1. El primer hecho a señalar es que la literatura apocalíptica aparece cuando la profecía está en etapa final. La disminución de las profecías, e incluso su desaparición, son hechos registrados por los propios autores bíblicos; según 1 Mac 9, 27, es evidente que han transcurrido muchos años desde el día en que los profetas desaparecieron de Israel. Mas paralelamente a la constatación de la desaparición de los profetas, alborea la espera de un profeta; esta esperanza la comparte asimismo la comunidad de Qumrán (Manual de Disciplina, IX, 1 l); y en el NT se habla de la espera del retorno de Elías (Mc 9, 11; Jn 1, 21; etc.), al igual que en las literaturas rabínica y samaritana. El historiador judío Josefo llega incluso a precisar la época en que tuvo fin la inspiración profética: en el s. V, en tiempo de Artajerjes I (Contra Apión, 1, 8, 40).
2. Existen ya en la profecía elementos apocalípticos. Se dice con frecuencia que la literatura apocalíptica en el judaísmo comienza con el libro de Daniel en el s. II a.C. Esto sólo es verdad en parte, ya que si el libro de Daniel es el más antiguo de los Apocalipsis, la literatura apocalíptica en sí tiene fuentes mucho más antiguas, particularmente proféticas, y, en especial, los escritos de los profetas de la época posterior al exilio: Ez 38-39; Zac 1-8 y 9-14; Joel 3; e Is 24-27. La influencia de Ezequiel, con su grandiosa imaginería, su simbolismo, sus revelaciones auditivas y visuales, es considerable en la literatura apocalíptica; ya en los cap. 38-39 de Ezequiel se encuentran rasgos que cobrarán importancia en la apocalíptico posterior: Gog, del país de Magog, es una figura misteriosa que conduce a las fuerzas del mal a la lucha contra Dios. A partir de Ezequiel, los rasgos apocalípticos son cada vez, más numerosos en los profetas; tal ocurre en Zac 9-14, que trata del fin de los tiempos, del juicio y de la destrucción de los paganos, y en Joel, en el que la idea del “Día de Yahwéh” se explota con profusión.
3. La literatura apocalíptica es un desarrollo de la profética. Sin duda, influencias literarias extranjeras, y en particular la iraniana, se dejan sentir en la apocalíptica. Pero los autores de Apocalipsis están situados dentro de la tradición profética, y, como los profetas, tienen un mensaje divino que transmitir. Las profecías del AT contienen predicciones, lo cual representa uno de sus elementos importantes, y no de los menores. Ahora bien, los escritores apocalípticos se han atenido a predicciones hechas en el pasado, a fin de reinterpretarlas o, más exactamente, buscando en ellas significados ocultos y simbólicos. Tal es la característica de la literatura apocalíptica: su preferencia por el símbolo y a través de él la manifestación de un sentido más profundo.(
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