sábado, 13 de julio de 2019

Letra 627, 14 de julio de 2019


LA RECONSTRUCCIÓN INTEGRAL DEL PUEBLO DE DIOS
LA DEUDA EN LA REFORMA SOCIAL DE NEHEMÍAS (IV)
José Severino Croatto

Resultado de imagen para deuda externa monedasEl v. 11 señala además una ironía digna de atención. Los acreedores han prestado a los pobres no sólo dinero, sino, también “trigo, vino y aceite”, aquellos productos que justamente los campesinos debían producir para-ellos. Pero los producen para los acreedores (que tienen los campos en hipoteca o expropiados), quienes se los “prestan”. ¿Cómo podrían devolverlos?
De ahí que si el v. 11 no habla de “condonar las deudas” sino de devolver, es por una razón muy honda. Es la única manera de rehabilitar a los pobres: que tengan sus propios medios de producción. Si éstos ya no están hipotecados, significa que no hay deudas. También el v. 11b indica más que una condonación de deudas: si así fuera, los deudores no deberían devolver dinero y alimentos. En cambio, ¡son los acreedores quienes tienen que “devolver” estas cosas que ellos mismos dieron en préstamo! ¿Cómo se devuelve lo que se presta? Estos bienes fueron dados en préstamo a cambio de garantías, hipotecas o expropiaciones, de tal forma que fueron producidos por los mismos que ahora los reciben. Son de ellos, y Nehemías les exige que se los “devuelvan”, y con creces (el ciento por uno, probablemente), por el daño provocado y para dar tiempo a que los campesinos recomiencen su propio ciclo productivo. Nada extraño, entonces, que este v. 11 esté en el centro de la estructura manifiesta del capítulo y del proyecto reformador de Nehemías.

Los cuatro lados del texto
No es el caso poner de relieve todos los vocablos o frases que se refieren a las instancias económica, social, política e ideológica. De hacerlo, el lector observaría la prevalencia del nivel económico (préstamo-deuda, tributo del rey, pan del gobernador, comprar, vender, campos..., empeñar-hipotecar, prestar, dinero, siclo, etcétera) con términos que recurren en el interior del texto. Lo importante es notar la interrelación que se teje en el texto entre los distintos niveles.
Un ejemplo: el hecho de que la clase dirigente de Jerusalén (nivel político) preste dinero o bienes de consumo (nivel económico) con hipoteca de bienes de producción (nivel económico-jurídico), engendra esclavos y pobres (nivel social) en el interior de una comunidad explícitamente llamada de “hermanos” (nivel ideológico). En sentido contrario: la memoria de ser una misma carne y el temor de Dios (vv. 5.9.15b), operan ideológicamente sobre Nehemías (quien escucha el clamor de los oprimidos) y sobre los responsables de la crisis (que son todos de la clase política, dirigente), para que condonen las deudas y devuelvan los bienes empeñados’ (nivel económico) para deshacer las diferencias sociales.
Para distinguir cada una de las instancias, hay que recorrer el texto entero. Ello significa que no son independientes entre sí, sino que se entrecruzan para generar el “sentido” del texto total. Es evidente que en la cúspide predomina el nivel político, ya que la reforma es llevada adelante por Nehemías en una instancia de poder como es la de gobernador.
De otra manera no se hubiera podido hacer una reforma social de base económica, por cuanto los opresores —aunque “hermanos” (v. 1b)— pertenecían a una clase social con poder político y económico. Es el caso de hablar de la función “salvífica” del poder usado para defender a los oprimidos, que lo son porque otro poder los subyuga.
Para concluir este parágrafo, hay que señalar otro hecho significativo que el texto “dice” implícitamente. La iniciativa de Nehemías es sólo de un segundo tiempo. El primer actor, el que levanta una queja o protesta, es el pueblo (v. 1), incluyendo a las mujeres. El dato es sociológicamente relevante. ¿Se le habría ocurrido a Nehemías hacer la reforma sin ese clamor del pueblo? Según el v. 6, parece que no.
También en Ex 3.7-9, el proyecto de liberación de Yavé sucede al grito de los oprimidos. El poder político de Nehemías hace posible y viable la reforma, sin embargo, la iniciativa no viene de arriba sino que surge de abajo. Es un hecho socio-político digno de atención. El poder político es una mediación que en este caso sirve para los intereses del pueblo.

Conclusión
A simple vista, un texto bíblico como el de Neh. 5 no parece tan rico. Tal vez por estar donde está (una obra poco usada), o porque su contenido parece agotarse en el hecho puntual del pasado. No es un texto profético, ni una “ley” o código. No obstante, como hecho histórico, al menos en su núcleo, es más sugerente e interrelaciona mejor los distintos niveles o instancias que hemos comentado. En normas como las de Dt. 15 no se capta, por ejemplo, la acción popular que presiona sobre las instancias políticas en favor de un cambio social.
A nosotros hoy en América Latina, un texto como el de Nehemías nos sugiere muchas cosas: que el “grito” del pueblo oprimido puede generar cambios; que los opresores tienen el poder de su parte, pero un poder conflictivo, inseguro, caduco; que los pobres de la tierra no tienen miedo de reclamar sus derechos; que puede haber una instancia política que use el poder para los que no lo tienen, y por eso son oprimidos; que el testimonio de los buenos gobernantes es una condición para pedir cambios a otros (recuérdese la argumentación testimonial de Nehemías en los vv. 14ss.).
Hay otra “punta” en el texto, que tiene que ver con la temática de este número de RIBLA, a saber, que la deuda de los oprimidos forma una cadena sin fin de nuevas deudas, haciéndose impagable. Neh. 5.11 propone cortar por lo sano (condonar todo el peso de la deuda) y algo más...: rehabilitar al oprimido, “devolviéndole” lo que parecía que se le “prestaba”. ¿No se dice aquí y allá que la deuda externa latinoamericana ya está pagada con creces, y que los acreedores deberían “devolver” abundantemente lo que aparentemente “prestaron”? Neh. 5 da qué pensar...
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EL GALIMATÍAS ACTUAL DE LA LAICIDAD EN MÉXICO (II)

Ésas y otras acciones, como a la que alude el artículo en cuestión, cuando en una ceremonia convocada por el gobierno en la frontera norte el sábado 8 de junio, dos religiosos (Farela y el sacerdote católico Alejandro Solalinde) tomaron la palabra para apoyar las negociaciones con Estados Unidos (Cf. Luis Hernández Navarro, “Con Dios de nuestro lado”, en La Jornada, 11 de junio de 2019,), marcadas por el enorme triunfalismo con que algunos sectores evangélicos han recibido esta impensable presencia en el ámbito político del país, están produciendo gran irritación entre los analistas y algunos legisladores que no han dejado pasar la oportunidad de señalar todo ello como una serie de exabruptos presidenciales (véase: “Que las iglesias prediquen la cartilla moral de la 4T es un atentado al Estado laico: PRD”, en La Otra Opinión, 27 de junio de 2019).
Riva Palacio cita los argumentos de Farela que explican su entusiasmo colaboracionista: “La Confraternidad cuenta con feligreses en siete mil congregaciones. Según Farela, la totalidad de cristianos evangélicos es de alrededor de 35 millones, y en Baja California, Campeche, Chiapas, Chihuahua, Ciudad de México, Estado de México, Tabasco, Tamaulipas y Veracruz, ‘tenemos más del 50 por ciento de la población total’. Farela habla el mismo lenguaje de López Obrador”.
La iglesia católica, por su parte, se deslindó abiertamente de la posibilidad de participar en la promoción de la Cartilla Moral (escrita por Alfonso Reyes hace 75 años) anunciada por el presidente y que el presidente de Confraternice confirmó con notorio entusiasmo, que ha compartido en cuanta ocasión se le presenta. Así lo dejó claro el vicario general de la diócesis de Querétaro, Martín Lara Becerril: “La Iglesia Católica es respetuosa de las decisiones de otras religiones en torno a la difusión de mensajes políticos, pero tiene claro que su misión es la predicación del evangelio y la doctrina cristiana. […] No haría falta integrar un nuevo código moral dentro de la iglesia católica cuando está suficientemente explícita y amplia como abarcar todo un proyecto moral con la sociedad” (Alejandro Payán Vázquez, “Católicos no tomarán carta moral de AMLO”, en Diario de Querétaro, 28 de junio de 2019).
A su vez, Rogelio Cabrera, presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, dijo desconocer el acuerdo del gobierno con algunas iglesias para difundir el documento (David Casas, “CEM desconoce acuerdo del Gobierno para difundir la cartilla moral”, El Sol de México, 1 de julio de 2019). Precisamente El Sol de México fue el medio que dio mayor cobertura al anuncio de la colaboración de las iglesias evangélicas mediante un encabezado que buscó la mayor espectacularidad: “Evangelistas predicarán cartilla moral de AMLO” (Gabriela Jiménez, 27 de junio de 2019) y una fotografía de la reunión de AMLO con integrantes de Confraternice en febrero pasado.
En un amplio repaso histórico, las especialistas Ana Razo y Catherine Andrews observan atentamente la relación estratégica, consciente o no, de la insistencia lopezobradorista en la educación o formación ética con los recientes impulsos católicos y evangélicos en contra de los derechos humanos, de lo cual han dado sobradas pruebas en los últimos meses:

La pregunta obligada apunta a la política educativa. ¿Qué tipo de educación cívica queremos fomentar en las escuelas? ¿qué ciudadanía promueve la escuela pública?

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