domingo, 26 de marzo de 2017

Letra 513, 26 de marzo de 2017

FORMANDO A UN REFORMADOR: LOS PADRES DE LUTERO
lutheranreformation.org

Hans Luder (Lutero) era el hijo de un campesino pobre. Debido a leyes de herencia, él no tenía permitido ocupar la tierra de su padre. Él dejó su pueblo de origen en Möhra para trabajar en Eisleben, donde Margarita dio a luz un hijo. De acuerdo a la tradición católica, bautizaron al niño al día siguiente, el 11 de noviembre, el cual también era el día festivo de San Martín de Tours. Por eso él fue llamado Martín. Mientras él era aún un bebé, la familia se mudó a Mansfeld. Se puede asumir que Hans era un hombre sabio y trabajador. De ser un trabajador común en las minas de cobre llegó a ser el dueño de su propia mina. Antes de que pasaran 25 años, le pertenecían por lo menos seis minas y dos fundidoras de cobre y era miembro del concilio de la ciudad de Mansfield. Había nacido pobre y se había convertido en un hombre de negocios. Algo de su ascenso pudo deberse al hecho de que Margarita (también llamada Hanna) era de una familia respetada en Eisenach. Es probable que su familia le prestara el dinero necesario a Hans para comprar su propia mina de cobre. La minería de cobre era una profesión riesgosa. Como los pequeños dueños de negocios hoy en día, no eran pudientes, pero trabajaban duro y eran austeros. Debido a que Martín era de una familia de ambos, campesinos y negociantes, él estaba al tanto de sus luchas y podía escribir de la condición de sus vidas con cierta precisión.
Hans y Margarita amaban a sus hijos, pero eran estrictos en su crianza. Su severidad parecía estar a la orden del día. Años después Martín recordaría haber recibido una paliza de su madre tan severa que sangró (su crimen fue tomar una nuez sin permiso). La escuela en Mansfeld era igualmente estricta. Los castigos por no saber la lección asignada eran comunes. El fin de la semana traía más castigos por cualquier infracción de comportamiento registrada durante la semana. La lección estaba aprendida: todas las transgresiones debían ser expiadas. No es de extrañar que Martín abogara por la reforma educativa y tratara a sus propios hijos con tanta ternura.
Martín terminó sus últimos cuatro años pre-universitarios en Eisenach, quedándose con Heinrich Schalbe, un amigo de la familia de parte de su madre. Schalbe lo trataba como a un hijo, causando que Martín recordara que aquellos años habían sido mucho más placenteros. Las historias del joven Martín como pobre, un niño de una escuela para huérfanos cantando para obtener su cena, parecen ser más leyenda que realidad. Puedenprovenir de un tiempo en el cual los niños de la escuela cantaban en las calles durante las vacaciones y a menudo eran recompensados con pequeñas golosinas.
En 1502 Martín terminó su bachillerato en la Universidad de Erfurt, y para enero de 1505 completó su maestría. Su futuro parecía brillante y sus padres era optimistas acerca de la sacrificada inversión en su educación. Pero Dios tenía otros planes para la vida de Martín, y una tormenta eléctrica el 2 de Julio de 1505, implicaría un giro de los acontecimientos. Atrapado en una tormenta intensa y temiendo por su vida, Martín se comprometió a convertirse en monje. Esto fue más que una simple oración de alguien expuesto a la muerte. Para Martín fue un solemne juramento a Dios. Para septiembre él ya había regalado sus posesiones y se había unido al monasterio agustino en Erfurt. Los planes de Hans para su hijo estaban destruidos. Fue muchos años después que Hans y Martín hicieron las pases acerca de la decisión del joven muchacho. Antes de morir, Hans le dejó una considerable donación a la Universidad de Wittenberg, donde Martín enseñaba.
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AGAR, MADRE ABANDONADA
Margot Kässmann

Sin duda, el relato bíblico de Agar no refleja con todo detalle la situación de una amante actual que queda embarazada. Los celos, los sentimientos de abandono y sus consecuencias desempeñaban también un papel entonces, pero la situación de las mujeres entonces y ahora ha cambiado: en tiempos bíblicos no existía el derecho de autodeterminación de las mujeres. Agar tampoco era una querida en el sentido actual. La traducción de Lutero dice que era la «criada» (Magd) de Sara, mujer de Abraham. Ser criada no quería decir tener una relación de servicio con la familia de Abraham, con derechos y remuneración incluidos. Agar provenía de Egipto y en realidad era esclava de Sara.
Cuando Sara constata que no es capaz de tener hijos, le dice a su esposo: «Únete a mi sierva a ver si ella me da hijos». Y continúa: «Y él se unió a Agar, y ella concibió». Este tipo de enunciados aparecen de forma bastante lapidaria en la Biblia. Ni la más mínima alusión a las sensaciones, los sentimientos o las complicaciones emocionales de los protagonistas. Se trata de la descendencia de la tribu, y frente a este objetivo los estados anímicos personales quedan relegados a un segundo plano.
Pero quizá podamos comprender cómo se siente Agar. Ella es también una persona, seguramente una chica joven, que pertenece a otra mujer. Esta la entrega a un hombre mayor. En la Biblia se dice que Abraham tenía ochenta y seis años cuando nació Ismael. En definitiva, lo que aquí tenemos es una violación. Si la atroz expresión de «máquina de parir» tiene cabida en algún lugar, seguramente es aquí. No se trata de deseo ni de satisfacción sexual, tampoco del deseo de una mujer de ser madre; todo gira en torno a la procreación de un hombre. Se degrada a la mujer a la condición de medio para la realización de este objetivo.
Con todo, la continuación de la historia muestra que no es tan fácil desentenderse de los sentimientos. Agar se siente orgullosa de quedar embarazada. A ella “le sale bien” lo que Sara «no consigue». Y Sara siente rabia. Se ve limitada y humillada. Podemos imaginarnos cómo se desarrolla esta historia a tres bandas en la casa de Abraham. Celos, soberbia, miedo, ira: sentimientos violentos por todas partes. ¿Qué pensaría Abraham? ¿Estaría simplemente orgulloso de haber engendrado un hijo? ¿Se habría enamorado tal vez un poco de la joven que se quedó embarazada de él? ¿Le sacarían de quicio las riñas de su mujer? ¿Sentiría compasión por los sentimientos que ella experimentaba? Las escasas líneas del capítulo 16 del Génesis propician cierta especulación al respecto.
Abraham sabe a qué le obligan las reglas de la tribu. Deja a Sara que decida qué hacer con Agar. Por su parte, Agar tiene claro que no cuenta con ninguna protección, y huye al desierto. Teme la dureza con la que la trata Sara. Durante el embarazo, una mujer es especialmente vulnerable. Si, además, el padre de la criatura no la apoya cuando otros la atacan, puede darse un final trágico. ¿Se sintió tal vez Agar tan confusa y llena de dudas que prefirió morir en el desierto? Por lo menos, tuvo el acierto de dirigirse a un manantial de agua...
Allí, en la soledad, se cruza con un ángel. Este la «encuentra» junto a la fuente, y la envía de vuelta a casa. Le dice que debe someterse, y no rebelarse contra Sara; que dará a luz un hijo y que su descendencia será “tan numerosa que no podrá contarse”. Sobre la figura del ángel podemos preguntar: ¿se encontró con una persona, o con su propia voz interior? Comoquiera que sea, junto a esa fuente del desierto Agar toma conciencia de dos cosas: no puede huir de Sara; sola, embarazada, sin derechos y sin medios, no tiene posibilidad alguna de sobrevivir. Ni ella ni el niño. Pero ha sido bendecida con el embarazo. Tendrá un hijo, y esto representa un regalo especial para su vida. Por tanto, decide tener a su hijo. Y Agar regresa al lado de Abraham.
Muchas mujeres que tienen hijos sin que el padre permanezca junto a ellas viven situaciones similares. Primero, tal vez, hay una sensación de gran alegría por el embarazo, todo es orgullo. Pero en algún momento empiezan a tener miedo: ¿cómo llevarán el hecho de vivir solas con su hijo? ¿Qué pasará cuando no haya nadie que las apoye? Es cierto que hoy, en algunos países democráticos, una mujer puede quedar embarazada sin tener pareja y sin temor a ser discriminada. En Francia, uno de cada dos niños nace fuera del matrimonio.
La situación es muy distinta en otros países y sociedades. Hace poco se habló de un hospital en el que se saca por cesárea a los hijos cuando las madres ya no pueden ocultar el embarazo. El recién nacido es entregado en adopción y se rehace el himen de la joven, no solo para evitar un escándalo, sino también, bastante a menudo, para salvar la vida de la mujer, en el sentido más estricto de la palabra. En algunas sociedades patriarcales, todavía son muchos los varones que se sienten ofendidos en su honor cuando una hija, o una hermana, queda embarazada sin estar casada. Son condiciones terribles para las mujeres, que gracias a Dios ya se han superado en las democracias occidentales. Por desgracia, ni siquiera en estas democracias se reconocen de hecho todos sus derechos a todas las mujeres; algunos ciudadanos son reacios a conceder estos derechos, por ejemplo, a las mujeres inmigrantes, y hay que trabajar para superar esta injusticia.
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LUTERO O EL CRIADO DE DIOS, OBRA DE TEATRO DE FRANCISCO PRIETO (I)

La soberbia es la madre de la intolerancia. ¿Saben?, por ella he herido de muerte a la Iglesia. Y lo peor es que veo a la Iglesia reformada multiplicarse en sectas y más sectas. Es verdad que Roma había ofendido gravemente a Dios. Cuánto me duele que los campesinos no me hubieran entendido, y que yo mismo, el motor de su rebelión, pidiera a sus opresores que los aniquilaran sin piedad.
Lutero en su lecho de muerte, según F. Prieto

Francisco Prieto (La Habana, 1942) es un personaje muy reconocido en el ámbito cultural mexicano. Novelista, ensayista, profesor y comunicador, conduce el programa radial “Huellas de la historia” desde 1989. Nunca ha ocultado su fe católica y, por el contrario, pertenece a esa extraña franja de autores mexicanos (como Vicente Leñero, Ignacio Solares y Javier Sicilia) que, a contracorriente de las posturas dominantes, considera que sus creencias son el motor de su labor cultural.
Formó parte del grupo de escritores (“Los católicos”) que se reunieron durante varios años en la casa de Leñero principalmente para debatir acerca de sus ideas religiosas. Es autor de un buen número de novelas, entre ellas: Caracoles (1975), Taller de marionetas (1978), Ruedo de los incautos (1983), Si llegamos a diciembre (1985), La inclinación (1986), Tres novelas del deseo y la culpa (2004), entre otras. Otras obras de teatro suyas son: La expiación (1986), Shakespeare y yo (1987) y Felonía (2007), acerca de la pederastia sacerdotal, además de algunos volúmenes de ensayo. Uno de sus trabajos recientes es La construcción del infierno (2016).
En un volumen publicado recientemente, Prieto se ubica en la estirpe de autores creyentes como François Mauriac, Graham Greene, Julien Green y Georges Bernanos, una filiación restringida a pocos escritores mexicanos. Su testimonio de esas tertulias es elocuente y significativo: “En aquellas reuniones todos alimentamos nuestra fe, nuestras visiones de la institución eclesiástica, tan divergentes, pero todo con Él, por Él y en Él”. “En palabras de Vicente Leñero el eje narrativo de Prieto es ‘el análisis de la condición humana en lo que tiene de angustioso; en las situaciones límite de amor, de la pasión, del sentido de la vida, de la muerte’”.
Sobre los herejes y la herejía como posibilidad de la vida de fe, Prieto ha escrito líneas esclarecedoras: “La herejía es, antes que cualquier otra cosa, un acto de libertad que brota de lo más profundo de la conciencia. Son las grandes herejías las que han mantenido vivas las tradiciones en su esencialidad, hasta dejarlas libres de adherencias malignas y volverlas a la vida, revolucionadas. El hereje es el que ha conquistado la autenticidad desde el amor a la verdad, el que ha vencido el miedo a la soledad, a la orfandad puesto que, de pronto, se percibe solo, fuera del vientre de su iglesia a la que ama desde la raíz de su ser. Es ese amor a la iglesia originaria la que dispara la herejía”.
De 1999 es Lutero o el criado de Dios, una obra de teatro en la que, con base en los últimos momentos de la vida del reformador alemán, sondea en las posibilidades de la conciencia y la autoevaluación que hace el personaje de los entretelones de su vida y obra.
La elección de los personajes que acompañan a Lutero evidencia una buena reconstrucción histórica de la época y de algunos instantes cruciales de su vida. Se sirve de la presencia de dos de sus hijos, Juan y Martín, para que, mediante un contrapunto existencial bien llevado, cada uno de ellos represente los polos opuestos de su influencia en el ámbito familiar. Juan expone la visión positiva de aprovechamiento de tal influencia, en el sentido de asumir la fe de su padre. Martín, por el contrario, se adelanta a una visión bastante cínica de la realidad religiosa y del verdadero impacto de la obra de su progenitor. (LC-O)

Actividades

OREMOS POR LA REDACCIÓN DE LOS DOCUMENTOS BÁSICOS DE LA IGLESIA

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CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes 28 de marzo, 19 hrs.
Modera: Nazaret Maldonado

Llamamiento: Salmo 11
Oración de ofrecimiento
Himno: “Del santo amor de Cristo” (150)
Momentos de oración
Lectura bíblica: Jeremías 36.1-19
Tema: El rey Joacim quema el rollo
Himno: “Amarte sólo a ti, Señor” (529)
Ofertorio
Bendición pastoral


LA PALABRA RENACIDA
José María Ábrego de Lacy

V
olvemos a estar en el año cuarto de Joaquín. A Jeremías se le prohíbe el acceso al templo, por lo que recopila en un libro, dictado a Baruc, todos los oráculos pronunciados hasta la fecha. Pretende que el pueblo se convierta al escucharlos. ¿No los había oído antes? Tal vez el ambiente de ayuno colabore en crear la acogida necesaria. […] Cuando, por fin, se lee ante el rey, éste lo quema. Jeremías vuelve a dictar otro, al que se le añadieron otras cosas semejantes (Jr 36.32). […]
El texto se centra en la existencia del libro: se escribe, se destruye y se vuelve a escribir. Por eso se subraya la identidad del segundo libro con el primero (Jr 36.28, 32). Este segundo no pretende ser proclamado; sólo existir. Tal vez, para servir de testimonio el día en que su palabra se cumpla. También en Jeremías es importante su existencia: su vocación desde el seno de su madre, su celibato, sus prisiones, sus acciones simbólicas, su descenso a Egipto, etc. Incluso su crisis interna es tan importante, o más, que su mensaje monocorde. […]
La doble edición del libro recuerda la doble escritura de la Ley mosaica (Ex 34). El pecado del pueblo tiene una fuerza destructora real que dimana de la palabra pronunciada por Dios, pero la omnipotencia divina asegura su resurrección. La relación entre el libro y la Ley refuerza el paralelismo antitético que en otras partes del libro se establece entre Moisés y Jeremías.
Este texto dibuja una imagen del rey contraria a la de Joaquín (Jr 22.13-19). Evoca también la prohibición de volver a Egipto, que Jeremías aplicará en su momento (Jr 42.15, 19), aunque personalmente tendrá que recorrer a la fuerza ese camino. Lo importante es que la citada ley deuteronómica sobre el rey y la narración sobre la reforma de Josías son las pautas según las cuales debemos leer Jr 36.
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES

2 – Santa Cena / Reunión de Consistorio

9 – Domingo de Palmas

Comunidad eclesial, comunidad abierta al mundo, L. Cervantes-O.



26 de marzo, 2017

Por tanto, dejemos de juzgarnos unos a otros. Más bien, propónganse no poner tropiezos ni obstáculos al hermano.
Romanos 14.13, Nueva Versión Internacional

La diversidad en la comunidad
Una de las grandes lecciones de la carta a los Romanos es su acercamiento a la diversidad presente en las comunidades cristianas que habían comenzado a surgir en la capital del imperio. Todo el Nuevo Testamento es un testimonio de esa diversidad que algunos estudiosos han resumido con bastante exactitud al señalar que había por lo menos cuatro variedades de creyentes cristianos:

1. Judíos y paganos convertidos que exigían la observancia de toda la ley, incluyendo la circuncisión,
2. Judíos y paganos convertidos que no imponían la circuncisión, pero exigían a los paganos convertidos la práctica de ciertas observancias judías. A ellos pertenecieron Pedro y Santiago (y los cristianos de Jerusalén por sus lazos estrechos),
3. Judíos y paganos convertidos que no imponen ni la circuncisión, ni la observancia de leyes alimenticias. Entre ellos Pablo y Bernabé,
4. Judíos y paganos convertidos que no imponían ni la circuncisión, ni las observancias alimenticias, ni se ataban al culto y a las fiestas judías de significación permanente. Estos eran más radicales que Pablo en cuanto al judaísmo.[1]

A partir de esta pluralidad, acerca de la cual estuvieron bastante conscientes los apóstoles, el proyecto paulino al escribir la carta en cuestión estaba muy claro: “Pablo busca ganarse el apoyo de los cristianos de Roma, en su lucha por defender un evangelio que incluya a todos los pueblos de la tierra. Por eso insiste en que el evangelio de Jesucristo se acoge por fe y no por la ley”.[2] Ese ejercicio discursivo en busca de la inclusión total aparece después de que el apóstol ha ofrecido instrucciones éticas y prácticas para su aplicación en la vida comunitaria. La alusión a los problemas rituales que se enfrentaban también en Roma por parte las comunidades que habían acogido la fe en Jesús como el Mesías muestra la preocupación por que ningún factor debía causar divisiones ideológicas o doctrinales puesto que el amor comunitario sería capaz de superarlas desde la perspectiva de la igualdad y el respeto mutuo como premisas básicas para la convivencia que se pudiera calificar como cristiana.

Abrirse al mundo desde el amor comunitario e inclusivo
La estructura de la sección segunda a la que pertenece el cap. 14 manifiesta su ubicación dentro del proyecto del apóstol encaminado a afirmar la práctica de la fe en el ámbito cotidiano, el énfasis recae en la vida renovada y el discernimiento. La enseñanza dominante es: en todo, acoger siempre al débil, lo que se especifica con una situación concreta: las observancias alimenticias (14.1-23). Los dos aspectos están claros: no juzgarse mutuamente (2-12) y actuar siempre con madurez (13-23). Se trata, sobre todas las cosas de guardar la libertad de conciencia delante de Dios, pero sin dejar caer al hermano o hermana.[3]

La apertura al mundo por parte de la comunidad eclesial, implica un cambio profundo de la mentalidad religiosa que permita discernir, en medio de las costumbres y hábitos culturales, aquellas posibilidades de diálogo y acercamiento que permitan compartir efectivamente el amor de Dios a todos los seres humanos, sin distinciones ni privilegios para nadie, tal como lo expresa el apóstol en la misma carta. “¡Dios no tiene favoritos! Dios acepta a los que obedecen la ley de Moisés, pero rechaza a quienes solamente la escuchan y no la obedecen. Los que conocen la ley serán juzgados de acuerdo con esa misma ley. Los que no la conocen, y pecan, serán castigados, aunque no conozcan esa ley” (2.11-13, Traducción en Lenguaje Actual). “Dios no hace acepción de personas” era la traducción más socorrida, pero ésta pone el dedo en la llaga sin miramientos.

No juzgarse mutuamente en el sentido de exclusión o para pronunciar un juicio definitivo es la actitud recomendada para que la apertura sea completa. La única gran deuda pendiente es, precisamente, la del amor: “No tengan deudas pendientes con nadie, a no ser la de amarse unos a otros. De hecho, quien ama al prójimo ha cumplido la ley” (13.8). En la comunidad cristiana no debería haber espacio para ningún tipo de superioridad, pues la iglesia es ahora un enclave espiritual que es un signo comunitario de la presencia del Reino de Dios en el mundo, es decir, la representación cristiana de la apertura total de Dios hacia su creación en amor.



[1] Elsa Tamez, “¿Cómo entender la carta a los Romanos”, en RIBLA, núm. 20, p. 80, www.claiweb.org/images/riblas/pdf/20.pdf.
[2] Ibíd., pp. 79-80.
[3] Ibíd., p. 98.

Romanos 14.1-13, NVI

14 Reciban al que es débil en la fe, pero no para entrar en discusiones. A algunos su fe les permite comer de todo, pero hay quienes son débiles en la fe, y solo comen verduras. El que come de todo no debe menospreciar al que no come ciertas cosas, y el que no come de todo no debe condenar al que lo hace, pues Dios lo ha aceptado. ¿Quién eres tú para juzgar al siervo de otro? Que se mantenga en pie, o que caiga, es asunto de su propio señor. Y se mantendrá en pie, porque el Señor tiene poder para sostenerlo.
Hay quien considera que un día tiene más importancia que otro, pero hay quien considera iguales todos los días. Cada uno debe estar firme en sus propias opiniones. El que le da importancia especial a cierto día, lo hace para el Señor. El que come de todo, come para el Señor, y lo demuestra dándole gracias a Dios; y el que no come, para el Señor se abstiene, y también da gracias a Dios. Porque ninguno de nosotros vive para sí mismo, ni tampoco muere para sí. Si vivimos, para el Señor vivimos; y, si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos o que muramos, del Señor somos. Para esto mismo murió Cristo y volvió a vivir, para ser Señor tanto de los que han muerto como de los que aún viven. 10 Tú, entonces, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú, ¿por qué lo menosprecias? ¡Todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Dios! 11 Está escrito:
Tan cierto como que yo vivo —dice el Señor—,
ante mí se doblará toda rodilla
y toda lengua confesará a Dios.
12 Así que cada uno de nosotros tendrá que dar cuentas de sí a Dios.
13 Por tanto, dejemos de juzgarnos unos a otros. Más bien, propónganse no poner tropiezos ni obstáculos al hermano.

sábado, 18 de marzo de 2017

Letra 512, 19 de marzo de 2017

GIULIA GONZAGA (1513-1566), DETRÁS DE LA REFORMA ITALIANA (II)
Simonetta Carr
www.ibrnj.org/giulia-gonzaga-detras-de-la-reforma-italiana/

Una vida problemática
De alguna manera, Giulia había experimentado angustia, incertidumbre y agitación durante la mayor parte de su vida. Nacida alrededor de 1513 en una familia noble de Gazzuolo, una pequeña ciudad al norte de Italia, había sido entregada en matrimonio a una edad temprana (probablemente a los catorce años, si la fecha estimada de su nacimiento es correcta) a un líder de tropas mercenarias y rico terrateniente, Vespasiano Colonna, duque de Traetto y conde de Fondi, 27 años mayor que ella. Era el clásico matrimonio de conveniencia, ya que la familia de Giulia, que buscaba las formas de expandir sus territorios y su influencia, vio en Vespasiano el partido perfecto.
Desconocemos cómo se sentía Giulia en cuanto a esta unión, pero Vespasiano era un hombre de guerra y permaneció la mayor parte del tiempo alejado de su casa, hasta que murió en el campo de batalla tan solo dos años después. Le dejó todos sus bienes a Giulia, siempre que no se volviera a casar. En el caso de unas segundas nupcias, todas sus propiedades serían transferidas a su hija Isabella, que tenía aproximadamente la misma edad que Giulia. Esto causó, obviamente, una tensión de por vida entre ambas mujeres. Al principio, Giulia siguió viviendo en su castillo de Fondi, una antigua y encantadora ciudad costera entre Roma y Nápoles, convirtiéndola en el centro de un vibrante círculo literario y artístico. Su belleza era extraordinaria, e inspiró a muchos poetas de su tiempo. Era el Renacimiento, una época en la que se prestaba atención a la belleza, como en la antigua Grecia, un símbolo de completitud y perfección, que elevaba el espíritu y no un peligro espiritual como en los siglos anteriores.
Su cercano amigo Paolo Carnesecchi dijo de ella: “Tal era la fama de su belleza y su virtud que cualquier caballero que pasaba por aquellos lugares intentaba conocerla y hacerse amigo suyo”. Para decepción de los hombres, ella siempre se negó a volverse a casar. Algunos dicen que valoraba sus propiedades por encima del matrimonio, pero algunas fuentes indican que podría haberle tenido miedo a nuevos quebrantos de corazón. “Si vuelvo a casarme, siempre tendré miedo de perder a mi nuevo esposo, y no quiero correr ese riesgo”, comentó al parecer.
Giulia estuvo muy cerca de un nuevo matrimonio cuando un caballero altamente culto y poderoso, Ippolito de Medici, sobrino del papa León X, se enamoró desesperadamente de ella. Al principio, se suponía que se casaría con Isabella, pero cuando visitó a su futura esposa, sus sentimientos por Giulia se apoderaron de él y le impidieron seguir adelante con el matrimonio concertado. Finalmente, Ippolito le confesó su amor a Giulia, pero antes de que ella pudiera considerar siquiera el asunto, la familia de él le presionó para que siguiera una carrera eclesiástica y los convencionalismos sociales exigieron su conformidad. Poco después de esto, en el verano de 1534, un dramático suceso estremeció la vida de Giulia, ya que su castillo fue atacado durante la noche por una banda de piratas turcos que habían estado saqueando la costa italiana. Su líder, Khair ad Din (conocido por los italianos como Barbarossa), regente de Argel, había oído hablar de su hermosura y decidió capturarla y llevarla como presente al gran sultán Suleiman I. Envió a un grupo de sus piratas para que irrumpieran en la residencia de la joven, pero cuando estos lo consiguieron descubrieron que Giulia ya había escapado.
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¿QUÉ ES EL PECADO ESTRUCTURAL?
http://www.mercaba.org/DicTM/TM_pecado_estructural.htm

Introducción
Las diversas concepciones de pecado responden siempre en el fondo a una pregunta que manifiesta su perspectiva básica. La moral casuística pregunta "quién hace algo"; la moral renovada, "quién es usted", en el sentido profundo del verbo ser; la teología de la liberación pregunta "de qué lado se encuentra usted". Las diversas respuestas a estas preguntas no dejan de ofrecer algún fundamento bíblico. La teología de la liberación encontrará el fundamento bíblico de su pregunta y la consiguiente respuesta en tres direcciones nada originales: en la dirección de la alianza, de las actitudes de Jesús y del reino. Lo original es la lectura bíblica.

Etapa antigua
La alianza es el núcleo central de la teología veterotestamentaria, también desde el punto de vista de la comprensión del pecado. Pero resulta que, ignorada prácticamente por la casuística, leída en clave personalista por la moral renovada, esconde todavía un filón precioso en la perspectiva del pecado: exactamente el social.
Se puede afirmar que la primera alianza se encuentra ya implícita en la propia creación. A través de sus proyectos, el creador se vincula profundamente con su obra, de tal modo que cualquier ruptura de la obra se constituye también'en ruptura con el creador. La primera ruptura se encuentra ya en la raíz de la propia humanidad: es el pecado de origen. Dentro de este supuesto, el Génesis presenta el pecado como algo que nace en el corazón humano, pero inmediatamente se extravasa a la humanidad entera, e incluso a toda la creación. Dentro de ese mismo supuesto, san Pablo, al afirmar que todos pecaron en Adán, afirma al mismo tiempo que "toda la creación gime y está en dolores de parto esperando la liberación" (Rom 8,22). En otras palabras, desde el libro del Génesis, todo pecado asume al mismo tiempo una configuración personal, interpersonal, comunitaria, social e incluso cósmica. El pecado del mundo se constituye en aquel clima en el que todos nacen y al que todos colaboran con sus pecados personales y con sus actitudes sociales.
Indudablemente la alianza es una categoría profundamente religiosa. No obstante, tampoco hay duda de que no es estrictamente religiosa. Entraña una tarea histórica, que ha de llevar a cabo el pueblo de Dios: manifestar un Dios diferente de los otros dioses exactamente a través de la construcción de una historia también diferente de las demás historias. Esa historia debería propiciar la aparición de mecanismos solidarios que hiciesen posible la participación de todos sus miembros en todos los sentidos: religioso, socio-político y económico.
La tarea no es primordialmente individual; le incumbe al pueblo de Dios en cuanto pueblo. Por eso las bendiciones y las maldiciones están condicionadas a un modo de vivir de todo el pueblo. Fidelidad o infidelidad se traducen en la construcción o no de estos proyectos históricos de Dios. Por eso mismo, la ruptura con la alianza no se da primordialmente ni en el nivel de las personas ni en el nivel de las relaciones directas con Dios. Se da, y de manera explícita, en las relaciones con los seres humanos entre sí. El pueblo de Dios rompe con la alianza cuando no respeta el derecho, no protege al oprimido, no hace justicia al huérfano y no defiende a las viudas (Is 1,16-17); la rompe cuando es opresor y violador de los derechos de los pobres (Os 5,11-15). Todas esas afirmaciones no niegan el fundamento de la comprensión manualística del acto malo (hatta), ni de la actitud personal perversa tematizada por la moral renovada (awon), pero ciertamente sacan de la sombra el pesha, que contiene la idea más amplia de "rebelión", de "revuelta" del pueblo o de parte del pueblo de Dios.

Jesús ante el pecado estructural
También las actitudes de Jesús permiten diversas lecturas, en particular una de vertiente personal y otra de vertiente más social. El hecho es que la actitud de Jesús respecto al pecado está henchida de sorpresas. Conviene destacar tres. La primera consiste en el hecho de que él ni habló mucho ni muy directamente del pecado. Habló mucho más de salvación. En general, al anunciar la salvación denuncia con mayor claridad el pecado. Habla ciertamente de pecado, pero lo hace sobre todo a través de las parábolas del reino. Puede verse la de los convidados al banquete de bodas (Lc 14,18-20), la de las muchachas que se durmieron (Mt 25,1 ss), la de la irrupción inesperada de Dios en la historia (Mt 24 37-39), la del verdadero pecador: el hermano mayor (Lc 15,1 I-32) y la del juicio final (Mt 25,31ss).
La segunda sorpresa estriba en el modo de tratar Jesús a los que oficialmente son considerados pecadores o justos: se muestra acogedor con los primeros e inflexible con los, segundos. Jesús no sólo supera la concepción de pecado transmitida por los líderes religiosos, sino que la rechaza. Para Jesús el pecado no tiene nada que ver con la impureza legal o con otras concepciones de índole extrínseca: del fondo del ser humano es de donde nace el pecado (Mc 7,2-12). La tercera sorpresa es consecuencia de las dos primeras. Los personajes alegóricos de las parábolas antes mencionadas, de suyo no hicieron nada especial. La maldad -proviene simplemente del hecho de no estar ligados al reino y a su justicia.
Todas estas sorpresas se pueden leer en clave personalista. Sin embargo, Jesús no se detiene ahí; detecta a los enemigos del reino. Y aquí va a surgir una segunda vertiente: la socio-estructural. Basándose en su afirmación personal, grupos organizados, sirviéndose incluso de la religión y del nombre- de Dios, se oponen frontalmente a la buena.nueva del reino. Y esto lo hacen al servirse de su poder para impedir la concretización histórica del reino. Curiosamente, con la excepción del caso de Herodes, Jesús no arremete contra individuos, sino contra grupos organizados: fariseos, escribas, ricos, sacerdotes y gobernantes. Es forzoso reconocer que los anatemas de Jesús son colectivos. Además, deja bien claro que existe opresión religiosa porque los fariseos colocan en los hombros de los demás cargas intolerables; existe ignorancia porque los levitas guardan para sí las llaves de la ciencia; existe pobreza porque los ricos no comparten su riqueza; existen oprimidos porque los que gobiernan hacen un uso despótico de su poder en vez de ponerlo al servicio de los demás (Mt 23).
Ante todo esto, resulta difícil negar que Jesús denuncia formas de convivencia y estructuras sociales en cuanto formas constitutivas del antirreino. Pues para él el reino es ciertamente espiritual, pero no sólo eso; es trascendente, pero también ha de concretarse en la historia de la humanidad. La lucha que se entabla es exactamente entre el reino de este mundo (de los hombres) y el reino de Dios. Cuando reinan los hombres, reinan la injusticia, la opresión, la violencia, la discriminación. Cuando reina Dios a través de la concretización de, sus proyectos, reinan la justicia, el servicio, la paz y el amor fraterno. Decididamente, la concepción de Jesús recuerda el libro del Génesis. Todo el mal empieza cuando los hombres intentan implantar sus proyectos y consienten en dar oídos a la serpiente: "Seréis como dioses". El resultado será la torre de Babel.
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SARA, MADRE DE UN HIJO SECUESTRADO
Margot Kässmann

E
n la Biblia, Sara es otra de las mujeres que no son madres hasta una edad avanzada. Es ya anciana y no espera poder tener un hijo. Es la esposa de Abrahán, el patriarca por excelencia del pueblo de Israel.
Según cuenta la Biblia, Sara había entrado en la menopausia, «ya no tenía sus períodos» (Génesis 18,11). En esta fase de la vida de una mujer, la cuestión de los hijos está decidida. Se interrumpe el período y está claro: un embarazo deja de ser una opción en su vida. Algunas mujeres temen este momento porque, si no han tenido ya algún hijo, se sienten desamparadas, inútiles, confundidas. Otras se sienten aliviadas y hasta alegres, porque finalmente saben cuál es la respuesta a la pregunta “Hijos, ¿sí o no?”, que no lograban apartar de su cabeza. […]
Me gusta esta risa y la ironía con que se contempla a sí misma. Sara no es una mujer insegura ni amargada. Cuántas mujeres se desaniman cuando se acerca la menopausia y quieren ser madres, pero no han encontrado con quién, o el embarazo no se ha presentado. Saben que el reloj biológico avanza. Esto suele desmoralizar y poner en tela de juicio planes de vida muy pensados. El final de la menstruación es una experiencia especialmente significativa para las mujeres. A partir de ese momento biológico, ya no se puede dar la vida. Mientras que los varones pueden engendrar hijos hasta edades avanzadas, en el caso de las mujeres existe esta barrera natural. […]
De vez en cuando oímos, leemos, nos enteramos de casos en los que el padre, a quien la madre había confiado a los hijos, los ha secuestrado o matado. Esto último se denomina fríamente en términos jurídicos “sustracción de menores”. Sin embargo, el lado emocional no tiene nada de frío: ¡todo un shock para la madre! Qué terrible dejar de ver a tu hijo, que no lo traigan de regreso a casa como se había acordado. Un horror, si el secuestro se da en un país al que la madre no tiene acceso, si una familia inaccesible oculta al hijo, si se lleva al hijo a una cultura donde no tienen vigencia nuestras ideas, donde la madre no tiene derechos. Aún peor - si puede serlo - es que el padre mate a los hijos. También se dan casos.
Padres que luchan por la custodia, padres que quieren castigar a sus ex mujeres, padres confundidos que matan a sus hijos antes que devolverlos. La madre se reprochará toda la vida el hecho de haber puesto al hijo o a la hija en manos del padre.
En la interpretación del relato sobre el sacrificio de Isaac desempeña un papel crucial la idea de que Dios pone a prueba la fe de Abrahán. Para mí, esta presentación de Dios no está en completa armonía con mi fe. Puedo aceptar que Dios no nos libre de la tentación; pero que Dios pretenda causar la muerte de un hijo, que pida un sacrificio así... Esta presentación de Dios me parece del todo incompatible con lo que sabemos de Jesús, con el amor que Dios profesa precisamente a los hijos, como muestra Jesús. […]
Es muy difícil para una madre poner a su hijo en manos de un padre del que no se fía. Seguro que también ocurre a la inversa: padres separados que se quejan amargamente de que se les prive de sus hijos, porque las madres impiden que sus hijos vayan tranquilamente a ver a sus padres, o porque no respetan los horarios de visita. No puede negarse que hay muchas madres que, inmediatamente después de un divorcio, no permiten que el padre vea a los hijos.
Una actitud así no puede ser beneficiosa para el niño; lo sensato es que tanto el padre como la madre tomen parte en la educación del hijo. Sin embargo, no puede ponerse en duda que algunas madres sienten un temor justificado a la hora de entregar a su hijo al padre. El miedo ante el secuestro de un hijo siempre tiene la raíz en los conflictos familiares internos.

Actividades

HOY TENDREMOS LA TERCERA SESIÓN DE CAPACITACIÓN Y ACTUALIZACIÓN PARA OFICIALES DE LA IGLESIA

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CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes 21 de marzo, 19 hrs.
Modera: LC-O

Llamamiento: Salmo 4
Oración de ofrecimiento
Himno: “Cerca de ti, Señor” (314)
Momentos de oración
Lectura bíblica: Jeremías 35.1-19
Tema: El renuevo de justicia
Himno: “Bellas palabras de vida” (13)
Ofertorio
Bendición pastoral


EL EJEMPLO DE LOS RECABITAS
José María Ábrego de Lacy

En el epílogo de la sección, volvemos al reinado de Joaquín. El salto atrás en el tiempo nos sitúa de nuevo en el momento en el que el Señor sentencia a su pueblo con un castigo; la sentencia desoída se agravará en tiempos de Sedecías.
El capítulo empalma, pues, con Jr 26. La obediencia de los Recabitas a las leyes de sus padres subraya por contraposición la desobediencia de los judíos a las leyes del Señor. Para los primeros será la bendición; para los otros la condena.
Los recabitas son un pueblo que habita en medio de Israel, con quien mantienen relaciones amistosas. Tratan de mantener vivos los ideales nómadas tradicionales: no habitan en casas, no prueban el vino, no trabajan los campos.
Sólo circunstancialmente se encuentran ahora en Jerusalén (Jr 35,11), quizás por miedo a las tropas extranjeras, pero aun allí pretenden mantenerse fieles a sus costumbres. Son un ejemplo para los habitantes de la capital. Por su fidelidad conservarán la descendencia (Jr 35,19).
Así, al contraponer las actitudes de los dos pueblos, se contraponen también: a) los legisladores: Jonadab (véase 2 Re 10,15- 27) obedecido, el Señor desoído (Jr 35,16); b) las consecuencias: descendencia para los nó- madas Recabitas, destierro y esterilidad para el pueblo judío (Jr 35,17). La bendición a extranjeros cerrará otras dos secuencias posteriores (Jr 39,15-18; 43,8-13).
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES

20 – Excursión de la iglesia
26 – Entrega de árbol: M. de Acción Social / Reunión de trabajo sobre documentos básicos de la iglesia

El amor en la iglesia debe reflejar a Jesucristo, A.I. Vicente Orozco G.

19 de marzo de 2017

I Juan 4.13-21, NVI

13 ¿Cómo sabemos que permanecemos en él, y que él permanece en nosotros? Porque nos ha dado de su Espíritu. 14 Y nosotros hemos visto y declaramos que el Padre envió a su Hijo para ser el Salvador del mundo. 15 Si alguien reconoce que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. 16 Y nosotros hemos llegado a saber y creer que Dios nos ama.
Dios es amor. El que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. 17 Ese amor se manifiesta plenamente entre nosotros para que en el día del juicio comparezcamos con toda confianza, porque en este mundo hemos vivido como vivió Jesús. En el amor no hay temor, 18 sino que el amor perfecto echa fuera el temor. El que teme espera el castigo, así que no ha sido perfeccionado en el amor.
19 Nosotros amamos porque él nos amó primero. 20 Si alguien afirma: "Yo amo a Dios", pero odia a su hermano, es un mentiroso; pues el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto. 21 Y él nos ha dado este mandamiento: el que ama a Dios, ame también a su hermano.

Apocalipsis 1.9, L. Cervantes-O.

29 de agosto, 2021   Yo, Juan, soy su hermano en Cristo, pues ustedes y yo confiamos en él. Y por confiar en él, pertenezco al reino de Di...