OREMOS POR LAS PRÓXIMAS
DETERMINACIONES QUE HA DE TOMAR LA CONGREGACIÓN
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CULTO
DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes 7 de julio, 19 hrs.
Modera:
D.I. Laura Cabrera B.
Llamamiento: Nahum 1.1-8
Himno: “¡A Dios adorad!” (76)
Oración de ofrecimiento
Himno:
“Todos juntos reunidos” (408)
Momentos de oración
Lectura bíblica: Miqueas 6
Tema: Pleito entre el señor y su pueblo
Himno:
“Dios os guarde en su santo amor” (448)
Ofertorio
Bendición pastoral
MIQUEAS Y EL
DESPLAZAMIENTO
Tarcisio
Gaytán
Para adentrarse en el mensaje de Miqueas es necesario recordar el
ambiente de militarización que vivía Judá en el s. VIII y que afectaba tanto la
vida política como las realidades sociales. El dominio de Asiria, que en el 721
se tomó Samaria, destruyó parte de la ciudad, deportó 27 290 personas y
la repobló con prisioneros de guerra de otros lugares, sonó como una
campanada de alerta para Judá. Bajo Ezequías (716-687) se vivió una época de
grandes intervenciones arquitectónicas y urbanísticas, muchas de ellas con el
fin de fortalecer la defensa ante la inminencia del asedio: se construyó una
nueva muralla en Jerusalén (a costa de la expropiación y demolición de casas
privadas, cf. Is 22.10), algo similar se puede decir de Laquis (el mayor centro
judío de la Sefelá) y de al menos otras tres fortalezas en la misma región y a
muy pocos kilómetros de Moreset Gat.
La militarización de la vida
campesina no era otra cosa que una medida de fuerza para presionar el
crecimiento económico. La repoblación de Samaria con personal de otros lugares
del imperio trajo como consecuencia la imposibilidad de cualquier tipo de
resistencia política y la salvaguarda de la economía local para el provecho de
Asiria. En Judá, la amenaza del imperio asirio condujo a la concentración de
recursos alimenticios y a su envío, bien sea para las ciudades filisteas y los
puestos de avanzada asirios (principalmente los recursos producidos en la
Sefelá), o bien para Jerusalén (los producidos en el altiplano).
No es difícil pensar en la
catástrofe social para los campesinos de la llanura y el pie de monte. Los
constantes tributos que los reyes tenían que pagar a los soberanos asirios se
traducían en más impuestos, ventas de territorios a bajo precio, mayor despojo
y mayor empobrecimiento. Por falta de capacidad de pago de los tributos,
fácilmente un campesino podía perder sus tierras que pasaban a la corona o a
los funcionarios reales. El descontento social se sofocaba con mayor
militarización: además de los impuestos es probable que se llevasen a cabo
levas de campesinos para conducirlos a Jerusalén como trabajadores forzados
(cf. 3.10). En el libro de Miqueas aparece clara la perversa alianza entre
autoridades de la ciudad y grandes terratenientes, que presumen de ser muy
piadosos. […]
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES
12 – Reunión congregacional / Reunión ordinaria de la CMIRP
20-25 – Curso de Verano
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