Biblia en Lenguaje Sencillo, SBU
Amados hijos míos, debemos amarnos unos a otros, porque el amor viene de Dios. Todo el que ama es hijo de Dios y conoce a Dios. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. Dios demostró que nos ama al enviar al mundo a Jesús, su único Hijo, para que por medio de él todos nosotros tengamos vida eterna. El verdadero amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que nosotros fuéramos perdonados por medio de su sacrificio.
Hijos míos, si Dios nos ha amado así, nosotros también debemos amarnos los unos a los otros. Nadie ha visto nunca a Dios, pero si nos amamos unos a otros, Dios vive en nosotros y también su amor estará en nosotros.
Sabemos que estamos íntimamente unidos a Dios porque él nos ha dado su Espíritu. Nosotros mismos hemos visto que el Padre envió a su Hijo para salvar a todo el mundo, y lo decimos sin miedo. Si una persona reconoce que Jesucristo es el Hijo de Dios, esa persona y Dios están muy unidos, como si fueran uno solo.
Por eso sabemos y creemos que Dios nos ama. Dios es amor, y cualquiera que ama a sus hermanos está íntimamente unido a Dios. Si en verdad amamos a los hermanos, y si vivimos como Jesucristo vivió en este mundo, no tenemos por qué tener miedo cuando Jesús
venga para juzgar a todo el mundo. La persona que ama no tiene miedo. Donde hay amor no hay temor. Al contrario, el verdadero amor quita el miedo. Si alguien tiene miedo de que Dios lo castigue, es porque no ha aprendido a amar.
Nosotros amamos a nuestros hermanos porque Dios nos amó primero. Si decimos que amamos a Dios, y al mismo tiempo nos odiamos unos a otros, somos unos mentirosos. Porque si no amamos al hermano a quien podemos ver, mucho menos podemos amar a Dios, a quien no podemos ver. Y Jesucristo nos dio este mandamiento: "¡Amen a Dios, y ámense unos a otros!".
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