sábado, 27 de noviembre de 2010

Letra 198, 28 de noviembre de 2010


E.U.: LA MAYORÍA DE EVANGÉLICOS IGNORA QUIÉN ES LUTERO Y OTRAS FIGURAS DE LA REFORMA

Protestante Digital, 16 de noviembre de 2010



Nueva York. Casi la mitad de los católicos desconoce la doctrina sobre la eucaristía. Un porcentaje parecido de los protestantes desconoce al reformador Martín Lutero. Son algunas de las conclusiones que proporciona un estudio realizado por el Foro Pew entre los fieles de distintas confesiones en Estados Unidos para conocer su conocimiento sobre su propia fe y las principales enseñanzas de otras religiones.

Los que mejor parados salen son los ateos, agnósticos, judíos y mormones, que superan a los protestantes y católicos al responder preguntas sobre las principales religiones. Por otra parte, la mayoría de los entrevistados no pudieron proporcionar correctamente los principios más básicos de su propia religión.

45% de los católicos que participaron en el estudio no conocían que, según las enseñanzas de la Iglesia, el vino y el pan usados en la Sagrada Comunión no son sólo un símbolo sino que se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo. También más de la mitad de los protestantes no pudieron identificar a Martín Lutero como la persona que inspiró la Reforma protestante en Europa, y casi cuatro de cada 10 judíos no sabían que Maimónides, uno de los rabinos e intelectuales más importantes de la historia, era judío.

La encuesta sobre Religión y Vida Pública divulgada por el Foro Pew buscó examinar un amplio rango de conocimiento religioso, incluyendo la comprensión de la Biblia, las principales enseñanzas de diversas religiones y las figuras religiosas más destacadas de la historia. Estados Unidos es uno de los países más religiosos del mundo industrializado, especialmente en comparación con Europa occidental, donde la mayoría de la población es secular. Sin embargo, los líderes religiosos y educadores se han quejado desde hace tiempo que los estadounidenses saben relativamente poco de religión.

Los participantes en la encuesta respondieron 32 preguntas con diversos niveles de dificultad, incluyendo si podían nombrar al libro sagrado islámico y el primer libro de la Biblia, o decir en qué siglo se fundó la religión mormona. En promedio los participantes del sondeo contestaron correctamente la mitad de las preguntas.



Protestantes poco preparados

Sólo 46 % de evangélicos pudo identificar correctamente a Martín Lutero como la persona que inspiró la reforma protestante, y sólo un 11 por ciento supo que Jonathan Edwards participó en el primer gran avivamiento.

“Tres cuartos de evangélicos son incapaces de identificar que el protestantismo, no el catolicismo, enseña que la salvación proviene sólo a través de la fe”, agrega Smith. Lou Engle, fundador de el movimiento de oración llamado «The Call» advierte un gran peligro en ser espiritual pero desconocer la palabra de Dios: «Si sacas la Verdad puedes creer que estás caminando con Dios pero no es así. Jesús dijo 'escrito está' cuando fue tentado. Esta generación debe decir 'escrito está', conocer la Palabra para vencer al enemigo”.



Los ateos saben más de religión

Los ateos y los agnósticos tuvieron las puntuaciones más altas con un promedio de 21 respuestas correctas, mientras que los judíos y los mormones alcanzaron el segundo lugar con unos 20 aciertos. Los protestantes en general tuvieron una media de 16 respuestas correctas, mientras que los católicos sumaron 15. No es de sorprender que quienes dijeron que asistían a sus centros religiosos al menos una vez a la semana y consideraban a la religión un aspecto importante de su vida tuvieron por lo general un resultado mejor en el sondeo.

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CIEN AÑOS DE REVOLUCIÓN EN MÉXICO: HERENCIAS Y ESPERANZAS FALLIDAS (II)



El escaso interés del régimen calderonista por conmemorar de manera más seria y profunda el centenario de la revolución ha tenido un eco parecido entre la población, pues parecería que únicamente le interesa el tema a los especialistas. Entre ellos, destacan las opiniones de Lorenzo Meyer y Álvaro Matute, expertos en el periodo y críticos severos de los superficiales actos oficiales.

El primero, autor de La segunda muerte de la revolución mexicana (2008), en donde analiza el derrumbe de la mitología que intentó construir un país basado en la promesa de justicia social y el desarrollo industrial administrado por el Estado, no dudó en advertir que los últimos gobiernos no han sabido qué hacer con la devaluada herencia revolucionaria que ahora se encuentra a años-luz de las realidades impuestas por los cambios socio-políticos y económicos gracias a que quienes representaron en su momento el ideario de la Revolución se apartaron del mismo al pensar solamente en sus intereses particulares.

Matute (autor de La Revolución mexicana: actores, escenarios y acciones), por su parte, en una entrevista señaló el momento en que los gobiernos emanados de la Revolución siguieron otro camino:“…la Revolución —por decirlo con un término cinematográfico— vivió un fade out de 1940 a 1946 con el general Manuel Ávila Camacho, y al emerger el primer gobernante civil, Miguel Alemán —que tenía siete años cuando estalló el movimiento— el país cambió. Creo que la Revolución se detuvo ahí. Ciertamente se creó una ideología de la Revolución mexicana que la siguió proyectando cuando ya su arsenal se había agotado, sin embargo se habló de ella como si fuera permanente, cuando los hechos históricos que ocurrieron entre 1910, 1917 o 1920, y la acción de los gobiernos ligada a la Revolución tuvo una acotación histórica”.

Agrega: “Los hechos históricos tienen su durabilidad. Sin embargo, en el caso mexicano, la ideología se prolongó hasta muy cerca del fin del siglo XX, cuando la Revolución había cumplido su tarea. Y vino otro México a reclamar otro tipo de acciones” (Laberinto, supl. de Milenio, 20 de noviembre). Y es que tal vez los alcances del movimiento, tan esquematizados en el discurso oficial posrevolucionario no recogieron suficientemente muchos impulsos que se quedaron a medias, con todo y que algunos artículos de la Constitución de 1917 asentaron algunas de las llamadas “conquistas históricas” de los obreros y campesinos, por ejemplo.

La dinámica histórica, como sugiere Matute, llevó a los presidentes priístas a modificar progresivamente el rumbo del país para adaptarlo a las exigencias de las clases emergentes y a tomar medidas para la modernización del país, algo que no se entendió con claridad al final de la lucha revolucionaria. En el aspecto religioso esto fue muy notorio cuando se consideró, en el sexenio salinista (1988-1994) que la simulación no era el mejor estatus para las relaciones entre el Estado y las iglesias (por primera vez se usó el plural).

Los cambios a los artículos específicos (en particular el 130) abrieron la puerta para que, con mayor o menor triunfalismo por parte de las iglesias que por primera vez atisbaron la posibilidad de hacerse más visibles, el régimen se viera desafiado a practicar la laicidad establecida en la Constitución, pero ante nuevas formas de protagonismo por parte de las cúpulas. El catolicismo, que no vaciló en enfrentar al Estado en los años 20 del siglo pasado, asumió una postura retadora ante lo que consideró como una claudicación de los regímenes revolucionarios o una especie de reconocimiento de su peso social específico.

Las iglesias evangélicas, a su vez, desconociendo su historia basada en la resistencia al maridaje entre el priísmo y catolicismo intentaron salir del “letargo social” en el que se encontraban para toparse de frente con la nueva realidad de gobiernos que han tenido que improvisar en sus políticas pues tampoco imaginaron las dimensiones que ha alcanzado la pluralidad en este campo.

Parecería que la propia “herencia evangélica”, tan cacareada en otras épocas y tan ligada a una mentalidad ansiosa de experimentar el martirologio, quedó desprovista de asideros ideológicos que, como el liberalismo del siglo XIX, le sirvió a las comunidades como plataforma de acción social. Por eso el hecho de que hoy se vean a muchas de estas comunidades al lado de los grupos católicos más reaccionarios no deja de ser una enorme contradicción, impensable en otras épocas. (LC-O)

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LA IGLESIA TERAPÉUTICA

Rubén Bernal

Red de Liturgia del CLAI



Cada día en el trabajo les oigo suplicar a Dios desde su desesperada angustia. ¿Han conocido ellos el mensaje del Evangelio? En una misma frase son capaces de insultar, maldecir, blasfemar y clamar para que el Ser Supremo les socorra. Hablo de muchas personas que, ingresadas en la unidad de Salud Mental, desean que un rayo de luz disipe por completo la oscuridad en la que se encuentran.

Puedo ver como mejoran mentalmente con la ayuda de los profesionales. Como creyente me pregunto a cerca de la salud espiritual de todos ellos. Cuestiono también si las distintas congregaciones eclesiales están capacitadas para ser verdaderas comunidades terapéuticas. ¿Querrán recibir con los brazos abiertos la llegada de feligresía compuesta de gente con trastornos psiquiátricos?

¿Serán las comunidades cristianas lo suficientemente maduras para no etiquetarles como endemoniados, poseídos o similares? ¿Serán cautelosos con ellos para no favorecer los delirios místicos y religiosos?

Aunque la problemática que planteo se puede trasladar a peñas, clubes, asociaciones, etcétera, me llama particularmente la atención en las iglesias, porque opino que éstas, no solo tienen una labor importante con el prójimo, sino que pueden dar respuesta espiritual y sentido a la vida de personas que lo necesitan.

Creo que deben formarse estructuras medianamente sólidas que faciliten su integración, y que, por otro lado, aseguren auxilio en el caso de que surjan brotes y descompensaciones en el ambiente cúltico o comunitario. Se han producido resultados negativos por un mal proceder en estas situaciones. Si no se toman medidas cuando se ven llegar los temporales, lamentablemente ocurrirán los desastres. El tema es delicado, de hecho, la atención y consejería pastoral, tan importantes, pueden ocasionar más daño que ayuda cuando se pretende suplantar la ayuda psiquiátrica y psicológica profesional. Pero tampoco debe ser una excusa para no hacer nada. Es un camino difícil que debe recorrerse.

Observando el texto de Lucas 4.18 considero que aquel que vino para dar buenas nuevas a los pobres, sanar a los quebrantados de corazón, pregonar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, tiene mucho que hacer con estas personas. No se lo impidamos.

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