viernes, 9 de diciembre de 2011

Miqueas 4.1-5


En el futuro,

el monte donde se encuentra

el templo de nuestro Dios

será el monte más importante.

Allí vendrán muchos pueblos

y gente de muchas naciones,

y unos a otros se dirán:

“Subamos al monte de Sión,

al templo del Dios de Israel,

para que él mismo nos enseñe

y obedezcamos sus mandamientos.

Dios mismo será nuestro maestro

desde el monte de Sión,

¡desde la ciudad de Jerusalén!

Dios mismo dictará sentencia

contra naciones y pueblos lejanos,

y ellos convertirán sus espadas

en herramientas de trabajo.

Nunca más nación alguna

volverá a pelear contra otra,

ni se entrenará para la guerra.

Todo el mundo vivirá tranquilo

bajo la sombra de su viña,

o a la sombra de su higuera,

porque así Dios lo ha prometido.

¡Qué importa que otras naciones

adoren a sus propios dioses!

¡Nosotros siempre obedeceremos

a nuestro poderoso Dios!”.

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