lunes, 5 de julio de 2010

La violencia actual: una lectura bíblico-teológica

CAÍN
José Emilio Pacheco


Su nombre es testimonio de la Caída:
Caín el can de la corrupción,
el perro rabioso
que la tribu mata a pedradas.

Caín, la propiedad, el poder, la soberbia.
Caín, la cárcel del vulnerable cuerpo afligido
por el ansia de herir y dar la muerte.
Calcinación de furia humicida
para que abra la boca la tierra,
devore al muerto y produzca su fruto.
(Pero la sangre clamará venganza.)

Caín, caimán, calabozo, cadena
de capataz que sujeta al vencido
(su hijo, su hermano)
y lo convierte en bestia de labor y de carga.

Caín el canalla. Caín el cáncer
de la doliente humanidad que con él nacía.
Caín carnicero.
Caín el caos que reemplazó al paraíso.
Cardos y espinas lo que fue el Edén.
Sudor, dolor para labrar la tierra
que nos detesta
como intrusos depredadores. […]

Caín no perdonó la afrenta de que su hermano
fuera alabado. Y le dio muerte. Quizá
Abel también lo odiaba. (Al respecto
hay un silencio en el Génesis.) […]

Caín mató a su hermano y abrió la historia.
“¿Qué hemos hecho?”,
habrá exclamado Adán frente a Eva,
primera Máter Dolorosa, Pietà
con el hijo muerto,
con la primera víctima, el primer eslabón
de la cadena interminable.

A través de su cuerpo herido vino la muerte
a compartir con el mal el mundo.
Caín quedó condenado a ser extranjero errante
en el planeta del castigo,
a tener conciencia, a ser conciencia culpable.

Caín nuestro padre.
El fundador de las ciudades.

No hay comentarios:

Apocalipsis 1.9, L. Cervantes-O.

29 de agosto, 2021   Yo, Juan, soy su hermano en Cristo, pues ustedes y yo confiamos en él. Y por confiar en él, pertenezco al reino de Di...