7 de octubre de 2007
Otro aniversario de la Reforma, y es una razón para que podamos celebrar la oportunidad siempre renovada de dar razones de nuestra esperanza, porque fue justamente ese uno de los temas que movieron a quienes pusieron todo su esfuerzo en reformar la iglesia.
Lo que nunca debemos perder es la noción que somos parte de una realidad muy diversa y muy amplia, mucho más antigua de lo que suponemos y que se continúa con nuestra responsabilidad de ser reformados siempre reformando... pero no por el placer de reformar en sí mismo, sino para mantener viva la llama de la fidelidad a Dios.
Lo que sigue es un relato sobre nuestra larga historia en común. Conocerla nos permite conocer por qué somos diferentes, porque llevamos nombres distintos y nos remitimos a documentos fundacionales diferentes, y porque tenemos tanto en común. Eso en común es lo que estamos llamadas y llamados a celebrar. Como dice una canción que cantamos en la iglesia: “no importa tu nombre, hermana, hermano; no importa tu nombre, dame tu mano”. Celebremos pues nuestra común historia como hijas e hijos de Dios en este tiempo.
El día de la Reforma se recuerda el 31 de octubre de cada año, tomando esa fecha porque en 1517 fue el día que Martín Lutero clavó sus 95 tesis sobre las puertas de la iglesia en Wittenberg. Esas tesis indicaban los temas sobre los que quería debatir públicamente el día siguiente, y todos los temas tenían que ver con la situación de la iglesia. En honor a la verdad es en realidad la fecha de lo que se conoce como la reforma desde la visión luterana, y todos y todas adherimos a esta fecha. Pero concentrarnos en esa fecha como la única posibilidad es una gran injusticia al tema de la Reforma, que fue mucho más amplia y diversa de lo que estamos acostumbrados a reconocer.
La naturaleza y el mensaje de las iglesias reformadas no puede definirse por hacer referencia exclusivamente a la Reforma, a los textos centrales de Juan Calvino y a las confesiones de fe de los siglos XVI y XVII. Desde el inicio la tradición Reformada ha estado caracterizada por dos movimientos - por un lado los esfuerzos por mantener los lazos de unidad, por el otro la tendencia a la fragmentación. Los Reformadores no tenían
intención de establecer una nueva iglesia, al contrario la Reforma fue un movimiento para renovar toda la iglesia de acuerdo con la Palabra de Dios.
Lo que nunca debemos perder es la noción que somos parte de una realidad muy diversa y muy amplia, mucho más antigua de lo que suponemos y que se continúa con nuestra responsabilidad de ser reformados siempre reformando... pero no por el placer de reformar en sí mismo, sino para mantener viva la llama de la fidelidad a Dios.
Lo que sigue es un relato sobre nuestra larga historia en común. Conocerla nos permite conocer por qué somos diferentes, porque llevamos nombres distintos y nos remitimos a documentos fundacionales diferentes, y porque tenemos tanto en común. Eso en común es lo que estamos llamadas y llamados a celebrar. Como dice una canción que cantamos en la iglesia: “no importa tu nombre, hermana, hermano; no importa tu nombre, dame tu mano”. Celebremos pues nuestra común historia como hijas e hijos de Dios en este tiempo.
El día de la Reforma se recuerda el 31 de octubre de cada año, tomando esa fecha porque en 1517 fue el día que Martín Lutero clavó sus 95 tesis sobre las puertas de la iglesia en Wittenberg. Esas tesis indicaban los temas sobre los que quería debatir públicamente el día siguiente, y todos los temas tenían que ver con la situación de la iglesia. En honor a la verdad es en realidad la fecha de lo que se conoce como la reforma desde la visión luterana, y todos y todas adherimos a esta fecha. Pero concentrarnos en esa fecha como la única posibilidad es una gran injusticia al tema de la Reforma, que fue mucho más amplia y diversa de lo que estamos acostumbrados a reconocer.
La naturaleza y el mensaje de las iglesias reformadas no puede definirse por hacer referencia exclusivamente a la Reforma, a los textos centrales de Juan Calvino y a las confesiones de fe de los siglos XVI y XVII. Desde el inicio la tradición Reformada ha estado caracterizada por dos movimientos - por un lado los esfuerzos por mantener los lazos de unidad, por el otro la tendencia a la fragmentación. Los Reformadores no tenían
intención de establecer una nueva iglesia, al contrario la Reforma fue un movimiento para renovar toda la iglesia de acuerdo con la Palabra de Dios.
De hecho surgieron diferentes iglesias reformadas porque el programa de reforma fue rechazado por la iglesia de Roma.
Para tener una visión más amplia de lo que realmente está incluido en el concepto de Reforma, debemos hacer un poco de historia.
Los primeros pasos
La Reforma del siglo XVI no fue un evento aislado, sino que fue la prolongación y culminación de intentos anteriores para reformar la iglesia. El cristianismo occidental había conocido intenciones de reforma ya desde el siglo XII. La aparición de los Valdenses y luego de los Husitas, fueron la señal que la estructura de la iglesia medieval no iba a durar para siempre. Estos movimientos que luego se unieron a la Reforma muchas veces son llamados “La Primera Reforma”.
En el siglo XV el movimiento de la Reforma emitió el llamado a importantes cambios que tuvieron lugar en los Concilios de Constanza (1414-1418) y Basilea (1431). Las urgencias del cambio fueron reconocidas por Martín Lutero e hicieron eclosión en 1517, como ya lo indicamos.Desde el inicio la Reforma ocurrió con varios movimientos, con origen distinto y variado, aunque en constante interacción. Durante muchos años se identificó la Reforma con el nombre de Martín Lutero, aunque casi simultáneamente con sus esfuerzos surgieron otros centros en el sur de Alemania, en Estrasburgo y en lo que hoy es Suiza.
Para tener una visión más amplia de lo que realmente está incluido en el concepto de Reforma, debemos hacer un poco de historia.
Los primeros pasos
La Reforma del siglo XVI no fue un evento aislado, sino que fue la prolongación y culminación de intentos anteriores para reformar la iglesia. El cristianismo occidental había conocido intenciones de reforma ya desde el siglo XII. La aparición de los Valdenses y luego de los Husitas, fueron la señal que la estructura de la iglesia medieval no iba a durar para siempre. Estos movimientos que luego se unieron a la Reforma muchas veces son llamados “La Primera Reforma”.
En el siglo XV el movimiento de la Reforma emitió el llamado a importantes cambios que tuvieron lugar en los Concilios de Constanza (1414-1418) y Basilea (1431). Las urgencias del cambio fueron reconocidas por Martín Lutero e hicieron eclosión en 1517, como ya lo indicamos.Desde el inicio la Reforma ocurrió con varios movimientos, con origen distinto y variado, aunque en constante interacción. Durante muchos años se identificó la Reforma con el nombre de Martín Lutero, aunque casi simultáneamente con sus esfuerzos surgieron otros centros en el sur de Alemania, en Estrasburgo y en lo que hoy es Suiza.
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