A MI PADRE
Ramón López Velarde
Nunca, señor, pensé que el verso mío
Ramón López Velarde
Nunca, señor, pensé que el verso mío
cuando te hablara en él por vez primera
la música filial de los veinte años,
del huérfano infelice la voz fuera.
Nada valió la familiar plegaria;
moriste en plena vida, y ¡qué contraste
tocóles a los tuyos, muerto amado,
en la noche fatal que agonizaste!
Noche con paz de luna; también fuiste
noche más que ninguna tormentosa;
tus horas de martirio florecieron
en mi jardín, como sangrienta rosa.
Todo lo evoco, Padre: tus quejidos;
tus palabras postreras; la voz triste
con que te habló tu hermano sacerdote;
la mañana de otoño en que moriste;
los cirios ¿compañeros de velada?;
la madre y los hermanos, todos juntos;
el ataúd que sale de la casa;
el sollozante oficio de difuntos;
y ¡oh infinita bondad la de los padres!
los ojos muertos de tu faz piadosa
que me vieron por último con lástima
en las orillas de la negra fosa.
Supe después lo enormemente triste
que es la tristeza del hogar vacío
y lloré con la marcha de la madre
para tierras del norte. Mas confío
que te he de ver, oh Padre, para siempre
con mis pupilas de resucitado.
Aquel buen ángel que guardó el sepulcro
Aquel buen ángel que guardó el sepulcro
de Jesucristo, y que miró extasiado
la tierra redimida, y a las santas
mujeres que buscaban al Amado,
las consoló, verá concluir su oficio
cuando el último Adán encuentre abiertos
los eternos lugares de victoria
y no haya quien pregunte por sus muertos.
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IGLESIAS DICEN: “NOS AVERGÜENZA TANTA VIOLENCIA”
Mayra Rodríguez
ALC Noticias, 16 de junio de 2011
Guatemala. “La vida se respeta, ¡es un don de Dios!”, gritaban unas dos mil personas que, ataviadas de blanco, con globos, banderas, cintas del mismo color y llevando fotografías de familiares víctimas de la violencia, salieron a las calles de Zacapa la tarde del viernes 10 de junio, demandando un alto a la vorágine que ha tocado a todas las familias guatemaltecas, en la que también participaron obispos, sacerdotes y pastores de la Iglesia católica, la Iglesia Luterana y la Iglesia Episcopal.
Después de una hora llegaron al Centro Educativo Juvenil Católico “La Salle”, para participar en una oración ecuménica por la justicia, la vida y la paz, celebrada por monseñor Rosolino Bianchetti, los sacerdotes Ernesto Gutiérrez, Manuel Aldana y el diácono Albino Mauro de la Iglesia Católica; el obispo Virgilio Arreaza y el sacerdote Ramón Ovalle, de la Iglesia Episcopal región Nororiente; el reverendo José Pilar Álvarez de la Iglesia Luterana Guatemalteca, y Misael Méndez, de la Iglesia Evangélica San Juan Apóstol, en representación del Concejo Ecuménico Cristiano de Guatemala.
“Si traen alguna foto o símbolo de algún pariente o familiar que ha sido víctima de esta ola de violencia que impera en nuestro país y departamento, tráiganla a este lugar especialmente preparado para ellos”, invitaba el padre Ernesto a quienes iban entrando al Centro “La Salle” y, después de varias consignas y cantos a favor de la vida y la paz, el pastor luterano, José Pilar Álvarez, dijo que esta oración es un clamor público de los cristianos de Zacapa, que no aguantan más tanta violencia.
La reflexión central fue realizada por Monseñor Bianchetti, obispo de Zacapa y Chiquimula, quien manifestó un “basta ya a que Zacapa, Chiquimula y toda Guatemala sea el territorio de los enemigos de la vida”; dijo que “a veces tenemos la tentación de pensar que a nadie le importa la situación de violencia y pareciera que el terror domina nuestras ciudades y comunidades, pero aquí hay una muestra que no es así y públicamente manifestamos que la vida es un regalo, un don de Dios, que debemos cuidar y de distintas formas debemos decir que este es territorio de paz”.
En la parte final de su reflexión, monseñor Bianchetti afirmó que “la iglesia se avergüenza de lo que pasa en Guatemala y que este país se conozca por noticias como la masacre sucedida en El Petén, tan parecida a lo que, años atrás, pasó en El Quiché” y agregó que “pareciera que los que lo hicieron en El Quiché, ahora lo hacen en otros lugares”. Afirmó que es importante el testimonio de diferentes iglesias y que, como discípulos de Jesús animados por Dios, se debe seguir trabajando por ese gran deseo de vida, y vida en abundancia.
Como un gesto de solidaridad y de encuentro entre los participantes y las familias que han sido víctimas de la violencia, fue encendido un cirio al cual todas y todos se acercaron para compartir la luz y, con velas encendidas, manifestar un rechazo rotundo a la violencia.
Hace un mes fueron masacrados y decapitados 27 jornaleros en el departamento de El Petén. Zacapa es uno de los departamentos donde las armas de fuego parecieran ser parte de la vestimenta masculina. Después de la Firma de la Paz se han alcanzado promedios de hasta 24 muertes diarias en el país. La violencia y la inseguridad son de las principales preocupaciones y situaciones de alarma para la población y para la Iglesia en particular, especialmente en el actual período electoral en el que han recurrido a las armas de fuego para eliminar a los contrincantes en la palestra política.
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FE Y MISTICISMO EN LA POESÍA DE JAVIER SICILIA (I)
Me indigna, de los poetas y de los intelectuales, el hecho de que no seamos dignos de lo que decimos. Es el pecado de nuestro siglo. La poesía trasciende las ideologías, la filosofía, la teología y la ciencia. La poesía toca la verdad que se halla en el corazón de los seres y que por lo mismo es inútil cualquier intento de sistematizarla. Si el poeta para hacer evidente su sustancia la filtra purificando la palabra, debería hacer lo mismo con su propia naturaleza. Grandes poetas son hombres miserables. Al poeta le falta vivir en sus actos aquello que cantan sus palabras.[1]
J.S.
1. Una trayectoria vital y literaria intensa
Ahora que el poeta Javier Sicilia se encuentra en medio de la vorágine de una lucha social tan visible a partir del asesinato de su hijo Juan Francisco el 28 de marzo en la ciudad de Cuernavaca, Morelos (al sur del Distrito Federal), las palabras con que cierra la entrevista concedida a la también poeta Myriam Moscona adquieren una enorme dimensión vital y poética. Tal como señaló entonces, con un énfasis ético que incubó en su interior con el paso de los años, su trayectoria poética se enfrentó, como nunca antes, a la necesidad de responder a la espiral de violencia que impactó a su círculo más íntimo y lo lanzó, literalmente, a la calle, primero en una marcha por la paz y en protesta hacia la capital mexicana por la escasa respuesta de las autoridades y, en estos precisos días, desde Cuernavaca hasta Ciudad Juárez, la emblemática ciudad norteña que hoy es, tristemente, sinónimo de muerte e impunidad. Los medios de comunicación han dado una amplia divulgación a esta nueva lucha que vive Sicilia, pero pocos se han preocupado por ubicarlo, para el gran público, en el espacio cultural que ha ocupado durante varias décadas. En un portal de Internet, a falta de datos claros sobre su trabajo literario, Marta Molina ha resumido lo acontecido en los días recientes (con muy buena fe, claro está, y bastante información actualizada) y lo ha relacionado con su poesía, pero sin citar ninguno de sus libros o poemas.[2] No obstante, las preguntas de Molina son útiles para acercarse seriamente a su obra: “¿Quién era Javier Sicilia antes de la muerte de su hijo? ¿Por qué sus demandas como luchador social se quedaron ahora en una sola? ¿Quiénes fueron sus referentes, los que le empujaron a ser como es y a tener la fuerza y la entereza para liderar esta movilización? ¿Quién era antes de convertirse en el punto de mira nacional? ¿Qué hay en su pasado que le hizo inspirar un movimiento unitario contra la guerra y la violencia en México? ¿Por qué dejó de escribir poesía?”.[3] Otro reportaje, de la revista Gatopardo, es sencillamente magnífico.[4]
El presente artículo busca poner en diálogo su profundo compromiso poético con la lucha que ahora encabeza, pues él nunca se ha caracterizado por escribir “textos militantes”, a la manera de un Ernesto Cardenal o un Pedro Casaldáliga, autores emblemáticos de la literatura cristiana de izquierda, ligada, sobre todo en el segundo caso, a la teología de la liberación, sino que más bien ha producido, desde los años 80 del siglo pasado, una poesía de tendencia mística, muy elaborada y más en la línea de autores como Lanza del Vasto, Paul Claudel o T.S. Eliot, reconocidos escritores creyentes. Podría decirse también que, a partir de 1994, el año del estallido zapatista, Sicilia concretó un sano acercamiento hacia la realidad social del país.
Nacido en la Ciudad de México el 31 de mayo de 1956, estudió letras francesas en la Universidad Nacional (UNAM), fue fundador y director de El Telar, coordinador de varios talleres literarios, guionista, miembro del consejo de redacción de Los Universitarios y Cartapacios y miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte desde 1995. Profesor de literatura, estética y guionismo en la Universidad La Salle de Cuernavaca. Fundó y dirigió la revista Ixtus y actualmente dirige Conspiratio, ambas con fuerte énfasis religioso, literario y social. Formado en una familia católica, en su adolescencia experimentó una crisis religiosa que, con el paso del tiempo, lo llevó a cuestionarse profundamente las razones de la fe tradicional. Así da testimonio de esa etapa: “Me tocó vivir un catolicismo horrible: el catolicismo del miedo. Fui educado con esa inclinación que ha hecho tanto daño, con ese terror a Dios. Mis años de primaria, como decía Rimbaud, fueron una larga enfermedad. Sufría muchos terrores nocturnos. Con el tiempo fui encontrando al Dios del amor”.[5] Su padre lo llevó, simultáneamente, a la fe y la poesía (“Mi padre… era un bienaventurado. Su fe era inquebrantable. Era una fe como de niño. Una fe asombrada”[6]), y en el bachillerato su camino como poeta comenzó a perfilarse. Luego de diversas búsquedas religiosas y políticas, y de lecturas y estudios frustrados, abrevó en la literatura francesa y comenzó a frecuentar autores que, en esa lengua, lo condujeron hacia la vertiente mística de la poesía, pues para él, los poetas que la exploran “poseen un magnífico mapa del misterio”.[7]
(LCO)
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IGLESIAS DICEN: “NOS AVERGÜENZA TANTA VIOLENCIA”
Mayra Rodríguez
ALC Noticias, 16 de junio de 2011
Guatemala. “La vida se respeta, ¡es un don de Dios!”, gritaban unas dos mil personas que, ataviadas de blanco, con globos, banderas, cintas del mismo color y llevando fotografías de familiares víctimas de la violencia, salieron a las calles de Zacapa la tarde del viernes 10 de junio, demandando un alto a la vorágine que ha tocado a todas las familias guatemaltecas, en la que también participaron obispos, sacerdotes y pastores de la Iglesia católica, la Iglesia Luterana y la Iglesia Episcopal.
Después de una hora llegaron al Centro Educativo Juvenil Católico “La Salle”, para participar en una oración ecuménica por la justicia, la vida y la paz, celebrada por monseñor Rosolino Bianchetti, los sacerdotes Ernesto Gutiérrez, Manuel Aldana y el diácono Albino Mauro de la Iglesia Católica; el obispo Virgilio Arreaza y el sacerdote Ramón Ovalle, de la Iglesia Episcopal región Nororiente; el reverendo José Pilar Álvarez de la Iglesia Luterana Guatemalteca, y Misael Méndez, de la Iglesia Evangélica San Juan Apóstol, en representación del Concejo Ecuménico Cristiano de Guatemala.
“Si traen alguna foto o símbolo de algún pariente o familiar que ha sido víctima de esta ola de violencia que impera en nuestro país y departamento, tráiganla a este lugar especialmente preparado para ellos”, invitaba el padre Ernesto a quienes iban entrando al Centro “La Salle” y, después de varias consignas y cantos a favor de la vida y la paz, el pastor luterano, José Pilar Álvarez, dijo que esta oración es un clamor público de los cristianos de Zacapa, que no aguantan más tanta violencia.
La reflexión central fue realizada por Monseñor Bianchetti, obispo de Zacapa y Chiquimula, quien manifestó un “basta ya a que Zacapa, Chiquimula y toda Guatemala sea el territorio de los enemigos de la vida”; dijo que “a veces tenemos la tentación de pensar que a nadie le importa la situación de violencia y pareciera que el terror domina nuestras ciudades y comunidades, pero aquí hay una muestra que no es así y públicamente manifestamos que la vida es un regalo, un don de Dios, que debemos cuidar y de distintas formas debemos decir que este es territorio de paz”.
En la parte final de su reflexión, monseñor Bianchetti afirmó que “la iglesia se avergüenza de lo que pasa en Guatemala y que este país se conozca por noticias como la masacre sucedida en El Petén, tan parecida a lo que, años atrás, pasó en El Quiché” y agregó que “pareciera que los que lo hicieron en El Quiché, ahora lo hacen en otros lugares”. Afirmó que es importante el testimonio de diferentes iglesias y que, como discípulos de Jesús animados por Dios, se debe seguir trabajando por ese gran deseo de vida, y vida en abundancia.
Como un gesto de solidaridad y de encuentro entre los participantes y las familias que han sido víctimas de la violencia, fue encendido un cirio al cual todas y todos se acercaron para compartir la luz y, con velas encendidas, manifestar un rechazo rotundo a la violencia.
Hace un mes fueron masacrados y decapitados 27 jornaleros en el departamento de El Petén. Zacapa es uno de los departamentos donde las armas de fuego parecieran ser parte de la vestimenta masculina. Después de la Firma de la Paz se han alcanzado promedios de hasta 24 muertes diarias en el país. La violencia y la inseguridad son de las principales preocupaciones y situaciones de alarma para la población y para la Iglesia en particular, especialmente en el actual período electoral en el que han recurrido a las armas de fuego para eliminar a los contrincantes en la palestra política.
__________________________________________________
FE Y MISTICISMO EN LA POESÍA DE JAVIER SICILIA (I)
Me indigna, de los poetas y de los intelectuales, el hecho de que no seamos dignos de lo que decimos. Es el pecado de nuestro siglo. La poesía trasciende las ideologías, la filosofía, la teología y la ciencia. La poesía toca la verdad que se halla en el corazón de los seres y que por lo mismo es inútil cualquier intento de sistematizarla. Si el poeta para hacer evidente su sustancia la filtra purificando la palabra, debería hacer lo mismo con su propia naturaleza. Grandes poetas son hombres miserables. Al poeta le falta vivir en sus actos aquello que cantan sus palabras.[1]
J.S.
1. Una trayectoria vital y literaria intensa
Ahora que el poeta Javier Sicilia se encuentra en medio de la vorágine de una lucha social tan visible a partir del asesinato de su hijo Juan Francisco el 28 de marzo en la ciudad de Cuernavaca, Morelos (al sur del Distrito Federal), las palabras con que cierra la entrevista concedida a la también poeta Myriam Moscona adquieren una enorme dimensión vital y poética. Tal como señaló entonces, con un énfasis ético que incubó en su interior con el paso de los años, su trayectoria poética se enfrentó, como nunca antes, a la necesidad de responder a la espiral de violencia que impactó a su círculo más íntimo y lo lanzó, literalmente, a la calle, primero en una marcha por la paz y en protesta hacia la capital mexicana por la escasa respuesta de las autoridades y, en estos precisos días, desde Cuernavaca hasta Ciudad Juárez, la emblemática ciudad norteña que hoy es, tristemente, sinónimo de muerte e impunidad. Los medios de comunicación han dado una amplia divulgación a esta nueva lucha que vive Sicilia, pero pocos se han preocupado por ubicarlo, para el gran público, en el espacio cultural que ha ocupado durante varias décadas. En un portal de Internet, a falta de datos claros sobre su trabajo literario, Marta Molina ha resumido lo acontecido en los días recientes (con muy buena fe, claro está, y bastante información actualizada) y lo ha relacionado con su poesía, pero sin citar ninguno de sus libros o poemas.[2] No obstante, las preguntas de Molina son útiles para acercarse seriamente a su obra: “¿Quién era Javier Sicilia antes de la muerte de su hijo? ¿Por qué sus demandas como luchador social se quedaron ahora en una sola? ¿Quiénes fueron sus referentes, los que le empujaron a ser como es y a tener la fuerza y la entereza para liderar esta movilización? ¿Quién era antes de convertirse en el punto de mira nacional? ¿Qué hay en su pasado que le hizo inspirar un movimiento unitario contra la guerra y la violencia en México? ¿Por qué dejó de escribir poesía?”.[3] Otro reportaje, de la revista Gatopardo, es sencillamente magnífico.[4]
El presente artículo busca poner en diálogo su profundo compromiso poético con la lucha que ahora encabeza, pues él nunca se ha caracterizado por escribir “textos militantes”, a la manera de un Ernesto Cardenal o un Pedro Casaldáliga, autores emblemáticos de la literatura cristiana de izquierda, ligada, sobre todo en el segundo caso, a la teología de la liberación, sino que más bien ha producido, desde los años 80 del siglo pasado, una poesía de tendencia mística, muy elaborada y más en la línea de autores como Lanza del Vasto, Paul Claudel o T.S. Eliot, reconocidos escritores creyentes. Podría decirse también que, a partir de 1994, el año del estallido zapatista, Sicilia concretó un sano acercamiento hacia la realidad social del país.
Nacido en la Ciudad de México el 31 de mayo de 1956, estudió letras francesas en la Universidad Nacional (UNAM), fue fundador y director de El Telar, coordinador de varios talleres literarios, guionista, miembro del consejo de redacción de Los Universitarios y Cartapacios y miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte desde 1995. Profesor de literatura, estética y guionismo en la Universidad La Salle de Cuernavaca. Fundó y dirigió la revista Ixtus y actualmente dirige Conspiratio, ambas con fuerte énfasis religioso, literario y social. Formado en una familia católica, en su adolescencia experimentó una crisis religiosa que, con el paso del tiempo, lo llevó a cuestionarse profundamente las razones de la fe tradicional. Así da testimonio de esa etapa: “Me tocó vivir un catolicismo horrible: el catolicismo del miedo. Fui educado con esa inclinación que ha hecho tanto daño, con ese terror a Dios. Mis años de primaria, como decía Rimbaud, fueron una larga enfermedad. Sufría muchos terrores nocturnos. Con el tiempo fui encontrando al Dios del amor”.[5] Su padre lo llevó, simultáneamente, a la fe y la poesía (“Mi padre… era un bienaventurado. Su fe era inquebrantable. Era una fe como de niño. Una fe asombrada”[6]), y en el bachillerato su camino como poeta comenzó a perfilarse. Luego de diversas búsquedas religiosas y políticas, y de lecturas y estudios frustrados, abrevó en la literatura francesa y comenzó a frecuentar autores que, en esa lengua, lo condujeron hacia la vertiente mística de la poesía, pues para él, los poetas que la exploran “poseen un magnífico mapa del misterio”.[7]
(LCO)
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