viernes, 30 de diciembre de 2011

"Nada nos apartará del amor de Dios...", L. Cervantes-O.

31 de diciembre, 2011

Si Dios por nosotros, ¿quién contra nosotros? He aquí ciertamente el único apoyo que nos puede mantener firmes en medio de todas las pruebas, porque si Dios está con nosotros, aun cuando todas las cosas sean contra nosotros, podremos, sin embargo, permanecer confiados. El favor de Dios no solamente es un consuelo suficiente para toda tristeza, sino también un defensor bastante poderoso contra todas las tempestades. […] Por esta razón, teniéndole a El como defensor, nada debemos temer. Nadie, pues, demostrará poseer una verdadera confianza en Dios, sino aquellos que contentándose con su protección a nada temen ni pierden jamás su valor. Es cierto que los creyentes son a menudo quebrantados; pero jamás enteramente abatidos. En resumen, la intención del Apóstol es la de que el corazón del creyente permanezca firme por el testimonio interior del Espíritu Santo, y no depender de las cosas externas.[1]

J. Calvino

La teopoética de Pablo

Acaso los momentos doxológicos o celebratorios en las cartas del apóstol Pablo sean los más recordados por sus lectores/as de todos los tiempos, pues a la densidad con que su pensamiento aborda las cuestiones más profundas de la fe en sus epístolas a los Romanos, Corintios, Efesios o Filipenses le corresponden fragmentos en los que se dejan ganar por el lirismo y la pasión para cantar las maravillas del amor de Dios. Con ello, este creyente comprometido hasta la muerte con la expansión del Evangelio por todo el mundo, anticipó, sin imaginárselo, una de las vetas más vivas de la fe cristiana, la llamada teopoética, es decir, la expresión literaria, litúrgica y teológica de la comunión con Dios por parte de los seguidores/as de Jesús de Nazaret, en medio de las luchas y los procesos sociales. Esta corriente teológica, cristiana y literaria obliga a sus practicantes a beber del pozo de la fe y de la espiritualidad bíblicas para que, mediante una tendencia mística de búsqueda verbal creativa, puedan trasladar a los textos la experiencia del encuentro con las bondades y exigencias del Dios de la Vida, más allá del propagandismo y el panfleto fácil. Se reflexiona teológicamente, al mismo tiempo que se expresan poéticamente los misterios, alegrías y descubrimientos de la fe. Uno de sus exponentes más reconocidos en la actualidad es el obispo catalán-brasileño Pedro Casaldáliga, quien ha persistido en aunar la lírica con el compromiso cristiano liberador. La teopoética es un discurso y una praxis, tal y como San Pablo los practicó en su vida y obra, aunque ya los salmistas y el mismo Jesús habían avanzado en eso durante largo trecho.

Así la explica Rui Manuel Grácio das Neves: “Es una teología alternativa […] Es la convicción de que el lenguaje poético, la poética, se convierte en la herramienta epistemológica más adecuada (en algunos momentos, imprescindible) para abordar ciertas cuestiones de vivencia religiosa […] la prosa se torna aquí muy insuficiente, descarnada, seca, superficial. El ser, la realidad, es polisémico, multidimensional, y la poesía nos descubre el mundo bajo otra mirada. Es productora de sentido y reveladora del ser (Paul Ricœur)”.[2]

Y es que, luego de haber atravesado las honduras teológicas a las que le obligó su interés casi anatómico por desentrañar las raíces del pecado humano y de su presencia en el mundo en el capítulo 7 de su carta a los Romanos, y en 9-10, por establecer la situación de su propio pueblo, el judío, ante los planes de Dios, Pablo de Tarso atisba la luz de la salvación en Cristo y asume la voz de un adorador y celebrante que no duda en orientar su exclamación en voz alta por los senderos de la alabanza más exaltada y emotiva. Luego de llegar a la conclusión terrible y grandiosa, simultáneamente: “Porque Dios encerró á todos en incredulidad, para tener misericordia de todos”, estalla de emoción:

¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios!

¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!

Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?

¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado?

Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas.

A él sea la gloria por los siglos. (11.33-36)

Una oda al amor interminable de Dios en Cristo

Antes, en todas estas cosas hacemos más que vencer por medio de aquel que nos amó. Para acercarnos más a las palabras griegas utilizadas por San Pablo, sería menester decir: Nosotros sobrevivimos, es decir, luchando llegamos al fin de nuestras perplejidades y vencemos las angustias. Es cierto que algunas veces parece que los fieles son vencidos y derrotados, porque el Señor no solamente les obliga a ejercitarse, sino también a humillarse; mas siempre ellos obtienen la victoria. Para que reconozcan de dónde les viene este valor y fortaleza invencibles, el Apóstol repite lo que ya dijo, al enseñarnos que no solamente Dios, por su amor, nos sostiene y fortifica, sino que también confirma lo que ya dijo sobre el amor de Cristo. Esta única palabra significa suficientemente que el Apóstol no se refiere al ardiente amor que sintamos hacia Dios, sino a la dulce y paternal misericordia de Dios o de Cristo hacia nosotros. Si esta convicción está profundamente arraigada en nuestro corazón, nos llevará del infierno a la luz de la vida, sirviéndonos de apoyo suficiente.[3]

J. Calvino


En 8.33-39, no duda en mezclar la reflexión y la enumeración para afirmar las grandezas del amor de Dios y su compromiso por salvaguardar la vida de sus elegidos/as contra toda forma de oposición, rechazo e incomprensión, ya sea cósmica, histórica o espiritual. Los niveles de comprensión teológica que alcanza Pablo no sólo son superiores sino que además le agrega a su visión de la salvación y sus misterios una veta de penetración incuestionablemente práctica y actual, capaz de remover las fibras de los corazones inflamados por la fe en la obra redentora de Cristo:

¿Quién acusará a los escogidos de Dios?

Dios es el que justifica.

¿Quién es el que condenará?

Cristo es el que murió;

más aun, el que también resucitó,

el que además está a la diestra de Dios,

el que también intercede por nosotros.

¿Quién nos separará del amor de Cristo?

¿Tribulación, o angustia, o persecución,

o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? (vv. 33-35)

La garantía de la salvación tiende las dimensiones aludidas: ningún tribunal, mucho menos uno en el cual el fiscal sea alguien como Satanás, criminal confeso, podrá acusar a los escogidos/as porque Dios ya los ha rehabilitado, capacitado, dignificado, declarado inocentes. Es el ámbito cósmico-teológico. Y en ese mismo, nadie podrá condenar a los/as creyentes porque la muerte de Cristo es y fue un evento que traspasa las barreras de la historia y penetró en las tinieblas para imponer la victoria de la vida y el hecho de que ahora esté sentado a la derecha de Dios es una garantía todavía mayor, la de que Él intercede, aboga, media entre Dios y la humanidad a causa de su doble naturaleza. ¡Por ello nada ni nadie nos podrá separar de su amor! Una afirmación de labios de alguien que no estuvo nunca físicamente con él, ¡al igual que nosotros! La certeza de la compañía del amor divino en Jesucristo procede del hecho de que la prenda del amor de Dios, el cuerpo mismo del Salvador, se encuentra ya transformado ante su presencia, al lado suyo, en las instancias eternas.

Por ello, en el v. 35b, al descender al mundo de la mezquindad, el odio y la injusticia, por así decirlo, el apóstol afirma que nadie ni nada puede dañar a los seguidores/as y hermanos/as de Jesús, quienes ahora son, literal y espiritualmente indestructibles, pero sin asumir una actitud triunfalista ni arrogante, sino todo lo contrario, como lo recuerda el apóstol, pues: “Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;/ somos contados como ovejas de matadero” (v. 36). Este realismo histórico, profético y martirial, en línea con los grandes presentadores de la fe bíblica, es el sustento de la victoria moral, espiritual y cósmica de la fe sobre todos sus opositores y exigencias, acaso por orden de aparición: tribulación (problemas cotidianos), angustia (sufrimientos), persecución (rechazo), hambre (precariedad total), desnudez (extremos climatológicos), peligro (riesgos) o espada (violencia y muerte). Pablo contempla de manera amplia una cadena de contingencias que abarca casi todo aquello a .lo que están expuestos los/as creyentes para dar a entender, como agrega y resume, al incluir los extremos más evidentes: vida-muerte, ángeles-principados, potestades, presente-futuro, alto-profundo, ni ninguna otra cosa creada, absolutamente nada, en suma, los podrá separar del amor de Dios mediado por Cristo. Vencen, claro, porque toda su vida depende de la afirmación mayor: “Dios por nosotros” (8.31), aquí y ahora, ante los tiempos idos y los que han de venir.



[1] J. Calvino, Comentario a la epístola a los Romanos. Trad. de C. Gutiérrez Marín. Grand Rapids, Desafío, 2005, p. 150.

[2] R.M. Grácio das Neves, “Introducción. De las insuficiencias del lenguaje o apología de la teopoética”, en Utopía y resistencia. Hacia una teopoética de la liberación. Salamanca, San Esteban, 1994, pp. 11-12.

[3] J. Calvino, op. cit., p. 154.

Culto de fin de año

31 de diciembre, 19 hrs.

Introito

Dios nuestro, ¡tú siempre has sido nuestra casa! Desde siempre y hasta siempre, desde antes de que crearas las montañas, la tierra y el mundo, tú has sido nuestro Dios. Salmo 90.1-2

Preludio al piano Jacobo Núñez Cabrera

En la eternidad de nuestro Dios, Salmo 90

Ministro: Tú marcas el fin de nuestra existencia cuando nos ordenas volver al polvo. Para ti, mil años pasan pronto; pasan como el día de ayer, pasan como unas horas de la noche.

Congregación: Nuestra vida es como un sueño del que nos despiertas al amanecer. Somos como la hierba: comienza el día, y estamos frescos y radiantes; termina el día, y estamos secos y marchitos.

Ministro: Tú conoces nuestros pecados, aun los más secretos. Si te enojas, termina nuestra vida; los años se nos escapan como se escapa un suspiro.

Todos/as:¡Permítenos comenzar el día llenos de tu amor, para que toda la vida cantemos llenos de alegría! Ya hemos tenido días de tristeza y muchos años de aflicción; ¡devuélvenos esa alegría perdida! ¡Permite que nosotros y nuestros hijos podamos ver tu grandeza y tu poder!

* Oración de ofrecimiento

* Himnos: “A Dios el Padre celestial” (430), Thomas Ken

Nos hemos reunido” (418), T. Backer/ Trad.: J.R. de Balloch

Estemos a cuentas con Él, Salmo 51

Ministro: Sé muy bien que soy pecador, y sé muy bien que he pecado. A ti, y sólo a ti te he ofendido; he hecho lo malo, en tu propia cara. Tienes toda la razón al declararme culpable; no puedo alegar que soy inocente.

Confesión comunitaria. (Oración en silencio; el ministro termina con oración audible)

Ministro: Tengo que admitir que soy malo de nacimiento, y que desde antes de nacer ya era un pecador. Tú quieres que yo sea sincero; por eso me diste sabiduría.

Todos/as: Señor y Dios mío, Dios de mi salvación, líbrame de la muerte, y entre gritos de alegría te daré gracias por declararme inocente. Amén

* Himno “Loor a ti, mi Dios, en esta noche” (454), Trad.: J.B. Cabrera


Unimos nuestras manos

* Salutaciones: Himno “Un mandamiento nuevo os doy” (404), Basado en Jn 15.12


Damos fe de su acción en nuestra vida

Momento de testimonios

* Himno “La canción del Espíritu” (268), J. Wimber

Accedemos a su Palabra de Vida

* Lectura del Antiguo Testamento: Salmo 46

* Lectura del Nuevo Testamento: Romanos 8.28-39

Mensaje: NADA NOS APARTARÁ DEL AMOR DE DIOS…”

Pbro. L. Cervantes-O.

Renovamos nuestra fe

* Himno “Oh dulce Cristo, salvador de mi alma” (253), L.P. van Slyke

Celebración de la Santa Cena

Una ofrenda del corazón

Ofertorio: Dios nuestro, ¡muéstranos tu bondad, y bendice nuestro trabajo! ¡Sí, bendice nuestro trabajo!, Salmo 90.17

Consagración y presentación

Siempre nos acompaña en el camino

* Bendición pastoral

“En el umbral de un nuevo año”, Sebastián Rodríguez

Oh Señor, en el umbral de un nuevo año, te suplicamos: Renueva nuestra fe, reavivando el fuego del amor a Ti. Envíanos a las tareas que nos tengas destinadas con la seguridad de que Tú estás con nosotros y en nosotros, sosteniéndonos y fortaleciéndonos para toda obra que quieres que hagamos. Imparte en nosotros tu ayuda para que conservemos puros nuestros pensamientos, elevados los propósitos y llenos de gratitud los corazones. Haznos tardos para la ofensa, prestos para la simpatía y la compasión, poco dispuestos a criticar, listos siempre para servir. Como siervos tuyos, dígnate usarnos para dar ánimo a quienes lo precisen y cuando el sendero se torne más arduo y escabroso, acrecienta nuestra fe, a fin de que fortalecidos por tu Espíritu consagremos nuestras energías a la realización a la realización de tu voluntad y tus designios. En el nombre y por los méritos de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

* Bendición congregacional: “Dios nuestro apoyo” (59) I. Watts/ Trad. J. Mora

Postludio

Romanos 8.35-39


¿Quién podrá separarnos del amor de Jesucristo? Nada ni nadie. Ni los problemas, ni los sufrimientos, ni las dificultades. Tampoco podrán hacerlo el hambre ni el frío, ni los peligros ni la muerte. Como dice la Biblia: “Por causa tuya nos matan;/ ¡por ti nos tratan siempre/ como a ovejas para el matadero!”.

En medio de todos nuestros problemas, estamos seguros de que Jesucristo, quien nos amó, nos dará la victoria total. Yo estoy seguro de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la vida ni la muerte, ni los ángeles ni los espíritus, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes del cielo ni los del infierno, ni nada de lo creado por Dios. ¡Nada, absolutamente nada, podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado por medio de nuestro Señor Jesucristo!

sábado, 24 de diciembre de 2011

Letra 251, 25 de diciembre de 2011


MENSAJE DE NAVIDAD 2011 DEL SECRETARIO GENERAL DEL CONSEJO MUNDIAL DE IGLESIAS

www.oikoumene.org

La gracia de Dios se ha manifestado para salvación a toda la humanidad.

Tito 2:11, RVR 1995

Gracia y paz a todos ustedes en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. ¡Que la manifestación de la salvación misericordiosa del Dios trino ilumine nuestros corazones, mentes y espíritus en esta época de alegría!

Los relatos del Nuevo Testamento del adviento y la natividad de Jesús ponen de relieve el carácter universal del acontecimiento de Cristo. El texto bíblico dice, sin reservas, que la gracia de Dios se manifiesta a toda la humanidad, ofreciendo la promesa del perdón, la sanación y la reconciliación con Dios en el cielo y con nuestro prójimo en la tierra.

La gracia de Dios se ha manifestado en la persona de Jesucristo. Por el bien de los pastores marginados y de sus familias Jesús se manifiesta en su tierra natal, atrayendo la atención de ricos y poderosos sabios de tierras lejanas, y se revela a María y José como un don del misterio de Dios.

A través de estos testimonios fieles y de la proclamación de las buenas nuevas a lo largo de los siglos, Jesús se nos manifiesta y estamos llamados a responder a su presencia entre nosotros hoy.

En mayo de 2011, unas mil personas se reunieron en Jamaica en torno al tema “Gloria a Dios y paz en la Tierra”, un tema que está en el centro del mensaje navideño y que fue el motor de la Convocatoria Ecuménica Internacional por la Paz (CEIP). Este canto de los ángeles que nos narra Lucas llamó nuestra atención sobre la necesidad de una paz justa para todos en el siglo XXI.

Orando por que la paz de Dios se manifieste a toda la humanidad, el mensaje de la CEIP afirma: “Junto con copartícipes de otras creencias, hemos reconocido que la paz es un valor central de todas las religiones, y la promesa de paz se extiende a todas las personas, independientemente de tradiciones y compromisos. Mediante la intensificación del diálogo interreligioso procuramos llegar a una convergencia con todas las religiones del mundo en relación con estas cuestiones”.

Asimismo, hace la siguiente exhortación a los cristianos:

“Nosotros, en nuestra calidad de iglesias, tenemos la posibilidad, si osamos hacerlo, de enseñar la no violencia a los poderosos, porque somos seguidores de aquél que vino como un niño indefenso, murió en la Cruz, nos dijo que dejemos de lado nuestras espadas, nos enseñó a amar a nuestros enemigos, y resucitó de entre los muertos”.

¡Que la gracia y la paz de Dios se manifiesten a muchas más personas durante estas Navidades! En nombre del Consejo Mundial de Iglesias, les deseo lo mejor para el año que está por comenzar y oro por que Dios bendiga nuestro viaje juntos durante los próximos años.

Pastor Dr. Olav Fykse Tveit, secretario general, Consejo Mundial de Iglesias

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SALUDO NAVIDEÑO DEL SECRETARIO EJECUTIVO DE LA ALIANZA DE IGLESIAS PRESBITERIANAS Y REFORMADAS DE AMÉRICA LATIONA (AIPRAL)

Darío Barolin

www.aipral.org

“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” dice la carta a los Filipenses. Y si nuestras vidas están llenas de relatos del poder de Dios en nuestras vidas y la vida de nuestras comunidades. Historias de sanación, de consuelo, de conversión, de transformación de empoderamiento, refuerzan y muestran la verdad de esta afirmación.

Navidad nos muestra otra faceta de Cristo. La fe cristiana cree que Dios se hace verdaderamente humano y eso significa que Jesús nace como todos los niños y niñas en este mundo. Nace con necesidad de abrazos, de manos que lo sostengan, con necesidad de senos que lo alimenten, con necesidad de cuidado y cariño. Quien todo lo puede decide necesitar de nosotros.

En Navidad celebramos a quien es nuestra luz y nuestra salvación. Celebramos el nacimiento por quien se estremece la creación entera de alegría. Celebramos que la promesa de Dios de un tiempo de paz y justicia comienza a ser realidad.

Celebramos que haciéndose niño, Dios decide hacernos parte, nos invita a ser compañeras/os de su vocación de amor y salvación, nos llama a compartir su sueño.

Creemos que AIPRAL es parte del sueño de Dios, un sueño pequeñito tal vez, pero preñado de futuro. Queremos que AIPRAL sea cada día más fuerte, más inclusiva, más abierta, más diversa para poder cumplir con su rol en la misión de Dios. La humanidad y la creación entera necesita saber “que hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, que es Cristo el Señor.”

Que esta Navidad nos encuentre dispuestos a escucharnos y fortalecernos mutuamente, a descubrir que Dios apuesta a nosotros para su misión. Que esta Navidad nos anime a seguir caminando en su reino de paz y justicia. Que esta Navidad nos permita celebrar su presencia en medio nuestro.

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NACIMIENTO E INFANCIA DE JESÚS

Mario Ramón Tenti

El Liberal, Argentina, 23 de diciembre de 2011

Los dos únicos relatos evangélicos que empiezan con una sección introductoria sobre el nacimiento e infancia de Jesús son los de Mateo y Lucas. Ambas narraciones después de sus respectivas introducciones (genealogía de Jesús en Mateo, prólogo a toda la obra en Lucas) comienzan con dos capítulos, dedicados a relatar los orígenes de Jesús. Se suelen llamar a estos capítulos “Evangelios de la infancia”.

Tales narraciones, que nacieron del kerigma, es decir de la predicación cristiana, son en realidad lo último que se escribió dentro del proceso de composición que fijó por escrito la tradición evangélica. Aunque el proceso que dio forma a la tradición evangélica no responde directamente a un interés biográfico, llegó un momento en que sí se dejó sentir su influjo. Y es este, uno de los motivos por los que se incrementó la tradición con los episodios sobre los orígenes de Jesús y las reflexiones a cerca de su personalidad.

El sentido teológico de los relatos de la infancia no reside en narrar hechos del nacimiento de Jesús, sino en anunciar a los oyentes de los años 80-90 quién es y qué es para la comunidad Jesús de Nazaret. La composición de los relatos de la infancia supone, un proceso de reflexión teológica de la comunidad. Ejemplo de esto es el paralelismo que establece Mateo entre José de Nazaret y el patriarca José, hijo de Jacob, y entre Jesús y Moisés, o en el sentido apologético que encierra el paralelismo entre Jesús y Juan el Bautista, en el Evangelio de Lucas. De igual manera, ciertos títulos propios de la resurrección son retrotraídos al período del nacimiento de Jesús e incluso al anuncio de su concepción: Hijo de Dios, Señor y Mesías.

¿Qué motivó que se narraran los evangelios de la infancia? Son varios los motivos que jugaron en la composición de los relatos de la infancia: Una tensión entre los discípulos del Bautista y los discípulos de Jesús, los relatos pretenden mostrar la superioridad de Jesús. Una respuesta al judaísmo, que no creía en un Mesías procedente de Galilea (Jn 7,41-42.52), que estaba comenzando a acusar a Jesús de ilegitimidad (la concepción virginal daba una explicación que admitía algo anómalo en el nacimiento, y al mismo tiempo defendía la pureza de la madre y del hijo). En este sentido, estos relatos pretenden mostrar el ‘honor’ de Jesús, valor muy apreciado en la cultura mediterránea del siglo I. Profundizar su identidad: hijo del altísimo (Lc 1, 31), Salvador, Mesías, Señor (2,11).

Relatos de la infancia

Lucas estructura el relato a base de un estrecho paralelismo entre escenas correlativas a la infancia de Juan y la de Jesús. De esta manera pretende presentar a los dos niños, especialmente a Jesús, como enviados por Dios para realizar en la historia humana su designio de salvación. Ambos representan dos etapas de la historia de la salvación. En ladisposición de estos capítulos se percibe la intención de situar a Jesús con respecto a Israel, mostrando su superioridad con respecto a Juan. Juan nacido en una familia sacerdotal y presentado como profeta (Lc 3,3) representa la herencia que Jesús asumirá y renovará con su anuncio del Reino de Dios. La historia de Jesús inaugura una nueva época.

Estructura

No puede negarse el paralelismo estrecho entre determinadas escenas de la narración. A pesar de que no todos los autores están de acuerdo en el modo de estructurarlas, sin embargo, el vínculo es evidente. Anuncio celeste de los nacimientos (Lc 1, 5/56); a) Caso de Juan (Lc 1, 5/25); b) Caso de Jesús (Lc 1,26/ 38); c) Episodio complementario: María visita a Isabel.

Nacimiento, circuncisión y manifestación de los dos niños (Lc 1,57/2,52); d) Nacimiento de Juan (Lc 1, 57/58); e) Nacimiento de Jesús (Lc 2, 1/20); f) Circuncisión y manifestación de Juan (1, 59/80); g) Circuncisión y manifestación de Jesús (2, 212/40); h) Episodio complementario: Jesús perdido y encontrado en el templo (Lc 2, 41/52).

Siguiendo el esquema propuesto podemos observar que las convergencias más notorias se dan entre los dos anuncios. En cambio, en los relatos del nacimiento predominan las divergencias. El nacimiento de Juan no ocupa más de dos versículos, mientras que el de Jesús es más extenso. Lo mismo ocurre con la manifestación de ambos personajes; la manifestación de Jesús no tiene lugar entre vecinos y parientes, sino en el templo y en presencia de dos figuras que pertenecen al “tiempo de Israel”.

Las estructuras paralelas, en las narraciones de la infancia de Lucas, son algo más que un recurso literario. La comparación acentúa el protagonismo de Jesús y por lo tanto el lugar que ocupa en la historia salvífica. La madre de Juan, aunque anciana y estéril, llega a quedar embarazada según las leyes biológicas; pero la madre de Jesús concibe a su Hijo por medio de una prodigiosa intervención divina, por medio del Espíritu Santo. Juan será grande a los ojos de Dios, Jesús, en cambio, “será grande y será llamado hijo del Altísimo”. Juan irá por delante del Señor. Jesús es el Señor y además el Mesías, el Salvador. […]

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POR UNA NAVIDAD CON SENTIDO

Víctor Rey

[…] La Navidad nos recuerda y nos hace reflexionar sobre la vida de Jesucristo y el estilo de vida que vino a inaugurar. Este hecho nos pone en guardia contra los apetitos económicos erigidos en deidad. Con él aprendemos a sospechar también: “Dónde ustedes tengan sus riquezas, allí también estará su corazón”, “No se puede servir a Dios y al dinero”.

Vivir el Evangelio y el espíritu de la Navidad es primero vivir la libertad de la idolatría materialista de los apetitos económicos. Es hacer de Jesucristo el Señor y entrar a un género de vida que ve lo económico como un campo en el cual se pone en práctica la obediencia a Dios, el dador de todo lo que el humano posee. Cuando nos damos cuenta que nuestros propios apetitos invaden nuestros pensamientos y palabras, relativizando lo justo y auténtico de nuestros proyectos más amados, descubrimos también que Cristo puede renovar nuestras vidas y purificarlas para que den fruto. El hombre nuevo con su hambre de sed y justicia ya empieza a manifestarse en la disposición a cambiar nosotros mismos para que el mundo cambie. […]

El Salvador nació en un mundo conflictivo, L. Cervantes-O.

24 de diciembre, 2011

1. El relato de Mateo: la pregunta de Herodes

Las narraciones del nacimiento de Jesús no ahorran la presentación de los contextos, así sea de manera muy resumida. Al inicio del cap. 2 de Mateo, la mención del rey Herodes remite a una época particularmente conflictiva en la historia de Judea, pues su dominio sobre el país, obtenido de manera peculiar, había establecido una serie de situaciones que pusieron en entredicho la estabilidad social y religiosa. Llamado “el grande”, fue declarado rey por los romanos y reinó 33 años, hasta el 4 a.C. Hijo de Antópater, un idumeo, y de Kypro, una mujer nabatea, a quien se le buscó a toda cosa algún antecedente de esa raza, siempre fue considerado espurio por no tener sangre judía. Fue, en realidad, un palestino de cultura helenística dedicado al servicio de Roma, que dominaba Palestina desde que fuera conquistada por Pompeyo (63 a. C.). Herodes fue nombrado primero gobernador de Galilea (47) y posteriormente “tetrarca” para dirigir las relaciones de Roma con los judíos (41); pero hubo de huir ante el ataque de los partos, que apoyaban en el trono a Antígona, la última reina de la dinastía asmonea o macabea, representante de la resistencia judía contra la dominación política y cultural grecorromana. El Senado romano lo nombró rey de los judíos por indicación de Marco Antonio, con el encargo de recuperar Judea de manos de Antígona en 40 a.C. y combatió con ella durante tres años hasta que conquistó Jerusalén y la decapitó (37).

Su ilegitimidad dinástica y su indiferencia religiosa le hicieron impopular entre los judíos, especialmente frente al partido de los fariseos, quienes nunca le juraron fildeidad. Se vio obligado a establecer un régimen basado en el terror, con una persecución sangrienta de la antigua familia reinante (incluyendo el asesinato de su propia esposa asmonea, su suegra, su cuñado y tres de sus hijos. Inició la construcción del templo, que se inauguró entre el 20 y 19 a.C., para congraciarse con el pueblo, pero no alcanzó a verlo terminado, pues se concluyó hasta el año 64.[1] Ése fue el contexto de su obsesión por consolidarse en el trono frente a posibles pretendientes, y la razón de ser de su actuación ante el nacimiento de Jesús, pues no dudó en fingir una fe que no tenía para asegurarse que podía intervenir y evitar cualquier competencia para su poder (2.8). A la pregunta tan directa de los magos de oriente, “¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido?” (2.2a), su respuesta es la turbación, el enojo, la misma que toda la ciudad de Jerusalén, subraya el texto (2.3).

Las rebeliones estaban a la orden del día, y Herodes deseaba impedirlas a toda costa, por lo que no vacilaría en ahogar cualquier forma de mesianismo, así fuera la más elemental, para no poner en riesgo su fuerza. Su trato con los magos, de una cordialidad impresionante, no impidió que actuase con una astucia política ejemplar y, fiel a su estilo, casi los convence de regresar a informarle los pormenores del nacimiento de Jesús. Pero no contaba con que el propio Dios intervendría, a la manera antigua, para impedir, en ese primer momento, que Herodes le hiciese daño al niño. En ningún momento, Herodes se aparta de la manera en que había accedido al poder ni de las intrigas palaciegas que lo caracterizaron durante todo su reinado que, dividido en tres partes bien definidas, no dejó de causar controversias en la sociedad judía, atenazada por el dilema de la aceptación o el rechazo de la dominación romana y de la imposición de costumbres culturales que poco tenían que ver con el pasado religioso de Israel. El panorama, sumamente complejo, es condensado por los relatos y únicamente la cercanía cronológica y la familiaridad de los primeros lectores puede explicar la escasez de datos adicionales.

2. Jesús nace en medio de un proyecto de muerte

No obstante lo anterior, queda bien claro que Mateo no se propuso hacer un retrato de Herodes como gobernante, sino que, mediante algunas pinceladas, describió su actitud dominante ante el nacimiento de un posible competidor. La profecía de Miqueas, enunciada por los religiosos a quienes consultó, no movilizó en absoluto a éstos, quienes mostraron una total indiferencia y dejaron que el gobernante actuara en función de su “razón de Estado”, es decir, de sus intereses propios y del servicio que le prestaba a Roma como testaferro que era. Lo que Mateo contrasta muy bien es cómo esta “historia secreta de la salvación” sigue su curso en medio de las intrigas políticas y del manejo discrecional de la situación por parte de Herodes, quien trató de utilizar como informantes a los extranjeros que llegaron buscando el lugar del nacimiento del nuevo rey, es decir, con una propuesta abiertamente política. En el fondo, ellos estaban desconociendo como tal al propio Herodes y se lo expresaron abiertamente. Tal actitud política, nada diplomática, debió causar también un gran malestar, pues todo el esfuerzo encaminado a hacerse aceptable ante el pueblo se desmadejaba por completo ante una postura como ésa. Por ello, el “tejido espiritual” de la narración se despliega más en el ámbito de la cotidianidad doméstica y en ese nivel se da el encuentro con el niño y su madre, por lo que la actitud de entrega de los presentes, fue también un reconocimiento espiritual y político del mesías. Los magos, como elementos gentiles que eran, cumplieron su objetivo y vinieron a darle una legitimidad universal al niño.

Cuando se escribe el evangelio, la comunidad de la que procede está en abierta oposición hacia los judíos. “De ahí sus ataques a la piedad farisea y a la interpretación casuística de la Ley, que delatan ignorancia del significado verdadero de la Escritura”.[2] Eso se aprecia claramente en las dificultades para manejar el contenido de los profetas, evidenciadas en la interpretación de Miqueas. Finalmente, lo que la sociedad judía y sus dirigentes había hecho fue aceptar y legitimar a regañadientes la imposición romana de un gobernante sanguinario, quien lejos de comprender las inclinaciones teológicas originales del pueblo, se sirvió de ellas para subordinarlas a su proyecto personal con el objetivo de mantener la dominación. Mateo denuncia abiertamente la infidelidad de Israel a su llamamiento de ser “luz de las naciones” y demuestra, paso a paso, en este caso, en la historia misma del nacimiento de Jesús, cómo un proyecto de muerte (la matanza de los niños inocentes, 2.13-23) rodeó el episodio de la encarnación del Hijo de Dios en el mundo. Mayor crítica profética, imposible. Cuando Jesús, José y María se exilian en Egipto, el enviado de Dios comienza a recorrer de nuevo el camino de su pueblo:

Con esta perícopa muestra Mt que la oposición de los poderes enemigos será incapaz de impedir la realización del designio de Dios; que el éxodo comenzado por Jesús llegará a su término para Israel.

Dios sigue velando por la suerte de su Mesías. Los que detentan el poder pasan (muerte de Herodes), pero el poder se perpetúa con las mismas características de crueldad (Arquelao). […]

Mateo contrapone el rey Herodes al rey de los judíos que ha nacido (2.2), el poder y la tiranía del primero a la debilidad del segundo (niño). “El rey de los judíos” será el título en la cruz de Jesús (27.37), expresión máxima de su debilidad.[3]



[1] Cf. André Paul, El mundo judío en tiempos de Jesús. Historia política. Madrid, Cristiandad, 1982, pp. 50-54.

[2] J. Mateos y F. Camacho, El evangelio de Mateo. Lectura comentada. Madrid, Cristiandad, 1981, p. 13.

[3] Ibid., p. 30.

Encarnación, Navidad y proyectos históricos de fe, L. Cervantes-O.

24 de diciembre, 2011

1. La encarnación divina: su trasfondo teológico e histórico

Toda fiesta cristiana tiene un referente teológico de fondo: en el caso de la Navidad, se trata de la encarnación del Hijo de Dios en el mundo. Esta afirmación, de tan repetida en el ámbito cristiano, ha perdido su capacidad de sorprender, pero implica algo muy grande, que rebasa nuestra capacidad de comprensión: el Creador del Universo, por su libre voluntad, en un momento determinado de la historia, decidió incorporarse a la dimensión de lo contingente y transitorio, de lo mortal y efímero, asumiendo todos los riesgos. Para cobijar esa presencia inédita entre la humanidad, aun cuando muchas religiones intuyeron siempre la posibilidad de que seres divinos experimentaran la posibilidad de hacerse humanos o se mezclaran con la humanidad (Génesis 6 es un testimonio bíblico de ello), según las Escrituras judeo-cristianas, Dios eligió sumarse a un proyecto histórico de fe que fue la tradición heredada de Israel en los primeros años de nuestra era. Expresarlo de esta manera no significa hacer a un lado toda la parafernalia que se ha creado para celebrar el rostro más visible de la encarnación, de la humanización divina, la Navidad, sino más bien se trata de hurgar en la dinámica de esa tradición para redefinir su perfil y tomar de él lo que con el nacimiento de Jesús de Nazaret en Belén de Judea se establecería como la razón de ser de un grupo de comunidades que reivindicaron su nombre y su acción en el mundo.

Se ha identificado muy bien la metáfora de la luz como parte de un proyecto histórico de fe que se remonta a una época en que la nación de Israel estaba a punto de pasar a la historia como proyecto político derivado de la orientación religiosa espiritual del éxodo de las tribus hebreas desde Egipto. La continuidad de dicho proyecto pasó por una serie de transformaciones que desembocaron en la idea de que Israel, como pueblo y nación escogida por Yahvé, sería una luz para todas las gentes (“Luz de las naciones”, Is 42.6b-7; 49.6), para toda la humanidad. Pero este proyecto no pudo realizarse debido a que, como siempre, las estrecheces nacionalistas y raciales impidieron que ese pueblo se sumase a las intenciones universales de Yahvé para hacerse presente en medio de toda la humanidad. De ahí que las palabras de Isaías 9 resuenen tan intensamente hoy como entonces: “Aunque tu gente viva en la oscuridad,/ verá una gran luz./ Una luz alumbrará/ a los que vivan/ en las tinieblas. […] / Nos ha nacido un niño,/ Dios nos ha dado un hijo:/ a ese niño se le ha dado/ el poder de gobernar;/ y se le darán estos nombres:/ Consejero admirable, Dios invencible,/ Padre eterno, Príncipe de paz./ Él se sentará en el trono de David,/ y reinará sobre todo el mundo/ y por siempre habrá paz./ Su reino será invencible,/ y para siempre reinarán/ la justicia y el derecho./ Esto lo hará el Dios todopoderoso/ por el gran amor que nos tiene”.

La tendencia divina a abajarse, a vivir en el mundo desde la debilidad y la humildad del niño aludido, no desde el poder, se tradujo en diversos momentos en una visión marcada por el dominio sobre toda la tierra a través de un mesianismo que se remontó por encima de estas esperanzas paradójicas para transformarse en un nuevo proyecto político que tampoco se concretó. La predicación de Isaías sobre este “niño gobernante” se situó en un ambiente de crisis: “…la luz —que generalmente simboliza salvación, esperanza y liberación en la literatura isaiana (60.1)— posiblemente alude y representa a Ezequías, el nuevo monarca judío, hijo de Acaz”.[1] La frase que alude al pueblo intenta renovar la esperanza de ese proyecto histórico de fe: “‘El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz’, pues al finalizar el periodo de dolor y destrucción regresarán la felicidad y el contentamiento como ‘en el día de Madián’. […] La fuente de esperanza del pueblo […] no se fundamenta en la fuerza de las armas ni en lo elaborado y eficiente de las estrategias militares, sino en la capacidad divina de intervenir en medio de la historia para salvar a su pueblo”.[2]

2. Dios lanza en Belén un nuevo proyecto histórico de fe

En el evangelio de Lucas, es el anciano Simeón, al tomar en sus brazos al recién nacido, quien alude al viejo proyecto de ser luz para todas las naciones: “Ahora, Dios mío,/ puedes dejarme morir en paz./ ¡Ya cumpliste tu promesa!/ Con mis propios ojos/ he visto al Salvador,/ a quien tú enviaste/ y al que todos los pueblos verán./ Él será una luz que alumbrará/ a todas las naciones,/ y será la honra/ de tu pueblo Israel” (2.29-32).

La nueva comunidad (la ekklesia, qahal, “los y las convocados”), el anuncio de una completa nueva humanidad es el nuevo proyecto histórico de fe iniciado por Jesús de Nazaret y se basa precisamente en el proyecto de Isaías. La utopía divina comienza a hacerse realidad en el pesebre de Belén y las personas sencillas que recibieron la revelación directa de la encarnación divina se colocan en una dimensión universal que no hubieran advertido de otra manera. María misma, al recibir la anunciación del ángel, alcanza niveles de profetisa partiendo de una realidad rutinaria y sometida a los dictados de fuerzas terrenales superiores y abiertamente enemigas de los proyectos divinos. El mensaje que unifica al profeta Isaías (en sus tres secciones) y a Lucas es justamente la intención de trascender fronteras mediante un pueblo surgido alrededor de la fe mesiánica que se comienza a consumar en la persona de Jesús. Él es mesías, pero no porque vaya a acceder al poder por la fuerza, sino por el hecho de partir desde el anonimato y el silencio para mostrar al mundo su amor y salvación. Los mesías transitorios (gobernantes, políticos y líderes), ejercen una función de reflejo muy débil e imperfecto de la luz divina del Salvador.

El evangelista Lucas, el más atento y preocupado por la situación socio-política del momento, instala en su relato el nacimiento del único Mesías como parte del proceso de la teología a la que estaba adscrito, la paulina, y así demostrar la importancia de cada suceso dentro de la historia de salvación. La simplicidad de los personajes y su estricto apego a la ley religiosa los hace creíbles y los coloca, así, en el horizonte de una acción divina que se comprenderá paulatinamente. María, como receptáculo y vehículo de esta manifestación divina, “guarda todas estas cosas en su corazón” (2.19) y se sitúa al lado de los ángeles y pastores en un contrapunto divino-humano, celestial y terrenal que compone el escenario para el inicio de la acción redentora de Jesús. Y todo ello en el marco de la irrupción de este nuevo proyecto histórico de fe que habrá de mostrarse con mayor intensidad en los años futuros. De ahí que hoy necesitemos preguntarnos también desde qué proyecto histórico asumimos la fe en el nacimiento del Hijo de Dios en el mundo, más allá de los meros dogmas y, sobre todo, desde el compromiso de servicio y promoción del Reino de Dios en el mundo.



[1] Samuel Pagán, Isaías. Minneapolis, Augsburg, 2007, p. 74.

[2] Ibid., pp. 74-75.

Isaías 9.1-2; 6-7

Pesebre tallado jesuítico-guaraní,

Museo de Santa María de Fe, Paraguay.

Aunque tu gente viva en la oscuridad,/ verá una gran luz./ Una luz alumbrará/ a los que vivan/ en las tinieblas. […] /

Nos ha nacido un niño,/ Dios nos ha dado un hijo:/ a ese niño se le ha dado/ el poder de gobernar;/ y se le darán estos nombres:/ Consejero admirable, Dios invencible,/ Padre eterno, Príncipe de paz./ Él se sentará en el trono de David,/ y reinará sobre todo el mundo/ y por siempre habrá paz./

Su reino será invencible,/ y para siempre reinarán/ la justicia y el derecho./

Esto lo hará el Dios todopoderoso/ por el gran amor que nos tiene.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Letra 250, 18 de diciembre de 2011



DIPUTADOS ABREN LA PUERTA A LA IGLESIA PARA OFICIAR EN PÚBLICO
Roberto Garduño y Enrique Méndez
La Jornada, 16 de diciembre de 2011

A cambio de la presidencia de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, un sector del Partido de la Revolución Democrática (PRD) convalidó ayer la reforma de PRI y PAN al artículo 24 de la Constitución para instaurar en México la libertad de convicciones éticas, de conciencia y de religión y permitir así los actos de culto, ceremonias o devociones en privado y en público.
Sin embargo, su realización y difusión se mantienen acotadas a informar y solicitar permiso a las autoridades. En un debate de casi siete horas, un sector de diputados de PRD y PT, y los priístas de Oaxaca, reprocharon la prisa por aprobar una reforma que, advirtieron, representa un avance de las iglesias y un retroceso al Estado laico.
El PRI amarró los votos de la corriente Nueva Izquierda, a condición de que los priístas eligieran a Guadalupe Acosta Naranjo (PRD) como presidente de la mesa directiva por cuatro meses. Consumado el trueque, los chuchos festejaron con gritos y saltitos de gozo en sus curules.
Emilio Serrano, que ha usufructuado el control de personas de la tercera edad en Iztapalapa, era uno de los más felices. Su postura, que reflejó la de Nueva Izquierda, dio pie a que un puñado de perredistas y petistas cuestionara la inmoralidad de que Enrique Peña Nieto negociara la reforma para agradar al Papa, pero también “la impudicia y la avaricia de los chuchos” de avalar un retroceso histórico con tal de entronizar a Acosta Naranjo. Un sector del PRD se prestó hoy a derruir al Estado laico, expresó Avelino Méndez Rangel. […]
El hasta ayer presidente de la mesa directiva, Emilio Chuayffet, facilitó que se dispensara el trámite legislativo para que el dictamen aprobado el miércoles sólo por 19 panistas y priístas en la Comisión de Puntos Constitucionales se discutiera en el pleno. Mordaz, Porfirio Muñoz Ledo (PT) cuestionó: ¿de cuándo a acá Chuayffet resultó religioso? Él forma parte de una minoría musulmana, que con esta reforma será aplastada. Sin embargo, el petista ya no se quedó al resto de la sesión, aun cuando registró una reserva que fue desechada por defaul. La reforma, enviada anoche al Senado, incluye el cambio de todo el primer párrafo del citado artículo, bajo la concepción de que no reconocer la libertad religiosa convertiría al Estado mexicano en anticlerical.
En cambio, definen los considerandos, la libertad religiosa es el complemento necesario, es decir, la otra moneda del Estado laico... que no ignora ni desprecia la religiosidad del pueblo manifestada en la libertad de creencias... no discrimina a los creyentes ni a los no creyentes.
Además, indica, el Estado constitucional democrático es laico porque respeta la libertad de conciencia y de religión. Pero debe dejar claro que un Estado que se dice laico para despreciar o ignorar las convicciones personales o religiosas no es un Estado constitucional democrático, sino su antítesis: un Estado autoritario o sectario, al servicio de una minoría.
El dictamen, que en la redacción final contó con la negociación directa de las perredistas Enoé Uranga y Teresa Incháustegui con el priísta Francisco Rojas Gutiérrez, pretendía incluir el derecho implícito de los padres de familia o tutores a enviar a sus hijos a escuelas religiosas, con el argumento de que eso forma parte del ejercicio de la libertad en la materia.
Los priístas asumieron además como un error de Ricardo López Pescador suprimir, por sugerencia de Carlos Alberto Pérez Cuevas –del equipo de precampaña de Josefina Vázquez Mota–, el tercer párrafo del artículo, que limita los actos de culto a los templos y obliga a las asociaciones. La toma de la tribuna encabezada por una veintena de diputados de PRD y PT obligó a PAN y PRI a restaurar dicho párrafo y suprimir los que hacían referencia a la educación religiosa y a la entrega de concesiones de medios electrónicos a las iglesias.
El nuevo artículo señala: toda persona tiene derecho a la libertad de convicciones éticas, de conciencia y de religión, y a tener o adoptar, en su caso, la de su agrado. Esta libertad incluye el derecho de participar, individual o colectivamente, tanto en público como en privado, en las ceremonias, devociones o actos del culto respectivo, siempre que no constituyan un delito o falta penados por la ley. La negociación entre bancadas derivó en pequeños ajustes a la del documento original.
Enoé Uranga pidió a Rojas incluir la libertad de convicciones éticas, e Incháustegui llevó hasta la curul del priísta un agregado para acotar que ningún ministro de culto utilizará los ritos para hacer proselitismo. El coordinador de los priístas aceptó que se agregara: “nadie podrá utilizar los actos públicos de expresión de esta libertad con fines políticos, de proselitismo o de propaganda política”.
Hecho el compromiso, los priístas simularon aceptar las reservas que las perredistas presentaron más tarde desde la tribuna, y como el arreglo no incluyó a Jaime Cárdenas (PT), el tricolor desechó su propuesta de agregar que las relaciones diplomáticas con estados o gobiernos teocráticos se conducirán de acuerdo con los principios de separación entre el Estado y las iglesias, definidos en el artículo 130 de la Constitución.
El presidente de la Comisión de Asuntos Indígenas, Jorge González Ilescas (PRI), reprochó desde la tribuna que la reforma constituye un retroceso y olvida que la injerencia de las iglesias en la vida económica, política y social mexicana provocó hechos lamentables en la historia. No en vano la ideología juarista y la defensa del Estado laico del más universal de los oaxaqueños, expuso.
Al extremo del salón, la diputada Hilaria Domínguez exclamó: ¡viva Juárez! Su compañero Sami David, que ya no se quedó a la sesión para no tener que votar a favor, pero tampoco en contra, respondió: ¡religión y fuero! En el intercambio de gritos, Muñoz Ledo devolvió: ¡ése era el grito de Miramón!
El panista Javier Corral acusó el jacobinismo de perredistas y petistas; luego fue a sentarse al lado de Francisco Rojas, a ver pasar el debate mientras compartían pistaches de la misma bolsa.
Carlos Flores Rico (PRI) se solazaba de la reforma, aprobada por 199 votos en favor, 58 en contra y tres abstenciones. No sé por qué tanto escándalo, si sólo cambiamos tres palabras, alegó.
–¿Cuáles? ¿Viva Cristo Rey? –se le cuestionó.
–¡Ash! ¿De qué se escandalizan, si es una actualización normal de la Constitución?
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LA CONTRARREFORMA RELIGIOSA
Roberto Blancarte
Milenio, 12 de diciembre de 2011

La Cámara de Diputados está a punto de aprobar la más grande contrarreforma religiosa y conservadora de los últimos 150 años. Será una contrarreforma que acabará con el Estado laico tal y como lo conocemos ahora y que dará paso, aunque lo nieguen tanto los actores políticos como los religiosos, a una etapa de reformas que podrían incluir la educación religiosa en las escuelas públicas, la posibilidad para las asociaciones religiosas de poseer y administrar medios electrónicos de comunicación y la abierta participación política y electoral de los ministros de culto. La puerta que se está abriendo es una reforma al artículo 24 de la Constitución, misma que cambiaría los términos de libertad de creencias y de culto por el muy ambiguo y equívoco de “libertad religiosa”. Lo trágico es que el partido que hará esto posible será nada más ni nada menos que el PRI, el cual al parecer apoyará con sus votos el objetivo que se propusieron los dirigentes del Episcopado católico y Felipe Calderón desde 2006.
¿Por qué la jerarquía católica querría cambiar el artículo 24 constitucional? Después de todo éste, que ya se cambió hace 20 años, parecería garantizar de manera cabal la libertad de cada quien para creer lo que quiera creer y para practicar su culto respectivo, con sólo algunas restricciones mínimas provenientes de la necesidad de mantener el orden público. El artículo en cuestión sostiene: “Todo hombre es libre para profesar la creencia religiosa que más le agrade y para practicar las ceremonias, devociones o actos de culto respectivo, siempre que no constituyan un delito o falta penados por la ley”. Se agrega que “el Congreso no puede dictar leyes que establezcan o prohíban religión alguna” y que “los actos religiosos de culto público se celebrarán ordinariamente en los templos” y que “los que extraordinariamente se celebren fuera de éstos se sujetarán a la ley reglamentaria”. En suma, el artículo en su actual redacción reconoce que cada quien puede creer lo que quiera creer y practicar su religión como quiera. ¿Por qué entonces el Episcopado católico se ha propuesto cambiarlo? La respuesta es simple: porque, a pesar de negarlo, en el fondo su objetivo es la educación religiosa en la escuela pública, la posesión de medios de comunicación electrónicos, la libertad para participar abiertamente en cuestiones no sólo políticas sino electorales y porque esa noción lo que sostiene básicamente es que ningún gobierno le puede poner trabas legales a las agrupaciones religiosas para su actuación. Los obispos apenas pueden ocultar —con un doble discurso— su proyecto a mediano y largo plazo.
Hace apenas un mes, en el marco de la 92 Asamblea Plenaria de la CEM, los obispos Víctor Rodríguez y Alfonso Cortés, secretario general y responsable de la pastoral educativa de dicho organismo, respectivamente, afirmaron que “el Estado tiene la obligación de dar educación religiosa a los niños y jóvenes si sus padres de familia así lo piden”. El obispo Rodríguez Gómez habría aclarado “que la Iglesia católica no pretende dar clases en las escuelas ni modificar la Constitución para incluir la religión en la educación” y que “tampoco promoverá la educación religiosa en las escuelas, ya que se puede impartir en las parroquias y en el seno de las familias”. Sin embargo, al mismo tiempo, el obispo Rodríguez habría recordado “que el corazón de la libertad religiosa consiste en que los padres puedan inculcar la religión que prefieran” y agregó que “la iglesia laica [es decir los fieles de la Iglesia que no son miembros del clero] no tiene la misma restricción y ella sí podría emprender todo el camino legislativo para conseguir que los padres de familia puedan obtener educación religiosa para sus hijos en las escuelas”. Y como para rematar acerca de lo que están realmente señalando, los obispos católicos, al final de su conferencia de prensa “insistieron en la necesidad de que el educando reciba una educación integral que incluye su formación en los valores de la verdad, el bien y la espiritualidad”. En otras palabras, los obispos católicos quieren introducir la llamada “libertad religiosa” a la Constitución, para después poder reclamar el derecho de los padres a educar religiosamente a sus hijos en la escuela pública. Y con ello le estaríamos diciendo adiós a la escuela y la educación pública, laica y gratuita en México.
Lo peor del caso es que el Episcopado, el gobierno de Calderón y ahora hasta el PRI justifican su posición bajo el argumento de que se tienen que alinear con los tratados internacionales y el respeto a los derechos humanos en ellos incluidos. ¿Pero desde cuándo, me pregunto, recibir educación en la escuela pública se convirtió en un derecho humano? ¿Desde cuándo se volvió un derecho humano que las Iglesias puedan poseer medios de comunicación electrónicos? ¿Cuándo decidimos que las restricciones a la actuación política de los ministros de culto son violaciones a los derechos humanos? ¿Qué nos los restringe también, por ejemplo el derecho canónico de la Iglesia católica? Me pregunto si detrás de este vuelco partidista están quizá las inconfesables promesas de la próxima campaña electoral.

Apocalipsis 1.9, L. Cervantes-O.

29 de agosto, 2021   Yo, Juan, soy su hermano en Cristo, pues ustedes y yo confiamos en él. Y por confiar en él, pertenezco al reino de Di...