MARTÍN BUCERO (1491-1551)
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ecibió su
primera educación en la excelente escuela latina de su ciudad natal y en 1506
ingresó en los dominicos. En 1517 fue a Heidelberg, donde estudió a los humanistas,
la Biblia y también los escritos de Lutero, de quien tuvo conocimiento personal
en 1518 y con quien comenzó a escribirse en 1520. Cayó en sospecha de los de su
orden de favorecer la causa evangélica, siendo acusado ante Roma, por lo que
dejó el monasterio en 1520 para evitar mayores dificultades, convirtiéndose en
asociado de Hutten y Sickingen. Este último le llamó para el pastorado en
Landstuhl, casándose el mismo año y siendo uno de los primeros sacerdotes en
romper su voto de celibato. Cuando Sickingen fue derrotado por el elector de Tréveris,
Bucero tuvo que dejar la ciudad y durante un año ejerció como predicador evangélico
de Wissenburg, en Alsacia, respaldado por el consejo y los ciudadanos, aunque
fue atacado por los franciscanos. En 1523 fue a Estrasburgo, donde la Reforma ya
estaba progresando. Junto con Zell,
Capito y Hedio, fue el alma de la Reforma en Estrasburgo, ejerciendo una
actividad reformadora y organizadora, no sólo en Alsacia sino también en diversos
países, por medio de la predicación, cartas, viajes, escritos y relaciones
personales con eclesiásticos y hombres de Estado. Fue pastor de Santa Aurelia
entre 1524 y 1531 y de Santo Tomás entre 1531 y 1540, siendo en 1540 presidente
del recién fundado consejo de iglesia que era la autoridad eclesiástica suprema
en Estrasburgo.
Como
portavoz espiritual de los ciudadanos de Estrasburgo, que eran activos en la
Reforma, y como dirigente de los ministros evangélicos compareció ante el
consejo, que procedió cautamente. Consumó la abolición de la misa el 20 de
febrero de 1529, por un decreto de los asesores laicos, lo que significaba la
introducción de la Reforma en la ciudad imperial de Estrasburgo de manera
oficial. Pero mucho antes de esto ya había comenzado la reorganización del
servicio divino y la vida eclesiástica. El Ordnung und Inhalt deutscher Messe (1524)
de Bucero era típico del orden reformado
de adoración. Dedicó especial atención a la catequesis y publicó tres catecismos
entre 1524 y 1544, a la vez que por la ordenanza de 1534 introducía el presbiterio
laico en Estrasburgo, inaugurando la confirmación en esa ciudad en 1539. Junto
con su amigo Johannes Sturm puso los fundamentos del sistema educativo protestante
en Estrasburgo, fundando el gymnasium en 1538 y el seminario en 1544. A causa
de la disciplina eclesiástica se opuso rotundamente a los anabaptistas y
radicales tales como Carlstadt, Hetzer, Denk, Sebastian Franck, Schwenckfeld, Melchior
Hoffmann y Clemens Ziegler. Aparte de Estrasburgo, Bucero introdujo la Reforma
en Hanau-Lichtenberg (1544), mientras que Württemberg, Baden, y especialmente
Halle, le deben mucho a él. Para el elector de Colonia, el arzobispo Hermann de
Wied, Bucero junto con Melanchthon, compuso un orden de reforma (1543). Su
influencia incluso llegó tan lejos como Bélgica, Italia y Francia.
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LA FE CRISTIANA FRENTE A
LOS DESAFÍOS ACTUALES
I. EL COMPROMISO CRISTIANO EN UNA SOCIEDAD NO CRISTIANA (II)
2. El compromiso de Dios con la
justicia social
Varios de
los libros proféticos incluyen secciones de oráculos sobre o contra las
naciones. Que Dios es Dios de justicia y desea que la justicia reine en todas las
naciones y comunidades es especialmente evidente en el libro de Nahum, que es
una profecía contra Nínive, capital y símbolo de Asiria. La condena de Jehová a
Asiria no se basa sólo en su antigua enemistad con Israel (ver 1.9ss.; 2.2ss.),
sino también en su idolatría (1.14) y en que era una “ciudad sanguinaria, toda
llena de mentira y de rapiña” (3.1). Jehová repite las terribles palabras:
“Heme aquí contra ti” (2.13; 3.5) y el oráculo culmina con la pregunta
retórica: “¿Sobre quién no pasó continuamente tu maldad?” (3.19).
De
estos pasajes del Antiguo Testamento se desprende claramente que Dios rechaza
la injusticia y la opresión en todas partes y que ama y promueve la justicia en
todas partes. De hecho, dondequiera que haya justicia en este mundo caído es
por la obra de su gracia. Todos los seres humanos lo sabemos, pues tenemos un
sentido innato de la justicia, de lo cual es testimonio elocuente la común
protesta de los niños: “¡Eso no vale!” (con el sentido de “¡no es justo!”).
Esto
confirma las enseñanzas de Pablo en cuanto a que la ley moral de Dios está
escrita en el corazón del hombre (Ro 2.14,15). Tanto la ley de Dios como su
evangelio son para nuestro bien.
Así
es, pues, el Dios vivo de la Biblia. Su interés lo abarca todo: no sólo lo “sagrado”
sino lo “secular”, no sólo la religión sino la naturaleza, no sólo el pueblo
del pacto sino todos los pueblos, no sólo la justificación sino también la
justicia social en toda comunidad, no sólo su evangelio sino su ley. De manera
que no debemos limitar sus intereses. Es más, los nuestros deberían ser tan
amplios como los suyos.
Necesitamos una doctrina más completa
del ser humano (antropología)
Los
cristianos tenemos una base más sólida para el servicio al prójimo: no las especulaciones
acerca de lo que llegará a ser el hombre en el futuro desarrollo del género
humano, sino lo que ya es por la creación divina. Los seres humanos son seres
con semejanza divina, creados a imagen de Dios, que además poseen capacidades
únicas que los distinguen de la creación animal.
Es
cierto que la raza humana está caída, y que la imagen divina se ha desfigurado,
pero a pesar de toda apariencia contraria, no se ha borrado por completo (Gn
9.6; Stg 3.9). Ésa es la razón de su valor único y que siempre ha inspirado el
servicio cristiano. Pues estas criaturas humanas de semejanza divina no son
sólo almas (para que sólo nos ocupemos de su salvación eterna), ni sólo cuerpos
(para que sólo atendamos a sus necesidades de alimentación, vestido, vivienda y
salud), ni tan sólo seres sociales (para que nos limitemos a asistirlos en sus
problemas comunitarios). Comprenden los tres aspectos. Desde una perspectiva
bíblica, el ser humano puede definirse como “cuerpo-alma-en comunidad”. Pues
así nos ha creado Dios. De modo que, si en verdad amamos a nuestro prójimo, y
por su valor deseamos servirle, nos ocuparemos de su bienestar integral:
físico, espiritual y social. Y de nuestra preocupación surgirán proyectos de
evangelización, asistencia y desarrollo.
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SACERDOTE PEDERASTA EN OAXACA ES SENTENCIADO A 16 AÑOS DE
PRISIÓN
Excélsior, 4 de marzo de 2017
El
sacerdote Gerardo Silvestre Hernández recibió una sentencia de 16 años y seis
meses de prisión, por el delito de corrupción de menores en su modalidad de
inducción a actos sexuales y exposición de filmes pornográficos, tras quedar
comprobado que abusó de varios menores entre 2009 y 2010.
El
magistrado presidente del Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca, Alfredo
Lagunas Rivera, confirmó la sentencia de Silvestre Hernández, quien desde 2013
está en prisión para enfrentar el proceso ante la justicia.
Es
la primera ocasión que se dicta sentencia condenatoria contra una persona que
formaba parte de una asociación religiosa o de algún padre, para ser más
concreto”, dijo en entrevista.
Asimismo,
se informó que el sacerdote deberá pagar una multa de 46 mil 179 pesos como
reparación de daños en el caso.
En
2013 Gerardo Silvestre fue detenido y desde entonces se encuentra recluido en
el penal de Tlaxiaco, en la región Mixteca.
En
2016, la madre de una de las víctimas del presbítero escribió una carta
dirigida al papa Francisco, en la que le pedía “justicia” para los niños y
adolescentes contra quienes se cometieron esos abusos y para que hechos como
éste no se repitan.
En
el escrito, la mujer da cuenta del modus operandi con el que
supuestamente el sacerdote mencionado citaba a los menores y les ofrecía
bebidas embriagantes para después cometer los abusos.
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MADRES DE LA
BIBLIA. 20 RETRATOS PARA NUESTRO TIEMPO (III)
Margot Kässmann
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onviene que
también las figuras bíblicas las miremos de nuevo con ojos frescos, en lugar de
seguir siempre las sendas trilladas de la percepción.
En
el movimiento ecuménico he aprendido muchas cosas al respecto. Por ejemplo, a
veces me ha sorprendido cómo determinadas historias bíblicas eran comprendidas
de forma distinta por lectores situados en diferentes contextos. Es una
experiencia que quiero agradecerle. Por ejemplo, todos podemos aprender cómo el
movimiento de la Jornada Mundial de la Oración ha descubierto de un modo
maravilloso y completamente innovador muchos personajes femeninos de la Biblia.
Y finalmente, la teología hecha por mujeres también ha puesto de relieve el lado
femenino y maternal de Dios. Una idea nueva, que resulta provocadora para
muchas personas. Pero que, en cualquier caso, es una idea presente en la
Biblia, porque en ella Dios nunca queda fijado en nuestras imágenes, sino que
se inclina maternal y paternalmente hacia el ser humano.
En
este sentido, espero que, en el viaje de exploración que representa siempre la
lectura de un libro, estas páginas contribuyan a que sus lectores encuentren lo
nuevo en la Biblia y se despierten en ellos las ganas de recurrir directamente
a la Biblia y de releer personalmente sus textos. Dada la extensión limitada de
los capítulos de este libro, algo podría quedar insuficientemente explicado. No
deja de ser enormemente sorprendente que todavía hoy nos encontremos en la
Biblia con personajes tan conmovedores, podamos informarnos acerca de su vida,
ver cómo se desarrollan sus relaciones y cómo transcurre su existencia por
cauces aparentemente tan normales. Por todos estos motivos, la búsqueda de
madres de la Biblia me ha reportado también a mí un gran enriquecimiento.
Muchos textos que creía conocidos me han resultado sorprendentemente nuevos.
Cuando, tras estas figuras arquetípicas de mujer y de madre vislumbramos por
una vez a personas individuales, el asombro suscitado en nosotros por algunos
pasajes más claros e inequívocos se mezcla con un profundo sentimiento de
compasión por las madres de nuestra fe.
En
cualquier caso, personalmente he descubierto alguna mujer, alguna historia y,
sobre todo, una confianza en Dios cada vez mayor. Esta confianza en Dios por
encima de cualquier felicidad o sufrimiento de la vida es, sin lugar a dudas,
la cinta roja de la Biblia. Y en este Dios del que nos da testimonio la Biblia
podemos confiar mis propias hijas y yo misma, aun siendo plenamente consciente
de mis errores e insuficiencias como madre. Eso hicieron nuestras madres en la
fe, y en ellas confían hoy madres de todo el mundo.
En
otro sentido, las madres de la Biblia son también una exculpación para
nosotras, las madres de hoy: nadie es perfecto, cada uno está inmerso en su
propia —y a veces incriminatoria— situación. Tal vez una percepción que abarca
desde los tiempos bíblicos hasta nuestros días consiga apaciguar ciertos
debates actuales subidos de tono: cada madre es diferente, como son diferentes
las circunstancias en las que han tenido hijos; y, por norma general, los hijos
también son muy distintos de lo que se espera.
A
pesar de todo, ser madre y vivir la maternidad es una experiencia maravillosa:
ya sea como madre biológica, como madre adoptiva, o con vistas a un papel
social o espiritual que exija poner en juego sentimientos maternales.
Observación
final: las madres y las abuelas son quienes principalmente transmiten la fe,
inculcan el amor a Dios y enseñan a confiar en Cristo. Mi libro quiere ser un
gesto de gratitud hacia todas ellas.
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