LA RECONSTRUCCIÓN INTEGRAL DEL PUEBLO DE DIOS
LA DEUDA EN LA REFORMA SOCIAL DE NEHEMÍAS (III)
José Severino Croatto
La gravedad de todo este asunto está en que una comunidad de
hermanos ha sido herida. La situación apuntada en los vv. 1-5 no es de ayuda
mutua, de asistencia de los ricos en favor de los necesitados, sino de
aprovechamiento de aquéllos a costa de éstos. La riqueza engendra más pobreza
en forma de deuda. Contra esta perversión previene Lv 25:35-55, en una serie
interesante de leyes que empiezan “si tu hermano se empobrece...”. Se prohíben
el interés, la usura y el tratamiento de esclavo hacia los hermanos que deben
trabajar para pagar deudas. Nehemías va más lejos aún, pidiendo una condonación
generosa y restauradora.
La
estructura manifiesta de Nehemías
Un texto comunica no sólo por las palabras y frases, sino
también por la posición de las mismas dentro de un todo cerrado. Este
comentario se refiere al texto diagramado que se adjunta. El vocablo “pueblo”
sirve de inclusión tanto entre los vv. 1-13 (ya observada) como entre 1 y 19
(temáticamente, entre 1 y 18b). El centro de la narración es ocupado por los
acreedores, no obstante el marco de la misma indica que el pueblo es el
referente principal, el que es oprimido (situación inicial del relato) y el que
resulta beneficiado por las decisiones tomadas (situación final). El cuadro de
situación (vv. 1-5+6) contiene varias inclusiones que lo cierran: el “clamor” (1
y 6); los “hermanos” explotadores (v. 1b) son nuestros “hermanos”, de la misma
carne (5a); nuestros “hijos” numerosos y carecientes (v. 2) son iguales que los
“hijos” de aquéllos, sin embargo son esclavizados (v. 5). La secuencia es
“hermanos-hijos-hermanos-hijos”.
El resultado es: “nuestros hijos/hijas son esclavos de sus
hermanos”. Situación ésta que tiene su causa en el orden económico, muy
destacado en estos versículos.
A nivel estructural, el lector
debe leer tres veces el conjunto “nuestros campos y nuestras viñas” (vv.
3a.4b.5b), que se relaciona con el hambre, con la deuda externa individual (en
el centro) y con el trabajo de esclavos.
Mirado el texto así de cerca, produce
un impacto retórico notable. Es un texto compacto y macizo. La situación
expresada en A es contrapuesta por la breve conclusión de A’. “Todo lo que hice
por este pueblo” supone cumplido el trámite para revertir la situación, dato
que no es narrado en el texto. Por eso la importancia de este final de
contrapunto.
Consideremos B y B’. B (v. 7)
especifica por primera vez a los causantes de la crisis social, que no son los
ricos en general, sino las autoridades políticas que colaboran con Nehemías. En
B’ se vuelve a mencionar a los oficiales de otrora10, que no se comportaban
como los de ahora (B). B y B’ se oponen, por tanto. Esta relación de oposición
queda subrayada por el “vosotros” del v. 7 frente al “ellos/yo” de 17-18.
La reprensión de Nehemías contra
los oficiales actuales se profundiza en C (v. 8), creando una oposición entre
“nosotros” (compradores) y “vosotros” (vendedores).
En C’, la crítica a funcionarios
anteriores que también habían oprimido al pueblo (v. 15a) se contrapone con el
propio ejemplo de Nehemías en una administración bastante larga (vv.
14.15b-16).
Este juego de suboposiciones (en
C’) se expresa así:
a gobernador (Nehemías): “no comí
el pan del gobernador” (14)
b gobernadores (anteriores):
“oprimieron al pueblo (de varias formas)” (v. 15ª)
b’ sus servidores: “también
oprimían al pueblo” (v. 15ab)
a’ yo (Nehemías): “no hice de
esta manera” (15b); “no adquirí campo alguno” (16).
B-C, como conjunto, destaca
ejemplos opuestos, lo mismo que B’-C’, sólo que la segunda vez se refiere al
pasado como testimonio en favor de Nehemías.
La relación entre D y D’ es más
bien lexemática: “palabra = cosa/hacéis’(v.9a) se reflejan quiásticamente en
“hizo/esta palabra” del v. 13b. En D’ (vv. 12b- 13) el vocablo haddãbar hazze aparece tres veces.
Los vv. 10-12a constituyen el
centro del capítulo y el programa de reforma propiamente dicho. En E y E’ se
expresan dos locutores diferentes: el “nosotros” de Nehemías y sus
colaboradores (E, v. 10), quienes también habían prestado dinero y trigo, pero
desisten de cobrar la deuda, precede y motiva el “nosotros devolveremos” de los
actuales abusadores de las necesidades del pueblo (E’, v. 12a).
Que Nehemías haya otorgado
préstamos en dinero y alimentos (v. 10a) no lo equipara a los otros, que se
hicieron dueños especialmente de los medios de producción y de vida (campos...
casas). De cualquier manera, E y E’ muestran dos deseos: una remisión de deudas
normales como ejemplo (E), y otra de bienes y deudas creadores de injusticia y
empobrecimiento.
Esta diferencia la pone de
relieve todo el capítulo (oposiciones entre la crisis provocada por los
“nobles-notables y oficiales”, y el buen ejemplo de Nehemías y su
administración) y, especialmente, la convergencia de E y E’ en el centro de
todo el capítulo y del proyecto reformista de Nehemías (X, v. 11).
En primer lugar, se exige a los
“hermanos” (v. ib) abusadores, la devolución de los medios de producción
(campos, viñedos, olivares, las viviendas, y luego el dinero y los productos
del campo (trigo, vino, aceite) que corresponden al primer terceto de
“campos/viñedos/olivares”.
Este versículo central merece
algún comentario más. Aquí no se emplea el vocablo “préstamo-deuda (massã)”, ni la expresión “condonar las
deudas” u otra semejante. No obstante, la hipotecación de los campos, y. demás
bienes, es a cambio de dinero o alimentos para subsistir (v. 3). Para
recuperare los campos, los pobres deben pagar sus deudas; lejos de poder
hacerlo, deben vender a sus propios hijos e hijas como esclavos (v. 5). La
deuda que sí deben pagar es el tributo imperial, para lo cual deben contraer
nuevas deudas (v. 4, ¡clarísimo!). La deuda internase hace impagable,
generándose un círculo de endeudamientos.
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EL GALIMATÍAS ACTUAL DE LA LAICIDAD EN MÉXICO
(I)
P
|
ara responder a una pregunta sobre lo que es la laicidad en un
programa de radio, el pastor Arturo Farela Gutiérrez, presidente de la
Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas Evangélicas (Confraternice) se
refirió a las palabras del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO):
“‘Estado laico es donde caben todas las iglesias de todas las confesiones
religiosas, los ateos, los agnósticos, los 125 millones de mexicanos’”. Y
agregó, de su propia cosecha: “Eso es Estado laico, pluralidad, libertad,
democracia, derechos humanos, no antirreligiosidad. El Estado laico no
significa ateísmo” (cit. por Raymundo Riva Palacio, “Los soldados de la 4T”, en
El Financiero, 3 de julio de 2019).
La misma persona se ha expresado
en términos muy similares en cuanta entrevista se le pone delante. Lo hizo
también en otro programa de radio conducido por Julio Hernández, en donde
estuvo acompañado por el sociólogo y analista Bernardo Barranco. […]
Y es que, en efecto, como se
enuncia aquí desde el uso de la palabra galimatías (“Lenguaje oscuro por la
impropiedad de la frase o por la confusión de las ideas”. “Confusión, desorden,
lío”, tal como la define el Diccionario de la Real Academia de la Lengua
Española), el concepto de laicidad y, más específicamente, de Estado laico, tal
como está plasmado en la Constitución mexicana, ya no coincide mucho con las
expresiones, pero, sobre todo, con la práctica del presidente en turno.
Porque la suma de acciones al
respecto ya es abundante y comprometedora. Todo empezó desde la toma de
posesión de AMLO como presidente cuando expresó: “Se logrará el renacimiento de
México haciendo realidad el progreso con justicia y una manera de vivir
sustentada en el amor a la familia, al prójimo, a la naturaleza, a la patria y
a la humanidad. Promoveremos el bienestar material y el bienestar del alma. Se
garantizará la libre manifestación de ideas y de creencias religiosas […] Vamos
a convocar a maestros, antropólogos, psicólogos, sociólogos, filósofos y
profesionales de otras disciplinas, así como a religiosos, librepensadores,
ancianos respetables y ciudadanos en general para la celebración de un congreso
en el cual se elabore una Constitución Moral, que ayude a fortalecer valores
nacionales, culturales y espirituales”. Esa línea de acción la ha venido
corroborando en los siete meses que ha cumplido en el poder, un año después de
su triunfo electoral.
Farela Gutiérrez, en los hechos,
ha estado fungiendo como una especie de “comisario religioso” gubernamental que
ha enarbolado el estandarte de la renovación moral anunciada por este régimen,
lo que también observó Riva Palacio:
La cuarta transformación tiene un estado superior, el paraíso,
pero terrenal, no metafísico. Para alcanzarlo, sin embargo, se necesita la fe.
Y para alimentar la fe y utilizarla como catalizador, se necesita un ejército.
Esta milicia la tiene lista el presidente Andrés Manuel López Obrador miles de
personas en espera de sus instrucciones para comenzar a difundir el evangelio
de la “nueva patria” que anunció el lunes en el Zócalo, que se sustentará en la
inyección de principios éticos. López Obrador, un hombre profundamente
religioso, fundamenta en ese conjunto de valores el éxito del país que desea.
El general que comandará las tropas que diseminarán sus postulados es Arturo
Farela, quien fue presentado nacionalmente el 8 de junio, al ser uno de los
invitados a hablar en Tijuana […] (LC-O)
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