13 de junio de 2021
Esta carta de Pablo es de los documentos más antiguos
cristianos, escrita hacia el año 50, en
un segundo viaje misionero de Pablo, esta comunidad de tesalonicenses era una
comunidad de gente humilde, mayoritariamente artesanos urbanos, con ingresos
que apenas les alcanzaba para vivir.
Recuerdo que en una clase de la licenciatura, uno de los
ejercicio que nos pusieron los profesores fue escribir cartas, como las que
encontramos aquí, a nuestras comunidades, a familiares, claro que los alumnos
nos quedamos con la expectativa, como escribir cartas a mano ahora con todos
los medios modernos de comunicación, pero la tarea era escribir las cartas,
¿qué le dirías a la primera comunidad que asististe?
Ahora no acostumbramos a escribir cartas, ahora mandamos
correos, nos escribimos mensajes por WhatsApp, Messenger, Facebook, es más
ahora podemos hablarnos por video llamadas. Mis compañeros y yo realizamos
estas cartas a lo largo del semestre, a nuestra primer iglesia, a la familia, a
una hermana, amigo lejano y fue un ejerció que nos llevó a reflexionar en todo
el camino que tenemos recorridos como creyentes, en nuestras historias propias
y las vividas.
Todos tenemos historias distintas de como el evangelio
llego a nosotros, estoy segura que si les pregunto sobre su primera iglesia, o
cuantos años llevan de conocer el evangelio, algunos de ustedes me podría decir
que llevan toda una vida en esta comunidad, algunos talvez solo algunos años,
algunos serán como dicen de cuna cristiana, otros en algún punto de sus vida alguien
les compartió el evangelio y ahora están aquí.
Pues esta carta de Pablo fue escrita justamente para esta primera
comunidad de creyentes, que el formo, esta comunidad que escucho el evangelio y
creyó, Pablo no ha podido estar con él, en ese tiempo no era tan fácil, ni
seguro viajar, pero pablo escribe una carta para guiar y para animar a la primera iglesia en nuestra
historia cristiana.
Sabemos por los primeros versículos que no era fácil
compartir ¿Pero qué tan difícil era? Pablo nos dice al principio de la carta
que había gran oposición, no era fácil compartir y crear iglesia en este
tiempo; parece que algo no ha cambiado mucho a través de los siglos, aun hoy en
pleno siglo XXI, no es fácil compartir el evangelio o ser iglesia nueva, como
dicen no ser como las demás.
Compartir el Evangelio no es fácil, esto nos lo presenta Pablo que confiesa lo difícil que es poder
cumplir su mision, dice en su carta que él no viene a compartir el evangelio
para agradar al hombre sino a Dios y es aquí que empezamos a hacer nuestra
lista de que necesitamos para vivir como los que son de Dios. Ojo no es un
camino fácil, pero es un camino bello, lleno de amor, familia y Fe.
Pablo en su carta hace recomendaciones para el ministerio y
es lo que hablaremos ahora.
El punto principal es que es de suma importante compartir
el evangelio, sabe que no es una tarea fácil, no muchos lo escuchan.
Pero para compartir el evangelio hay que tener coraje, la
libertad de expresarlo y recibirlos en la lucha, el evangelio también nos
confrontara, no es fácil decir soy cristiano, no es fácil acercarnos a alguien
y decirle “Dios te ama” o “no te preocupes no estás solo” pero dice Pablo que
no podemos no hacerlo es la misión de sus hijos. Debemos confiar que Dios nos dará
las palabras adecuadas.
Y tenemos que recordar que cuando compartimos el evangelio,
no lo hacemos para el hombre, no compartimos el evangelio a medias, no lo hacemos
bonito para que nos escuche, algo que siempre me ha gustado del texto bíblico
es que nos confronta constantemente y pablo le dice eso a esta comunidad, talvez no a todos les guste lo que escuchen, porque
se sentirán confrontados con la palabra, pero tienen que escucharla. Y es que
en algunas ocasiones la misma palabra nos confronta aun a nosotros que podemos
decir que tenemos muchos años en la iglesia.
Pero aquí no acaba la lista, para poder compartir el
evangelio debemos ser confiable, no cualquiera nos escuchara y sobre todo
nuestro discurso debe ser diferente al resto.
Y la lista continua, nos llama pablo a ser humildes, a no
ser ambiciosos a no buscar el prestigio, Dios no quiere grandes estrellas para
proclamar su palabra, quiere misioneros humildes, que no busquen más que
compartir su palabra.
Pablo nos presenta con su carta que como misioneras o
misioneros debemos ser como es una madre, un hermano y padre de los creyentes a
quien compartimos las buenas nuevas.
Es justamente aquí que nos deja aún más tarea, no es
suficiente ser una persona confiable para compartir el evangelio, no es
suficiente ser humilde, trabajador, fuerte, libre, saber comunicar con claridad
el evangelio, no es suficiente ser diferente, hay que ser como las madres y los
padres , amorosas, preocupadas, cuidadoras, guías, el que te dice lo que no te
gusta oír pero sabes que lo dice por tu bien y al mismo tiempo hay que ser
hermanos, que se acompañan, escuchan, están ahí, así es el evangelio en
nuestras vidas, así debemos vivir los que somos de Dios.
Para terminar quisiera recordar las palabras de pastor Néstor
O. Miguez, para construir una nueva comunidad, necesitamos afecto por los
hermanos, amándolos hasta entregar la propia vida, trabajando juntos para
aliviar las cargas en la común proclamación del evangelio, comportándose
dignamente en la Fe, estableciendo relaciones personales que revelen el
carácter familias de esta comunidad de Fe.
Estas últimas palabras que les acabo de decir encontramos
también las que nos dice ahora Pablo en esta carta a los Tesalonicenses que son
tan validas en el año 50 después de Cristo, como en el 2021.
Y los dejo con dos tareas para ustedes: ¿Qué comunidad de fe estamos construyendo? Escríbele una carta a esa comunidad que fue la primera en la que conociste a Dios, escríbele una carta a quien te compartió el evangelio y cuéntale quien eres hoy.
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