EL CONSEJO PASTORAL COMO PRÁCTICA DE SABIDURÍA (V)
Daniel Schipani
Daniel Schipani
Visiones y Herramientas, 2004
6. El consejo pastoral debe orientarse hacia el reino de Dios
El símbolo del reino apunta a la visión y la promesa de una nueva creación y una nueva humanidad en libertad, justicia, paz, bienestar, y plenitud de vida, primordialmente como dádiva divina que, aunque parcialmente presente ya, se realizará en última instancia escatológicamente, más allá de la historia. Los consejeros pastorales procuran instrumentar la convicción de que el contexto definitivo, o último, de la sabiduría--incluyendo la sabiduría para discernir bien, y operativa en el proceso mismo de discernir, guiar, crecer, reconciliar, sanar, liberar, y vivir en plenitud humana—es la cultura del reino de Dios. Postulamos que participar en tal cultura requiere, pero al mismo tiempo posibilita, el diario vivir sabiamente a la luz de Dios. La afirmación de los fundamentos bíblicos y teológicos que hemos propuesto, especialmente cuando relacionamos directamente las dos nociones bíblicas claves--reino de Dios y sabiduría divina--sugiere a su vez la presentación de dos principios adicionales para todo consejero pastoral que ministra en el espíritu de la cultura del reino.
Los consejeros pastorales permanecen conscientes de que su labor ministerial siempre ocurre dentro del contexto sociocultural de la iglesia y de la realidad social en que ésta está inmersa. Postulan que el reino es de hecho una realidad sociopolítica y cultural, una manera de vivir que puede manifestarse en cualquier cultura histórica. Además, postulan que el reino de Dios puede adaptar y también corregir otras formas culturales existentes (incluyendo, desde luego, ¡las de la propia iglesia!): las relaciones, lo sistemas, las prácticas, las dinámicas de poder, los valores, las creencias, y los ideales pueden confrontarse, afirmarse, y transformarse a la luz de la sabiduría de Dios. La triple declaración de que Jesús es el camino, la verdad, y la vida (Juan 14:6) evoca tres componentes del reino que sirven al consejero pastoral a manera de marco referencial y de horizonte: (a) el discernimiento que produce sentido y significado disponible para las personas que necesitan el consejo pastoral (o sea, el camino que Jesús vino a ser y a compartir); (b) una justicia encarnada en la fidelidad y las estructuras morales del pueblo de Dios (o sea, la verdad, que Jesús vino a ser y a crear) ; y (c) un sentido de identidad
comunicado por medio de una historia en la que cada persona participa, con la esperanza que nos compele a valorar la vida y amar la comunidad (o sea, la vida que Jesús vino a ser y a ofrecer).
Los consejeros pastorales están llamados a ser agentes éticos de la cultura del reino de Dios. Su práctica ministerial es a la manera de cartógrafos y guías personales hacia una cultura mejor. De acuerdo con su lealtad primaria y sus compromisos normativos, procuran dar consideración específica a las dimensiones éticas de su ministerio. Tales dimensiones incluyen no solamente la ética profesional en sentido restringido, y los valores personales y normas de conducta, sino también la pertinencia comunal y sociopolítica de su ministerio como sabios consejeros.
Finalmente, el reino que viene puede manifestarse en diferentes formas y a diferentes niveles. Como "cultura ética" la historia y la visión del reino de Dios proveen la narrativa y el contexto visional para el consejero pastoral en tanto agente ético. El reino es esa historia y visión materializada en formaciones culturales creativas y liberadoras. Tal cultura del reino resulta indispensable porque incluye una perspectiva crítica sobre las culturas dominantes y las sabidurías menores (meramente pragmáticas y convencionales) de nuestro mundo cada vez más globalizado. La iglesia, por su parte, está llamada a ser una comunidad de sabiduría y sacramento del reino en medio de sus prácticas y reflexiones sobre lo que significa y lo que implica ser humanos en el siglo veintiuno. Las personas y las familias están invitadas a compartir la vida a la luz de la sabiduría y el reino de Dios. Y el carácter personal del sabio consejero, por su parte, ha de estar moldeados por las prácticas, las narrativas, y el discernimiento, de la comunidad de fe.
Es a la luz del marco teológico-pastoral que hemos esbozado con las seis pistas normativas como proponemos abordar las innumerables situaciones que requieren consejo pastoral.
El símbolo del reino apunta a la visión y la promesa de una nueva creación y una nueva humanidad en libertad, justicia, paz, bienestar, y plenitud de vida, primordialmente como dádiva divina que, aunque parcialmente presente ya, se realizará en última instancia escatológicamente, más allá de la historia. Los consejeros pastorales procuran instrumentar la convicción de que el contexto definitivo, o último, de la sabiduría--incluyendo la sabiduría para discernir bien, y operativa en el proceso mismo de discernir, guiar, crecer, reconciliar, sanar, liberar, y vivir en plenitud humana—es la cultura del reino de Dios. Postulamos que participar en tal cultura requiere, pero al mismo tiempo posibilita, el diario vivir sabiamente a la luz de Dios. La afirmación de los fundamentos bíblicos y teológicos que hemos propuesto, especialmente cuando relacionamos directamente las dos nociones bíblicas claves--reino de Dios y sabiduría divina--sugiere a su vez la presentación de dos principios adicionales para todo consejero pastoral que ministra en el espíritu de la cultura del reino.
Los consejeros pastorales permanecen conscientes de que su labor ministerial siempre ocurre dentro del contexto sociocultural de la iglesia y de la realidad social en que ésta está inmersa. Postulan que el reino es de hecho una realidad sociopolítica y cultural, una manera de vivir que puede manifestarse en cualquier cultura histórica. Además, postulan que el reino de Dios puede adaptar y también corregir otras formas culturales existentes (incluyendo, desde luego, ¡las de la propia iglesia!): las relaciones, lo sistemas, las prácticas, las dinámicas de poder, los valores, las creencias, y los ideales pueden confrontarse, afirmarse, y transformarse a la luz de la sabiduría de Dios. La triple declaración de que Jesús es el camino, la verdad, y la vida (Juan 14:6) evoca tres componentes del reino que sirven al consejero pastoral a manera de marco referencial y de horizonte: (a) el discernimiento que produce sentido y significado disponible para las personas que necesitan el consejo pastoral (o sea, el camino que Jesús vino a ser y a compartir); (b) una justicia encarnada en la fidelidad y las estructuras morales del pueblo de Dios (o sea, la verdad, que Jesús vino a ser y a crear) ; y (c) un sentido de identidad
comunicado por medio de una historia en la que cada persona participa, con la esperanza que nos compele a valorar la vida y amar la comunidad (o sea, la vida que Jesús vino a ser y a ofrecer).
Los consejeros pastorales están llamados a ser agentes éticos de la cultura del reino de Dios. Su práctica ministerial es a la manera de cartógrafos y guías personales hacia una cultura mejor. De acuerdo con su lealtad primaria y sus compromisos normativos, procuran dar consideración específica a las dimensiones éticas de su ministerio. Tales dimensiones incluyen no solamente la ética profesional en sentido restringido, y los valores personales y normas de conducta, sino también la pertinencia comunal y sociopolítica de su ministerio como sabios consejeros.
Finalmente, el reino que viene puede manifestarse en diferentes formas y a diferentes niveles. Como "cultura ética" la historia y la visión del reino de Dios proveen la narrativa y el contexto visional para el consejero pastoral en tanto agente ético. El reino es esa historia y visión materializada en formaciones culturales creativas y liberadoras. Tal cultura del reino resulta indispensable porque incluye una perspectiva crítica sobre las culturas dominantes y las sabidurías menores (meramente pragmáticas y convencionales) de nuestro mundo cada vez más globalizado. La iglesia, por su parte, está llamada a ser una comunidad de sabiduría y sacramento del reino en medio de sus prácticas y reflexiones sobre lo que significa y lo que implica ser humanos en el siglo veintiuno. Las personas y las familias están invitadas a compartir la vida a la luz de la sabiduría y el reino de Dios. Y el carácter personal del sabio consejero, por su parte, ha de estar moldeados por las prácticas, las narrativas, y el discernimiento, de la comunidad de fe.
Es a la luz del marco teológico-pastoral que hemos esbozado con las seis pistas normativas como proponemos abordar las innumerables situaciones que requieren consejo pastoral.
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NINGÚN ESPACIO DE PODER PARA LAS MUJERES EN LA MAYORÍA DE LAS RELIGIONES
Eugenia Jiménez
Milenio Diario, 18 de abril de 2011
Espacios sagrados que niegan a la mujer el derecho al liderazgo.
Las mujeres en la mayoría de las religiones padecen la exclusión, la marginación y la injusticia. No se les permite ocupar liderazgos de jerarquía. Pese al debate iniciado por un grupo de ellas hace varias décadas por ocupar espacios de poder, los avances han sido mínimos.
Y éstos se registran únicamente en las iglesias protestantes, mientras la católica mantiene su posición un "no" rotundo a las sacerdotisas y la mujer es desplazada a un segundo término, sin participar en la toma de decisiones.
Desde hace varios años algunas iglesias evangélicas han realizado cambios que han permitido a las mujeres alcanzar liderazgos a la par de los hombres. Sin embargo, en México el proceso es más lento y pocas son las han logrado escalar.
Una de ellas es Rebeca Montemayor pastora bautista de la comunidad Shalom quien consideró que en las grandes religiones la mujer tiene un papel relevante, sobre todo en el cristianismo, sin embargo en el siglo XXI aún se da el debate de si debe existir una participación en cuanto a la equidad y la administración de los servicios así como en la toma de decisiones.
En algunas confesiones evangélicas, dijo "hay muchos avances" las mujeres asumen el liderazgo a la par de los hombres, son reconocidas oficialmente por las comunidades para la administración de las ordenanzas o sacramentos.
Pero este avance no se registra en la iglesia católica, ahí se da una disparidad, porque desde el Vaticano se ha reafirmado que "no habrá mujeres sacerdotisas. Esto es como una involución, porque hay muchas mujeres muy bien preparadas en lo académico, en lo teológico, en lo bíblico y en los pastoral, sin embargo no se les reconoce que participen en igualdad de oportunidades con los hombres"
Montemayor quien fue ordenada como pastora en el año 2000, aseguró que aún hay grupos religiosos, como los de la iglesia católica, en donde no se puede cantar victoria y se debe seguir luchando para acabar con la discriminación.
Hay otros como la Iglesia Nacional Presbiteriana en México en donde se desarrolla un fuerte debate sobre la ordenación ministerial de las mujeres, pero al parecer el "no" para abrirles los espacios a un reconocimiento oficial se impone.
En el país destacó iglesias como la Anglicana, la Menonita, la Luterana, la Bautista y la Metodista han marcado el cambio y algunas mujeres han ocupado los liderazgos.
Sin embargo, el resto favorece a la figura del varón como prioritaria para los servicios espirituales, incluso en algunos grupos los hombres ya no son pastores, ahora se han autodenominado "apóstoles o profetas", con esa nueva investidura se afirma que tienen una autoridad máxima, porque no hubo mujeres apóstoles o profetas.
Montemayor es una de las mujeres religiosas que apoya la Teología Feminista la cual tiene un compromiso de aceptar estas relaciones de género, consideró "nos perdemos cuando la mitad o más de la mitad de los grupos de las iglesias las mujeres no pueden ejercer su vocación como ellas sienten, es como perder la libertad a nivel oficial, están lejos de reconocerse".
En la iglesia católica existen grupos de religiosas cuyo trabajo es asistir en las labores domésticas en las casas de los sacerdotes, obispos o nuncios, de ellas Rebeca
Montemayor comentó "así están contentas porque creen que el servir así es su vocación".
Pero "hay otras mujeres religiosas que luchan en contra de esta superioridad patriarcal y se rebelan contra esto. Y buscan que las mujeres estén a la par de impartir los sacramentos u ordenanzas, como son el bautismo y el matrimonio, éste es un punto álgido en donde se nos coarta y no se nos permite ocupar el espacio sagrado".
En México, agregó hay pocas iglesias que tienen un reconocimiento oficial al liderazgo de las mujeres, un obstáculo a vencer, puntualizó "es la cultura machista" la cual tiene bastante estereotipado el que los espacios del poder son para los hombres.
Una de las iglesias que logró romper ese estereotipo fue la Metodista la cual desde el año 1975 ordenó pastoras y ha tenido una obispa, es la que está a la vanguardia de reconocer los derechos de las mujeres.
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EL ALIADO OSCURO DE JUAN PABLO II (I)
Jesús Rodríguez
El País, 29 de abril de 2011
"Y a usted, padre, ¿cuándo le vino la idea de crear la Legión?", le preguntó Juan Pablo II a Marcial Maciel la primera vez que cenaron juntos en el comedor privado del Santo Padre. La respuesta de Maciel fue inmediata: "Santidad, a los 15 años ya tenía claro que quería crear una congregación de sacerdotes para instaurar el reino de Cristo en la sociedad". El Papa reflexionó y continuó: "Pues sabe usted, padre Maciel, yo a los 15 años aún no había sido ordenado y no se me pasaba por la cabeza llegar a ser Papa". Según un religioso que presenció la conversación, tras esa frase del Papa los dos rompieron a reír. El Papa siempre admiró a Maciel esa seguridad absoluta que tenía en su misión. Sabía que iba ser de una fidelidad absoluta.
Roma se prepara para la beatificación de Juan Pablo II, la más rápida de la edad moderna
Cuando Wojtyla accedió al papado en 1978, Maciel ya era pederasta. Ya había tenido relaciones con mujeres; ya sufría una adicción a los opiáceos y llevaba décadas de manejos económicos. Controlaba con mano férrea a sus chicos presos en su particular voto de silencio; era señor de mentes y haciendas en la Legión de Cristo. Pero todo su poder poco tenía que ver con lo que conseguiría de la mano del nuevo pontífice. En 1978, la Legión de Cristo era apenas una congregación profundamente conservadora creada por un ambicioso sacerdote mexicano, que aún no tenía aprobadas sus Constituciones, secretista, poderosa en México y con presencia entre las élites reaccionarias de España, Italia, Irlanda y EE UU. Con Juan Pablo II, Marcial Maciel conseguiría una influencia que nunca pudo imaginar.
Y más aún arrastrando su oscuro pasado del que nadie al parecer se percató. Maciel era un genio como recaudador, sus seminarios estaban llenos y presumía de no ir ni un paso atrás ni delante del Papa. Y, por si fuera poco, apoyaba económicamente a Solidaridad, el sindicato católico creado en Polonia en 1980 y dirigido por Lech Walesa que estaba minando los cimientos del régimen comunista de parte del nuevo Papa.
Roma se prepara para la beatificación de Juan Pablo II, la más rápida de la edad moderna
Cuando Wojtyla accedió al papado en 1978, Maciel ya era pederasta. Ya había tenido relaciones con mujeres; ya sufría una adicción a los opiáceos y llevaba décadas de manejos económicos. Controlaba con mano férrea a sus chicos presos en su particular voto de silencio; era señor de mentes y haciendas en la Legión de Cristo. Pero todo su poder poco tenía que ver con lo que conseguiría de la mano del nuevo pontífice. En 1978, la Legión de Cristo era apenas una congregación profundamente conservadora creada por un ambicioso sacerdote mexicano, que aún no tenía aprobadas sus Constituciones, secretista, poderosa en México y con presencia entre las élites reaccionarias de España, Italia, Irlanda y EE UU. Con Juan Pablo II, Marcial Maciel conseguiría una influencia que nunca pudo imaginar.
Y más aún arrastrando su oscuro pasado del que nadie al parecer se percató. Maciel era un genio como recaudador, sus seminarios estaban llenos y presumía de no ir ni un paso atrás ni delante del Papa. Y, por si fuera poco, apoyaba económicamente a Solidaridad, el sindicato católico creado en Polonia en 1980 y dirigido por Lech Walesa que estaba minando los cimientos del régimen comunista de parte del nuevo Papa.
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