm 5,5).
Iluminada por el Espíritu Santo, Ana reconoce al Mesías en el niño que lleva María al templo. Siguiendo a Simeón, alaba a Dios y habla continuamente de Jesús a todos aquellos que esperan "la redención de Jerusalén" ( v. 38).
En el tiempo de Jerusalén se desvelan dos aspectos: la contradicción en los enfrentamientos de Jesús y la acogida en la fe, la condena y la salvación, la caída y la resurrección. De Jerusalén, en cuyo templo se ensalza el signo, se irradia la luz que llegará a los paganos y se manifiesta la gloria de Israel.Eso sucede ahora, mientras Jesús viene al templo; y se verá más claramente cuando se vea en Jerusalén, es decir, ensalzado en la gloria. Entonces se reunirá el nuevo pueblo de Dios, y sus mensajeros desde Jerusalén se difundirán a todo el mundo para acoger a los pueblos en torno al signo de Cristo.

Letra 54, 16 de diciembre de 2007: Adviento (III)

EL ADVIENTO (III)
Elizabeth González y Jesús Martínez
Red Latinoamericana de Liturgia/CLAI, www.selah.com.ar

Para vivir hoy el Adviento
En nuestros días tenemos también muchos profetas que ayudan a las comunidades a percibir la presencia y la actuación de Dios dentro de los acontecimientos, dentro de las realidades socio-políticas; llaman a la conversión, animan a los creyentes, recordando las promesas de Dios. Por eso es importante el mensaje de los profetas en Adviento. No sólo animan y llevan a descubrir las señales del Reino, sino que también nos ayudan a asumir nuestra misión profética. Como Isaías, María y Juan el Bautista, debemos vivir atentos a los acontecimientos.

Colores litúrgicos de Adviento
El morado o lila caracteriza las épocas del año cristiano dedicadas a la reflexión, arrepentimiento y preparación tales como el Adviento –nótese que el morado es una combinación de un color cálido (rojo) y un color frío (azul), lo cual es representativo de la tensión entre el ya pero todavía no, propio de los períodos de expectativa.
El violeta es originalmente un azul oscuro, es el color de la penitencia durante el Adviento. El púrpura es el color de la realeza. Era el color más caro. Simboliza autodisciplina y prepara días de súplica y oración.
El azul comunica quietud y esperanza. Otros autores sugieren el azul como color ideal para el templo, lugar hacia donde los fieles convergen. Simboliza la acción centrípeta de la propia comunión. Representa esperanza y anticipación, sentimientos propios del Adviento. Así se diferenciaría de la cuaresma, que usa más el violeta y el morado.

Símbolos e imágenes más utilizadas

Corona de adviento
Luz, velas
Camino
Cordero de Dios, corona de Rey, velas, etc.
Tronco que renace
Espadas, lanzas y otras armas para hacer la guerra son transformadas en instrumentos de labranza
Contraste entre la noche y la luz (salvación)
Agua, arena y otros elementos del desierto
Cadenas rotas y otros que expresen liberación
Llave

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SE PRONUNCIAN 60 HOMBRES DE DIVERSOS SECTORES CONTRA LA VIOLENCIA
El Porvenir, Monterrey, 10 de diciembre de 2007



México (Notimex). Como parte de los 16 días de activismo, 60 hombres, representantes de diferentes sectores, se reunieron para pronunciar "Un minuto contra la violencia y una vida por la equidad".
Entre académicos, cantantes, actores, estudiantes y profesionales de diversas actividades, alzaron la voz este domingo para hablar de y en pro de las mujeres.
El cantautor Hernaldo Zúñiga, el ex académico Carlos Rivera y el director de escena Jaime Matarredona, así como el jefe de gobierno capitalino, Marcelo Ebrard, fueron algunos de los que a lo largo de 60 segundos expusieron sus ideas en este foro.
Otros como los actores Sergio Corona y Héctor Bonilla, el productor teatral Morris Gilbert, además del cantante y vocalista de el Tri, Alex Lora, lo hicieron a través de un video expuesto.
El edificio de gobierno fue la sede para el foro, en el que mediante seis bloques de 10, los invitados externaron su rechazo hacia la violencia, mientras imágenes de mujeres de diferentes etnias y condiciones eran exhibidas en los plasmas dispuestos.
Cabe destacar que del millón 600 mil personas que cada año son víctimas de la violencia en el hogar, alrededor del mundo, la mayoría son mujeres.
Por ello, la Asociación Tech Palewi, con el apoyo de la Dirección de Igualdad y Diversidad Social de la Secretaría de Desarrollo Social del Gobierno del Distrito Federal, realizaron esta convocatoria en el marco de los 16 días de activismo, celebrados en todo el mundo desde 1991.
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LAS IGLESIAS ATENTAN CONTRA SÍ MISMAS AL VIOLAR LOS DERECHOS DE LAS MUJERES, DICE TEÓLOGO MEXICANO
ALC Noticias.org, 11 de diciembre de 2007

El Gobierno de la Ciudad de México, junto con la ONG Tech Palewi, organizó la celebración de unas jornadas contra la violencia hacia las mujeres a partir del 25 de noviembre. Para clausurarlas, el domingo 9 de diciembre convocó a 60 hombres de diversos campos de trabajo y acción a redactar un pronunciamiento y leerlo en el acto denominado simbólicamente "Un minuto contra la violencia, una vida por la equidad" La última participación correspondió a Marcelo Ebrard, Jefe de Gobierno, quien anunció una serie de acciones como el seguro de apoyo a las mujeres violentadas en la capital mexicana, algo inédito dentro y fuera del país.
El teólogo Leopoldo Cervantes Ortiz, convocado para el pronunciamiento, expresó en su discurso: "La violencia contra las mujeres, de donde quiera que provenga, es un flagelo que debe desarraigarse. La sociedad actual tiene un enorme compromiso con ellas para que su vida sea siempre digna. Y esto vale también para todas las iglesias y religiones, cuyas jerarquías masculinas no deben utilizar los recursos espirituales para someterlas y, por el contrario, pueden contribuir para que aporten mucho. No respetar estas aportaciones ni reconocerlas formalmente también es una forma de violencia. Las iglesias atentan contra sí mismas al violar sistemáticamente los derechos de las mujeres y legitimar el abuso masculino en nombre del Dios varón, siendo que Él/Ella incluye lo masculino y femenino por igual. "Existen pensadores/as, continuó, así como diversas teologías liberadoras, que desgraciadamente no alcanzan la difusión que merecen, que plantean nuevas bases para que la fe efectivamente contribuya a prevenir la violencia contra los grupos humanos vulnerables. La violencia de género es un pecado individual y estructural que debe ser combatido con reflexión, acciones y prácticas concretas, más allá de la mera condena moral.
"Basta ya de historias de terror contra las mujeres, presentadas como relatos edificantes y aderezadas con falsos arrepentimientos. Si la mujer, como plantea el teólogo uruguayo Julio de Santa Ana, es para los hombres la alteridad absoluta, sumerjámonos en ella con respeto y fascinación", finalizó Cervantes-Ortiz.
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ANCIANOS Y DIÁCONOS EN LA TRADICIÓN REFORMADA: MINISTERIOS DE AUTORIDAD Y SERVICIO (V)

De ahí que Palomino afirma que este oficio tiene que ver con el surgimiento de la democracia en la medida en que capacitaba a los laicos para ejercer el don del gobierno y la autoridad acotados por la obediencia común a la Palabra de Dios revelada en la Biblia:

El orden democrático representativo conjugó lo mejor de los dones y capacidades individuales de los líderes más sabios y experimentados (llamados presbíteros o ancianos en el Nuevo Testamento) con la participación definitiva e intencional de toda la comunidad. Antes de que hubiese una república democrática representativa, organizada en instancias de gobierno y acción política a niveles locales, regionales y nacionales con el apoyo y participación activos del pueblo, ya existía una institución que practicaba precisamente este orden: la iglesia calvinista. Como demuestra un teólogo italiano, los ideales de la revolución francesa —libertad, igualdad, fraternidad— se forjaron en la lucha por implantar el Evangelio de la Reforma y su estilo de relaciones sociales en la iglesia pastoreada por Juan Calvino.



Y es que los elementos que entran en juego al definir las funciones y actividades de los ancianos rebasan, con mucho, el limitadísimo espectro que asignaba (y asigna todavía hoy) la iglesia católica a los laicos. Por un lado, podría decirse que sus funciones de gobierno articulan una posición que parte del poder y la autoridad que debe aplicarse en términos de gobierno, vigilancia y disciplina, con la exigencia de no abusar, en ningún caso del encargo recibido. Y por otro, que sus tareas también incluyen la predicación, la enseñanza y la edificación, en general, de la Iglesia, en el entendido de que los ancianos/as tampoco deberán servirse del puesto para beneficiarse de ninguna forma o utilizar la información privilegiada para fines ajenos a su oficio.(LC-O)

Encarnación de Dios y compromiso con el Reino: el cántico de Zacarías

L. Cervantes-Ortiz
16 de diciembre de 2007
1. Fe y poesía: los cánticos de Lucas
Lucas, el evangelista, creía firmemente en los poderes de la poesía. Su aproximación al misterio de la encarnación de Dios en el mundo estuvo mediada por una comprensión y una valoración literaria que marca la diferencia de este evangelio con los demás, pues si Mateo (como buen judío) estaba obsesionado por el cumplimiento de las Escrituras, Marcos quiso sintetizar la obra de Jesús al máximo y no se ocupó de los detalles de su nacimiento, lo mismo que Juan, cuyo proyecto teológico tampoco incluyó nada sobre los entretelones de este evento, Lucas los investigó a fondo y les otorgó una dimensión humana extraordinaria, con matices simbólicos muy importantes.
La sensibilidad de Lucas ante los cánticos de algunos protagonistas de la historia permitió que su forma y contenido expresaran aspectos notables del misterio y el milagro de la encarnación de Dios, puesto que al observar la manera en que cada uno entendió su papel dentro del drama humano de la salvación, consiguió dotar a la historia de un entendimiento de la fe que va más allá del mero acontecimiento, digno de celebración y asombro sí, pero con un halo de poesía que afirma aún más la relevancia de los sucesos.

2. Zacarías y la tradición profética
El padre de Juan el Bautista se sitúa perfectamente en la línea de la tradición profética y su figura representa para Lucas algo así como el enlace entre el Antiguo y el Nuevo Testamentos. Pero, si bien retoma el lenguaje antiguo para hacer presente la maravillosa intervención de Dios en la historia, Zacarías va a fundar una nueva épica, es decir, la épica microhistórica del Evangelio de Jesucristo, ubicada, como quería el evangelista en el marco de la vida cotidiana de los protagonistas de su documento literario. Estamos acostumbrados a leer con mayor asombro las páginas iniciales de este evangelio, precisamente porque allí es donde se fragua el comienzo de la obra redentora de Cristo, pero deberíamos advertir que todo el texto está dominado por esta perspectiva: las cosas maravillosas que suceden por la intervención de Dios en la historia a través de su Hijo buscan invadir la cotidianidad de las personas.
En ese sentido, la orientación profética de Zacarías sigue el mismo curso de la profecía antigua, aunque no debería olvidarse que los tiempos habían cambiado muchísimo y las esperanzas del pueblo se habían modificado a tal grado que únicamente quedaba en el horizonte la expectativa de una acción divina cataclísmica y espectacular. A esta orientación del ánimo popular, dice Zacarías, Dios responde como antaño, esto es, con un compromiso central con la vida del pueblo, pero con una novedad radical, la certeza de que el advenimiento del Reino de Dios no sólo está muy próxima sino que está cumpliéndose en la vida de personas comunes y corrientes, como nosotros hoy, fuera de manifestaciones extraordinarias y ajenas a la realidad verificable.

3. Juan el Bautista y Jesús
Lucas enfatiza algunos temas centrales del cántico de Lucas: a) la visita de Dios a través del linaje de David (v. 67); b) en términos de liberación del pueblo de sus dominadores; c) como cumplimiento del pacto antiguo (v. 72); y d) la actuación de un precursor del Mesías prometido (v. 76) en continuidad con la tradición profética (anuncio-denuncia). Todo esto, arropado por una magnífica metáfora ligada a la venida de la luz, la iluminación plena para la vida del pueblo: la Aurora (v. 78), “para dar luz a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte” (v. 79) y para establecer el shalom de Dios (v. 79b), es decir, el estado de bienestar humano pleno, tal como es el designio divino. Este nuevo estado de iluminación social y espiritual resume y renueva la comprensión de la actuación de Dios en la historia humana.
La actuación de Juan el Bautista vendría a corroborar que el programa profético antiguo, en un ambiente apocalíptico, dejaba ver la continuidad del plan de Dios para hacer efectivas sus bendiciones entre el pueblo, pero no sin el conflicto doble que enfrentaría este precursor: primero, con el pueblo judío, al tratarlo como gentil por el ofrecimiento del lavamiento por las aguas bautismales; y segundo, con el poder extranjero, que acabaría con su vida, otra vez, dentro de la tradición de los profetas asesinados que también seguiría el propio Jesús. En otras palabras, Zacarías estaba muy conciente de que el Reino de Dios no vendría sin ese par de conflictos. Y así lo vislumbró, positivamente, en su cántico profético-poético.

Benedictus, el cántico de Zacarías, Josef Schmid

16 de diciembre de 2007

Con el nacimiento del Bautista se cumple de manera visible el mensaje del ángel a Zacarías. Al ir a circuncidar al niño, la gente propone que le impongan el nombre de su padre, pero Isabel, la madre, sin duda por lo que su esposo le habría contado de la aparición del ángel, resuelve que se llamará Juan, y otro tanto sentencia el padre, que estaba sordo y mudo, escribiéndolo en una tablilla cuando se lo preguntan por señas. Inmediatamente Zacarías vuelve a hacer uso del lenguaje y sus primeras palabras son el cántico de alabanza divina. La impresión producida por la visible intervención divina es un temor sagrado, «quedaron sobrecogidos», y la noticia se extiende por los alrededores. Lo sucedido en la circuncisión del niño da que pensar a cuantos se enteran y es interpretado como señal de su predestinación para alguna misión extraordinaria: «¿Qué va a ser de este niño?». El evangelista añade un comentario que confirma la opinión del pueblo: la mano de Dios, símbolo de su protección y su providencia, actúa de manera visible desde un principio en la vida de aquel niño, venido al mundo ya en tan milagrosas circunstancias.
El himno de Zacarías muestra grandes semejanzas de ideas y sentimientos con el Magnificat. Al igual que éste, también el Benedictus se mueve totalmente dentro de la mentalidad del AT, quedando en el límite entre el Antiguo Testamento y el Nuevo. El tema central del himno de Zacarías lo forman la misericordia de Dios y su fidelidad a su alianza. Al igual que el Magnificat es también el Benedictus, en su mayor parte, una compilación de pensamientos tomados del AT, de la que tampoco en este caso resulta una simple y hábil sucesión de reminiscencias vétero-testamentarias, sino una nueva unidad. También como en el Magnificat, sus pensamientos son, aunque no en la misma medida, afirmaciones de carácter general, distinguiéndose de aquél en su referencia expresa a la persona y la futura misión redentora de su destinatario (Juan el Bautista, vv. 76-77). Una diferencia con el Magnificat suponen también los rasgos judíos nacionalistas de su primera mitad (vv. 67-75). La primera parte del himno (vv. 68-75) ensalza, al igual que el cántico de María, las grandes obras redentoras de Dios, que alcanzan su punto culminante en la misión del
Mesías. La segunda (vv. 76-79) se vuelve al recién nacido hijo de Zacarías, cantando en proféticas palabras la tarea para la que Dios le ha destinado. Mientras que el Magníficat procede en su ideario de lo individual a lo general, de la persona de María «a la plenitud de la actuación divina», en el himno de Zacarías encontramos un orden inverso, lo cual radica, tanto en un caso como en el otro, en la situación respectiva de la persona que lo pronuncia. Zacarías queda lleno de Espíritu Santo, como antes Isabel (v. 41), en el momento de desatarse su lengua, y pronuncia su cántico en aquel estado de inspiración profética (v. 67). [...]
El fin de la obra redentora divina era el procurar a su pueblo libertad frente al poder de enemigos externos. Pero el aspecto político de tal libertad no era su fin único ni primero, sino sólo condición previa de la libertad religiosa, que es la que debe dar a Israel la posibilidad de «servir» a Dios sin cesar, libre de todo temor de guerra o de opresión, como su pueblo santo, en piedad y justicia auténticas, esto es, en el fiel cumplimiento de su voluntad. Este servicio divino aquí referido es algo más que simple culto, es un servicio que incluye también una actitud moral, que, según el carácter de la ética bíblica, consiste en la obediencia a Dios y a su ley. A pesar de que Zacarías espera del Mesías la liberación política de su pueblo, falta en su ideal mesiánico todo rasgo guerrero o simplemente imperialista. También en el profeta Zacarías del AT aparece el Mesías como príncipe «manso», pacífico, cuya misión es instaurar el reino eterno de la paz en medio de un mundo impío. Los rasgos característicos de su reino son la justicia y la piedad auténtica, lo cual es uno de los pensamientos centrales de las esperanzas de redención del AT. Como prueban los profetas más antiguos. [...]


El Evangelio según san Lucas. Barcelona, Herder, 1968, pp. 83-91.

martes, 18 de diciembre de 2007

Letra 53, 9 de diciembre de 2007

EL ADVIENTO (II)
Elizabeth González y Jesús Martínez
Red Latinoamericana de Liturgia/CLAI, www.selah.com.ar

María está esperando a un hijo. Como ella, también nosotros aguardamos por la hora en que nazca el hijo para mostrarlo al mundo. De ahí nuestra expectativa, llena de una alegría contenida: “porque la virgen concebirá y dará a luz a un hijo, y llamará Emmanuel, Dios con Nosotros” (Is 7.14). El Espíritu que fecunda el vientre de María, fecunda a la Iglesia y a la comunidad, y hace nacer nuevos hijos de Dios: “...a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Jn 1.12).

Espiritualidad del Adviento
El Adviento encierra un rico contenido teológico; considera, efectivamente, todo el misterio desde la entrada del Señor en la historia hasta su final. Los diferentes aspectos del misterio se remiten unos a otros y se fusionan en una admirable unidad.
El adviento evoca ante todo la dimensión histórico-sacramental de la salvación. El Dios del adviento es el Dios de la historia, el Dios que vino en plenitud para salvar a la humanidad en Jesús de Nazaret, en quien se revela el rostro del Padre (Jn 14.9). La dimensión histórica de la revelación recuerda que se concreta la plena salvación del ser, y de toda la humanidad.
El adviento es el tiempo litúrgico en el que se evidencia con fuerza la dimensión escatológica del ministerio cristiano. Dios nos ha destinado a la salvación (1 Tes 5.9), si bien se trata de una herencia que se revelará sólo al final de los tiempos (1 P 1.5).
La historia es el lugar donde acontecen las promesas de Dios y está orientada hacia el día del Señor (1 Co 1.8; 5.5). Cristo vino en nuestra carne, se manifestó y reveló resucitado después de la muerte a los apóstoles y a los testigos escogidos por Dios (Hch 10.40-42) y aparecerá gloriosamente al final de los tiempos (Hch 1.11). Durante su peregrinación terrena la iglesia vive incesantemente la tensión del ya de la salvación plenamente cumplida en Cristo y el todavía no de su actuación en nosotros y de su total manifestación con el retorno glorioso del Señor como juez y salvador. Como cristianos consideramos la vida y la historia como una gran marcha, que sólo terminará cuando nos encontremos todos en la casa del Padre, en la ciudad de Dios, en la “nueva Jerusalén”, en el Reino definitivo prometido por Dios, en el Reino que desde ahora y aquí hacemos juntos y juntas.
El Adviento, finalmente, revelándonos las verdaderas, profundas y misteriosas dimensiones de la venida de Dios, nos recuerda al mismo tiempo el compromiso misionero de la iglesia y de todo cristiano por el advenimiento del Reino de Dios. La misión de la iglesia de anunciar el evangelio a todas las gentes se funda esencialmente en el misterio de la venida de Cristo.
La actitud de espera caracteriza a la iglesia y al cristiano, ya que el Dios de la revelación es el Dios de la promesa, que en Cristo ha mostrado su absoluta fidelidad al ser humano (2 Co 1.20). Durante el adviento la iglesia no se pone al lado de los hebreos que esperaban al Mesías prometido, sino que vive la espera de Israel en niveles de realidad y de definitiva manifestación de esta realidad, que es Cristo.
El adviento del Reino de Dios trae en sí una propuesta radicalmente nueva de relacionamiento entre el ser humano y la humanidad; trae en sí una crítica a muchos proyectos y modos de organización de la sociedad y de la vida individual de cada persona. Vivimos en una sociedad contradictoria, tratando de sobrevivir; tenemos logros, pero también desigualdades y pérdidas de valores. Estamos insertados en un mundo cambiante, mercantilizado e inseguro, bajo la amenaza de la guerra. Las personas y los países se miden por el nivel de consumo y muchos seres humanos mueren en situaciones de extrema pobreza.
El tiempo litúrgico de Adviento nos hace vivir profundamente este aspecto de la presencia-ausencia del Reino y reaviva en nosotros la esperanza de un futuro mejor dentro de un mundo que parece estar suicidándose. El adviento pues, celebra al “Dios de la Esperanza” (Ro 15.13) y vive la gozosa esperanza (Sal 24; Ro 8.24-25).
El Hijo de Dios viene “de lo alto” como un regalo del Padre, pero requiere la aceptación de las personas. Esta unión entre Dios y la humanidad para la realización de la salvación, viene expresada en la imagen bíblica de la tierra que se abre para recibir la lluvia, que hace a la simiente crecer; tierra que es fecundada también por el rocío (Is 35.1-10; 61.10-11). Esta imagen de la lluvia y el rocío que penetran en la tierra, así como de la gravidez, nos ayuda a comprender la salvación como algo dentro de nuestra realidad actual, dentro de la historia, dentro de la vida de los hombres y mujeres y no fuera de ella.
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ANCIANOS Y DIÁCONOS EN LA TRADICIÓN REFORMADA: MINISTERIOS DE AUTORIDAD Y SERVICIO (IV)

2. Ancianos en la Iglesia: entre el poder, la disciplina y el servicio
Como ha documentado Lukas Vischer, el oficio de ancianos en la iglesia se remonta muchos años atrás del trabajo de Calvino en Ginebra, pues ya se menciona en la Unidad Moravo-Bohemia de Hermanos, desde antes que este movimiento eligiera a sus clérigos en 1467, e incluso había mujeres entre ellos. Los Moravos creían que los ancianos debían monitorear el trabajo de los pastores para que éstos no estuvieran solos ni pusieran en riesgo su reputación. El ejemplo de este movimiento se extendió, pues ellos establecieron contactos con los luteranos y en 1540 un representante se entrevistó en Estrasburgo con Calvino y Bucero y se estableció la correspondencia entre ambas partes. Según Vischer, la manera en que los reformadores entendieron este oficio eclesiástico a partir de su concepción de los ministerios en general, dominada por un ethos anti-jerárquico, es decir, por la intención consciente de abolir las diferencias entre el clero y los laicos, pues ambos tenían la responsabilidad de proclamar la Palabra de Dios y dirigir a la Iglesia. Éste es el principio de la representatividad colegiada y por turnos: algunos miembros de la comunidad alcanzarían el liderazgo por la responsabilidad del cargo no por el nivel jerárquico. Por ello, los pastores, los ancianos o diáconos no eran superiores unos a otros. Lo único que los diferencia son los propósitos y metas.Como en Zürich, bajo Zwinglio, hubo una estrecha cooperación entre las autoridades religiosas y civiles, el oficio de anciano no tuvo demasiada relevancia e incluso Bullinger, sucesor de Zwinglio, no los discute con amplitud en la Segunda Confesión Helvética. No obstante, fue introducido posteriormente. En otras ciudades adonde la iglesia se independizó más del poder civil, como Basilea, el oficio de los seniores equivalió al de ancianos, pues ellos ejercerían la disciplina. En Estrasburgo la situación fue más compleja, aunque en octubre de 1531 se estableció el oficio de Kirchenpfleger, es decir, laicos nombrados por el consejo de la ciudad y la comunidad. Bucero equiparó a estas personas con los ancianos del Nuevo Testamento.
Este tema es, en palabras de Elsie Ann McKee, “quizá de los más distintivos (y controversiales) de la doctrina calvinista del ministerio cristiano”. Para Calvino, el trabajo de los ancianos incluye la administración del orden eclesiástico, y como función primaria la guía, dirección y gobierno de la iglesia. Pero, ¿quiénes, de entre los laicos, deberían ser electos para administrar el orden eclesiástico? Cuando la iglesia y el Estado no estaban separados, y las autoridades civiles apoyaban la Reforma, resultaba natural que se considerase a los magistrados o príncipes como los más indicados para ejercer la disciplina, a lo cual éstos reaccionaron con amplio beneplácito. Pero fueron los calvinistas quienes rechazaron la identificación del liderazgo de los laicos con los gobernantes cristianos, aunque no necesariamente en la práctica. Calvino desarrolló su perspectiva a partir de las ideas de Ecolampadio y Bucero, y sus razones para rechazar esta identificación se basan, en primer lugar, en las enseñanzas del NT, pues en ningún lugar hay indicaciones al respecto, lo cual contrasta con los argumentos de Zwinglio tomados del Antiguo Testamento (sobre todo 2 Cr 19). Calvino parte de que, en Mateo 18, el sanedrín aparece como un cuerpo elegido de sacerdotes y laicos que controlaban la moral y la religión del pueblo, pues la iglesia cristiana aún no se había separado del judaísmo. De ahí su carácter de cuerpo colegiado. Como indica McKee: “La tradición reformada-calvinista insistió en el modelo del NT para el correcto orden eclesiástico, al distinguir entre la Iglesia y el Estado, y al defender y luchar por la autonomía del gobierno eclesiástico. La misma persona podía ser magistrado cristiano y anciano, pero los oficios son diferentes y distintos”. Como otros dirigentes protestantes, Calvino insistió en incluir a los laicos en las funciones directivas de la iglesia, algo impensable para la iglesia católico-romana. Con ello se abrió la puerta a la pluralidad de ministerios entre los laicos, lo cual fue articulado teórica y prácticamente ante la muy cercana separación entre la Iglesia y el Estado. El gobierno de la Iglesia demandaba, entonces, una estructura que diera cabida a la diversidad de ministerios y oficios, rota ya la división entre clero y laicado.
(LC-O)

Encarnación de Dios y cercanía de la gracia: el cántico de María (Lc 1.39-56), L. Cervantes-Ortiz

9 de diciembre, 2007

1. María, el protestantismo y la Navidad
La figura de María de Nazaret, la madre de Jesús, es difícil de digerir para el protestantismo. Como bien subraya el evangélico peruano Abel García, no es algo que llame la atención en el medio evangélico, no es parte de “nuestra tradición”.
[1] La fuerte devoción mariana (y guadalupana) ha hecho que los protestantes seamos una rara especie que insiste, todavía, en que no existe ni existió forma alguna de co-participación salvífica por su parte y que, para llegar a Dios, no se requiere otra intermediación que la de Jesucristo. Dondequiera se escucha, para explicar la devoción por ella, que como madre que es, tiene, indudablemente, un “derecho de picaporte” para convencer a su hijo de responder a las demandas de los creyentes (ad Jesum per Mariam), como si se tratara de mover influencias para convencerlo… Porque ni es la segunda Eva, ni tampoco la mujer de Apocalipsis 12, “vestida del sol”, con quien se le ha querido comparar arbitrariamente. Pero María sigue ahí, esperándonos a los protestantes, hombres y mujeres, que efectivamente no la hemos ubicado correctamente en el espectro de nuestras preferencias y con ello hemos perdido un elemento bíblico más de acceso a una comprensión más amplia de los orígenes del Evangelio. Últimamente le ha ganado en difusión María Magdalena gracias al morbo provocado por El código Da Vinci y otros libros y películas. La figura de María como madre devota se ha impuesto sobre la de ella como creyente, discípula de Cristo que pasó por un periodo de incredulidad. Obviamente, esa comprensión, literalmente, no vende mucho.
Un libro monumental de Marina Warner, Tú sola entre las mujeres. El mito y el culto de la Virgen María, explora exhaustivamente este símbolo religioso y cultural de todas las épocas desde todos sus aspectos, sin dejar de advertir la forma en que ha sido utilizado, paradójicamente, para subyugar a las mujeres en nombre de una supuesta y absoluta sumisión a la voluntad de Dios, quien invadió su intimidad para hacerla partícipe de la historia de la salvación. Una de sus conclusiones es estremecedora: “La Virgen María no es el arquetipo innato de la naturaleza femenina, el sueño encarnado; es el instrumento de una dinámica argumental de la Iglesia Católica acerca de la estructura de la sociedad, presentada como un código dado por Dios. […] Pero la realidad que su mito describe se acabó. El código moral que ella afirma se ha agotado”.
[2] A los protestantes tampoco nos va muy bien: “Aunque María no puede ser un modelo para la Nueva Mujer, una diosa es mejor que ninguna diosa, pues el mundo de la religión protestante, de gustos sobriamente masculinos, es, con todo, muy semejante a un club de caballeros al cual las señoras sólo son admitidas en días especiales”.[3] Desde el concilio de Éfeso (431), luego de un fuerte debate teológico, cuando se aprobó su título de madre de Dios (theotokos). podría hablarse de algo así como la marianización del cristianismo, hasta la Reforma, en que podría apreciarse una especie de desmarianización de la fe, esta presencia bíblica resulta complicada en su interpretación y aplicación. Juan Pablo II recordó muy bien cómo Lutero se ocupó de analizar el cántico de María en un célebre texto de 1521 en donde dice que “ella quiere ser el ejemplo más grande de la gracia de Dios para impulsar a todos a la confianza y a la alabanza de la gracia divina”.[4]

2. María, modelo de fe anclada en la historia
La fe de María expresada en el cántico de Lucas 1 (el Magnificat) tiene una historia doble: primero, porque responde adecuada y exactamente a la tradición de fe de su pueblo, y segundo, porque expresa el proceso experimentado por ella como creyente en Jesucristo. En otras palabras, María también tuvo que convertirse a Jesús y practicar el seguimiento suyo con la esperanza puesta en la venida futura del reino de Dios. María, como discípula de su hijo carnal, participa dentro del pueblo de Dios como una creyente y testiga más, sin ninguna diferencia, mérito o superioridad, aquello que Pablo criticaba tanto a los súper apóstoles. María, en una actitud de humildad, a posteriori, recibió ay aprendió que la fe en Jesús, como Hijo de Dios y redentor de la humanidad, le permitió participar de las bendiciones anunciadas por Dios desde la antigüedad. De ahí que cuando ella retoma las palabras de Ana, la madre de Samuel, y se las aplica a su propia persona, la invasión de Dios y el trastorno físico, existencial, emocional, conyugal y familiar de que fue objeto al convertirse en la elegida de Dios para ser el vehículo de la encarnación de Dios en el mundo, se transforma en un acto profético-literario de conexión con la historia de su pueblo. María va a demostrar con el cántico, que estuvo en posibilidades de comprender e interpretar, con la ayuda textual de un cántico antiguo de gratitud a Dios, cómo la gestación de este nuevo ser fue el preámbulo de una nueva intervención divina en la historia conflictiva de la humanidad. Con la enorme diferencia de que ahora Dios mismo caminará en los pasos de su Hijo en el mundo.
Si se hiciera una encuesta entre las mujeres evangélicas acerca de ella como modelo de mujer creyente, seguramente habría muchas sorpresas dado que ella ha sido excluida del catálogo de modelos de fe, pues como comenta Ineke Bakker, los protestantes, “temiendo ir en contra de la dignidad de Jesucristo, no se atreven a reconocer la dignidad de María como tal”.
[5] Las teólogas católicas Ivone Gebara y María Clara L. Bingemer trabajaron con mucha sensibilidad el tema de la encarnación en María y hacen algunas puntualizaciones fundamentales:

El reconocimiento de María, imagen del pueblo fiel, como especial morada de Dios, es la expresión máxima del misterio de la encarnación y la expresión más original del cristianismo surgido del movimiento inicial de Jesús.
La afirmación “Dios se hizo carne” debe ser completada por otra del mismo valor teológico: “Dios nace de una mujer”. Ambas significan un paso o salto cualitativo extraordinario en la conciencia histórica de la relación de la humanidad con Dios. El descubrimiento de que ya no es preciso buscarlo en la observancia cultual estricta o en la letra de la ley, sino en el más indigente de los hombres y mujeres, suscita en los seguidores de Jesús una revolución de consecuencias históricas que se prolongan hasta nuestros días. […]
La encarnación es fundamentalmente la experiencia que cada mujer y cada hombre, sustentados por una comunidad de fe, hacen de Dios presente en la fragilidad de la carne humana, de forma que Dios está en el otro y en mí, y se torna en llamada de conversión de vida en el otro y en mí. […]
Para una antropología teológica realista, Dios asumió la carne de toda la humanidad desde la creación, aunque el conocimiento de esa maravillosa realidad haya alcanzado su expresión madura en el movimiento de Jesús.
[6]

Y subrayan: “Por eso, desde el punto de vista del mensaje teológico del Nuevo Testamento, el nuevo pueblo no nace de una relación sexual entre un hombre y una mujer. De esa relación nacen biológicamente otros hombres y mujeres, pero no el pueblo de Dios, los hijos de Dios, los servidores fieles del Señor. Se trata aquí de una lectura teológica del nacimiento de alguien y de un pueblo”.
[7]
3. María, mujer profética
El cántico de María es un ejercicio de relectura y actualización de la intervención de Dios en la historia, partiendo del antiguo cántico de 1 Samuel 2. Las ligeras modificaciones constituyen la aportación propia de la creyente que asume las palabras del viejo poema con una nueva proyección de fe histórica, en la tradición de las mujeres de Israel, silenciadas o invisibilizadas en la “historia seria”, pero reivindicadas por la microhistoria afectiva, emocional y poética. La primera parte (vv. 46b-47), de carácter doxológico, celebratorio, expresa la fe individual en Dios como redentor. La segunda (vv. 48-50) relaciona la situación personal de bajeza, vivida desde las formas de marginación como persona sometida, con la intervención divina en una vida común y corriente que ahora es conectada, literal y simbólicamente, con la gran corriente de la actuación de Dios en el mundo. Una cotidianidad estrecha, reducida a lo doméstico, es colocada en la vorágine de los tiempos, en el centro de la acción divina a favor de la humanidad. La bienaventuranza producida por Dios en esta vida concreta, alcanza una relevancia inesperada que le permite a la hablante percibir un nuevo rostro de Dios. La tercera sección (vv. 51-55) manifiesta la nueva comprensión de las acciones divinas, mediante la afirmación de la inversión de los valores predominantes en el mundo: Dios otorga privilegios a los de abajo, a los humildes y hambrientos, y golpea los intereses de los poderosos. Es teología de la liberación en su expresión más pura: si María dijese esto hoy en las iglesias, seguramente sería silenciada y condenada por los censores. María no se sale de la norma o la tradición, pues éstas indican que la política de Dios siempre ha sido así, pues en estricto sentido no hay nada nuevo, acaso los oídos necios de los creyentes para poner en práctica las consecuencias de esta “opción preferencial”. Las proezas de Dios siguen siempre la misma orientación liberadora, tal como lo experimentó Israel en la antigüedad, así como lo anunció al padre Abraham (y a Agar e Ismael…, habría que agregar).
La continuación del cántico de María será la lectura de Jesús en la sinagoga de Nazaret: el programa liberador de Dios puesto en marcha por el Hijo mismo en la historia, capaz de modificar las relaciones humanas según la voluntad de Dios mismo. Una línea de acción que hoy las iglesias deben retomar en su espíritu más profundo. Ésa es la médula de la celebración que estamos comenzando de aquello que llamamos Navidad, es decir, la consumación de un paso más en la encarnación absoluta de Dios en medio de la historia y la necesidad humanas.
Notas
[1] A. García G., “Reivindicando la aportación de María…”, en http://teonomia.blogspot.com...
[2] M. Warner, El mito y el culto de la Virgen María. Trad. J.L. Pintos. Madrid, Taurus, 1991 (Humanidades, 328), pp. 434-435.
[3] Ibid., p. 435.
[4] Cit. por A. García G., op. cit.
[5] I. Bakker, “María a los ojos de una mujer evangélica”, en Cristianismo y Sociedad, tercera época, año XXI, núm. 77-78, 1983, p. 44.
[6] I. Gebara y M.C.L. Bingemer, María, mujer profética. Trad. E. Requena Calvo. Madrid, Paulinas, 1988 (Cristianismo y sociedad, 11), pp. 53-54. Énfasis agregado.
[7] Idem.

María, mujer profética. El Magnificat

MARÍA, MUJER PROFÉTICA: EL MAGNIFICAT
Abel García G.
9 de diciembre de 2007

Por lo general, no se predica sobre María en los templos protestantes, ni evangélicos, ni pentecostales, ni neo-pentecostales. No es algo que llame la atención. La América Latina Católica es un pueblo de una fuerte devoción mariana. Además, aunque no sea algo explícito, “la devoción mariana en todo el período postridentino ha tenido una fuerte impronta anti-protestante. La definición dogmática de la Inmaculada por Pío IX en 1854 formaba parte de un plan conjunto de defensa de la tradición cuyos siguientes eslabones fueron el Syllabus (1864) y el Vaticano I (1870).” Por ello, la reacción natural de oposición y perfil bajo de María en las enseñanzas evangélicas. Esto, a pesar de lo dicho por Juan Pablo II, cuando nos recuerda que “Martín Lutero, en 1521, dedicó a este "santo cántico de la bienaventurada Madre de Dios" —como él decía— un célebre comentario. En él afirma que el himno "debería ser aprendido y guardado en la memoria por todos" puesto que "en el Magnificat María nos enseña cómo debemos amar y alabar a Dios... Ella quiere ser el ejemplo más grande de la gracia de Dios para impulsar a todos a la confianza y a la alabanza de la gracia divina."A pesar de lo que en la práctica evangélica hemos hecho, María no fue muda. Dijo cosas —su sí a la obra que Dios iba a realizar a través de ella—, tomó actitudes —su silencio y meditación hacia las cosas que hacía Jesús—, y tiene por supuesto algo que enseñarnos. Moltmann observó que, en la Biblia, algunos de los himnos más vigorosos han sido cantados por mujeres: María (Éx 15. 21), Débora (Jue 5), Ana (1 Sam. 2) y más aún, el Magnificat de María está circunscrito fuertemente en la historia de salvación: Abraham, hijo de idólatras es escogido para ser padre de un gran pueblo de creyentes; Dios escucha el clamor del pueblo oprimido en Egipto y lo libera, mediante Moisés, un exiliado y forastero en tierra extraña; elige al insignificante David y rechaza a Saúl; personajes débiles y desconocidos como Gedeón o Débora, salvan al pueblo de la opresión. Esta secuencia de individuos marginales que usa Dios para fines salvíficos (no necesariamente en el sentido espiritual) es la que persiste hasta María.

Es el Magnificat una expresión sentimental, inspirada y poética de un acontecimiento personal (“Mi alma... Mi espíritu... Mi Salvador... Me felicitarán... Ha hecho obras grandes por mí...”), el más grande y deseado por las mujeres judías, que es al mismo tiempo global. La madre de Jesús habla en primera persona, de su nuevo destino post-anunciación, de su condición ante la Divinidad (“ha mirado la bajeza de su sierva”) y ante la humanidad (“me llamarán bienaventurada todas las generaciones”) y de lo que significaría el gran evento que ha comenzado con la concepción del bebé que lleva en el vientre, aunque no lo comprende del todo. Ella contempla su historia y la de su pueblo Israel a la luz del Dios salvador, del omnipotente, que hace trascendente nuestra insignificancia. Se registra como pecadora pero, al mismo tiempo, reconoce al Dios todopoderoso que ha hecho su Voluntad grandiosa en ella.En el cántico, María nos revela cómo interviene Dios en la historia de los seres humanos. Recuerda las grandes obras realizadas por el Señor en favor de su pueblo, y presenta un modus operandi del obrar divino no absoluto: el amor del Padre a los pequeños, a los pobres y a los marginados. Al escoger a María como “puente”, como “instrumento” de su designio de Salvación, representado en Jesucristo que ya estaba encarnado en ese instante, Dios ilustra una regla, una especie de ley natural, que expresa que la debilidad se convierte en el instrumento preferido de su poder. Se cumple en ella misma en su condición de marginada: mujer, pobre, nazarena. También en los otros actores del drama soteriológico: Zacarías, un sacerdote de poca importancia; Elizabeth, una mujer estéril y anciana; José, que sólo pudo llevar como ofrenda por su primogénito a dos palominos.[...] (http://teonomia.blogspot.com)

Letra 52, 2 de diciembre de 2007

EL ADVIENTO
Elizabeth González y Jesús Martínez
Red Latinoamericana de Liturgia/CLAI, www.selah.com.ar

Los cristianos que celebraban la Navidad y la Epifanía comprendieron la necesidad de una estación preparatoria comparable con la Cuaresma en el ciclo Pascual, a la que se nombró Adviento. El término “adviento” viene del latín adventus, que significa “llegada”. La palabra latina adventus corresponde a la griega parusía, que significa “venida”, “llegada”.
Los datos sobre el Adviento se remontan a los siglo IV y VII. En el siglo v, una estación de cuatro días de preparación para Epifanía, probablemente para la preparación del bautismo, se estableció en Galias. La liturgia romana, que introdujo el Adviento en la segunda mitad del siglo vi, adoptó una posición distinta, pues lo concibió como un tiempo de gozo y esperanza ante la venida del Señor. Esta característica se conservó incluso cuando, más tarde, se introdujeron los elementos penitenciales. La duración varió, según los lugares, de dos a seis semanas. San Gregorio Magno organizó definitivamente el adviento romano en cuatro semanas.
En la actualidad se celebran los dos énfasis en el adviento: el adviento como preparación para la Navidad, y el adviento como afirmación de la venida gloriosa de Cristo (Adviento escatológico). En este sentido, adviento es tanto el “fin” como el “comienzo” de la historia de la salvación. Con su nacimiento, Jesús inaugura el reino de Dios entre nosotros; con su venida final en gloria, Jesús operará la consumación y plenitud de su reino. No se entiende la segunda venida de Cristo sin comprender el sentido de su primera venida. Una complementa a la otra.
En el Antiguo Testamento se habla innumerables veces de las visitas o venidas de Yahvé a su pueblo, para realizar sus promesas (Gn 50.24; Jr 29.10; Zac 10.3, etcétera) o para castigar la infidelidad de su pueblo y así asegurar la salvación del mismo (Am 3.2; Os 4.9; Is 10.3, etcétera). Este día de la visita es también llamado “Día de Yahvé” o “Día del Señor”.
El Nuevo Testamento dice que Dios realizó esta visita en la persona de Jesús de Nazaret. Simeón lo expresa en Lucas 2.30-31: “Han visto mis ojos tu salvación”. En el NT se relata la victoria de Cristo, de su resurrección, del establecimiento del Reino, de la venida gloriosa, descrito en la imagen de Apocalipsis 5- 6. El Cordero viene para abrir el libro sellado y darle sentido a la historia.
Los primeros cristianos esperaban que esa victoria se realizara pronto, en cualquier momento, pero con el tiempo fueron percibiendo que habría un tiempo mayor entre su resurrección y la parusía: la venida de Jesús en la gloria de su Reino, que ya está entre nosotros.
En la actualidad las distintas tradiciones celebran el Adviento durante cuatro domingos. Aun manteniendo su unidad, como lo prueban los textos litúrgicos y sobretodo la casi diaria lectura del profeta Isaías, este tiempo está prácticamente integrado por dos periodos:

1. Desde el primer domingo de Adviento (se escoge el más cercano al 30 de noviembre) hasta el 16 de diciembre se resalta el aspecto escatológico, orientando hacia la gloriosa venida de Cristo.
2. Del 17 al 24 de diciembre, todos los textos se orientan a preparar la Navidad.

Lecturas bíblicas
Para aquellas comunidades que utilizan el leccionario, en el año A, el Evangelio de Mateo muestra y reafirma el cumplimiento de las promesas mesiánicas anunciadas por el profeta. En las lecturas del año B, el Evangelio de Marcos nos invita a estar preparados para el encuentro con Dios que se aproxima; son una invitación a la conversión, a la alegría y la esperanza. En el año C, el énfasis lo tiene el Evangelio de Lucas. Las lecturas en general muestran cómo la venida de Dios renueva la historia de la humanidad.
Al primer domingo de los tres años del calendario litúrgico (A, B, C), se le ha asignado la lectura del profeta Isaías, ya que en ella resuena el eco de la gran esperanza que confortará al pueblo elegido durante los difíciles y trascendentales siglos de su historia, que constituyen un anuncio de esperanza perenne para la humanidad. Prevalecen las imágenes del “fin” como un llamado a estar preparados y alertas para que nadie sea tomado por sorpresa.
En el segundo y tercer domingos, además de Isaías se destaca Juan el Bautista, quien anuncia la salvación que vendrá con seguridad. Juan el Bautista, el último de los profetas, ocupa un espacio importante en la liturgia de Adviento. Él es la voz que clama en el desierto, el precursor del Mesías que tiene la misión de preparar los caminos del Señor (Is 40.3), de anunciar a Israel la salvación que vendrá (Lc 1.77-78) y sobre todo, de señalar a Cristo, el Cordero de Dios, ya presente en medio de su pueblo (Jn 1.29-34). Pregona que la conversión es un cambio radical de nuestras relaciones íntimas con Dios y con nuestros hermanos y hermanas, principalmente con aquellos que están más necesitados. Él encarna perfectamente el espíritu del Adviento. Él es el signo de la intervención de Dios en su pueblo. Esa es la razón por la que se mezclan la alegría y la conversión en la preparación de la venida del Salvador.
El cuarto domingo, María, la muchacha virgen, es el personaje principal; ella es la persona con quien podemos identificarnos en la espera de la venida de su hijo. Dios necesitó el “sí” de María; hoy necesita del “sí” de su Iglesia para poder manifestarse a todos y todas en cada lugar, para poder nacer en el mundo. María tuvo que tomar una decisión que modificaría su vida entera: “Aquí está la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra” (Lc 1.38).
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LA VIOLENCIA INTRAFAMILIAR COMIENZA A SER RECONOCIDA EN LOS HOGARES EVANGÉLICOS
Trinidad Vázquez
ALC Noticias, 26 de noviembre de 2007

Managua, Nicaragua. El fuego se va acercando cada día y las llamas nos pueden alcanzar en las iglesias, sino actuamos ante esta la de violencia contra las mujeres, niñas y niños, afirmó la Decana de la Facultad Evangélica de Estudios Teológicos (feet), licenciada Blanca Fonseca, previo a la inauguración de la XI cátedra Interdisciplinaria de la mujer que se realizó del 21 al 23 de noviembre. “En esta cátedra buscamos donde está el miedo y por qué las mujeres de iglesias no denunciamos los abusos, sabiendo que el silencio es cómplice", dice Fonseca”.
Al evento fueron invitadas cien mujeres entre pastoras de la capital y líderes rurales de las regiones. La cátedra se inició el 21 con una conferencia sobre feminicidio en Nicaragua desde una perspectiva de la salud; la misma estuvo a cargo de la licenciada Lorna Norori, psicóloga terapéutica, quien expresó que la violencia de género en el país es un grave problema social y de derechos humanos y es hora que las mujeres demanden al gobierno atención integral con más presupuesto al Ministerio de Salud. Subrayó que ahora seguirán muriendo mas mujeres, porque al quedar suspendido por el nuevo Código Penal el aborto terapéutico, el aborto clandestino se incrementará. La expositora ilustró su charla con casos dramáticos de mujeres que han sufrido hasta 10 años de golpes, violaciones y amenazas de muerte de sus maridos o ex maridos. Una mujer, contó, hasta celebró con una fiesta el día que el Juez declaró disuelto su matrimonio.
En otro momento del encuentro se debatieron las raíces del silencio en las iglesias sobre la violencia, con las teólogas Blanca Cortés de la Iglesia de Cristo, Patricia Castro de la Iglesia Bautista y Jaime Tercero de Visión Mundial.
Otras conferencias se enfocaron al tema de género y violencia desde un acercamiento teológico y a la gestación de métodos para trabajar el tema en las iglesias, familias y comunidades. El objetivo fue sensibilizar a la sociedad e iglesias y reflexionar sobre el grave peligro que se cierne con la persistencia de la violencia intrafamiliar en las iglesias. Blanca Cortés aseguró que hay investigaciones de tres estudiantes de Teología de la feet y de la Asociación Evangélica de Asesoría Familiar (Aedaf), que han confirmado que la violencia intrafamiliar es un hecho en la familia pastoral y que hay casos de abusos sexuales cometidos por supuestos líderes evangélicos.
Ambas investigaciones también reflejan cada día que las mujeres de las iglesias van rompiendo el silencio al denunciar el mal trato, el acoso sexual y hasta los abusos sexuales.
La membresía femenina en las iglesias ya no quiere ser cómplice de tales abusos y ha decidido hablar, declaró Cortés, una de las líderes evangélicas que centra su lucha en que se detenga el feminicidio en Nicaragua; la pastora bautista Patricia Castro, también coincidió con Cortés de que es hora de pasar a la acción, de perder el miedo y de recuperar la voz profética de la iglesia.
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ANCIANOS Y DIÁCONOS EN LA TRADICIÓN REFORMADA: MINISTERIOS DE AUTORIDAD Y SERVICIO (III)

2. Ancianos en la Iglesia: entre el poder, la disciplina y el servicio
Como ha documentado Lukas Vischer, el oficio de ancianos en la iglesia se remonta muchos años atrás del trabajo de Calvino en Ginebra, pues ya se menciona en la Unidad Moravo-Bohemia de Hermanos, desde antes que este movimiento eligiera a sus clérigos en 1467, e incluso había mujeres entre ellos. Los Moravos creían que los ancianos debían monitorear el trabajo de los pastores para que éstos no estuvieran solos ni pusieran en riesgo su reputación. El ejemplo de este movimiento se extendió, pues ellos establecieron contactos con los luteranos y en 1540 un representante se entrevistó en Estrasburgo con Calvino y Bucero y se estableció la correspondencia entre ambas partes. Según Vischer, la manera en que los reformadores entendieron este oficio eclesiástico a partir de su concepción de los ministerios en general, dominada por un ethos anti-jerárquico, es decir, por la intención consciente de abolir las diferencias entre el clero y los laicos, pues ambos tenían la responsabilidad de proclamar la Palabra de Dios y dirigir a la Iglesia. Éste es el principio de la representatividad colegiada y por turnos: algunos miembros de la comunidad alcanzarían el liderazgo por la responsabilidad del cargo no por el nivel jerárquico. Por ello, los pastores, los ancianos o diáconos no eran superiores unos a otros. Lo único que los diferencia son los propósitos y metas.
Como en Zürich, bajo Zwinglio, hubo una estrecha cooperación entre las autoridades religiosas y civiles, el oficio de anciano no tuvo demasiada relevancia e incluso Bullinger, sucesor de Zwinglio, no los discute con amplitud en la Segunda Confesión Helvética. No obstante, fue introducido posteriormente. En otras ciudades adonde la iglesia se independizó más del poder civil, como Basilea, el oficio de los seniores equivalió al de ancianos, pues ellos ejercerían la disciplina. (LC-O)

Encarnación de Dios y esperanza humana: el mesianismo de Isaías

ENCARNACIÓN DE DIOS Y ESPERANZA HUMANA: EL MESIANISMO DE ISAÍAS (Is 11.1-12)
Leopoldo Cervantes-Ortiz
2 de diciembre, 2007

1. Adviento, liturgia y encarnación
La temporada del Adviento está marcada por la expectativa del pueblo de Dios en relación con la venida del Hijo de Dios al mundo. La palabra latina adventus traduce la griega parousía, es decir, la misma que utiliza el Nuevo Testamento para referirse a la venida en gloria del Señor Jesucristo para hacer pleno su anuncio de la plenitud del Reino de Dios en el mundo. De esta forma, la llamada segunda venida del Señor es modelo y plataforma para celebrar, litúrgica y existencialmente, la “primera venida”, esto es, el momento supremo de la historia humana en que Dios con-descendió para tomar la presencia y realidad humanas y hacerse histórico completamente, inmerso completamente en el devenir y la complejidad de la raza humana, aun cuando ya había estado de múltiples maneras interactuando con su pueblo y la humanidad entera. No obstante, el misterio y el milagro de la Navidad, como explica Kart Barth en una sección memorable de su Bosquejo de dogmática, nos remite, al mismo tiempo, “a la verdadera encarnación del verdadero Dios, realizada en su aparición histórica y al recuerdo de la especial forma en que ese comienzo del divino acto de gracia y revelación acontecido en Jesucristo se distingue de los demás acontecimientos humanos”.
[1] Y agrega: “La Palabra eterna se hizo carne. Éste es el milagro de la existencia de Jesucristo, este descender de Dios de lo alto a lo bajo: Espíritu Santo y Virgen María. Éste es el misterio de la Navidad, el misterio de la encarnación”.[2]
De ahí que la celebración litúrgica de este acontecimiento sin par asume que hay una expectación de fondo en la experiencia humana que permite actualizarse en el doble énfasis del Adviento: primero, como preparación para la Navidad y, segundo, como afirmación de la venida gloriosa de Cristo (el llamado “Adviento escatológico”).[3] Por todo ello, la Iglesia antigua intuyó que el misterio mayor de la fe cristiana merecía ser resaltado con una temporada especial que simbólica y espiritualmente ubicara en el tiempo litúrgico la manifestación máxima de la gracia divina mediante la concentración visual y anímica en el encendido de la luz que recordase cómo Jesucristo vino a alumbrar al mundo en medio de las tinieblas (Jn 1.5, 9). Esta mirada espiritual de los sucesos, iluminada por el simbolismo de las velas, permite entender cómo el Adviento, debidamente celebrado, “reaviva nuestro agradecimiento a Dios por su intervención en la historia humana el día de ayer; refresca nuestro encuentro personal con el Resucitado el día de hoy y alimenta nuestra esperanza en el retorno esperado del Señor para el día de mañana”.[4]

2. Trasfondo político del mesianismo de Isaías y sus proyecciones
Los capítulos 6-12 del libro de Isaías constituyen, según muchos biblistas, el libro de Emmanuel, es decir, un conjunto de oráculos presentados por el profeta en medio de una coyuntura nacional muy concreta en el reino de Judá. Este libro remite a la guerra siro-efraimita de los años 733-732 a.C., cuando el rey Acaz recurrió a Asiria y tuvo que aceptar su dominación política, económica y religiosa para defenderse de Siria y el reino israelita del Norte que deseaban extenderse a costa de Judá. “Isaías actuará como profeta de juicio contra los responsables del país. En 10.5ss, se afirma que Asiria es un instrumento de Yahvé contra la infidelidad de su pueblo, y se anuncia que más tarde recibirá el castigo por su soberbia. Asiria no cumplirá ya el papel de auxiliador sino de invasor”.
[5] Croatto explica también que este papel será modificado en relecturas posteriores de los acontecimientos y que los oráculos de juicio y castigo con el tiempo recibirán retoques para ser vistos como mensajes de salvación. Esto se aprecia con toda claridad en otros dos pasajes, adonde Isaías y sus redactores expresan la forma en que proyectó su mesianismo urgente más allá de la historia que le tocó vivir: en el cap. 7. la señal del hijo de una virgen es la respuesta a las inquietudes del rey; y en el 9 el niño anunciado recibe los títulos que la situación demandaba con urgencia.
Y es que los mesianismos son siempre la expresión de ansiedades políticas de los pueblos, pero que pasan por el filtro de la esperanza en acciones concretas que manifiesten un aprecio e interés real por la vida de las personas como tales, no como números o estadísticas frías, sino como seres humanos que requieren atención y apoyo. La ubicación y redefinición del papel de la “dinastía” de Isaí hace decir al profeta que de ese “tronco” (símbolo de una devastación anterior) brotará la esperanza de restauración. La recuperación del linaje davídico proyecta las expectativas populares a una dimensión nostálgica que, al mismo tiempo que recuerda los buenos tiempos de David, anuncia que el nuevo brote monárquico pertenece a todo Israel nuevamente, como anteriormente (v. 12). Las virtudes del v. 2 son fundamentales para entender la respuesta divina a las esperanzas del pueblo. El nuevo vástago recibirá el espíritu de Yahvé, desdoblado en tres pares de características.

3. El espíritu divino responde en este ser mesiánico a la ansiedad popular
Los atributos del personaje esbozado proyectan las esperanzas del pueblo en el sentido de “aterrizar” la gracia divina en un gobernante que efectivamente conecte su labor con las necesidades del pueblo y no caiga en el estereotipo de las monarquías preocupadas sólo por sí mismas (hay que ver el papel que siguen cumpliendo los Borbones en España, o los Windsor en Inglaterra). En primer lugar, los rasgos sapienciales de este monarca futuro (sabiduría e inteligencia) recuerdan la añeja petición de Salomón para su ejercicio real, el cual produjo un sentimiento de incompletud entre el pueblo porque no cumplió con las promesas del salmo 72. En segundo lugar, el par consejo/poder (planificación/fuerza), está visto no en el contexto de la guerra sino de la paz, es decir, de la situación normal que debe vivir un país bien gobernado que busca el desarrollo integral de todos sus habitantes, sin distinciones de ningún tipo. Los vv. 3b-5 extenderán más específicamente esta capacidad del rey futuro “para establecer justicia a favor de los pobres. Ésa es la función del poder: liberar a los que no tienen poder”.
[6] En tercer lugar, el conocimiento/temor de Dios (piedad/religiosidad) relaciona al Dios futuro con el Dios de la historia de salvación: “Conocer es ‘reconocer’, estar ligado al Dios salvador […] y temerle significa respetar sus normas y obedecerle”.[7] En un ambiente laico y secularizado, estas virtudes deben ser leídas en términos de la sensibilidad o voluntad política, pues ni siquiera en El príncipe, de Maquiavelo deja de notar la responsabilidad de los gobernantes ante las demandas profundas de la población. La modernidad laica le ha quitado a los gobernantes la posibilidad de hacer alarde de una religiosidad superficial que enmascara, por necesidad, sus limitaciones e intereses. De la traducción griega de este pasaje surgió la tradición de 7 atributos del rey, raíz de la afirmación de los 7 dones del Espíritu Santo. Todo lo anunciado, además, tiene dimensiones cósmicas y ecológicas (vv. 6-8): el shalom (bienestar pleno) aplicado a toda la creación de Dios.
La gran lección, entonces, para la comprensión de la encarnación de Dios, se da en este marco de expectativas mesiánicas de corte político y económico, siempre presentes en el ánimo popular. Dios responde desde lo alto a todas ellas con una persona que rebasará completamente el modelo político de la monarquía israelita, de cualquier monarquía (por ser ésa la forma de gobierno de la antigüedad) y de cualquier otra forma de practicar el gobierno humano, para situarse, en Jesucristo, como el único y auténtico objeto de esperanza para la humanidad, sin dejar de lado que los testigos humanos del poder divino tienen una obligación de corte teológico muy importante: representar la forma en que Dios responde a las ansias mesiánicas de la población. En este sentido, la lectura política del Adviento consistiría en advertirlo como una especie de “campaña divina” para la aceptación de su manifestación extraordinaria en el mundo al encarnarse históricamente y optar por compartir la suerte de toda la humanidad, no ya desde las alturas aparentemente insensibles (que en rigor no lo habían sido, dada su sim-patía permanente por la raza humana) sino desde abajo, desde la aquendidad (contraria a la allendidad) más comprometida con el destino de las personas, particularmente aquellas que ven cómo se desprecian y desperdician sus esperanzas al ser colocadas en los altares contemporáneos del libre mercado.

Notas
[1] K. Barth, Bosquejo de dogmática. Trad. de J.P. Tosaus Abadía. Santander, Sal Terrae, 2000 (Presencia teológica, 108), p. 112.
[2] Ibid., p. 113.
[3] Cf. E. González y J. Martínez, "El Adviento", www.selah.com.ar.
[4] “De novissimis”, en El culto es fiesta. Notas en torno al año litúrgico. México, El Faro, 1988 (Teólogos protestantes de México, 6), p. 60.
[5] J.S. Croatto, Isaías 1-39. Buenos Aires, La Aurora, 1989 (Comentario bíblico ecuménico), p. 56.
[6] Ibid., p. 87.
[7] Idem.

Bonhoeffer, el cristiano, Javier Sicilia

BONHOEFFER, EL CRISTIANO
Javier Sicilia
2 de diciembre de 2007

Estamos a punto de celebrar la Navidad, el misterio de la Encarnación. Para celebrarla quiero reflexionar sobre ese gran teólogo y pastor protestante alemán que fue Dietrich Bonhoeffer (1906-1945). Si algo lo caracteriza no fue sólo su oposición al nazismo que lo llevó, después del atentado que intentó eliminar a Hitler en 1944, a la horca, sino los profundos vínculos que tejió entre su experiencia de la Encarnación, su resistencia y el patíbulo.
Cercano a Karl Barth, pero más radical que en su teología, Bonhoeffer pensaba que habían llegado los tiempos de vivir la experiencia de Cristo sin la necesidad de la religión. Para él —como lo testimonian los últimos escritos redactados en prisión, Cristiandad sin religión, que continúan la teología que había desarrollado en Sanctorum communio y en Habilitationsschrift—, la modernidad había fracturado la forma religiosa en que la revelación se expresaba en el mundo, por lo que ahora estábamos invitados a vivirla en el servicio al otro, rostro encarnado de Cristo. "El mundo —escribió— está ya sin Dios, y quizá por esa misma razón, está más que nunca cerca de Dios." En este sentido, lo que ya no puede decirse de Dios, y que era el decir de la religión, hay que actuarlo.
Esa fe en la acción como experiencia y decir de la encarnación de Cristo, fue precisamente lo que lo condujo al martirio, cuyo sentido etimológico es testimonio.
En 1939, después de que el régimen nazi, a causa de su oposición, le retiró sucesivamente el derecho a enseñar, predicar, publicar y escribir, Bonhoeffer entró en la clandestinidad. Preocupados, sus amigos de la Iglesia Confesante lo enviaron a EU, al Union Theological Seminary de Nueva York. No duró mucho. A las tres semanas volvió. Sus razones están en una carta de principios de julio de ese mismo ’39: "Debo vivir ese período difícil de nuestra historia nacional con el pueblo cristiano de Alemania [Ellos] enfrentarán la terrible alternativa de desear la derrota de su nación para que pueda sobrevivir la civilización cristiana o desear la victoria de su nación, destruyendo con ello nuestra civilización. Sé cuál de estas alternativas tengo que escoger."De regreso a Berlín, su cuñado Hans von Dohnanyi, asistente del general Osten, jefe de los Servicios de Inteligencia del Tercer Reich, lo protege y lo enrola en su movimiento de resistencia —Hans, Osten y el almirante Canaris usaban sus puestos para encubrir sus actividades contra el régimen. En 1942, La Gestapo arresta a uno de sus miembros. movimiento, sin embargo, no quedó desmantelado. Lo que quedaba de la organización realiza el fallido atentado de junio de 1944. Acusado de conspiración, se le traslada a Flossenbürg y, al lado de Canaris, se le ejecuta el 9 de abril de 1945, dos años después de la decapitación de los muchachos de La Rosa Blanca y pocas semanas antes de la derrota del Tercer Reich.
Fiel a su experiencia de Cristo y a su teología, Bonhoeffer había decidido hablar actuando como un rebelde. Para él, Cristo estaba encarnado en cada hombre, en cada mujer, en cada niño de esa larga civilización cristiana, que las abstracciones demenciales del hitlerismo destruían sistemáticamente. Defenderlos, al precio mismo de su vida, no era sólo defender lo mejor de esa civilización; era, antes que nada, defender a Cristo mismo en hombres reales y concretos. Para él, como lo había expresado en sus profundas reflexiones teológicas, la trascendencia estaba en la "projimidad" del prójimo y no en la lejanía del discurso religioso y mucho menos en las abstracciones que, como el hitlerismo, mataban esa "projimidad" en nombre de principios nacionales.
Su acción fue un decir cuyo último acto, su captura, su juicio y su ejecución, era un testimonio de Cristo en el centro de los totalitarismos.
Hoy, en que nos disponemos a celebrar la Navidad y en que los totalitarismos han mudado su rostro por uno más atroz en su mimetismo ideológico: la globalización, ¿cuál es —de cara a Bonhoeffer—, la respuesta que, más allá de la religión, el hombre en Cristo debe dar frente al más helado de los monstruos? [...]
La Jornada Semanal, núm. 616,24 de diciembre de 2006

Letra 51, 25 de noviembre de 2007

NI UN MINUTO MÁS. VIOLENCIA CONTRA LA MUJER
EN EL MUNDO
www.un.org/spanish/Depts/dpi/boletin/mujer/minuto.html

La violencia es quizás la más violenta violación de los derechos humanos y quizás la más generalizada. No conoce límites geográficos, culturales o económicos. Mientras continúe, no podemos afirmar que estemos logrando progresos reales hacia la igualdad, el desarrollo y la paz.
Kofi Annan, Secretario General de la ONU


Al menos una de cada tres mujeres en todo el mundo ha sido golpeada, coaccionada sexualmente o ha sufrido otro tipo de abuso en su vida (siendo el culpable de los abusos generalmente un conocido). La violencia contra las mujeres y las niñas es un problema con proporciones de epidemia, quizás la violación de los derechos humanos más generalizada de las que conocemos hoy en día. Destroza vidas, rompe comunidades y detiene el desarrollo.
Las estadísticas muestran un panorama desolador en relación con las consecuencias de la violencia contra la mujer (en 2002 el Consejo de Europa adoptó una recomendación en la que declaraba la violencia contra la mujer como una emergencia de salud pública y como causa mayor de muerte y discapacidad de mujeres entre 16 y 44 años). En un informe del Banco Mundial, se estimaba que la violencia contra la mujer era una causa de muerte e incapacidad entre las mujeres en edad de procrear tan seria como el cáncer y una causa de mala salud más frecuente que los accidentes de tráfico y la malaria juntos. El coste económico también es considerable, pues un informe de 2003 del Centro de Control y Prevención de Enfermedades consideraba que sólo en los Estados Unidos de América el coste de la violencia que sufren las mujeres a manos de sus parejas supera los 5.800 millones de dólares al año: 4.100 millones son para servicios de atención médica y sanitaria directa, mientras que la productividad pierde cerca de 1 800 millones de dólares.
Llevar el tema a la atención pública
En su mayor parte, el coste humano de la violencia de género es invisible. El miedo y la vergüenza siguen impidiendo que muchas mujeres denuncien su situación y, por ello, los datos recogidos son a menudo insuficientes e inconsistentes. Sin embargo, en las dos últimas décadas se han alcanzado logros significativos para sacar el tema a la luz pública e incluirlo en las agendas de las políticas internacional y nacional.
Las organizaciones de la mujer se han puesto a la cabeza llevando a cabo una amplia gama de esfuerzos innovadores como la prestación de servicios, el cabildeo y la redacción de proyectos de ley, la concienciación de la abogacía, la educación y formación y la creación de redes regionales, nacionales e internacionales que trabajan por acabar con la violencia. Más de 45 países tienen ya una legislación específica sobre la violencia doméstica y un creciente número de países ha instituido planes nacionales de acción para acabar con la violencia contra la mujer. Sin embargo, la falta de los recursos adecuados para aplicar estas políticas sigue impidiendo el progreso.

Tomar la seguridad en sus propias manos
Las redes regionales, nacionales y mundiales creadas por grupos de mujeres están creciendo en fuerza y en impacto. Estas redes, como la Red regional del Pacífico contra la violencia contra la mujer, the Women, la Red Africana para el Derecho y el Desarrollo, el Foro de Asia Meridional contra el tráfico de personas y muchos otros, han llegado a desempeñar un papel primordial en la lucha por concienciar a las distintas comunidades y conseguir un cambio positivo aquellas actitudes y prácticas relacionadas con la violencia de género. Estas redes han inspirado una amplia gama de campañas que han hecho de este tema un centro de atención. En los años 80, el Día internacional contra la violencia contra la mujer se encontraba entre las primeras campañas organizadas y se celebraba todos los años el 25 de noviembre en toda América Latina para honrar a las hermanas Mirabel, tres activistas políticas asesinadas. En 1999, las Naciones Unidas se unieron a la campaña designando el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. La campaña Los 16 Días de Activismo contra la Violencia de Género es otro símbolo del movimiento mundial de mujeres y de las redes que buscan el fin de la violencia de género. Está coordinada por el Centre for Women's Global Leadership y trabaja desde el 25 de noviembre hasta el 10 de diciembre (Día de los Derechos Humanos). Involucra a cientos de organizaciones de todo el mundo en actividades como programas en los medios de información, manifestaciones, conferencias, exhibiciones y representaciones.
Algunas agencias de la ONU también se han unido a las ONGs y a los gobiernos para llevar a cabo campañas regionales que conciencien a las comunidades y las lleven a la acción. El UNIFEM, haciendo gala de su profundo compromiso con la erradicación de la violencia contra la mujer, ha liderado la coordinación de varias campañas interinstitucionales de la ONU llevadas a cabo a escala regional en los últimos años en África, América Latina, Asia y la región de la CEI. El UNIFEM también encabezó la organización de una videoconferencia mundial sobre el fin de la violencia de género en 1999. La conferencia, una revolucionaria colaboración entre las instituciones de la ONU unió cinco lugares (Estrasburgo, Nairobi, Nueva Delhi, la ciudad de México y Nueva York) para hablar sobre estrategias innovadoras para tratar el tema a escala mundial.

La respuesta de la comunidad internacional
El cambio radical de las normas, leyes, políticas y prácticas relacionadas con el tema, ha ido emparejado con las respuestas de la comunidad internacional. Esto ha facilitado el reconocimiento de la violencia contra las mujeres como un abuso contra los derechos humanos.
La Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW), celebrada en 1981, reconoce la violencia contra la mujer como una forma de discriminación especialmente atroz que debe ser erradicada. Los Estados que tomaron parte en la Convención tienen la obligación de usar todos los medios apropiados para eliminar la discriminación contra la mujer. Otras declaraciones de política internacional dirigidas a terminar con la violencia son la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer adoptada por la Asamblea General de la ONU en 1993 y la Plataforma de Acción de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer celebrada en Beijing en 1995. Ambos documentos definen la violencia de género como una violación de los derechos de la mujer y como una forma de discriminación que impide que la mujer participe plenamente en la sociedad y realice su potencial como ser humano. Así mismo, dichos documentos comprometen a los firmantes (los Estados Miembros de la ONU) a llevar a cabo acciones para proteger a las mujeres y las niñas.

El reto: ni un minuto más
Se ha progresado en la concienciación de la magnitud del problema. Sin embargo, a pesar de este progreso, el mundo de hoy no es más seguro que el de hace dos décadas. Hay una violencia creciente en las sociedades en general y una continuo alejamiento entre los compromisos políticos y los recursos necesarios para llevarlos a cabo. Las intervenciones contra la violencia no serán eficaces hasta que el nivel de los recursos se equipare al de la magnitud del problema.
La violencia contra la mujer es actual, generalizada, sistémica e incluso autorizada. El reto más importante sigue siendo pasar de la conciencia de que se trata de una violación de los derechos humanos y un delito a hacer de la violencia de género algo inaceptable para la sociedad y contrario a sus normas. Los gobiernos, las ONGs, la sociedad civil, el sector privado y los organismos internacionales deben trabajar juntos para enfrentarse a este reto de forma competente y para aportar la voluntad política, el compromiso y el valor para erradicar esta laceración de la vida humana.
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ANCIANOS Y DIÁCONOS EN LA TRADICIÓN REFORMADA: MINISTERIOS DE AUTORIDAD Y SERVICIO (II)
Esta división del trabajo intentaba, en primer lugar, trasladar las enseñanzas de la Biblia al plano concreto de la vida eclesiástica. Por otra parte, la disciplina eclesiástica quedaba en manos del Consistorio, lo cual implicó restarle al Estado dicha función. Calvino estaba convencido de que la disciplina era una variante de “la cura de almas”, de ahí que representó un gran triunfo para el Consistorio obtener el poder de la excomunión que en otros países protestantes europeos siguió siendo prerrogativa del poder secular. Además, las Ordenanzas afirmaron el principio de un gobierno eclesiástico (polity) en donde el clero y los laicos compartirían la autoridad. El documento fue revisado en 1555 y en 1561 alcanzó su versión definitiva. Por supuesto, Calvino también desarrolló el asunto en el libro cuarto de la Institución de la religión Cristiana.
En opinión del doctor Salatiel Palomino, este reglamento eclesiástico fue mucho más que un documento dirigido sólo a orientar la vida de la Iglesia: “Las Ordenanzas contienen el proyecto que Calvino tenía en mente para la Reforma espiritual de la iglesia en Ginebra, pero revelan mucho más que un proyecto religioso. Constituyen el germen de un enorme proyecto global de promoción humana que incluye la transformación entera de la realidad social, política, moral, educativa y económica de toda la comunidad ginebrina”. Este autor destaca tres notas para evaluar la importancia y proyección de este documento de orden eclesiástico:

La primera tiene que ver con el importante papel del liderazgo pastoral en esta histórica empresa. Siendo una enorme tarea de carácter eminentemente espiritual, la Reforma exigía la contribución de los líderes religiosos de manera muy destacada. Sin embargo, este liderazgo no solamente habría de tocar la vida interna de la iglesia, sino que abarcaría inevitablemente dimensiones sociales y políticas. Los pastores de Ginebra no evadieron la responsabilidad y ejercieron brillantemente su papel auténtica y sanamente protagónico como figuras públicas de primerísima importancia en el escenario total de la ciudad, tal como la ocasión lo requirió. La segunda nota destaca la interdependencia de las esferas pública, privada y religiosa en este diseño. Como hemos dicho anteriormente, la sociedad medieval se caracterizó por la estrecha relación y el íntimo intercambio entre el poder político, la institución religiosa y la sociedad civil. El genio de Calvino consistió en que pudo articular de manera eficiente los vínculos entre todas estas instancias que, organizados y puestos en marcha adecuadamente, explican en parte el éxito de la reforma ginebrina. Finalmente, las Ordenanzas ponen de manifiesto el papel estratégico del ministerio del diaconado eclesiástico para llevar a la práctica las dimensiones de justicia y compasión inherentes al evangelio. En Ginebra, los sectores marginados, los pobres, enfermos y desempleados, así como los inmigrantes extranjeros y los refugiados, constituyeron el objeto central de los beneficios del sistema de recaudación y distribución de riquezas. Con este logro no solamente se eliminó la miseria crónica que caracterizaba a las masas populares en la Edad Media, sino que hizo de Ginebra la ciudad ordenada que conoció el siglo XVI.
(LC-O)

Apocalipsis 1.9, L. Cervantes-O.

29 de agosto, 2021   Yo, Juan, soy su hermano en Cristo, pues ustedes y yo confiamos en él. Y por confiar en él, pertenezco al reino de Di...