sábado, 4 de julio de 2015

Actividades

OREMOS POR LAS PRÓXIMAS DETERMINACIONES QUE HA DE TOMAR LA CONGREGACIÓN

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CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes 7 de julio, 19 hrs.
Modera: D.I. Laura Cabrera B.

Llamamiento: Nahum 1.1-8
Himno: “¡A Dios adorad!” (76)
Oración de ofrecimiento
Himno: “Todos juntos reunidos” (408)
Momentos de oración
Lectura bíblica: Miqueas 6
Tema: Pleito entre el señor y su pueblo
Himno: “Dios os guarde en su santo amor” (448)
Ofertorio
Bendición pastoral

MIQUEAS Y EL DESPLAZAMIENTO
Tarcisio Gaytán


Para adentrarse en el mensaje de Miqueas es necesario recordar el ambiente de militarización que vivía Judá en el s. VIII y que afectaba tanto la vida política como las realidades sociales. El dominio de Asiria, que en el 721 se tomó Samaria, destruyó parte de la ciudad, deportó 27 290 personas y la repobló con prisioneros de guerra de otros lugares, sonó como una campanada de alerta para Judá. Bajo Ezequías (716-687) se vivió una época de grandes intervenciones arquitectónicas y urbanísticas, muchas de ellas con el fin de fortalecer la defensa ante la inminencia del asedio: se construyó una nueva muralla en Jerusalén (a costa de la expropiación y demolición de casas privadas, cf. Is 22.10), algo similar se puede decir de Laquis (el mayor centro judío de la Sefelá) y de al menos otras tres fortalezas en la misma región y a muy pocos kilómetros de Moreset Gat.

La militarización de la vida campesina no era otra cosa que una medida de fuerza para presionar el crecimiento económico. La repoblación de Samaria con personal de otros lugares del imperio trajo como consecuencia la imposibilidad de cualquier tipo de resistencia política y la salvaguarda de la economía local para el provecho de Asiria. En Judá, la amenaza del imperio asirio condujo a la concentración de recursos alimenticios y a su envío, bien sea para las ciudades filisteas y los puestos de avanzada asirios (principalmente los recursos producidos en la Sefelá), o bien para Jerusalén (los producidos en el altiplano).

No es difícil pensar en la catástrofe social para los campesinos de la llanura y el pie de monte. Los constantes tributos que los reyes tenían que pagar a los soberanos asirios se traducían en más impuestos, ventas de territorios a bajo precio, mayor despojo y mayor empobrecimiento. Por falta de capacidad de pago de los tributos, fácilmente un campesino podía perder sus tierras que pasaban a la corona o a los funcionarios reales. El descontento social se sofocaba con mayor militarización: además de los impuestos es probable que se llevasen a cabo levas de campesinos para conducirlos a Jerusalén como trabajadores forzados (cf. 3.10). En el libro de Miqueas aparece clara la perversa alianza entre autoridades de la ciudad y grandes terratenientes, que presumen de ser muy piadosos. […]
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES

12 – Reunión congregacional / Reunión ordinaria de la CMIRP

20-25 – Curso de Verano

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