Luego me dieron una regla de madera para medir, y Dios me dijo: “Ve y mide mi templo y mi altar, y mira cuántos me están adorando allí. Pero no midas el espacio que hay fuera del templo, porque ese espacio se lo he dado a los que no creen en mí. Ellos gobernarán sobre Jerusalén durante tres años y medio, y yo enviaré a dos profetas para que anuncien mi verdadero mensaje. Los enviaré vestidos con ropa áspera, para que anuncien profecías durante esos tres años y medio”. […]
El séptimo ángel tocó su trompeta, y en el cielo se oyeron fuertes voces que decían: “Nuestro Dios y su Mesías ya gobiernan sobre todo el mundo, y reinarán para siempre”.
Y los veinticuatro ancianos que están sentados en sus tronos, delante de Dios, se inclinaron hasta tocar el suelo con la frente y adoraron a Dios, diciendo: “Señor, Dios todopoderoso, tú vives y siempre has vivido. Gracias porque has demostrado tu gran poder, y porque has comenzado a reinar sobre el mundo”.
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