La Iglesia Presbiteriana Ammi-Shadday es una comunidad cristiana que adora y sirve al Dios único y verdadero, Padre, Hijo y Espíritu Santo. En ella se reúnen hombres y mujeres de todas las edades y de todas las condiciones para celebrar agradecida, gozosa y conscientemente el amor divino revelado en Jesucristo, y para ofrecer humilde pero sinceramente el afecto fraterno a todas las personas que buscan el consuelo de Dios y el calor de la comunidad humana.
domingo, 29 de agosto de 2010
sábado, 28 de agosto de 2010
Letra 185, 29 de agosto de 2010
APUNTES ACERCA DE LA BIBLIA Y SU INTERPRETACIÓN (III)
Plutarco Bonilla
Lupa Protestante, 21 de abril de 2008
Interpretación e inspiración de las Escrituras
Plutarco Bonilla
Lupa Protestante, 21 de abril de 2008
Interpretación e inspiración de las Escrituras
Afirmar, como dijimos, que lae Biblia es la palabra privilegiada de Dios significa afirmar que esa es palabra inspirada. Pero ¿en qué consiste la inspiración? Una cosa es afirmar el hecho y otra, bastante diferenciada, intentar entender o explicar cómo se produce este. Como argumento explicativo, esto último es una construcción teológica. De ahí que se hayan ofrecido, a lo largo de la historia del pensamiento y desde la antigüedad cristiana, diversas teorías explicativas. No es este el lugar para discutir el tema de la inspiración. Sólo añadiría aquí que considero insostenible afirmar, como hace cierto documento que sirvió de base a los traductores de una versión del NT, que “los estudios avanzados de la crítica textual [y de la Numeración Bíblica] han demostrado que, en el Texto Sagrado, no sólo los libros y las palabras y su orden, sino [las sílabas y] las mismas letras, se encuentran distribuidos por medida así como por peso, y ubicados con designio y propósito”.
Una afirmación tal refleja una concepción particular de la inspiración, concepción que el mismo documento explicita más adelante con estas palabras: «§1 Los documentos autógrafos del Antiguo y del Nuevo Testamento fueron divinamente inspirados y expresan en cada una de sus palabras y letras el propósito de Dios». Pareciera, según esta comprensión de la inspiración, que Dios «sopló» (en el sentido escolar de la palabra) al oído del escritor el texto en sus mínimos detalles. Lo que sí nos interesa destacar es que afirmar la inspiración de la Biblia e interpretar esa palabra inspirada son aspectos distinguibles.
Los resultados de la interpretación no siempre se corresponden con la doctrina de inspiración que se sostenga. No obstante, quien sostiene la inspiración por dictado tiende a interpretar la Biblia literalmente. Quisiera proponer que, aunque haya pasajes de interpretación literal obvia, en su conjunto la Biblia debe ser interpretada tomando en consideración el contexto global en que se escribió el texto en cuestión (o sea, el texto específico que se interprete). La importancia de este dato se percibe al notar la enorme cantidad de libros y artículos que se han escrito, y más en fechas recientes, sobre, por ejemplo, el mundo del NT, desde todos los puntos de vista imaginables (religioso, social, familiar, político, económico, militar, arquitectónico, artístico, lingüístico, folclórico, musical, de las costumbres, etc.). Cuando uno trata de incursionar en ese mundo al estudiar la Biblia, entonces, la pregunta ¿qué significa este dato? va precedida de esta otra: ¿qué significaba este dato?
Observaciones finales
Termino esta exposición con algunas ideas, de carácter práctico, directamente relacionadas con la interpretación de las Escrituras. Incluyo algunos ejemplos.
a) Ponga en práctica, tan agudamente como le sea posible, sus capacidades de observación. El Dr. Juan Stam, bien conocido en nuestro medio, dice que el estudiante de la Biblia debería usar una lupa como herramienta de trabajo, para poder ver así lo que no vería sin el uso de un instrumento de ayuda. Dice él: “Una cosa es la lectura bíblica, para buscar textos que inspiran; eso es necesario y edificante, pero inadecuado para comprender el mensaje bíblico más amplio y encontrar verdades doctrinales. Otra cosa es el estudio bíblico, con la lupa, para investigar con esmero y profundizar en el mensaje del texto inspirado”.
El estudiante —no el simple lector de la Biblia— debe de desarrollar sus habilidades de observación minuciosa. Para ello, tiene que prestar atención a todos los detalles del texto, incluidos aquellos que a simple vista pudieran parecer que carecen de importancia. Por ejemplo, en una narración solemos fijarnos en los personajes principales de la historia. Pero muchas veces los personajes secundarios adquieren, en el significado del texto, una relevancia que se nos escapa de la observación.
En algunas ocasiones, cuando he dicho que la parábola conocida como «El hijo pródigo» es un relato inconcluso, algunos me han cuestionado tal afirmación. Pero ¿es de verdad como piensan? ¿es un relato cerrado o abierto? Quien considera que se trata de una historia cerrada piensa que el hermano mayor es un personaje secundario, y se le deja refunfuñando ante su padre. Sin embargo, a la luz de las palabras introductorias de esta tripleta de parábolas, el hermano mayor no es personaje que haya que dejar de lado. Queda en el aire una pregunta a la que la parábola no da respuesta: el hermano mayor, ¿aceptó la invitación de su padre y entró a la fiesta, o no?
La introducción que Lucas le pone a la parábola y la (in)conclusión del relato están íntimamente relacionadas. El oyente de la parábola es quien tiene que concluirla, es quien tiene que responder a aquella pregunta que quedó pendiente. Lo dicho respecto de los personajes se aplica a los demás elementos del texto: situaciones, acciones (y aquí es necesario prestar cuidadosa atención a los verbos), costumbres, creencias, modos de hablar, criterios dominantes, propósito del texto, etcétera.
b) Para lograr lo anterior es necesario tratar de eliminar de nuestra mente cualesquiera presuposiciones respecto del texto. Es lo que Stam llama el borrador, como segunda herramienta de estudio. Al acercarnos a un texto solemos allegarnos a él con ideas preconcebidas, de las cuales muchas veces ni nos percatamos. Si al estudiar el texto no vemos en él la presencia de tales presuposiciones, debemos tener el valor de descartarlas o, como me gusta decir, debemos “ponerlas entre paréntesis”, al menos de momento. Lo anterior no es asunto fácil, pues se requiere desarrollar también otra habilidad que, con suma frecuencia, resulta compleja. Me refiero a la capacidad, que se va adquiriendo con la experiencia y que nunca se logra a cabalidad, de ser críticos de nuestro propio pensamiento. Sin esta autocriticidad, convertimos nuestras ideas en dogmas. Y de ahí a volvernos arrogantes y fanáticos hay muy poco trecho. La historia —incluida la del cristianismo— está repleta de ejemplos. Y ejemplos tenemos, por arrobas, en ciertas columnas de nuestros periódicos. c) En tercer lugar, nunca trate de interpretar el texto bíblico sin tomar en consideración su propio contexto. Aunque este es esencial y de la mayor importancia, no me refiero exclusivamente al contexto literario (lo que se suele determinar como «lo que está delante y lo que va después» del texto que se estudia). Este principio tiene varias implicaciones.
Veamos algunas de ellas en dos ejemplos: A lo largo de mi vida no sé cuántos sermones he escuchado sobre la historia de los dos discípulos en el camino a (Lucas 24.13-35). Por lo general, en la predicación se centra buena parte de la atención en las palabras de los discípulos: «Quédate con nosotros» (v. 29), y se conectan esas palabras con lo que los mismos discípulos dirían después, al reconocer a Jesús resucitado: «¿No es verdad que el corazón nos ardía en el pecho...?» (v. 32).
La conclusión es, entonces, fácil de predecir: los discípulos invitaron a Jesús a quedarse con ellos porque ellos sintieron en su corazón la calidad de la presencia de él. Quisieron, ellos, seguir gozando de esa calidez, de esa presencia. Pero ¿es ese el sentido del texto? ¿Es esa interpretación fiel al contexto del texto? ¿a lo que el mismo texto dice? Lucas mismo nos da algunas pistas que, nos parece, apuntan en otra dirección. Veamos:
1) Ellos, los discípulos, comenzaron una caminata de unos once kilómetros que los llevaría de Jerusalén a Emaús;
2) para ellos, Jesús era un «forastero» en Jerusalén;
3) cuando estaban por llegar a Emaús, ya era algo tarde, el sol se estaba poniendo y se hacía de noche;
4) Jesús actuó como si fuera a seguir su camino (el texto no dice a dónde se dirigiría);
5) los discípulos aún no habían reconocido en el peregrino a Jesús.
_______________________________________
LECTURAS BÍBLICAS 2010 (23)
JUAN 9.26-38, Biblia en Lenguaje Actual
26 Volvieron a preguntarle: ―¿Qué hizo? ¿Cómo fue que te sanó?
27 Él les contestó: ―Ya les dije lo que hizo, pero ustedes no me hacen caso. ¿Para qué quieren que les repita lo mismo? ¿Es que también ustedes quieren ser sus seguidores?
28 Los jefes judíos lo insultaron y le dijeron: -Seguidor de ese hombre lo serás tú. Nosotros somos seguidores de Moisés. 29 Y sabemos que Dios le habló a Moisés; pero de ese Jesús no sabemos nada.
30 El joven les respondió: ―¡Qué extraño! Ustedes no saben de dónde viene, y sin embargo, a mí me ha sanado.31 Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero sí escucha a los que le adoran y le obedecen.32 Nunca he sabido que alguien le haya dado la vista a uno que nació ciego.33 Si este hombre no fuera enviado por Dios, no podría hacer nada.
34 Entonces le contestaron: ―Ahora resulta, que tú siendo pecador desde que naciste nos vas a enseñar. ¡Ya no te queremos en nuestra sinagoga!
35 Jesús se enteró de esto, y cuando se encontró con el joven le preguntó: ―¿Crees en el Hijo del hombre?
36 El joven le respondió: ―Señor, dígame quién es, para que yo crea en él.
37 Jesús le dijo: ―Lo estás viendo. Soy yo, el que habla contigo.
38 Entonces el joven se arrodilló ante Jesús y le dijo: ―Señor, creo en ti.
______________________________________
EL PROGRESO DEL PEREGRINO, DE JOHN BUNYAN
CRIS. — Evangelista me mandó venir aquí, y llamar, como hice: y me dijo que usted me diría lo que debía yo hacer.
BUENA VOL. — Una puerta abierta está delante de ti, y nadie la puede cerrar.
CRIS. — ¡Qué ventura! Ahora empiezo a recoger el fruto de mis peligros.
BUENA VOL. — Pero, ¿cómo es que viniste solo?
CRIS. — Porque ninguno de mis vecinos vio su peligro como yo vi el mío.
BUENA VOL. — ¿Ninguno de ellos supo de tu venida?
CRIS. — Sí, señor; mi mujer y mis hijos fueron los primeros que me vieron salir, y me gritaron para que volviese. También varios de mis vecinos hicieron lo mismo, pero me tapé los oídos y seguí mi camino.
BUENA VOL. — Y ¿ninguno de ellos te siguió para persuadirte?
CRIS. — Sí, señor; Obstinado y Flexible; mas cuando vieron que no podían lograrlo, Obstinado se volvió enojado; pero Flexible vino conmigo un poco más en el camino.
BUENA VOL. — ¿Pero por qué no siguió hasta aquí?
CRIS. — Vinimos juntos hasta llegar al Pantano de la Desconfianza en el que ambos caímos de repente. Entonces mi vecino Flexible se desanimó, y no quiso pasar delante. Saliendo pues del pantano por el lado más próximo a su casa, me dijo que me dejaba poseer solo el dichoso país: así se fue él por su camino y yo me vine por el mío: él siguió a Obstinado y yo seguir hacia esta puerta.
Culto de oración y estudio, martes 31 de agosto de 2010
Martes 1 de septiembre, 19 hrs.
PRIMERAS REACCIONES DE JOB Job 3.1-10
Modera: Hno. David Ábrego
SOBRE EL LIBRO DE JOB
PRIMERAS REACCIONES DE JOB Job 3.1-10
Modera: Hno. David Ábrego
SOBRE EL LIBRO DE JOB
Del mismo modo que Rudolf Otto y Karl Barth, Martin Buber ve a Job como un “rebelde con fe” y, por tanto, un siervo de Dios. Los tres hombres de Dios parecen quedarse cortos en cuanto a las amargas ironías que contiene el Libro de Job, que es la razón por la que yo prefiero la ironía de la respuesta de Calvino, “Dios tendría que crear nuevos mundos, si pretendiera satisfa-cernos”, o bien la ironía, más compleja, de Kierkegaard: «Pon tus ojos en Job, aunque te horrorice: no es esto lo que él desea, si tú no lo deseas». No podemos estar satisfechos, porque Jehová no creará más mundos, y nosotros necesitamos sentirnos horrorizados ante Job, aunque él no lo pretenda. Los límites del deseo son también los límites de la literatura. La percepción de Kierkegaard es increíble: no es la creación, sino el creador, lo que abruma a Job. Nuestro deseo del bien es inconmensurable, no en relación con el bien mismo sino con el creador del bien. […] Job, en el tono de Jeremías, aceptó escoger la adversidad.
HAROLD BLOOM Ensayistas y profetas
JOB 3.1-5, NVI
Después de esto, Job rompió el silencio para maldecir el día en que había nacido. Dijo así:
“Que perezca el día en que fui concebido/
y la noche en que se anunció:/
"¡Ha nacido un niño!"./
Que ese día se vuelva oscuridad;/
que Dios en lo alto no lo tome en cuenta;/
que no brille en él ninguna luz./
Que las tinieblas y las más pesadas sombras/
vuelvan a reclamarlo;/
Que una nube lo cubra con su sombra;/
que la oscuridad domine su esplendor.
PRÓXIMAS ACTIVIDADES
SEPTIEMBRE
4 – V Reunión de mujeres: Olivar del Conde
7 – Reunión de Consistorio
12 - Seguimiento de lecturas bíblicas
15 - Noche Mexicana
Biblia y derechos humanos: una lucha interminable, L. Cervantes-O.
29 de agosto de 2010
La gloria de Dios es el ser humano vivo; la vida del ser humano es la visión de Dios.
Ireneo de Lyon, Contra los herejes
1. ¿Derechos divinos vs. derechos humanos en la Biblia?
Una tendencia pocas veces confesada en el seno de las iglesias es la “reivindicación de los derechos divinos”, pues aunque la práctica de lo que se conoce como “apologética”, es decir, la defensa de la fe ante sus enemigos ha visto pasar sus mejores días (a pesar de ciertos espíritus trasnochados como Josh McDowell, de reciente paso por México), se insiste en subrayar, incluso pasando encima de la evidencia bíblica, que Dios requiere ser “defendido” a toda costa para que su gloria no sufra menoscabo alguno, como si esto fuera posible y los seres humanos que se atreven a hablar en su nombre fueran sus insustituibles garantes. Esto pasa por alto, entre otras cosas, el sentido de la gran afirmación de Ireneo acerca de que si en algo consiste la gloria de Dios o en qué lugar espera ser glorificado es precisamente en la vida de los seres humanos, pero no en términos de que éstos verbalicen o expresen que la reconocen, sino en que su propia existencia se mantenga en calidad y dignidad. De esta manera, Ireneo, obispo de Lyon en el segundo siglo (discípulo de Policarpo, obispo de Esmirna, discípulo directo de Juan, El teólogo), se anticipó a lo que es la esencia teológica de los derechos humanos, porque más allá de que Dios “renuncia” explícitamente al narcisismo de la glorificación de su persona, transfiere la necesidad de destacar y hacer presentes en la historia los derechos de la humanidad. El concepto de derechos humanos nace justamente cuando, al pertenecer o no a un grupo particular, se defienden los derechos de otros que no pertenecen al mismo, en el espíritu de las famosas palabras del pastor luterano Martin Niemöller (1892-1984), quien participó activamente en la resistencia al nazismo hitleriano:
Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio, porque yo no era comunista.
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata.
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté, porque yo no era sindicalista.
Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté, porque yo no era judío.
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.[1]
Ireneo de Lyon, Contra los herejes
1. ¿Derechos divinos vs. derechos humanos en la Biblia?
Una tendencia pocas veces confesada en el seno de las iglesias es la “reivindicación de los derechos divinos”, pues aunque la práctica de lo que se conoce como “apologética”, es decir, la defensa de la fe ante sus enemigos ha visto pasar sus mejores días (a pesar de ciertos espíritus trasnochados como Josh McDowell, de reciente paso por México), se insiste en subrayar, incluso pasando encima de la evidencia bíblica, que Dios requiere ser “defendido” a toda costa para que su gloria no sufra menoscabo alguno, como si esto fuera posible y los seres humanos que se atreven a hablar en su nombre fueran sus insustituibles garantes. Esto pasa por alto, entre otras cosas, el sentido de la gran afirmación de Ireneo acerca de que si en algo consiste la gloria de Dios o en qué lugar espera ser glorificado es precisamente en la vida de los seres humanos, pero no en términos de que éstos verbalicen o expresen que la reconocen, sino en que su propia existencia se mantenga en calidad y dignidad. De esta manera, Ireneo, obispo de Lyon en el segundo siglo (discípulo de Policarpo, obispo de Esmirna, discípulo directo de Juan, El teólogo), se anticipó a lo que es la esencia teológica de los derechos humanos, porque más allá de que Dios “renuncia” explícitamente al narcisismo de la glorificación de su persona, transfiere la necesidad de destacar y hacer presentes en la historia los derechos de la humanidad. El concepto de derechos humanos nace justamente cuando, al pertenecer o no a un grupo particular, se defienden los derechos de otros que no pertenecen al mismo, en el espíritu de las famosas palabras del pastor luterano Martin Niemöller (1892-1984), quien participó activamente en la resistencia al nazismo hitleriano:
Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio, porque yo no era comunista.
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata.
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté, porque yo no era sindicalista.
Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté, porque yo no era judío.
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.[1]
En el caso de la viña de Nabot (I Re 21), el profeta Elías (“Yahvé es Dios”) no aparece solamente para defender el honor divino sino también para denunciar el enorme agravio de que ha sido objeto Nabot, un vecino del palacio, al acusarlo de blasfemar contra Dios (¡los defensores del honor de Dios que nunca faltan! ¡Más piadosos que Dios mismo!, v. 10) justifican un crimen en nombre de lo sagrado. La respuesta de Yahvé por labios de Elías es contundente: “¿No mataste y también has despojado?” (v. 19a). José Luis Sicre resume muy bien los niveles de abuso y complicidad de la historia:
…a medida que nos alejamos del verdadero culpable, aumenta la actividad y colaboración en la muerte del inocente: el rey se acuesta en su lecho, la reina escribe cartas, las autoridades proclaman un ayuno y colocan a Nabot frente al pueblo, los falsos testigos dan testimonio contra él, el pueblo lo apedrea. Al final, el rey ni siquiera sasbe realmente lo que ha ocurrido. Y no desea saberlo. Con las manos limpias puede bajar a la viña para apoderarse de ella.[2]
2. La defensa de los derechos humanos en la Biblia y en la Iglesia
Tendremos que arrepentirnos en esta generación so solamente por las palabras odiosas y acciones de la mala gente, sino por el espantoso silencio de las buenas personas.
M.L. King, Jr.
Martin Luther King Jr. alcanzó lo que muy pocos en su país han logrado: que un día de asueto lleve su nombre. Sin embargo, ése no fue nunca su objetivo, puesto que su único interés estaba centrado en lograr ampliar las libertades civiles, como se les llamaba entonces, a la población negra. Su discurso más famoso, “Yo tengo un sueño”, pronunciado el 28 de agosto de 1963 en Washington, contiene algunas de las palabras más proféticas que se hayan pronunciado en este continente, especialmente si se toma en cuenta la cultura bíblica estadunidense:
Existen aquellos que preguntan a quienes apoyan la lucha por derechos civiles: "¿Cuándo quedarán satisfechos?" Nunca estaremos satisfechos en tanto el negro sea víctima de los inimaginables horrores de la brutalidad policial. Nunca estaremos satisfechos en tanto nuestros cuerpos, pesados con la fatiga del viaje, no puedan acceder a alojamiento en los moteles de las carreteras y los hoteles de las ciudades. No estaremos satisfechos en tanto la movilidad básica del negro sea de un gueto pequeño a uno más grande. […]
¡Yo tengo un sueño hoy!
Yo tengo un sueño que un día cada valle será exaltado, cada colina y montaña será bajada, los sitios escarpados serán aplanados y los sitios sinuosos serán enderezados, y que la gloria del Señor será revelada, y toda la carne la verá al unísono.
Ésta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la que regresaré al sur. Con esta fe seremos capaces de esculpir de la montaña de la desesperación una piedra de esperanza.
Con esta fe seremos capaces de transformar las discordancias de nuestra nación en una hermosa sinfonía de hermandad. Con esta fe seremos capaces de trabajar juntos, de rezar juntos, de luchar juntos, de ir a prisión juntos, de luchar por nuestra libertad juntos, con la certeza de que un día seremos libres.[3]
¿Qué era esto: una proclama política o un sermón? Con temor y temblor debemos reconocer que era las dos cosas, igual que hacían los profetas bíblicos. En nuestro medio, en donde los líderes religiosos pocas veces se vinculan a la defensa de las mayorías o minorías necesitadas, pues su labor principalmente es espiritual y religiosa, los postulados bíblicos sobre lo que hoy se denomina “derechos humanos” pasan muchas veces desapercibidos porque, se dice, la Iglesia no está para formar “activistas sociales” sino “buenos cristianos/as”, como si una cosa estuviera peleada con la otra. De este modo, se deja de ver el esfuerzo divino, como en Apocalipsis 18, de reivindicar a los seres humanos que son objeto de abuso y Dios mismo asume la defensa de sus derechos, pues ellos y ellas habían sido convertidos en una mercancía (v. 13c: “esclavos, almas de hombres”), incluso si debe enfrentar un imperio económico y político, como es el caso del imperio romano. El v. 20 lo afirma tajantemente: “Alégrate sobre ella, cielo, y vosotros santos, apóstoles y profetas; porque Dios os ha hecho justicia en ella”.
Dios mismo es, pues, un defensor absolutamente insobornable de los derechos humanos y enseña en su Palabra la forma en que su pueblo puede y debe sumarse a su promoción y reivindicación.
…a medida que nos alejamos del verdadero culpable, aumenta la actividad y colaboración en la muerte del inocente: el rey se acuesta en su lecho, la reina escribe cartas, las autoridades proclaman un ayuno y colocan a Nabot frente al pueblo, los falsos testigos dan testimonio contra él, el pueblo lo apedrea. Al final, el rey ni siquiera sasbe realmente lo que ha ocurrido. Y no desea saberlo. Con las manos limpias puede bajar a la viña para apoderarse de ella.[2]
2. La defensa de los derechos humanos en la Biblia y en la Iglesia
Tendremos que arrepentirnos en esta generación so solamente por las palabras odiosas y acciones de la mala gente, sino por el espantoso silencio de las buenas personas.
M.L. King, Jr.
Martin Luther King Jr. alcanzó lo que muy pocos en su país han logrado: que un día de asueto lleve su nombre. Sin embargo, ése no fue nunca su objetivo, puesto que su único interés estaba centrado en lograr ampliar las libertades civiles, como se les llamaba entonces, a la población negra. Su discurso más famoso, “Yo tengo un sueño”, pronunciado el 28 de agosto de 1963 en Washington, contiene algunas de las palabras más proféticas que se hayan pronunciado en este continente, especialmente si se toma en cuenta la cultura bíblica estadunidense:
Existen aquellos que preguntan a quienes apoyan la lucha por derechos civiles: "¿Cuándo quedarán satisfechos?" Nunca estaremos satisfechos en tanto el negro sea víctima de los inimaginables horrores de la brutalidad policial. Nunca estaremos satisfechos en tanto nuestros cuerpos, pesados con la fatiga del viaje, no puedan acceder a alojamiento en los moteles de las carreteras y los hoteles de las ciudades. No estaremos satisfechos en tanto la movilidad básica del negro sea de un gueto pequeño a uno más grande. […]
¡Yo tengo un sueño hoy!
Yo tengo un sueño que un día cada valle será exaltado, cada colina y montaña será bajada, los sitios escarpados serán aplanados y los sitios sinuosos serán enderezados, y que la gloria del Señor será revelada, y toda la carne la verá al unísono.
Ésta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la que regresaré al sur. Con esta fe seremos capaces de esculpir de la montaña de la desesperación una piedra de esperanza.
Con esta fe seremos capaces de transformar las discordancias de nuestra nación en una hermosa sinfonía de hermandad. Con esta fe seremos capaces de trabajar juntos, de rezar juntos, de luchar juntos, de ir a prisión juntos, de luchar por nuestra libertad juntos, con la certeza de que un día seremos libres.[3]
¿Qué era esto: una proclama política o un sermón? Con temor y temblor debemos reconocer que era las dos cosas, igual que hacían los profetas bíblicos. En nuestro medio, en donde los líderes religiosos pocas veces se vinculan a la defensa de las mayorías o minorías necesitadas, pues su labor principalmente es espiritual y religiosa, los postulados bíblicos sobre lo que hoy se denomina “derechos humanos” pasan muchas veces desapercibidos porque, se dice, la Iglesia no está para formar “activistas sociales” sino “buenos cristianos/as”, como si una cosa estuviera peleada con la otra. De este modo, se deja de ver el esfuerzo divino, como en Apocalipsis 18, de reivindicar a los seres humanos que son objeto de abuso y Dios mismo asume la defensa de sus derechos, pues ellos y ellas habían sido convertidos en una mercancía (v. 13c: “esclavos, almas de hombres”), incluso si debe enfrentar un imperio económico y político, como es el caso del imperio romano. El v. 20 lo afirma tajantemente: “Alégrate sobre ella, cielo, y vosotros santos, apóstoles y profetas; porque Dios os ha hecho justicia en ella”.
Dios mismo es, pues, un defensor absolutamente insobornable de los derechos humanos y enseña en su Palabra la forma en que su pueblo puede y debe sumarse a su promoción y reivindicación.
Notas
[1] Pedro Miguel, “Cuando vinieron por mí…”, en La Jornada, 19 de octubre de 2006, www.jornada.unam.mx/2006/10/19/index.php?section=opinion&article=052o1soc. En “Misterios de un texto imprescindible”, en La Jornada, 22 de octubre de 2006, www.jornada.unam.mx/2006/10/22/index.php?section=opinion&article=004o1pol, Miguel publicó su propia paráfrasis del texto atribuido a Niemöller: “Cuando la migra deporta a los indocumentados/ me quedo en silencio; yo sí tengo visa./ Cuando persiguen a los islámicos/ no abro la boca;/ no soy fiel de Mahoma./ Cuando privatizan el agua/ me importa un rábano;/ no tengo sed./ Cuando agravian a los homosexuales/ no digo nada;/ no vaya a ser que me confundan con uno de ellos./ Cuando oprimen a los indígenas/ no pronuncio palabra;/ no hablo mixteco./ Cuando despojan a los palestinos/ me hago el desentendido;/ Belén queda muy lejos./ Cuando masacran a los iraquíes/ no protesto;/ no nací en Babilonia./ Cuando diezman a los chechenos/ me quedo mudo;/ ¿dónde está Chechenia?/ Cuando la derecha hace fraude/ no salgo a las calles;/ no soy de izquierda./ Cuando matan a las muchachas juarenses/ miro hacia otro lado;/ no soy empleada de maquila./ Cuando fabrican culpables/ no leo la noticia;/ yo soy inocente./ Cuando los pederastas abusan de las niñas/ no me interesa el tema;/ yo no soy niña./ Cuando los curas violan a los muchachos/ no hago ningún escándalo;/ yo soy adulto./ Cuando me persigan, me deporten, me satanicen, me pateen, me despojen, me agravien, me opriman, me violen y me maten,/ nadie va a protestar/ porque no habrá quedado nadie”.
[2] J.L.Sicre, “Con los pobres de la tierra”. La justicia social en los profetas de Israel. Madrid, Cristiandad, 1984, p. 265.
[3] “Yo tengo un sueño”, en BBC Mundo Internacional, 28 de agosto de 2003, http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/international/newsid_3188000/3188123.stm.
[1] Pedro Miguel, “Cuando vinieron por mí…”, en La Jornada, 19 de octubre de 2006, www.jornada.unam.mx/2006/10/19/index.php?section=opinion&article=052o1soc. En “Misterios de un texto imprescindible”, en La Jornada, 22 de octubre de 2006, www.jornada.unam.mx/2006/10/22/index.php?section=opinion&article=004o1pol, Miguel publicó su propia paráfrasis del texto atribuido a Niemöller: “Cuando la migra deporta a los indocumentados/ me quedo en silencio; yo sí tengo visa./ Cuando persiguen a los islámicos/ no abro la boca;/ no soy fiel de Mahoma./ Cuando privatizan el agua/ me importa un rábano;/ no tengo sed./ Cuando agravian a los homosexuales/ no digo nada;/ no vaya a ser que me confundan con uno de ellos./ Cuando oprimen a los indígenas/ no pronuncio palabra;/ no hablo mixteco./ Cuando despojan a los palestinos/ me hago el desentendido;/ Belén queda muy lejos./ Cuando masacran a los iraquíes/ no protesto;/ no nací en Babilonia./ Cuando diezman a los chechenos/ me quedo mudo;/ ¿dónde está Chechenia?/ Cuando la derecha hace fraude/ no salgo a las calles;/ no soy de izquierda./ Cuando matan a las muchachas juarenses/ miro hacia otro lado;/ no soy empleada de maquila./ Cuando fabrican culpables/ no leo la noticia;/ yo soy inocente./ Cuando los pederastas abusan de las niñas/ no me interesa el tema;/ yo no soy niña./ Cuando los curas violan a los muchachos/ no hago ningún escándalo;/ yo soy adulto./ Cuando me persigan, me deporten, me satanicen, me pateen, me despojen, me agravien, me opriman, me violen y me maten,/ nadie va a protestar/ porque no habrá quedado nadie”.
[2] J.L.Sicre, “Con los pobres de la tierra”. La justicia social en los profetas de Israel. Madrid, Cristiandad, 1984, p. 265.
[3] “Yo tengo un sueño”, en BBC Mundo Internacional, 28 de agosto de 2003, http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/international/newsid_3188000/3188123.stm.
Biblia y derechos humanos, 29 de agosto de 2010
[Martin Luther King] dijo que cualquier religión que no esté preocupada por los pobres y desfavorecidos, por "los barrios bajos que los maldicen, las condiciones económicas que los estrangulan y las condiciones sociales que les complican la vida […] es una religión moribunda espiritualmente a la espera del entierro”. En su famoso discurso, mi padre parafraseó el profeta Amós, diciendo: 'Nosotros no estaremos satisfechos hasta que la justicia corra como el agua y la rectitud como una poderosa corriente”.
Martin Luther King III, presidente del Centro para el Cambio Social No Violento, Martin Luther King, Jr.
sábado, 21 de agosto de 2010
Letra 184, 22 de agosto de 2010
APUNTES ACERCA DE LA BIBLIA Y SU INTERPRETACIÓN (II)
Plutarco Bonilla
Lupa Protestante, 21 de abril de 2008
No es, pues, asunto de escuchar (y podemos añadir, contra lo que algunos andan diciendo por ahí, desde los púlpitos de nuestros templos: no es tampoco asunto de decir o «declarar»). Es asunto de hacer, de obedecer. Esta es la razón por la que en el lenguaje bíblico, muchísimas veces «escuchar» y «oír» significan «obedecer». Esto es claro cuando leemos palabras como estas en las Escrituras: «Compórtate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde...» (Éxodo 23.21, Reina-Valera 95; énfasis añadido, como también en la cita que sigue). Es obvio que la expresión «oye su voz» no alude meramente el acto de percibir una serie de sonidos que tienen significado. Es más que eso. Es mucho más que eso. Y esta es también la razón por la que los traductores de la DHH vertieron así esas palabras, cambiando el lenguaje figurado por su significado: «No te alejes de él; obedécelo y no le seas rebelde». En el Antiguo Testamento pueden encontrarse muchísimos casos de este uso del verbo «oír» (o del verbo «escuchar»).
En el Nuevo Testamento encontramos esta misma equivalencia (oír [escuchar]=obedecer), aunque a veces se expresa en un lenguaje algo diferente: la verdad no es algo abstracto, etéreo, una simple y adecuada correlación entre algo y la idea que nosotros nos formamos de ese algo. Así, en términos simplificados, pensaban los griegos. (Así piensan todavía muchos cristianos). Jesús fue lo suficientemente arrojado para romper esta comprensión limitada de la verdad, y fue por ello por lo que se atrevió a decir a sus discípulos: «Yo soy... la verdad» (Juan 14.6). Ese incansable buscador de la verdad que se llamó Sócrates —de quien me gusta decir que es mi «santo patrón»—, jamás habría osado decir de sí mismo eso que dijo Jesús. Este —Jesús— no es un conjunto de afirmaciones teóricas —o de formulaciones dogmáticas— que se ajusten a ninguna mente.
Él es, como lo señaló Juan A. Mackay, «el Universal concreto». De ahí que cuando Pilato le preguntó a Jesús: «¿Y qué es la verdad?», no hubo respuesta (Juan 18.38). Pilato y Jesús estaban hablando en dos lenguajes diferentes, aunque sin duda estaban usando el mismo idioma. Para Juan el Presbítero, la verdad es algo, en primer lugar, para ser hecho, para llevar a la práctica: «Si decimos que estamos unidos a él, y al mismo tiempo vivimos en la obscuridad, mentimos y no practicamos la verdad» (1 Juan 1.6); en segundo lugar, la verdad es algo para caminarlo, la verdad es para andar en ella: «Me he alegrado mucho de encontrar a algunos de los tuyos viviendo conforme a la verdad» (2 Juan 4) y «No hay para mí mayor alegría que saber que mis hijos viven de acuerdo con la verdad» (3 Juan 4). Lo que aquí se ha traducido por el verbo «vivir» se dice en el texto griego con el verbo «andar». Valga la pena señalar, a modo de paréntesis, que en el texto bíblico verbos comunes que expresan actividades cotidianas o percepciones sensibles se usan metafóricamente para referirse a otras realidades, en particular a las relaciones con Dios.
Así, el verbo «ver» va a convertirse en metáfora de «creer»; y «caminar» o «andar», además del uso ya mencionado, tendrá que ver con la conducta de los seres humanos o con diversas perspectivas de la relación con Dios («ante» quien, «con» quien o «en pos de» quien las personas pueden andar). También en nuestro propio idioma echamos mano de esta metáfora. Cuando, al hablar de tercera persona, un vecino le dice a otro: «Ese muchacho no anda bien», no le está diciendo que el referido muchacho tenga dificultades motoras para usar sus piernas, sino que no se está comportando como debería.
** La comprensión de la verdad como fidelidad significa que nuestro primer compromiso salvífico no es con una idea, con una teología particular o con un determinado grupo de personas, sino con una persona singular, la Única persona, Jesús, el Resucitado.
**La comprensión de la verdad como algo que tenemos que estar haciendo acentúa nuestra responsabilidad ante Dios, ante la comunidad cristiana y ante nuestro prójimo.
**La comprensión de la verdad como camino que hay que andar nos dice que la verdad está relacionada con toda nuestra vida, con nuestro comportamiento, con nuestra conducta.
Ningún aspecto de nuestra vida ni de nuestro ser queda fuera de los dominios de la verdad así concebida. Ya lo dijo el poeta Machado: “Caminante no hay camino,/ se hace camino al andar”. Es esta una forma poética de expresar una verdad que se impone en la vida humana en general. Cada ser humano, cada persona, cada mujer y cada hombre tienen la responsabilidad de construir su propia vida.
Resulta interesante comparar las dos versiones de la parábola a la que antes hicimos referencia: la del constructor prudente y el constructor insensato. En la versión mateana, el énfasis se pone en los cimientos: «Vino la lluvia, crecieron los ríos y soplaron los vientos contra la casa; pero no cayó, porque tenía su base sobre la roca». En la redacción lucana, por otra parte, el énfasis recae en la construcción misma: «Cuando creció el río, el agua dio con fuerza contra la casa, pero ni moverla pudo, porque estaba bien construida».13 Ciertamente, Lucas también dice explícitamente que el constructor, a quien no aplica ningún calificativo (como sí hace Mateo), «cavó primero muy hondo, y puso la base sobre la roca» (versículo 48a). Pero esa persona, que, en efecto, era sabia y prudente, también realizó una buena labor cuando tuvo que construir sobre la roca. Este es un hermoso cuadro de lo que es la vida. Es absolutamente indispensable que construyamos sobre la roca.
Quien en mi opinión fue el más distinguido orador sagrado que dio América Latina en la segunda parte del siglo pasado, el Dr. Cecilio Arrastía, le hizo un significativo cambio, de sentido teológico, a los dos versos del gran Machado, y los reescribió así: “Caminante, sí hay camino,/ lo hizo Jesús al andar” Pero este es un aspecto del cuadro total. Otro aspecto es el que presenta el detalle que hemos comentado de la parábola de Lucas. El autor de la Primera epístola de Pedro lo pone desde otra perspectiva al decir, cuando habla del sufrimiento, lo siguiente: «Pues para esto los llamó Dios, ya que Cristo sufrió por ustedes, dándoles un ejemplo para que sigan sus pasos» (2.21). Cristo sufrió; Jesús, permítaseme la metáfora, cutacha en mano rompió la selva para abrir camino. Dios nos amó primero. Tomó la iniciativa. Por esta razón, precisamente, tenemos que caminar por el camino que él, el Camino, abrió y por el cual él caminó. Tenemos que construir sobre la roca. «Nosotros amamos porque él nos amó primero» (1 Juan 4.19; cf. v. 10).
Ese es el orden; pero es orden.
Abrimos nuestras Biblias no con el mero propósito de saturar nuestros cerebros con «información bíblica», movidos por la curiosidad o por el deseo de mostrar a otros cuánto sabemos de este reverenciado libro. Todo lo opuesto: vamos a la Biblia para aprender cómo vivir, cómo comportarnos, cómo hacer y cómo caminar como discípulos del Maestro. Porque él es la única Verdad. Él es el único Camino. Él es la única Roca. Y si me permiten jugar un poco con las palabras del bien conocido texto bíblico, añadiría: porque él, Jesús, es el verdadero camino a la vida. O el camino a la verdadera vida. Nuestra primera conclusión es, pues, que la meta final de la interpretación bíblica es la obediencia. O, en otras palabras, no estudiamos primariamente la Escritura para descubrir cómo ser felices sino para aprender cómo ser fieles. La felicidad está subordinada a la fidelidad. Es el sentido escondido tras afirmaciones sorprendentes como la de Filipenses 1.29, que está muy lejos de representar un sentimiento masoquista.
_________________________________________
LECTURAS BÍBLICAS 2010 (23) JUAN 9
Biblia en Lenguaje Actual
13-14 Cuando Jesús hizo lodo y sanó al ciego era día de descanso obligatorio. Por eso, algunos llevaron ante los fariseos al joven que había sido sanado.15 Los fariseos le preguntaron: ―¿Cómo es que ya puedes ver?
El joven les respondió: ―Jesús me puso lodo en los ojos, y ahora puedo ver. 16 Algunos fariseos dijeron: "A ese hombre no lo ha enviado Dios, pues desobedece la ley que prohíbe trabajar en sábado". Pero otros decían: "¿Cómo puede un pecador hacer milagros como este?" Y no se ponían de acuerdo.
17 Entonces le preguntaron al que había sido ciego: ―Ya que ese hombre te dio la vista, ¿qué opinas de él? ―Yo creo que es un profeta ―les contestó―.
18 Pero los jefes judíos no creían que ese joven hubiera sido ciego y que ahora pudiera ver. Entonces llamaron a los padres del joven19 y les preguntaron: ―¿Es este su hijo? ¿Es cierto que nació ciego? ¿Cómo es que ahora puede ver? 20 Los padres respondieron: ―De que este es nuestro hijo, y de que nació ciego, no tenemos ninguna duda.21 Pero no sabemos cómo es que ya puede ver, ni quién lo sanó. Pregúntenselo a él, pues ya es mayor de edad y puede contestar por sí mismo.
22-23 Los padres dijeron esto porque tenían miedo de los jefes judíos, ya que ellos se habían puesto de acuerdo para expulsar de la sinagoga a todo el que creyera y dijera que Jesús era el Mesías.
24 Los jefes judíos volvieron a llamar al que había sido ciego, y le dijeron: ―Júranos por Dios que nos vas a decir la verdad. Nosotros sabemos que el hombre que te sanó es un pecador.
25 Él les contestó: ―Yo no sé si es pecador. ¡Lo que sí sé es que antes yo era ciego, y ahora veo!
________________________________
EL PROGRESO DEL PEREGRINO, DE JOHN BUNYAN
CAPITULO IV
Después de algún tiempo Cristiano llegó a la puerta, sobre la cual estaba escrito: "Llamad y se os abrirá". Llamó, pues, varias veces diciendo: —¿Se me permitirá entrar? ¡Abrid a un miserable pecador, aunque he sido un rebelde y soy indigno! ¡Abrid y no dejaré de cantar sus eternas alabanzas en las alturas! AI fin vino a la puerta una persona seria, llamada Buena Voluntad, le preguntó: —¿Quién está allí? ¿de dónde viene? ¿qué quiere?
CRIS. — Soy un pecador abrumado. Vengo de la Ciudad de Destrucción, mas voy al monte de Sión para ser librado de la ira venidera; y teniendo noticia de que el camino pasa por esta puerta, quisiera saber si me permitirán entrar.
BUENA VOLUNTAD. — Con mucho gusto. Diciendo esto, le abrió la puerta y cuando Cristiano estaba entrando Buena Voluntad le dio un tirón hacia sí. Entonces preguntó Cristiano: — ¿Qué significa esto? El otro le contestó: —A poca distancia de esa puerta hay un castillo fuerte del cual Belcebú es el capitán: él y los suyos tiran de flechazos a los que llegan a esta puerta, para ver si por casualidad pueden matarlos antes de que estén dentro.
Entonces dijo Cristiano: —Me alegro y tiemblo a la vez. Tan luego que estuvo dentro, el hombre le preguntó quién lo había dirigido allí.
Culto de oración y estudio, martes 24 de agosto de 2010
La esposa y los amigos de Job
Job 2.9-13
Modera: Hna. Lupita Medrano
SOBRE EL LIBRO DE JOB
Sin embargo, a lo largo del ancho mundo no hallarás un escondite en el que no te alcancen los problemas, y no ha existido ningún hombre capaz de decir más de lo que tú eres capaz de decir, que no sabes cuándo la aflicción visitará tu casa. Así pues, sincérate contigo mismo, pon tus ojos en Job, aunque te horrorice: no es esto lo que él desea, si tú no lo deseas. […] Pero el que ve a Dios ha triunfado sobre el mundo, y por lo tanto Job con su palabra devota ha triunfado sobre el mundo; fue con su palabra devota mayor y más fuerte y más poderoso que el mundo entero.
SØREN KIERKEGAARD, Discursos edificantes
JOB 2.8-11, Nueva Versión Internacional
Y Job, sentado en medio de las cenizas, tomó un pedazo de teja para rascarse constantemente. Su esposa le reprochó: —¿Todavía mantienes firme tu integridad? ¡Maldice a Dios y muérete!
Job le respondió: —Mujer, hablas como una necia. Si de Dios sabemos recibir lo bueno, ¿no sabremos también recibir lo malo? A pesar de todo esto, Job no pecó ni de palabra.
Tres amigos de Job se enteraron de todo el mal que le había sobrevenido, y de común acuerdo salieron de sus respectivos lugares para ir juntos a expresarle a Job sus condolencias y consuelo.
PRÓXIMAS ACTIVIDADES
29 – Día de la Biblia
SEPTIEMBRE: LA FE BÍBLICA ANTE EL BICENTENARIO
4 – V Reunión de mujeres
5 – Comunión/ Caridad
Letanía por la justicia: El papel de la Biblia en las luchas sociales de ayer y hoy, Gabriela Miranda G.
22 de agosto de 2010
La Biblia ha sido el texto fundante de la civilización occidental. En su nombre se han cometido muchas atrocidades y legitimado injusticias. Recuerdo mucho una leyenda escrita en un muro de la Universidad de Costa Rica que decía: “Nos dejaron la Biblia y se llevaron nuestras tierras”. Podemos no estar de acuerdo con esta declaración, pero lo que ella deja ver es el sentimiento de rechazo que la religión cristiana ha provocado. La Biblia puede ser usada para legitimar abusos, sometimientos, asimetrías o criterios de superioridad y subordinación. La Biblia en sí misma no tiene ningún papel fundamental en las luchas sociales, algo que sí tiene la interpretación que hacemos de ella. Sólo cuando la interpretación de la Biblia está comprometida con el mantenimiento de la vida toda es que podemos llamarla Palabra de Dios.
La Biblia tiene sus propios escollos. A veces su simple lectura nos pone los pelos de punta. Esto es porque incluye escritos con diferentes visiones, necesidades, momentos históricos, tradiciones, influencias y muchas manos. Entonces la Biblia a veces puede ser cruel y es por supuesto parcial. Por ello su simple lectura no siempre puede ser el fundamento que oriente todas nuestras relaciones sociales.
La Biblia, como dice Elsa Tamez, tiene que ser interpretada desde el Evangelio del Reino anunciado por Jesús. Una proclamación centrada en la justicia, la paz y el amor, que servirán como criterios de validación de todo el texto. Esos centros pueden seguir siendo válidos siempre y cuando estemos dispuestos/as a saber entender nuestra historia. Eso hacían las y los profetas bíblicos: interpretaban los tiempos y ahí colocaban el mensaje de Dios, que era un mensaje liberador. Eran pensadores y sentidores de la Vida, puesto que reconocían el mensaje de Dios al mirar la vida, y hacían esto mismo al reconocer el mensaje de Dios. Por eso es que su palabra era oportuna.
La interpretación liberadora de la Biblia fue de suma importancia en las luchas revolucionarias centroamericanas. De ahí que podemos decir que “la Biblia acompañó al pueblo”, pues algunos de sus textos inspiraron discursos, homilías, pinturas, cantos y poemas. Fue tal el impacto de esta manera de interpretar la Biblia, que la gente fue perseguida y hasta asesinada por ello. Así, en Nicaragua la gente cantaba, por ejemplo:
Cristo, Cristo Jesús,
identifícate con nosotros,
Señor, Señor mi Dios,
solidarízate, no con la clase opresora
que mata y devora la comunidad,
sino con el oprimido,
con el pueblo mío sediento de paz.
El texto de Amós es un ejemplo que quedó registrado acerca de cómo un texto religioso acompaña las luchas de un pueblo, que como el de Amós vivía en la miseria. El texto inicia con una letanía, que es un modo literario, una oración, una retahíla, un argumento insistente, repetido hasta el hartazgo. Aquí la letanía tiene esta forma: “Tres pecados hay, pero el cuarto…”. Por eso no es casual ni una simple arbitrariedad que la denuncia del profeta inicié con una de ellas. La demanda de justicia exige la insistencia, indica que no ha sido cosa fácil, que no es una petición sino una exigencia ante el incumplimiento.
La demanda de justicia es ya de larga historia. Siempre que hay relaciones desiguales significa que existe también injusticia y exigencia porque las cosas cambien. La denuncia de Amós y los profetas nos enseña que siempre hay voces que se levantarán. La particularidad del profetismo de Israel, a diferencia de otros movimientos proféticos del norte de África y de la cuenca del Mediterráneo, consistió justamente en la denuncia de los abusos de quienes ostentaban el poder: los sacerdotes, los reyes, los grandes propietarios. Los profetas eran mensajeros de Dios y su mensaje estaba dirigido a esta situación, que era una demanda inaplazable para algunos y esperanza para otros.
Tal vez no todas ni todos podamos llamarnos profetas, pero nuestro testimonio cristiano exige el entendimiento de la historia y la opción política por los excluidos. Insistamos, insistamos, insistamos…
Remato con unas palabras de Miguel Hernández, poeta asesinado por sus palabras insistentes, durante el régimen franquista en España:
Acércate a mi clamor,
pueblo de mi misma leche
árbol que con sus raíces
encarcelado me tienes,
que aquí estoy yo para amarte
y estoy para defenderte
con la sangre y con la boca
como dos fusiles fieles.
sábado, 14 de agosto de 2010
Culto de oración y estudio, martes 17 de agosto de 2010
LA NEGOCIACIÓN ENTRE DIOS Y SATÁN (III)
Job 2.1-8
Modera: A.I. Rubén Núñez C.
SOBRE EL LIBRO DE JOB
Pues la mejor prueba que podía darJob de su paciencia era permanecerdel todo desnudo, en tanto que eso era loque complacía a Dios. Seguramente los hombres resisten en vano; puede quetengan que apretar los dientes, pero sinduda regresan totalmente desnudos a latumba. Incluso los paganos han dichoque sólo la muerte muestra la pequeñez del hombre. ¿Por qué? Porque poseemos un abismo de codicia, y nos gustaría engullir toda la tierra; si un hombre posee muchas riquezas, viñas, prados yposesiones, no es bastante; Dios tendríaque crear nuevos mundos si pretendiera satisfacernos.
J. CALVINO, Segundo sermón sobre Job
El silencio del cuerpo: la historia de Tamar, Cristina García-Alfonso
15 de agosto de 2010
Atrapada en condiciones culturales, sociales y religiosas distintas, pero con sorprendentes equivalencias a las nuestras, Tamar y su historia nos permiten iluminar la experiencia cotidiana de uno de los grupos más excluidos de la historia: las mujeres.
Allí, donde son los hombres los que piensan y actúan, se nos presenta una mujer que es capaz de obrar con sabiduría y mostrar su espíritu de resistencia ante una situación de supervivencia. […]
En el primer momento del relato Tamar se nos presenta como alguien obediente de la ley, pasiva en cuanto a su capacidad de cuestionarla o transformarla; alguien que, a pesar de que bajo esa misma ley le son violados sus derechos, se somete a los requerimientos de su momento e intenta ser fiel a la ley y la sociedad. […]
A la viuda se le extendía la culpa y el bochorno del pecado por el cual Dios le había quitado la vida a su marido. […] El maltrato [comunitario] que recibían las viudas en Israel queda aún más claro si vemos que “viuda” (en hebreo 'alma), es semejante a la palabra que significa “ser muda”. La viuda, entonces, y más la viuda sin hijos, no tenía voz, no tenía ningún valor, era invisible.
Por años Tamar sufre esta ignominia en silencio. […] Tamar se enfrenta al engaño de que ha sido objeto […] Se da cuenta de que las reglas de la sociedad que ella tan meticulosamente ha tratado de seguir, no le sirven. Se da cuenta de que al no tener control sobre ellas, las reglas en vez de protegerla y liberarla, la oprimen. Abiertos los ojos a su realidad Tamar decide actuar y opta por luchar por que la justicia deje de ser para ella una utopía y se convierta en realidad. […]
Desde su lucha anónima, descubre que el poderío masculino tiene debilidades.
sábado, 7 de agosto de 2010
El alma calvinista de Italia, María-Paz López
Los valdenses, seguidores de un movimiento cristiano surgido en el siglo XI y vinculado luego a la reforma calvinista, defienden su identidad religiosa en una Italia de mayoría católica y con el Papa omnipresente
El pastor Daniele Garrone empieza su sermón desde el púlpito del templo de Torre Pellice, observado por algunos delegados del sínodo de la Iglesia valdense, en la que pueden administrar los sacramentos tanto los pastores –autorizados a casarse– como los fieles laicos.
La nariz casi toca las rodillas al inclinarse para entrar en la Ghieisa d’la Tana, una agreste gruta alpina en la que, según la leyenda, se refugiaban los cristianos valdenses de siglos pasados durante las sangrientas incursiones de los católicos en sus aldeas. Los valdenses, seguidores de un movimiento cristiano surgido en el siglo XI, fueron acosados con saña, reos de haber suscrito la Reforma protestante, y de habitar además tierras italianas, donde la sombra del poder papal aleteaba sobre todo el territorio. A la cueva se accede agachados y, una vez en sus entrañas, la variopinta excursión que recorre estos valles próximos a Turín, en el norte de Italia, asiste a un inesperado momento de oración de un grupo de luteranos alemanes, que encienden velas mientras desgranan plegarias en memoria de los perseguidos. Ahora, superados aquellos tiempos terribles, la comunidad valdense y su correligionaria metodista suman 30.000 fieles repartidos por varias ciudades de Italia, aunque la mayoría de los valdenses sigue viviendo en estos valles alpinos, aferrados a su protestantismo y a un entorno natural salpicado de reliquias de ese patrimonio de desdichas. En realidad, el único protestantismo autóctono de Italia surgió en Francia en el siglo XI, cuando un mercader de Lyon llamado Valdo decidió deshacerse de sus pertenencias y emprender una vida de predicación y de retorno al cristianismo de los orígenes.
El pastor Daniele Garrone empieza su sermón desde el púlpito del templo de Torre Pellice, observado por algunos delegados del sínodo de la Iglesia valdense, en la que pueden administrar los sacramentos tanto los pastores –autorizados a casarse– como los fieles laicos.
La nariz casi toca las rodillas al inclinarse para entrar en la Ghieisa d’la Tana, una agreste gruta alpina en la que, según la leyenda, se refugiaban los cristianos valdenses de siglos pasados durante las sangrientas incursiones de los católicos en sus aldeas. Los valdenses, seguidores de un movimiento cristiano surgido en el siglo XI, fueron acosados con saña, reos de haber suscrito la Reforma protestante, y de habitar además tierras italianas, donde la sombra del poder papal aleteaba sobre todo el territorio. A la cueva se accede agachados y, una vez en sus entrañas, la variopinta excursión que recorre estos valles próximos a Turín, en el norte de Italia, asiste a un inesperado momento de oración de un grupo de luteranos alemanes, que encienden velas mientras desgranan plegarias en memoria de los perseguidos. Ahora, superados aquellos tiempos terribles, la comunidad valdense y su correligionaria metodista suman 30.000 fieles repartidos por varias ciudades de Italia, aunque la mayoría de los valdenses sigue viviendo en estos valles alpinos, aferrados a su protestantismo y a un entorno natural salpicado de reliquias de ese patrimonio de desdichas. En realidad, el único protestantismo autóctono de Italia surgió en Francia en el siglo XI, cuando un mercader de Lyon llamado Valdo decidió deshacerse de sus pertenencias y emprender una vida de predicación y de retorno al cristianismo de los orígenes.
“Es un personaje similar a Francisco de Asís, a pesar de que le precede en el tiempo –explica Mario Berutti, de 69 años, pastor valdense del pueblecito de Luserna–. La diferencia es que Francisco obtuvo el permiso del Papa para predicar, mientras que Valdo y sus discípulos fueron excomulgados.” No dejaron nada escrito; se sabe de ellos por los documentos de la Inquisición.Hay en los valdenses pasión por la historia, y se comprende. Cada roca, cada iglesuela, cada prado, cada colina de estos parajes evoca en ellos un pasado durísimo. “Venimos una vez al año a Torre Pellice, y siempre hacemos alguno de los itinerarios históricos por los valles, para comprender mejor de dónde venimos y cómo se ha cimentado nuestra fe”, cuentan Alida Balma, de 76 años, y su marido, Giancarlo Monticelli, de 80 años, suizos de habla italiana, que viven en un pueblecito cerca de Lugano.
En Torre Pellice, la localidad italiana de apenas cinco mil habitantes que alberga los principales edificios y organismos valdenses, se celebra cada agosto el sínodo anual.
El alma calvinista de Italia (2)
La teóloga Maria Bonafede, Moderadora de la Tabla Valdense, habla para la televisión durante el sínodo del 2009, que la reeligió líder de la comunidad
Todavía hoy esta Iglesia cristiana se gobierna a través de un antiquísimo consejo, la Tabla Valdense, que encabeza el Moderador, el líder máximo de la comunidad. En el 2005, el sínodo eligió por primera vez para ese puesto a una mujer, la pastora y teóloga Maria Bonafede, de 55 años, y la reeligió en agosto del pasado año. La Iglesia valdense carece de obispos y jerarquías, funciona de modo asambleario, y su sínodo está formado a partes iguales por pastores y fieles laicos. “Nada en nuestras normas impedía que una mujer fuera Moderadora, pero hasta ahora no había ocurrido –aclara Bonafede en Torre Pellice–. Desde luego, eso da más fuerza a las mujeres de la Iglesia reformada.”Aunque esta confesión cristiana abrió en 1961 el ministerio pastoral a las mujeres, a principios de los años setenta había sólo tres pastoras valdenses. Ahora, del centenar de pastores que comparten en Italia la Iglesia valdense y la Iglesia metodista, el 25% son mujeres. Para los fieles valdenses, ser un islote evangélico en un océano católico como el italiano marca mucho. “Mi hijo tiene ahora 21 años, y desde pequeño era el único exento de la clase de religión católica en la escuela; se sentía diferente, al crecer ha ido comprendiendo qué significa no ser católico en Italia”, arguye Maria Bonafede.
El alma calvinista de Italia (2)
La teóloga Maria Bonafede, Moderadora de la Tabla Valdense, habla para la televisión durante el sínodo del 2009, que la reeligió líder de la comunidad
Todavía hoy esta Iglesia cristiana se gobierna a través de un antiquísimo consejo, la Tabla Valdense, que encabeza el Moderador, el líder máximo de la comunidad. En el 2005, el sínodo eligió por primera vez para ese puesto a una mujer, la pastora y teóloga Maria Bonafede, de 55 años, y la reeligió en agosto del pasado año. La Iglesia valdense carece de obispos y jerarquías, funciona de modo asambleario, y su sínodo está formado a partes iguales por pastores y fieles laicos. “Nada en nuestras normas impedía que una mujer fuera Moderadora, pero hasta ahora no había ocurrido –aclara Bonafede en Torre Pellice–. Desde luego, eso da más fuerza a las mujeres de la Iglesia reformada.”Aunque esta confesión cristiana abrió en 1961 el ministerio pastoral a las mujeres, a principios de los años setenta había sólo tres pastoras valdenses. Ahora, del centenar de pastores que comparten en Italia la Iglesia valdense y la Iglesia metodista, el 25% son mujeres. Para los fieles valdenses, ser un islote evangélico en un océano católico como el italiano marca mucho. “Mi hijo tiene ahora 21 años, y desde pequeño era el único exento de la clase de religión católica en la escuela; se sentía diferente, al crecer ha ido comprendiendo qué significa no ser católico en Italia”, arguye Maria Bonafede.
Sea como fuere, en los últimos tiempos se detecta en la sociedad italiana una creciente simpatía hacia los valdenses, que son percibidos como gentes cristianas con un estilo de vida, un rigor y una sobriedad cada vez más raros de encontrar, y al tiempo como ciudadanos radicalmente modernos y laicos. Eso se ve, por ejemplo, en el llamado ocho por mil, porcentaje del impuesto de la renta que los contribuyentes pueden destinar a distintas confesiones religiosas, fundaciones y ONG. “Hay 311.000 italianos que han dado su ocho por mil a los valdenses, que somos sólo 30.000 –dice el pastor Giuseppe Platone, de 62 años, director del semanario protestante Riforma–. Ni un euro va a parar a la fe; todo se destina a beneficencia y educación, y el 30% a proyectos en países en desarrollo.”
El alma calvinista de Italia (3)
El pastor Mario Berutti con una vecina de Pramollo, donde se conserva una escuelita reconvertida en museo sobre la alfabetización de los campesinos en el siglo XIX
El alma calvinista de Italia (3)
El pastor Mario Berutti con una vecina de Pramollo, donde se conserva una escuelita reconvertida en museo sobre la alfabetización de los campesinos en el siglo XIX
Así, una de las campañas publicitarias más recordadas sobre el destino de los dineros del ocho por mil valdense reza así: “Muchas escuelas, ninguna iglesia”. Esta gente tan cristiana y tan creyente resulta luego ser laica hasta la médula. Pudo apreciarse en el último sínodo, cuando los delegados aprobaron un documento sobre bioética e investigación con células madre que contenía aseveraciones muy alejadas de las que esgrime la Iglesia católica de Benedicto XVI. Fue aquel un sínodo chocante para el espectador habituado a la liturgia católica; se trataban temas muy serios, pero los delegados circulaban en mangas de camisa, y las delegadas, enfundadas en vestidos floreados, calzaban sandalias.
Era un sínodo campestre, con sol y montañas ahí fuera, mientras en el templo de Torre Pellice sonaba música de órgano, y el coro cantaba la consagración de dos pastores apenas treintañeros, toda una alegría para la comunidad valdense, pues como en todas las antiguas tierras de cristiandad, también aquí faltan vocaciones. “Nosotros no concebimos nuestro protestantismo como un desafío directo a la sociedad secularizada, ni al catolicismo –razona el teólogo Daniele Garrone–. En todo caso, nos preguntamos cómo nos las arreglamos protestantes y católicos hoy en día para ser cristianos. Y no queremos ser una minoría confesional polémica, agresiva y encerrada en sí misma.”
El alma calvinista de Italia (4)
El teólogo Daniele Garrone, flanqueado por Stefano D’Amore y Alessandro Esposito, poco antes de ser consagrados pastores de la Iglesia valdense el año pasado
La secularización que vacía iglesias y da eternos motivos de queja a la jerarquía católica afecta a su vez a los valdenses, sobre todo porque apunta contra uno de los pilares de su identidad: la lectura cotidiana de la Biblia, un hábito difícil de transmitir a la juventud. “Mi abuela leía cada noche un pedacito de la Biblia antes de acostarse, eso la tranquilizaba, y era un momento de recogimiento y de acción de gracias por la jornada. Entonces en las bodas se regalaba a los novios una Biblia, que permanecía en la familia para siempre”, evoca Alma Genre, una enfermera de 39 años mientras visita el museíto de las mujeres valdenses de la aldea de Serre, con fotos e historias de maestras, niñeras, campesinas, obreras y misioneras.
El alma calvinista de Italia (4)
El teólogo Daniele Garrone, flanqueado por Stefano D’Amore y Alessandro Esposito, poco antes de ser consagrados pastores de la Iglesia valdense el año pasado
La secularización que vacía iglesias y da eternos motivos de queja a la jerarquía católica afecta a su vez a los valdenses, sobre todo porque apunta contra uno de los pilares de su identidad: la lectura cotidiana de la Biblia, un hábito difícil de transmitir a la juventud. “Mi abuela leía cada noche un pedacito de la Biblia antes de acostarse, eso la tranquilizaba, y era un momento de recogimiento y de acción de gracias por la jornada. Entonces en las bodas se regalaba a los novios una Biblia, que permanecía en la familia para siempre”, evoca Alma Genre, una enfermera de 39 años mientras visita el museíto de las mujeres valdenses de la aldea de Serre, con fotos e historias de maestras, niñeras, campesinas, obreras y misioneras.
Esa identidad y ese apego a la Biblia se forjaron en los valles alpinos en torno a Torre Pellice durante los siglos de la persecución civil y religiosa. En el villorrio de Chanforan, a poca distancia a pie desde la gruta de Ghieisa d’la Tana, un monolito recuerda la asamblea popular por la que los valdenses del siglo XVI, cercados por ese universo católico adverso, suscribieron la Reforma en su versión calvinista. Luego, cuando en 1848 el rey Carlos Alberto de Saboya les concedió derechos civiles, salieron de sus valles a predicar por toda la península. Por eso existen iglesias valdenses en Turín, Florencia, Milán, Nápoles, Palermo, Trieste, Génova y Roma; y la emigración exportó ese credo a Argentina y Uruguay, donde hay unos 15.000 fieles.
“La paradoja es que aquel gueto religioso y jurídico de los valles tenía vínculos europeos vastísimos, era muy cosmopolita”, afirma Daniele Garrone, de 55 años, decano de la Facultad de Teología Valdense de Roma, única facultad protestante de Italia, ubicada a sólo un kilómetro del Vaticano. Ese cosmopolitismo se explica por los idiomas, las escuelas, y las ganas de los países protestantes de fastidiar al poder papal. Benefactores extranjeros como el coronel británico Charles Beckwith influyeron en la salvación de la comunidad por la vía educativa.
El alma calvinista de Italia (5)
A la entrada del templo de Torre Pellice, un frondoso plátano da sombra a los fieles que asisten desde el exterior al servicio religioso del sínodo anual
“Había 170 escuelas en los valles valdenses, porque saber leer era muy importante para poder leer la Biblia”, argumenta el guía Adriano Chauvie, de 72 años, mientras enseña a los visitantes la escuelita del pueblo de Pramollo, reconvertida en museo. A finales del siglo XIX, la tasa de alfabetización de los sencillos labradores valdenses figuraba entre las más altas de Europa, junto a la de Prusia. “Cuando los campesinos italianos eran tan analfabetos que tenían que firmar su certificado de matrimonio con una cruz, los valdenses sabían escribir su nombre”, asegura Giuseppe Platone, el director del semanario Riforma (http://www.riforma.it/).
El alma calvinista de Italia (5)
A la entrada del templo de Torre Pellice, un frondoso plátano da sombra a los fieles que asisten desde el exterior al servicio religioso del sínodo anual
“Había 170 escuelas en los valles valdenses, porque saber leer era muy importante para poder leer la Biblia”, argumenta el guía Adriano Chauvie, de 72 años, mientras enseña a los visitantes la escuelita del pueblo de Pramollo, reconvertida en museo. A finales del siglo XIX, la tasa de alfabetización de los sencillos labradores valdenses figuraba entre las más altas de Europa, junto a la de Prusia. “Cuando los campesinos italianos eran tan analfabetos que tenían que firmar su certificado de matrimonio con una cruz, los valdenses sabían escribir su nombre”, asegura Giuseppe Platone, el director del semanario Riforma (http://www.riforma.it/).
En realidad, cualquier humilde campesino valdense del siglo XVIII era trilingüe: hablaba en italiano con los funcionarios públicos, en francés leía la Biblia y escuchaba los sermones –herencia del ancestro Valdo–, y en familia hablaba en occitano, lengua de la Francia medieval sureña en la que predicó el fundador. Durante la excursión por el valle de Angrogna, la comitiva se topa con Alberto Coïsson, un campesino de 85 años que aún habla francés en casa e italiano en el mundo exterior, como entonces.
Hasta hace muy poco, ese bilingüismo era normalísimo en estos valles, donde reinaba un fuerte protestantismo sociológico. Pero el francés, para dolor de muchos, se va perdiendo también en las casas. Los jóvenes estudian inglés, y están por otras cosas. Los más ancianos del lugar temen también que la epopeya histórica acabe opacando el sentimiento religioso. En los días de estío de Torre Pellice, los críos se encaramaban con tranquilo aplomo a la estatua de Henri Arnaud, el pastor que en 1689 lideró uno de los episodios que más enorgullecen a la comunidad: la llamada Gloriosa Repatriación, por la que un millar de valdenses expulsados de sus valles a sangre y fuego regresaron a pie desde Ginebra atravesando los Alpes. Las nuevas generaciones vibran más con esa épica que con el catecismo.
www.magazinedigital.com/reportajes/los_reportajes_de_la_semana/reportaje/cnt_id/4879
www.magazinedigital.com/reportajes/los_reportajes_de_la_semana/reportaje/cnt_id/4879
Letra 182, 8 de agosto de 2010
LA BIBLIA MÁS ANTIGUA DEL MUNDO, REUNIDA DE NUEVO GRACIAS A INTERNET
Protestante Digital, núm. 288, 7 de julio de 2009
Manuscrito biblico
Las partes que quedan de la Biblia cristiana más antigua del mundo se volvieron a unir el lunes 6 de julio de 2009 online, lo que ha generado un gran entusiasmo entre expertos bíblicos que aún tratan de desentrañar sus misterios. El Codex Sinaiticus fue escrito a mano por cuatro escribas en griego sobre cuero animal, conocido como vellum, a mediados del siglo IV, hacia la era del emperador romano Constantino el Grande, que abrazó el cristianismo y lo convirtió en religión de Estado. No todo el manuscrito ha resistido los estragos del tiempo, pero las páginas que lo han hecho incluyen todo el Nuevo Testamento, con la copia existente más antigua de los Evangelios, escritos en momentos diferentes después de la muerte de Cristo por los cuatro Evangelistas: Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
Protestante Digital, núm. 288, 7 de julio de 2009
Manuscrito biblico
Las partes que quedan de la Biblia cristiana más antigua del mundo se volvieron a unir el lunes 6 de julio de 2009 online, lo que ha generado un gran entusiasmo entre expertos bíblicos que aún tratan de desentrañar sus misterios. El Codex Sinaiticus fue escrito a mano por cuatro escribas en griego sobre cuero animal, conocido como vellum, a mediados del siglo IV, hacia la era del emperador romano Constantino el Grande, que abrazó el cristianismo y lo convirtió en religión de Estado. No todo el manuscrito ha resistido los estragos del tiempo, pero las páginas que lo han hecho incluyen todo el Nuevo Testamento, con la copia existente más antigua de los Evangelios, escritos en momentos diferentes después de la muerte de Cristo por los cuatro Evangelistas: Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
Las 800 páginas y fragmentos que quedan de la Biblia -tenía originalmente 1.400 páginas- también contienen la mitad de una copia del Viejo Testamento. La otra mitad se ha perdido. “El Codex Sinaiticus es uno de los mayores tesoros escritos del mundo”, dijo Scott McKendrick, responsables de manuscritos occidentales en la Biblioteca Británica. “Este manuscrito de 1.600 años abre una ventana al desarrollo de la primera cristiandad y una evidencia de primera mano de cómo el texto de la Biblia fue transmitido de generación a generación”, declaró. Los textos incluyen numerosas revisiones, adiciones y correcciones hechas durante su evolución a lo largo de los tiempos.
“El Codex… es casi indiscutiblemente el libro encuadernado más antiguo que ha sobrevivido”, dijo McKendrick, subrayando que cada página es de 16 pulgadas de alto por 14 pulgadas de ancho (unos 40,6 centímetros por 35,5 centímetros). “Desde un punto de vista crítico, marca el triunfo definitivo de los códices encuadernados frente a los rollos (de papiro), un hito decisivo de cómo la Biblia cristiana era considerada un texto sagrado”, declaró. Un proyecto de cuatro años Los antiguos pergaminos, que parecen casi transparentes, son una colección de secciones que están repartidos en manos de la Biblioteca Británica en Londres, el Monasterio de Santa Catalina en Sinaí, Egipto, la Biblioteca Nacional de Rusia y la Biblioteca de la Universidad de Leipzig en Alemania. Cada institución tiene diferentes cantidades del manuscrito, pero la Biblioteca Británica, que digitalizó las delicadas páginas de todo el libro en Londres, tiene con diferencia la mayor parte. Codex Sinaiticus El Arzobispo de Santa Catalina, Damianos del Sinaí; junto con los directores de las bibliotecas alemana -Ekkehard Henschke rusa -Alexander Bukreyev- y británica -Lynne Brindley-, firmaron en 2005 en Londres el documento de reunificación de los diferentes fragmentos del Códice con tecnología digital. La idea es colocar imágenes digitales de alta resolución del manuscrito completo, para que se disponga de él como un solo documento. Los originales se conservarán como hasta la actualidad divididos entre las cuatro bibliotecas involucradas en el proyecto.
El proyecto conjunto iniciado en 2005 con el objetivo de conservar y “reunificar virtualmente” la Biblia, así como acometer una nueva investigación sobre su historia, ha arrojado nueva luz sobre quién la hizo y cómo se produjo. Expertos de la Biblioteca Británica dicen que hay que resaltar que el proyecto ha descubierto pruebas de que un cuarto escriba – además de los tres ya reconocidos – trabajó en los textos. La unión y transcripción del libro incluye páginas antes no publicadas del Codex encontradas en una sala secreta del Monasterio de Santa Catalina, a los pies del Monte Moisés, Sinaí, en 1975, algunas de las cuales están en mal estado y han sido estudiadas con dificultad.
Pero aún hay muchas preguntas sin responder sobre cómo se realizó el libro, dijo Juan Garcés, de la Biblioteca Británica y responsable del proyecto de los manuscritos griegos, que trabajó en la digitalización. Por ejemplo, ¿dónde se hizo? ¿qué orden religiosa lo encargó? ¿y cuánto se tardó en realizar? McKendrick dijo que la página web permitirá realizar una investigación de forma integral por primera vez, obligando a los principales expertos a ver sus teorías en contexto. La Biblia, que puede verse online de forma gratuita a partir de ayer lunes, incluye modernas traducciones en griego y algunas partes traducidas al inglés.
La web del Codex Sinaiticus
Historia del Codex Sinaiticus
El Codex Sinaiticus, de 33,5 centímetros de ancho por 37,5 centímetros de alto está dispuesto en ocho estrechas columnas a doble página, presentación que puede estar inspirada en los rollos de papiro de la época. Además de los textos más antiguos del Antiguo y Nuevo Testamento (este último completo), el Códice contiene otros dos textos cristianos del siglo I D.C. El códice data del siglo IV, cuando el cristianismo se estaba extendiendo bajo el emperador Constantino, y durante varios siglos permaneció completo e ignorado en el monasterio de Santa Catalina en el Monte del Sinaí.
El monasterio del Monte del Sinaí está construido en el lugar en el que, según la Biblia, Dios entregó a Moisés las Tablas de la Ley. Además de los fragmentos de este códice se custodian en este monasterio más de tres mil manuscritos griegos, árabes, armenios y coptos. El Codex Sinaiticus fue encontrado en 1844 por el teólogo Konstantin von Tischendorf en el monasterio de Santa Catalina. Los monjes autorizaron entonces al teólogo a llevarse 43 páginas de pergamino a Leipzig. En 1859, Von Tischendorf regresó al Sinaí, descubrió más partes del manuscrito y convenció, asimismo, a los monjes de que lo mejor era llevarlos también a Leipzig y donarlos al zar de Rusia, con cuyo apoyo había hecho ese segundo viaje. Parte del manuscrito fue a parar luego a la Unión Soviética, que en 1933 vendió parte de esos pergaminos al Museo Británico de Londres, mientras que los restantes se quedaron en San Petersburgo.
________________________________________
MONSIVÁIS Y LA BIBLIA REINA VALERA (II)
Carlos Martínez García
Protestante Digital, 3 de julio de 2010
Más recientemente, en el 2004 y el 2008, […] hizo detenida mención de su traducción preferida de la Biblia. En el primer caso subrayó el tópico en la conferencia de apertura del Segundo Simposio Internacional sobre el Protestantismo Evangélico en América Latina y el Caribe, que tuvo lugar en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. […] Los asistentes le escucharon varias menciones a la Biblia en su gustada versión antigua. De la misma manera que elogió a los traductores de la Biblia a lenguas indígenas. Incluso afirmó que debería organizarse un acto de reconocimiento a los traductores del Instituto Lingüístico de Verano, organismo tan denostado por la izquierda latinoamericana muy influida por un catolicismo que percibe como intrusos indeseables a los misioneros protestantes.
________________________________________
MONSIVÁIS Y LA BIBLIA REINA VALERA (II)
Carlos Martínez García
Protestante Digital, 3 de julio de 2010
Más recientemente, en el 2004 y el 2008, […] hizo detenida mención de su traducción preferida de la Biblia. En el primer caso subrayó el tópico en la conferencia de apertura del Segundo Simposio Internacional sobre el Protestantismo Evangélico en América Latina y el Caribe, que tuvo lugar en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. […] Los asistentes le escucharon varias menciones a la Biblia en su gustada versión antigua. De la misma manera que elogió a los traductores de la Biblia a lenguas indígenas. Incluso afirmó que debería organizarse un acto de reconocimiento a los traductores del Instituto Lingüístico de Verano, organismo tan denostado por la izquierda latinoamericana muy influida por un catolicismo que percibe como intrusos indeseables a los misioneros protestantes.
En el 2008, y en el marco de hacerle entrega del Premio de Derechos Humanos Miguel Caxlán, en el programa incluimos la lectura de pasajes bíblicos. Ensayamos la ceremonia, y en ese acto previo distribuí a los estudiantes del Seminario Teológico Presbiteriano de México las secciones a leer públicamente, les reiteré que debían estudiar bien los pasajes asignados en la versión antigua de Reina-Valera. Ya en el acto de entrega del reconocimiento, los estudiantes pasaron a realizar las lecturas, pero por una confusión de su parte las hicieron en la Reina-Valera de 1960. Inmediatamente constaté el desasosiego de Carlos, ya que estaba sentado a su lado, y estuve seguro de que algo diría al respecto en su discurso. Así fue. Monsiváis comentó a los presentes en la ceremonia sobre su preferencia por la antigua versión. Volvió a encomiar esa traducción, y aunque dijo entender el cambio por parte de las iglesias protestantes y evangélicas hacia versiones más contemporáneas, justificó la permanencia de la Biblia de 1909; tanto por las evocaciones emotivas que ella le despertaba como por su belleza lingüística.
En Tuxtla Gutiérrez, […] en 2002, me correspondió hacer una semblanza de Carlos Monsiváis […].Ya en el avión, la charla derivó al libro tatuado en su ADN, la Biblia. Justo una fila delante de nosotros iba un adolescente que leía precisamente la Biblia. Monsiváis le solicitó le prestara un momento Las Escrituras. Ya con el ejemplar en sus manos rápidamente localizó el Salmo 19, al mismo tiempo que corroboraba que se trataba de la versión Reina-Valera de 1960. Entonces cerró el libro y comenzó a reproducir de memoria la versión de sus afectos. A miles de metros de altura le oí comenzar: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y la expansión denuncia la obra de sus manos. El un día emite palabra al otro día, y la noche a la otra noche declara sabiduría…”.
Próximas actividades
10 – REUNIÓN DE CONSISTORIO (II)
14 – ACTIVIDAD EVANGELIZADORA, 10 HRS.
15 – CHARLA PARA ADOLESCENTES (III)
20 – CULTO DE ORACIÓN, 20 HRS.
22 – PRESENTACIÓN DEL DVD DEL XV ANIV., 17.30 HRS.
14 – ACTIVIDAD EVANGELIZADORA, 10 HRS.
15 – CHARLA PARA ADOLESCENTES (III)
20 – CULTO DE ORACIÓN, 20 HRS.
22 – PRESENTACIÓN DEL DVD DEL XV ANIV., 17.30 HRS.
Culto de oración y estudio, martes 10 de agosto de 2010
Martes 10 de agosto, 19-20:30 hrs.
LA NEGOCIACIÓN ENTRE DIOS Y SATÁN (II) Job 1.13-22
Modera: Hna. Marena Ponce
DISCURSO EN JERUSALÉN
Octavio Paz
Vuelta, núm. 8, 1977, pp. 45-46.
Hace apenas unos días mi mujer y yo dejamos la ciudad de México. Durante el viaje, mientras volábamos sobre dos continentes y dos mares, pensé continuamente en la carta que, unos meses antes, me había enviado el señor Teddy Kollek, Alcalde de Jerusalén, para anunciarme que se me había otorgado el Premio que hoy tengo el honor de recibir. El señor Kollek me decía que el Premio Internacional Jerusalén tiene por objeto distinguir una obra literaria que sea asimismo una defensa y una exaltación de la libertad. Nada más natural: libertad y literatura son complementarias. Sin la libertad, la literatura es sólo sonido sin destino ni sentido; sin la palabra, la libertad es ciega. La palabra encama en el acto libre y la libertad se vuelve conciencia al reflejarse en la palabra. Ya en el avión volví a pensar en el misterio de la libertad y descubrí que estaba enlazado a las piedras y al destino de Jerusalén. Llamo misterio a la libertad ―a pesar de ser un término que usamos todos los días― porque en el antiguo sentido de la palabra, es decir, en su sentido religioso, la libertad fue literalmente un misterio. En nuestros días la libertad es un concepto político, pero las raíces de ese concepto son religiosas. Del mismo modo que el científico encuentra en un pedazo de terreno diversos estratos geológicos, en la palabra libertad podemos percibir diferentes capas de significados: idea moral, concepto político, paradoja filosófica, lugar común retórico, careta de tiranos y, en el fondo, misterio religioso, dialogo del hombre con el destino.
Al reflexionar sobre los cambios de sentido de la palabra libertad, descubrí de pronto que la dirección de mi viaje, en el plano geográfico y espacial, correspondía a la de mi pensamiento en el plano histórico y espiritual. Al aterrizar el avión en Nueva York, primera escala de nuestro vuelo, recordé que en la fundación de esa ciudad había sido decisiva la doble concepción, holandesa e inglesa, de la libertad. Esta concepción, traducida primero a términos filosóficos y después a jurídicos y políticos, fue el fundamento de la constitución de los Estados Unidos. Al llegar a Londres, di otro salto en el espacio y en el tiempo: ¿cómo olvidar que el mundo moderno comienza con la Reforma y cómo olvidar que los ingleses transformaron ese movimiento de libertad religiosa en la primera revolución política de Occidente? Por último, al enfilar el avión hacia Jerusalén, volví a comprobar la correspondencia de mis movimientos con la orientación de mi pensamiento. Regresaba al origen, al lugar donde la palabra humana y la divina se enlazaron en un dialogo que fue el comienzo de la doble idea que ha alimentado a nuestra civilización: la idea de libertad y la idea de historia. Ambas son inseparables de la palabra judía y, especialmente, de uno de los momentos centrales de esa palabra: el libro de Job. Con el dialogo entre Job, sus amigos y Dios, comienza algo que después se prosiguió en otras tierras y ciudades -Atenas, Florencia, París, Londres-, algo que todavía no termina y que hoy ha regresado al lugar de su nacimiento: Jerusalén. La antigua ciudad de la palabra se ha convertido en la ciudad de la libertad.
En todas las civilizaciones hay un momento en el que el hombre se enfrenta al enigma de la libertad. En el Bhagavad Gita ese momento es el de la epifanía del dios Krisna. El dios ha asumido la forma humana de cochero del carro de guerra del héroe Arjuna. Un día antes de la batalla, Arjuna vàcila y duda: si toda matanza es horrible, la que se avecina lo es mas que las otras pues los jefes del ejército enemigo son sus primos y parientes, gente de su propia casta. La destrucción de la casta, dice Arjuna, produce la “de las leyes de la casta”, es decir, la destrucción de la ley moral. Krisna combate las razones del héroe con argumentos éticos y racionales pero, ante la resistencia de Arjuna, se manifiesta en su forma divina. Esa forma abarca todas las formas, las de la vida tanto como las de la muerte. Ajuna, aterrado, se prosterna ante esta presencia que comprende todas las presencias y en la que bien y mal dejan de ser realidades opuestas. Krisna resume la situación del hombre frente a Dios en una frase: Tú eres mi herramienta. La libertad se disuelve en el absoluto divino. En el otro extremo, Sófocles nos presenta el predicamento de Antígona frente al cadáver de su hermano: si lo entierra, cumple con la ley del cielo pero viola la ley de la ciudad. El dialogo entre Creonte y Antígona no es el conflicto entre dos voluntades sino entre dos leyes: la sagrada y la humana. Antígona escoge la ley del cielo ―y perece; Creonte escoge la de los hombres- y también perece. ¿Escogieron realmente? El destino griego no es menos implacable que el dios Krisna.
En el libro de Job la perspectiva cambia radicalmente. Los sufrimientos de Job pueden verse como una ilustración del poder de Dios y de la obediencia del justo. Ese es el punto de vista divino pero el de Job es otro; aunque está “vestido de llagas” ―como dice, admirablemente, la versión castellana de Cipriano de Valera― persiste en sostener su inocencia. Cierto, se inclina ante la voluntad divina y admite su miseria; al mismo tiempo, confiesa que encuentra incomprensible el castigo que padece. “Diré a Dios: no me condenes, hazme entender por qué pleiteas conmigo”. (X, 2). Si no duda, tampoco cede: “Aun cuando me matare, en él esperaré: empero mis caminos defenderé delante de él”. (XIII, 15). El diálogo que entabla Job con Dios no es un diálogo entre dos leyes sino entre dos libertades. Job no niega su miseria ontológica ―Dios es el ser y el hombre está roído por la nada― pero desde su misma insignificancia afirma el carácter irreductible y singular de su persona. Job es Job y reclama el reconocimiento de su particularidad. En esta exigencia, simultáneamente justa e insensata, reside el fundamento de la libertad y su carácter indefinible: la libertad es lo particular frente a lo general, la partícula de ser que escapa a todas los determinismos; el residuo irreductible y que no podemos medir. El verdadero misterio no está en la omnipotencia divina sino en la libertad humana.
La libertad no es una esencia ni una idea. Como no se cansa de repetirlo Job, es una particularidad que se enfrenta a un determinismo y que se obstina en ser distinta y única. La libertad es indefinible; no es un concepto sino una experiencia concreta y singular, enraizada en un aquí y un ahora irrepetibles. Por ser siempre distinta y cambiante, la libertad es historia. Mejor dicho, la historia es el lugar de manifestación de la libertad. No niego la existencia de fuerzas y factores objetivos unos de orden material y otros ideológicos; digo simplemente que la historia no puede reducirse a esas fuerzas y que hay que contar con la complicidad o con la rebeldía del hombre frente a ellas. El hombre es el donador de sentido. La historia no es el sentido del hombre, como sostienen con cierta perversidad algunas filosofías; el hombre es el sentido de la historia. De Bossuet a Hegel y Marx, las distintas filosofías de la historia son engañosas. La historia no es discurso ni teoría: es el dialogo entre lo general y lo particular, los determinismos objetivos y un ser único e indeterminado.
El azar y la necesidad, dos palabras muy citadas en estos días, quizá puedan explicar los fenómenos biológicos, no los históricos. El azar, en la historia, se llama libertad. Es el elemento imprevisible, la partícula de indeterminación, el residuo rebelde a todas las definiciones y medidas. Es Job. La historia no es una filosofía ni puede extraerse de ella una filosofía, salvo la filosofía antifilosófica de lo particular y lo imprevisible --la filosofía de la libertad. El caso de la historia moderna de Israel ilustra de un modo insuperable lo que acabo de decir. Nuestro siglo ha sido y es un tiempo sombrío, inhumano. Un siglo terrible y que será visto con horror en el futuro ―si los hombres vamos a tener un futuro. Pero también hemos sido testigos de momentos y episodios luminosos. Uno de esos momentos fue el de la fundación de Israel; otro, el del combate por la existencia y la independencia de esta nueva nación; otro más, la unificación de Jerusalén y su actual renacimiento cívico y cultural. Aquí conviene repetir que toda tentativa por dividir de nuevo a Jerusalén no sólo sería un inmenso e injustificado error histórico sino que acarrearía otra vez incontables sacrificios a las poblaciones judía y árabe. La reunificación de Jerusalén no es ni puede ser un obstáculo para que se encuentre una solución justa y pacífica que ponga fin al conflicto que desgarra a esta parte del mundo. Una solución en la que tengan cabida las legítimas aspiraciones de los distintos pueblos y comunidades, sin excluir naturalmente a las de los palestinos. Termino: la historia no demuestra: muestra. La lucha de Israel por su existencia y su independencia no se resuelve en una doctrina o en una filosofía política o social. Israel no nos ofrece una idea sino algo mejor, más vivo y más real: un ejemplo.
Hace apenas unos días mi mujer y yo dejamos la ciudad de México. Durante el viaje, mientras volábamos sobre dos continentes y dos mares, pensé continuamente en la carta que, unos meses antes, me había enviado el señor Teddy Kollek, Alcalde de Jerusalén, para anunciarme que se me había otorgado el Premio que hoy tengo el honor de recibir. El señor Kollek me decía que el Premio Internacional Jerusalén tiene por objeto distinguir una obra literaria que sea asimismo una defensa y una exaltación de la libertad. Nada más natural: libertad y literatura son complementarias. Sin la libertad, la literatura es sólo sonido sin destino ni sentido; sin la palabra, la libertad es ciega. La palabra encama en el acto libre y la libertad se vuelve conciencia al reflejarse en la palabra. Ya en el avión volví a pensar en el misterio de la libertad y descubrí que estaba enlazado a las piedras y al destino de Jerusalén. Llamo misterio a la libertad ―a pesar de ser un término que usamos todos los días― porque en el antiguo sentido de la palabra, es decir, en su sentido religioso, la libertad fue literalmente un misterio. En nuestros días la libertad es un concepto político, pero las raíces de ese concepto son religiosas. Del mismo modo que el científico encuentra en un pedazo de terreno diversos estratos geológicos, en la palabra libertad podemos percibir diferentes capas de significados: idea moral, concepto político, paradoja filosófica, lugar común retórico, careta de tiranos y, en el fondo, misterio religioso, dialogo del hombre con el destino.
Al reflexionar sobre los cambios de sentido de la palabra libertad, descubrí de pronto que la dirección de mi viaje, en el plano geográfico y espacial, correspondía a la de mi pensamiento en el plano histórico y espiritual. Al aterrizar el avión en Nueva York, primera escala de nuestro vuelo, recordé que en la fundación de esa ciudad había sido decisiva la doble concepción, holandesa e inglesa, de la libertad. Esta concepción, traducida primero a términos filosóficos y después a jurídicos y políticos, fue el fundamento de la constitución de los Estados Unidos. Al llegar a Londres, di otro salto en el espacio y en el tiempo: ¿cómo olvidar que el mundo moderno comienza con la Reforma y cómo olvidar que los ingleses transformaron ese movimiento de libertad religiosa en la primera revolución política de Occidente? Por último, al enfilar el avión hacia Jerusalén, volví a comprobar la correspondencia de mis movimientos con la orientación de mi pensamiento. Regresaba al origen, al lugar donde la palabra humana y la divina se enlazaron en un dialogo que fue el comienzo de la doble idea que ha alimentado a nuestra civilización: la idea de libertad y la idea de historia. Ambas son inseparables de la palabra judía y, especialmente, de uno de los momentos centrales de esa palabra: el libro de Job. Con el dialogo entre Job, sus amigos y Dios, comienza algo que después se prosiguió en otras tierras y ciudades -Atenas, Florencia, París, Londres-, algo que todavía no termina y que hoy ha regresado al lugar de su nacimiento: Jerusalén. La antigua ciudad de la palabra se ha convertido en la ciudad de la libertad.
En todas las civilizaciones hay un momento en el que el hombre se enfrenta al enigma de la libertad. En el Bhagavad Gita ese momento es el de la epifanía del dios Krisna. El dios ha asumido la forma humana de cochero del carro de guerra del héroe Arjuna. Un día antes de la batalla, Arjuna vàcila y duda: si toda matanza es horrible, la que se avecina lo es mas que las otras pues los jefes del ejército enemigo son sus primos y parientes, gente de su propia casta. La destrucción de la casta, dice Arjuna, produce la “de las leyes de la casta”, es decir, la destrucción de la ley moral. Krisna combate las razones del héroe con argumentos éticos y racionales pero, ante la resistencia de Arjuna, se manifiesta en su forma divina. Esa forma abarca todas las formas, las de la vida tanto como las de la muerte. Ajuna, aterrado, se prosterna ante esta presencia que comprende todas las presencias y en la que bien y mal dejan de ser realidades opuestas. Krisna resume la situación del hombre frente a Dios en una frase: Tú eres mi herramienta. La libertad se disuelve en el absoluto divino. En el otro extremo, Sófocles nos presenta el predicamento de Antígona frente al cadáver de su hermano: si lo entierra, cumple con la ley del cielo pero viola la ley de la ciudad. El dialogo entre Creonte y Antígona no es el conflicto entre dos voluntades sino entre dos leyes: la sagrada y la humana. Antígona escoge la ley del cielo ―y perece; Creonte escoge la de los hombres- y también perece. ¿Escogieron realmente? El destino griego no es menos implacable que el dios Krisna.
En el libro de Job la perspectiva cambia radicalmente. Los sufrimientos de Job pueden verse como una ilustración del poder de Dios y de la obediencia del justo. Ese es el punto de vista divino pero el de Job es otro; aunque está “vestido de llagas” ―como dice, admirablemente, la versión castellana de Cipriano de Valera― persiste en sostener su inocencia. Cierto, se inclina ante la voluntad divina y admite su miseria; al mismo tiempo, confiesa que encuentra incomprensible el castigo que padece. “Diré a Dios: no me condenes, hazme entender por qué pleiteas conmigo”. (X, 2). Si no duda, tampoco cede: “Aun cuando me matare, en él esperaré: empero mis caminos defenderé delante de él”. (XIII, 15). El diálogo que entabla Job con Dios no es un diálogo entre dos leyes sino entre dos libertades. Job no niega su miseria ontológica ―Dios es el ser y el hombre está roído por la nada― pero desde su misma insignificancia afirma el carácter irreductible y singular de su persona. Job es Job y reclama el reconocimiento de su particularidad. En esta exigencia, simultáneamente justa e insensata, reside el fundamento de la libertad y su carácter indefinible: la libertad es lo particular frente a lo general, la partícula de ser que escapa a todas los determinismos; el residuo irreductible y que no podemos medir. El verdadero misterio no está en la omnipotencia divina sino en la libertad humana.
La libertad no es una esencia ni una idea. Como no se cansa de repetirlo Job, es una particularidad que se enfrenta a un determinismo y que se obstina en ser distinta y única. La libertad es indefinible; no es un concepto sino una experiencia concreta y singular, enraizada en un aquí y un ahora irrepetibles. Por ser siempre distinta y cambiante, la libertad es historia. Mejor dicho, la historia es el lugar de manifestación de la libertad. No niego la existencia de fuerzas y factores objetivos unos de orden material y otros ideológicos; digo simplemente que la historia no puede reducirse a esas fuerzas y que hay que contar con la complicidad o con la rebeldía del hombre frente a ellas. El hombre es el donador de sentido. La historia no es el sentido del hombre, como sostienen con cierta perversidad algunas filosofías; el hombre es el sentido de la historia. De Bossuet a Hegel y Marx, las distintas filosofías de la historia son engañosas. La historia no es discurso ni teoría: es el dialogo entre lo general y lo particular, los determinismos objetivos y un ser único e indeterminado.
El azar y la necesidad, dos palabras muy citadas en estos días, quizá puedan explicar los fenómenos biológicos, no los históricos. El azar, en la historia, se llama libertad. Es el elemento imprevisible, la partícula de indeterminación, el residuo rebelde a todas las definiciones y medidas. Es Job. La historia no es una filosofía ni puede extraerse de ella una filosofía, salvo la filosofía antifilosófica de lo particular y lo imprevisible --la filosofía de la libertad. El caso de la historia moderna de Israel ilustra de un modo insuperable lo que acabo de decir. Nuestro siglo ha sido y es un tiempo sombrío, inhumano. Un siglo terrible y que será visto con horror en el futuro ―si los hombres vamos a tener un futuro. Pero también hemos sido testigos de momentos y episodios luminosos. Uno de esos momentos fue el de la fundación de Israel; otro, el del combate por la existencia y la independencia de esta nueva nación; otro más, la unificación de Jerusalén y su actual renacimiento cívico y cultural. Aquí conviene repetir que toda tentativa por dividir de nuevo a Jerusalén no sólo sería un inmenso e injustificado error histórico sino que acarrearía otra vez incontables sacrificios a las poblaciones judía y árabe. La reunificación de Jerusalén no es ni puede ser un obstáculo para que se encuentre una solución justa y pacífica que ponga fin al conflicto que desgarra a esta parte del mundo. Una solución en la que tengan cabida las legítimas aspiraciones de los distintos pueblos y comunidades, sin excluir naturalmente a las de los palestinos. Termino: la historia no demuestra: muestra. La lucha de Israel por su existencia y su independencia no se resuelve en una doctrina o en una filosofía política o social. Israel no nos ofrece una idea sino algo mejor, más vivo y más real: un ejemplo.
26 de abril de 1977
El llamado bíblico a la praxis de la justicia, L. Cervantes-O.
8 de agosto de 2010
1. El fondo y la forma del mensaje bíblico
Una de las limitaciones de las tendencias bibliocentristas que tienen las iglesias evangélicas latinoamericanas consiste en desequilibrar o perder de vista el importante balance entre la forma y el fondo que acontece en las Escrituras, incluso en las traducciones que utilizamos. Esto quiere decir que al desproporcionado literalismo con que a veces nos acercamos a ellas, muy contradictoriamente le agregamos un cierto menosprecio por su calidad expresiva y literaria. Es como si dijéramos que deseamos llegar cuanto antes al mensaje y que no nos interesan mucho ni las estructuras ni los géneros literarios que contiene. Esto resulta muy complicado porque la enorme e innegable necesidad de que los y las creyentes se acerquen asiduamente a la Biblia pasa por el inevitable “filtro” de una lectura amena, creativa y crítica, algo que habitualmente no interesa mucho a la hora de promover la familiaridad con los texto sólo por deber y obligación. Pero resulta que los textos tienen, además de un mensaje que debemos extraer con todos los recursos a nuestro alcance, simultáneamente o gracias a ello, una forma que debería ser respetada y, además, valorada en su justa dimensión.
Lo anterior viene muy a cuento en el caso de la literatura profética, porque a sus valores intrínsecos de denuncia y diálogo con la historia del momento al que intentaron responder, los acompaña una expresión altamente poética y bien trabajada, pues fue pensada para causar un gran impacto auditivo y, evidentemente, literario. Porque hay algo muy importante que decir: si originalmente los y las profetas no buscaban quedar bien con nadie, el primer trato que tuvieron que realizar fue con el lenguaje, una tarea muy ardua que enfrenta cualquiera que desea transmitir un mensaje mediante un código que permita hacerlo. Los textos proféticos mismos son parte del conjunto de gestos proféticos con que estos seres humanos creyeron necesario dirigirse al pueblo y a sus gobernantes para producir las transformaciones que ellos creían que Yahvé deseaba.
El caso de Miqueas es muy notable, pues pertenece a la “época de oro” de la profecía del A.T., es decir, a aquella que se redactó en el transcurso del siglo VIII a.C. Veamos cómo resume su personalidad José Luis Sicre, uno de los grandes expertos en el tema bíblico de la justicia social:
Miqueas nació en Moreset (1.1)…, una aldea de Judá, 35 km al SO de Jerusalén. El dato es importante, porque nos sitúa en un ambiente campesino, en contacto directo con los problemas de los pequeños agricultores, víctimas del latifundismo. Por otra parte, Moreset se encuentra rodeada de fortalezas; en un círculo de diez km surgen Azeqa, Soco, Adulán, Maresa y Laquis. La presencia de militares y funcionarios reales debía ser frecuente en la zona y, por lo que cuenta Miqueas, no muy benéfica. Además de los impuestos, es probable que llevasen a cabo levas de trabajadores para conducirlos a Jerusalén (3.10). Latifundismo, impuestos, robos a mano armada, trabajos forzados, es el ambiente que rodea al profeta.[1]
¿Habla de Chiapas, Morelos, Guerrero o Oaxaca? (¿Qué nombres nos resuenan en los oídos: Zapata, Rubén Jaramillo?) No, del Israel del siglo VIII. Bueno, así no nos meteremos en problemas… Lamentablemente el asunto no es tan sencillo, pues, para Dios, la situación ameritaba enviar un mensajero con las características de Miqueas para que Él, como el supremo “procurador agrario”, atendiera las demandas de una población maltratada en su trato con la tierra, el bien máximo de relación con lo sagrado. El profeta ataca el latifundismo (2.1-5), un mal repetido muchas veces en Israel (la viña de Nabot: I Re 21), y sus consecuencias de abuso sobre las familias (2.8-9) y en 3.1 plantea explícitamente la pregunta sobre la justicia: “¿No concierne a vosotros saber lo que es justo?”, señalando los excesos de los latifundistas urbanos (3.2).
Una de las limitaciones de las tendencias bibliocentristas que tienen las iglesias evangélicas latinoamericanas consiste en desequilibrar o perder de vista el importante balance entre la forma y el fondo que acontece en las Escrituras, incluso en las traducciones que utilizamos. Esto quiere decir que al desproporcionado literalismo con que a veces nos acercamos a ellas, muy contradictoriamente le agregamos un cierto menosprecio por su calidad expresiva y literaria. Es como si dijéramos que deseamos llegar cuanto antes al mensaje y que no nos interesan mucho ni las estructuras ni los géneros literarios que contiene. Esto resulta muy complicado porque la enorme e innegable necesidad de que los y las creyentes se acerquen asiduamente a la Biblia pasa por el inevitable “filtro” de una lectura amena, creativa y crítica, algo que habitualmente no interesa mucho a la hora de promover la familiaridad con los texto sólo por deber y obligación. Pero resulta que los textos tienen, además de un mensaje que debemos extraer con todos los recursos a nuestro alcance, simultáneamente o gracias a ello, una forma que debería ser respetada y, además, valorada en su justa dimensión.
Lo anterior viene muy a cuento en el caso de la literatura profética, porque a sus valores intrínsecos de denuncia y diálogo con la historia del momento al que intentaron responder, los acompaña una expresión altamente poética y bien trabajada, pues fue pensada para causar un gran impacto auditivo y, evidentemente, literario. Porque hay algo muy importante que decir: si originalmente los y las profetas no buscaban quedar bien con nadie, el primer trato que tuvieron que realizar fue con el lenguaje, una tarea muy ardua que enfrenta cualquiera que desea transmitir un mensaje mediante un código que permita hacerlo. Los textos proféticos mismos son parte del conjunto de gestos proféticos con que estos seres humanos creyeron necesario dirigirse al pueblo y a sus gobernantes para producir las transformaciones que ellos creían que Yahvé deseaba.
El caso de Miqueas es muy notable, pues pertenece a la “época de oro” de la profecía del A.T., es decir, a aquella que se redactó en el transcurso del siglo VIII a.C. Veamos cómo resume su personalidad José Luis Sicre, uno de los grandes expertos en el tema bíblico de la justicia social:
Miqueas nació en Moreset (1.1)…, una aldea de Judá, 35 km al SO de Jerusalén. El dato es importante, porque nos sitúa en un ambiente campesino, en contacto directo con los problemas de los pequeños agricultores, víctimas del latifundismo. Por otra parte, Moreset se encuentra rodeada de fortalezas; en un círculo de diez km surgen Azeqa, Soco, Adulán, Maresa y Laquis. La presencia de militares y funcionarios reales debía ser frecuente en la zona y, por lo que cuenta Miqueas, no muy benéfica. Además de los impuestos, es probable que llevasen a cabo levas de trabajadores para conducirlos a Jerusalén (3.10). Latifundismo, impuestos, robos a mano armada, trabajos forzados, es el ambiente que rodea al profeta.[1]
¿Habla de Chiapas, Morelos, Guerrero o Oaxaca? (¿Qué nombres nos resuenan en los oídos: Zapata, Rubén Jaramillo?) No, del Israel del siglo VIII. Bueno, así no nos meteremos en problemas… Lamentablemente el asunto no es tan sencillo, pues, para Dios, la situación ameritaba enviar un mensajero con las características de Miqueas para que Él, como el supremo “procurador agrario”, atendiera las demandas de una población maltratada en su trato con la tierra, el bien máximo de relación con lo sagrado. El profeta ataca el latifundismo (2.1-5), un mal repetido muchas veces en Israel (la viña de Nabot: I Re 21), y sus consecuencias de abuso sobre las familias (2.8-9) y en 3.1 plantea explícitamente la pregunta sobre la justicia: “¿No concierne a vosotros saber lo que es justo?”, señalando los excesos de los latifundistas urbanos (3.2).
2. La justicia, valor bíblico y universal
La relación entre buena parte de los textos bíblicos y valores como la justicia parece que está fuera de toda duda. Lo que no resulta tan claro a la hora de enarbolar las Sagradas Escrituras en medio de la vida y de la realidad tan reacia a su realización concreta es la forma en que éstas efectivamente son capaces de movilizar las conciencias para la acción y la práctica. El primer modelo bíblico para establecerla como centro de la existencia comunitaria fue la Ley, esto es, un conjunto de normas presentadas como palabra divina directa que instaba permanentemente a la comunidad a respetar el derecho de las personas en lo individual y colectivo, y a darle a cada quien lo que le correspondía. El segundo modelo es precisamente el de la profecía, que manifestó siempre una profunda preocupación por lo que calificó de “falta de obediencia” y consideró necesaria la aplicación de otra estrategia de convencimiento para que gobernantes y gobernados (ya con el filtro de la política de por medio), a una voz, volvieran sus ojos hacia los designios de la divinidad que invocaba un derecho originario sobre el pueblo (la liberación de la esclavitud en Egipto) como consigna y razón de ser para la praxis del amor, la paz y la justicia. De ahí que la frase: “Acuérdate que fuiste esclavo…” se repita constantemente para recordar el estatus del que procedía la nación entera.
Solamente que cuando los profetas entraron en escena de manera formal, muy señaladamente en el siglo mencionado, los entretelones políticos y sociales eran ya el telón de fondo que debía enfrentarse para aplicar los ideales de justicia que los movían. De este modo, a la dinámica que existía entre las ciudades explotadoras y el campo sometido a las necesidades de aquéllas, el profeta opone, mediante un conjunto de palabras exaltadas, la posibilidad de alcanzar el equilibrio deseado por Yahvé para que los sucesos liberadores originarios cobren nuevamente sentido para la mayoría de la población. El argumento de fondo es muy simple: los dominadores del pueblo se han convertido en el nuevo Faraón y esto no puede ser tolerado por el Dios liberador. Es signo y práctica de una gran injusticia: el pecado del latifundismo ofende doblemente a Dios porque se abusa de la propiedad de un bien otorgado por Él y, al mismo tiempo, establece diferencias entre las familias miembros del pueblo de Dios.
Sin dejar de percibir su valor literario y estilístico, pero con una profunda comprensión del ambiente y la intensidad de su mensaje, Sicre lo resume muy bien, atendiendo a los alcances que un mensaje de este tipo puede tener para la actualidad:
La idea tan antigua y tan moderna de que “la riqueza de pocos se basa en la pobreza de muchos” resulta de una benevolencia sublime cuando la comparamos con las palabras de este profeta. No se trata de pobreza sino de sangre. Por eso el Señor no puede tolerar este inmenso monumento a Mammón. A causa de estos idólatras, que la han profanado (cf. 2.10), la ciudad debe desaparecer por completo, reducida a ruinas […] Esas piedras y cimientos que han dado cuerpo a la ciudad no vienen de Dios ni son fruto de la justicia y el derecho: son fruto de prostitución, de abandonar al Señor para servir al dinero.[2]
Si los textos bíblicos son capaces de movilizar para luchar por la justicia, eso se debe a la intensidad y pasión con que fueron escritos. Luego entonces, más bien habría que preguntarse por qué entre nosotros no surgen más luchadores sociales con trasfondo espiritual como Martin Luther King, Rubén Jaramillo o Evangelina Corona, por citar sólo algunos nombres.
La relación entre buena parte de los textos bíblicos y valores como la justicia parece que está fuera de toda duda. Lo que no resulta tan claro a la hora de enarbolar las Sagradas Escrituras en medio de la vida y de la realidad tan reacia a su realización concreta es la forma en que éstas efectivamente son capaces de movilizar las conciencias para la acción y la práctica. El primer modelo bíblico para establecerla como centro de la existencia comunitaria fue la Ley, esto es, un conjunto de normas presentadas como palabra divina directa que instaba permanentemente a la comunidad a respetar el derecho de las personas en lo individual y colectivo, y a darle a cada quien lo que le correspondía. El segundo modelo es precisamente el de la profecía, que manifestó siempre una profunda preocupación por lo que calificó de “falta de obediencia” y consideró necesaria la aplicación de otra estrategia de convencimiento para que gobernantes y gobernados (ya con el filtro de la política de por medio), a una voz, volvieran sus ojos hacia los designios de la divinidad que invocaba un derecho originario sobre el pueblo (la liberación de la esclavitud en Egipto) como consigna y razón de ser para la praxis del amor, la paz y la justicia. De ahí que la frase: “Acuérdate que fuiste esclavo…” se repita constantemente para recordar el estatus del que procedía la nación entera.
Solamente que cuando los profetas entraron en escena de manera formal, muy señaladamente en el siglo mencionado, los entretelones políticos y sociales eran ya el telón de fondo que debía enfrentarse para aplicar los ideales de justicia que los movían. De este modo, a la dinámica que existía entre las ciudades explotadoras y el campo sometido a las necesidades de aquéllas, el profeta opone, mediante un conjunto de palabras exaltadas, la posibilidad de alcanzar el equilibrio deseado por Yahvé para que los sucesos liberadores originarios cobren nuevamente sentido para la mayoría de la población. El argumento de fondo es muy simple: los dominadores del pueblo se han convertido en el nuevo Faraón y esto no puede ser tolerado por el Dios liberador. Es signo y práctica de una gran injusticia: el pecado del latifundismo ofende doblemente a Dios porque se abusa de la propiedad de un bien otorgado por Él y, al mismo tiempo, establece diferencias entre las familias miembros del pueblo de Dios.
Sin dejar de percibir su valor literario y estilístico, pero con una profunda comprensión del ambiente y la intensidad de su mensaje, Sicre lo resume muy bien, atendiendo a los alcances que un mensaje de este tipo puede tener para la actualidad:
La idea tan antigua y tan moderna de que “la riqueza de pocos se basa en la pobreza de muchos” resulta de una benevolencia sublime cuando la comparamos con las palabras de este profeta. No se trata de pobreza sino de sangre. Por eso el Señor no puede tolerar este inmenso monumento a Mammón. A causa de estos idólatras, que la han profanado (cf. 2.10), la ciudad debe desaparecer por completo, reducida a ruinas […] Esas piedras y cimientos que han dado cuerpo a la ciudad no vienen de Dios ni son fruto de la justicia y el derecho: son fruto de prostitución, de abandonar al Señor para servir al dinero.[2]
Si los textos bíblicos son capaces de movilizar para luchar por la justicia, eso se debe a la intensidad y pasión con que fueron escritos. Luego entonces, más bien habría que preguntarse por qué entre nosotros no surgen más luchadores sociales con trasfondo espiritual como Martin Luther King, Rubén Jaramillo o Evangelina Corona, por citar sólo algunos nombres.
Notas
[1] J.L. Sicre, “Con los pobres de la tierra”. La justicia social en los profetas de Israel. Madrid, Cristiandad, 1985, pp. 250-251.
[2] J.L. Sicre, Los dioses olvidados. Poder y riqueza en los profetas preeexílicos. Madrid, Cristiandad, 1979, p. 129. Sicre incluye una experiencia personal: “En el verano de 1976 tuve la oportunidad de vivir en San Salvador las repercusiones de la Ley de Reforma Agraria decretada por el gobierno militar en el poder. No era el caos ni la revolución. Sin embargo, entre las personas ricas e influyentes de El Salvador levantó una ola de protestas. Se consideraban los únicos con derecho a opinar y vivir bien, al mismo tiempo que se juzgaban perfectos católicos. Aquella experiencia me ayudó a comprender las denuncias proféticas más que muchas horas de estudio”. “Con los pobres de la tierra”…, n. 41, p. 261.
[1] J.L. Sicre, “Con los pobres de la tierra”. La justicia social en los profetas de Israel. Madrid, Cristiandad, 1985, pp. 250-251.
[2] J.L. Sicre, Los dioses olvidados. Poder y riqueza en los profetas preeexílicos. Madrid, Cristiandad, 1979, p. 129. Sicre incluye una experiencia personal: “En el verano de 1976 tuve la oportunidad de vivir en San Salvador las repercusiones de la Ley de Reforma Agraria decretada por el gobierno militar en el poder. No era el caos ni la revolución. Sin embargo, entre las personas ricas e influyentes de El Salvador levantó una ola de protestas. Se consideraban los únicos con derecho a opinar y vivir bien, al mismo tiempo que se juzgaban perfectos católicos. Aquella experiencia me ayudó a comprender las denuncias proféticas más que muchas horas de estudio”. “Con los pobres de la tierra”…, n. 41, p. 261.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
Apocalipsis 1.9, L. Cervantes-O.
29 de agosto, 2021 Yo, Juan, soy su hermano en Cristo, pues ustedes y yo confiamos en él. Y por confiar en él, pertenezco al reino de Di...
-
28 de mayo de 2017 Porque me acuerdo de la fe sincera que tienes. Primero la tuvieron tu abuela Loida y tu madre Eunice, y estoy seguro...
-
31 de diciembre, 19 hrs. Introito Dios nuestro, ¡tú siempre has sido nuestra casa! Desde siempre y hasta siempre, desde antes de que crear...