¿Cómo encontrar todavía razones para vivir y para creer, en un mundo donde van desapareciendo los puntos de referencia y diluyéndose las instituciones religiosas? ¿Cómo hacerlo en el contexto de una crisis en la que la fe cristiana se ve rodeada de fuertes objeciones? ¿Cómo atravesar esta "noche de la fe" sin perder el ánimo? Releyendo en el Antiguo Testamento la experiencia del exilio del pueblo de Israel en Babilonia —-una experiencia que nos hace pensar en la situación actual—, Éloi Leclerc nos propone una meditación tonificante de la Palabra de Dios. Ni optimismo ingenuo ni repliegue sobre el pasado. Se trata de acoger nuestra "noche de la fe" del modo en que lo hizo el pueblo de Israel en el exilio: no como una catástrofe, sino como una prueba misteriosa que lleva ya en sí misma la esperanza de una renovación. Tal vez Dios esté más cerca que nunca en los momentos en que nos sentimos más pobres y alejados de Él. “En medio de un paisaje desolado, el almendro en flor representa un adelanto luminoso de superación. Y la rama florida luce como el alba en medio de la noche”.
Vivimos en un mundo en el que no resulta fácil creer. Nuestra sociedad se ha organizado al margen de toda referencia religiosa; cree bastarse a sí misma sobre una base enteramente profana. El itinerario del creyente se ha convertido en un asunto puramente privado. Tanto las Iglesias como otras instancias religiosas, tenidas por alejadas de este mundo, acampan al margen de la sociedad. El creyente por su lado se encuentra solo, sin apoyo, en un mundo pluralista, frente a una cultura agnóstica dominante que ya no ofrece signo alguno.
Sólo desde el interior de la fe se puede afrontar el desafío que la misma fe supone. Este libro muestra, a la luz de la Biblia, cómo el momento más sombrío en la historia del pueblo de Dios se convirtió en el más fecundo, el más "creativo", tanto en el plano de la vida espiritual como en el de la fe y el pensamiento teológico.
Vivimos en un mundo en el que no resulta fácil creer. Nuestra sociedad se ha organizado al margen de toda referencia religiosa; cree bastarse a sí misma sobre una base enteramente profana. El itinerario del creyente se ha convertido en un asunto puramente privado. Tanto las Iglesias como otras instancias religiosas, tenidas por alejadas de este mundo, acampan al margen de la sociedad. El creyente por su lado se encuentra solo, sin apoyo, en un mundo pluralista, frente a una cultura agnóstica dominante que ya no ofrece signo alguno.
Sólo desde el interior de la fe se puede afrontar el desafío que la misma fe supone. Este libro muestra, a la luz de la Biblia, cómo el momento más sombrío en la historia del pueblo de Dios se convirtió en el más fecundo, el más "creativo", tanto en el plano de la vida espiritual como en el de la fe y el pensamiento teológico.
El exilio del pueblo judío que siguió al desastre nacional del año 587 a.C. y que duró unos 50 años, supuso de hecho una larga travesía nocturna. Vivieron entonces una noche total de las instituciones que servían de coordenadas al pueblo y constituían su identidad: la monarquía, el templo, el sacerdocio, la misma tierra prometida… todo les fue arrebatado. Desapare-cieron, aniquilados, todos los signos de su elección. Jerusalén no era más que un montón de ruinas. El pueblo elegido, deportado, dispersado por el inmenso pueblo caldeo en medio de pueblos paganos, se veía reducido a la desnudez primera del ser humano. Ya no sabía en quien confiar. ¿Qué hacía Yahvé en semejante situación? ¿Cuáles eran sus designios? Ninguna respuesta. Sólo un silencio total, el abandono. El pueblo de Dios tuvo que caminar a tientas en la noche. La Palabra de Dios ya no podía descender de las alturas fulgurantes del Sinaí; tan sólo podía emerger de las profundidades del "corazón quebrantado". A partir de esa pobreza esencial, los hijos de Israel fueron invitados a redescubrir la Alianza, una Alianza inscrita ahora en el corazón. Cuando Dios se calla en la historia del mundo es cuando hay que prestar la mayor atención. Pues es la hora en que quiere hablar al corazón de cada ser humano: "Por eso voy a seducirla; voy a llevarla al desierto y le hablaré al corazón" (Os. 2,16). Lo importante en esos momentos es saber escuchar con nuestro corazón la Palabra de Dios. […]
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