sábado, 26 de agosto de 2017

Letra 533, 27 de agosto de 2017

THOMAS CRANMER (1489-1556)
100 Personajes de la Reforma Protestante. México, CUPSA, 2017.

Arzobispo de Canterbury, nacido en Aslacton y muerto en Oxford. Estudió en Cambridge donde obtuvo en 1515 el Magister artium e integró el Jesus College. Antes de 1520 fue ordenado sacerdote. Por aprobar el divorcio de Enrique VIII se ganó en 1529 el favor del rey, quien lo nombró arzobispo en 1532. Apoyó activamente los demás divorcios del rey y, junto con Thomas Cromwell, introdujo reformas en la vida religiosa. A medida que avanzó el reinado de Enrique VIII simpatizó más con el protestantismo, además de que participó en los cambios realizados por Eduardo VI. Su mayor legado es el Libro de Oración Común, que refleja un profundo conocimiento de la tradición litúrgica. Bajo María I fue condenado por traición y herejía, y murió en la hoguera.
De su obra Prefacio a la Biblia es el siguiente pasaje:

Si algo es necesario saber, lo aprenderemos de la Sagrada Escritura. Si se ha de rechazar la falsedad, es de ella que obtendremos los modos para hacerlo. Si algo ha de corregirse y enmendarse, si hay necesidad de exhortación o de consolación, en las Escrituras aprenderemos lo necesario. En ellas se encuentran los pastos verdes del alma; en ella no hay carne venenosa ni nada insalubre; ella es el alimento puro y delicioso. El ignorante encontrará en ella lo que ha de aprender. El pecador perverso encontrará allí su condenación, que le hará temblar de temor. Quien se esfuerce por servir a Dios encontrará allí su gloria y las promesas de vida eterna, que le exhortan a continuar más diligentemente en su labor.

Bibliografía
D. Loades, The Oxford martyrs. Londres, 1970; D. MacCulloch, Thomas Cranmer. New Haven, Universidad de Yale, 1996; Susan Hardman Moore, “Thomas Cranmer”, en Walter Kasper et al., eds., Diccionario enciclopédico de la época de la Reforma. Barcelona, Herder, 2005, pp. 147-148; “Thomas Cranmer”, en www.iglesiapueblonuevo.es/index.php?codigo=bio_cranmer.
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LA VERDADERA PENITENCIA (III)
Paolo Ricca y Giorgio Tourn
Las 95 tesis de Lutero y la cristiandad de nuestro tiempo.
Nueva edición revisada. Turín, Claudiana, 2016, pp. 15-24.

Esta “operación de arrepentimiento”, si se le quiere llamar así, aunque es una señal muy positiva, no está libre de malentendidos y riesgo. El mayor error es creer y hacer creer que es posible perdonar pecados cometidos en el pasado por personas que no sean las que hoy preguntan a las personas que, por esos pecados, fueron las víctimas. Ahora bien, este perdón —se dice abiertamente, aunque las intenciones de quienes lo piden son grandes— es imposible. Tomemos un ejemplo, entre muchos. En agosto de 1997, en París, el Papa Juan Pablo II pidió perdón a los protestantes por la matanza de San Bartolomé en 1572 que diezmó al protestantismo francés y para el cual el Papa entonces se regocijó e hizo cantar un solemne Te Deum de acción de gracias. Ahora el Papa pide perdón. Pero él no es responsable de los crímenes de su predecesor. Ni nosotros, los protestantes hoy, podemos perdonarle los pecados, ni podemos perdonar en lugar de las víctimas. No hay perdón para el enjuiciamiento. Tampoco se puede pedir perdón en lugar de otro que no sólo no quería pedirlo, sino que más bien festejó el crimen.
El profeta Ezequiel había establecido el principio de que el niño no se hace responsable del pecado de su padre y no se lleva a cabo para tener en cuenta, y viceversa. Sólo somos responsables de nuestros pecados (¡hay suficiente!), no de aquellos que nos han precedido o de aquellos que vendrán después de nosotros. Es evidente que hay una solidaridad entre las generaciones y dentro de las instituciones y grupos sociales a los que pertenecemos, pero la responsabilidad de los pecados no puede ser transferida o heredada. Los pecados de ayer sólo podían ser perdonados ayer. Si no lo han hecho, es demasiado tarde hoy. Puedo perdonar los males que sufrí, no los que sufrieron mis antepasados; tampoco puedo arrepentirme de los pecados que no se han restaurado; tampoco puedo pedir perdón por los pecados que ellos —no yo— han cometido. Sólo la víctima, aquí en la tierra, puede perdonar a su verdugo, no a sus parientes, y aún menos a su descendencia. Por lo tanto, el malentendido es claro: el perdón que se pide y, posiblemente, el ofrecimiento no es realmente el perdón de la ofensa por la que se le pide, perdón que no está en nuestras manos porque no somos en ese delito ni culpable ni víctima. Una vez aclarado el posible malentendido, solicitar (y proporcionar) un perdón imposible también puede tener un valor simbólico como el propósito y paz propuesto. Como tal, el gesto debe ser bien recibido y apreciado. Pero debe ser claro que el perdón es otra cosa, no es simbólico sino real.
Luego están los riesgos. Los principales son dos. El primero es una especie de inflación posible de solicitudes de perdón que, multiplicándose, perderán tanto como ganarán en frecuencia. De hecho, será difícil, por no decir imposible, profundizar en temas individuales, los cuales deberían ser borrados si queremos que el perdón sea lo que es, es decir, el comienzo de una nueva historia. Por ejemplo, es indispensable destacar las razones teológicas (si las hay) de ciertas suposiciones y comportamientos. La Inquisición, por así decirlo, fue creada sobre la base de una cierta comprensión de la verdad cristiana y su relación con la institución eclesiástica romana. ¿Qué es, hoy en día, de ese entendimiento? ¿Ha cambiado? ¿Es más o menos lo mismo? ¿Cuál es el punto - nos arrepentimos y pedimos perdón por ciertos crímenes de la Inquisición, a menos que se aclare el punto decisivo, que es el de nuestra relación con la verdad, el entendimiento y la formulación, y la relación entre la verdad y el poder de un lado, entre la verdad y el amor por el otro?
El segundo riesgo es que las iglesias, confesando los pecados del pasado, olvidaron sus pecados del presente o, peor aún, los subestimaron. Ciertamente es más fácil confesar los pecados de otros, incluso si se cometen en su propio hogar. Es más difícil confesar lo suyo y, en primer lugar, identificarlos. Sería muy extraño que los mayores pecados que las iglesias sintieran que tuvieran que confesar al final de dos mil años de historia fueran solamente los del pasado. La pregunta inexpresiva que surge espontáneamente es ésta: ¿pero las iglesias de hoy no pecan? Los niños confiesan los pecados de los padres, disociándose. Muy bien, ¿pero no tienen nada que confesar? La ansiedad de presentar al mundo en el umbral del tercer milenio como una iglesia purificada, sin mancha ni arruga, reconocer y lamentar los pecados de ayer puede crear involuntariamente en la comunidad cristiana hoy la presunción de inocencia tan arraigada como ilusoria. El arrepentimiento practicado esencialmente en la dirección del pasado puede paralizar su ejercicio en el presente. Así que llegaría al absurdo de las iglesias de hoy que confiesan los pecados de ayer (lo que otros hicieron realmente), y no confiesan los pecados de hoy que realmente están cometiendo. Si ese fuera el caso, uno podría preguntarse si las iglesias confiesan sus pecados realmente frente a Dios, o mejor dicho, y más cómodamente, frente a la corte de la historia.
En conclusión, a la luz de lo que antecede, la actualidad del discurso de Lutero sobre la penitencia también puede ser ésta: llamarnos a todos a la seriedad de la confesión de los pecados, no de los otros, de hoy, no de ayer, como momento constitutivo de una “verdadera penitencia”.
Versión: LC-O
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RAQUEL: MADRE MUERTA EN SU JUVENTUD (II)
Margot Kässmann

Raquel muere en el parto de su segundo hijo. Sabe que tiene que morir. “Estando a la muerte, para expirar” llama a su hijo Benoní, “hijo de mi dolor”. ¡Qué terrible tuvo que ser para ella! Había esperado tanto a ese hijo, lo deseaba tanto... Y en su última hora lo sabe: no verá crecer a ese niño. No podrá darle el pecho ni una sola vez, no podrá darle nada más en toda su vida.
Para las madres es horroroso dejar atrás a sus hijos. Quieren proteger a la criatura, ampararla, introducirla en la vida cuidadosamente. Si una madre queda huérfana con la muerte prematura de un hijo, aquí el que queda huérfano es el hijo. Puede ser que otros cuiden de él, y hay esperanza de que el padre ayude al niño. Tal vez, en ese momento, Raquel se encomienda a su hermana Lía, con quien durante tantos años ha convivido como una rival, objeto de sus celos. Sin embargo, el dolor de dejar solos a los hijos, tanto al bebé recién nacido como al hijo mayor, José, era y es un dolor tremendo. No hay manera de aplacarlo. Sabemos que los dos hijos echarán de menos a su madre de por vida, siempre los acompañará esa tristeza.
El hecho de que antes de morir dé un nombre a su hijo es una muestra de que Raquel era una mujer cautelosa. Quiere hacer lo que pueda por él, quizá incluso dejar una huella en su vida mediante ese nombre. También hoy es importante que las madres no olviden que pueden morir; nadie es inmortal, la muerte puede cruzarse en cualquier momento en nuestro camino. Por eso es bueno no reprimir la propia muerte, sino arreglar las cosas que habría que arreglar si esta llegara. ¿Quién tendría la custodia? ¿Cómo quedarían mis hijos asegurados económicamente? ¿Les he dicho cuánto los quiero? Es una buena idea esconder algo y confiarle a otra persona dónde se encuentra, algo que dar a los hijos si ocurre un accidente; que sirva de despedida, agradecimiento o recuerdo. Y también es importante preparar cuestiones sobre las que unos niños no deberían decidir, como la donación de órganos o las medidas para mantener a alguien con vida en estado vegetativo. No, a nadie le gusta hablar de la muerte. Menos todavía a una madre con sus hijos. Pero hay cuestiones que puede anticipar, por si se diera el caso -que nadie quiere que se dé- de que la madre muriera prematuramente, antes de que sus hijos sean adultos.
En la película Quédate a mi lado ocurre algo parecido. Se trata de un producto de Hollywood que a menudo se ha criticado. Sin embargo, narra de un modo conmovedor cómo Jackie, madre de Anna y Ben, intenta dejarlo todo controlado, a pesar del dolor que siente, porque su marido la ha abandonado por una mujer más joven, Isabel. Pero cuando Jackie se da cuenta de que va a morir, porque padece una enfermedad incurable, procura que sus hijos encuentren en Isabel una madre sustituta, o al menos una persona de referencia en quien puedan confiar además de en su padre. […]
Jacob siente la pérdida de Raquel, la mujer a la que tanto amó. De entre sus muchos hijos, a los dos que tuvo con Raquel les mostró siempre un amor especial. Entierra a Raquel en un sepulcro que nunca se olvidará. Y le cambia el nombre a su hijo, cuyo cumpleaños coincide con el día de la muerte de su madre: no se llamará Benoní, sino Benjamín, “hijo de mi derecha”, es decir, hijo de buen augurio o buena suerte. Desde luego, Benjamín no fue la suerte de Raquel, pero el nombre es muy adecuado: ¿cómo iba a vivir un niño recordando a diario que había sido el causante de la muerte de su madre? Benjamín hallará su camino, amparado por el cariño de su padre y de sus hermanos mayores. Sin embargo, sentirá la ausencia de su madre durante toda la vida.

Actividades

OREMOS POR TODAS LAS ACTIVIDADES Y PLANES DEL PRÓXIMO SEPTIEMBRE

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CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes 29 de agosto, 19 hrs.
Modera: D.I. electo Mauricio Magallanes

Llamamiento                                              Salmo 122
Oración de ofrecimiento
Himno: “Cristo me ayuda por Él a vivir” (381)
Círculo de oración y testimonios
Lectura bíblica                                        Ezequiel 4
Tema: Ezequiel y el sitio de Jerusalén
Himno: “Yo quisiera hablarte del amor de Cristo” (297)
Ofertorio
Bendición pastoral


LA SUERTE DEL PUEBLO ELEGIDO
Julio Lamelas Míguez

L
as cuatro acciones simbólicas de este pasaje representan varios aspectos de la suerte del pueblo de Israel y del castigo. La primera acción simbólica (Ez 4,1-3) representa el asedio de Jerusalén. El objeto emblemático es un ladrillo o adobe utilizado en la construcción. Sobre él Ezequiel dibuja una ciudad. La plancha de hierro que aparece a continuación simboliza la dureza y separación hostil. La ciudad dibujada es Jerusalén; los que la asedian, no son nombrados, pero son, sin duda, los soldados babilonios.
La segunda acción (Ez 4,4-8) simboliza la culpa y la maldad del pueblo pesando sobre el profeta. A pesar de que en el libro de Ezequiel el pueblo de Israel generalmente designa el pueblo elegido como totalidad, aquí (Ez 4.5) hace referencia al reino del Norte cuya independencia había sido suprimida al ser tomada por los asirios su capital, Samaría, en el año 722 a. C. Mientras que Judá (Ez 4.6) se refiere al reino del Sur cuyo destino quedará marcado por la toma de la capital, Jerusalén, por los babilonios en el año 586 a. C. Ezequiel, en el presente texto, a través de un gesto hace hincapié en los largos años de culpa o castigo para los dos reinos. Cuando está acostado hacia el lado izquierdo carga con las maldades de Israel y cuando lo está hacia el derecho carga con los pecados de Judá. La duración de los años del castigo o culpa seguramente tiene una gran significación histórica para los exiliados, pues les recuerda su primer éxodo. Más que hablar de años de castigo, habría que hablar de años de culpa. Los trescientos noventa años vendrían a representar los años que van desde el comienzo de la monarquía hasta la gran reforma de Josías, años de apostasía y pecado hasta la destrucción del altar de Betel (desde el 1017 a. C. con Saúl hasta el 627 a. C. con Josías).
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES

“Permanezcan firmes en la fe… Sean valientes y fuertes” (I Co 16.13)

3 – Santa Cena / Reunión de Consistorio

Centralidad de la Biblia en las iglesias de la Reforma, Pbro. Héctor Mendoza Núñez

27 de agosto de 2017

Jeremías 1.4-19

Dios me dijo:
Yo te elegí antes de que nacieras;
te aparté para que hablaras en mi nombre
a todas las naciones del mundo.
Le contesté:
—Dios todopoderoso, yo no sé hablar en público, y todavía soy muy joven.
7-9 Pero Dios me tocó los labios y me dijo: —No digas que eres muy joven. A partir de este momento tú hablarás por mí. Irás a donde yo te mande, y dirás todo lo que yo te diga. No tengas miedo, que yo estaré a tu lado para cuidarte. 10 Desde hoy tendrás poder sobre reinos y naciones, para destruir o derribar, pero también para levantar y reconstruir.
11-13 Luego Dios me hizo dos preguntas: —Jeremías, dime, ¿qué ves?
Yo le respondí: —Veo la rama de un almendro. Sus frutos son los primeros en madurar.
Entonces me dijo: —Tienes razón. Yo soy el primero en hacer cumplir mis palabras. Pero, ¿qué más ves?
Le respondí: —Veo en el norte una olla hirviendo, que está por volcarse hacia el sur.
14 Entonces Dios me explicó: "Desde el norte voy a enviar un terrible castigo sobre todos los que viven en este país. 15 Ya lo he decidido. Estoy reuniendo a todos los reinos del norte, y vendrán y pondrán sus tronos a la entrada misma de Jerusalén. Atacarán a sus habitantes y a todos los que viven en Judá, y se los llevarán presos. 16 Voy a castigar a mi pueblo, porque todos ellos han sido muy malos. Adoraron ídolos que ellos mismos hicieron, y les ofrecieron incienso, pero a mí me abandonaron.
17 »Así que, ¡prepárate! Ve y diles todo lo que yo te mando. No les tengas miedo, pues de lo contrario te haré temblar de miedo cuando te enfrentes a ellos. 18 Yo te haré tan fuerte como un poste de hierro, como un portón de bronce, como una ciudad amurallada. Vas a enfrentarte a todas las autoridades de Judá. 19 Esa gente peleará contra ti, pero te aseguro que no te podrán vencer, porque yo estaré a tu lado para cuidarte".

domingo, 20 de agosto de 2017

Letra 532, 20 de agosto de 2017

ISABEL DE BRAUNSCHWEIG (BRANDENBURGO) (1510-1558)
100 Personajes de la Reforma Protestante. México, CUPSA, 2017.

Hija de Isabel de Brandenburgo. Princesa alemana de la Casa de Hohenzollern y condesa consorte de Henneberg. Considerada una “princesa de la Reforma”, que junto con el reformador luterano Antonio Rabner [Corvino] contribuyó a fortalecer la Reforma en la Baja Sajonia del Sur. Casada a los 15 años, entró en contacto con la Reforma en 1527, a los 17, en la corte de Brandenburgo cuando su madre celebró la comunión y aceptó las enseñanzas de Lutero. Su padre reaccionó violentamente, temiendo que su madre se convirtiera al protestantismo. Se adhirió al protestantismo en 1538, después de haber escuchado predicar a Corvino (a quien invitó desde el territorio de Felipe de Hesse) e influyó más que su madre en la política de la Reforma. A partir de aquel momento se dedicó a la misión de convertir a todo el ducado contando con el apoyo de su marido Erik I, quien dijo: “Si ella no interfiere con mi religión, yo tampoco interferiré en la suya”. Él había estado presente en Worms cuando Lutero afirmó su convicción reformadora, pero aunque quedó conmovido no varió en sus creencias por sentirse demasiado viejo para ello. A su muerte asumió la regencia, protegida por Corvino que le había dedicado un escrito de argumento religioso.
Cuando su hija Anna María contrajo matrimonio con el príncipe luterano Alberto de Prusia, escribió para ella un tratado sobre el matrimonio, ya casada en segundas nupcias con el duque luterano Poppo de Henneberg. A edad más avanzada escribió un libro de pensamientos consoladores para las viudas. Siempre se sirvió de su influencia para apoyar a la Reforma en sus territorios para lo cual enfrentó fuerte oposición política. Toda la familia Braunschweig abrazó la Confesión de Augsburgo, no como resultado de coerción sino mediante la convicción producida por los esfuerzos y el sufrimiento de los ministros evangélicos y su preceptora, Isabel de Braunschweig.

Bibliografía
Roland H. Bainton, “Elizabeth of Braunschweig”, en Women of the Reformation in Germany and Italy. [1971] Boston, Beacon Press, 1974, pp. 125-144; Giulio de Martino y Marina Bruzzese, “Las mujeres de la Reforma Protestante”, en Las filósofas.  Las mujeres protagonistas en la historia del pensamiento. Madrid, Ediciones Cátedra-Universidad de Valencia, 1996, pp. 109-113; Kirsi Stjerna, Women and the Reformation. Malden, Blackwell, 2009.
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LA VERDADERA PENITENCIA (II)
Paolo Ricca y Giorgio Tourn
Las 95 tesis de Lutero y la cristiandad de nuestro tiempo.
Nueva edición revisada. Turín, Claudiana, 2016, pp. 15-24.

¿Qué es esta batalla? Es la que tan a menudo evocó Jesús con palabras poco amistosas, difíciles no sólo de aceptar, sino de escuchar, las últimas palabras, casi insoportables: “Si alguno viene a mí y no aborrece [...] su propia vida, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14.26). Y también: “El que ama su vida, la perderá, y el que aborrece su vida en este mundo, la guardará para la vida eterna” (Juan 12.25). De este "auto-aborrecimiento" habla la tesis 4 de Lutero: se trata del movimiento del corazón y el alma, gracias al cual mi vida ya no gira en torno a mí mismo, sino de Dios y el prójimo. Este movimiento no es espontáneo y natural, por el contrario, nace de una lucha con nosotros mismos y casi contra nosotros mismos. El apóstol Pablo lo describe de muchas maneras, diciendo, por ejemplo, que dentro de nosotros viven juntos y se combate contra el “viejo hombre” natural, concentrado en sí mismo, gobernado por el amor de sí mismo, y un “ser humano nuevo” creado por Palabra de Dios y nacido del Espíritu, que en cambio vive en Dios por la fe y por el amor. La conversión marca el comienzo de este combate interior.
La victoria no se da por sentada. La batalla no es falsa, sino verdadera, y el resultado victorioso no está garantizado. Comenzar a luchar es, sin embargo, ya una victoria, ya sea inicial o no, el paso decisivo hacia la victoria final. Muchos no lo hacen, nunca comienzan a luchar, no saben nada de la batalla. Pero quien ha dado el primer paso debe dar muchos más. Tienes que seguir luchando todos los días, cada hora. Ésta es la verdadera penitencia. Lo fundamental no es confiar en sus propias fuerzas y querer luchar contra sí mismo. Entonces la derrota será cierta. Como dice el himno de Lutero, “Roca fuerte”:

Los que confían en él perecerán, para él todo se pierde;
Pero el Padre ya tiene un escogido, que lucha en nuestra ayuda.
¿Quién es él, preguntas? Es Jesucristo, el Rey de la gloria.
Él solo nos salvará y el oponente caerá.

¿Cuál puede ser la actualidad de estas primeras tesis de Lutero? A primera vista sólo se debería hablar de su escasa actualidad. El mundo espiritual e interior de Lutero y su generación parece estar lejos del nuestro. La penitencia es algo totalmente ajeno a la sensibilidad de nuestra generación, que se siente víctima, no culpable. Paradoja singular, si consideramos que nuestro siglo fue —probablemente— ¡el más bárbaro de toda la historia humana! ¡Cómo en nuestro siglo la humanidad ha sido tan culpable, y nunca se sintió tan inocente! ¿Quién la convencerá de que ha pecado? ¿Quién puede paralizar su buena conciencia? ¿Quién sabrá inclinar su corazón hacia la “verdadera penitencia”? ¡La poca actualidad de Lutero! Su lenguaje, tan agudo como el bíblico, tiene dificultad para hacerse oír, porque hirió antes de hacer el bien, lastimó antes de curar.
A nuestra generación no le gustan las sacudidas interiores, transitar de lo humano a lo divino, de la tierra al cielo, de lo físico a lo metafísico sin fracturas, ningún conflicto, ninguna penitencia, prefiere los círculos que la Nueva Era llama “apocalipsis dulce”. Lo otro es, de hecho, la sabiduría de Lutero, anclada a la “locura de Dios” (así la llama la Biblia: I Corintios 1.25), revelada en la cruz. La fractura es inevitable porque ya ha ocurrido: en el Gólgota. Simplemente no tienes que ponerlo entre corchetes o tirarlo detrás de tus hombros para que no lo veas. No existe el “dulce apocalipsis” sino la muerte y la resurrección, el ocaso del viejo mundo y la nueva aurora, un juicio sobre la “vieja humanidad " y el nacimiento de lo nuevo. ¿Es esto realmente poco actual? ¿En qué nombre de qué lo sería? O sólo decimos que es antiguo para eludir el reto, para no tener que lidiar con la brecha, el juicio y la promesa que conlleva, el “no” y “sí” divinos pronunciado en nuestra vida para transformarla? ¿Es Lutero quien no resulta actual para hoy o estamos haciendo todo para convencernos de que no lo es?
Se cree ampliamente que la humanidad debe renovarse si no desea repetir la tragedia del pasado y recrear en la tierra los diversos infiernos que se llevaron a cabo en este siglo: la carnicería de la Primera y la Segunda Guerra Mundial, de Auschwitz a Hiroshima, del terror estalinista a las “purgas” en Argentina (los desaparecidos), del napalm estadounidense a la “limpieza étnica” de Yugoslavia, y la lista continúa, atravesando pueblos, continentes, culturas y religiones, incluso. Pero, ¿puede la humanidad renovarse, hacerse fraterna y solidaria, sin convertirse? Conversión, el “verdadero arrepentimiento” es realmente el lujo exclusivo de almas más exigentes, por no decir escrupulosas, una opción reservada para los empleados, en contra de los monstruos religiosos, ¿o no es la única cosa realmente necesaria necesario para los creyentes, religiosos y laicos, los que creen en Dios y los que creen en el ser humano? Y si se reconoce que la conversión no es superflua sino indispensable en la búsqueda y el esfuerzo para diseñar una humanidad diferente, ¿sería Jesucristo realmente obsoleto? ¿Puede la humanidad finalmente convertirse en adulta, ignorándolo? Es la invitación evangélica no tópica para crecer con el fin de lograr "el estado de madurez, para la plena estatura de Cristo"?
Ahora parece que, acercándose a la fecha límite del año dos mil, las iglesias (en particular, la Católica) se han mostrado dispuestas, casi ansiosas, a “arrepentirse” de los pecados cometidos “en el nombre de Cristo” en 20 siglos de historia cristiana, de los cuales tratan de elaborar un resumen minucioso. De hecho, teniendo en cuenta los últimos dos milenios, las razones de la humillación y arrepentimiento abundan. Un ejemplo: las grandes iglesias cristianas tienen toda la responsabilidad, aunque en diversos grados, del nacimiento y desarrollo del anti-judaísmo que, en nuestro siglo, se alió de manera siniestra al anti-semitismo nazi que llevó a la Shoah (Holocausto), el proyecto de erradicar y borrar físicamente al pueblo judío de la historia. Este es un pecado típico para reconocer y confesar, para arrepentirse. Hay, como todos sabemos, muchos más. Y también hay que apreciar la voluntad de las iglesias para reconocerlos y arrepentirse. El arrepentimiento es el paso decisivo para llegar a ser cristianos. No hay nada más importante en la vida humana y cristiana. “Arrepentíos, arrepentíos”: la conversión significa cambiar de rumbo, cambiar la vida, cambiar de amor, cambiar la historia. Es como una muerte y una resurrección, del modo en que los primeros cristianos hablaban del “nuevo nacimiento” y comenzaron de nuevo para contar los años desde la fecha de su conversión. La gravedad del arrepentimiento se mide entonces por la realidad del cambio. (Versión: LC-O)
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RAQUEL: MADRE MUERTA EN SU JUVENTUD (I)
Margot Kässmann

Raquel es el gran amor del Jacob bíblico. Qué disgusto tuvo que suponerle que su padre Labán entregara antes a Lía, su hermana mayor, como esposa a Jacob. Una vez casado con la hermana mayor, Jacob podría tomar también como esposa a la menor, a la amada. Incluso hoy se hace fácil ver lo penoso de esta situación. Además, Raquel tiene que ver cómo Lía, la criada de esta, y su propia criada - esas otras tres mujeres – se quedan embarazadas de “su” Jacob, y cómo son bendecidas con hijos. Sin embargo, ella tiene que esperar mucho tiempo antes de traer al mundo a su hijo José.
Raquel mimó a ese hijo que había deseado durante tantos años. Y cuenta la Biblia que también su padre Jacob le consintió muchas cosas. Se cuenta que José era un muchacho relativamente engreído, cuyo egocentrismo propició que sus hermanos mayores le hicieran desaparecer más adelante de forma cruel. A pesar de todo, Raquel está encantada con este hijo. Y quiere tener otro. De hecho, vuelve a quedarse embarazada; pero, como dice la Biblia, “el parto venía difícil”.
No todos los partos van sobre ruedas. El niño puede venir de nalgas, puede estar cruzado, es posible que el cordón umbilical le haya rodeado el cuello. La madre puede perder mucha sangre. Un parto no es un juego de niños, ni siquiera en el siglo XXI, ni en los países industrializados. La maternidad - el embarazo, el aborto y los partos - y las consecuencias que acarrea siguen representando el mayor riesgo para la salud de las mujeres, y puede suponer incluso su muerte. Es cierto que actualmente la muerte - antes, durante o después del parto - de la madre o del niño se produce en muy raras ocasiones en los países desarrollados. En los países del llamado Tercer Mundo, esta cruel realidad es el pan de cada día.
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100 AÑOS DE ROMERO
www.alainet.org/es/articulo/187442


beatificacion_contrapunto.jpgMiles de feligreses católicos caminaron el pasado fin de semana hasta Ciudad Barrios, al norte del departamento de San Miguel, para conmemorar el centésimo aniversario del natalicio de Monseñor Óscar Arnulfo Romero. La peregrinación inició el viernes en la cripta de Catedral Metropolitana donde descansan los restos mortales del Arzobispo Mártir, y terminó el día domingo en la “Cuna del Profeta”.
Durante la larga caminata que recorrió más de 150 kilómetros los peregrinos clamaron por la paz, el cese de la violencia en todos sus ámbitos y la convivencia armónica en el país. Este mensaje fue secundado por el recién nombrado Cardenal Gregorio Rosa Chávez, presente en la memorable actividad.
Y hoy Comunidades Eclesiales de Base celebraron el cumpleaños 100 del Beato, nacido el 15 de agosto de 1917. De origen humilde y visión conservadora, Monseñor Romero finalmente pasó a la opción preferencial por los pobres durante su breve arzobispado (1977-80) en los convulsos inicios de la guerra civil salvadoreña; clamó fervientemente por la paz, la igualdad y la justicia, razón por la que fue asesinado por la extrema derecha.
La celebración de los 100 años de Romero -realizada en vísperas de su eventual canonización por el Papa Francisco- es oportuna para clamar por la paz, la no violencia y la armonía social, tal como lo hicieron los peregrinos. Es tarea de todos (Estado, sociedad civil, empresarios, iglesias, academia, etc.) detener esta masacre que desangra al país.
El “cumple” de Romero también debería provocar la conversión de los sectores oligárquicos que lo asesinaron, a quienes Monseñor instó a “quitarse los anillos”, renunciar a sus privilegios y compartir la riqueza. El egoísmo y mezquindad de estas élites hoy se expresa en su oposición a la reforma fiscal progresiva, en la intención de privatizar el agua y el boicot contra el gobierno desde el partido ARENA y la Sala Constitucional.
La conmemoración del nacimiento de “San Romero de América” -como lo llaman los pueblos del mundo- debe servir, además, para que las fuerzas progresistas rectifiquen o retomen la perspectiva contra-hegemónica y la apuesta por cambios estructurales inspirados en los ideales romerianos de justicia, igualdad y dignidad.
Finalmente, es necesario que los seguidores del legado romerista estén alertas para evitar la “fechitizacion” y “profanación” que pretenden consumar sectores de derecha que -ante la imposibilidad de evitar la presencia de la figura y mensaje del Arzobispo Mártir- proyectan a un Romero “light” vaciado de su esencia ética y política. Romero es del pueblo, de los pobres y de los que se convierten a su evangelio de justicia e igualdad.

Actividades

OREMOS POR TODAS LAS ACTIVIDADES Y PLANES DEL MES DE AGOSTO

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CULTO DE ORACIÓN Y ESTUDIO
Martes 22 de agosto, 19 hrs.
Modera: D.I. electa Odavia Palomino

Llamamiento: Salmo 124
Oración de ofrecimiento
Himno: “A nuestro Padre Dios” (322)
Círculo de oración y testimonios
Lectura bíblica: Ezequiel 3.1-15
Tema: Un-profeta en tiempos de crisis y abandono
Himno: “Me guía Él” (346)
Ofertorio
Bendición pastoral


UN PROFETA QUE NO PUEDE HABLAR
Julio Lamelas Míguez

Ez 3.22-27 probablemente habría que situarlo después de Ez 24,5-27. Los redactores lo colocaron aquí para darle un sentido metafórico en relación con la misión del profeta. Su silencio o mudez temporal y su inmovilidad, consecuencias o no de una enfermedad mental o física (tal vez una parálisis sufrida poco después del asedio de Jerusalén cuando perdió a su mujer; véase Ez 24), son acciones simbólicas que representan ese momento en el que la comunicación entre Dios y su pueblo se ha roto por un tiempo. Es el tiempo del asedio de Jerusalén por las fuerzas invasoras.

Este silencio del profeta (Ez 3.26) nos recuerda el silencio del Siervo del Señor (Is 53.7). Más aún, Ezequiel es tratado mal por los suyos (Ez 3.25) y afligido por el mismo Dios con una situación de parálisis (¿incapacidad moral de hablar a un pueblo rebelde?), que se hará también manifiesta en la acción simbólica indicativa de la duración del exilio (Ez 4.4-8).

Durante este período de tiempo Ezequiel tendrá que expiar las culpas de Israel y de Judá, como el mismo Siervo del Señor (Is 52.13-53.12). Una expiación que se vislumbra cuando simbólicamente tiene que comer el libro enrollado (es decir, la meguillah como signo representativo de la identidad profética) que contiene lamentaciones, gemidos y amenazas (Ez 2,10), para soportar y llevar sobre sus hombros el sufrimiento y el pecado del pueblo de Dios. Algo así como los sacrificios de expiación realizados por los sacerdotes levitas (véase Lv 6,16ss.; 10,17-19), que tenían que comer la carne de la víctima inmolada (macho cabrío) en lugar sagrado para borrar las culpas de la comunidad. En silencio también realizará más acciones simbólicas. La primera de ellas se presenta inmediatamente en Ez 4. Estos tres primeros capítulos de Ezequiel, reelaborados y retocados por los redactores, nos han dado una síntesis completa de la vocación y de la misión del profeta-sacerdote.
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES


27 – Día de la Biblia / Día internacional de los desaparecidos

La fuerza transformadora de la Palabra del Señor, L. Cervantes-O.


20 de agosto de 2017

La lluvia y la nieve bajan del cielo,
y no vuelven a subir
sin antes mojar y alimentar la tierra.
Así es como brotan las semillas
y el trigo que comemos.
Lo mismo pasa con mi palabra
cuando sale de mis labios:
no vuelve a mí
sin antes cumplir mis órdenes,
sin antes hacer lo que yo quiero.
Isaías 55.10-11, TLA

Todas las cosas fueron creadas por el poder de la Palabra divina, según lo cuenta el Génesis y lo repiten reiteradamente multitud de textos del Antiguo Testamento (p. ej., Sal 33.6-7) y del Nuevo. La capacidad creadora de la Palabra del Señor fue capaz de extraer todo lo existente a partir del caos originario (tohu babohu). Esa misma capacidad creadora es la que ha mantenido con vida el cosmos y todo lo que contiene. El Segundo Isaías fue un profeta que en repetidas ocasiones se refirió a ese poder creador y sustentador de la naturaleza. Enfrentado como estaba a la realidad de un pueblo exiliado, tuvo que recurrir a esas imágenes tomadas del Génesis y de la observación general, para contribuir a levantar el ánimo del pueblo. Así lo hace desde el cap. 40, al contrastar lo efímero de la vida natural con la grandes histórica de la Palabra divina: “Grita que la hierba se seca,/ y las flores se marchitan,/ cuando Dios lanza sobre ellas/ el viento del desierto./ En cambio, la palabra de Dios/ permanece para siempre” (40.7-88).

Siempre anclada en la historia concreta de su tiempo, la palabra proféticas fue proferida para responder a circunstancias que hoy nos parecen muy lejanas, pero con las que hay que dialogar desde nuestra realidad. Ésta, a su vez, se nos resiste para la comprensión, en parte porque la estamos viviendo aún y nos falta la suficiente perspectiva cronológica y de comprensión. De eso se aprovechan quienes gobiernan para impedir la crítica y una mayor oposición a sus políticas. La historia en México ha sido, como bien la ha definido el escritor José Agustín, una tragicomedia, sobre la cual ha escrito, al menos desde 1940 hasta 1994. En el exilio, Israel vivió una experiencia amarga como consecuencia de su desobediencia. Is 55 es famoso por su lenguaje positivo hacia el pueblo, y a obtener del Señor alimento en todos los sentidos (vv. 1-2), por su invitación a la conversión renovadora de la vida (vv. 3-7) y por la forma en que recuerda la enormidad de sus pensamientos y designios incomprensibles para el ser humano (8-9).

Con ese telón de fondo se introduce, nuevamente con la observación de los ciclos de la naturaleza (10) la maravilla de la Palabra divina que proviene de los labios del Señor como un efluvio poderoso capaz de hacer lo que Él quiera. Mercedes García Bachmann ha resumido muy bien el final esta sección:

El tema de la preferencia de Yahvéh sobre cualquier otro dios sigue estando presente, esta vez asegurando la eficacia de la palabra de Dios. Aunque lo primero que nos viene a la mente es Génesis 1 (Dios dijo y se hizo), pensando en los temas de este libro y en las experiencias de Israel, parece mejor asociar la eficacia de la palabra divina con el testimonio de Israel de que Dios había prometido bendición y monarquía davídica siempre que Israel fuese fiel a su parte de la alianza, y de la misma manera, castigo y exilio si Israel no obedecía B y en esto fue eficaz la palabra divina, y de ello es testigo Israel ante las demás naciones y ante los demás dioses.[1]

A partir de la certeza del poder indiscutibles de la palabra divina, el Segundo Isaías concluye con palabras de aliento y estímulo: “Los vv. 12-13 cierran todo el Deuteroisaías, y no sólo el capítulo, ya que retoman Isaías 40: del ‘consolad’ a la alegría, del ‘preparad el camino’ a la salida en seguridad y sin pasar necesidades. La creación participa de esa fiesta que comienza con la salida (ya antes de regresar a la tierra). El v. 13b pone un gran broche: todo esto será para renombre de Yahvéh, y de ningún otro dios, y será una señal eterna. Aquí vale la pena notar la similitud en vocabulario con el pacto sellado entre Dios y Noé (Génesis 9)” (Ídem). La Palabra divina prueba siempre su eficacia religiosa, espiritual y cultural en la historia, en medio de los conflictos y contradicciones humanas.



[1] M. García Bachmann, “Isaías 55.1-11”, en www.webselah.com/isaias-55-1-11.

Isaías 55.1-11

Dios dijo:
"Todos los que tengan sed
vengan a beber agua;
y los que no tengan dinero
vengan y lleven trigo, vino y leche
sin pagar nada.
¡Óiganme bien,
y comerán una comida
buena y deliciosa!
No vale la pena ganar dinero
y gastarlo en comidas
que no quitan el hambre.
¡Vengan a mí
y presten atención;
obedézcanme y vivirán!
Yo me uniré a ustedes para siempre,
y así cumpliré las promesas
que hice a mi amado rey David.
Yo lo puse a él por testigo,
para que guiara y enseñara
a todas las naciones.
Pueblo de Israel,
llamarás a pueblos que no conocías,
y ellos irán corriendo hacia ti,
porque yo, tu Dios,
te pondré sobre todas las naciones".
Isaías dijo:
"Ahora es el momento oportuno:
¡busquen a Dios!;
¡llámenlo ahora que está cerca!
Arrepiéntanse,
porque Dios está siempre
dispuesto a perdonar;
él tiene compasión de ustedes.
Que cambien los malvados
su manera de pensar,
y que dejen su mala conducta".
8-9 Dios dijo:
"Yo no pienso
como piensan ustedes
ni actúo como ustedes actúan.
Mis pensamientos y mis acciones
están muy por encima
de lo que ustedes piensan y hacen:
¡están más altos que los cielos!
Les juro que así es".
10 Dios dijo:
"La lluvia y la nieve bajan del cielo,
y no vuelven a subir
sin antes mojar y alimentar la tierra.
Así es como brotan las semillas
y el trigo que comemos.
11 Lo mismo pasa con mi palabra
cuando sale de mis labios:
no vuelve a mí
sin antes cumplir mis órdenes,
sin antes hacer lo que yo quiero".

Apocalipsis 1.9, L. Cervantes-O.

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