J. Severino Croatto
“La tierra estaba llena de violencia”, nos dice el redactor que introduce el relato del diluvio (Génesis 6:11b.13a). La constatación parece global, pero el contexto inmediato clausura la referencia a los hombres (vv. 5 y 12b), y más concretamente a la desmesura de los gigantes, poderosos y famosos (v. 4). Este pasaje bíblico nos sirve de buen comienzo para reflexionar sobre lo que es la violencia, ese fenómeno humano de todos los tiempos, registrado en los textos más antiguos de que tengamos conocimiento.
1. Introducción
La violencia es siempre una manifestación de poder, y es desencadenada por el deseo egoísta de “ser/tener/poder” más que otro, el cual se convierte en su receptor y en el perjudicado real. La violencia no se ejercita en el vacío sino sobre un “otro” y sus cosas.
Es la primera violencia, la que rompe el equilibrio de las relaciones justas y normales de la sociedad, desde la familia hasta el estado. Es perversa por cuanto genera in justicias por un lado, y respuestas violentas por el otro. Más aun cuando el poder que la sostiene tiene en su origen la finalidad de proteger al desvalido, justamente al que no tiene poder. Por ello los profetas de Israel son tan sensibles a la corrupción del poder que engendra injusticia y pobreza (cf. Amós 3:9 ss; 5:7.10-12; 8:4-6); más que a la violencia entre iguales. Por cuanto el poder orientado a proteger al débil se pervierte en violencia contra éste, generando injusticias, desprotección, impunidad, carencias, surge a veces otra violencia que es respuesta y rechazo. Aquella se engendra en el egoísmo, ésta en el amor o al menos en el derecho de justa defensa. Hay en efecto en toda sociedad leyes que regulan las prácticas sociales para prevenir la primera violencia, para asegurar las relaciones justas, el bien de la comunidad.
Pero la realidad no expresa siempre su cumplimiento: la primera violencia, aquella que es producto de la “desmesura del poder”, engendra estados de injusticia, de desorden en las relaciones sociales. Dada esta situación, hay también otras leyes que sirven para restablecer la justicia (castigos, multas, indemnizaciones, etcétera). El resultado buscado es el retorno al estado normal de las relaciones sociales en una comunidad. Ahora bien, este ejercicio de la justicia restauradora se expresa como una forma de poder (del rey, del juez, de todo aquel que administra la justicia). Aquí es donde la función salvífica del poder se pone a prueba. Es fácil que dicha función se degenere, se haga opresora, protegiendo a los gestores de la injusticia primera, en vez de hacerlo respecto de los débiles oprimidos.
Esta es una segunda violencia, que apoya a la primera y deja al oprimido completamente indefenso. ¿Contemplan las sociedades esta situación, creando leyes que castiguen a los que no practican la justicia? El problema es serio. Se puede entenderlo mejor con el proverbio sobre la sal: si ésta se vuelve insípida, ¿con qué se podrá salar una comida? Si la justicia se vuelve injusticia ¿con qué se podrá hacer justicia?
2. La palabra crítica de los profetas
Por eso los profetas de Israel atacaron quizás con más crudeza esta “injusticia de la justicia”, esta segunda violencia, que a la ya insoportable injusticia primera, la que engendra opresión y pobreza. Critican a los ricos y a los poderosos por oprimir a los débiles (Isaías 1:10 ss; Amós 2:6s; 4:1; 5:11;8:4-6; Jeremías 7:5-6;22:3.13 ss, etc.), pero más se detienen en reclamar el ejercicio de la justicia a aquellos que tienen la función de hacerlo: “dad sus derechos al oprimido (tal vez: enderezad al opresor), haced justicia al huérfano, abogad por la viuda” (Isaías 1:17b). No es una voz dirigida a los opresores de la primera forma de violencia sino a quienes pueden suprimirla y no lo hacen.
La interpelación de Jeremías 7:3 a la “casa real de Judá” se refiere a la primera violencia (“no hagáis violencia ni derraméis sangre inocente en este lugar”) pero sobre todo a los de la segunda: “practicad el derecho y la justicia, librad al oprimido de manos del opresor, y al forastero, al huérfano y a la viuda no atropelléis”. La frase subrayada destaca no sólo la violencia opresora que produce injusticia sino también la obligación de los que tienen poder (“la casa de Judá”, la clase dirigente de Jerusalén) de revertir dicha situación.
La interpelación profética da a entender que el poder real no se ejercía en esa dirección sino en la contraria, en la de una segunda violencia. El elogio a Josías porque “hacía justicia y derecho..., juzgaba la causa del oprimido y del pobre” (v. 15s) supone la crítica a Joaquim porque no lo hacía (vv. 13-17). Este rey es acusado de las dos formas de violencia vistas hasta aquí: el abuso de su poder para engrandecerse a costa de sus súbditos (vv. 13 y 17, como inclusión del poema) y el no ejercicio del mismo para juzgar en favor de los oprimidos (vv. 15-16 por contraposición con Josías).
Esta referencia está en el centro, señalando el clímax de la acusación. Llama la atención, a su vez, que en el libro de Amós la crítica por la primera violencia esté en los extremos (2:6s y 8:4-6) y en dos oráculos centrales (4:1 y 5:11) pero que todo el libro, sobre todo en el centro, esté salpicado de referencias a la segunda violencia, la no-práctica de la justicia salvadora (5: 7.10.12b.15a; 6:12). Por ello, en vez de fiestas religiosas y de sacrificios, Yavé reclama de Israel “que fluya el juicio como agua y la justicia como un torrente inagotable” (5:24). El oráculo está dirigido a quienes tienen la función de administrar justicia en favor de los desvalidos, objeto de la violencia opresora de los poderosos. Resulta claro también que los actores de la primera violencia se sumen a los de la segunda. Son quienes, en palabras del libro de Isaías, sobornan, llevan regalos a los jueces y no dejan que el pleito de la viuda llegue hasta ellos (1:23.26a, en relación contrapuesta).
__________________________________________
COMUNIÓN Y JUSTICIA: TEMAS PRIMORDIALES PARA LA COMUNIÓN MUNDIAL DE IGLESIAS REFORMADAS
Dafne Sabanes Plou
El trabajo por la comunión ecuménica entre todas las iglesias y el compromiso con la lucha por la justicia en el mundo son los temas centrales que marcan el camino a seguir por la nueva Comunión Mundial de Iglesias Reformadas (CMIR) que se creó durante esta Asamblea General de Unificación, en Grand Rapids Michigan. La CMIR es resultado de la unión de dos grandes organizaciones cristianas: la Alianza Reformada Mundial y el Concilio Ecuménico Reformado. Tiene una membresía de 230 iglesias en 108 países, con 80 millones de fieles. “Buscamos la inspiración del Espíritu Santo en este camino que iniciamos juntos”, dice el mensaje de la Asamblea, que reconoce el aporte realizado a esta reunión por la participación de los pueblos originarios de Odawa, Ojibwa y los Potawatomi, que compartieron su fe y su testimonio durante los 10 días que duró la reunión.
“Fuimos conmovidos por como la naturaleza comunal de Dios nos llama a la comunión de unos con otros y con toda la creación. Celebramos esta comunión con la Santa Cena. Reconocimos que esta comunión es posible por la obra transformadora que deseamos realizar en este mundo. Escuchamos que nuestra identidad como pueblo de Dios nos compromete con el trabajo de la justicia de Dios”, continúa el mensaje que en una sección toma la estructura de una letanía e incluye un mensaje pensado especialmente para los niños.
El trabajo por la fraternidad, la unidad y la misión integral de las iglesias miembros de CMIR son las metas expresadas por Jerry Pillay, de la Iglesia Presbiteriana Unida de África del Sur, quien fue electo como primer presidente de la CMIR. Pillay considera que hay que potenciar la voz y la labor de las iglesias en esta nueva etapa. “Mis prioridades están concentradas en reforzar la fraternidad entre las iglesias y sus fieles, mantener la unidad y sostener una misión comprometida, siendo proféticos y solidarios y trabajando por el cambio en nuestro mundo de hoy”, dijo en conferencia de prensa. […]
___________________________________
LECTURAS BÍBLICAS 2010 (19)
JUAN 8.27-40, Biblia en Lenguaje Actual
27 Pero ellos no entendieron que Jesús les estaba hablando de Dios su Padre. 28 Por eso les dijo: ―Ustedes sabrán quién es en realidad el Hijo del hombre cuando me cuelguen de una cruz. También sabrán que no hago nada por mi propia cuenta, sino que sólo digo lo que mi Padre me ha enseñado. 29 Mi Padre nunca me ha abandonado, pues yo siempre hago lo que a él le agrada.
JUAN 8.27-40, Biblia en Lenguaje Actual
27 Pero ellos no entendieron que Jesús les estaba hablando de Dios su Padre. 28 Por eso les dijo: ―Ustedes sabrán quién es en realidad el Hijo del hombre cuando me cuelguen de una cruz. También sabrán que no hago nada por mi propia cuenta, sino que sólo digo lo que mi Padre me ha enseñado. 29 Mi Padre nunca me ha abandonado, pues yo siempre hago lo que a él le agrada.
30 Cuando Jesús dijo esto, mucha gente creyó en él. 31 Jesús les dijo a los judíos que habían creído en él: ―Si ustedes obedecen mis enseñanzas, serán verdaderamente mis discípulos; 32 y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.
33 Ellos le contestaron: ―Nosotros somos descendientes de Abraham, y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Por qué dices que seremos libres? 34-36 Jesús les respondió: ―Ningún esclavo se queda para siempre con la familia para la cual trabaja. El hijo de la familia sí se queda para siempre, y si él quiere puede dejar en libertad al esclavo. Les aseguro que cualquiera que peca es esclavo del pecado. Por eso, si yo, el Hijo de Dios, les perdono sus pecados, serán libres de verdad.
37 "Yo sé que ustedes son descendientes de Abraham, pero quieren matarme porque no aceptan mis enseñanzas. 38 Yo sólo les digo lo que mi Padre me ha enseñado. Ustedes, en cambio, hacen lo que les ha enseñado su padre. 39 Ellos le dijeron: ―¡Nuestro padre es Abraham! Entonces Jesús les contestó: ―Si en verdad ustedes fueran descendientes de Abraham, harían lo que él hizo.
_____________________________________________
EL PROGRESO DEL PEREGRINO, DE JOHN BUNYAN
"Mirad que no desechéis al que habla; porque si aquéllos no escaparon, que desecharon al que hablaba en la tierra, mucho menos escaparemos nosotros si desecháramos al que nos habla desde los cielos." "El justo vivirá por la fe; mas si se retirare, no agradará a mi alma."
Y haciendo aplicación de estas palabras a Cristiano, dijo: —Tú eres ese hombre que vas precipitándote en tal miseria; has empezado a rechazar el consejo del Altísimo y a retirar tu pie del camino de la paz, hasta el punto de exponerte a la perdición. Cristiano cayó entonces casi exánime a sus plantas, exclamando: — ¡Ay de mí, que soy muerto! —
Al ver esto, Evangelista le asió de la mano, diciendo: —Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres. No seas incrédulo, sino fiel. Repuesto algún tanto Cristiano, se levantó; pero siempre avergonzado y tembloroso delante de Evangelista, el cual añadió: —Pon más atención a lo que voy a decirte: yo te mostraré quién era el que te engañó, y aquél a quien ibas dirigido. El primero se llama Sabio-según-el-mundo, y con mucha razón, porque, en primer lugar, sólo gusta de la doctrina de este mundo, por lo cual va siempre a la iglesia de la villa de la Moralidad, y gusta de esa doctrina porque le libra de la Cruz, y en segundo lugar, porque siendo de este temperamento carnal, procura pervertir mis caminos, aunque rectos. Por eso, tres cosas hay en el consejo de ese hombre, que debes aborrecer con todo tu corazón:
No hay comentarios:
Publicar un comentario