viernes, 9 de abril de 2010

XV Aniversario: El devenir de un pueblo peregrino


Salmo 44.1-8


¡Dios mío!,

nuestros padres nos han contado

las grandes maravillas

que tú hiciste en el pasado.

Tú mismo echaste de su tierra

a los otros pueblos;

los destruiste por completo,

y en lugar de ellos pusiste

a nuestro propio pueblo,

y lo hiciste prosperar.

No fue con la espada como ellos conquistaron esta tierra;

no fue la fuerza de su brazo

lo que les dio la victoria.

¡Fue tu mano poderosa!

¡Fue la luz de tu presencia,

porque tú los amabas!

Tú eres mi Dios y mi rey;

¡tú nos diste la victoria!

Por tu gran poder

vencimos a nuestros enemigos;

¡destruimos a nuestros agresores!

Yo no pondría mi confianza

en mi arco y en mis flechas,

ni pensaría que mi espada

podría darme la victoria;

¡fuiste tú quien nos hizo vencer

a nuestros enemigos!,

¡fuiste tú quien puso en vergüenza

a nuestros adversarios!

Dios nuestro, ¡siempre te alabaremos!,

¡siempre te daremos gracias!

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