sábado, 24 de diciembre de 2011

Letra 251, 25 de diciembre de 2011


MENSAJE DE NAVIDAD 2011 DEL SECRETARIO GENERAL DEL CONSEJO MUNDIAL DE IGLESIAS

www.oikoumene.org

La gracia de Dios se ha manifestado para salvación a toda la humanidad.

Tito 2:11, RVR 1995

Gracia y paz a todos ustedes en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. ¡Que la manifestación de la salvación misericordiosa del Dios trino ilumine nuestros corazones, mentes y espíritus en esta época de alegría!

Los relatos del Nuevo Testamento del adviento y la natividad de Jesús ponen de relieve el carácter universal del acontecimiento de Cristo. El texto bíblico dice, sin reservas, que la gracia de Dios se manifiesta a toda la humanidad, ofreciendo la promesa del perdón, la sanación y la reconciliación con Dios en el cielo y con nuestro prójimo en la tierra.

La gracia de Dios se ha manifestado en la persona de Jesucristo. Por el bien de los pastores marginados y de sus familias Jesús se manifiesta en su tierra natal, atrayendo la atención de ricos y poderosos sabios de tierras lejanas, y se revela a María y José como un don del misterio de Dios.

A través de estos testimonios fieles y de la proclamación de las buenas nuevas a lo largo de los siglos, Jesús se nos manifiesta y estamos llamados a responder a su presencia entre nosotros hoy.

En mayo de 2011, unas mil personas se reunieron en Jamaica en torno al tema “Gloria a Dios y paz en la Tierra”, un tema que está en el centro del mensaje navideño y que fue el motor de la Convocatoria Ecuménica Internacional por la Paz (CEIP). Este canto de los ángeles que nos narra Lucas llamó nuestra atención sobre la necesidad de una paz justa para todos en el siglo XXI.

Orando por que la paz de Dios se manifieste a toda la humanidad, el mensaje de la CEIP afirma: “Junto con copartícipes de otras creencias, hemos reconocido que la paz es un valor central de todas las religiones, y la promesa de paz se extiende a todas las personas, independientemente de tradiciones y compromisos. Mediante la intensificación del diálogo interreligioso procuramos llegar a una convergencia con todas las religiones del mundo en relación con estas cuestiones”.

Asimismo, hace la siguiente exhortación a los cristianos:

“Nosotros, en nuestra calidad de iglesias, tenemos la posibilidad, si osamos hacerlo, de enseñar la no violencia a los poderosos, porque somos seguidores de aquél que vino como un niño indefenso, murió en la Cruz, nos dijo que dejemos de lado nuestras espadas, nos enseñó a amar a nuestros enemigos, y resucitó de entre los muertos”.

¡Que la gracia y la paz de Dios se manifiesten a muchas más personas durante estas Navidades! En nombre del Consejo Mundial de Iglesias, les deseo lo mejor para el año que está por comenzar y oro por que Dios bendiga nuestro viaje juntos durante los próximos años.

Pastor Dr. Olav Fykse Tveit, secretario general, Consejo Mundial de Iglesias

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SALUDO NAVIDEÑO DEL SECRETARIO EJECUTIVO DE LA ALIANZA DE IGLESIAS PRESBITERIANAS Y REFORMADAS DE AMÉRICA LATIONA (AIPRAL)

Darío Barolin

www.aipral.org

“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” dice la carta a los Filipenses. Y si nuestras vidas están llenas de relatos del poder de Dios en nuestras vidas y la vida de nuestras comunidades. Historias de sanación, de consuelo, de conversión, de transformación de empoderamiento, refuerzan y muestran la verdad de esta afirmación.

Navidad nos muestra otra faceta de Cristo. La fe cristiana cree que Dios se hace verdaderamente humano y eso significa que Jesús nace como todos los niños y niñas en este mundo. Nace con necesidad de abrazos, de manos que lo sostengan, con necesidad de senos que lo alimenten, con necesidad de cuidado y cariño. Quien todo lo puede decide necesitar de nosotros.

En Navidad celebramos a quien es nuestra luz y nuestra salvación. Celebramos el nacimiento por quien se estremece la creación entera de alegría. Celebramos que la promesa de Dios de un tiempo de paz y justicia comienza a ser realidad.

Celebramos que haciéndose niño, Dios decide hacernos parte, nos invita a ser compañeras/os de su vocación de amor y salvación, nos llama a compartir su sueño.

Creemos que AIPRAL es parte del sueño de Dios, un sueño pequeñito tal vez, pero preñado de futuro. Queremos que AIPRAL sea cada día más fuerte, más inclusiva, más abierta, más diversa para poder cumplir con su rol en la misión de Dios. La humanidad y la creación entera necesita saber “que hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, que es Cristo el Señor.”

Que esta Navidad nos encuentre dispuestos a escucharnos y fortalecernos mutuamente, a descubrir que Dios apuesta a nosotros para su misión. Que esta Navidad nos anime a seguir caminando en su reino de paz y justicia. Que esta Navidad nos permita celebrar su presencia en medio nuestro.

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NACIMIENTO E INFANCIA DE JESÚS

Mario Ramón Tenti

El Liberal, Argentina, 23 de diciembre de 2011

Los dos únicos relatos evangélicos que empiezan con una sección introductoria sobre el nacimiento e infancia de Jesús son los de Mateo y Lucas. Ambas narraciones después de sus respectivas introducciones (genealogía de Jesús en Mateo, prólogo a toda la obra en Lucas) comienzan con dos capítulos, dedicados a relatar los orígenes de Jesús. Se suelen llamar a estos capítulos “Evangelios de la infancia”.

Tales narraciones, que nacieron del kerigma, es decir de la predicación cristiana, son en realidad lo último que se escribió dentro del proceso de composición que fijó por escrito la tradición evangélica. Aunque el proceso que dio forma a la tradición evangélica no responde directamente a un interés biográfico, llegó un momento en que sí se dejó sentir su influjo. Y es este, uno de los motivos por los que se incrementó la tradición con los episodios sobre los orígenes de Jesús y las reflexiones a cerca de su personalidad.

El sentido teológico de los relatos de la infancia no reside en narrar hechos del nacimiento de Jesús, sino en anunciar a los oyentes de los años 80-90 quién es y qué es para la comunidad Jesús de Nazaret. La composición de los relatos de la infancia supone, un proceso de reflexión teológica de la comunidad. Ejemplo de esto es el paralelismo que establece Mateo entre José de Nazaret y el patriarca José, hijo de Jacob, y entre Jesús y Moisés, o en el sentido apologético que encierra el paralelismo entre Jesús y Juan el Bautista, en el Evangelio de Lucas. De igual manera, ciertos títulos propios de la resurrección son retrotraídos al período del nacimiento de Jesús e incluso al anuncio de su concepción: Hijo de Dios, Señor y Mesías.

¿Qué motivó que se narraran los evangelios de la infancia? Son varios los motivos que jugaron en la composición de los relatos de la infancia: Una tensión entre los discípulos del Bautista y los discípulos de Jesús, los relatos pretenden mostrar la superioridad de Jesús. Una respuesta al judaísmo, que no creía en un Mesías procedente de Galilea (Jn 7,41-42.52), que estaba comenzando a acusar a Jesús de ilegitimidad (la concepción virginal daba una explicación que admitía algo anómalo en el nacimiento, y al mismo tiempo defendía la pureza de la madre y del hijo). En este sentido, estos relatos pretenden mostrar el ‘honor’ de Jesús, valor muy apreciado en la cultura mediterránea del siglo I. Profundizar su identidad: hijo del altísimo (Lc 1, 31), Salvador, Mesías, Señor (2,11).

Relatos de la infancia

Lucas estructura el relato a base de un estrecho paralelismo entre escenas correlativas a la infancia de Juan y la de Jesús. De esta manera pretende presentar a los dos niños, especialmente a Jesús, como enviados por Dios para realizar en la historia humana su designio de salvación. Ambos representan dos etapas de la historia de la salvación. En ladisposición de estos capítulos se percibe la intención de situar a Jesús con respecto a Israel, mostrando su superioridad con respecto a Juan. Juan nacido en una familia sacerdotal y presentado como profeta (Lc 3,3) representa la herencia que Jesús asumirá y renovará con su anuncio del Reino de Dios. La historia de Jesús inaugura una nueva época.

Estructura

No puede negarse el paralelismo estrecho entre determinadas escenas de la narración. A pesar de que no todos los autores están de acuerdo en el modo de estructurarlas, sin embargo, el vínculo es evidente. Anuncio celeste de los nacimientos (Lc 1, 5/56); a) Caso de Juan (Lc 1, 5/25); b) Caso de Jesús (Lc 1,26/ 38); c) Episodio complementario: María visita a Isabel.

Nacimiento, circuncisión y manifestación de los dos niños (Lc 1,57/2,52); d) Nacimiento de Juan (Lc 1, 57/58); e) Nacimiento de Jesús (Lc 2, 1/20); f) Circuncisión y manifestación de Juan (1, 59/80); g) Circuncisión y manifestación de Jesús (2, 212/40); h) Episodio complementario: Jesús perdido y encontrado en el templo (Lc 2, 41/52).

Siguiendo el esquema propuesto podemos observar que las convergencias más notorias se dan entre los dos anuncios. En cambio, en los relatos del nacimiento predominan las divergencias. El nacimiento de Juan no ocupa más de dos versículos, mientras que el de Jesús es más extenso. Lo mismo ocurre con la manifestación de ambos personajes; la manifestación de Jesús no tiene lugar entre vecinos y parientes, sino en el templo y en presencia de dos figuras que pertenecen al “tiempo de Israel”.

Las estructuras paralelas, en las narraciones de la infancia de Lucas, son algo más que un recurso literario. La comparación acentúa el protagonismo de Jesús y por lo tanto el lugar que ocupa en la historia salvífica. La madre de Juan, aunque anciana y estéril, llega a quedar embarazada según las leyes biológicas; pero la madre de Jesús concibe a su Hijo por medio de una prodigiosa intervención divina, por medio del Espíritu Santo. Juan será grande a los ojos de Dios, Jesús, en cambio, “será grande y será llamado hijo del Altísimo”. Juan irá por delante del Señor. Jesús es el Señor y además el Mesías, el Salvador. […]

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POR UNA NAVIDAD CON SENTIDO

Víctor Rey

[…] La Navidad nos recuerda y nos hace reflexionar sobre la vida de Jesucristo y el estilo de vida que vino a inaugurar. Este hecho nos pone en guardia contra los apetitos económicos erigidos en deidad. Con él aprendemos a sospechar también: “Dónde ustedes tengan sus riquezas, allí también estará su corazón”, “No se puede servir a Dios y al dinero”.

Vivir el Evangelio y el espíritu de la Navidad es primero vivir la libertad de la idolatría materialista de los apetitos económicos. Es hacer de Jesucristo el Señor y entrar a un género de vida que ve lo económico como un campo en el cual se pone en práctica la obediencia a Dios, el dador de todo lo que el humano posee. Cuando nos damos cuenta que nuestros propios apetitos invaden nuestros pensamientos y palabras, relativizando lo justo y auténtico de nuestros proyectos más amados, descubrimos también que Cristo puede renovar nuestras vidas y purificarlas para que den fruto. El hombre nuevo con su hambre de sed y justicia ya empieza a manifestarse en la disposición a cambiar nosotros mismos para que el mundo cambie. […]

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