sábado, 2 de febrero de 2013

Letra 307, 3 de febrero de 3013

¡MUCHAS GRACIAS EDESIO! (SÁNCHEZ CETINA)
Carlos Martínez García
Protestante Digital, 27 de enero de 2013

Para Edesio Sánchez Cetina, ministro de la Palabra

Muchas gracias Edesio! (Sánchez Cetina)Estimado Edesio: muchas gracias por tu continuado ministerio de servicio como biblista. Por décadas te has dedicado a traducir, enseñar, comentar y predicar la Palabra. Para ello ha sido necesario estudiar en distintas instituciones de México y en otros países. Para mí fue motivo de regocijo enterarme de tu regreso a México, para ser profesor de tiempo completo en el campo de tu especialización.
Hace varios años, en una de nuestras frecuentes conversaciones de sobremesa, le pregunté a Carlos Monsiváis cómo había aprendido tanto sobre la Biblia y el protestantismo. Me refirió en primer lugar la centralidad que tuvo la Escuela Dominical en su infancia.
En su adolescencia se acercó a los que llamó “sabios que leen y estudian por los demás en las congregaciones evangélicas”. Ésta frase me quedó grabada y fue clave para entender la importancia de quienes se entregan al estudio para después transmitir didácticamente sus conocimientos a otros y otras.
Tú eres uno de los descritos tan certeramente por el entrañable Monsiváis. Tu vida académica ha ido aparejada de tu compromiso eclesial y pastoral. Eres un traductor de la Palabra en distintos sentidos. Lo eres de los idiomas en que originalmente fue escrita al castellano. Pero también traduces las antiguas palabras contenidas en la Biblia, un universo de sentido con sus propias claves culturales, a hombres y mujeres que vivimos en contextos muy diferentes en los que transcurrió la vida de hombres y mujeres de los tiempos bíblicos.
Eres un especialista capaz de hacer estudios muy técnicos de la Palabra. Bien puedes presentar ponencias en coloquios de muy altos vuelos, donde tú y colegas tuyos desmenuzan versículos magistralmente. A la vez te preocupas de que el pueblo sencillo tenga acceso a leer las Escrituras, y pueda hacerlo mediante traducciones como la que dirigiste y que originalmente estaba destinada a la infancia, pero que en el proceso llegaste a la convicción de que podría ser de gran utilidad para nuevos lectores y personas que leen con cierta dificultad. El resultado fue la Biblia en lenguaje sencillo, versión que ha sentado escuela y cuyos criterios de traducción han llevado a producir traducciones similares en otros idiomas.
En la iglesia donde soy parte del equipo pastoral hemos utilizado un libro escrito por ti que se titula ¿Qué es la Biblia? Respuestas desde las ciencias bíblicas (Ediciones Kairós-Fraternidad Teológica Latinoamericana, 2005). Tu amor a la Palabra impregna cada página de la obra. Sería injusto con el conjunto del libro tratar de resumirlo aquí. Solamente comparto con los lectores y lectoras que te ocupas de responder a la pregunta inicial (¿Qué es la Biblia?) desde la lingüística, la literatura, la historia, los estudios socio culturales, la religión, la teología y la que llamas la respuesta canónica y de la fe.
Tú que eres un ejemplar intelectual cristiano, un académico con grados de reconocidos centros de conocimiento, escribiste unas líneas que tengo bien marcadas en mi volumen de ¿Qué es la Biblia? : “Bien podríamos afirmar con Pascal; ‘Fuego, fuego, fuego, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob no el Dios de los filósofos y los sabios’, pues esta es también la afirmación bíblica. Según el testimonio de las Sagradas Escrituras el Dios de la Biblia se da a conocer a personas de ‘carne y hueso’, principalmente a través de eventos históricos concretos. Los acercamientos filosóficos, las teorías, las ideas y las doctrinas sistematizadas tienen poca cabida en la exposición de la fe bíblica”.
Recurro a una imagen musical para decir que sabes cantar magníficos solos (tu comentario sobre el Deuteronomio es muestra de ello), pero que también conjuntas tu talento para ser parte del “coro hermenéutico” que produce obras colectivas de gran bendición para hombres y mujeres que se acercan a la Palabra en castellano mediante traducciones dirigidas por ti o de equipos de los que has formado parte.
En distintos lugares y a muy diversas personas interesadas en el estudio de la Palabra les sugiero que entre sus herramientas tengan los tres tomos que tú coordinaste, porque son libros que ayudan a desentrañar la riqueza de la Revelación. Descubre la Biblia (con sus casi 1500 páginas, Sociedades Bíblicas Unidas, 2005) representa un gran esfuerzo por hacer asequible a no especialistas trabajos de especialistas en distintos campos de los estudios bíblicos. Los tres volúmenes deberían formar parte de quienes toman en serio la predicación y la enseñanza de la Palabra. Hiciste una muy buena labor en la coordinación de esta obra esencial. Pienso que invertiste gran cantidad de horas y días para que finalmente pudiese ser editada la tríada que compone Descubre la Biblia.
Descubre la Biblia se publicó primero en un volumen, comentas en la presentación de la versión ampliada a tres libros. Aquella edición inicial sirvió de apoyo a los talleres de Ciencias Bíblicas auspiciados por las Sociedades Bíblicas Unidas. Junto con otros y otras tú has sido parte de esos talleres y compartido tus conocimientos en prácticamente cada país de la geografía latinoamericana.
La buena recepción de Descubre la Biblia en un tomo le valió, nos informas, “también [ser] usado como libro de texto en varias instituciones de educación teológica, como material de estudio en los programas de un buen número de iglesias, y como material requerido de información para el personal de varias Sociedades Bíblicas”.
En el mundo protestante/evangélico de América Latina es común que la mayoría de los libros que se venden y circulan sean traducciones del inglés al castellano. Descubre la Biblia siguió el camino inverso, porque “su aceptación entre los lectores de habla hispana coadyuvó a que la obra haya sido publicada en inglés a solicitud del Coordinador mundial de traducciones de las Sociedades Bíblicas Unidas, para hacerla asequible a un público más amplio dentro de nuestra organización”. Con esto tu aporte se ha globalizado.
Ahora que Edesio Sánchez Cetina está de regreso en México, nuestro común hermano y amigo, y también colega en Protestante Digital (L. Cervantes-Ortiz), ha preparado Exégesis y traducción bíblica: antología de ensayos, con el fin de que, sobre todo, las nuevas generaciones conozcan algo de lo prohijado por el biblista y teólogo.
Los interesados pueden acceder a los trabajos conjuntados y difundir en sus núcleos y congregaciones una muestra de lo escrito por Edesio.
Termino como inicié mi artículo, agradeciendo a Edesio por su fructífero ministerio que ha fortalecido mi acercamiento a la Palabra. Estoy seguro que son muchos quienes comparten conmigo el agradecimiento.
Un abrazo solidario, y adelante hermano.

_____________________________________

VIDA EN COMUNIDAD
Dietrich Bonhoeffer

Cristo mediador
Este encuentro, esta comunidad, solamente es posible por mediación de Jesucristo. Los hombres están divididos por la discordia. Pero “Jesucristo es nuestra paz” (Ef 2.14). En él la comunidad dividida encuentra su unidad. Sin él hay discordia entre los hombres y entre estos y Dios. Cristo es el mediador entre Dios y los hombres. Sin él, no podríamos conocer a Dios, ni invocarle, ni llegarnos a él; tampoco podríamos reconocer a los hombres como hermanos ni acercarnos a ellos. El camino está bloqueado por el propio “yo”. Cristo, sin embargo, ha franqueado el camino obstruido, de forma que, en adelante, los suyos puedan vivir en paz no solamente con Dios, sino también entre ellos. Ahora los cristianos pueden amarse y ayudarse mutuamente; pueden llegar a ser un solo cuerpo. Pero sólo es posible por medio de Jesucristo. Solamente él hace posible nuestra unión y crea el vínculo que nos mantiene unidos. Él es para siempre el único mediador que nos acerca a Dios y a los hermanos.

La comunidad de Jesucristo
En Jesucristo hemos sido elegidos para siempre. La encarnación significa que, por pura gracia y voluntad de Dios trino, el Hijo de Dios se hizo carne y aceptó real y corporalmente nuestra naturaleza, nuestro ser. Desde entonces, nosotros estamos en él. Lleva nuestra carne, nos lleva consigo. Nos tomó con él en su encarnación, en la cruz y en su resurrección. Formamos parte de él porque estamos en él. Por esta razón la Escritura nos llama el cuerpo de Cristo. Ahora bien, si antes de poder saberlo y quererlo hemos sido elegidos y adoptados en Jesucristo con toda la Iglesia, esta elección y esta adopción significan que le pertenecemos eternamente, y que un día la comunidad que formamos sobre la tierra será una comunidad eterna junto a él. En presencia de un hermano debemos saber que nuestro destino es estar unidos con él en Jesucristo por toda la eternidad. Repitámoslo: comunidad cristiana significa comunidad en y por Jesucristo. Sobre este principio descansan todas las enseñanzas y reglas de la Escritura, referidas a la vida comunitaria de los cristianos.
“Acerca del amor fraterno no tenéis necesidad de que os escriba, porque vosotros mismos habéis aprendido de Dios a amaros unos a otros... Pero os rogamos, hermanos, que abundéis en ello más y más» (l Tes 4.9-10). Dios mismo se encarga de instruirnos en el amor fraterno; todo cuanto nosotros podamos añadir a esto no será sino recordar la instrucción divina y exhortar a perseverar en ella. Cuando Dios se hizo misericordioso revelándonos a Jesucristo como hermano, ganándonos para su amor, comenzó también al mismo tiempo a instruirnos en el amor fraternal. Su misericordia nos ha enseñado a ser misericordiosos; su perdón, a perdonar a nuestros hermanos. Debemos a nuestros hermanos cuanto Dios hace en nosotros. Por tanto, recibir significa al mismo tiempo dar, y dar tanto cuanto se haya recibido de la misericordia y del amor de Dios. De este modo, Dios nos enseña a acogernos como él mismo nos acogió en Cristo. “Acogeos, pues, unos a otros como Cristo os acogió” (Rom 15.7).
A partir de ahí, y llamados por Dios a vivir con otros cristianos, podemos comprender qué significa tener hermanos. “Hermanos en el Señor” (Flp 1.14) llama Pablo a los suyos de Filipos. Sólo mediante Jesucristo nos es posible ser hermanos unos de otros. Yo soy hermano de mi prójimo gracias a lo que Jesucristo hizo por mí; mi prójimo se ha convertido en mi hermano gracias a lo que Jesucristo hizo por él.

No hay comentarios:

Apocalipsis 1.9, L. Cervantes-O.

29 de agosto, 2021   Yo, Juan, soy su hermano en Cristo, pues ustedes y yo confiamos en él. Y por confiar en él, pertenezco al reino de Di...