CIEN AÑOS DE REVOLUCIÓN EN MÉXICO: HERENCIAS Y ESPERANZAS FALLIDAS (I)
ALC Noticias, 19 de noviembre de 2010
El recuerdo y la celebración del centenario del inicio de la Revolución en México, más allá de representar la ocasión para los obligatorios cortes transversales y evaluaciones históricas es, para muchos, la oportunidad de hacer un ajuste de cuentas con lo que representa la fecha como tal y, sobre todo, con el régimen que se presentó, durante casi 70 años, como su heredero. Las enormes esperanzas que vehiculó el movimiento revolucionario se cumplieron sólo parcialmente, y la manera en que la llamada “familia revolucionaria” se adueñó del control del país, adquirió en varias ocasiones tintes dictatoriales. Las transformaciones sociales fruto de la Revolución, especialmente en las áreas laboral, educativa y campesina, se fueron deformando progresivamente y degeneraron en la entrega de espacios a ciertas dirigencias caudillescas que perduran hasta la actualidad.
Por ello, el sabor que tiene este centésimo aniversario no puede ser sino extremadamente agridulce, pues al hecho de que la celebración la encabece un gobierno que no simpatía ideológicamente con el suceso histórico se agrega la firme sensación de que la Revolución fracasó profundamente al institucionalizarse en un régimen autoritario y corporativo. Algunas de las perspectivas con que antes se revisó el acontecimiento (una “Revolución interrumpida”, por ejemplo) han dejado su lugar a un análisis dominado por el escepticismo y por la aceptación general de una pésima conducción política contaminada por la corrupción predominante en el partido gobernante que surgió para las elecciones de 1929 (en las que fue pre-candidato el obregonista presbiteriano Aarón Sáenz), fecha que se identifica como el parte-aguas en el que “los hijos de la Revolución”, militares y civiles, se asumieron como sus representantes genuinos y definieron el rumbo del país.
Desde el sexenio anterior, en que Vicente Fox utilizó la figura de Francisco I. Madero para simbolizar su ruptura con el sistema priísta (más encariñado con la de Plutarco Elías Calles), se notó la manera en que la clase política ha modificado su comprensión de la historia del país. El énfasis maderista en la no-reelección y su ubicación oficial como “mártir de la democracia” no se ha visto correspondido con una auténtica voluntad de hacer visible el tan pregonado cambio. Las diferencias ideológicas y de comprensión histórica no pueden disminuir, aunque lo desee fervientemente este gobierno, la importancia de la Revolución como verdadera explosión del llamado “México profundo”, precisamente el que ahora está siendo despreciado, mal atendido y violentado. Y es que el ímpetu original de la primera revolución del siglo XX, al convertirse en gobierno de partido único y en monumento histórico, podría decirse que progresivamente fue sufriendo una “descomposición cultural” que con el paso del tiempo la desdibujó demasiado como punto de partida social.
Finalmente, la participación de núcleos protestantes en los primeros años del movimiento obedeció a que su cultura política de raíz liberal, colocó a buena parte de las comunidades en la oposición, lo que se reflejaría más tarde en el espíritu participativo propio de las iglesias “históricas”. Éstas, en medio de una práctica asociativa que les hizo experimentar formas democráticas que contradecían al sistema, contribuyeron con sus acciones cívicas, teñidas de un “juarismo” casi idolátrico, al proceso que desembocaría en 1910 con el estallido en diversas regiones. Incluso, hubo grupos vinculados al magonismo (dirigido por los hermanos Flores Magón), una corriente de inspiración anarquista. Los nombres del presbiteriano Hexiquio Forcada y del metodista José Rumbia Guzmán, auténticos agitadores sociales, sonaron muy fuerte en esta línea organizativa, pues ambos no dudaron en combinar sus labores pastorales con la lucha política.
Además, el protestantismo no tuvo problemas para relacionarse con los grupos de masones anti-porfiristas (sus aliados naturales) y con comunidades espiritistas que se luchaban contra la dictadura. No debe olvidarse que el propio Madero fue un creyente informado de esta última vertiente religiosa, pues como bien ha contado el novelista Ignacio Solares y muchos historiadores, siempre sintió que fue dirigido por un espíritu tutelar. En el norte del país, el nombre de Pascual Orozco, general evangélico, estuvo asociado al movimiento maderista.
Por el lado del zapatismo, el profesor Otilio Montaño colaboró intensamente en la redacción del Plan de Ayala. Y qué decir de personajes como Andrés Osuna y Moisés Sáenz (hermano de Aarón), importantes educadores cuya contribución a una de las vertientes más visibles de la Revolución fue valiosísima, conscientes como estaban de la necesidad de cambio que les producía su fe y la exigente coyuntura en un país que salía de la convulsión. Pocos evangélicos de hoy saben que Sáenz fue el creador de la educación secundaria y un notable defensor de la identidad indígena, prueba de lo cual es su clásico libro México íntegro.
Con la institucionalización del proceso revolucionario, las cosas cambiarían, pues las iglesias renunciaron en bloque a sus proyectos educativo, médico y asistencial (que tanto ayudaron a las clases subalternas) para cederlos a los gobiernos emanados de la Revolución triunfante. Hoy, los limitados recursos que invierten las comunidades evangélicas en esas áreas, especialmente la educativa, están dirigidos a clases económicas altas, en flagrante contradicción con el pasado. Éste es apenas un primer abordaje a lo que todavía puede representar hoy la lucha que comenzó hace exactamente 100 años. (LC-O)
Por ello, el sabor que tiene este centésimo aniversario no puede ser sino extremadamente agridulce, pues al hecho de que la celebración la encabece un gobierno que no simpatía ideológicamente con el suceso histórico se agrega la firme sensación de que la Revolución fracasó profundamente al institucionalizarse en un régimen autoritario y corporativo. Algunas de las perspectivas con que antes se revisó el acontecimiento (una “Revolución interrumpida”, por ejemplo) han dejado su lugar a un análisis dominado por el escepticismo y por la aceptación general de una pésima conducción política contaminada por la corrupción predominante en el partido gobernante que surgió para las elecciones de 1929 (en las que fue pre-candidato el obregonista presbiteriano Aarón Sáenz), fecha que se identifica como el parte-aguas en el que “los hijos de la Revolución”, militares y civiles, se asumieron como sus representantes genuinos y definieron el rumbo del país.
Desde el sexenio anterior, en que Vicente Fox utilizó la figura de Francisco I. Madero para simbolizar su ruptura con el sistema priísta (más encariñado con la de Plutarco Elías Calles), se notó la manera en que la clase política ha modificado su comprensión de la historia del país. El énfasis maderista en la no-reelección y su ubicación oficial como “mártir de la democracia” no se ha visto correspondido con una auténtica voluntad de hacer visible el tan pregonado cambio. Las diferencias ideológicas y de comprensión histórica no pueden disminuir, aunque lo desee fervientemente este gobierno, la importancia de la Revolución como verdadera explosión del llamado “México profundo”, precisamente el que ahora está siendo despreciado, mal atendido y violentado. Y es que el ímpetu original de la primera revolución del siglo XX, al convertirse en gobierno de partido único y en monumento histórico, podría decirse que progresivamente fue sufriendo una “descomposición cultural” que con el paso del tiempo la desdibujó demasiado como punto de partida social.
Finalmente, la participación de núcleos protestantes en los primeros años del movimiento obedeció a que su cultura política de raíz liberal, colocó a buena parte de las comunidades en la oposición, lo que se reflejaría más tarde en el espíritu participativo propio de las iglesias “históricas”. Éstas, en medio de una práctica asociativa que les hizo experimentar formas democráticas que contradecían al sistema, contribuyeron con sus acciones cívicas, teñidas de un “juarismo” casi idolátrico, al proceso que desembocaría en 1910 con el estallido en diversas regiones. Incluso, hubo grupos vinculados al magonismo (dirigido por los hermanos Flores Magón), una corriente de inspiración anarquista. Los nombres del presbiteriano Hexiquio Forcada y del metodista José Rumbia Guzmán, auténticos agitadores sociales, sonaron muy fuerte en esta línea organizativa, pues ambos no dudaron en combinar sus labores pastorales con la lucha política.
Además, el protestantismo no tuvo problemas para relacionarse con los grupos de masones anti-porfiristas (sus aliados naturales) y con comunidades espiritistas que se luchaban contra la dictadura. No debe olvidarse que el propio Madero fue un creyente informado de esta última vertiente religiosa, pues como bien ha contado el novelista Ignacio Solares y muchos historiadores, siempre sintió que fue dirigido por un espíritu tutelar. En el norte del país, el nombre de Pascual Orozco, general evangélico, estuvo asociado al movimiento maderista.
Por el lado del zapatismo, el profesor Otilio Montaño colaboró intensamente en la redacción del Plan de Ayala. Y qué decir de personajes como Andrés Osuna y Moisés Sáenz (hermano de Aarón), importantes educadores cuya contribución a una de las vertientes más visibles de la Revolución fue valiosísima, conscientes como estaban de la necesidad de cambio que les producía su fe y la exigente coyuntura en un país que salía de la convulsión. Pocos evangélicos de hoy saben que Sáenz fue el creador de la educación secundaria y un notable defensor de la identidad indígena, prueba de lo cual es su clásico libro México íntegro.
Con la institucionalización del proceso revolucionario, las cosas cambiarían, pues las iglesias renunciaron en bloque a sus proyectos educativo, médico y asistencial (que tanto ayudaron a las clases subalternas) para cederlos a los gobiernos emanados de la Revolución triunfante. Hoy, los limitados recursos que invierten las comunidades evangélicas en esas áreas, especialmente la educativa, están dirigidos a clases económicas altas, en flagrante contradicción con el pasado. Éste es apenas un primer abordaje a lo que todavía puede representar hoy la lucha que comenzó hace exactamente 100 años. (LC-O)
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ORDENAN LA PRIMERA MUJER RABINO DESDE EL HOLOCAUSTO
Protestante Digital, 12 de noviembre de 2010
AFP. Alina Treier, de 31 años y originaria de Ucrania, se convirtió en rabino durante una ceremonia llena de emoción en una sinagoga del oeste de Berlín. Es la segunda mujer ordenada rabino en Alemania desde Regina Jonas, primera mujer del mundo en acceder a esa función en 1935, que fue asesinada en Auschwitz en 1944, a los 42 años. “Llenemos nuestros corazones de amor. Estemos unidos en el amor del Bien y de la voluntad de oponerse a la violencia y al conflicto”, dijo Treiger en una “Oración a Alemania” pronunciada al final de su ordenación, a la que asistió el presidente federal, Christian Wulff. A finales de noviembre, Alina Treiger debe tomar la dirección de la comunidad de la ciudad de Oldenburgo, cerca de Holanda.
Además de ser mujer, es originaria de la ex URSS y llegó a Alemania hace menos de diez años. Por ello afirma encarnar “la unión de tres culturas: judía, alemana y la de la antigua URSS”. Nacida en Poltava, una ciudad de 300.000 habitantes de lo que es hoy Ucrania, estudió en el instituto Abraham Geiger de Potsdam, cerca de Berlín. Creado en 1999, es el primer seminario rabínico en Europa continental desde el Holocausto.
El recorrido de la joven es emblemático de la comunidad judía alemana que, sobre las cenizas de la Shoah, se ha convertido hoy en una de las más dinámicas del mundo y está integrada en un 90% por miembros originarios de la ex URSS. Tras la caída del muro de Berlín, Alemania abrió sus puertas a los judíos del ex imperio soviético, víctimas de un fuerte antisemitismo, al concederles la nacionalidad alemana. Desde 1989, unos 220.000 judíos llegaron de la ex URSS a Alemania que contaba entonces con 30.000 judíos. En 1933, antes del gobierno de Hitler, la comunidad judía estaba formada por unos 600.000. Gran parte de ellos volvieron a partir a Israel, y la comunidad judía en Alemana cuenta hoy con unos 110.000 miembros, cuatro veces más que hace veinte años, según el Consejo Central de judíos de Alemania.
ORDENAN A LA PRIMERA RABINO NEGRA DE LA HISTORIA EN ESTADOS UNIDOS
EFE. El Instituto Judío y de la Unión de Colegios Hebreos de Cincinnati (EU.) ordenó a Alysa Stanton, de 45 años, como la primera mujer afroamericana rabino de la historia, informó hoy la prensa local. Su intención como rabino, dijo, "es romper barreras y construir puentes hacia la esperanza". Stanton se ordenó junto con otras 29 mujeres y 13 hombres, en una ceremonia que se celebró este sábado en la sede del Instituto Judío y de la Unión de colegios Hebreos de Cincinnati, en el estado de Ohio (noreste). Según recoge la prensa local, Stanton dijo durante la ceremonia sentirse "honrada de ser la demostración visible de la 'nueva cara' del judaísmo".
Stanton se convirtió así en la primera mujer afroamericana rabino de la historia y pronto se mudará a Greenvile, en Carolina del Norte, para atender a la congregación Beit Shalom, a la que atienden 53 familias. Su intención como rabino, dijo, "es romper barreras y construir puentes hacia la esperanza".
La rabino se mudará a su nueva comunidad en agosto con su hija, Shana, de 14 años, a la que adoptó cuando tenía 14 meses de edad. Stanton desde pequeña mostró interés por otras religiones. A los 20 años se convirtió al judaísmo y en 2002 inició sus estudios para ser rabino en Jerusalén, formación que completó en el instituto de Cincinnati.
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PERSISTE DESIGUALDAD DE GÉNERO EN TODOS LOS ESTAMENTOS POLÍTICOS
Julio A. Carles
Ciudad de Panamá, miércoles, 17 de noviembre de 2010 (ALC). Con el paso de los años, las mujeres han logrado alcanzar, a pulso y con el sudor de su frente, algunos escaños políticos sufriendo en carne propia la martilleante tortura de diversas concepciones machistas que, en algunos casos, les han impedido alcanzar mayores conquistas. Esta lucha histórica se remonta a ese dominio de poder que nació en el seno de nuestra misma sociedad, donde el poder político ha sido reservado a los hombres que, desde su posición patriarcal, han impuesto un enfoque androcentrista. Aun así, en América Latina por ejemplo - y a pesar de la discriminación galopante - las féminas han logrado acaparar la atención en las esferas políticas de la región y ocupar, cada vez más, importantes cargos de decisión. Fue así como a principios del siglo XX, diversos grupos feministas comenzaron a movilizarse para luchar en defensa de sus derechos como ciudadanas y de esa manera, solo en el último quinquenio, cinco mujeres latinoamericanas han alcanzado, por elección popular, la presidencia en Argentina, Chile, Jamaica, Costa Rica y, recientemente, en Brasil. Haciendo un repaso de la historia política latinoamericana encontramos que Ecuador se convirtió en el primer país de la región en designar una ministra que ocupó el cargo de la cartera de Asuntos Interiores en 1944. Le siguió Panamá, que seis años después, en 1950, nombró a una ministra de Asuntos Sociales y, un par de años más tarde, a una de Trabajo. Sin embargo, sigue siendo una constante, en la mayoría de los países latinoamericanos, el hecho de que la participación de las mujeres en el poder Ejecutivo continúa increscendo, mientras desciende en los gobiernos locales. Frente a este desalentador panorama, Argentina, Costa Rica, Ecuador, Honduras, México y Perú han optado por implementar ‘leyes de cuotas’ para mejorar la participación de las mujeres. Sin embargo, Brasil, Ecuador, Bolivia, Honduras, México, Panamá, Paraguay, República Dominicana y Uruguay registran muy bajos porcentajes de participación femenina. […]
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LÍDERES DE AIPRAL SE CAPACITAN EN ESPIRITUALIDAD REFORMADA Y LITURGIA
San Salvador, 12 de noviembre de 2010 (ALC). Desde el jueves 11 y hasta el domingo 14 de este mes, la Alianza de Iglesias Presbiterianas y Reformadas de América Latina-AIPRAL, organiza un encuentro sobre "Espiritualidad reformada y renovación litúrgica" en esta capital salvadoreña. Participan unos 30 líderes de las iglesias reformadas y presbiterianas de Mesoamérica y el Caribe. Los objetivos del taller son: capacitar al liderazgo proveyendo elementos para la actualización litúrgica y musical desde una perspectiva latinoamericana, así como procurar seleccionar personas de la región para acompañar la vida espiritual y celebrativa (liturgistas y músicos) de la próxima Asamblea General de AIPRAL, a realizarse en agosto de 2011 en Guatemala. El encuentro es coordinado por Loida Gáffaro de Valera y Elizabeth Hernández, colaborando desde Argentina el pastor Gerardo Oberman.
La actividad dio inicio con un culto organizado por la Iglesia Reformada Calvinista de El Salvador, anfitriona del encuentro. El sábado por la noche preveen un festival de música cristiana.
El domingo por la mañana concluirá con visitas y aportes en las liturgias de las iglesias en San Salvador. El Rev. German Zijlstra, secretario general de AIPRAL, dijo que se espera que los recursos creados en el taller puedan servir a la renovación litúrgica de las congregaciones y a la próxima Asamblea General cuyo lema será "El fruto de la justicia se siembra en paz y comunión".
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