domingo, 26 de julio de 2015

Letra 428, 26 de abril de 2015

LA PACIENCIA DE DIOS
Karl Barth
Instantes. Santander, Sal Terrae, 2005, p. 117.

El Señor tiene paciencia con nosotros.
II Pedro 3.9

He Qi, El camino de Emaús

D
ios es paciente. La paciencia se da allí donde uno espera a otro dejándole plena libertad. La paciencia de Dios es su voluntad de dejarle al otro -por su misericordia y como afirmación de su santidad- espacio y tiempo para su propia existencia. Dios no ejerce su misericordia arrollando a quien es objeto de ella. La misericordia de Dios depende precisamente de su paciencia: ese dejar margen a la criatura pecadora con la que Dios crea para sí un espacio en el que seguir hablando y actuando con ella. Dios tiene tiempo. Y el hecho de que tenga tiempo para nosotros es lo que caracteriza como ejercicio de paciencia todo su proceder con respecto a nosotros.
No es que la paciencia de Dios abandone al ser humano a su suerte. Dios no es de miras estrechas. Sabe muy bien qué clase de criaturas somos. Pero, por saberlo, tiene una razón real para tener paciencia con nosotros: la razón que él mismo ha dado. Si deja que todos sigan sus propios caminos, si una y otra vez les da tiempo (y comida a su tiempo), y si una y otra vez no deja de aguardarlos en el Todo, es porque ya los alcanzó en el Uno. Lo hace porque en ese Uno, en el que se entregó a todos, todos cayeron ya en sus manos. A causa de ese Uno tiene Dios paciencia con todos. No con el fin de dejarles espacio y tiempo para obstinarse en su impenitencia. Lo que la paciencia de Dios les permite es precisamente recorrer el camino de la fe.
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LA FE PROFÉTICA SEGÚN MARTÍN BUBER



Eclipse de Dios. Estudio sobre las relaciones entre religión y filosofía.
México, Fondo de Cultura Económica, 1995.
Salamanca, Sígueme, 2003.

Martin Buber (1878-1965)

[…]

Profetismo e historia
Así que la realidad, que es historia, es para Buber el misterio divino-humano, la “situación común entre Dios y los hombres”. […]
No hay, por lo tanto, un Creador absoluto, por una parte, y unas criaturas constitutivamente inanes y dependientes por otra. De un modo misterioso tenemos efectividad sobre el ser con nuestra acción. Lo cual no tiene porqué llevarnos a pensar la realidad a partir de la idea de un “Dios que llega a ser”, a la manera del Idealismo: “¡Qué triste y presuntuoso es ese discurso del Dios que deviene. En cambio nosotros conoce- ¡nos con seguridad en nuestro interior un devenir del Dios que es”. […] El mundo es un proceso abierto sin un estado final que, como absoluto, realice y cierre las posibilidades de decisión y creación que se producen en la historia.
No hay una historia dirigida desde el exterior por un ser trascendente que le impone, desde el principio, una finalidad que luego se cumple, de un modo indiferente e inexorable, a través de toda decisión y de todo acontecimiento inmanente. Si el judaísmo piensa en Dios como señor de la historia, también piensa que este Dios se deja implicar realmente en ella, y que la historia de “los hombres ante Dios” es, por ello, la historia misma de Dios.
Diego Sánchez Meca, “Martin Buber y la actualidad del judaísmo”
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¿QUÉ PASA CON EL PÚLPITO EVANGÉLICO? (II)
Juan Stam
Protestante Digital, 12 de julio de 2015

En otro sermón el mismo predicador ya mencionado se permitió opinar, "Noten que el corazón está a la derecha. Tal vez algunos de ustedes son de la derecha y otros de la izquierda. El corazón está a la derecha y es fuente de sabiduría. Aparte de los zurdos, hacemos todo mejor con la mano derecha".
En otra ocasión dio una apología sui géneris del infierno: "Alguien me preguntó una vez, ¿cómo puede Dios echar afuera gente que él creó y ama? Le contesté: si tu ser más querido se muere, Usted no quiere guardar su cadáver dentro de la casa, porque está muerto y comienza a oler mal…Dios tampoco quiere tener muertos en su casa". ¡Qué vergüenza pensar que sermones tan descabellados lleguen a millones de televidentes! En algunos casos, estas aberraciones homiléticas son menos absurdas sino parecen ser inferencias lógicas del texto.
Un caso es la consigna, ampliamente difundida por el coreano Paul Yonggi Cho, que si Cristo entregó las llaves a nosotros, entonces ya no las tiene él. ¡Perfectamente lógico! Lo que regaló a otros ya no me queda a mí. Puede ser lógico, pero no es bíblico. Los testigos de Jehová concluyen, muy lógicamente, que si Dios dice "tu eres mi hijo, hoy te he engendrado", entonces antes el Hijo no existía.
Para hacer tal inferencia lógica, tienen que hacer caso omiso del contexto, del trasfondo de la frase en Salmo 2 y de muchos detalles más, muy importantes para la exégesis. En general, los heréticos son muy lógicos, pero nada bíblicos. No toda inferencia lógica del texto es fiel al sentido de él y al mensaje que el Espíritu Santo inspiró. No hace mucho otro predicar hizo una exégesis muy lógica de Hechos 2:17, "derramaré mi Espíritu sobre toda carne". Pues bien, los animales también son carne, por lo que podemos entender que Dios promete derramar su Espíritu sobre nuestros ganados y mascotas, y debemos orar por la sanidad divina de ellos.
Es perfectamente lógico, pero lamentablemente, no tiene nada que ver con el sentido del texto. Los impíos e incrédulos son carne también, Hitler y Somoza y Pinochet eran "carne". Así entendido, el Pentecostés no significaría nada.
Es curioso que en esta nueva ola homilética, que es claramente anti-intelectual, hay un prurito irresistible de aclararnos "el sentido del griego (o hebreo) original". Los autores bíblicos se sorprenderían mucho al descubrir lo que ellos querían decir "en la versión original".
El más común de estos abusos consiste en apelar a etimologías fantasiosas, como "sin-cera" para "sincero" o "dinamita" para dúnamis, que son puros inventos que nada tienen que ver con el mensaje original del texto.
Toda la especulación sobre la supuesta diferencia entre Rhema y Logos carece de base confiable en la semántica de texto original. Son incontables las "maravillas" que estos predicadores pretenden sacar de los idiomas originales, que sólo dejan evidente que ellos no conocen esos idiomas y que las más de las veces han sacado sus maravillas no del texto original sino de comentarios en inglés. Su uso de palabras griegas muestra que no las entienden gramaticalmente, por ejemplo cuando el "Apóstol" Maldonado trata palabras como neanískos y bréfos como si fueran plurales, sólo porque terminan en la letra "ese".

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