sábado, 3 de agosto de 2013

Marcos 1.4-5, 9-20

La Palabra (Hispanoamérica)



4 Juan el Bautista se presentó en el desierto proclamando que la gente se bautizara como señal de conversión para recibir el perdón de los pecados. 5 La región entera de Judea y todos los habitantes de Jerusalén acudían a él, confesaban sus pecados y Juan los bautizaba en las aguas del Jordán. […]
9 Por aquellos días llegó Jesús procedente de Nazaret de Galilea, y Juan lo bautizó en el Jordán. 10 En el instante mismo de salir del agua, vio Jesús que el cielo se abría y que el Espíritu descendía sobre él como una paloma. 11 Y se oyó una voz proveniente del cielo: —Tú eres mi Hijo amado; en ti me complazco. 12 Acto seguido el Espíritu impulsó a Jesús a ir al desierto 13 donde Satanás lo puso a prueba durante cuarenta días. Vivía entre animales salvajes y era atendido por los ángeles.
14 Después que Juan fue encarcelado, Jesús se dirigió a Galilea, a predicar la buena noticia de Dios. 15 Decía: —El tiempo se ha cumplido y ya está cerca el reino de Dios. Conviértanse y crean en la buena noticia.
16 Iba Jesús caminando por la orilla del lago de Galilea, cuando vio a Simón y Andrés. Eran pescadores y estaban echando la red en el lago. 17 Jesús les dijo: —Vengan conmigo y los haré pescadores de hombres. 18 Ellos dejaron al punto sus redes y se fueron con él.

19 Un poco más adelante vio a Santiago, el hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca reparando las redes. 20 Los llamó también, y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca junto con los trabajadores contratados, se fueron en pos de él.

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