sábado, 24 de junio de 2017

Letra 524, 25 de junio de 2017

EL LIBRO DE ORO DE LA VERDADERA VIDA CRISTIANA

Juan Calvino


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BETSABÉ, MADRE A LA FUERZA (II)
Margot Kässmann

El nombre de este hijo no aparece en la Biblia. Es algo llamativo para los relatos bíblicos, especialmente tratándose de un hijo. ¿Se deberá al escándalo de la procreación del niño en ese horrible ambiente de injusticia el que no se conozca el nombre del niño?
¿Cómo soportó Betsabé la estancia en la corte del rey, embarazada, recientemente enviudada, expuesta a los cuchicheos, casada de nuevo a toda prisa, incluso a pesar de estar embarazada? De eso, no se cuenta nada.
Tras mis conversaciones con las mujeres en Croacia, se me ocurre lo siguiente: Betsabé se sentía culpable de la violación que ella misma había sufrido y de la muerte de su marido. Por absurda que parezca esta idea desde el punto de vista de quien reflexiona racionalmente sobre las víctimas de abusos, en las mujeres violadas se siguen manifestando hoy en día sentimientos de este mismo estilo: “Yo tengo la culpa. Si mi marido se aparta de mí, también es un fracaso mío”.
Además, ¿cómo pudo ser que a David le pareciera atractiva Betsabé? ¿No se ocultó ella lo suficiente mientras se bañaba? ¿No tendrían que haberse protegido mejor las mujeres en la guerra? Duele oír tales autorreproches. Son absurdos. El responsable es el violador; las víctimas son la mujer y a veces también el niño que está por nacer.
Todos los días hay violaciones. En ellas se causan siempre profundas heridas en el alma de una mujer. Si a raíz de una violación se desarrolla un embarazo, se da una situación muy difícil de superar para la futura madre. El embarazo es la demostración fehaciente del abuso que ellas sufrieron, del acto que las hirió en lo más íntimo. De modo que este embarazo a menudo acarrea un profundo rechazo por la criatura que llevan dentro. Hoy sabemos todo lo que un niño va asimilando ya durante esos nueve meses de desarrollo en el seno de la madre, y lo tenemos claro: la espiral de la violencia se traslada a la próxima generación.
Si el niño llega a nacer, en la mayoría de los casos la madre se deshace de él sin pensarlo. Muchos de estos niños tienen más adelante enormes problemas para adquirir confianza en la vida.
El hijo de Betsabé muere. En la Biblia, la muerte del bebé se considera una respuesta de Dios ante la infamia cometida. Pero ¿cómo vivió eso Betsabé? Quien lee los escasos versículos que le dedica la Biblia tiene la sensación de hallarse ante una experiencia realmente traumática: violación, embarazo, muerte del esposo, nacimiento y muerte del hijo. Tras la muerte del niño, en la narración bíblica se produce un cambio.
Así reza la Biblia: “Luego David consoló a su mujer, Betsabé, fue y se acostó con ella. Betsabé dio a luz un hijo, y David le puso el nombre de Salomón. El Señor lo amó” (2 Samuel 12,24). “Luego David consoló a su mujer” es una afirmación alentadora. Aclara que David no sólo deseaba a Betsabé sexualmente, sino que la amaba de verdad. Y efectivamente, ella se convierte en madre de otro hijo. Este hijo llegaría a ser rey de Israel. Seguro que eso también enorgullecería a Betsabé.
¿Cómo asimiló el sufrimiento, el abuso, la muerte del primer marido y del primer hijo? La Biblia no dice nada al respecto. Solo interesa la línea de sucesión, no lo que sucede al margen, o quién queda dañado por el camino. De ahí que sea tanto más significativo el pequeño apunte sobre el consuelo: seguro que Betsabé lo vivió como un importante momento de apoyo por parte de David. Solo más tarde vuelve a mencionar la Biblia a Betsabé. Como madre del rey Salomón, sus injerencias en el ámbito de la política fueron sin duda significativas... […]
No sabemos por qué muere el hijo de Betsabé. Tampoco tenemos idea de cuántas mujeres abortan después de una violación. Según el relato bíblico, Dios aborrece la violación, y aún más el asesinato de Urías. David ve la muerte de su hijo como un castigo por su conducta. Sobre los sentimientos de Betsabé, ni palabra. Las narraciones patriarcales de la Biblia no llegan a tanto. Ya es importante que se conozca el nombre de Betsabé y que su destino pase a la historia. Está claro: antes y ahora las mujeres sufren la violencia. Tanto antes como ahora tienen que vivir el que se den embarazos no deseados. Tanto antes como ahora es este un problema sin resolver.
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PRESENTACIÓN
100 Personajes de la Reforma Protestante. México, CUPSA-CMIRP-Centro Basilea, 2017.

Concebido originalmente como un conjunto de semblanzas de reformadores (hombres y mujeres) para acompañar un concierto conmemorativo por los 500 años de la Reforma Protestante, el presente volumen aglutina a 100 personajes ligados, de una u otra forma, a dicho movimiento de cambio religioso y social. El esfuerzo de recopilación obedece a la necesidad de ampliar el campo de visión de quienes deseen adentrarse progresivamente en los interminables laberintos históricos de la Europa del siglo XVI, convulsionada por la transformación religiosa.
A los nombres más familiares los acompañan otros poco divulgados, pero que tuvieron importancia propia. Indudablemente, el recuerdo de los 500 años de la Reforma luterana debe contribuir al conocimiento de tantos hombres y mujeres que empeñaron sus vidas por la transformación del cristianismo de su tiempo.
Miles de nombres se entrelazaron profundamente con los impulsos reformadores en la Europa del siglo XVI e incluso antes de esa fecha. Su testimonio, que en ocasiones los llevó a la muerte, hizo de estos hombres y mujeres, protagonistas activos de un cambio que resquebrajó para siempre a la Cristiandad y abrió las puertas para nuevas formas de convivencia social y de fe. Recuperar su lugar en la historia, a veces escrita sólo con mayúsculas, permite asomarse a una época en que fue posible participar intensamente en la vorágine que significó reacomodar las ideas y las creencias en camino hacia la modernidad.
Los cambios sociales acontecidos durante ese siglo crucial fueron el preámbulo de la profunda transformación que continuaría durante los siglos siguientes. Los protagonistas de dichos cambios se encontraron en medio de una vorágine irrefrenable de sucesos que, distribuidos por las diferentes regiones europeas, modificaron el rostro político y cultural de ese continente, al grado de que, al estudiarlos en estos tiempos resultan sorprendentes las redes de relaciones tejidas entre ellos. Sus nombres y el recuento de sus acciones son hoy testimonio fehaciente de una participación comprometida y, en ocasiones, sumamente riesgosa, pues varios de ellos lo pagaron con su vida.
La recopilación está ordenada cronológicamente por fecha de nacimiento de los personajes en cuestión, a fin de advertir la manera en que muchos coincidieron y contribuyeron a delinear el nuevo rostro de la cristiandad europea. El énfasis doctrinal y teológico obliga a colocar en su justa dimensión a cada quien, y a considerar su aportación específica. En el siglo se puso a prueba la tolerancia y la posibilidad de ser creyentes de una manera nueva y crítica. Al verse ya como integrantes de nuevas iglesias, muchos de estos personajes impulsaron la transformación de su tiempo como nunca lo imaginaron en un principio, aunque siempre hubo espíritus más rebeldes y radicales. La combinación de posturas y temperamentos fue un verdadero laboratorio eclesiológico, cultural y sociopolítico que marcó la historia para siempre.




Actividades

OREMOS POR TODOS LOS PLANES Y ACTIVIDADES DE LA IGLESIA PARA EL MES DE JULIO

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CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes 27 de junio, 19 hrs.
Modera: D.I. Laura Cabrera B.

Llamamiento: Salmo 13
Oración de ofrecimiento
Himno: “Fija tus ojos en Cristo” (588)
Momentos de oración
Lectura bíblica: Jeremías 48.1-12
Tema: Mensaje contra Moab
Himno: “Sé tú mi visión” (357)
Ofertorio
Bendición pastoral

MENSAJE CONTRA MOAB
José María Ábrego de Lacy

L
a vista se dirige ahora a los vecinos orientales y se comienza por Moab. Es un enemigo tradicional de Israel, a quien los profetas dedican varios oráculos (Am 2,1- 3; Is 15-16; Ez 25,8-11; Miq6,5; Sof 2,8-9). Llama la atención la inesperada extensión del oráculo y el ingente número de ciudades nombradas. El orden de las ideas no admite lógica, debido a la complejidad literaria. A partir de Jr 48,29 gran parte del material se repite en Is 15-16. Toda división resulta artificial. Para una lectura puede ayudar la siguiente propuesta:
a) Jr 48,1-13: Moab es una región de elevadas llanuras y valles (Jr 48,8), que por su situación geográfica nunca ha conocido el dominio extranjero (Jr 48,11-12). Ahora va a ser destruida.
b) Jr 48,14-28: Varias unidades pequeñas de distinto origen componen esta sección. Por lo visto, su población todavía no ha conocido el destierro. Pero esta situación no se debe a la fuerza de sus soldados (Jr 48,14). Los pueblos vecinos serán testigos de su derrota (Jr 48,17).
c) Jr 48,29-39: Los primeros versos (Jr 48,29-33) aparecen repetidos casi al pie de la letra en Is 16,6-10; los siguientes (Jr 48,34- 39) también se encuentran sueltos en Is 15- 16. El conjunto explica el motivo de la derrota en la tradicional soberbia de Moab (véase Is 16,6-12; 25,10-11; Sof 2,8-11).
d) Jr 48,40-47: También estos versos son eco de otros conocidos (Is 24,17-18; Nm 21,28-29). El vuelo del águila sirve para representar la facilidad de movimientos del ejército enemigo por la altura de Moab.
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES

Julio: “Vayan por todo el mundo y anuncien las buenas nuevas” (Mr 16.15)


2 – Santa Cena / Reunión de Consistorio

Matrimonio y cristianismo: la futura unión eterna de la Iglesia con su Señor, Dr. Salatiel Palomino López

25 de junio de 2017

Apocalipsis 19.1-10

Después de esto, me pareció escuchar en el cielo las fuertes voces de muchísimas personas, que gritaban:
¡Que todos alaben al Señor!
Nuestro Dios es poderoso,
y nos ha salvado.
Por eso le pertenecen
el poder y la gloria,
porque Dios juzga con justicia
y de acuerdo con la verdad.
Castigó a la gran prostituta,[a]
que enseñó a todo el mundo
a adorar a dioses falsos.
Fue castigada por haber matado
a los servidores de Dios.
Después volvieron a decir:
¡Que todos alaben a Dios!
Pues el humo del fuego
que hace arder a la gran prostituta,
nunca dejará de subir.
Los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se inclinaron hasta tocar el suelo, diciendo: «¡Así sea! ¡Que todos alaben a Dios!» Y adoraron a Dios, que estaba sentado en el trono.
Entonces oí una voz que venía del trono, la cual decía:
¡Que todos alaben a nuestro Dios!
¡Que lo alabe todo el mundo,
los poderosos y los humildes,
los que lo sirven y lo honran!
Entonces me pareció oír las voces de mucha gente. Era como el sonido de cataratas y de fuertes truenos, y decían:
¡Que todos alaben a Dios,
el Señor todopoderoso,
porque él ha comenzado a reinar!
Alegrémonos,
llenémonos de gozo y alabémoslo,
porque ha llegado el día
de la boda del Cordero.
Ya está lista su esposa, la cual es la iglesia;
Dios la ha vestido de lino fino,
limpio y brillante.
Ese lino fino representa el bien que hace el pueblo de Dios.
El ángel me dijo: "Escribe esto: Benditos sean todos los que han sido invitados a la cena de bodas del Cordero".
Y luego añadió: "Esto lo dice Dios, y él no miente".
10 Entonces me arrodillé a los pies del ángel, para adorarlo, pero él me dijo: «¡No lo hagas! Adora a Dios, pues yo también le sirvo, igual que tú y que todos los que siguen confiando en el mensaje que les dio Jesús.»
Porque el mensaje que Jesús enseñó es lo que anima a la gente a seguir anunciándolo.

domingo, 18 de junio de 2017

Letra 523, 18 de junio de 2017

UN SONETO DE MANUEL CARPIO SOBRE LUTERO
Protestante Digital, 17 de junio de 2017


En la sección “Poesías históricas” de la recopilación de obras líricas de Manuel Carpio (1791-1860) colocada en línea por la Colección Digital de la Universidad Autónoma de Nuevo León (norte de México) aparece un curioso soneto dedicado al reformador alemán Martín Lutero. Se trata de la segunda edición de Poesías del doctor don Manuel Carpio, “con su biografía escrita por el Sr. Dr. D. José Bernardo Couto”, volumen publicado en la Ciudad de México por la Imprenta de Andrade y Escalante, en 1860. […]
La Universidad Nacional le otorgó el grado de Doctor en 1854. Su interés por otras disciplinas lo llevó a estudiar algunos temas históricos y bíblicos; colaboró en la traducción de Vencé y se encargó de la traducción del Deuteronomio y el libro de Josué, además del profeta Jeremías. Tuvo también una amplia carrera política entre 1824 y 1858, en medio de los conflictos que aquejaron al joven país, como parte del partido conservador y diputado de su tierra natal. En 1853 fue miembro del jurado que seleccionó el Himno Nacional Mexicano. […]
Su fe religiosa le hacía ver la historia de México en una compleja (dis)continuidad con la historia sagrada, que le interesaba tanto para comprender lo que pasaba en el mundo. […] A partir de lo dicho anteriormente, es posible percibir, en primera instancia, una visión histórica dominada por la fe católica, pero que no deja de percibir que en los países del centro y del norte de Europa, Alemania y los países nórdicos, se había efectuado un cambio, ciertamente violento, pero, también irreversible, gracias a Lutero, cuyo fantasma tantas veces amenazó a Nueva España desde tan lejos.  En la primera estrofa se destaca la forma en que el país germánico fue el epicentro de una cruenta revolución que despertó los instintos populares más bajos y que puso a los sacerdotes en otra condición, la de perseguidos y señalados como personajes decadentes. La segunda estrofa alude a lo acontecido en Inglaterra, sin olvidar a las doncellas que fueron encerradas en calabozos bajo acusación de herejía, con la violencia llenando todos los lugares lo que impedía alcanzar la paz. Ya en el primer terceto el poema se dirige a Suecia, donde hubo también un enorme “alboroto” religioso. En el segundo terceto Gustavo Vasa aparece triunfante y la Cristiandad se rompe para siempre en la figura de la túnica de Jesucristo. La exclamación final no puede celebrar el triunfo del reformador sino su amarga victoria signada por todo lo sucedido en la infortunada Europa. (LC-O)
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REINAS PROTESTANTES EN TERRITORIO DE ESPAÑA
Juan Manuel Quero
Actualidad Evangélica, 2 de diciembre de 2016


Las “placas tectónicas de la geografía política” estaban en pleno movimiento en tiempos de la Reforma Protestante. El feudalismo consolidaría reinos, y estos avanzarían y retrocedían con sus castillos, con sus iglesias y con sus vulnerables y explotadas sociedades.
Estos movimientos estaban sacudiendo las sociedades europeas del Renacimiento; pero en España se daba con una característica muy peculiar. A pesar de que los Reyes Católicos fuesen símbolo de unidad, por vincular los reinos de Castilla y de Aragón, con el matrimonio de Isabel y Fernando, esta unidad todavía sería un símbolo, más que una realidad. La unidad todavía no estaría bien definida, y aún pasados los años, e incluso, llegando a nuestro tiempo, la idiosincrasia de España todavía tendrá esta característica de “diferentes reinos”. El esfuerzo hegemónico de estos reinos conllevaba la unidad católica, en el que la mujer, recordemos, tenía un trato bastante discriminatorio.
Pero, la paradoja se da incluso en estos reyes, que tendrían el apelativo de “Católicos”. La unidad se veía atacada, pues cuando todo el mundo parecía ser católico, ahora, habría que distinguir, de ahí el apelativo. La paradoja también estaría integrada en esta dinastía Trastámara, incluso en la forma en la que solía nombrarse a los reyes, ya que Isabel solía ser nombrada antes que Fernando, dejando incluso entrever el papel preponderante de ésta con respecto al rey.
Dominico Fancelli, escultor del sepulcro que se puede ver en la Capilla Real de los Reyes Católicos, en Granada, nos hizo un significativo «guiño escultórico» sobre esto. Se puede ver que la cabeza de Isabel está notablemente más hendida en su almohada fúnebre, que la de Fernando, queriendo denotar «el mayor peso» de la inteligencia de la reina católica, toda una mujer «de armas tomar».
Unos 25 años antes del inicio de la Reforma Protestante, es decir, en 1492, fue reconquistado el último reducto de Al-Ándalus en Granada, siendo evidente que los moros también dejaron su impronta social, con atavismos muy fuertes en cuanto a la mujer se refiere. Recordamos las palabras de la madre de Boabdil el Chico, último rey de la dinastía nazarí, cuando tuvo que entregar las llaves de Granada: “Llora como mujer, lo que no supiste defender como hombre». En esta frase se destacaría de forma indirecta, el papel de la mujer en este tiempo. Todo esto ocurría el mismo año que se descubría América, y que incluso se ordenaba la expulsión de los judíos de España. En este contexto, España vivía extravagancias muy curiosas. Al mismo tiempo, se permeaba la sociedad de machismo, lo que significaba que la mujer habría de estar en una constante tensión, para poder destacar en su faceta intelectual, o simplemente en su empeño de tener los mismos derechos que el hombre.
En este tiempo también había en España una reina que era protestante, se trataba de Juana III Reina de Navarra, conocida también como Juana de Albret. Era hija de los reyes protestantes Enrique II rey de Navarra y Margarita de Angulema o de Navarra, los cuales también habían abrazado el protestantismo. Margarita fue una protectora de muchos protestantes de la Reforma, entre ellos del mismo Juan Calvino, quien dedicaría a ella su trabajo de la Institución. Navarra fue incorporada en 1512 al conjunto de los reinos que iban conformando la España actual. La reina Margarita que destacaba por ser una mujer muy avanzada en su época, sabía griego y latín, y además era escritora. Buscaría una buena educación, para su hija Juana. Esta educación conllevaba también la orientación en los principios de la fe evangélica. Juana III sería fruto de todo este cuidado y de sus propias y firmes decisiones. Fue una mujer que era protestante, que era reina, y que además era de un reino de España. Habría que tener en mente, que el plenipotenciario Felipe II de España, le pediría matrimonio, pero esta lo rechazó, con todo lo que esto le podría suponer.
Se data la conversión de Juana al calvinismo en 1560, y en 1572 la fe protestante se reconocería como oficial en el Reino de la Baja Navarra (transpirenaica), después de diversas situaciones adversas. Su reinado en tiempo de complicadas batallas en Francia, le hizo también participar, encabezando tropas protestantes (hugonotes) en Bearne, ya que, como vizcondesa tenía competencias de regencia. Esta mujer marcó la historia tanto de España como de Francia, dejando un legado de coherencia respecto a su fe protestante. Educó a sus hijos Enrique y Catalina en los principios protestantes que ella creía, Recibió en su residencia al protestante Antonio del Corro, quién daría clases de castellano a su hijo Enrique. Sin embargo, los componentes de esta familia no fueron tan fieles como ella.
Su marido Antonio de Borbón también era protestante (en la genealogía borbónica de los actuales reyes de España también hubo protestantes), aunque fue bastante inestable según intereses políticos y personales. A pesar de ello, y de la oposición que este infligió a su esposa Juana, la reina protestante se mantuvo impertérrita en su decisión de ser cristiana como enseña el evangelio. Uno de sus hijos, Enrique III de Navarra y IV de Francia, también era protestante, pero siguió de alguna forma los pasos de su padre Antonio. Fue a este rey, Enrique, al que se le atribuyeron las palabras de “París bien vale una misa”, volviéndose al catolicismo, para poder reinar como Enrique IV en Francia, ya que de otra manera no se lo permitirían.
A pesar de la inestabilidad de estos reyes borbones, Juana fue coherente, y aun arriesgando su vida por mantener su fe, luchó y dejó un interesante legado. Aunque éste fue amplio, cabe mencionar que hizo que se publicara un catecismo de Calvino; fundó una academia protestante, y procuró que hubiese una educación para todos; y también facilitó, lo que fue la primera traducción de un Nuevo Testamento al euskera, que realizaría Joanes Leizarraga, pastor de una iglesia reformada en Navarra. Juana III recibiría humanistas, y reformadores, teniendo contacto como sus padres, con Calvino mismo.
Su hija Catalina seguiría el ejemplo de su madre, a pesar de las presiones de propio hermano Enrique III de Navarra o IV de Francia, que incluso le amenazó de quitarle su protección si ella no abjuraba de la fe protestante, a lo que ella respondería con convicción y entereza: “Si me desamparáis, Dios nunca lo hará: esa es mi confianza. Prefiero ser la más miserable en la tierra, que dejarle por los hombres”.
Mientras en Sevilla la Inquisición intentaba quemar y borrar cualquier vestigio de la Reforma, por el Norte se abría una puerta, que sería pasillo para proyectar el evangelio a Francia y a España. Desde aquí, no solamente se daría cobijo a la Reforma Protestante, sino que sería lugar estratégico para catapultarla. Shakespeare, ante todo lo que se fraguaba en Navarra, diría que esta sería el “asombro del mundo”, palabras que diferentes historiadores unen a los modernos proyectos de la corte protestante de Navarra.
Fueron tres mujeres regentes, tres generaciones, tres heroínas de la fe protestante en Navarra, Margarita, Juana y Catalina; abuela, madre e hija. La fe no tiene ni signo femenino, ni masculino, la fe se desarrolla de la misma forma, cuando ésta se deposita en el Dios de la Biblia. Él es el único que tiene poder para trascender los designios y políticas humanas, y acercar su reino, que es eterno, y que no admite la manipulación de aquellos que quieren erigirse en sus protagonistas.
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BETSABÉ, MADRE A LA FUERZA (I)
Margot Kässmann

Jamás olvidaré las caras y el aspecto de las mujeres que fueron violadas sistemáticamente en la guerra de Yugoslavia, y las conversaciones que mantuve con ellas. En 1992, en representación del Consejo Mundial de Iglesias, fui a visitarlas a los campamentos en los que vivían en Croacia acompañada por una delegación de mujeres. Muchas habían sido violadas ante los ojos de sus maridos. De estos, algunos fueron asesinados a continuación; otras mujeres vieron cómo sus esposos las abandonaban. Algunas de las mujeres violadas quedaron embarazadas.
La mayoría de ellas no querían traer a su hijo al mundo, pero no había posibilidad de llevar a cabo un aborto en una clínica. Varias intentaron terminar con el embarazo usando agujas para hacer punto. La apatía y la vergüenza, la rabia y el comportamiento autodestructivo, son todas ellas formas de reaccionar de estas mujeres, en su intento de continuar viviendo con el horror de su experiencia, que pudo comprobar nuestra delegación. El odio hacia sus violadores se convirtió para muchas en un odio hacia ellas mismas y hacia el hijo que crecía en su seno. Se dibujaba una espiral del trauma sufrido, que naturalmente ya tenía repercusiones para quienes todavía no habían nacido.
El hecho de que la Biblia conozca también este tipo de situaciones es una prueba de su realismo. Situaciones humanas, incluso demasiado humanas. De David, rey de Israel, se cuenta en el Segundo libro de Samuel cómo vio a Betsabé mientras esta se bañaba. Le gustó, porque era “una mujer muy bella” (11,2). Él, como gran soberano, puede decidir sobre las mujeres. Y, en efecto, hace que le presenten a Betsabé. Un texto lo afirma concisamente: “David mandó a unos para que se la trajesen; llegó la mujer, y David se acostó con ella...”. ¿Qué se supone que podía hacer Betsabé? ¿Opuso resistencia? ¿Cómo, contra el rey? Simplemente, la trajeron...

Betsabé queda encinta. Sin embargo, está casada con Urías, un soldado del ejército de David. Al principio, el rey intenta librarse de toda responsabilidad con regalos; más tarde, intenta atribuir el hijo a Urías. Ambos intentos fracasan. Finalmente, David se vale de una artimaña asesina: ordena que, en la primera batalla, Urías sea colocado indefenso en la vanguardia del ataque y, naturalmente, muere. El rival ha muerto. Betsabé entona una lamentación y hace duelo. ¿Había amado a su esposo? ¿Estaba desesperada? ¿Qué sería de ella? La Biblia no lo cuenta. Nos informa sin adornos: pasado el duelo, David manda a buscar a Betsabé, la toma por esposa y ella da a luz un hijo.

Actividades

OREMOS POR TODOS LOS PLANES Y ACTIVIDADES DE LA IGLESIA

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CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes 20 de junio, 19 hrs.
Modera: Mauricio Magallanes

Llamamiento: Salmo 12
Oración de ofrecimiento
Himno: “Hay momentos” (394)
Momentos de oración
Lectura bíblica: Jeremías 47
Tema: Advertencia a los filisteos
Himno: “Cristo, nombre glorioso” (242)
Ofertorio
Bendición pastoral


MENSAJE SOBRE LOS FILISTEOS
José María Ábrego de Lacy

E
l título especifica una fecha poco concreta. Sabemos que Nabucodonosor conquistó Ascalón el año 604 a. C. Podemos suponer un ataque egipcio para recuperarla. Los caldeos respondieron atacando a Egipto el 601 a. C, pero fueron rechazados. (Esta derrota alentó la rebelión de Joaquín).
Este oráculo, por tanto, pudo ser pronunciado entre el 604 y el 601 a. C. Los filisteos son enemigos de Judá desde el tiempo de los "jueces" y sólo fueron dominados por David. Ocupaban la zona costera occidental y en el momento de pronunciarse este oráculo estaban reducidos a la mínima expresión. Las imágenes recuerdan las utilizadas en el oráculo contra Egipto: la inundación que pretende restablecer el caos primigenio, la descripción viva y brillante de la batalla, la victoria caldea como "el día" preparado por el Señor. Para que el enemigo del Norte alcance territorio filisteo debe pasar antes por las ciudades aliadas fenicias de Sidón y Tiro (Jr 47.4). La lectura que hacemos de Jr 47.5, siguiendo al texto griego, relaciona Gaza y Ascalón con los enaquitas (Nm 13.22-23; Dt 1.28); según Jos 11.22 quedaron allí algunos de estos gigantes (véase 1 Sm 17.4; 2 Sam 21.16-22). Tres preguntas retóricas cierran el oráculo (Jr 47.5b-7). Las dos últimas tienen como tema la "espada del Señor" (véase Jr 12.12).
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES

25 – Capacitación de oficiales

Julio: “Vayan por todo el mundo y anuncien las buenas nuevas” (Mr 16.15)

El amor conyugal en el A.T.: hábitos y cuestionamientos, L. Cervantes-O.


de junio, 2017

Elcaná le preguntó a Ana: “¿Por qué lloras? ¿Por qué no comes? ¿Por qué te afliges? Para ti, es mejor tenerme a mí que tener muchos hijos”.
I Samuel 1.8, Traducción en Lenguaje Actual

Ana y Elcaná: un matrimonio en conflicto
Muchos relatos del A.T. son presentados con una gran familiaridad debido a que los lectores estaban acostumbrados a los hábitos dominantes incluso en un ambiente de fuerte religiosidad. De ahí que al momento de explorar el entramado de sus relaciones la unidad textual con que son presentados pareciera que se resiste a profundizar en algunos aspectos que no necesariamente saltan a la vista. Es el caso de la convivencia conflictiva de la práctica de la monogamia con la poligamia. La poligamia era tolerada en Israel (Dt 21:15-17). Los patriarcas de la línea de Set son monógamos (Gen 7:7), al revés de los de la línea de Caín (Gen 4:19). En Israel, las restricciones antiguas sobre este punto desaparecen en tiempos de los jueces y de la monarquía. Esa convivencia planteaba el problema de una obediencia estricta de la ley o de una laxitud en su aplicación a la vida cotidiana. No se trata de escandalizarse por este tipo de prácticas sino de situarlas lado a lado con la búsqueda de la obediencia a Dios en medio de determinadas circunstancias. Igual que hoy mucha gente se rasga las vestiduras al observar conductas consideradas como “indeseables”, en la antigüedad surgieron rupturas en el comportamiento social que tardaron mucho tiempo en establecerse y otro tanto para modificarse.

Las historias de parejas y matrimonios no esconden las dificultades de su entorno, aunque destacan claramente el lugar central de la fe para afrontarlas. Desde los tiempos de Abraham, Isaac y Jacob, cuyas historias matrimoniales y familiares se volvieron paradigmas de la manera en que Dios desplegó su plan a través de sus vidas, los detalles que las conforman constituyen una veta interminable para el análisis y la reflexión. De ese modo, indagar en las experiencias de algunos personajes puede ayudar a comprender el desarrollo de los hábitos establecidos, así como de las muy necesarias rupturas que presentan los textos, con todo y que sus propósitos son bastante claros a lo largo de la historia: legitimar algunas de ellas y deslegitimar otras. Este debate interno o implícito aparece, una y otra vez, al momento de revisitar las narraciones según la época que reflejen.

Apenas comenzando el primer libro de Samuel, en la reconstrucción de los orígenes de este juez y profeta, el contexto histórico delata muy bien a los protagonistas del relato: Elcaná era “un hombre religioso con consideraciones” rituales hacia Ana (1.4b) porque “Yahvé había cerrado su útero” (1.4c). No sabemos el contexto de sus dos matrimonios: a diferencia de otros casos, Ana y él parecían “atrapados” por las circunstancias. Cuánto dolor debe haberse albergado en el corazón de Ana por las burlas de Peniná (1.5), al grado de que su esposo advirtió esa tristeza mediante tres preguntas muy puntuales. “¿Por qué lloras? ¿Por qué no comes? ¿Por qué te afliges?” (1.8a). Margot Kässmann ha reflexionado sobre esta historia desde su mirada de mujer:

Lamentablemente, Peniná aprovecha la situación para ofender y humillar a Ana. Quizá lo que subyace tras su comportamiento es que se da cuenta de que Elcaná quiere mucho a Ana. Aunque ella, con sus hijos, salía ganando. Es fácil imaginarse las tensiones que habría en la familia. Probablemente los tres sufrían: el marido, debatiéndose entre el amor a una mujer y el respeto hacia la otra, que le da hijos. Ana, la mujer amada, viendo que no puede ofrecer a su marido el hijo que ambos desean, por lo que se siente mortificada e inútil, vive desconsolada, aunque tiene conciencia de que su marido la ama. Y Peniná, la segunda mujer, herida en su orgullo por sus hijos, porque sabe que no es amada. Ser siempre sólo la segunda, la útil... Esta situación se alarga durante años. Una tortura para todos los implicados, sin duda.[1]

¿Cuántos triángulos amorosos” precedieron al de Ana en las Escrituras como para que al leer este nuevo caso estemos ya prevenidos?: Abraham y Jacob, para empezar, y los que vendrían después, especialmente el de David, Betsabé y Urías.

Colocar el matrimonio en la perspectiva divina
Lamentablemente, la preocupación de Elcaná hacia Ana se vio acompañada de unas palabras que son muy difíciles de evaluar hoy en día (1.8b): él se consideraba mejor que todos los hijos que pudiera tener. Si a algunos lectores pueden molestarlos, no faltará quien las traje de justificarlas, pues nada podía sustituir la humillación doméstica, familiar y comunitaria de que era objeto continuamente por la aparente esterilidad (1.6). Ana era una esposa relegada y ofendida por su “rival”, ante lo cual su esposo tomó algunas medidas, aunque evidentemente no resultaban suficientes hasta en tanto no interviniera el propio Yahvé. La lectura positiva de tales palabras puede consistir en afirmar que Elcaná amaba a Ana con hijos o sin ellos.

La esterilidad era considerada como una prueba (Gn 16:2; 30:2) o como castigo de Dios (Gen 20:18). “Según una antigua concepción bíblica (Gen 20:18; 30:22; Rut 4:13), Dios abre o cierra el seno de una mujer casada”,[2] por lo que, si Él había decidido su fertilidad, podría revertirla según sus designios en el momento adecuado. “Hay que recordar que el prestigio de una mujer estaba dado por su capacidad de ser madre y si, además, esta capacidad o incapacidad se atribuía a decisiones divinas, algo de ‘culpabilidad’ se sospechaba en la mujer estéril” (Biblia Isha, p. 319). Al estigma de la infertilidad como tal, había que agregar otra carga, la de un posible pecado oculto que impidiera su maternidad.

Si hacemos el esfuerzo de advertir que en esta historia el matrimonio pasó a un segundo plano, aunque debemos percibir cómo la reivindicación de Dios para Ana, además de otorgarle un lugar en la sociedad y de conseguir que superase las humillaciones, le permitió recuperar su propia estabilidad y la colocó en condiciones de hacer un trato directo con Dios para ofrecerle a su hijo, que es lo que interesa más al relato en su segunda parte (1.12-28). En ella, incluso Elcaná respetó la decisión de Ana y se lo dice abiertamente, aunque ya nada sabemos después de cómo evolucionó la relación entre ellos. Luego de pedir una dádiva y un milagro divinos, pues su tristeza le hizo orar a Dios profundamente (1.16b), y de escuchar las palabras amables de Elí que la ayudaron a levantarse de su condición(1.17-18), Ana se convirtió en dadora al entregar voluntariamente a su hijo para el servicio divino. Al “acordarse Dios de ella” (1.19b-20a), literalmente volvió a la vida y fue rescatada de su depresión, de su anorexia, de su enorme tristeza. Ana fue empoderada emocional y vitalmente por Dios mismo en medio de un matrimonio difícil, tal como puede hacerlo hoy con muchos de nosotros.

Así resume esta historia la teóloga colombiana Carmiña Navia Velasco:

Ana desde una situación de marginalidad y exclusión, levanta valientemente su mirada hasta Dios, forzándolo, motivándolo a que le conceda un hijo. A pesar de que ella no tiene nada que ofrecer, nada que dar a Dios, se atreve a proponerle un pacto. En los pactos antiguos, el fuerte es el que ofrece y protege, el débil sólo puede retribuir fidelidad y adhesión. Ana, sin tener nada le dice a Dios: si tú me das un hijo, yo te lo doy a Ti, te lo devuelvo. De alguna manera le plantea: esto te conviene más a Ti que a mí, porque vas a disfrutar de tu don... Además de ello, sigue mostrando osadía: la vida de los hijos en el régimen patriarcal es propiedad y libre albedrío del padre; la madre no tiene poder de decisión sobre ella. Ana se salta esta ley y libremente dispone de la vida de su hijo, un hijo que aún no tiene, pero que es su única posibilidad de lograr que Yahvé actúe en su favor.[3]


[1] M. Kässmann, “Ana, madres desnaturalizada”, en Madres de la Biblia. 20 retratos para nuestro tiempo. Maliaño, Sal Terrae, 2012 (El pozo de Siquem, 294), p. 26.
[2] “Samuel”, en www.mercaba.org/Biblia/Comentada/samuel_1_y_2.htm.
[3] Carmiña Navia Velasco, “El Dios que nos revelan las mujeres”, en Servicios Koinonía, Relat 187, http://servicioskoinonia.org/relat/187.htm.

Apocalipsis 1.9, L. Cervantes-O.

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