domingo, 15 de mayo de 2011

Letra 219, 15 de mayo de 2011

LA VIDA FAMILIAR SALUDABLE

Jorge Atiencia

Foro Cristiano Evangélico


A través de los tiempos y en las distintas culturas, la familia ha tomado diversas formas y ha experimentado muchos cambios, pero jamás ha desaparecido. Engels vio a la familia occidental como el resultado de la ideología burguesa y pronosticó su desaparición. Skinner y Toffler, desde otras perspectivas, describen a la familia como una estructura caduca y anti-funcional. En consecuencia, hay que buscarle alternativas, como el movimiento comunal y otros. Lo cierto es que a pesar de estas y otras opciones, la gente continúa casándose y teniendo hijos. Al afirmar que la familia pertenece al orden de la «creación», estamos de hecho asegurando su permanencia. Esto nos dice que el ser humano fue creado de tal manera que no podrá satisfacer sus necesidades básicas sin la familia. La forma en que se entiendan su estructura y sus fines será decisiva en el desarrollo de sus miembros.
La familia está diseñada para (y llamada a) ser un núcleo en donde se permite y se estimula el crecimiento integral de todos sus miembros y no meramente el de los hijos. Este crecimiento integral implica la satisfacción de las necesidades de procreación y sexuales (Gn. 1:27–28), afectivas (Ef. 6:1–4), intelectuales (Lc. 2:52), materiales (Lc. 2:6–7), espirituales (Lc. 2:52), relacionales (Lc. 2:21–38; 2:52), etc. Es decir, vemos a la familia cumpliendo las funciones básicas de reproducción, nutrición, educación y socialización, algunas de las cuales han sido descritas por la sociología y la psicología.
Con el ánimo de proveer este crecimiento integral, la familia, a la luz de la Biblia y reconociendo sus múltiples expresiones históricas y culturales, está capacitada para desarrollarse sobre la base de los siguientes principios.

Relación de amor. Marido y mujer, padres e hijos —incluso amos y sirvientes— han de relacionarse mutuamente sobre la base del amor (Ef. 5:21ss.). El amor establece el marco de referencia que no solamente modela el patrón de relación entre los diferentes miembros del sistema familiar, sino que, a su vez, permite el crecimiento de ellos. Esta relación de amor de los padres, por ejemplo, equilibra su sentido conjunto de responsabilidad, dando paso a un co-liderazgo frente al resto de la familia (Ef 6:4: "vosotros padres"). Ambos deben timonear el sistema —si los dos existen en la familia— permitiendo así la congruencia y evitando desequilibrios.



Para mantener esta relación de amor se precisa de un "recurso" de afuera del sistema: «el Señor» (Mt. 1:19; Lc. 1:26–38; Ef. 6:4). Bajo el señorío de Cristo, la familia obtiene dirección, sabiduría y amor como complemento a la iniciativa humana.
Provisión afectiva. La provisión afectiva no viene expresada en la abundancia de regalos, sino en la calidad de las relaciones. Esto significa hacerse presentes unos a otros, disponibles, solidarios y dispuestos a satisfacer necesidades. Esto, que en términos psicológicos y bíblicos es llamado "aceptación", permite el crecimiento de la confianza y, a su vez, reconoce la singularidad de la persona humana. Tanto la aceptación como el reconocimiento representan los elementos fundamentales de la identidad humana, que se traducen en un sentido de pertenencia y autonomía. La familia se convierte así en la provisión para el desarrollo de la identidad del ser. En la Biblia no encontramos sistematizados estos aspectos; nos apoyamos en el caso de Jesús como un ejemplo para señalar la pertenencia y la autonomía.
Padre y madre están presentes en el momento de su nacimiento (Lc. 2:6); sus necesidades físicas le son satisfechas (Lc. 2:7); ambos lo rodean en el momento de crisis (Mt. 2:13, Lc. 2:41–52); hay reconocimiento y respeto por su individualidad (Lc. 2:21–38, 52); se establece una relación de comunicación que da lugar a la expresión de los sentimientos (Lc. 2:48–49); se reconoce y se maneja con discreción sus singularidades, las cuales no son motivo de distanciamiento (Lc. 2:49–50).
Ubicación y límites. La Biblia insinúa que cada miembro dentro de la familia tiene una función que desempeñar y que existen reglas que regulan sus relaciones. A su vez, provee los recursos que corrigen el quebrantamiento de dichas normas. De los hijos se espera obediencia mediada por los mandamientos (Ef. 6:1–12). De ambos padres se espera una participación activa que tenga en cuenta la "disciplina" y la "amonestación del Señor" (Ef. 6:4). Es decir, la familia funciona cuando cada miembro asume su posición y reconoce los límites que regulan las relaciones. Esto le da permanencia y estabilidad. Pero, a su vez, vivir bajo el señorío de Cristo y aceptar el proceso normal y necesario de desarrollo de la familia, representa aceptar y promover el cambio dentro del sistema. Los padres están llamados a "no provocar a ira", ni "exasperar" a los hijos (Ef. 6:4; Col. 3:21); la ira y la exasperación con frecuencia surgen por una posición inflexible que se apega a la regla y no se abre al diálogo.
A diversas edades, la ubicación y los límites de los hijos en la familia se han de organizar de diferentes maneras. Sin embargo, creemos que una clave para el liderazgo de los padres es mirar el modelo de la paternidad del Dios de amor, entendido como consideración, comunicación, disciplina, respeto, conocimiento y perdón. Dado el contexto donde nos movemos, creemos pertinente decir una palabra sobre el elemento disciplina. Creemos con el Dr. Narramore que la clave para el ejercicio de la disciplina es el concepto bíblico de persona. En nuestro esquema tomamos en cuenta a la persona creada, caída y redimida. Esto pone en perspectiva la disciplina y el ejercicio de la autoridad. La disciplina tiene, entonces, un elemento de propósito, corrección y promoción. Va más allá del mero cumplir las reglas o corregir su quebrantamiento; busca la formación de un ser responsable15 y la promoción de sus potencialidades.
El ser caído no es el único que «merece» la disciplina, sino el creado y el redimido también. Quien ejecuta la disciplina está, entonces, en una posición de mayordomía y benevolencia. Disciplina no es dictadura ni permisividad; es mayordomía amorosa y obediente. Se ha criticado a la familia actual por convertirse en una fábrica "domesticadora" de individuos en serie que mantendrán a toda costa el sistema social imperante. La familia, de acuerdo con los principios de la Biblia, no está para domesticar a los individuos, sino más bien para hacerlos responsables y capacitarlos para la vida en comunidad y en el servicio al prójimo y al mundo, a fin de cumplir con el mandato del Señor de "señorear" sobre lo creado.
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INDÍGENAS EVANGÉLICAS CELEBRAN EL DÍA DE LAS MADRES

Esteban Moreno

La Voz del Norte, 11 de mayo de 2011


San Cristóbal de las Casas Chiapas. Para evitar la provocación y no violar los acuerdos existentes entre evangélicos y católicos tradicionalistas, las mujeres indígenas de Nachig, municipio de Zinacantán que profesa una religión diferente a la católica, celebraron el día de las madres en una comunidad alterna. El Parque Educativo y Zoológico José Bocomtenelté de San Cristóbal de las Casas fue la sede para que estas madres evangélicas celebraran su día, ahí más de 200 mujeres recibieron el homenaje por parte del Centro de Derechos Humanos para el Pueblo Evangélico, mismo que encabezó su presidente Sergio Nataren Gutiérrez.
En su discurso el líder de los respetos a los derechos humanos de los cristianos les hizo un llamado a la comunidad evangélica a la unidad y fe para resolver los problemas intolerantes. "Tengamos fe para resolver los problemas que se están dando con respeto a la intolerancia religiosa, actualmente con el gobierno del estado que encabeza Juan Sabines Guerrero, se respira el avance sobre la libertad de culto, aunque falta mucho por hacer en todos los asuntos que tenemos en toda la entidad, pero se ve los avances en esta materia."
Ahí reiteró que los problemas políticos religiosos siguen afectando a indígenas de los municipios de San Cristóbal de las Casas, Zinacantán, Las Margaritas, Huixtán, Altamirano, Ocosingo entre otros. Por su parte Josefa Patricia Vásquez Hernández, en representación de las madres evangélicas dijo que se debe dejar atrás la impunidad que gozan los verdaderos homicidas; "no es posible que nosotras sigamos sufriendo vejaciones y discriminación ya que no podemos seguir haciendo cualquier acto de festejo fuera de nuestro lugar de origen por el temor a sufrir las mismas agresiones como lo sucedido el 26 de junio del 2010; exigimos justicia porque los cuatro presos que están en el amate son inocentes y los verdaderos culpables trabajan en la actual administración del ayuntamiento encabezada por Mariano Sánchez Gómez." […]


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LOS EVANGÉLICOS: ¿ESPIRITUALES Y NO COMPROMETIDOS?

Carlos H. Rivas

La Prensa Gráfica (El Salvador), 13 de mayo de 2011


La historia de nuestro país ha sido turbulenta, y dentro de ella al cristianismo evangélico se le ha visto como un ente aislado, prófugo de una realidad concreta, cuya función ha sido un sedante ante los problemas políticos y sociales, cuando no una droga que como el opio adormece a los individuos y les vela el mundo circundante. A esta apreciación el Dr. Timothy H. Wadkins, director del Institute for the Global Study of Religión, EU, le llama el mito de que "los evangélicos son muy espirituales y no están comprometidos".
Sin embargo, desde su establecimiento en territorio nacional, el movimiento evangélico se gestó en los sectores más empobrecidos de la sociedad, que además de las necesidades espirituales, padecía graves injusticias sociales, en las que las carencias morales convivían con las materiales; y, aun cuando posteriormente muchas iglesias evangélicas tomaron el camino del pietismo y del "quietismo", en sus orígenes, el protestantismo está ligado a aquellos sectores menos favorecidos del país y la superación de sus carencias materiales y espirituales.
En los sucesos de 1932, los cristianos estuvieron directamente involucrados al lado de las víctimas: […] Partiendo de apenas esos dos hechos, lo que a nuestro criterio sucede es que la participación de los evangélicos en los procesos sociales fue desvirtuada y, hay que reconocerlo, seguramente por influjo de los acontecimientos del 32 y sus secuelas, durante décadas asumió por parte de la mayoría de denominaciones un carácter pasivo, a la vez que se dio un proceso de invisibilización en la historia oficial que dura hasta hoy.
Es cierto que durante décadas, el movimiento evangélico, a contrapelo del evangelio mismo, no quiso comprender que el Reino de Dios es una actualidad y un aquí, y se quedó clamando a los cielos descuidando su papel de mayordomo de la creación. Sin embargo, la realidad es aleccionadora.
Los acontecimientos políticos y sociales que han azotado a El Salvador han sido los signos que han anunciado a las nuevas generaciones de protestantes que si el mundo no camina por el sendero de la Buena Nueva, el mundo actual –que con todo y sus imperfecciones abonadas por los hombres es una creación divina– podrá derrumbarse, despedazado por la falta de valores, de espiritualidad y compromiso con la realidad de este mundo, que, al fin de cuentas, es donde el Reino de Dios, la verdad, la libertad y la justicia han de ser una realidad.
Esta nueva visión, o mejor, este retorno a la visión original del protestantismo, que aspira por un cielo nuevo y una tierra nueva, es la que está a la base de la actitud que, cada día más, los cristianos evangélicos asumen frente a los avatares de la sociedad y los procesos históricos.
Por supuesto, la mayor participación de cristianos evangélicos en la política y su ascenso a cargos públicos no garantizan por sí mismos la evolución de la sociedad hacia un estadio mejor, pero ponen al movimiento evangélico salvadoreño ante un reto que debe emprender de inmediato con el objeto que los cristianos, hombres de este mundo al fin y al cabo, puedan aportar no solo cuantitativamente al desarrollo político y económico de nuestra sociedad […]

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