sábado, 2 de febrero de 2013

Koinonía y amor, caras de la misma moneda, L. Cervantes-O.

3 de febrero, 2013

En cuanto al amor fraterno (filadelfías), no hace falta que les diga nada por escrito, ya que el mismo Dios les ha enseñado (theodidaktoi) a amarse los unos a los otros (agapan allélous). Y así lo practican (poieíte) con todos los hermanos de la entera Macedonia. Sólo les pedimos, hermanos, que progresen en ello más y más…
I Tesalonicenses 4.9-10, La Palabra (Hispanoamérica)

Ya desde el primer documento producido por la iglesia, la primera carta a los tesalonicenses, su autor recuerda la manera en que se practicaba el amor fraterno, propio de una sana koinonía. Junto con el énfasis escatológico acerca de la esperanza que debían tener ante la muerte de algunos integrantes de la comunidad, el énfasis que aparece cerca del final de la carta es el reconocimiento de lo que ya practicaban los tesalonicenses, pero que debían afinar aún más. El cap. 4 inicia con un ruego y una exhortación a vivir según el ejemplo transmitido por los mensajeros del Evangelio a fin de agradar a Dios, progresar lo más posible y vivir consagrados a Él (vv. 1-3).
Se trata, en palabras de Pablo Ferrer, de “construir un sujeto” que siempre es “incompleto y completable”, pues estando abiertos al cambio que viene de Dios será posible situarse adecuadamente ante los “bienes éticos” propuestos por el apóstol Pablo.[1] La segunda parte (vv. 4-5) promueve una buena comprensión del cuerpo y de la persona en sus relaciones íntimas, un valor muy importante porque, después de todo, el cuerpo es el depositario y el vehículo de todas las relaciones humanas, además de que se habla de una acción de posesión contrastada: “Entonces se marca la dicotomía entre la posesión al modo de los gentiles que no conocen a Dios y, por otro lado, la posesión según la voluntad de Dios (v. 3) en santidad” (Idem). Lo que aparece a continuación es la “defensa de los derechos del prójimo”: “que nadie [los] atropelle ni [los] conculque”. Ante ello, se anuncia la intervención de Dios mismo: “El dios que vigila y protege la posesión y la no destrucción del sujeto hermano se presenta como ekdikos, justiciero, vengador”. Él desea que se supere la impureza (akatharsía) y se imponga el valor supremo de la consagración (santificación, agiasmo, v. 7). El sujeto entrará a este estado gracias a la obra del Espíritu y no de algún ser humano (v. 8). “Esta intromisión de Dios [incluso] en las relaciones económicas es uno de los datos que refieren a una desescatologización puesto que no se espera un pronto fin sino que Dios se mete en lo cotidiano y lo santifica. La santidad de la persona y de las relaciones sociales, la donación del Espíritu Santo muestran la entrada de Dios en la historia y no un fin de ésta” (Idem, énfasis agregado).
Al avanzar y aplicar esta santificación a la relación con los demás en la comunidad, el pasaje afirma que “la santidad del sujeto no podía concebirse sola sino en relación con el hermano”, pues con él/ella se establecen siempre contactos de diversos tipos, desde la posibilidad de formar nuevas familias hasta trabajar juntos en un negocio, como parte de un amplio abanico de posibilidades. Filadelfías, la palabra griega usada en 4.9a, establece la forma “política de poder controlar y aumentar-enriquecer (perisseuo) las relaciones [comenzando con las] económicas”, relaciones básicas e insoslayables. Pablo hace señala, notablemente, que los tesalonicenses han sido enseñados directamente por Dios en este tema y que eso es una norma teologal:

Este sistema político era muy bien usado por los hermanos tesalonicenses de tal forma que Pablo entiende que no tiene necesidad de escribirles acerca de esto. Y más, Pablo considera que los tesalonicenses en esto son enseñados por Dios (theodidactos), un término que pondría en duda escuelas filosóficas para acceder a la sabiduría política y en cambio pone el camino apocalíptico de la revelación como acceso al conocimiento. […] …la comunidad de Tesalónica tenía un fuerte trabajo en la creación política de una red basada en el sentimiento de amicitia [amistad].
La construcción de un sistema político que resguarde las relaciones sociales, religiosas, económicas y en definitiva la vida misma ha sido una tarea que los tesalonicenses tenían en claro. Su trabajo en este sentido es motivo de admiración para Pablo (1 Tesalonicenses 1.7ss).

Pablo les ha dicho que ya no podía agregar nada a la enseñanza que les había dado inicialmente, pues la habían asimilado y la practicaban muy bien, tanto así que su impacto se sentía en toda la región de Macedonia (1.8c, 4.10). El amor fraterno está produciendo resultados, cambios, y ha mejorado la situación de la comunidad. En suma, ha tenido un efecto igualitario real, en todos los sentidos, y el enriquecimiento de la vida y las relaciones no es sólo una metáfora o un conjunto de buenos deseos, pues la vertiente económica aparece intensamente:

En el v. 11 se ve la forma de la unión entre lo personal, lo económico-laboral y lo político. En este versículo se exhorta a la ambición (filotimeomai usado como verbo económico) y en este sentido no deja de sorprender la idea de las relaciones económicas como eje fundamental para revisar y construir. Esta acción de ambicionar tiene tres verbos en infinitivo que se proponen como los objetos a adquirir: tranquilidad (hesujatso); hacer lo propio (prassota idia) y finalmente trabajar con las propias manos (ergatsomai tais idias jersin).

Del amor fraternal, koinónico, procede ¡una ética de los negocios y del trabajo!, pues no depender de nadie es un paso adelante en la comunión de bienes del libro de los Hechos: cuando haya que apoyar a alguien no debe dudar en hacerse, pero el camino es, en términos actuales, la autogestión y el trabajo propio. ¡Y todo ello dentro del marco de la espera de la venida del Señor!, la llamada “ética provisional” de la Iglesia que sabe que su Señor viene, que ama y trabaja en consecuencia. “Conducirse honradamente” (v. 12) es un actitud fruto del amor y de la koinonía, caras de la misma moneda, pues ambas deben tener consecuencias prácticas: “El v.12 finalmente pone una doble razón para la construcción de este proyecto: construir la dignidad del sujeto frente al sistema social (los de ‘afuera’) y la libertad de vivir con lo propio, sin depender de nadie. Todo termina pues en la visión del sujeto para el cual es urgente la posibilidad de sobrevivir, y esta en medio de una sociedad altamente hostil que descarta a los seres humanos”.




[1] P. Ferrer, “Macedonia: cristianos artesanos resistiendo al Imperio”, en RIBLA, núm 51, http://claiweb.org/ribla/ribla51/macedonia.html.

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