Agencia DPA, 16 de marzo de 2010
Vigilias de oración, campañas de evangelismo, ayunos y rogativas, se han intensificado en los templos y aún fuera de ellos y de esta forma, los creyentes hacen "guerra espiritual" a favor de su ciudad, afirman los líderes de la iglesia.
Las iglesias de Ciudad Juárez, en la frontera mexicana con Estados Unidos, están convertidas en trincheras y refugio de miles de fieles que desean la paz en esta ciudad, azotada por el crimen desde hace dos años.
Las prédicas han cambiado y desde el púlpito pastores y sacerdotes buscan infundir aliento a los creyentes, exhortando a "tomarse de Dios" y fortalecer su fe, pero también a actuar a favor de su ciudad.
"Tenemos que ser parte de provocar la paz en esta ciudad a través de nuestra vida y decirle a Dios que mire hacia Ciudad Juárez. Empezar a reclamar y compartir esa paz que tiene reservada para nosotros", afirmó el pastor Rafael Guzmán de la iglesia bautista "Jehová Nissi", ubicada en una de las colonias con mayor incidencia delictiva.
Vigilias de oración, campañas de evangelismo, ayunos y rogativas, se han intensificado en los templos y aún fuera de ellos y de esta forma, los creyentes hacen "guerra espiritual" a favor de su ciudad, afirman los líderes de la iglesia.
"A veces el hombre está ensimismado, pero es necesario hacer conciencia y ver que en medio de esta violencia hay muchas víctimas, mujeres, jóvenes, niños, mucha gente que está sufriendo", dijo por su parte el pastor Baltazar González, líder de la Alianza Ministerial Evangélica de Juárez. El vocero de la diócesis en Ciudad Juárez, Hesiquio Trevizo, afirma que desde que aumentó la violencia, los templos están abarrotados en cada misa, e incluso que los lugares son insuficientes y que hay gente que escucha el sermón de pie.
En Ciudad Juárez existen alrededor de 1 200 templos que profesan fe cristiana, entre católicos y evangélicos, en los que la temática de las prédicas parten de la situación actual, incitando a los feligreses a aferrarse a la fe e infundiéndoles esperanza. "El mal no puede tener la última palabra y el asesinato no puede ser la última realidad", afirmó Trevizo, y agregó que entre los miembros se percibe temor. Sin embargo, afirma que se les predica tanto el valor como la necesidad de mejorar desde lo individual para que las cosas cambien gradualmente.
"A las autoridades tenemos un punto de vista de apoyo pero también de exigencia y critica, la percepción que hay acerca de todo lo que pasa es de impunidad grande, que hace parecer fácil cometer delitos, hay desengaño en la sociedad, la iglesia sabe predicar pero también exigir", agrega Trevizo.
Por su parte, el pastor evangélico Rafael Guzmán afirma que: "Solamente en Jesús puede haber paz, las autoridades no son la respuesta, no podemos poner toda nuestra esperanza y confianza en el gobierno, también la ciudadanía debe participar y Dios es la respuesta y él nos demanda que hablemos claro a los presidentes y a cada dirigente de la ciudad aún cuando se lleguen a molestar".
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“UNA CONFIRMACIÓN DEL LLAMAMIENTO DE DIOS”: EVA DOMÍNGUEZ SOSA, RECIENTEMENTE ORDENADA POR LA IGLESIA EVANGÉLICA ESPAÑOLA
(ENTREVISTA) (III)
¿Qué significa para ti que haya tenido que suceder en la Iglesia Evangélica Española la cual tendrá contigo tres pastores/as de origen mexicano?
Significa la afirmación de parte de Dios a un llamado que Él me hizo y si ha sido en la Iglesia Evangélica Española se ha debido, en principio, a un llamado para la asignación de una Iglesia a Israel, y lo mío se ha dado por apoyo a ese trabajo (lo mismo que he hecho durante los últimos 13 años) y también por apoyar a nivel presbiterial con otros ministerios y a otra iglesia. De todas maneras, sí, en España existen mejores condiciones para vivir la igualdad de género, no sólo a nivel eclesial ―reformado y evangélico solamente, no católico― sino también en lo social, laboral, familiar, etcétera; no considero azarosa mi venida, sino que la fuerza del Espíritu dispuso y acomodó las piezas del rompecabezas, de tal manera que yo ahora estoy viviendo y experimentando la justicia del Reino de Dios. Personalmente pienso que en España y Europa ahora mismo el ala protestante necesita del trabajo de nosotros como latinoamericanos para aportar entusiasmo, carisma y experiencias de fe, para este mundo cada vez más “secularizado” y desilusionado de la Iglesia como institución y por lo tanto insensibilizado con respecto a Dios, pero no por ello menos necesitado de su gracia.
Tal vez sí, y no sólo por mí, sino también por la experiencia de Rosi, a ella también le han dado oportunidad y reconocimiento en otro país, no en el nuestro. Aunque por el paso de fe que han dado recientemente dos presbiterios en México, como sabemos, me parece que ya no será necesario. Esperamos que sea pronto una concreción no sólo para Amparo Lerín como puntera en este momento, sino para muchas que están silenciadas y las que vendrán, me parece, con el camino ya hecho, pero no por ello más fácil, pues lo difícil no es llegar sino mantenerse en el servicio.
Un retroceso en la vivencia de justicia del Reino y una vergüenza para mí por tener que externar públicamente, desde otro país, que en México la iglesia presbiteriana no ordena mujeres, ni siquiera para ministerios locales, los cuales se perciben en función del poder, como si en el Reino de Dios también tuviéramos estructuras y niveles jerárquicos, pues se perciben en rasgos de menor a mayor los ministerios de representación democrática para el mejor funcionamiento de las comunidades: menor nivel el diaconado, segundo el ancianato, y tercero el pastoral. Dicho sea de paso, por eso algunos pastores se creen semidioses para hacer y deshacer desde lo institucional y aun comunitario,lo que más conviene a sus intereses, desde su óptica permeada más por una cultura misógina y no por los valores y el Evangelio que Jesús el Nazareno nos trajo y enseñó con palabra y acción. Con su praxis es que yo, por ejemplo, me he fortalecido en todo estos años.
Sí, seguiré colaborando en la misma y su mision en Almunécar, por lo pronto, pues ahora mismo soy responsable de varios ministerios como el de educación cristiana (niños, profesión de fe, jóvenes-adolescentes) en Granada y Almunécar, y además de la predicación de vez en cuando. Aunque no descarto ―ni el presbiterio― la posibilidad de desarrollar la tarea pastoral en otra iglesia, ya que de hecho también colaboro esporádicamente con una en Cádiz (San Fernando), a cuatro y media horas de Granada.
Isaí y Milca están contentos, y creo que lo ven como un paso obvio, pues han vivido conmigo experiencias por ser hijos de una mujer que sin tener reconocimiento ha realizado tareas pastorales, e incluso ya les había comentado que aquí me ordenarían porque en nuestra iglesia mexicana no reconocen a las mujeres la vocación pastoral, cuestión que les causaba desconcierto. Isaí, a sus ocho años, y aun antes, me cuestionaba: “Mamá, si tú estudiaste para pastora, ¿por qué no tienes una iglesia como mi papá y por qué no te pagan? ¿Por eso estudias otra carrera en la universidad?”. Milca viene creciendo con equidad desde casa por la formación que les damos Israel y yo a ambos, y en ese sentido nos alegramos de estar un poco o bastante distantes de patrones culturales que puedan imponerse, incluso desde la familia extendida, y aunque acá también o todavía hay machismo en todas las capas y estructurales sociales; en ese sentido nos alegra que sea así como están creciendo.