domingo, 17 de enero de 2021

Culto de adoración, proclamación y testimonio, 17 de enero de 2021

CULTO DE ADORACIÓN, PROCLAMACIÓN Y TESTIMONIO

Tema anual

La esperanza cristiana, luz para el camino

Primer semestre

El lenguaje de la esperanza y la espiritualidad de hoy

Enero: Jesús, esperanza del cristiano


GENTE RENACIDA PARA UNA ESPERANZA VIVA

1 Pedro 1.1-12, Reina Valera 1960

1 Pedro, apóstol de Jesucristo, a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, 2 elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.

3 Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, 4 para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, 5 que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero.

6 En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, 7 para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, 8 a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; 9 obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas.

10 Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, 11 escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos.

12 A estos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles.

 Año XXVII, Núm. 3, Domingo 17 de enero de 2021

CULTO DE ADORACIÓN, PROCLAMACIÓN Y Testimonio

Preside: Hna. Abigail González Castañeda

Introito

Entonces Moisés y los israelitas entonaron este canto en honor del Señor:

Cantaré al Señor,

sublime ha sido su victoria;

caballos y jinetes hundió en el mar.

El Señor es mi fortaleza y mi refugio,

él fue mi salvación.

Él es mi Dios, por eso lo alabaré;

es el Dios de mi padre,

por eso lo ensalzaré.                  

Éxodo 15.1-2, BLP


Preludio: HNO. JACOBO NÚÑEZ CABRERA

 

Nos acercamos y adoramos en gratitud

Jehová, tú eres mi Dios; te exaltaré, alabaré tu nombre, porque has hecho maravillas; tus consejos antiguos son verdad y firmeza.

Porque convertiste la ciudad en montón, la ciudad fortificada en ruina; el alcázar de los extraños para que no sea ciudad, ni nunca jamás sea reedificado.

Por esto te dará gloria el pueblo fuerte, te temerá la ciudad de gentes robustas.

Porque fuiste fortaleza al pobre, fortaleza al menesteroso en su aflicción, refugio contra el turbión, sombra contra el calor; porque el ímpetu de los violentos es como turbión contra el muro.

Como el calor en lugar seco, así humillarás el orgullo de los extraños; y como calor debajo de nube harás marchitar el renuevo de los robustos.

Isaías 25.1-5

Oración de ofrecimiento

Himno: “¡Majestad!” (235)

 

El perdón que restaura

Ministro: ¡Escúchame, Dios mío!

¡Presta oído a mis gritos

que te piden compasión!

Si tomaras en cuenta todos nuestros pecados,

nadie podría presentarse ante ti.

Pero tú nos perdonas.

¡Por eso mereces nuestra adoración!

Salmo 103.2-4, TLA

Momento de oración personal. / Oración audible.

Unidos/as: Por la muerte de Cristo en la cruz, Dios perdonó nuestros pecados y nos liberó de toda culpa. Esto lo hizo por su inmenso amor. Por su gran sabiduría y conocimiento.     

Efesios 1.7-8, TLA

 

Himno “Señor, tú me llamas” (537)

 

El pueblo de Dios se une en la distancia

Saludo de la familia Zamorano Carrillo

Himno: “Un mandamiento nuevo Os doy” (404)

 

Oración en conjunto

Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?

Mateo 7.7-11

 Himno: “Oh, qué amigo nos es Cristo” (520)

Oración de intercesión: D.I. Mario González Pérez

 

La Palabra que vivifica nuestra esperanza 

Lectura del Antiguo Testamento: Jeremías 14.1-8

Lectura del Nuevo Testamento: I Pedro 1.1-12

Reflexión bíblica

Gente renacida para una esperanza viva

Pbro. Dr. Salatiel Palomino López

 

Sustentados por su gracia

Himno “Que no caiga la fe” (634)

 

Ofrendar como respuesta a las múltiples acciones de Dios

Ustedes serán enriquecidos en todo sentido para que en toda ocasión puedan ser generosos, y para que por medio de nosotros la generosidad de ustedes resulte en acciones de gracias a Dios.                   

II Corintios 9.11

 

Himno “Lo nuestro tuyo es” (442)

 

Bendición comunitaria

El Dios de paz resucitó a nuestro Señor Jesús, y por medio de la sangre que Jesús derramó al morir, hizo un pacto eterno con nosotros. Somos el rebaño de Jesús, y él es nuestro gran Pastor. Por eso le pido al Dios de paz que haga que ustedes sean buenos y perfectos en todo, y que Jesucristo los ayude a obedecerlo. ¡Que Jesús reciba la gloria y la honra por siempre! Amén.

Hebreos 13:20-21, TLA

 

Bendición congregacional coral

Himno “Después, Señor, de haber tenido aquí” (453)

 

Postludio

 

Intereses de la comunidad


Gente renacida para una esperanza viva (I Pedro 1.1-12)

Dr. Salatiel Palomino López

 

Introducción

E

l apóstol Pedro afirma que ha aparecido una nueva clase de seres humanos en el mundo.  Son seres que constituyen una especie diferente porque desafía los estilos, los valores, las posibilidades, el destino y las expectativas del común de los seres humanos. Se trata de la comunidad creyente, esparcida por todo el mundo, en la que ha acontecido un prodigioso y significativo cambio que determina su existencia en la historia.  Se puede afirmar que la fuerza secreta que opera en los cristianos y cristianas, que explica su notable transformación y que dinamiza su comportamiento, es la “esperanza”. 

1. Nacidas de la esperanza y para la esperanza

Si las personas cristianas han de ser para el mundo lo que el alma es para el cuerpo, es decir, el asiento y corazón de su verdadera y más pura vitalidad, conciencia, identidad, belleza y trascendencia, debemos tener muy en alto el asombroso milagro que lo hace posible. La Palabra de Dios lo llama “el nuevo nacimiento”, “la regeneración”, “la nueva criatura”, “el lavacro de la regeneración”, “nacer otra vez”, “nacer de lo alto” o “nacer del Espíritu”, que, como dijo el apóstol Juan, es la condición para “ver el reino de Dios” o para “entrar en el reino de Dios”.

Es el acceso a esta dimensión del reino celestial lo que se hace factible por medio del formidable portento de la regeneración.  Y nuestro texto de hoy asegura que la totalidad de la obra del Dios Trino, desde la eternidad y a lo largo de todos los siglos de la historia, desemboca en este maravilloso nacimiento cuando nos dice que Dios nos hizo renacer para una esperanza viva (v. 3). Esto nos constituye en seres nacidos de la esperanza y para la esperanza, por cuanto el Ser que nos ha engendrado para esta realidad es nada menos que “el Dios de la esperanza” (Ro 15.13), es decir, el Dios del futuro, el Dios cuyo ser y proyecto gloriosos encontrarán su máxima expresión y esplendor en el porvenir, en “aquel día” cuando serán revelados y consumados en plenitud sus intenciones y sus planes para la humanidad, la historia y la creación entera.

Así que somos hijas e hijos de la esperanza y hemos sido puestos en este mundo para el ejercicio de la esperanza, para aprender a esperar lo cualitativamente nuevo, las posibilidades eternas y gloriosas que no se dan en la historia, para “esperar de los cielos a su Hijo Jesucristo” (I Tes 1.10) Somos gente nacida “del Espíritu”, y en la economía divina revelada en las Escrituras, el Espíritu es el don para los últimos tiempos, para la era mesiánica final. A esta inevitabilidad del futuro divino nos aferramos “esperando contra esperanza”, es decir, frente a todos los fatalismos, frente a todos los pesimismos, frente a todas las ambigüedades que contradicen hoy las posibilidades del futuro divino. En esto consiste precisamente la espiritualidad cristiana, el talante, el estilo de vivir cristianamente en el mundo caído.



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