APUNTES ACERCA DE LA BIBLIA Y SU INTERPRETACIÓN (III)
Plutarco Bonilla
Lupa Protestante, 21 de abril de 2008
Interpretación e inspiración de las Escrituras
Plutarco Bonilla
Lupa Protestante, 21 de abril de 2008
Interpretación e inspiración de las Escrituras
Afirmar, como dijimos, que lae Biblia es la palabra privilegiada de Dios significa afirmar que esa es palabra inspirada. Pero ¿en qué consiste la inspiración? Una cosa es afirmar el hecho y otra, bastante diferenciada, intentar entender o explicar cómo se produce este. Como argumento explicativo, esto último es una construcción teológica. De ahí que se hayan ofrecido, a lo largo de la historia del pensamiento y desde la antigüedad cristiana, diversas teorías explicativas. No es este el lugar para discutir el tema de la inspiración. Sólo añadiría aquí que considero insostenible afirmar, como hace cierto documento que sirvió de base a los traductores de una versión del NT, que “los estudios avanzados de la crítica textual [y de la Numeración Bíblica] han demostrado que, en el Texto Sagrado, no sólo los libros y las palabras y su orden, sino [las sílabas y] las mismas letras, se encuentran distribuidos por medida así como por peso, y ubicados con designio y propósito”.
Una afirmación tal refleja una concepción particular de la inspiración, concepción que el mismo documento explicita más adelante con estas palabras: «§1 Los documentos autógrafos del Antiguo y del Nuevo Testamento fueron divinamente inspirados y expresan en cada una de sus palabras y letras el propósito de Dios». Pareciera, según esta comprensión de la inspiración, que Dios «sopló» (en el sentido escolar de la palabra) al oído del escritor el texto en sus mínimos detalles. Lo que sí nos interesa destacar es que afirmar la inspiración de la Biblia e interpretar esa palabra inspirada son aspectos distinguibles.
Los resultados de la interpretación no siempre se corresponden con la doctrina de inspiración que se sostenga. No obstante, quien sostiene la inspiración por dictado tiende a interpretar la Biblia literalmente. Quisiera proponer que, aunque haya pasajes de interpretación literal obvia, en su conjunto la Biblia debe ser interpretada tomando en consideración el contexto global en que se escribió el texto en cuestión (o sea, el texto específico que se interprete). La importancia de este dato se percibe al notar la enorme cantidad de libros y artículos que se han escrito, y más en fechas recientes, sobre, por ejemplo, el mundo del NT, desde todos los puntos de vista imaginables (religioso, social, familiar, político, económico, militar, arquitectónico, artístico, lingüístico, folclórico, musical, de las costumbres, etc.). Cuando uno trata de incursionar en ese mundo al estudiar la Biblia, entonces, la pregunta ¿qué significa este dato? va precedida de esta otra: ¿qué significaba este dato?
Observaciones finales
Termino esta exposición con algunas ideas, de carácter práctico, directamente relacionadas con la interpretación de las Escrituras. Incluyo algunos ejemplos.
a) Ponga en práctica, tan agudamente como le sea posible, sus capacidades de observación. El Dr. Juan Stam, bien conocido en nuestro medio, dice que el estudiante de la Biblia debería usar una lupa como herramienta de trabajo, para poder ver así lo que no vería sin el uso de un instrumento de ayuda. Dice él: “Una cosa es la lectura bíblica, para buscar textos que inspiran; eso es necesario y edificante, pero inadecuado para comprender el mensaje bíblico más amplio y encontrar verdades doctrinales. Otra cosa es el estudio bíblico, con la lupa, para investigar con esmero y profundizar en el mensaje del texto inspirado”.
El estudiante —no el simple lector de la Biblia— debe de desarrollar sus habilidades de observación minuciosa. Para ello, tiene que prestar atención a todos los detalles del texto, incluidos aquellos que a simple vista pudieran parecer que carecen de importancia. Por ejemplo, en una narración solemos fijarnos en los personajes principales de la historia. Pero muchas veces los personajes secundarios adquieren, en el significado del texto, una relevancia que se nos escapa de la observación.
En algunas ocasiones, cuando he dicho que la parábola conocida como «El hijo pródigo» es un relato inconcluso, algunos me han cuestionado tal afirmación. Pero ¿es de verdad como piensan? ¿es un relato cerrado o abierto? Quien considera que se trata de una historia cerrada piensa que el hermano mayor es un personaje secundario, y se le deja refunfuñando ante su padre. Sin embargo, a la luz de las palabras introductorias de esta tripleta de parábolas, el hermano mayor no es personaje que haya que dejar de lado. Queda en el aire una pregunta a la que la parábola no da respuesta: el hermano mayor, ¿aceptó la invitación de su padre y entró a la fiesta, o no?
La introducción que Lucas le pone a la parábola y la (in)conclusión del relato están íntimamente relacionadas. El oyente de la parábola es quien tiene que concluirla, es quien tiene que responder a aquella pregunta que quedó pendiente. Lo dicho respecto de los personajes se aplica a los demás elementos del texto: situaciones, acciones (y aquí es necesario prestar cuidadosa atención a los verbos), costumbres, creencias, modos de hablar, criterios dominantes, propósito del texto, etcétera.
b) Para lograr lo anterior es necesario tratar de eliminar de nuestra mente cualesquiera presuposiciones respecto del texto. Es lo que Stam llama el borrador, como segunda herramienta de estudio. Al acercarnos a un texto solemos allegarnos a él con ideas preconcebidas, de las cuales muchas veces ni nos percatamos. Si al estudiar el texto no vemos en él la presencia de tales presuposiciones, debemos tener el valor de descartarlas o, como me gusta decir, debemos “ponerlas entre paréntesis”, al menos de momento. Lo anterior no es asunto fácil, pues se requiere desarrollar también otra habilidad que, con suma frecuencia, resulta compleja. Me refiero a la capacidad, que se va adquiriendo con la experiencia y que nunca se logra a cabalidad, de ser críticos de nuestro propio pensamiento. Sin esta autocriticidad, convertimos nuestras ideas en dogmas. Y de ahí a volvernos arrogantes y fanáticos hay muy poco trecho. La historia —incluida la del cristianismo— está repleta de ejemplos. Y ejemplos tenemos, por arrobas, en ciertas columnas de nuestros periódicos. c) En tercer lugar, nunca trate de interpretar el texto bíblico sin tomar en consideración su propio contexto. Aunque este es esencial y de la mayor importancia, no me refiero exclusivamente al contexto literario (lo que se suele determinar como «lo que está delante y lo que va después» del texto que se estudia). Este principio tiene varias implicaciones.
Veamos algunas de ellas en dos ejemplos: A lo largo de mi vida no sé cuántos sermones he escuchado sobre la historia de los dos discípulos en el camino a (Lucas 24.13-35). Por lo general, en la predicación se centra buena parte de la atención en las palabras de los discípulos: «Quédate con nosotros» (v. 29), y se conectan esas palabras con lo que los mismos discípulos dirían después, al reconocer a Jesús resucitado: «¿No es verdad que el corazón nos ardía en el pecho...?» (v. 32).
La conclusión es, entonces, fácil de predecir: los discípulos invitaron a Jesús a quedarse con ellos porque ellos sintieron en su corazón la calidad de la presencia de él. Quisieron, ellos, seguir gozando de esa calidez, de esa presencia. Pero ¿es ese el sentido del texto? ¿Es esa interpretación fiel al contexto del texto? ¿a lo que el mismo texto dice? Lucas mismo nos da algunas pistas que, nos parece, apuntan en otra dirección. Veamos:
1) Ellos, los discípulos, comenzaron una caminata de unos once kilómetros que los llevaría de Jerusalén a Emaús;
2) para ellos, Jesús era un «forastero» en Jerusalén;
3) cuando estaban por llegar a Emaús, ya era algo tarde, el sol se estaba poniendo y se hacía de noche;
4) Jesús actuó como si fuera a seguir su camino (el texto no dice a dónde se dirigiría);
5) los discípulos aún no habían reconocido en el peregrino a Jesús.
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LECTURAS BÍBLICAS 2010 (23)
JUAN 9.26-38, Biblia en Lenguaje Actual
26 Volvieron a preguntarle: ―¿Qué hizo? ¿Cómo fue que te sanó?
27 Él les contestó: ―Ya les dije lo que hizo, pero ustedes no me hacen caso. ¿Para qué quieren que les repita lo mismo? ¿Es que también ustedes quieren ser sus seguidores?
28 Los jefes judíos lo insultaron y le dijeron: -Seguidor de ese hombre lo serás tú. Nosotros somos seguidores de Moisés. 29 Y sabemos que Dios le habló a Moisés; pero de ese Jesús no sabemos nada.
30 El joven les respondió: ―¡Qué extraño! Ustedes no saben de dónde viene, y sin embargo, a mí me ha sanado.31 Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero sí escucha a los que le adoran y le obedecen.32 Nunca he sabido que alguien le haya dado la vista a uno que nació ciego.33 Si este hombre no fuera enviado por Dios, no podría hacer nada.
34 Entonces le contestaron: ―Ahora resulta, que tú siendo pecador desde que naciste nos vas a enseñar. ¡Ya no te queremos en nuestra sinagoga!
35 Jesús se enteró de esto, y cuando se encontró con el joven le preguntó: ―¿Crees en el Hijo del hombre?
36 El joven le respondió: ―Señor, dígame quién es, para que yo crea en él.
37 Jesús le dijo: ―Lo estás viendo. Soy yo, el que habla contigo.
38 Entonces el joven se arrodilló ante Jesús y le dijo: ―Señor, creo en ti.
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EL PROGRESO DEL PEREGRINO, DE JOHN BUNYAN
CRIS. — Evangelista me mandó venir aquí, y llamar, como hice: y me dijo que usted me diría lo que debía yo hacer.
BUENA VOL. — Una puerta abierta está delante de ti, y nadie la puede cerrar.
CRIS. — ¡Qué ventura! Ahora empiezo a recoger el fruto de mis peligros.
BUENA VOL. — Pero, ¿cómo es que viniste solo?
CRIS. — Porque ninguno de mis vecinos vio su peligro como yo vi el mío.
BUENA VOL. — ¿Ninguno de ellos supo de tu venida?
CRIS. — Sí, señor; mi mujer y mis hijos fueron los primeros que me vieron salir, y me gritaron para que volviese. También varios de mis vecinos hicieron lo mismo, pero me tapé los oídos y seguí mi camino.
BUENA VOL. — Y ¿ninguno de ellos te siguió para persuadirte?
CRIS. — Sí, señor; Obstinado y Flexible; mas cuando vieron que no podían lograrlo, Obstinado se volvió enojado; pero Flexible vino conmigo un poco más en el camino.
BUENA VOL. — ¿Pero por qué no siguió hasta aquí?
CRIS. — Vinimos juntos hasta llegar al Pantano de la Desconfianza en el que ambos caímos de repente. Entonces mi vecino Flexible se desanimó, y no quiso pasar delante. Saliendo pues del pantano por el lado más próximo a su casa, me dijo que me dejaba poseer solo el dichoso país: así se fue él por su camino y yo me vine por el mío: él siguió a Obstinado y yo seguir hacia esta puerta.
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