1 de febrero de 2009
Se puede afirmar que el sufrimiento del inocente es una ocasión que abre la puerta del drama en la narrativa de Job. Los amigos de Job (Elifaz, Bildad y Zofar) y más aún el conservador, un tanto atrevido (Eliú) se enfrentan ferozmente por una tesis: la de que el justo de Dios no sufre, no tiene padecimientos, no experimenta provocaciones y ni opresiones (4.6-8). En todo momento lanzan al rostro de Job que, si él pasa por dificultades y sufrimientos atroces, es porque está en pecado (5.8; 8.4; 22.23). Sus amigos defienden la teología tradicional sapiencial que desea defender a Dios a costa del ser humano, aunque este sea despojado y sufra injustamente. Pero, Job rechaza todas estas provocaciones (21.30-34), calificando a sus amigos como mentirosos y diciendo que los tres son inventores de mentiras y consejeros de fracasados (13.4-5), consoladores que solamente saben molestar (16.1).
Los amigos argumentan según la tradición, acusan con el objetivo de defender su teología, no progresan en la discusión. Pero Job reflexiona a partir de su propia realidad en que vive y por eso su discurso presenta características innovadoras. ¿El Dios que presentan sus amigos sería en realidad el Dios verdadero? Durante el recorrido del libro percibimos que en los discursos de los amigos no hay alusión a la realidad que vive Job y mucho menos al problema de la injusticia que él había expuesto. Tal vez esa situación esté confirmando, como en tantos otros lugares del libro, que los discursos de los amigos representan la teología del orden y de la sumisión a un destino providencial que regula el cosmos, pero que no enfrenta las injusticias que padecen los seres humanos. Los amigos tienen, por lo tanto, ¡discursos típicos de ciertas prácticas consoladoras!
Cada amigo de Job hace tres discursos, que hacen un total de nueve. A cada discurso de sus amigos, Job da una respuesta conveniente y apropiada. Al final, hasta el mismo Dios respondió a los discursos de esos tres amigos (42.7-8). Los discursos de Elifaz, Bildad, Zofar y Eliú están recargados de bellas palabras, de aparente humildad, de afirmaciones elocuentes y grandiosas y todo eso con el propósito de defender a Dios. Pero son, en verdad, palabras que componen una anti-teología. La anti-teología se parece mucho a la teología, pero no es teología. Una parábola puede ilustrar esa situación muy bien. Mateo habla de dos casas (7.24-27): una construida en la roca y otra en la arena. Eran iguales en todo y servían de igual manera para cobijar a sus habitantes. La diferencia radical se mostró a la hora de la tempestad. Así es la anti-teología de los cuatro interpeladores y críticos de Job. Sus bonitas y elocuentes palabras nacen de una visión distorsionada de Dios. Por eso, Job representa la teología, y sus cuatro opositores, la anti-teología. Hoy en día, también se presentan muchas cosas como teología, pero no pasan de ser una caricatura de la teología. La teología es la confesión de fe en un Dios liberador que exige que tengamos con Él una experiencia viva y liberadora, fundamentada en hechos claros y seguros, capaces de guiarnos con firmeza a un conocimiento del Dios liberador.
1 comentario:
Gracias por publicar "La problematica del...". Cuando queiras acese meu sitio para conocer otros articulos e libros: www.luizalexandrerossi.com.br o me escriba: luizalexandrerossi@yahoo.com.br
Publicar un comentario