domingo, 28 de junio de 2009

El sacerdocio universal de toldos los y las creyentes, Martin Junge

A partir de las citas textuales de Lutero, queda de manifiesto, sin embargo, que la reconceptualización del sacerdocio a partir del bautismo no lleva a Lutero a descalificar la razón de ser de un ministerio especial dentro del sacerdocio universal, y con ello de una ordenación especial a este ministerio. Pues así como Lutero es vehemente en criticar la legitimación, la concentración de poder y la jerarquización de este orden, así es también claro en defender su necesidad y función dentro del pueblo de Dios. Rechaza la idea que aquello que distinguiría al ministro ordenado sería su supuesta superioridad espiritual, o su supuesta capacidad metafísica de efectivizar la transubstanciación del pan y vino en cuerpo y sangre de Jesucristo. Pero Lutero no deja lugar a dudas en cuanto a la necesidad de una diferenciación en el ámbito del pueblo de Dios a partir de la función especial de la persona ordenada: a su cargo están la predicación de la palabra y la administración de los sacramentos, tareas que pertenecen a todo el pueblo de Dios, pero a las cuales él (y hoy ellas) se dedican en forma exclusiva.
La argumentación de Lutero para este fin tiene dos vertientes distintas. Por una parte, Lutero argumenta desde una perspectiva muy práctica, nutrida en parte de dolorosas experiencias vividas en el seno del proceso de la Reforma. Efectivamente, quedó de manifiesto tempranamente para Lutero que el "todos están a cargo" fácilmente derivaría en "nadie lo hace". Por otro lado, Lutero debió reconocer también que sin un orden comúnmente acordado y aceptado, el sacerdocio universal podía degradarse en experiencias de abuso de poder y de atropello, ahora de otra índole: se imponía el más fuerte, el más locuaz, el socialmente más reconocido, el más sagaz… El ministerio ordenado adquiere de esta forma una función que posibilita participación, interacción y responsabilidad mutua en el ministerio que pertenece a todas las personas bautizadas.




Pero para Lutero, el ministerio ordenado u especial, es más que un arreglo práctico para el ejercicio ordenado de aquellas funciones que en el fondo pertenecen a toda la comunidad. […]
En términos prácticos, el sacerdocio universal de todos los y las creyentes, por un lado, y el ministerio ordenado, por el otro, no son opciones excluyentes sino expresiones interrelacionadas e interdependientes, que además constituyen, en teoría, un fino equilibrio de poder en el estamento espiritual del cual, reiteramos, toda persona bautizada es parte: el sacerdocio universal y su potestad, incluso la del discernimiento de la Escritura y de la doctrina, es un contrapeso a una posible dominación y abuso de poder desde el ministerio (ordenado). Nada más como ejemplo: la impresionante creatividad de aquellos "ministros, apóstoles, profetas, etcétera" de ciertos grupos religiosos contempo-ráneos para crear y deshacer doctrina y prácticas cristianas, dan cuenta de la utilidad y necesidad de tal contrapeso ubicado con plena autoridad en el pueblo de Dios. El sacerdocio universal corrige el potencial peligro de un tutelaje espiritual por parte de una élite clerical, ya sea autoproclamada o efectivamente ordenada. De la misma forma, el ministerio ordenado se constituye en contrapeso a una posible manipulación del Evangelio de Jesucristo por parte de una comunidad, dotándolo de una autoridad que se origina más allá de sus propios confines y la conecta con todo el cuerpo de Cristo. […]



Federación Luterana Mundial

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