viernes, 14 de marzo de 2008

El Padre Nuestro: un mensaje para redescubrir, Jean Zumstein

El Padre Nuestro es la oración de todos los cristianos. Más allá de las diferencias confesionales, es, por excelencia, el vínculo que los unifica. Conforme a la voluntad del mismo Jesús, el define y expresa la identidad cristiana profunda de manera breve y simple. En las celebraciones comunitarias o en la vida de fe cotidiana, el Padre Nuestro siempre se recita de nuevo. A título de broma, se podría decir que el Padre Nuestro es todo lo que queda cuando todo lo relacionado con la fe, se ha olvidado.
Precisamente porque está en el centro de la vida cristiana, el Padre Nuestro está en peligro. En peligro de ser recitado mecánicamente, sin ser verdaderamente comprendido. En peligro de volverse una pura letanía, un encantamiento casi mágico destinado a doblegar a Dios y a atraer sus favores.
También es necesario regresar a las fuentes y preguntarnos lo que significa exactamente esta oración que, en tiempos lejanos, Jesús enseñó a sus discípulos y que los primeros cristianos ubicaron en el centro de su culto y de su espiritualidad.
Con este objetivo, vamos a consultar las fuentes en las cuales las versiones más antiguas del Padre Nuestro están conservadas. Enseguida, situaremos este texto tan importante en el judaísmo palestino del primer siglo, del cual salió. Y luego leeremos, con la mayor atención, cada una de sus peticiones. Finalmente, nos interrogaremos sobre la teología que emana del Padre Nuestro. Nadie dudará de que, de esta manera, nos acercaremos a lo más esencial del mensaje de Jesús.

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