viernes, 22 de enero de 2021

Él está en el barco contigo, Candidata al Santo Ministerio Tania Tamez Grenda

24 de enero de 2021

¿Por qué elegir esta historia de Jesús? Conocemos muchísimas historias de él, sabemos que Dios tiene el control de todo, lo cantamos y cuando oramos le decimos: “Señor, mi vida está en tus manos”, pero una cosa es decirlo y otra vivirlo día a día. Habrá días en los que dudemos y eso está bien, somos humanos. Cuando vivimos algún problema o tenemos una preocupación, es cuando más llegamos a dudar. Elegí este pasaje porque estamos viviendo tiempos difíciles y podemos identificarnos con los discípulos. Parece que todo se nos viene encima.

En este tiempo de pandemia, es cuando más preguntas hacemos y parece que menos respuestas recibimos. Quisiéramos que Dios nos contestara, por mensaje o por correo, que todo fuera más rápido. Vivimos con miedo o temor, qué pasa en el trabajo, la familia, los hijos, las cuentas. ¿Qué hacer? Nos sentimos atrapadas y atrapados, no podemos salir de nuestras casas o no debemos salir. Sabemos que al salir nos arriesgamos, pero cómo dejar nuestra vida de lado por algo que no vemos, por un virus tan pequeño que no podemos ver, pero que es capaz de enfermarnos al punto de causar la muerte o vivir con secuelas que aun los médicos no definen bien.

Como pastores o líderes decimos: “Dios tiene el control, confía en Él”, pero parece que esas palabras no eran las mismas en marzo de 2020 que ahora en enero de 2021. Una pandemia que esperábamos pasara en unos meses, confiábamos que todo terminara y volviésemos a nuestra rutina, a nuestra vida y planes. Pero todo eso quedó de pronto a un lado, para entonces acomodar nuestra vida y rutina a la realidad que vivimos: tenemos que estar resguardados en nuestras casas.

Esta pandemia nos ha llevado a reflexionar sobre nuestras prioridades, qué es lo importante en nuestras vidas: el coche, la ropa, las fiestas, lo material, o la familia, nuestros hijos, la salud, nuestros padres, hermanos, los hermanos de la iglesia.

Después de casi un año de pandemia en nuestro país, les invito a reflexionar en esta pregunta: ¿cuáles eran nuestras prioridades antes de la pandemia? O podríamos decir: ¿cuáles eran nuestros propósitos el año pasado? Y este año que empieza, ¿cuáles fueron tus propósitos? ¿Han cambiado?

2020 fue un año difícil y tenemos la esperanza de que este año será mejor. Al ver esta historia de Jesús en la tormenta, eso me llevó a reflexionar en que esta pandemia nos mantiene ahora como los discípulos en la barca: hay una tormenta, estamos viviendo una tormenta que no acaba (el covid en nuestro planeta). Estamos en un lugar pequeño, el cual se tambalea; nuestro espacio vital se mueve y nos sentimos preocupados, nos preguntamos y le preguntamos a Dios: “Qué hacemos, ayúdanos”.

Vemos que confiamos en Dios, pero todo esto nos hace preguntarnos qué hacer para que todo acabe. Todos estamos angustiados, en nuestra mente se crean preocupaciones, angustias y en algunas personas tristeza, pero cómo podemos, entonces, en medio de toda esta tormenta, detener estos pensamientos.

Imaginemos la tormenta en donde estuvieron los discípulos: estaban preocupados, la barca podía voltearse, había viento y agua entrando por todos lados. Ésa no era la única barca, seguramente veían las barcas vecinas tambalearse también tambalearse en el agua y Jesús dormía tan profundamente, que ni los gritos, el agua o el viento lo despertaron.

¿Se han sentido así en este tiempo?, ¿como que Dios no los escucha? Por más que gritemos, lloremos, pidamos, llamemos a Dios, supliquemos por nuestras familias, vemos a nuestro alrededor lo que está pasando con las familias que conocemos: de pronto nos anuncian que alguien más se enfermó y nos preocupamos y esperamos que Dios responda

Así se sentían los discípulos, pues sabían que Jesús estaba con ellos, pero no veían nada más. Cualquiera puede dudar ante circunstancias como éstas, pero Jesús se despertó y podemos imaginarnos a todos los discípulos gritando: ¡Maestro! ¿No te importa que nos estemos hundiendo? Cuántas veces le hemos dicho eso a Dios: “Dios, no te importa cómo me siento, lo que pasa”. Jesús, con la tranquilidad que le caracterizaba en esas circunstancias, sólo ordenó al viento y al agua calmarse. Todo volvió a la tranquilidad, pero para los discípulos no fue así, dado que se encontraban confundidos. Ellos conocían a Jesús, habían visto algunos milagros, lo conocían, pero aun así dudaron y se preguntaron quién era Jesús.

Nosotros somos muchas veces esos discípulos: conocemos a Dios, conocemos todo lo que puede hacer, conocemos la vida de Jesús, conocemos lo que dice la Biblia, pero cuando estamos en medio de una tormenta, podemos dudar un poco, sólo un poquito o por un instante. ¿Y por qué sólo dudamos un poco o por un instante? Porque reconocemos la presencia de Dios en cada una de nuestras preocupaciones y en cada una de las situaciones que vivimos día a día, sabemos que Dios está ahí, sabemos que Dios nos cuida, ponemos siempre nuestra vida en sus manos. Él está en esta barca contigo, no nos ha dejado, no nos ha soltado, no pensemos que Él está dormido plácidamente, mientras nosotros estamos en esta pandemia. Él nos dice al oído cada noche: “No tengas miedo, todo pasará, ten calma, ten fe”.

Vivíamos en un mundo (lo digo en pasado) en el que pensábamos que todo debía ser rápido. En la actualidad, esta pandemia nos obligó a guardarnos en nuestras casas, tener paciencia y esperar. A veces Dios hace eso, dice: “Cálmate, respira y entenderás”. En esta mañana de domingo, Dios está contigo, no nos ha dejado solos, ni está dormido. Él está ahí contigo en tu casa, con tu familia, Él calmará todo este vaivén. Él hará que todo deje de moverse; en tus preocupaciones o miedos, Él te abrazará. Lo único que nos pide es tener fe y que dejemos en sus manos lo que nos preocupa, lo que nos aflige, lo que no nos deja dormir.

Sé que es difícil, ya que esta pandemia no parece que acabará de aquí a un mes o dos, pero esperemos, y dentro de lo que podamos hacer desde nuestros hogares: hablarle al hermano de la iglesia que sabemos que está solo, hablar con la familia, con los amigos, comunicarnos. Dios está esperando eso de nosotros, mientras este mundo cambia, sabemos que esta pandemia va a cambiar, pero tengamos fe, nuestra vida puesta en Dios, así como Jesús es nuestra imagen de esperanza en una tormenta, que de pronto nos deja anonadados y confundidos, así es Dios en nuestras vidas. A veces no entendemos lo que está pasando, pero Dios está contigo hermano, en tu casa, en tu trabajo, con tu familia, en tus decisiones.

Esperemos que la pandemia no dure todo este año, esperemos que pronto podamos volver a reunirnos en nuestras iglesias, con nuestras familias. No vamos a regresar a nuestra vida de antes, eso lo sabemos, pero regresaremos a un mundo donde podamos reflexionar sobre dar prioridad a lo que realmente es importante, a lo que el texto bíblico nos enseña: “Ama a tu prójimo”. Dios nos llama a tener esperanza, esa esperanza que ahora tenemos que vivir en nuestros hogares, junto con la familia. Compartámosla con nuestros vecinos, con quienes compartimos en este tiempo. Compartamos esta fe que nos sostiene como cristianos y que puede sostener a muchos más que tal vez no conocen a Cristo, pero ustedes pueden compartir cómo Dios ha cambiado sus vidas.

Les invito, hermanas y hermanos, a reflexionar acerca de cuáles fueron los cambios en nuestros propósitos del año pasado en relación con los de este año. Tal vez no son los mismos: ¿cuáles son nuestras prioridades ahora?

No hay comentarios:

Apocalipsis 1.9, L. Cervantes-O.

29 de agosto, 2021   Yo, Juan, soy su hermano en Cristo, pues ustedes y yo confiamos en él. Y por confiar en él, pertenezco al reino de Di...