30 DE SEPTIEMBRE, ANIVERSARIO DEL NATALICIO DE DON JOSÉ MARÍA MORELOS Y PAVÓN
Pedro Salmerón Sanjinés
Pedro Salmerón Sanjinés
Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, www.inehrm.gob.mx/efemerides/septiem30.pdf
El 30 de septiembre de 1765 nació José María Morelos y Pavón en la ciudad de Valladolid que en honor suyo se llama Morelia desde 1828. De joven fue arriero y en 1790 ingresó al Colegio de San Nicolás, en Valladolid, del que era rector Miguel Hidalgo y Costilla. Desde entonces y hasta 1802, cuando fue nombrado cura párroco de Nocupétaro, realizó estudios eclesiásticos y fue cura auxiliar en remotas poblaciones del actual estado de Michoacán.
Al enterarse de que su antiguo maestro, Miguel Hidalgo, secundado por algunos oficiales criollos, había iniciado la lucha por la independencia en el pueblo de Dolores, el 16 de septiembre de 1810, Morelos decidió unirse a su causa y el 20 de octubre de ese año, entre Charo e Indaparapeo, en el actual estado de Michoacán, logró entrevistarse con Hidalgo. Luego de mantener una larga conversación privada, Hidalgo extendió a Morelos un despacho de brigadier y lo nombró su lugarteniente en las costas del sur, en los actuales estados de Guerrero y Oaxaca, cuyos caminos había conocido Morelos en sus años de arriero y de cura.
El 25 de octubre de 1810, en Carácuaro, Morelos dio inicio a la primera de sus deslumbrantes campañas militares, que lo llevaron a apoderarse de buena parte del sur de la Nueva España y a triunfar sobre los soldados realistas en batallas tan memorables como la defensa de Cuautla, en 1812, que hizo tanto ruido que el nombre del humilde párroco michoacano llegó a ser conocido y pronunciado con respeto por los mayores genios militares de la época, como Napoleón Bonaparte, emperador de los franceses, y el duque de Wellington, jefe de los ejércitos anglo-alemanes que derrotaron a Napoleón en 1815.
Pero el genio y la visión de Morelos no se limitaban a los aspectos militares: un par de años después de la ejecución de Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Ignacio Aldama y Mariano Jiménez, primeros caudillos insurgentes, Morelos aprovechó sus éxitos militares para reunir a los representantes de todos los partidarios de la Independencia en la ciudad de Chilpancingo, actual estado de Guerrero, quienes formarían el Congreso del Anáhuac, encargado de redactar una ley suprema para la nación. El Congreso fue solemnemente inaugurado el 14 de septiembre de 1813, ocasión en la cual Morelos dio lectura a los “Sentimientos de la Nación”, documento excepcional que resumía su pensamiento político y los principios sobre los que debía erigirse la nueva nación mexicana.
Durante poco más de un año, Morelos dedicó sus mejores energías a proteger al Congreso, que el 22 de octubre de 1814 promulgó en Apatzingán la Constitución que debía regir los destinos de la naciente patria. Sin embargo, su labor política hizo que perdiera la iniciativa militar, que regresó a las tropas leales al rey de España. Luego de luchar durante casi todo 1815 contra fuerzas superiores, y de perder a sus dos mejores lugartenientes (Mariano Matamoros, capturado y ejecutado por los realistas, y Hermenegildo Galeana, muerto en combate), el “siervo de la nación” (título honorario que Morelos había adoptado ante el Congreso) fue capturado por el general realista Manuel de la Concha, el 5 de noviembre de 1815. Conducido a México fue juzgado con rapidez por el tribunal del Santo Oficio y, una vez que éste lo despojó de su calidad sacerdotal, fue condenado a muerte por el virrey Calleja, siendo ejecutado el 22 de diciembre de 1815, en los patios del convento de San Cristóbal Ecatepec.
RICARDO PÉREZ MONTFORT/RICARDO CAYUELA G.
FRAGMENTO DE UNA ENTREVISTA CON EL HISTORIADOR
LUIS GONZÁLEZ Y GONZÁLEZ
Letras Libres, mayo de 1999
¿Y el detonador de los procesos violentos de la Independencia?
En la independencia se venía pensando desde finales del siglo XVIII, incluso algunos de los gobernantes españoles eran partidarios de que se separara en gobiernos distintos lo de América de lo de España.
En México había un gran temor a la defensa de ciertas ideas que provenían de la Revolución Francesa. Los sacerdotes que iniciaron la revuelta no buscaban tanto la independencia en México, como evitar caer en manos de los revolucionarios franceses. Hidalgo no habló nunca de independencia nacional. Su lucha era a favor de la religión católica y el rey legítimo de España.
Como siempre sucede en los movimientos armados, hubo gente que se levantó para sacar algún provecho particular. Aquí en Michoacán, Castellanos, el cura de Sahuayo, se levantó porque tenía unos pendientes con la Hacienda de Guaracha, que de forma sutil empezó a extenderse a costa de los terrenos particulares y de las comunidades. Él era dueño de algunos de estos terrenos a la orilla del lago de Chapala, y se levantó aprovechando el levantamiento de Hidalgo y Morelos. Para él la guerra se trataba de que la Guaracha le devolviera los terrenos que le había robado. Su primer acto de violencia fue ir a buscar al dueño de la hacienda y, al no encontrarlo, matar a todos sus hijos.
El primero que tuvo la idea de la independencia, con un Congreso y una Constitución propias, fue Morelos. El virrey Calleja, encargado de luchar contra Morelos, lo veía más como un eventual competidor en el gobierno del nuevo país, en lo que casi todos coincidían. Pero es cierto que en la historia de México hay una serie de cosas que no se han analizado.
RCG: Esto explicaría la traición de Iturbide.
Existe un estudio sobre cuál fue la reacción ante la independencia proclamada por Iturbide; se descubrió que todos los grupos se manifestaron partidarios, enamorados de ese movimiento. La entrada a la capital fue un día de regocijo nacional. Iturbide dijo: "esta nación nació para dar la ley al mundo todo". Por varias razones consideraba que era un país que estaba especialmente dotado para ser dominante y no dominado. Sin embargo, el afán protagónico de Iturbide lo hizo dejarse seducir por los partidarios de fundar un imperio mexicano con él a la cabeza. Esa ruptura del consenso entre los distintos grupos que habían pactado la independencia es lo que produce las guerras fratricidas. Un hecho curioso fue parte del fin de Iturbide: después de abdicar y abandonar el país se promulgó una ley que lo condenaba a muerte si regresaba. Él la ignora y decide regresar, con las fatales consecuencias que conocemos, pero con el detalle de prócer delirante de exigir ser él mismo, como autoridad superior del ejército, quien diera la orden de fuego al pelotón de fusilamiento encargado de su ejecución.
1. JUAN CALVINO: ¿EL DÉSPOTA DE GINEBRA?
Curso básico de Teología e Historia Reformada
www.reformiert-online.net/t/span/bildung/grundkurs/gesch/lek3/lek3.jsp
Sobre la persona de Juan Calvino sabemos algo más que sobre la persona de Ulrico Zwinglio. Esto es entendible, ya que Calvino tuvo muchísimo más impacto que Zwinglio; prácticamente la totalidad de las iglesias reformadas en el mundo se remontan a él. Los reformados frecuentemente son llamados también "calvinistas“, aunque ellos mismos no se autodenominan así.
Al mismo tiempo, lo que ocurre es que sobre todo en Alemania todavía se encuentran connotaciones muy negativas sobre Calvino: se lo llama "el déspota de Ginebra“, quien habría sido demasiado riguroso y dispuesto a sacrificar a todos los que no eran de su corriente; se dice que ordenó la ejecución de Miguel Servet; se dice que representaba la llamada "doctrina de la doble predestinación“, según la cual Dios eligió unos para la salvación y otros para el infierno etc. En 1936, en pleno auge del régimen nazi en Alemania, el literato Stefan Zweig escribió un ensayo con el título Una conciencia contra la violencia. Castellio contra Calvino. Con ingenio literario, decía Calvino pero en realidad se refería al déspota Hitler. Esto también contribuyó en las últimas décadas a dibujar la imagen de Calvino en tonos lóbregos.
Seguramente algunas características de Calvino siempre serán extrañas para el hombre moderno. Calvino fue un asceta que dedicó su vida a la Reforma y podía proceder de una manera muy estricta. Pero tenemos que esforzarnos por diferenciar más, porque la imagen tan distorsionada de Calvino se debe también a las grandes luchas confesionales que duraron hasta el siglo XX. Sobre todo el siglo XVII estuvo marcado por conflictos y peleas interconfesionales, justamente entre los cristianos luteranos y reformados: ambos bandos difamaban, imputaban, presentaban sus asuntos de forma injusta. De todas partes se pecaba, también de parte de los reformados. En este contexto cristalizó sobre todo en Alemania – y debido a muchas publicaciones de la corriente más influyente que era la luterana– la imagen de Calvino que domina desde hace siglos. Esta imagen subsiste hasta el día de hoy, aunque menos marcada, en algunas monografías de la historia de la iglesia y en libros populares.
Por eso hace falta no quedarse con los prejuicios sino observar mejor y preguntar cómo Calvino vivió, enseñó y qué huellas dejó.
Curso básico de Teología e Historia Reformada
www.reformiert-online.net/t/span/bildung/grundkurs/gesch/lek3/lek3.jsp
Sobre la persona de Juan Calvino sabemos algo más que sobre la persona de Ulrico Zwinglio. Esto es entendible, ya que Calvino tuvo muchísimo más impacto que Zwinglio; prácticamente la totalidad de las iglesias reformadas en el mundo se remontan a él. Los reformados frecuentemente son llamados también "calvinistas“, aunque ellos mismos no se autodenominan así.
Al mismo tiempo, lo que ocurre es que sobre todo en Alemania todavía se encuentran connotaciones muy negativas sobre Calvino: se lo llama "el déspota de Ginebra“, quien habría sido demasiado riguroso y dispuesto a sacrificar a todos los que no eran de su corriente; se dice que ordenó la ejecución de Miguel Servet; se dice que representaba la llamada "doctrina de la doble predestinación“, según la cual Dios eligió unos para la salvación y otros para el infierno etc. En 1936, en pleno auge del régimen nazi en Alemania, el literato Stefan Zweig escribió un ensayo con el título Una conciencia contra la violencia. Castellio contra Calvino. Con ingenio literario, decía Calvino pero en realidad se refería al déspota Hitler. Esto también contribuyó en las últimas décadas a dibujar la imagen de Calvino en tonos lóbregos.
Seguramente algunas características de Calvino siempre serán extrañas para el hombre moderno. Calvino fue un asceta que dedicó su vida a la Reforma y podía proceder de una manera muy estricta. Pero tenemos que esforzarnos por diferenciar más, porque la imagen tan distorsionada de Calvino se debe también a las grandes luchas confesionales que duraron hasta el siglo XX. Sobre todo el siglo XVII estuvo marcado por conflictos y peleas interconfesionales, justamente entre los cristianos luteranos y reformados: ambos bandos difamaban, imputaban, presentaban sus asuntos de forma injusta. De todas partes se pecaba, también de parte de los reformados. En este contexto cristalizó sobre todo en Alemania – y debido a muchas publicaciones de la corriente más influyente que era la luterana– la imagen de Calvino que domina desde hace siglos. Esta imagen subsiste hasta el día de hoy, aunque menos marcada, en algunas monografías de la historia de la iglesia y en libros populares.
Por eso hace falta no quedarse con los prejuicios sino observar mejor y preguntar cómo Calvino vivió, enseñó y qué huellas dejó.
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