sábado, 26 de junio de 2021

La esperanza en la venida del Señor, Pbro. Héctor Mendoza Núñez

27 de junio de 2021

INTRODUCCIÓN: Con el versículo 13 comienza una nueva sección, cuya nota no es de gozo ni de exhortación, sino de instrucción y consuelo.

Pablo y sus compañeros (Silvano y Timoteo) tuvieron que abandonar Tesalónica al comienzo del año 50 d.C., luego de que muchos se convirtieron a la fe en Cristo y de haber establecido una iglesia en la ciudad (Hch. 17:1-10). Las circunstancias de la partida significaban que los recién convertidos quedarían expuestos a la persecución, para lo cual no estaban preparados, por cuanto Pablo no había tenido tiempo de entregarles toda la enseñanza básica que pensaba que necesitaban. En la primera oportunidad envió a Timoteo de vuelta a la ciudad (Tesalónica) con el fin de que viera cómo se las estaban arreglando los cristianos del lugar.

Cuando Timoteo regresó a Corinto (Hch. 18:5) llevaba buenas noticias en cuanto a la firmeza de ellos y la diligencia que manifestaban en la propagación del evangelio, pero informó que tenían ciertos problemas, algunos éticos y algunos escatológicos (en particular, estaban preocupados ante la posibilidad de que en la parusía –la venida del Señor- los que de ellos ya habían muerto tuvieran desventajas  en relación con los que todavía vivían.).

Pablo les escribió de inmediato, expresándoles que su recién partida súbita de entre ellos no fue elección de él (como sugerían sus detractores) recalcándoles la importancia de la integridad de vida y la diligencia en el trabajo de todos los días, y asegurándoles que los creyentes que morían antes de la parusía -venida o regreso del Señor- no experimentarían ninguna desventaja  sino que serían levantados para reunirse con sus hermanos todavía vivos a fin de recibir al Señor en el momento de su venida.

 

LA ESPERANZA EN LA VENIDA DEL SEÑOR

 

      En el primer versículo de las dos cartas a los Tesalonicenses podemos leer a quién van dirigidas: a la iglesia de los Tesalonicenses.

Tesalónica era una ciudad muy importante de Macedonia. Debido a su buena ubicación geográfica, era de gran importancia para el comercio. En tiempos de Pablo había allí una comunidad judía y Pablo predicó en su sinagoga sin mucho éxito, como nos narra el libro de los Hechos de los Apóstoles (cap. 17). Más éxito parece haber tenido entre los griegos:

Algunos de ellos se convencieron y se juntaron con Pablo y Silas: un gran número de griegos piadosos y no pocas de las mujeres principales” (Hch. 17:4).

Este dato, junto con otros que aportan las mismas cartas, de una manera especial (esta 1ª a los Tesalonicenses que estamos revisando), apuntan a que los destinatarios procedían en su gran mayoría del mundo gentil y no del judío. Pablo mismo en 1:9 de esta carta dirá que se “convirtieron de los ídolos a Dios”.

 

   En la sección anterior a la que estamos por considerar (3:1-4:12), el apóstol Pablo se centró en la santidad de la vida de los creyentes. En esa sección, el apóstol  instó a los tesalonicenses a que continuaran creciendo en fe, entrando a un tema eminentemente práctico: cómo debían conducirse, es decir, cómo debían vivir como creyentes a la luz de la esperanza del retorno de Cristo.

 

La esperanza en la venida del Señor

I.             Es una esperanza que no ignora lo que ocurre con los que han muerto en Cristo, v.13a.

Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen…

 

A.   La cláusula introductoria:Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis…” Pablo la usa a menudo (Ro. 1:13, 11:25; 1ª Co. 10:1; 2ª Co. 1:8; Fil. 1:12 y Col 2:1).

1.    Y existe una razón para ello. Ignorar realidades espirituales resulta siempre perjudicial para el creyente. Ignorarlas les priva de consuelo. En el caso de los Tesalonicenses esto era especialmente cierto. La iglesia de Tesalónica estaba muy preocupada respecto a aquellos que “duermen”.

2.    La expresión “los que duermen” es un eufemismo  para evitar decir: “los que están muertos” que suena como un golpe demoledor y hasta violento. Nosotros mismos decimos, al referirnos a alguna persona que fallece, “está en la presencia de Dios”; “se nos adelantó” y otras expresiones.

3.    La expresión “los que duermen” es una figura para indicar los que están muertos. Muy a menudo se ha comparado la muerte de los creyentes con el dormir.

4.    Cuando Pablo habla acerca de los que “duermen”, se está refiriendo aquí a la muerte del cuerpo. Fue el cuerpo el tomado del polvo, y entonces Dios sopló en el hombre aliento de vida (Gn. 2:7). Es el cuerpo el que irá a dormir hasta la resurrección, sólo el cuerpo. El espíritu vuelve a Dios.

Solo el cuerpo puede acostarse en la muerte y solo el cuerpo puede levantarse, ponerse en pie en la resurrección.

5.    El cuerpo es una tienda frágil que es dejada temporalmente en la muerte.

En 2ª de Corintios 5:1 Pablo enseña: “Sabemos que si nuestra morada terrestre…”. Los cuerpos en los que vivimos son tiendas. Y en 5:2 enseña:

“Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos…”. Y en el v. 4:

“Así mismo,  los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia…”

6.    Este concepto de dormir no indica un estado intermedio de un reposo inconsciente (sueño del alma). Estamos en Cristo o estamos sin él.

7.    Estamos en él en la vida, estaremos en el en la muerte y estaremos en él en la resurrección.

 

La esperanza en la venida del Señor

II.            Es una Esperanza que, aunque bajo el duelo de la muerte, permanece firme, v. 13b.

B.   “…para que no os entristezcáis como los que no tienen esperanza” v. 13b.

Durante el corto tiempo que había transcurrido desde que los tesalonicenses oyeron el evangelio por primera vez, algunos creyentes ya habían fallecido y estaban muy alarmados, que Pablo añade: “para que no os entristezcáis como los que no tienen esperanza”.

1.    Esto, causa la impresión de que los tesalonicenses no estaban manejando adecuadamente el tema de las pérdidas (humanas), tanto de amistades como de familiares. Y se estaban entristeciendo como los que no tienen esperanza. Pablo no está diciendo que ante las pérdidas humanas no debe haber tristeza y lágrimas. Jesús lloró frente a la tumba de Lázaro. Hay una tristeza natural que los escritores bíblicos reconocen en el ser humano ante la pérdida  de un ser querido, pero tal tristeza no debe llegar al grado al que llegan aquellos que no tienen esperanza, como si Cristo y su obra no tuviesen efecto alguno.

2.    Pablo pone en contraste la desesperanza del mundo con la esperanza cristiana

3.    El mundo griego y romano contemporáneo de Pablo era un mundo sin esperanza. De acuerdo al concepto griego (y más tarde también al romano) no existía futuro alguno para el cuerpo. El cuerpo llegó a considerarse una “prisión para el alma”.  El Hades, los campos elíseos, el Tártaro y otros sitios de la mitología antigua, estaban muy lejos de inspirar consuelo. Filósofos y poetas de la antigüedad interpretaron alegóricamente mitos fundantes y comenzaron a enseñar sobre la naturaleza inmaterial del alma, sobre su indestructibilidad e inmortalidad. Pero para el cuerpo humano no ofrecieron esperanza alguna.

4.    Realmente, aparte del cristianismo no existía base sólida alguna de esperanza.

 

La esperanza en la venida del Señor

III.          Es una esperanza cuyo sustento se encuentra en lo que Cristo llevó a cabo en su muerte y resurrección, v. 14.

Una esperanza que tiene como fundamento la muerte y resurrección de Jesús, primicia de nuestra resurrección.

A.   En contraste a la desesperanza del mundo griego y romano contemporáneo de Pablo, Pablo mismo procede ahora a establecer un sólido fundamento para la esperanza cristiana (en relación a los creyentes de Tesalónica que ya habían fallecido).

B.   Este es el razonamiento paulino en el v. 14, desde un punto de vista de la Teología Sistemática:

“El mismo Dios que levantó a Jesús de los muertos, levantará de los muertos a los que pertenecen a Jesús”.

La mejor evidencia de lo que a usted y a mí nos ocurrirá, es lo que a Cristo le ocurrió. “…traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él”

El argumento del apóstol se basa en la suposición de que Cristo y los que creen en él, son un solo cuerpo, del cual Cristo es la Cabeza y los creyentes son los miembros del cuerpo; y en consecuencia, lo que le sucede a la Cabeza, debe suceder a los miembros del cuerpo.

El versículo 14 enseña que Cristo, en el momento de su venida se procurará de los que han partido, y no sólo de los que viven.

C.   ¿Supondrían los tesalonicenses que los cuerpos de sus seres queridos y amistades que ya habían muerto, se quedarían en la tumba cuando el Señor viniera?

¿Supondrían que cuando todos los creyentes, en cuerpo y alma, participaran en la gloria del regreso de Cristo, los creyentes que ya habían partido, recibirían un grado inferior de gloria?

D.   Circulaba literatura apocalíptica judía que decía que a la venida del Señor sólo le acompañarían aquellos que estuvieran vivos, y que los que estaban muertos no tendrían parte en ella.

 

La esperanza en la venida del Señor

IV.          Es una esperanza cuyo sustento está en la Palabra del Señor, vv. 15-17.

A.   La frase “…en palabra del Señor” nos transmite la certeza de Pablo, de que él estaba dándoles a los tesalonicenses la Palabra de Dios a través de la  respuesta a la pregunta que ellos le habían hecho. El apóstol sabía que se habían estado preocupando por aquellos que habían muerto y que no sabían cómo manejar el asunto de la pérdidas humanas. Y quiso que los tesalonicenses supieran que los que habían muerto en Cristo, tendrían participación en su venida al igual que los vivos.

B.   La aclaración de esto está en las palabras: “… nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron” (v.15). Así que quienes estén vivos en este acontecimiento, no aventajarán a los que hayan muerto.

C.   El versículo 15 ha hecho a muchos afirmar que en esta carta Pablo está convencido de una segunda venida de Jesucristo inminente.

D.   Por otro lado, hay un cierto paralelismo entre lo que Pablo escribe en los versículos siguientes y el texto de Mateo 24:30-31:

vv. 16 y 17 “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”.

Ahora escuchemos lo que dice Mateo:

“Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre, y entonces se golpearán el pecho todas las razas de la tierra y verán al Hijo del Hombre venir sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria. Él enviará a sus ángeles con sonora trompeta, y reunirán de los cuatro vientos a sus elegidos, desde un extremo de los cielos hasta el otro”.

 

E.   En ambos textos se utiliza un lenguaje apocalíptico, similar al de las imágenes tradicionales de la apocalíptica judía: trompeta, bajar del cielo, las nubes. Da la impresión que ambos textos describen la misma escena.

F.    En el v. 17 Pablo parece incluirse entre los que quedarán hasta la venida del Señor. Lo cual significa que cuando Pablo escribe esta carta estaría convencido de que la segunda venida de Jesucristo tiene un carácter inminente.

G.   Pero, ¿cuándo será la venida del Señor? Capítulo 5:1-2 indican:

“Pero acerca de los tiempos y de las ocasiones, no tenéis necesidad, hermanos, de que yo os escriba. Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche” O sea, de forma inesperada (Mt. 24:43; Lc. 12:39; 2ª Pedro 3:10).

 

CONCLUSIÓN: Resumiendo.

La esperanza en la venida del Señor

-Es una esperanza que no ignora lo que ocurre con los que han muerto en Cristo.

-Es una Esperanza que, aunque bajo el duelo de la muerte, permanece firme.

-Es una esperanza cuyo sustento se encuentra en lo que Cristo llevó a cabo en su muerte y resurrección, y

-Es una esperanza cuyo sustento está en la Palabra del Señor.

“Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras”

 

Bibliografía

Velasco Arias, Javier. “La escatología en las dos cartas a los Tesalonicenses”. 2009.

Hendriksen, William. Comentario al Nuevo Testamento: 1 y 2 Tesalonicenses. Libros Desafío, 2007.

Douglas J. D. Nuevo Diccionario Bíblico. Ediciones Certeza, 1991.

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