sábado, 3 de abril de 2010

El triunfo del amor sobre la muerte, Martha González P.

Cursiva4 de abril de 2010
El día viernes la Iglesia recordó cómo el Mesías del amor fue ajusticiado, cómo el Mesías del amor fue condenado por el Sanedrín y cómo fue ejecutado por los romanos. Al igual que ahora, muchos hombres y mujeres que han seguido el modelo del Mesías del amor, siguen siendo condenados, ajusticiados y ejecutados.
Miremos el texto:
24:1 El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las especias aromáticas que habían preparado, y algunas otras mujeres con ellas.
El autor del Evangelio de Lucas desde este primer versículo, rescata la participación de las mujeres, quienes son consideradas desde una de tantas interpretaciones como madres de una nueva historia de amor y plenitud que ahora comienza.
En este versículo, Lucas expresa el apremio de las mujeres para dar un servicio amoroso de embalsamamiento al cuerpo de Jesús, y por eso resalta Lucas que “muy de mañana” salen con las especies que habían preparado. Este acto de las mujeres ya es una locura, porque “no se puede abrir una tumba para embalsamar a un cadáver que ya casi está putrefacto, pero por el gran amor a Jesús, ellas regresan a la tumba a querer mostrar un “signo” amoroso con el cuerpo del maestro.

24:2 Y hallaron removida la piedra del sepulcro;
Las mujeres se quedan sorprendidas porque alguien se les adelantó y ya han removido la piedra.
Ya ustedes saben que las tumbas orientales son excavadas en la roca, el cuerpo del muerto se envolvía en largas tiras de lienzo como vendas y se le acostaba dentro de la tumba, después se cerraba con una gran piedra circular que se corría a través de la entrada.
[1]
Por eso se quedan sorprendidas al ver la piedra removida.

24:3 y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Las mujeres se sienten desconcertadas y no saben qué hacer, ellas ni siquiera pensaban en ese momento en la resurrección, sólo piensan en lo que ha pasado con el cuerpo de su maestro.

24:4 Aconteció que estando ellas perplejas por esto, he aquí se pararon junto a ellas dos varones con vestiduras resplandecientes; Aquí se menciona que mientras estaban en este desconcierto, se les aparecen dos varones con figuras resplandecientes. Es decir, que lo que se les va a anunciar, y nada menos que a las mujeres, es un mensaje de Dios, y, es nada menos que “el mensaje pascual” Dios ha resucitado a Jesús. ¡Jesús vive!, esto en un primer momento parece que las mujeres no lo entienden, por eso el mensajero de Dios les hace la siguiente pregunta.

24:5 y como tuvieron temor, y bajaron el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
Claro, porque Jesús vive, no se le puede buscar en una tumba, por eso se les hace la pregunta a las mujeres, ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? ellas no pueden buscar a Jesús entre los muertos, porque él vive, “ha resucitado”.
24:6 No está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea,
En este versículo, la palabra resucitado, indica una acción dada, que no se prolonga en el tiempo. Pero lo más relevante, es que el mensajero de Dios insta a las mujeres a que apelen a la memoria histórica, les motiva a recordar todo lo que aconteció cuando andaban con Jesús y les dice: “acuérdense de lo que les dijo cuando estaba en Galilea…”

24:7 diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día.
Esta profecía había sido anunciada a los doce según Lc. 9. 22-44.
En el versículo 22 les dice: Es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas, y sea desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto, y que resucite al tercer día.
En el versículo 44 Lucas resalta las palabras que Jesús les dice: “Haced que os penetren bien en los oídos estas palabras; porque acontecerá que el Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres”. Esto, aunque era dirigido a los doce discípulos, también las mujeres lo habían escuchado y lo habían grabado muy bien. Asombrosamente, en el versículo 45 se menciona que al igual que en esta porción Bíblica de Lucas 24.12, los hombres “no entendían estas palabras”… y temían preguntar sobre ellas a Jesús.
También en el verso 7 aparece la palabra resucitar, pero el sentido de la palabra en este verso expresa una acción puntual continua, es decir, se refiere a un Jesús que iba a aparecer o a resucitar para estar en la comunidad.

24:8 Entonces ellas se acordaron de sus palabras, Cuando los mensajeros de Dios terminan de hablar, entonces las mujeres comienzan a recordar (este recordar ya es una acción que nos hace falta realizar a todos/as) todas las muestras que el Mesías del amor, Jesús, hizo y dijo. Comenzaron quizá a recordar sus pensamientos, sus enseñanzas, sus ideales en la construcción de un mundo mas justo para todos/as, comenzaron a recordar los milagros que realizó, recordaron cómo había restaurado sus vidas y las de otros/as.

24:9 y volviendo del sepulcro, dieron nuevas de todas estas cosas a los once, y a todos los demás.
Al recordar todo, no pueden quedarse con este mensaje que Dios les ha dado, por eso van y cuentan lo sucedido, por lo tanto, ellas son las primeras mujeres que entran en acción, como dice la teóloga Elsa Tamez, son las primeras en ejercer el oficio de “apóstol”, porque van y dan las “Nuevas” a los once y a todos los demás.
Este versícuo ha servido de apoyo para demostrar el liderazgo de las mujeres en el movimiento de Jesús

24:10 Eran María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas, quienes dijeron estas cosas a los apóstoles.
El que aparezcan los nombres de las mujeres es relevante, sin embargo, ustedes ya saben que en el judaísmo las mujeres no podían dar testimonio, no podían ser testigos, su palabra no valía. Así que se entiende el por qué para los discípulos sus palabras fueron consideradas como “delirio”.

24:11 Mas a ellos les parecían locura las palabras de ellas, y no las creían.
24:12 Pero levantándose Pedro, corrió al sepulcro; y cuando miró dentro, vio los lienzos solos, y se fue a casa maravillándose de lo que había sucedido.
Al no valer las palabras de las mujeres como testimonio de lo que el mensajero de Dios les dijo, quizá se entiende el por qué se dice que Lucas añade el siguiente verso, para que sea Pedro quien va a comprobar lo que ellas han dicho, y así ya pueda ser publicado a los judíos.
Meditación
¿A qué nos lleva el haber revisado un año más esta historia bíblica de la Resurrección? De qué manera la Iglesia puede ser testigo de que realmente Jesús ha resucitado? ¿Que Él vive?
El teólogo Xabier Pikaza dice que “Dios responde y vence a la muerte ofreciendo un nuevo amor, resucitando y restaurando la vida de los seres humanos”
[2]
Esta restauración de los seres humanos, ésta gestación del surgimiento de la nueva humanidad en Cristo, sin ánimos de pretensión, sólo la pueden entender las mujeres, porque con este acto de amor, la muerte se ha vencido, el amor y la vida han triunfado. Por Gracia de Dios, sólo las mujeres pudieron ser las primeras testigos de la Gracia de la Resurrección.
Las mujeres que menciona Lucas pueden entender la gestación del surgimiento de la nueva humanidad creada a partir de la Resurrección de Jesús. Menciona Pikaza que “la tumba vacía es como la nueva matriz del nacimiento y es el ángel de Dios el que ha hablado diciendo: no está aquí, ha resucitado”.
Jesús desde su ministerio ha vencido la muerte con actos de amor permanentes, cotidianos, porque donde encontraba agonía, sufrimiento, necesidad, incluso muerte, él daba vida.
Cuando las mujeres son inducidas a recordar, evocan toda la actividad de Jesús, su mensaje sobre la venida del Reino, evocan el amor de Dios que en su misericordia quiere la salvación de las personas. Quizá recordaron a Jesús comiendo con los pecadores, su convivencia con ellas. Ahora ellas a pesar de su desaliento, desconcierto y quizá desesperanza, ahora a partir de lo que Dios les ha revelado, vuelven a la comunión con él, con el Resucitado. Así nacemos los cristianos/as, a partir del mensaje y del conjunto de todas las actividades de Jesús, de su mensaje del Reino, de su pasión, muerte y Resurrección, y claro, por la gracia de Dios.
Una invitación que nos hacen los teólogos latinoamericanos es que reflexionemos la Resurrección a partir de la realidad histórica, que no perdamos de vista la dimensión liberadora, integral y universal de las personas. Porque la Resurrección “es una invitación a la comunidad cristiana, a asumir el compromiso de construir un mundo nuevo que permita la liberación integral de todas las personas. De hecho, la Resurrección no las coloca al margen de la historia, sino que, por el contrario, les da certeza de que los compromisos a favor del pueblo no son estériles”.
[3]
Lucas, a través de las mujeres en esta historia, nos enseña que la experiencia de la Pascua, la Resurrección de Cristo comienza con la experiencia de vida que cada quien tiene con Jesús, asimismo, las mujeres nos enseñan que la Resurrección de Cristo sólo se puede experimentar en comunidad, es en esta donde Dios se revela, y es en la comunidad donde el Resucitado vive y se experimenta.
Esta muestra de amor de parte de Dios hacia ellas no la deben silenciar, no pueden quedarse gozando a solas esta noticia, sino que van y buscan a sus amigos más cercanos y a todos los demás. Esta es la alegría de la Resurrección de Jesús. Al resucitar Jesús, comienza la vida, comienza una nueva vida en comunidad. Pikaza afirma que “el amor es encuentro de vida con aquél que resucita”.
La Resurrección debe significar para la Iglesia un nuevo sentido, ¿en qué formas esta Iglesia da vida a otros/as?, ¿en qué forma esta Iglesia da vida a la comunidad que le rodea, a esta comunidad en la que hay hambre, violencia y muerte?
La Resurrección de nuestro Señor no sólo nos debe comprometer a realizar actividades litúrgicas en esta Semana Santa, sino que además debemos continuar con su misión. La obra de Jesús significa estar a favor de la vida, estar a favor del que sufre, del que se encuentra solo, del que es violentado, marginado, olvidado, es estar a favor de todos aquellos que nos necesitan.
Algo que he observado es que en la Iglesia difícilmente ofrecemos nuestros dones y capacidades al servicio de los demás hermanos y hermanas de la comunidad, realizando algún proyecto comunitario, sin que éste tenga que ver con que se unan a la Iglesia. Jesús trabajó para dignificar la vida de las personas y sigue trabajando a través de su Iglesia. Sólo trabajando como Jesús podemos ser testigos fieles de la Resurrección de Jesús, anunciando y dando vida, haciendo que el amor a Dios reflejado en el amor al prójimo triunfe sobre la muerte que nos rodea.
Les comparto la semblanza de un ejemplo de mujer quien no se pudo callar cuando conoció a Jesús el Resucitado. Digna Ochoa, quien en su compromiso con el Dios de la vida la llevó a dar vida a otros/as. Escuchemos sus palabras:

Soy monja, trabajo como abogada. Mi papá fue líder en Veracruz, se fue involucrando en la lucha por el agua potable, caminos, certificados de tierra, en la fábrica de azúcar donde trabajaba. Estudié leyes porque siempre oí decir a mi papá que se necesitaban más abogados porque todos cobraban mucho.
Papá fue injustamente encarcelado un año y quince días, fue desaparecido y torturado, y, luego los cargos contra él fueron fabricados. Esto encauzó mi determinación de hacer algo por aquellos que padecen alguna injusticia, comencé a trabajar como abogada en las oficinas de la Procuraduría Estatal, el trabajo era considerado bueno, pero me di cuenta de que estaba haciendo lo mismo que todos, sirviendo al sistema que yo misma criticaba y contra el que yo quería pelear, renuncié y junto con otros abogados abrí una oficina. Nuestro primer caso era contra policías judiciales involucrados en la detención ilegal y tortura a varios campesinos, queríamos sentirnos como abogados, por eso nos volcamos al caso, nuestro error fue tomarlo sin un respaldo institucional, yo me las arreglé para obtener evidencias sustraídas contra la policía, así que empezaron a hostigarme hasta que me detuvieron, estaba asustada pero no podía demostrarlo, tenía que aparentar seguridad en mí misma, al menos públicamente, si mostraba temor ellos sabrían cómo dominarme, era mi mecanismo de defensa. Entonces fui secuestrada e incomunicada ocho días por la policía, querían que les diera todas las evidencias que tenía en su contra. Yo había escondido los expedientes muy bien, no en mi casa ni en la de las víctimas porque temía que entraran a robarles, sentí en carne propia lo que mi padre sintió, lo que otra gente había sufrido; la policía me dijo que tenían a mis familiares, dijeron sus nombres, lo peor fue cuando dijeron que tenían a mi papá, yo sabía lo que él había sufrido y no quería que lo reviviera, al mismo tiempo ellos me daban toques eléctricos y me pusieron agua mineral en la nariz, nada comparado con la tortura psicológica. Fue un mes de tortura, me las arreglé para escapar de donde me tenían y me escondí un mes. Vine a la ciudad de México a tomar un curso de Derechos Humanos por tres meses. Me invitaron a trabajar en el Centro Agustín Pro y acepté, desde entonces he defendido casos como el de mi padre y el mío que generan coraje y el coraje se convierte en fortaleza para tratar de hacer algo. En el trabajo aparento ser seria y decidida, a veces estoy temblando por dentro, a veces quiero llorar, pero no puedo porque eso me hace vulnerable, me desarma. En el “Pro” hemos pasado duros momentos, como los dos años de amenazas de muerte que comenzamos a recibir en 1995.
Una iba dirigida a mí, primero sentí escalofríos, fui a la cocina con una copia del fax con la amenaza y le dije a una de las hermanas de la congregación: Luz, ¡recibí una amenaza! ¡está dirigida a mí! Luz respondió: Digna, no es una amenaza de muerte ¡es una amenaza de Resurrección! Eso le dio sentido.


Digna es un ejemplo de mujer que por amor a Dios y a la vida, dedicó su vida a dar vida a otros. Realmente Digna le dio un sentido nuevo a la Resurrección. El trabajo de Digna es un ejemplo de que el amor triunfa sobre la muerte.
Que Dios quien en su infinito amor resucitó a Jesús y nos ha resucitado a nosotros, nos encamine a participar en su reino venciendo los signos de muerte con signos de amor y vida, como anuncios de esperanza, de fraternidad, de celebración y de testimonio en Jesús resucitado, desde ahora y hasta el día en que él venga. Amén.
Notas
[1] William Barclay, El Nuevo Testamento comentado, Lucas, Vol. 4. Buenos Aires, La Aurora, 1972, p. 282.
[2] Xabier Pikaza, La resurrección, Ed. Paulinas, 1993.
[3] Beatriz Charría Angulo, Jesucristo, ungido y liberador. Bogotá, Indo-American Press Service, 1992, p. 323.

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