sábado, 3 de agosto de 2013

Letra 330, 4 de agosto de 2013

LA ESCRITURA COMO MAESTRA DEL CONOCIMIENTO
Y LA SABIDURÍA
Ekkehard W. Stegemann
www.calvin09.org

“Dios ha querido de esta manera manifestar su deidad y majestad a todas las criaturas sin excepción alguna. Sin embargo, es necesario que haya otro medio, y más apto, que derechamente nos encamine y haga conocer a quien es Creador del universo”, a saber, la Sagrada Escritura. [...] De la misma manera, la Escritura, recogiendo en nuestro entendimiento el conocimiento de Dios, que de otra manera sería confuso, y deshaciendo la oscuridad, nos muestra muy a las claras al verdadero Dios. Por tanto es singular don de Dios que, para enseñar a la Iglesia, no solamente se sirva Él de maestros mudos, como son sus obras, sino que también tenga a bien abrir su sagrada boca“ (Institución I,6,1).

Este conocido pasaje de la Institución evidencia que el reformador ginebrino no espera que el secreto de Dios se revele abiertamente en la creación. Dios es secreto, misterioso (secreto arcanus), obra en secreto, en forma invisible, todo depende de Él y nada ocurre sin Él, no obstante, su poder obra en forma secreta. Su obrar no es oculto, obscuro ni encubierto como el de Satán que opera insidiosamente, detrás de máscaras, como una caricatura de Dios. Dios, en cambio, está fuera del alcance del ser humano, por ende, el secreto de la vida es inaccesible. Aun Cristo, en quien Dios se encarnó, traspasa nuestro conocimiento, pues a pesar de haber estado en la tierra no abandonó el cielo. Es necesario mencionar además el axioma filosófico Finitum incapax infiniti, aun cuando Calvino no se refiera expresamente a él. De acuerdo a este axioma, lo finito no puede abarcar lo infinito, por ello, es necesario que Dios se acomode a lo humano y esa humanación es en resumen la Escritura. Si bien la creación misma también es una revelación silente de Dios, su Palabra, la Sagrada Escritura, siempre alude a una mayor proximidad a Dios y su dominio. La grandiosa concepción de Calvino es que este puente que se tiende entre lo finito y lo infinito no sólo se dio con Cristo,-sino que puede darse continuamente mediante la Escritura. La palabra de Dios, el Verbo Divino, su llamado, está contenido en ella: „Dios también tiene a bien abrir su sagrada boca“ (Institución I,6,1). Sin duda Dios se acomoda al utilizar este medio, Él hace comprender en ella lo que de otra forma no se podría comprender. No obstante, por muy comprensible que sea su Palabra en la Escritura, también debe entenderla el ser humano para que pueda surtir efecto. Su enseñanza y sabiduría en la Escritura son oráculos, revelaciones, diferenciándose por esta razón de toda palabra humana. Pero estas palabras son ahora también palabras en lenguaje humano y deben serlo para que el ser humano pueda comprenderlas. Dios es quien habla, pero para poder ser comprendido „consagró para sí la boca y lengua de algunos para que en ellas resuene su voz“ (Inst. IV,1,5).

Sólo que estas palabras no son diáfanas ni en su esencia ni mediante traducción, sino que es necesario interpretarlas. La Palabra de la Escritura es el medio que Dios utiliza para entregar su mensaje, un medio más apto que la creación. Sin embargo, en primer lugar Dios no es idéntico al mensaje, y en segundo lugar, los maestros de la divina Palabra son necesarios, dado que la instrucción en la divina enseñanza es esencial. Por tanto, deben servir de maestros y Dios prefiere valerse de este servicio a utilizar a las señales naturales de su poder.

Calvino articula esta comprensión de la Escritura según su pasaje favorito de la Biblia, el capítulo 3,13-17 de la 2da Epístola a Timoteo, en especial el versículo 16 (Cfr. CO 30, 381ss.): “Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”.

Calvino extrae de allí una doble comprensión, a saber, sobre la autoridad de la Escritura, es decir, que ésta divinitus inspirata est, lo que en la Vulgata ya es una traducción bastante textual de qeo, pneustoj, y sobre su utilidad, utilis est. Su autoridad consiste justamente en que Dios habló con humanos como Moisés y los profetas, ellos son herramientas del Espíritu Santo al dar fiel testimonio de lo que Dios les dijo. Calvino señala que este principio es lo que diferencia nuestra religión de todas las otras, quod scimus Deum nobis loquutum esse. No obstante, si Dios por una parte habló mediante los profetas, pero por la otra también se dirigió “a nosotros”, entonces los humanos también necesitan la mediación del Espíritu Santo para recibir su mensaje. Por tanto, el mismo Espíritu que dio a Moisés y los profetas certeza de su vocación, nunc quoque testatur cordibus nostris, también da testimonio en nuestros corazones de que Él utilizó su ministerio para instruirnos, ad nos docendos. De esta forma se manifiesta la majestad de Dios en la Escritura y por esta razón se le debe la misma veneración como a Dios. Sin embargo, la majestad de Dios sólo pueden verla los que fueron iluminados por el Espíritu Santo, los iluminados (illuminati), los elegidos (electi), o en términos menos pretenciosos, los creyentes. Algunos consideran este argumento como biblicista y fundamentalista, en donde lo análogo sólo es reconocido por semejantes, y donde el testimonio externo del Espíritu debe ser correspondido por un testimonium internum que convenza internamente al elegido de la inspiración que obró en la Escritura y que ésta misma da testimonio de ella. Para Calvino la Biblia es, semejante a lo que Heinrich Heine señala, la representante portátil de Dios, de su Espíritu Santo, respectivamente. Este concepto, sin embargo, cayó en una profunda crisis con la irrupción del espíritu de la ilustración en el protestantismo (Cfr. Oberman, p. 230). No obstante, es la gran virtud de esta exégesis protestante la que metódica y continuamente exige fidelidad a texto original, reflejando así la continuidad del principio escriturístico reformado de Calvino, sólo que según él, esta fidelidad al texto se la debemos finalmente a su testador, a Dios mismo. Pues si a la Escritura se le otorga la misma reverencia que también se le debe a Dios, es „porque sólo de Él procede y en ella no se agrega nada humano”.
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NO QUIERO TOLERANCIA, EXIJO DERECHOS
Lisandro Orlov*
Página 12, 31 de julio de 2013

El papa Francisco en su viaje de regreso a Roma y delante de los periodistas dijo en el avión: “Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para criticarlo? El catecismo de la Iglesia Católica dice que no se deben marginar a estas personas por eso”, sostuvo, y agregó: “Hay que integrarlas en la sociedad. El problema no es tener esta tendencia. Debemos ser hermanos. El problema es hacer un lobby”.

Consultado sobre por qué no habló de estos temas en Brasil, respondió: “Tampoco hablé sobre la estafa y la mentira. La Iglesia se ha expresado ya perfectamente sobre eso, no era necesario volver sobre eso. Los jóvenes saben perfectamente cuál es la postura de la Iglesia”.
Desde ayer esta afirmación que salió en todos los medios me viene molestando y me parece sumamente demagógica y populista. En primer lugar, en esta frase se coloca en un espacio de juicio y de juez donde nadie lo ha colocado. Ya esta perspectiva y esa mirada me parecen lamentables. ¿Quién soy yo para criticarlo? En un primer momento parece muy positivo pero todo el contexto nos lleva a sentir una especie de tolerancia, como que el Papa perdona la vida a quienes vienen del mundo de la diversidad sexual. No me parece que la tolerancia sea la mejor perspectiva y nunca habló sobre los derechos humanos a toda dignidad de las personas de orientación homosexual.

Por otro lado termina la frase diciendo que no habló del tema porque “los jóvenes saben perfectamente cuál es la postura de la Iglesia” y ese es justamente el núcleo del problema y no su tolerancia personal e individual. En ningún momento propuso un cambio del catecismo de la Iglesia Católica, que afirma con todo desparpajo que la homosexualidad es “intrínsecamente desordenada” con relación a todos los criterios de esa iglesia con relación a la sexualidad.

Toda esta expresión me ha parecido una frase que no le significa ningún costo teológico, doctrinario ni pastoral porque todo continúa igual desde la institución. No me sirve ni quiero esta posición individual que no implica ningún cambio ni costo. Es puro gatopardismo, digamos algo popular-mente correcto pero no cambiemos nada.

* Pastor de la Iglesia Luterana Unida (Argentina)

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VIDA EN EL AMOR
Ernesto Cardenal

El coyote cuando aúlla solitario en la noche, aúlla por Ti. Y por Ti grita la lechuza cuando grita en la noche. Y por Ti arrulla dulcemente la paloma y no lo sabe; y cuando el ternerito tierno llama a su madre, es a Ti a quien llama, y a Ti llama el león cuando ruge, y todo el croar de las ranas es a Ti. Toda la creación te llama con toda clase de lenguajes. Como te llama también con el lenguaje de los amantes, y de los poetas, y con la oración de los monjes.

Y en los ojos de todo ser humano hay un anhelo insaciable. En las pupilas de los hombres de todas las razas; en las miradas de los niños y de los ancianos y de las madres y de la mujer enamorada, del policía y el empleado y el aventurero y el asesino y el revolucionario y el dictador y el santo: existe en todos la misma chispa de deseo insaciable, el mismo secreto fuego, el mismo abismo sin fondo, la misma ambición infinita de felicidad y de gozo y de posesión sin fin. En todos los ojos humanos existe un pozo profundo, que es el pozo de la samaritana.

Toda mujer es una mujer junto al pozo. El pozo es profundo. Y en el brocal del pozo está sentado Jesús. […]

Esta sed que hay en todos los seres es el amor a Dios. […]


Por este amor se escalan las montañas y se desciende a los abismos del océano […]

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